La casa de la montaña - Las Bolas de Pablo

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21 dic 2017

La casa de la montaña


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE

   Cuando Marcos Chacón aseguró que la casa de campo que había comprado parecía sacada de una película o una telenovela era porque así estaba. Era un hermoso terreno en lo alto de la montaña, con un clima apetecible y frío, una casa acogedora y rupestre con chimenea para esas noches de intenso frío como en aquella época de navidad.


   Fuera del recinto había un gran y verde terreno con un jardín de flores y un pequeño puente para cruzar y dirigirse a un caney donde muy cerca se establecía el comedor para las deliciosas comidas de la temporada.



   Por el puente cruzaba un pequeño riachuelo que se comunicaba con un afluente colina arriba.



   Era de noche y la cena pre navideña le había quedado exquisita a Claudia y Jenny, consistió en pavo, jamón planchado y una torta negra acompañado de un licor caliente.



   El reloj marcaba casi la una de la madrugada. Pablo y David ocupaban la cama de su alcoba.



   —¿Estás despierto, mi Pab?



   Pablo gruño acomodándose la cobija al cuello. David lo abrazó y le dio un sonoro beso en la oreja.



   —Tonto, déjame dormir.



   —No tengo sueño, mi Pablo, ¿quieres saber algo?



   —¿Qué? ¡Carajo!



   —Que en cuatro días que tenemos aquí me dediqué a pensar cosas…



   —Vaya, cuidado se te cae la cabeza por ponerla a funcionar.



   —Aún mi otra cabeza todavía no se me ha caído por usarla contigo —David rió, siguió abrazando a Pablo y colocó su mentón en el hombro—. Me di cuenta que estamos solos, no tenemos vecinos cercanos.



   —¿Y? —Pablo se decidió a abrir los ojos y mirar por la rendija de la puerta de la habitación, en la sala el árbol de navidad seguía encendido.



   —Pues, y los vecinos más cercanos están a diez minutos en automóvil.



   —Sí… ¿Y? Sigo sin entender.



   —El parque turístico está más adentro de la montaña como a……… ¿veinte minutos en carro? Sí, ¿te has dado cuenta que la gente que pasa por la carretera se queda maravillada viendo la casa?



   —Puta madre, David, ¿no tienes sueño, verdad?



   David rió.



   —Mi Pablo, adivina que estamos solos entonces se aparece un psicópata penetra a la casa y nos asesina. Seríamos la masacre de la montaña como en las películas. Navidad sería una bonita ambientación y hasta traumático.



   —Cállate, David —ordenó Pablo sintiendo por primera vez miedo en su estancia allí.



   David se rió, le dio otro beso y se dio media vuelta acurrucándose en sus cobijas.



   Pablo se quedó meditando, la casa no estaba enrejada ni nada que se le pareciera simplemente había una cerca a su alrededor para prevenir la entrada de animales. Cualquier maniático pudiera apoderarse de esa casa.



   No, mejor no pensar en eso, ese pueblecito era muy tranquilo y nunca se había registrado nada anormal, nunca lo oyó en las noticias. Mejor volver a retomar el sueño y pensar en la alegría de la navidad, su familia y queridos sobrinos.



   En medio del frío y el viento que soplaba le pareció oír un grito agónico.



   Pablo se sobresaltó y se sentó en la cama.



   —¿Oíste eso, David? ¡David, eh, David!



   —¡Qué! Me estaba durmiendo.



   —Hubo un grito, afuera, estoy seguro.



   —Pablo, estaba bromeando. Aquí nunca pasará nada.



   —No. Estoy seguro que escuché un grito.



   —Pablo, te sugestionaste. Me ha pasado.



   —Te dije que lo oí.



   —Está bien. Seguramente el asesino ya entró y le rebanó las bolas a Israel.



   Pablo sonrió por el chiste pero abrió la palma de la mano y la llevó entre los muslos separados de David.



   —Auch, ¿por qué lo hiciste?



   —Por burlatarte de Israel.



   —Es que a todos los hombres Chacón le deberían de arrancar esas feas bolas —David estaba saliendo de la cama, el golpe no había sido tan fuerte.



   —¿Feas? Aún así te comes las mías. ¿A dónde vas?



   —Voy a hacer una inspección a la casa y buscaré de esas galletas navideñas que hay en la cocina. Si no vuelvo en diez minutos considerate viudo.



