Todo sobre mi padre. Historias anexas (1/5) - Las Bolas de Pablo

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10 feb 2017

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Todo sobre mi padre. Historias anexas (1/5)

TODO SOBRE MI PADRE, Historias Anexas 1.

CONTIENE   Ballbusting Verbal y F/M.

Original de: ZATN

   A continuaciĆ³n se exponen 2 de 5 historias derivadas de la saga TODO SOBRE MI PADRE, en donde se responden algunas preguntas pendientes, y surgen nuevas aventuras de Alicia, la hija del terminado matrimonio.

   Leer antes la saga que comprende: ā€œTODO SOBRE MI PADREā€.

   HISTORIA 1.

   Helena cuenta a su hija Alicia un tema pendiente en su conversaciĆ³n sobre el divorcio de sus padres.

   ā€œMadre explĆ­came mejor como fue ese asunto en el que te asaltaron y PapĆ” te enseĆ±Ć³ como dejar sin fuerzas a un hombreā€.

   ā€œBueno cĆ³mo quieras, te contarĆ©ā€.

   La madre narrĆ³ la anĆ©cdota de hace varios aƱos cuando tanto Helena y Francisco, contaban aun con 17 aƱos y llevaban poco tiempo de novios:

   Helena habĆ­a sido asaltada en una calle desolada, El ladrĆ³n  amenazĆ³ con sacarle una navaja, aunque nunca la llegĆ³ a mostrar, aun asĆ­ la chica sintiĆ³ pĆ”nico ante el robo y no opuso resistencia.
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   El mal momento duro lo suficiente para pensar en defenderse, vio la entrepierna de su asaltante, y estuvo tentada a patearle las bolas, si lo hacĆ­a podrĆ­a haber escapado cuando estuviese adolorido.

   Pero a pesar de ver la oportunidad de atinarle, no se atreviĆ³ a golpearlo, en parte por el susto a la oculta navaja, y en parte a temer el enfado del criminal.

   La joven narrĆ³ su experiencia a su novio Francisco, y este al conocer todos los detalles le reclamĆ³ por no actuar cuando pudo hacerlo:

   ā€œSi tuviste la oportunidad, debiste patearlo ahĆ­ Helena!ā€.

   ā€œNo me atrevĆ­ā€.

   ā€œSe las hubieras pateado, entre hombres es casi deshonesto, pero como mujer tu si puedes, son menos fuertes, asĆ­ que para ustedes si se valeā€.

   ā€œEs fĆ”cil para ti decirlo, no sĆ³lo eres hombre, sino  bastante fuerteā€.

   ā€œPero la fuerza no cuenta con un golpe ahĆ­ abajo, y por ser hombre sĆ© bien lo que le iba a doler a ese ladrĆ³nā€.

   ā€œNo me podĆ­a arriesgar Francisco!, si!, lo pateo y le dolerĆ” un montĆ³nā€¦pero luego se enoja conmigo y como me alcance me da mi golpizaā€.

   ā€œNo Helena, se nota que tĆŗ nunca has golpeado o visto a un hombre ser golpeado ahĆ­ā€.

   ā€œNi lo uno, ni lo otroā€.

   ā€œDe haberlo pateado no te podrĆ­a haber hecho nadaā€

   ā€œSi, yo sĆ© que los golpes ahĆ­ les duelen mucho, pero la fuerza de un hombre siempre es de temerā€.

   ā€œCariƱo, la fuerza de los hombres no existe si nos pegan en las bolasā€.

   ā€œComo asĆ­?ā€.

   ā€œMi amor, un golpe en las bolas no sĆ³lo nos duele, tambiĆ©n nos deja sin fuerzasā€.

   ā€œLos deja sin fuerzas?, no puede serā€.

   ā€œPues crĆ©elo, perdemos la fuerza, no podemos mover ni los brazos ni las piernasā€¦quedamos dĆ©bilesā€.

   ā€œY porque?, que tiene que ver las huevas con su fuerza?ā€.

