CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
I
El padre Reinaldo estaba sentado en la cama del cuarto de hospital, esperaba por la orden de salida, afortunadamente la enfermera penetró a la habitación con el permiso ansiado y el hombre de Dios abandonó aquella habitación, se sintió perseguido y acosado al tener sobre su espalda a tres policías altamente efectivos y armados. El padre Reinaldo bajó al área de cafetín y se encontró con su hermano, muy opuesto a él en carácter pero a quien amaba tanto.
—No sabes lo mucho que me contenta poder verte bien —aseguró Pedro con voz áspera tomando asiento con su altanero porte marcial. Era de estatura alta vestía con camisa blanca y llevaba una sobaquera para defenderse de cualquier ataque. Lanzó una mirada seria a los otros policías y ordenó que les dejaran sólos, los hombres obedecieron—. Me dejaste preocupado el otro día, pensé que te perdería.
—Fue una idiotez de mi parte —aseguró el padre Reinaldo—. Ya ahora me cuidaré al doble.
—¿Al doble? Me aseguraré que esos oficiales y hasta más te cuiden día y noche.
—No hay de que preocuparse. Quiero respeto a mi privacidad.
—No me importa tu privacidad. Quiero un hermano vivo. Cuidaran de tu residencia por todos los costados y al rededor de tu alcoba hasta la puerta.
El padre Reinaldo lo miró con desaprobación, pronto llegó el encargado del cafetín a quien le pidieron el desayuno.
—Hace dos días atacaron en la noche a Iván.
—¿Está vivo?
—Sí, por poco. Acotó que se sintió drogado y el súcubo se acercó a él transformada en su esposa —el padre Reinaldo abrió la boca y casi no se dio cuenta que el sándwich era entregado en la mesa.
—Nunca había escuchado que alguna de esas bestias pudiera transmutarse en otra persona.
—Se está investigando eso.
—¿Tuvieron coito? ¿Logró dispararle?
—Le hizo sexo oral, asi que le chupo las energias, cuando iba a penetrarla él aseguró que reaccionó. Ella pudo dejarlo en desventaja, lo golpeó donde mas le duele a un hombre.
—Hermano, cuidate. No estés de vago por ahí. Cuidate de las mujeres con la que estés. Yo sé que de allá abajo —señalo la abultada entrepierna del hermano—, eres muy travieso. Recuerdas la vez que mama te encontro con quella muchacha en su habitacion
—Tranquilo que yo me sé cuidar, el irresponsable contigo eres tú.
El padre Reinaldo torció la boca.
Siguieron desayunando hasta llegado el momento donde concluyeron la reunion y Pedro escoltó a su hermano hasta su domicilio fue un transcurso lento y silencioso, cuando finalmente llegaron a la residencia del cura, este preguntó:
—¿No están exagerando?
—Los demonios te odian a ti por ser el precursor en derrotarlos —aseguró Pedro, pues la casa del cura estaba fuertemente protegida—. Quieren tu cabeza y yo me aseguraré de protegerte.
El padre Reinaldo dio un suspiro.
—Falta que entres y veas como están adentro.
El cura tuvo que conformarse con los oficiales que lo custodiaban, durante el día el Inspector Pedro Briceño se encargó de iniciar averiguaciones sobre un hombre indigente que amaneció muerto en una plaza, estaba desnudo y con restos de semen en el cuerpo, el forense determinó que se debió a un súcubo. A la caída de la noche Pedro trasladó en su vehículo a Bruno Carmona, uno de sus compañeros de guardia.
—Ni un rastro de violencia en el cuerpo —comentaba Bruno conduciendo el vehiculo—. El hombre murió por deshidratación y cansancio, ni un ataque al corazón, nada... malditos demonios.
—Espero que tú no caigas —objetó Pedro mirando al vehículo que iba delante de ellos.
—Nunca caeré tan fácil —confirmó Bruno—. Ahora entrenaré sólo un rato en el gimnasio y llegaré a dormir, prepararé todo para defenderme, soy muy precavido.
—Lo sé, eres muy cuidadoso con el tiempo —Pedro detuvo el vehículo frente al edificio donde era el gimnasio—. ¿Es muy costoso, verdad?
—Sí. Pero vale la pena estar ahí.
—Prefiero el deporte al aire libre y los parques de la ciudad.
Bruno lanzó una forzada sonrisa, estrechó la mano de su compañero y se bajó de la camioneta deseando buenas noches. Entre tanto Pedro dirigió su vehículo a un local frecuentado por él, donde lo escuchaban, le daban mimos, buen trato y descargaba sus frustraciones, no había sitio en la ciudad como el Burdel de Prisca.
Estacionó el vehículo en aquel lugar y enseguida solicitó a la dueña su prostituta favorita, tan pronto Nohelia se apareció ante sus ojos sintió aquel loco deseo de penetrarla en la blanca sala frente a todos, subirla al piano y montarla.
—Vamos a la habitación, precioso —le dijo—, hoy pareces preocupado.
Ambos subieron a la rosa alcoba donde por fin él empezó a besuquearla y apretarla contra su cuerpo, era su puta favorita, la besaría con toda la frenesí que adquirió en ese momento.
