El agente Jaime MartĆnez se agachó con cuidado en la cima de la colina, entre el bosquecillo de Ć”rboles. Con sus binoculares observó una bocanada de vapor que se elevaba en espiral en el aire fresco de la tarde, el sol apenas comenzaba a ponerse. La misión habĆa sido puesta en marcha y el tiempo era de suma importancia si querĆa que fuese un Ć©xito.
Un mensajero de La CofradĆa habĆa sido capturado seis horas atrĆ”s durante una operación encubierta cuidadosamente planeada, el hombre reveló que Lorenzo, un notorio ex agente de las Fuerzas Especiales que estaba trabajando para La CofradĆa, lo estaba esperando para la maƱana siguiente. Si no llegaba a tiempo, todo el depósito entrarĆa en mĆ”xima alerta y se necesitarĆa una acción militar para eliminarlo.
El objetivo de Jaime era entrar por el sistema de ventilación, pasar el perĆmetro de seguridad, luego ingresar en la instalación principal de almacenamiento de armas, establecer suficientes explosivos C4 y hacer que detonara para volar la instalación por las nubes. Las autoridades ya estaban preparando una historia sobre una extraƱa acumulación de metano subterrĆ”neo para explicar tal explosión a la sociedad.
Para todo ello vestĆa con botas pesadas negras, pantalones color crema a prueba de balas ceƱidos a sus mĆŗsculos y una franela del mismo material, con un cinturón de herramientas con cuchillo, pistola con silenciador, cortadores de alambre, binoculares, explosivos C4, telĆ©fono inteligente, ziptie, ganzĆŗas, dispositivo de agarre, una granada de humo, una granada flash bang, una granada de fragmentación en caso de que las cosas se pusieran realmente peligrosas y un Taser para derribos no letales.
El reloj marcaba las 19:31. El enviado de la estación de policĆa ya debĆa haber llegado, empezaba a molestarse por su tardanza. Se debatĆa si entrar solo, porque al parecer todo dependĆa de Ć©l.
āNo se preocupe, estamos aquĆ para ayudarlo āsusurró una voz a su espalda. El hombre que lo habĆa tomado por sorpresa, tenĆa una sonrisa mientras se agachaba a su lado y ponĆa una mano en su espalda suavemente. HabĆa aparecido de la forma mĆ”s silenciosa posibleā. Si Lorenzo estĆ” aquĆ, lo necesitamos frente a la justicia, vivo si es posible, pero muerto si es necesario. Te estarĆ© cuidando y confiarĆ© en ti para el resto. ĀæComprendido?
Se trataba del CapitĆ”n NicolĆ”s Romero, quiĆ©n ayudarĆa a Jaime en la misión, el reciĆ©n llegado observó rĆ”pidamente al acompaƱante, determinó que era bastante guapo, pero no estaba ahĆ para juzgar su belleza.
Jaime MartĆnez lo miró de arriba abajo conteniendo la irritación, que rĆ”pidamente fue reemplazada por admiración, quĆ© espĆ©cimen masculino absolutamente guapo era. Sonrió con tristeza y respondió:
āOh, sĆ, entiendo. Yo tengo mi objetivo y tĆŗ tienes el tuyo. Entremos, hagamos nuestro trabajo. Y⦠por cierto, Āæte importarĆa mucho si me dijeras tu nombre y rango? No me informaron a quiĆ©n escoltaba al depósito.
āCapitĆ”n NicolĆ”s Romero, agente especial de la policĆa. Lorenzo Martinez, ex CapitĆ”n y Agente Especial es mi objetivo. Espero que seas el verdadero Jaime MartĆnez, tienes que serlo. ĀæEstĆ”s listo?