   ā€œEso no lo sĆ© mi amor, sĆ³lo sĆ© que si te pegan en otro lado te duele y ya, pero en las bolas, es distintoā€.

   ā€œEntonces en las bolas es dolor y quedarse sin fuerzasā€.

   ā€œAsĆ­ esā€.

   ā€œOsea que si yo te las pateara ahora mismoā€¦.la gran fuerza de Francisco desaparecerĆ­a?ā€.

   ā€œSi me patearas aquĆ­ abajo me harĆ­as gritar como nunca he gritadoā€

   Helena se ruborizĆ³.

   ā€œOh claro!, pero no estaba pensando en el tema del dolor del hombre, me refiero es al tema de dejarte sin tu fuerzaā€.

   ā€œPues asĆ­ es, me dejarĆ­as sin fuerza mi amorā€.

   ā€œVaya!, el punto dĆ©bil del hombre es mucho peor de lo que pensabaā€¦ā€¦ Que dĆ©biles son los varones entoncesā€.

   El hablar de la vulnerabilidad fĆ­sica masculina y especialmente de los genitales, excitĆ³ a Helena, y acercĆ”ndose a su novio le palpĆ³ los testĆ­culos sobre el pantalĆ³n.
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   ā€œEntonces querido Franciscoā€¦ si te apretara hora mismo estos huevos, no tendrĆ­as fuerzaā€¦Y no podrĆ­as hacerme el amorā€.

   ā€œEhh, tendrĆ­a que esperar un rato para reponermeā€.

   ā€œQue suerte para ti que quiero que me hagas el amor yaā€¦asĆ­ que te necesito con todas tus energĆ­asā€¦ā€¦Pero ten en cuenta que si algĆŗn dĆ­a no quiero hacerlo...con un apretoncito que te dĆ©, y no podrĆ”s hacĆ©rmeloā€.

   Su nervioso novio respondiĆ³:

   ā€œEse dĆ­a solo dime que no quieres y yaā€¦no tienes que ser rudaā€.

   Mientras se reĆ­a por asustar a su novio, La mujer masajeo los voluminosos cojones de su pareja, quien sonriĆ³ y ante las ā€œpeligrosasā€ palabras de su novia,  atinĆ³ a decir:

   ā€œHelena,  promĆ©teme que nunca me pegarĆ”s ahĆ­!ā€.

   ā€œTe lo prometo, jamĆ”s te golpearĆ­a las bolas!, con lo mucho que me gustanā€.

   En ese instante Helena dejĆ³ los cojones, y procediĆ³ a desabrocharle  el cinturĆ³n para tener acceso pleno al erguido pene de Francisco, y a esas grandes esferas que acariciarĆ­a al desnudo por un buen rato.
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   La mujer tocĆ³ los testĆ­culos y expresĆ³:

   ā€œOh Francisco que grandes sonā€¦ sĆ© que siempre te hago la misma pregunta, pero debo hacerlo!ā€¦mi amorā€¦porque eres tan huevĆ³n?ā€.

   ā€œNo lo sĆ©, asĆ­ soy!, asĆ­ nacĆ­ Helenaā€.

   ā€œPues me encanta como naciste!ā€.

   Helena besĆ³ a su novio mientras jugaba con el erecto miembro.

   ā€œOh Francisco me encantan  tu verga y tus huevas!...Oh Francisco todo lo tienes grande!, Oh eres el mĆ”s hombre de los hombres!ā€.

   La pareja hizo el amor por varias horas.

   Helena concluyĆ³ su narraciĆ³n, y feliz comentĆ³:

   ā€œAy Alicia, que grave error cometiĆ³ tu Padre al enseƱarme eso!, Jajaja, y luego Ć©l mismo sufriĆ³ lo que debĆ­a hacerle a otros hombres, Jajaja!...ā€¦Que fĆ”cil fue someter a tu fuerte Padreā€¦ sĆ³lo apretarle un poco los huevos, y estaba a mi mercedā€.

