Ballbusting entre maduros (9/15): La examinacion - Las Bolas de Pablo

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14 feb 2017

Ballbusting entre maduros (9/15): La examinacion



CONTIENE:

-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Marcos ChacĆ³n llamaba a la puerta de la casa de RenĆ©, habĆ­a terminado de salir del trabajo por lo que todavĆ­a vestĆ­a pulcramente con su traje y corbata.


   RenĆ© acudiĆ³ a recibirlo y cuando le abriĆ³ la puerta se sorprendiĆ³ al verlo tambiĆ©n vestido con traje.



   —Ah, Marcos, ¿cĆ³mo estĆ”s? —le dio un abrazo—. Mucho tiempo sin verte. Estoy llegando de una premiaciĆ³n. QuerĆ­a decirte que para mĆ­ significĆ³ mucho la llamada al celular que me diste en navidad, gracias.



   «Y para mĆ­ significĆ³ mucho la mamada que me diste en diciembre. Ha sido la mejor» pensĆ³ Marcos. Iba a decirlo de una forma sutil cuando RenĆ© lo interrumpiĆ³:



   —Justamente estoy con el amigo que me llevĆ³ a pasar las navidades con Ć©l, Roland es muy buen amigo. Pasa adelante, ¿por quĆ© has venido sin Lisandro?



   —Me dijo que estarĆ­a ocupado —mintiĆ³ Marcos cruzando el umbral de la puerta. En realidad iba a casa de RenĆ© para seducirlo y le hiciera una nueva y rica felaciĆ³n.




 Cuando penetraron al interior del domicilio Marcos encontrĆ³ en la sala de estar a dos sujetos, uno era Roland Di Girolamo, y lo conocĆ­a perfectamente por ser el ancla del noticiero donde tambiĆ©n trabajaba Claudia su querida nuera. Y el otro hombre era un completo desconocido, ocupaba el otro extremo del sillĆ³n, era alto, corpulento y atractivo, vestĆ­a con ajustada camisa blanca que seguramente resguardaba un musculoso pecho y un pantalĆ³n de tela negro, a su lado reposaba un maletĆ­n mĆ©dico.



   —Dejame presentarte a mi amigo, Roland Di GirĆ³lamo —dijo RenĆ© abrazando a su amigo reportero—. Ya lo debes conocer porque conduce el noticiero con Claudia. Ɖl, Roland, es el padre de SimĆ³n ChacĆ³n.



—Oh, vaya, eso lo explica todo —sĆ³lo dijo Roland estrechando la mano de Marcos.



   —Y Ć©l es Manuel BriceƱo, amigo de Roland y lo estoy conociendo hoy como tĆŗ. Es mĆ©dico.



   Marcos tambiĆ©n saludĆ³ a Manuel, finalmente el seƱor ChacĆ³n ocupĆ³ un asiento y no se dio cuenta de la fugaz mirada que le dirigieron los invitados al tumulto de cojones que se dibujaban en su entrepierna.




   —Justamente estĆ”bamos hablando de la profesiĆ³n de Manuel —hablaba RenĆ©—, y como por obra de arte apareces tĆŗ Marcos JosĆ©.



   —¿Por quĆ©? —quiso saber Marcos cruzando una pierna por encima de la rodilla.



   —Ha sido muy bueno conocerte hoy, Manuel —certificĆ³ RenĆ©—. Antes de irte me dejas tu nĆŗmero telefĆ³nico.



   —Eres mĆ©dico especialista en, ¿quĆ©? —insistiĆ³ Marcos.



   —Soy urĆ³logo.



   Marcos arqueĆ³ una ceja.



   —SĆ­ su especialidad es mirar bolas y penes todos los dĆ­as —se riĆ³ Roland.



   Manuel lanzĆ³ una sonrisa apenado.



   —Y estĆ”bamos hablando de ti justamente cuando llegaste, Marcos —reiterĆ³ RenĆ©, lanzĆ³ una mirada a sus amigos—, sĆ­ Ć©l es el amigo que les comentĆ© que tiene los testĆ­culos como para alimentar a una poblaciĆ³n hambrienta. Marcos, ¿podrĆ­as mostrarle tus testes a los muchachos?



