CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Marcos ChacĆ³n llamaba a la puerta de la casa de RenĆ©, habĆa terminado de salir del trabajo por lo que todavĆa vestĆa pulcramente con su traje y corbata.
RenĆ© acudiĆ³ a recibirlo y cuando le abriĆ³ la puerta se sorprendiĆ³ al verlo tambiĆ©n vestido con traje.
—Ah, Marcos, ¿cĆ³mo estĆ”s? —le dio un abrazo—. Mucho tiempo sin verte. Estoy llegando de una premiaciĆ³n. QuerĆa decirte que para mĆ significĆ³ mucho la llamada al celular que me diste en navidad, gracias.
«Y para mĆ significĆ³ mucho la mamada que me diste en diciembre. Ha sido la mejor» pensĆ³ Marcos. Iba a decirlo de una forma sutil cuando RenĆ© lo interrumpiĆ³:
—Justamente estoy con el amigo que me llevĆ³ a pasar las navidades con Ć©l, Roland es muy buen amigo. Pasa adelante, ¿por quĆ© has venido sin Lisandro?
—Me dijo que estarĆa ocupado —mintiĆ³ Marcos cruzando el umbral de la puerta. En realidad iba a casa de RenĆ© para seducirlo y le hiciera una nueva y rica felaciĆ³n.
Cuando penetraron al interior del domicilio Marcos encontrĆ³ en la sala de estar a dos sujetos, uno era Roland Di Girolamo, y lo conocĆa perfectamente por ser el ancla del noticiero donde tambiĆ©n trabajaba Claudia su querida nuera. Y el otro hombre era un completo desconocido, ocupaba el otro extremo del sillĆ³n, era alto, corpulento y atractivo, vestĆa con ajustada camisa blanca que seguramente resguardaba un musculoso pecho y un pantalĆ³n de tela negro, a su lado reposaba un maletĆn mĆ©dico.
—Dejame presentarte a mi amigo, Roland Di GirĆ³lamo —dijo RenĆ© abrazando a su amigo reportero—. Ya lo debes conocer porque conduce el noticiero con Claudia. Ćl, Roland, es el padre de SimĆ³n ChacĆ³n.
—Oh, vaya, eso lo explica todo —sĆ³lo dijo Roland estrechando la mano de Marcos.
—Y Ć©l es Manuel BriceƱo, amigo de Roland y lo estoy conociendo hoy como tĆŗ. Es mĆ©dico.
Marcos tambiĆ©n saludĆ³ a Manuel, finalmente el seƱor ChacĆ³n ocupĆ³ un asiento y no se dio cuenta de la fugaz mirada que le dirigieron los invitados al tumulto de cojones que se dibujaban en su entrepierna.
—Justamente estĆ”bamos hablando de la profesiĆ³n de Manuel —hablaba RenĆ©—, y como por obra de arte apareces tĆŗ Marcos JosĆ©.
—¿Por quĆ©? —quiso saber Marcos cruzando una pierna por encima de la rodilla.
—Ha sido muy bueno conocerte hoy, Manuel —certificĆ³ RenĆ©—. Antes de irte me dejas tu nĆŗmero telefĆ³nico.
—Eres mĆ©dico especialista en, ¿quĆ©? —insistiĆ³ Marcos.
—Soy urĆ³logo.
Marcos arqueĆ³ una ceja.
—SĆ su especialidad es mirar bolas y penes todos los dĆas —se riĆ³ Roland.
Manuel lanzĆ³ una sonrisa apenado.
—Y estĆ”bamos hablando de ti justamente cuando llegaste, Marcos —reiterĆ³ RenĆ©, lanzĆ³ una mirada a sus amigos—, sĆ Ć©l es el amigo que les comentĆ© que tiene los testĆculos como para alimentar a una poblaciĆ³n hambrienta. Marcos, ¿podrĆas mostrarle tus testes a los muchachos?
Marcos arrugĆ³ el ceƱo:
—Por supuesto que no.
—No seas aguafiestas, Marcos. Muestrale tus huevos a los chicos. Aprovecha que aquĆ estĆ” Manuel y que podrĆa hacerte una inspecciĆ³n gratis. Manuel enterate que a sus cincuenta y tantos aƱos a Marcos se le para sin necesidad de pastillas milagrosas.
—¿De verĆ”s?
—SĆ —afirmĆ³ Marcos con una sonrisa traviesa en el rostro—, como un jovencito de 18 aƱos.
—SĆ —complementarĆa RenĆ©—, tiene la fuerza sexual de un cabro joven. Todo un semental nuestro amigo. Marcos, con tantos golpes que has recibido en tu delicada zona los Ćŗltimos meses deberĆas dejar que Manuel te revise.
Marcos pareciĆ³ dudar pues RenĆ© tenĆa razĆ³n en sus palabra.
—¿Desde cuando no vas a una cita mĆ©dica? —preguntĆ³ Manuel.
—Desde……… hace mucho.
—AtrĆ©vete, Marcos —invitĆ³ RenĆ©—. Estamos entre amigos. No pasarĆ” nada. Ya conoces que soy un hombre de palabra.
—EstĆ” bien —aceptĆ³ Marcos—, lo harĆ©. ¿QuĆ© debo hacer?
—Bajarte el pantalĆ³n —respondiĆ³ Manuel abandonando su asiento—, y te arrecuestas relajado en el sofĆ” mientras yo me coloco la indumentaria.
Manuel se inclinĆ³ sobre su maleta para buscar su bata de mĆ©dico y un estetoscopio mientras el guapo Marcos ChacĆ³n se abrĆa el cinturĆ³n y la cremallera del pantalĆ³n.
—Vamos a ver —dijo Manuel—. Oh, vaya, que bolas —riĆ³.