   ā€œAsĆ­ es madre, pero de todas formas fuiste demasiado brusca con Ć©lā€¦y con sus delicadas partes virilesā€.

   Alicia ese dĆ­a satisfizo un poco mĆ”s su peculiar curiosidad.


HISTORIA 2.

   Alicia despuĆ©s de todas las confidencias sabidas de sus divorciados padres, por fin retomĆ³ su vida cotidiana, pero la aparente normalidad no durarĆ­a mucho.

   Luego de vacaciones, la chica se vio visitada por su novio, de nombre Eduardo, y con la madre de la joven ausente por algunas horas, el novio propuso intimidad.

   ā€œAlicia, aprovechemos que tu mamĆ” se demoraā€¦vamos a desquitar todos los dĆ­as de vacaciones en los que no nos vimosā€.

   ā€œOlvĆ­date Eduardo, en mi casa no nos acostaremosā€.

   ā€œPor favorā€.

   ā€œAguĆ”ntate a otro dĆ­a!, ademĆ”sā€¦en las vacaciones debiste hacerlo con alguna chica fĆ”cil donde estabas, o no?, mira que yo no soy ninguna ingenuaā€.

   ā€œCĆ³mo dices eso?, Alicia, yo sĆ³lo tengo pija para ti!ā€. Eduardo no se dio cuenta de su error.

   ā€œQue dijiste?...repite esoā€.

   ā€œQue sĆ³lo tengo ojos para ti mi amorā€.

   ā€œNo dijiste ojos, dijiste pija!, eres un pervertido Eduardo!ā€.

   Eduardo negĆ³ su error e insistĆ­a nuevamente en hacerlo con ella.

   Ante la insistencia del  novio que quiere yacer con ella, Alicia se comienza a molestarā€¦Pero de repente se le ocurre una ideaā€¦una idea que le pondrĆ” freno a las pretensiones de su chico.

   Desde que supo los detalles del divorcio de sus padres, tenĆ­a algo en menteā€¦ algo por experimentar, y dada la incĆ³moda insistencia de Eduardo, aplicarĆ” en Ć©l lo que habĆ­a planeadoā€¦ a Eduardo tal vez no le gustarĆ­a lo que vendrĆ­a a continuaciĆ³n.

   ā€œDe acuerdo Eduardo, me acostare contigo aquĆ­ y ahora, si me puedes garantizar algoā€.

   ā€œLo que sea!ā€.

   ā€œGarantĆ­zame que cuando necesite que me protejas, siempre lo harĆ”s!ā€.

   Lo planteado por Alicia no era bien comprendido por Eduardo.

   ā€œA que te refieres?ā€.

   ā€œHablo que si un dĆ­a alguien me agrede, tĆŗ me defenderĆ”sā€.

   ā€œPero claro que lo harĆ©  Alicia, a quien se atreva a algo contra ti, le partirĆ© la cara!ā€.

   ā€œQue caballeroso de tu parte, Pero no es tan simpleā€.

   Alicia disimuladamente se retira el calzado mientras se toma un instante para continuar con su planteamiento.

   ā€œEres un hombre fuerte Eduardo?ā€.

   ā€œClaro que lo soy, te defenderĆ© cuando haga faltaā€.

   ā€œEso es muy importante para mĆ­, necesito que el hombre a mi lado me pueda defenderā€.

   ā€œNo te preocupes, ya te dije, a quien sea le partirĆ© la cara, AdemĆ”s tu sabes que practique algo de karateā€.

   ā€œPero eso no te hace realmente fuerteā€.

   ā€œNo te entiendoā€.

   ā€œMe refiero a la verdadera fortaleza de un varĆ³n!ā€¦. me refiero a esto!ā€.

   Alicia aprovechando que Eduardo estaba totalmente desprevenido, tomĆ³ impulso y lanzĆ³ con rapidez el pie contra la entrepierna de su novio!, su desnuda extremidad  se hundiĆ³ en el bulto genital de Eduardo.
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   El joven tomado por sorpresa, sintiĆ³ como el bello y pequeƱo pie de su novia, golpeaba sus vulnerables testĆ­culos y aplastaba por completo su hombrĆ­a.