āEstoy listo. Nuestro punto de entrada serĆ” el conducto de ventilación que hay en la colina. La mayor parte de la base estĆ” bajo tierra, por lo que han evitado ser detectados durante tanto tiempo. Tan pronto como oscurezca, saldremos y haremos nuestra entrada. Y es mejor que esperes que yo sea el verdadero hombre, mi amigo, porque si no lo soy, ambos estaremos jodidos. Me he enredado con la CofradĆa en el pasado, y dĆ©jame decirte que SON el verdadero enemigo. Hagamos una pequeƱa apuesta, Āæde acuerdo? Si terminas salvĆ”ndome el culo, te invito a unas copas despuĆ©s de que termine esta mierda. De lo contrario, depende de ti. ĀæTrato? āsonrió, extendiendo la mano, los mĆŗsculos de su antebrazo y bĆceps se ondularon con poder.
āQue asĆ sea⦠ādijo NicolĆ”s con una sonrisaā. Me gusta mucho tu apuesta.
āNicolĆ”s, mira, si nos mantenemos justo a la izquierda de la lĆnea de la cresta, permanecemos fuera de la vista desde el depósito hasta que estemos a unos 30 metros del pozo. A partir de ahĆ es un paseo rĆ”pido a nuestro punto de entrada. IrĆ© bajando, tĆŗ cuĆdame la espalda y luego entraremos en la guarida de la bestia. ĀæEntendido?
āTu culo estarĆ” bien cubierto. Sólo recuerda, Lorenzo es mĆo. Tenemos una cuenta que saldar.
Poco a poco el sol fue desapareciendo, cuando fue el momento perfecto, Jaime se puso de pie y le dio una palmada amistosa en el hombro a NicolĆ”s, sintiendo sus mĆŗsculos gruesos debajo de su camiseta negra, su pene se contrajo levemente cuando sintió una pequeƱa chispa de quĆmica en el breve contacto.
Bajó a toda velocidad, confiando en que NicolĆ”s lo seguirĆa. Cada sentido estaba sintonizado con el entorno, absorbiendo los miles de detalles, se mantuvo agachado, justo debajo de la cima de la cresta, seleccionando expertamente cada paso para minimizar cualquier sonido y proporcionar el mejor equilibrio.
Cuando llegaron al punto mĆ”s cercano al conducto de ventilación, Jaime se detuvo durante unos veinte segundos, examinando los alrededores en busca de cualquier indicio de que pudieran estar bajo observación o en peligro. No habĆa nada. Corrieron a travĆ©s del campo abierto, bajo la noche sin luna. Alcanzaron el pozo y rĆ”pidamente Jaime sacó su pequeƱo juego de herramientas del cinturón tĆ”ctico, confiando en que su compaƱero vigilaba. No demoró mucho tiempo, casi un minuto, encontró y cortó los gruesos bucles de alambre de acero. Le entregó la rejilla a NicolĆ”s para que la sostuviera mientras aseguraba el gancho de agarre, preparĆ”ndose para descender. Se puso un par de guantes negros para protegerse de la fricción mientras bajaba en rĆ”pel por el pozo. Confiando en que NicolĆ”s volviese a colocar la reja en su sitio al seguirlo.
Jaime miró hacia arriba mientras NicolÔs ajustaba la rejilla, haciendo mÔs ruido de lo que le hubiera gustado. Aún asà continuó desplazÔndose, seguro de que el sonido no se escuchó mÔs allÔ de ellos.
Llegó al fondo del pozo, y era un cruce en T, con dos pozos anchos que conducĆan a la derecha y a la izquierda. Jaime aguzó sus oĆdos tratando de escuchar por encima del ruido de fondo. Concluyó que el camino de la izquierda llevaba mĆ”s profundo bajo tierra, mĆ”s lejos de la entrada principal.
Juntos se dirigieron hacia la izquierda, teniendo que agacharse casi el doble por el estrecho espacio. DespuĆ©s de 20 metros, encontraron un respiradero de salida. RĆ”pidamente Jaime trabajó para desenroscar los cuatro pernos que sujetaban la rejilla. Se bajó por el borde de la abertura, sus brazos se tensaron, cayó al suelo lo mĆ”s silencioso que pudo y se agazapó contra la pared del corredor, mirando a izquierda y derecha, aguzando los oĆdos, pero sin escuchar ni ver nada.
Cuando NicolĆ”s se dejó caer, Jaime salió corriendo a un lado de la puerta, esperando que su compaƱero lo siguiera, pero, de repente, las luces se encendieron y la puerta comenzó a abrirse. QuizĆ”s habĆa un interruptor de luz en la sala y era la pelea.