   —Cállate, tonto.



   David salió de la habitación rascándose el trasero. Pablo bostezó seguidamente revisó el celular, estaba en modo de silencio y tenía un mensaje de whatsapp. Dio un pesado respiro mientras miraba al techo con fastidio era Alfredo.



   Pablo leyó:



Hola, Pablo, ¿cómo estás? Quería disculparme por lo ocurrido el otro día en tu oficina.  ¿Podríamos vernos? Por favor… quiero hablar contigo.



   Pablo se llenó de paciencia y texteó:



   No estoy en la capital, Alfredo, y honestamente no deseo hablar contigo. Tómate un descanso……… Comencemos desde ya el juego, te voy a bloquear así que no te preocupes en responder. Adiós.



   Pablo envió el mensaje y esperó que llegara al otro número telefónico. Procedió a bloquear a su ex. Se recostó en la cama esperando alerta a David.



   Fuera de esa habitación David se dirigió a la cocina directamente a la nevera donde extrajo un lote exagerado de galletas con forma de árbol navideño, seguido escuchó un murmullo.



   Sus cejas se doblaron, sintió curiosidad en vez de miedo. Los susurros venían de afuera. ¿Serían las famosas brujas que decían en leyendas que aparecían en las noches en esas región saltando sobre los techos? Que tonto, debian estar en los techos y no en el jardin.



   David se acercó a la ventana comiendo galletas. Iba en sigilo para que no le oyeran, al ver el origen del silencioso ruido abrió la boca y los ojos.



   —¡Caramba! A la prima se le arrima… donde se entere Pablo o Simón lo matan. Son valientes de estar afuera.



   La mirada contemplaba a Jenny abrazada a Lucas en el caney estaban iluminados por la luz de la luna y cerca de ellos había montones de botellas vacías.



   —Espero que las hormonas no los domine —se decía David observando como el joven se acariciaba la entrepierna— saben cuidarse, eso espero… Me iré tengo sueño.



   Iba a dirigirse a la habitación pero cuando cruzaba la nevera una sonrisa traviesa dobló su atractivo rostro.



   Pablo iba a salir de la habitación cuando la puerta se abrió rápidamente y David penetró encorvado y una macha roja ensuciaba su suéter.



   —Pablo, Pablito —intentaba hablar David—, sí, sí, era un… ase, asesino… llama a la policía.



   Pablo había saltado de la cama y se había puesto pálido de ver ensangrentado a su amor, David se apoyaba en él y cuando estuvo a punto de gritar pidiendo socorro David le tapó la boca y se echó a reír amortiguando la risa en el hombro de su esposo.



   —Es ketchup, tonto —y amortiguó otra vez la carcajada.



   —¡La concha de tu madre, me asustaste! —rompió en malhumor Pablo.



   David no tuvo tiempo para reaccionar cuando la rodilla de Pablo fue levantada entre sus muslos. Pablo tuvo que reprimir el grito doloroso pegando la cabeza de su esposo en el pecho.



   Cuando lo soltó, David se desplomó en el suelo agarrándose las pelotas y sudando frío.



   —¡No me vuelvas a asustar así, puto!



   Pablo se metió en la cama portando una naciente erección.



   Al final del pasillo estaba la habitación de Simón y Claudia (en realidad eran dos habitaciones en una, para ellos como pareja y la otra para sus hijos separadas estratégicamente por una puerta interna. En ese momento Simón  se reclinaba en el colchón opuesto a su esposa, ambos estaban desnudos y era la tercera vez que tenían relaciones sexuales esa fria noche. Él acariciaba su pene mientras observaba a Claudia auto explorar su cuerpo. Simón estaba especialmente excitado, sus ojos fijos en las tetas erguidas de la mujer, veía atentamente mientras ella introducía una mano en su clítoris gimiendo lentamente para no hacer bulla.



   Estaban celebrando la buena noticia que le habían dado a ella en la tarde que podía abandonar la conducción del noticiero al mediodía para conducir su propio programa de investigación periodística.



   Los ojos de Simón se agrandaron sintiendo la rica sensación de su grueso pene hinchado como morcilla a punto de estallar en leche a pesar de ser la tercera relación sexual sus pelotas seguían cargadas de semen.