   Alicia por primera vez golpeaba los testĆ­culos de un hombre!... y le pateaba con  fuerza!; SintiĆ³ algo raro en su empeine!ā€¦eran las nueces de Eduardo, que empujaba hasta estrellarlas contra su pelvis.

   Golpear unos testĆ­culos, le generĆ³ una sensaciĆ³n inicial de risa, pero al instante, se sintiĆ³  poderosa, mĆ”s cuando Eduardo torciĆ³ la cara, expresĆ³ un ā€œOhhhhgggā€, y se doblaba frente a ella para agarrar su entrepierna.

   El pie de la chica  se habĆ­a retirado de la delicada Ć”rea, casi en cĆ”mara lenta, dĆ”ndole paso libre a las protectoras manos de Eduardo que acunaron sus huevos.
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   La sensaciĆ³n de diversiĆ³n y poder, causĆ³ en Alicia el deseo de lanzar una nueva patada, pero decidiĆ³ tomar las cosas con calma; AdemĆ”s la visiĆ³n de Eduardo inclinado y con las manos protegiendo sus genitales, la desanimaron por completoā€¦ ya no podrĆ­a darle ahĆ­!, si volvĆ­a a patear le pegarĆ­a en las manos.
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   En medio de su agonĆ­a Eduardo alcanzĆ³ a reclamar la agresiĆ³n:

   ā€œQueā€¦Que hiciste?ā€¦porā€¦porque?ā€.

   ā€œTenĆ­a que hacerloā€¦ y ya vez, No eres tan fuerte como tu creĆ­as verdad?ā€.

   ā€œAyyyā€¦Pero no es justo pegar ahĆ­, y menos de improvisoā€. Dijo Eduardo tomando aire.

   ā€œDeja de quejarte!, en las peleas se vale todo!, y si cuando alguien me ataca, te pegan en las bolas?ā€¦no harĆ”s mĆ”s que sobĆ”rtelas mientras me hacen no sĆ© quĆ© cosas?ā€.

   ā€œAyyā€¦Ayyā€¦Deja de ser tan alarmista...Y cĆ³mo sea te defenderĆ­aā€.

   ā€œYa te lo dije, esto es para probar tu verdadera fuerza, para saber si me puedes defender aunque te peguen ahĆ­ā€.

   ā€œMi verdadera fuerza?ā€.

   ā€œEduardo de que te sirve tener mĆŗsculos, si con un golpe te pueden dejar mal parado, incluso si te lo da tu noviaā€.

   ā€œEntonces mi fuerza no te sirve, Alicia?ā€. ExpresĆ³ con dificultad, y casi tropezĆ”ndose.

   ā€œNo te esfuerces Eduardo, es simple, la verdadera fuerza del varĆ³n es si este es resistente en su debilidad!, el hombre realmente fuerte resiste golpes en las pelotas!, eso sĆ­ me impresionarĆ­aā€.

   Eduardo quedĆ³ pensativo, mientras Alicia dio media vuelta.

   ā€œBueno, ya con ese golpe queda para otro dĆ­a el sexo, pero no te preocupes Eduardo, sigo confiando en que me puedas proteger, A fin de cuentasā€¦ todos los hombres son dĆ©biles ahĆ­ abajoā€.

   Usando una mala excusa, la chica habĆ­a logrado realizar su perversa idea: Conocer  por experiencia propia que era golpear los testĆ­culos de un varĆ³n; La situaciĆ³n debĆ­a ser en todos aspectos de manera realā€¦ por eso pateĆ³ a Eduardo con plena fuerza!, nada de golpes ligerosā€¦ debĆ­a saber que podĆ­a lograr ella, una adolescente, contra la debilidad de un hombre.

   Ahora entendĆ­a mucho mejor los relatos de su madre Helena y su vecina Mariana, sobre agredir la virilidad de un hombre (No a propĆ³sito en el caso de Mariana) y presenciar  su reacciĆ³n dolorosa.