Las voces de dos hombres resonó en el pasillo.
āNo hay forma de que esos jodidos del Barcelona ganen este partido, Camilo. Ya verĆ”s como El Madrid nos llevarĆ” a la victoria ādecĆa el hombre que ingresaba a la habitación. Era joven, tal vez de 21 o 22 aƱos, cabello negro con mĆŗsculos apretados claramente definidos en la parte superior del cuerpo. VestĆa pantalones de camuflaje verde con botas pesadas negras. Entró en la habitación sin pensar que habĆan dos infiltrados.
āMira, amigo ādecĆa su acompaƱanteā, espero que tengas razón, pero los del Barcelona son buenos.
Cuando la puerta se cerró, NicolĆ”s dio un paso adelante y con un movimiento suave, envolvió la mano izquierda alrededor del llamado Camilo, al mismo tiempo que desabrochaba el Taser en el cinturón de herramientas y conducĆa la puntas de metal directamente en su cuello, electrocutĆ”ndolo sin hacer el mayor ruido posible.
Jaime dio un paso detrÔs del primer hombre, le dio una patada en la parte posterior de la rodilla, envolvió el brazo derecho con un cuchillo en la mano alrededor de su garganta, y clavó la rodilla derecha en la parte baja de su espalda, enviÔndolo hacia el suelo con él encima
āMueve un maldito mĆŗsculo y nunca sabrĆ”s exactamente quĆ© tan buenos son los del Barcelona en el próximo partido āsusurró a su oĆdoā. Vamos a tener una conversación. ĀæMe entiendes? Asiente una vez si me sigues.
El joven llamado Bruno a regañadientes, asintió con la cabeza, aún asà sacó de su bolsillo del pantalón un dardo, esperando que ese hombre no se hubiese dado cuenta.
NicolĆ”s se acercó al joven Bruno, haciendo funcionar el teaser en su oĆdo. Sonriendo le dijo:
āEscucha, amigo. Vamos a hacer un divertido juego. Se llama ĀæQuiĆ©n te mata mĆ”s rĆ”pido? Para que ganes, tienes que cooperar. Y eso significa que cuando mi amigo te suelte la boca, responderĆ”s a nuestras preguntas... de manera sucinta y no mĆ”s que un susurro. Cualquier cosa mĆ”s que un susurro, cualquier movimiento repentino, si te tiras un pedo, voy a intentar matarte y mi amigo tambiĆ©n. Ambos estamos a 2 centĆmetros de tu cabeza con nuestras armas. Creo que tengo mejores reflejos, asĆ que serĆ© yo. Pero no creo que estĆ© de acuerdo. AsĆ que juguemos. No voy a preguntarte si quieres jugar, pero te deseo buena suerte. Ahora. ĀæDónde estĆ” Lorenzo?
Bruno tragó saliva varias veces. ParecĆa que ninguno de esos dos tipos habĆan notado el dardo en su mano. Estaba seguro de que despuĆ©s de todo lo iban a matar, asĆ que movió su mano, sus fuertes mĆŗsculos y sus rĆ”pidos reflejos impulsaron el dardo hacia arriba y hacia atrĆ”s, hacia el hombre agachado a su lado. La entrepierna del tipo estaba a una distancia del golpe perfecto. Lo Ćŗltimo que harĆa en vida era golpearlo en las bolas.
Para su suerte Jaime captó el movimiento y respondió a tiempo.
Dejó caer su mano derecha, empujando la empuƱadura del cuchillo contra la boca de Bruno, usando al mismo tiempo la mano izquierda para agarrarle la muƱeca, a pocos centĆmetros de que la punta afilada y estrecha se clavara en sus testĆculos. Aplastó su muƱeca, haciendo que el joven soltara el dardo. Luego, cambiando el agarre, su mano izquierda reemplazó a la derecha. Tomó el cuchillo y deliberadamente cortó una lĆnea debajo del ojo derecho del muchacho, liberando un poco de su sangre.