   Marcos arrugĆ³ el ceƱo:



   —Por supuesto que no.



   —No seas aguafiestas, Marcos. Muestrale tus huevos a los chicos. Aprovecha que aquĆ­ estĆ” Manuel y que podrĆ­a hacerte una inspecciĆ³n gratis. Manuel enterate que a sus cincuenta y tantos aƱos a Marcos se le para sin necesidad de pastillas milagrosas.



   —¿De verĆ”s?



   —SĆ­ —afirmĆ³ Marcos con una sonrisa traviesa en el rostro—, como un jovencito de 18 aƱos.



   —SĆ­ —complementarĆ­a RenĆ©—, tiene la fuerza sexual de un cabro joven. Todo un semental nuestro amigo. Marcos, con tantos golpes que has recibido en tu delicada zona los Ćŗltimos meses deberĆ­as dejar que Manuel te revise.



   Marcos pareciĆ³ dudar pues RenĆ© tenĆ­a razĆ³n en sus palabra.



   —¿Desde cuando no vas a una cita mĆ©dica? —preguntĆ³ Manuel.



   —Desde……… hace mucho.



   —AtrĆ©vete, Marcos —invitĆ³ RenĆ©—. Estamos entre amigos. No pasarĆ” nada. Ya conoces que soy un hombre de palabra.



   —EstĆ” bien —aceptĆ³ Marcos—, lo harĆ©. ¿QuĆ© debo hacer?



   —Bajarte el pantalĆ³n —respondiĆ³ Manuel abandonando su asiento—, y te arrecuestas relajado en el sofĆ” mientras yo me coloco la indumentaria.



   Manuel se inclinĆ³ sobre su maleta para buscar su bata de mĆ©dico y un estetoscopio mientras el guapo Marcos ChacĆ³n se abrĆ­a el cinturĆ³n y la cremallera del pantalĆ³n.



   —Vamos a ver —dijo Manuel—. Oh, vaya, que bolas —riĆ³.



   Marcos ChacĆ³n tragĆ³ saliva mostrando una amplia sonrisa, RenĆ© y Roland tenĆ­an la boca echa agua. Marcos se arrecostĆ³ en el sofĆ” dejando las piernas abiertas a merced de Manuel que se le acercĆ³.



   El doctor palpĆ³ con sus manos los grandes huevos del semental ChacĆ³n, despuĆ©s los apretĆ³ con sus dos manos haciendo que sonaran provocando en ChacĆ³n un lamento agonizante, flexionando el abdomen y agarrando su ingle.



   —SĆ­, son muy duros —indicĆ³ Manuel—. Eso es una buena seƱal. PermĆ­teme seguir observando, amigo Marcos.



   ChacĆ³n lanzĆ³ un gemido lastimero pero apartĆ³ las manos de su entrepierna.



   Con la fuerza irrestricta de todo hombre, Manuel puso sus puƱo contra los huevos de Marcos, crujiendo las bolas en su cuerpo.



   Marcos soltĆ³ un gruƱido.



   Manuel repitiĆ³ el puƱetazo una y otra vez con toda la fuerza que podĆ­a reunir, haciendo que su paciente gritase de dolor.



   Manuel permitiĆ³ que Marcos se acurrucarse agarrando sus testĆ­culos haciendo muecas de dolor.



   RenĆ© y Roland tenĆ­an sendas erecciones.



   —Mis pelotas……… me duelen —susurrĆ³ Marcos con voz tensa.



  Manuel sonriĆ³ a Marcos antes de lanzarse hacia Ć©l y estampar otro puƱetazo en sus pesadas gonadas.



   Los ojos de Marcos se agrandaron y soltĆ³ un gemido profundo y gutural.



   Sin dar tiempo para descanso, Manuel tuvo la fuerza de dominar a Marcos y obligarlo a separar sus piernas.