   No era lo mismo ver a su progenitor sobarse tras un golpe accidental en el fĆŗtbol, que ver a alguien quejarse por un golpe que ella misma habĆ­a dado.

   En el tema de golpear testĆ­culos, ahora se colocaba a la par con las dos mujeres mĆ”s importantes de su vidaā€¦ su madre y la querida vecina Mariana.

   ā€¦Y cĆ³mo aƱadidura, el golpe bajo detenĆ­a las indecentes proposiciones de su novio de profanar la casa de su madre.

   Alicia comenzĆ³ a alejarse de Eduardo, aĆŗn pasarĆ­a un rato sobĆ”ndose, y ella irĆ­a por algo de agua para brindarleā€¦ tal vez eso le ayudase en algo.

   Pero de pronto la mano de Eduardo la tomĆ³ del hombro.

   ā€œNo te vayas Aliciaā€¦ AĆŗn tengo ganas de cogerteā€.

   Alicia se sorprendiĆ³ de que Eduardo ya estuviera erguido y con una corta sonrisa en los labios, aunque mantenĆ­a  la cara trastornada por el dolor.

   ā€œTĆŗ quieres coger?, pero que no te duele?ā€.

   ā€œMe duele como no tienes idea, cĆ³mo un mujer nunca podrĆ” saber al no tener de estos entre las piernasā€¦ pero todavĆ­a quiero metĆ©rtelaā€¦ y ahora mĆ”s que antesā€.

   Alicia no esperaba que su novio tuviera ganas de sexo, y se veĆ­a por el enorme bulto en su entrepierna que en serio querĆ­a cogĆ©rsela.

   ā€œLa verdad me sorprende que te recuperaras tan prontoā€.

   ā€œTe impresiono ahora?ā€.

   Toda esa charla que se habĆ­a inventado sobre la fortaleza real de un hombre, se cumplĆ­a en Eduardo!ā€¦ resistiĆ³ esa patada en las bolas y querĆ­a sexo con ellaā€¦ la joven en verdad se sintiĆ³ feliz y orgullosa por  la fortaleza de su novio.

   ā€œMe impresionas y bastante! Eres muy hombre Eduardo!, me alegro de ser tu noviaā€.

   Una gran sonrisa de jactancia ahora llenaba la boca de Eduardo.

   El chico la besĆ³ y abrazĆ³ tan cerca, que la joven pudo sentir la erecta verga punzando  su bajo vientreā€¦Su novio estaba a mil por hora!.
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   Alicia se sorprendiĆ³ con lo que sentĆ­a, conocĆ­a bien el pene de su novio, y si bien la llenaba de orgullo, el que Ć©ste superase el promedio masculino en varios centĆ­metros, ahora su tamaƱo era mayorā€¦Eduardo estaba mĆ”s excitado que nunca!

   El beso se prolongĆ³, y Eduardo empezĆ³ a empujar su rĆ­gido falo contra el abdomen de la chica, que se rindiĆ³ a su propia excitaciĆ³n.

   Alicia no se preocupĆ³  en absoluto por hacer el amor en casa, y menos el plena sala, el deseo sexual la obnubilaba, y todo lo que querĆ­a era gozar del pene de  Eduardo.

   AsĆ­ hicieron el amorā€¦Fue por mucho,  la jornada de sexo mĆ”s fogosa y prolongada que habĆ­an tenido.
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   Terminaron jadeantes y descansaron sobre el sofĆ”, felices y sudorosos.

   Alicia comenzĆ³ a tocar los testĆ­culos de su novio, con orgullo los analizaba. Las bolas de Eduardo eran de tamaƱo promedio, como la mayorĆ­a de los hombresā€¦
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   ā€¦nada comparado con las enormes testĆ­culos de su padre, que al ser su hija jamĆ”s conocerĆ­a, pero que tanto su madre como Mariana, le habĆ­an contado de sus proporciones y proezas...ā€¦No, no eran asĆ­ de grandes, pero tenĆ­an lo suyo!, los huevos de Eduardo resistĆ­an si los pateabanā€¦ Su padre y la mayorĆ­a de los varones quedarĆ­an viendo estrellas si hubiese recibido un golpe similarā€¦ā€¦Esa resistencia lo hacĆ­a aĆŗn mĆ”s atractivo como macho  para Alicia.