āEso fue muy valiente, pero muy estĆŗpido āsusurró Jaimeā. ĀæQuĆ© tal si tomo este cuchillo y te corto las bolas? ĀæLo hago? Me estoy cansando de jugar contigo. Mi amigo te hizo una pregunta. ĀæDónde estĆ” Lorenzo? āpresionó el cuchillo mĆ”s fuerteā. Mi amigo estĆ” ansioso de matarte, Ć©l es rĆ”pido y va al grano. Yo, por otro lado, soy un maldito sĆ”dico al que nada le gustarĆa mĆ”s que tener una excusa para cortarte las pelotas, una a la vez, solo para ver cuĆ”nto tardas en desangrarte. AsĆ que por favor no responda a su pregunta. ConsidĆ©ralo un favor personal.
NicolÔs cogió el dardo del suelo y amenazó a Bruno:
āĀæIbas a tratar de apuƱalarme con esto? āagarró la muƱeca del joven y clavó su mano en el suelo. Dirigió la punta puntiaguda del dardo directamente en la parte superior de su mano, perforando entre el nudillo de su dedo Ćndice y medio.
Bruno dejó escapar un grito, que NicolĆ”s ahogó con su mano libre. SabĆa que el tiempo era esencial, Lorenzo no esperaba que sus hombres estuvieran desaparecidos por mucho tiempo.
āMe estĆ”s convenciendo, compaƱero. DeberĆamos tomar y cortar sus dos bolas una a la vez, asĆ como su polla. ĀæCómo suena eso, Bruno? Lorenzo es un pedazo de mierda que no vale la pena proteger. AsĆ que habla.
Bruno miró a los dos hombres mientras la sangre corrĆa por su rostro, la punta del cuchillo estaba a solo centĆmetros de su globo ocular, miró hacia abajo asqueĆ”ndose con su mano atravesada por el dardo.
āEstĆ” bien... estĆ” bien⦠āmurmuróā. Lorenzo estĆ” en su oficina, dirĆjanse hasta el final del pasillo y luego giren a la derecha. Eventualmente, llegarĆ”n a un pasillo sin salida y una puerta. La oficina de Lorenzo estĆ” detrĆ”s de la puerta.
Jaime MartĆnez afirmó con la cabeza, luego incrustó un fuerte puƱetazo en el crĆ”neo del joven dejĆ”ndolo completamente inconsciente.
āEstĆ” bien, amigo, buena suerte ādijoā. Creo que aquĆ es donde nos separamos. Y⦠ten cuidado. No me hagas tener que salvarte el culo de nuevo āsonrĆo y le dio a NicolĆ”s un amistoso puƱetazo en el hombro mientras se ponĆa de pie.
āTengo reflejos de ninja, compaƱero ārespondió NicolĆ”sā. ĀæY cuĆ”ndo fue la Ćŗltima vez que escuchaste que a un ninja le apuƱalan las bolas? No necesitarĆ”s salvar mis bolas o mi trasero. Lorenzo y yo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Ćl va a estar feliz de verme. Pero probablemente no estĆ© contento con lo que le harĆ©. Una vez que hayas terminado, si quieres volver y disfrutar del espectĆ”culo, sabrĆ”s a dónde ir āagarró la manija de la puerta y la abrió lentamente, comprobando el pasillo. TodavĆa estaba tranquilo. Salieron juntos y NicolĆ”s se dirigió por el pasillo segĆŗn las instrucciones. Dobló hacia la izquierda. Luego dobló hacia la derecha, la puerta al final apenas se volvĆa visible en la penumbra.
Caminó en silencio, sin saber quĆ© encontrarĆa detrĆ”s de la puerta, o incluso si esta iba a ser realmente la oficina de Lorenzo.
Hasta que escuchó su voz. Lorenzo estaba al telĆ©fono. Escuchó cuando el hombre hizo una pausa, nadie mĆ”s tomó la conversación. PodrĆa estar en el altavoz con algunos otros allĆ escuchando, pero era poco probable. Estaba dispuesto a correr el riesgo: ser descubierto en el pasillo tambiĆ©n era un riesgo si esperaba demasiado. Desabotonó el clip de su pistolera y sacó el arma, en caso de que tuviera que disparar, pero si Lorenzo estaba solo, no era una acción necesaria.