Marcos ChacĆ³n tragĆ³ saliva mostrando una amplia sonrisa, RenĆ© y Roland tenĆan la boca echa agua. Marcos se arrecostĆ³ en el sofĆ” dejando las piernas abiertas a merced de Manuel que se le acercĆ³.
El doctor palpĆ³ con sus manos los grandes huevos del semental ChacĆ³n, despuĆ©s los apretĆ³ con sus dos manos haciendo que sonaran provocando en ChacĆ³n un lamento agonizante, flexionando el abdomen y agarrando su ingle.
—SĆ, son muy duros —indicĆ³ Manuel—. Eso es una buena seƱal. PermĆteme seguir observando, amigo Marcos.
ChacĆ³n lanzĆ³ un gemido lastimero pero apartĆ³ las manos de su entrepierna.
Con la fuerza irrestricta de todo hombre, Manuel puso sus puƱo contra los huevos de Marcos, crujiendo las bolas en su cuerpo.
Marcos soltĆ³ un gruƱido.
Manuel repitiĆ³ el puƱetazo una y otra vez con toda la fuerza que podĆa reunir, haciendo que su paciente gritase de dolor.
Manuel permitiĆ³ que Marcos se acurrucarse agarrando sus testĆculos haciendo muecas de dolor.
RenĆ© y Roland tenĆan sendas erecciones.
—Mis pelotas……… me duelen —susurrĆ³ Marcos con voz tensa.
Manuel sonriĆ³ a Marcos antes de lanzarse hacia Ć©l y estampar otro puƱetazo en sus pesadas gonadas.
Los ojos de Marcos se agrandaron y soltĆ³ un gemido profundo y gutural.
Sin dar tiempo para descanso, Manuel tuvo la fuerza de dominar a Marcos y obligarlo a separar sus piernas.
—Estos testĆculos son los mĆ”s fuertes que he visto en mi vida —sonriĆ³ el urĆ³logo. LevantĆ³ la mano y la golpeĆ³ contra los grandes huevos de Marcos, aplastando sus bolas haciĆ©ndole gritar de dolor.
Manuel se echĆ³ a reĆr.
—Quiero ver su capacidad de esperma —declarĆ³.
—Es un ocĆ©ano —indicĆ³ RenĆ©.
Manuel propinĆ³ otra palmada sobre el colgante saco de bolas, soltando en ChacĆ³n un grito agudo.
Incapaz de defenderse, Marcos se sentĆa humillado, lanzĆ³ un gruƱido y gritĆ³ de rabia y frustraciĆ³n mientras los otros tres hombres se reĆan. LuchĆ³ en vano para librarse del agarre de Manuel que agarrĆ³ sus huevos y los apretĆ³ fuerte, haciendo que chillara como una niƱa.
—Son muy grandes —alegaba Manuel retorciendo el escroto tan fuerte como pudo.
Manuel riĆ³ y soltĆ³ los huevos de Marcos, despuĆ©s balanceĆ³ su puƱo levantĆ”ndolo en el aire. Con eso, lo estrellĆ³ contra los testĆculos desnudos e indefensos de ChacĆ³n como si estuviera martillando un par de clavos gigantes Marcos soltĆ³ un grito doloroso mientras sus huevos crujĆan en su cuerpo.
Manuel golpeĆ³ una y otra vez, provocando todo tipo de ruidos en la garganta de Marcos, que tenĆa las venas de su cuello marcadas y chillaba con los los ojos cerrados y la boca abierta.
DespuĆ©s de lo que parecĆa una lluvia interminable de golpes, Manuel permitiĆ³ a Marcos acurrucarse en posiciĆ³n fetal, el guapo seƱor ChacĆ³n estaba gimiendo y gimiendo, agarrando sus pelotas hinchadas y adoloridas.
—Mi informe mĆ©dico es —anunciĆ³ Manuel frotĆ”ndose las manos—… que el paciente ChacĆ³n tiene unos testĆculos grandes, duros y muy saludables. Regala sexualidad y testosteronas. Ya muchos de su edad quisieran ser como Ć©l. Felicitaciones por tus huevas. Ya tendre tiempo para evaluar tu semen.
Marcos dio un gemido doloroso. RenĆ© y Roland rieron pero fue el primero quien se levantĆ³ del asiento y se acercĆ³ al convaleciente ChacĆ³n. Le preguntĆ³:
—¿EstĆ”s bien, Marcos?
Ćl lanzĆ³ un gemido. Roland se acercĆ³ a RenĆ©:
—TĆ³malo como un sĆ —le dijo—. Oye, deberĆamos tomarte la palabra, RenĆ©. Y refundar el equipo de ballbusting entre maduros, tĆŗ, yo, este seƱor de cojones grandes, su amigo que no vino y…
—¿QuĆ© opinas, Marcos? —interrogĆ³ RenĆ©.
Marcos volviĆ³ a gemir.
—Vuelve a tomarlo como un sĆ —continuĆ³ RenĆ©—, fundamos el grupo otra vez. ¿Y tĆŗ Manuel, te unirĆ”s?
—Estem……… eh……… bueno, estĆ” bien, puede ser.
—A propĆ³sito, Manuel —dijo Roland—. ¿CĆ³mo son tus huevas? He visto que rellenas muy bien el pantalĆ³n.
Manuel se sonrojĆ³ y lanzĆ³ una risa nerviosa.
—Eso no importa —negĆ³ RenĆ©—. Volveremos a ser los acaba huevos, como en la escuela.
RenĆ© y Roland rieron graciosamente, acto seguido unieron sus espaldas mientras sonreĆan y RenĆ© formaba entre sus manos una pistola como si de policĆas se tratasen.
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