   Finalmente la chica hablĆ³, sin dejar de tocar los huevos de su hombre:

   ā€œEduardoā€¦ aunque cĆ³mo resultaron las cosas no sabĆ­a si era necesarioā€¦ pero quiero pedirte perdĆ³n por golpearte las pelotasā€.

   ā€œAcepto tu disculpaā€¦aunque  al final terminĆ³ en algo muy buenoā€.

   ā€œEduardoā€¦ peroā€¦ golpear los testĆ­culos de un hombre, deberĆ­a ser sinĆ³nimo de nada de sexoā€¦ mĆ”s contigo fue lo contrarioā€¦ te la parĆ³ mĆ”sā€.

   ā€œYo mismo no lo entiendo, me han pegado en la bolas, pero nunca tan duro, y nunca una chica. No sĆ© si es porque eres mi novia y querĆ­a hacerlo contigo, pero se me paro la verga apenas me  pateaste, doliĆ³ mucho pero me gustĆ³.

   Eduardo se centrĆ³ en una duda y preguntĆ³:

   ā€œPero dime Aliciaā€¦porque me pateaste en realidad?ā€.

   ā€œTe peguĆ© para que no pudieras hacĆ©rmelo en casa de mi madreā€¦para quitarte las ganasā€¦ y ya vez!, henos aquĆ­ en el sofĆ” que profanamos jajajajaā€¦ā€. La joven ocultĆ³  el motivo principalā€¦ no podĆ­a contar a su novio sobre todo el tema de su madre y Mariana dando golpes bajos a su Progenitor, asĆ­ cĆ³mo el querer ella saber que se sentĆ­a golpear bajo.

   ā€œY todo ese cuento de que querĆ­as a un hombre con verdadera fuerza?ā€.

   ā€œEso fue algo que me inventabaā€¦pero me saliĆ³ mal el plan...y ya vez!, todo resultĆ³ ciertoā€¦resultaste realmente fuerteā€¦y que resistencia!ā€.

   ā€œPues ahora me siento orgulloso y mĆ”s felizā€¦ graciasā€.

   ā€œEduardo, el que te sientas asĆ­ despuĆ©s de algo doloroso, es un tema pervertidoā€¦que algo doloroso te encienda mĆ”sā€¦eso es ser masoquistaā€¦eres un gran pervertido!ā€.

   ā€œTĆŗ igual tienes algo de pervertida Aliciaā€¦disfrutaste conmigo de la perversiĆ³nā€. Se burlĆ³ Eduardo.

   ā€œOh ya basta tontito!, pero debo decir que nos topamos con una extraƱa situaciĆ³nā€¦ parece que para ti, Ć©l que te peguen las bolas es excitanteā€.

   ā€œSi me pegas tĆŗā€. AclarĆ³ Eduardo.

   ā€œBueno, de todas formas habrĆ” que analizar mĆ”s el asuntoā€.

   ā€œAliciaā€¦quiero hacerlo de nuevoā€. El pene de Eduardo comenzaba a crecer otra vez.
Alicia sonriĆ³ y expresĆ³: ā€œIgual yoā€.

   De pronto sonĆ³ el telĆ©fono,  era su madre Helena, que anuncia que estaba por llegar y necesitaba a la hija atenta para ayudarle con un sin de compras que traĆ­a; La pareja de adolescentes se vistiĆ³ como flash y dejaron por ahora asunto ahĆ­. A futuro Alicia y Eduardo tratarĆ­an nuevamente el tema de golpes bajos-excitaciĆ³n sexual.


ContinuarĆ”ā€¦

Gracias
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