Dentro de la oficina, Lorenzo estaba recostado en su silla, con el auricular del telĆ©fono en la mano, escuchando al comandante en la lĆnea. Era otra ronda mĆ”s de excusas, el paquete del mensajero ya se habĆa retrasado una semana.
āDĆ©jate de tonterĆas, Patricio ādecĆaā. Tus pelotas estĆ”n en juego si llega tarde ācolgó el telĆ©fono de golpe.
Se puso de pie, estirando su gran figura, y sus mĆŗsculos sólidos. DespuĆ©s de una mala misión que salió mal, el ex agente de la policĆa se habĆa desilusionado, perdiendo casi todo su escuadrón ante un equipo rival que buscaba venganza por su intromisión en negocio. HabĆa perdido la fe en sus comandantes. HabĆa solicitado un aƱo sabĆ”tico, y se lo concedieron. Pasó el tiempo tratando de olvidar a sus antiguos compaƱeros de equipo, tratando de dejar de lado la culpa y la ira que sentĆa por los malditos comandantes imbĆ©ciles e incompetentes que hicieron que mataran a sus compaƱeros.
VestĆa pantalones blancos, calzado negro y, y una m negra Estaba solo en su oficina.
La mejor manera de olvidar, fue luchar y seguir luchando. Se inscribió en un torneo clandestino y llegó a la cima. Luego de una competencia, un hombre se le habĆa acercado, su nombre era Emilio Acero. HabĆa algo en Ć©l que habĆa sido a la vez compasivo y duro como un clavo. En aquella reunión el alcohol hizo su parte, y mientras hablaban refirió detalles sobre sus despliegues como agente de la policĆa, sobre sus misiones pasadas, sus comandantes, cosas que lo llevarĆan a un consejo de guerra. Fue entonces cuando lo supo. HabĆa perdido la fe.
Terminó esa noche con Emilio Acero cuidĆ”ndolo, ayudĆ”ndolo a meterse en la cama y dĆ”ndole el sexo anal mĆ”s intenso de su vida. Por supuesto que habĆa tenido sexo con otros hombres antes, pero Emilio⦠habĆa algo en Ć©l que lo hacĆa cuestionarlo todo. A la maƱana siguiente, despuĆ©s de recuperar la sobriedad, se sintió perdido. Fue entonces cuando Emilio le hizo la oferta. Para trabajar para la CofradĆa. ParecĆa una idea loca, pero no dudó y aceptó la propuesta.
De vez en cuando, Emilio pasaba para verificar cómo estaba. Pero la verdad era que estaba hambriento del trasero de Lorenzo y, para ser justos, Lorenzo estaba igualmente hambriento por la polla de Acero.
Y en general, la CofradĆa lo habĆa tratado bien, le dio su propio mando y le pagó generosamente, especialmente despuĆ©s de que proporcionó información crĆtica sobre las tĆ”cticas y el entrenamiento de la policĆa que le ahorraron a la violenta organización una gran cantidad de dinero burlando a los equipos que tenĆan la tarea de eliminarlos.
De repente, escuchó un sonido en la puerta. ĀæQuĆ© carajo? Todos sabĆan que no podĆan entrar en su oficina sin llamar. Su pistola estaba en su cajón, junto con su cuchillo. Se movió hacia la puerta, listo para la acción, sin tiempo para agarrar armas.
NicolƔs y Lorenzo se miraron a los ojos despuƩs de encontrarse por primera vez en tres aƱos.
En el pasado habĆan ingresado en el equipo militar perteneciendo a la misma promoción. Entre ambos se generó una competencia para demostrar a los superiores quien era el mejor de ellos. Todo entre ambos era una competición y sin embargo, cuando llegaba el momento de los despliegues, lo hacĆan bien y con Ć©xito. Con el Ć©xito de la misión, llegó el reconocimiento. Los dos ascendieron dos aƱos despuĆ©s, y fueron los primeros capitanes de la policĆa. El ascenso les dio sus propios equipos de agentes, y ambos dependĆan del mismo comandante, Cristóbal Carrillo.