   Claudia dejó su mano a un lado y lo miró, sonrió pícaramente y ladeó el pie, lo colocó sobre la entrepierna de Simón y acarició sus grandes, gordas y colgantes bolas.



   —Ahhhhhh —gimió Simón sin parar de masturbarse.



   Claudia se acomodó encima de él abrazándolo y besándole con cariño y de forma sensual la libido del macho aumentó y casi hacen arder la cama.



   Cuando estaban a punto del clímax entre caricias, besos y Claudia preparandose para ser penetrada la puerta interna de la habitación sonó con varios golpes provocando que la pareja saltase sobre la cama.



   —¡Mamá, mamá!



   Era la voz de Vicente el mayor de sus hijos que no podía dormir y tenía miedo.



   Simón gruñó con pesar y Claudia suspiró tensando el cuerpo.



   —Juro que lo voy a dejar abandonado en el bosque —comentó Simón. Claudia hizo caso omiso al comentario y anunció al niño que ya lo atendería—. ¿Qué voy a hacer con esto? —Simón señalaba su gorda polla.



   —Jálatela, mi amor —respondió Claudia colocándose un sexy vestido.



   —¡Chiquillo malcriado lo voy a tirar de la punta del cerro!



   Claudia sonrió y como respuesta dió una palmada a las bolas de Simón, su esposo se quedó sin aliento con una mezcla de dolor y sorpresa. Claudia caminó a la puerta para abrazar a su hijo.



   Cuando Pablo había escuchado un grito agónico desde la habitación se trataba de Lucas que había sido agarrado de las huevas. Desde su llegada a la casa de campo su comportamiento con Jenny se había pacificado y ya la muchacha no era tan huraña con él por los acontecimientos que habían tenido ese año cuando ella estuvo de novia con un hombre mayor que ella.



   Ambos se tornaban cariñosos y gentiles quizás era el refrescante ambiente que modificó sus conductas. Esa noche después de la exquisita cena se quedaron solos charlando y bebiendo caliente licor en el jardín, nadie prestó atención a las conversaciones y risas de los primos que en silencio se gustaban desde tiempo atrás.



   Cuando las luces de la casa se fueron apagando y el frío aumentó su intensidad los cuerpos de ambos buscó calor.



   —Siempre para estas fechas nos ponemos así —le susurraba Lucas— después en el transcurso del año te alejas de mi. Quiero que este venidero 2018 sea distinto. Deseo que estés conmigo ya.



   —Lucas, mis hermanos son muy celosos —decía Jenny abrazada a él palpando su liso pecho— y papá nunca va a,permitir que tú y yo tengamos algo.



   —Puede ser en secreto, amor —aseguraba Lucas que tenía una erección y ella se la estaba sintiendo—. Aquí igualmente nos estamos arriesgando a que nos vean.



   Jenny rió y mantuvo el susurro:



   —Culparemos al alcohol. En realidad no creo que despierten ya es muy tarde.



   —No quiero que te alejes de mi. Quiero que seas mi novia —Jenny se mantuvo acariciando a Lucas—. Me dolió verte con ese imbécil de Kevin, te tenía de su puta.



   Jenny se molestó con la palabra y dio una suave bofetada a Lucas que él nisiquiera sintió.



   —No me digas así.



   —Sí eras su puta porque él estaba casado y jugaba contigo y tú de pendeja no te dabas cuenta. Yo no te haría sufrir, nunca vas a llorar por mi y no te tendré de puta.



   —¡Que no me digas así coño!



   Lucas no pudo evitar soltar un grito agónico la muchacha aplastó sus testículos con la palma de la mano.



   —No me vuelvas a decir puta.



   —Ay, ay, ay, mis bolas.



   —Baja la voz que sí nos escucharán —pidió Jenny soltando el par de cojones de Lucas.



   El muchacho lentamente se sentó en el piso acariciando su entrepierna, Jenny lo miró y sonrió, después sintió ternura por las muecas de dolor que hacía al sobar sus huevos. Se arrodilló a su lado y le habló así fue como fueron conseguidos por David cuando miraba por la ventana, lo que el fuerte hombre no vio fue el apasionado beso que los primos se daban, era ahí que iniciaria un serio romance secreto.



   Ahí recibiría la navidad y el año nuevo la familia Chacón, en medio de unión, fiestas, romances, comidas, entre noches pasionales y mucho frío.

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