   —Estos testĆ­culos son los mĆ”s fuertes que he visto en mi vida —sonriĆ³ el urĆ³logo. LevantĆ³ la mano y la golpeĆ³ contra los grandes huevos de Marcos, aplastando sus bolas haciĆ©ndole gritar de dolor.



   Manuel se echĆ³ a reĆ­r.



   —Quiero ver su capacidad de esperma —declarĆ³.



   —Es un ocĆ©ano —indicĆ³ RenĆ©.



   Manuel propinĆ³ otra palmada sobre el colgante saco de bolas, soltando en ChacĆ³n un grito agudo.



   Incapaz de defenderse, Marcos se sentĆ­a humillado, lanzĆ³ un gruƱido y gritĆ³ de rabia y frustraciĆ³n mientras los otros tres hombres se reĆ­an. LuchĆ³ en vano para librarse del agarre de Manuel que agarrĆ³ sus huevos y los apretĆ³ fuerte, haciendo que chillara como una niƱa.



   —Son muy grandes —alegaba Manuel retorciendo el escroto tan fuerte como pudo.



   Manuel riĆ³ y soltĆ³ los huevos de Marcos, despuĆ©s balanceĆ³ su puƱo levantĆ”ndolo en el aire. Con eso, lo estrellĆ³ contra los testĆ­culos desnudos e indefensos de ChacĆ³n como si estuviera martillando un par de clavos gigantes Marcos soltĆ³ un grito doloroso mientras sus huevos crujĆ­an en su cuerpo.



   Manuel golpeĆ³ una y otra vez, provocando todo tipo de ruidos en la garganta de Marcos, que tenĆ­a las venas de su cuello marcadas y chillaba con los los ojos cerrados y la boca abierta.



   DespuĆ©s de lo que parecĆ­a una lluvia interminable de golpes, Manuel permitiĆ³ a Marcos acurrucarse en posiciĆ³n fetal, el guapo seƱor ChacĆ³n estaba gimiendo y gimiendo, agarrando sus pelotas hinchadas y adoloridas.



   —Mi informe mĆ©dico es —anunciĆ³ Manuel frotĆ”ndose las manos—… que el paciente ChacĆ³n tiene unos testĆ­culos grandes, duros y muy saludables. Regala sexualidad y testosteronas. Ya muchos de su edad quisieran ser como Ć©l. Felicitaciones por tus huevas. Ya tendre tiempo para evaluar tu semen.



   Marcos dio un gemido doloroso. RenĆ© y Roland rieron pero fue el primero quien se levantĆ³ del asiento y se acercĆ³ al convaleciente ChacĆ³n. Le preguntĆ³:



   —¿EstĆ”s bien, Marcos?



   Ć‰l lanzĆ³ un gemido. Roland se acercĆ³ a RenĆ©:



   —TĆ³malo como un sĆ­ —le dijo—. Oye, deberĆ­amos tomarte la palabra, RenĆ©. Y refundar el equipo de ballbusting entre maduros, tĆŗ, yo, este seƱor de cojones grandes, su amigo que no vino y…



   —¿QuĆ© opinas, Marcos? —interrogĆ³ RenĆ©.



   Marcos volviĆ³ a gemir.



   —Vuelve a tomarlo como un sĆ­ —continuĆ³ RenĆ©—, fundamos el grupo otra vez. ¿Y tĆŗ Manuel, te unirĆ”s?



   —Estem……… eh……… bueno, estĆ” bien, puede ser.



   —A propĆ³sito, Manuel —dijo Roland—. ¿CĆ³mo son tus huevas? He visto que rellenas muy bien el pantalĆ³n.



   Manuel se sonrojĆ³ y lanzĆ³ una risa nerviosa.



   —Eso no importa —negĆ³ RenĆ©—. Volveremos a ser los acaba huevos, como en la escuela.



   RenĆ© y Roland rieron graciosamente, acto seguido unieron sus espaldas mientras sonreĆ­an y RenĆ© formaba entre sus manos una pistola como si de policĆ­as se tratasen.

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