En una oportunidad se encontraron en el despacho de Cristóbal para hablar de una próxima misión en la que los dos equipos tendrĆan que trabajar juntos, pero la agresiva competitividad entre los dos convirtió la conversación en un enorme concurso para determinar quĆ© escuadrón era el mejor. Hubo una discusión a gritos sobre quĆ© grupo era mejor y Carrillo los echó de su despacho y se fue con otros equipos a la misión.
Esa noche, NicolĆ”s sintió un horrible odio hacia Lorenzo y fue a su casa en la base para follarse a su novia. La habĆa conocido en la fiesta de Navidad del aƱo anterior y desde entonces habĆa estado engaƱando a Lorenzo semanalmente. NicolĆ”s tomó eso como una ventaja competitiva frente a su rival cuando su mujer siguió acudiendo a Ć©l en busca de placer sexual.
Lorenzo llegó a casa tarde esa noche, molesto por cómo habĆa sido el dĆa con NicolĆ”s y con Cristóbal Crrillo. HabĆa ido al bar y estaba borracho. Llegó a casa y se encontró a su rival follĆ”ndose a su novia. Entró en el dormitorio principal y tiró del cuerpo desnudo de su mujer y tiró a NicolĆ”s en la cómoda junto a la cama.
Enseguida se enfrascaron en una pelea, donde Lorenzo estaba en desventaja por su estado de embriaguez. Terminó derrotado con un golpe de NicolÔs que lo dejó tendido en el suelo.
Luego de eso ambos fueron suspendidos. Con el paso del tiempo NicolÔs regresó al escuadrón mientras que Lorenzo prefirió alejarse, terminó con su novia y firmó acuerdos con la mafia.
Cierta noche se apareció en casa de NicolĆ”s afirmĆ”ndole que querĆa una venganza. NicolĆ”s aceptó, iba a ser un combate cuerpo a cuerpo.
Los dos se enfrentaron en una habitación vestidos únicamente con un calzoncillo tipo bóxer. La pelea se prolongó durante unos 40 minutos, fue un combate muy técnico con los dos llenos de adrenalina. Un rÔpido enfrentamiento los llevó al suelo, después siguieron combatiendo como leones feroces y NicolÔs arrinconó a Lorenzo contra el calentador de agua.
Lorenzo se aferró a Ć©l para tratar de recuperarse y levantó una rodilla contra los testĆculos de NicolĆ”s dejĆ”ndolo noqueado y regalando una oportunidad a Lorenzo de ganar ventaja. NicolĆ”s cayó de rodillas agarrĆ”ndose los huevos, deslizĆ”ndose por el cuerpo de Lorenzo, quien le puso la rodilla en la cara y lo tumbó de espaldas. La cabeza de NicolĆ”s dio contra el suelo y perdió el conocimiento.
Cuando se despertó, se encontró colgando de unas sogas sujetas al techo, no tenĆa escapatoria; Lorenzo se burló de su suerte, se colocó detrĆ”s de Ć©l y le acercó su grueso miembro al trasero, riĆ©ndose, penetró a NicolĆ”s hasta eyacular su gruesa leche en su trasero. Se burló de Ć©l, lo hizo con mĆ”s ganas luego de descubrir la gran erección que NicolĆ”s tambiĆ©n tenĆa.
Lorenzo lo dejó colgando allĆ y encontraron a NicolĆ”s dos dĆas despuĆ©s cuando Cristobal Carrillo envió gente a su casa para ver quĆ© estaba pasando.
No se habĆan vuelto a ver hasta ese instante de la misión:
āDetente donde estĆ”s, Lorenzo ādijo NicolĆ”s en voz alta. Todo lo que tenĆa que hacer era apretar el gatillo. A la policĆa no le importarĆa, seguro que Lorenzo no regresarĆa para ser interrogado, pero un Lorenzo muerto todavĆa era valioso y era una solución aceptableā. AllĆ”, junto al sofĆ”, lentamente Lorenzo, mi viejo amigo. ĀæSorprendido de verme?
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