Con rapidez Pedro le quitó la franela y luego el sujetador, dejándola con las jugosas tetas al aire, le untó los pezones y le lamió ambos sonrosados, ella gimió al sentir el contacto con la caliente lengua. Acarició sus senos. Los pezones de la prostituta estaban totalmente erectos, ella gemía como lo había hecho tantas veces con él y con otros.
Le abrió las piernas, como había hecho muchas veces y Pedro se lamió los labios.
Pedro le bajo la falda y le quitó los zapatos de tacón hasta dejarla completamente desnuda.
Nohelia tampoco tardó en desnudarlo, le restregó con fuerza la mano por los genitales y tenía el pene tieso de duro, le quitó el pantalón y la ropa interior, de veras que la pija blanca de Pedro era hermosa y larga, un poco inclinada a la izquierda y de rosa cabeza, estaba circunciso, y sus bolas estaban peludas, no muy grandes aunque pesaban en su escroto. El retrocedió un poco y se quitó la sobaquera y la camisa.
Nohelia tiró a Pedro sobre la cama y ella se montó encima de él, el oficial acomodó su verga para que pudiera entrar sobre ella. Así empezó a cabalgarla.
A medida que pasaban los minutos Pedro sentía que la verga se le ponía más tiesa y excitada dentro de Nohelia, sentía que ella le apretaba las paredes vaginales a cada embestida.
Nohelia soltó un largo gemido, por poco dramático y el pene de Pedro comenzó a llenarse de fluidos vaginales, tenían una coloración negra aunque el no la viera.
Pero Pedro estaba totalmente empalmado y la prostituta derrotada ahora sobre la cama, en plena locura sexual, él la agarró por la cintura y la acercó al borde de la cama, levantó sus piernas y le clavó hasta el fondo su verga. Nohelia tenía los brazos estirados sobre la cama apretando con fuerza la sabana sintiéndose penetrada, feliz, revitalizada.
Pedro cerró los ojos y se manera rápida aumentó su mete y saca con lujurioso frenesí, tan pronto como llegó al clímax su semen salió expedido dentro de la prostituta, borbotones blancos y pegajosos, la puta dio un suspiro largo y profundo. Pedro aminoró su follada, estaba agotado y sudoroso. Cayó a un lado de la cama, Nohelia estaba plenamente revitalizada, le miró el par de pechos del hombre, grandes, duros y pomposos. Nohelia le lamió los pezonesa ritmo constante y se acostó a un lado de la cama.
Pedro se quedó con la vista fija en el techo, sentía que su corazón saldría de su cuerpo. Cerró los ojos oyendo los latidos violentos de su corazón tal como un tambor.
II
Bruno ya tenía dos horas en el gimnasio había cumplido como siempre en solitario la rutina de sentadillas, biceps y pesas. Finalmente para despejar su mente se dirigió a la zona de sauna, allí se quitó la ropa y se colocó una toalla blanca sobre la cintura, pentró al lugar tallado en fina madera y se sentó a recibir los vapores sobre el cuerpo.
Cerró los ojos para sólo pensar en la manera como habían empezado los ataques en Biloba, él sólo se encargaba de la unidad de investigación, tenía una carrera limpia como oficial y era un experto en el manejo de armas largas. Los asesinatos aumentaban cada día en la ciudad y él ya había eliminado a varios demonios por las calles, cualquier alimaña oscura fornicando con cualquier persona era fácil descubrirlos, ya presentaban la mirada desorbitada y ojos rojos. Una bala de oro en el cuerpo y ardían en llamas. Las victimas que ya tenian coito debian ser apartadas y puestas bajo observacion, algunas morian y otras... adquirian la extraña conducta de su atacante.
Un ruido en la puerta lo alejó de su pensamiento, abrió los ojos y miró con sorpresa a la puerta, el sudor se perlaba en su frente. Parado ante él estaba un hombre de algunos cuarenta o cincuenta años, de estatura alta y tez morena, con profundos ojos verdes y una toalla sujeta bajo el musculoso abdomen.
—¿Puedo pasar? —preguntó el visitante.
Bruno confirmó con la cabeza y enseguida aquel señor entró al cuarto, sentandose más alejado del policía. Bruno cerró los ojos y reclino la cabeza, volvió a concentrarse en sus asuntos.
—Está bueno el sauna —comentó el hombre.
—Pues sí, ayuda a meditar y mejorar las energías —aceptó Bruno abriendo los ojos y mirando al señor—. Relaja —catalogó volviendo a cerrar los párpados.
Hubo de pasar cerca de diez segundos para que el visitante formulara otra pregunta.
—¿Y tú a qué te dedicas?
Bruno hubo de abrir los ojos como platos al sorprenderse de ver que el señor había cambiado la postura, su nueva pose enmarcaba una actitud atrevida y seductora, lo estaba mirando fijo a los ojos y tenía sonrisa picara, había bajado la toalla y acentuaba sus glúteos. Bruno respiró profundo y apretó los labios. Se levantó del banco.
—¿A dónde vas? —preguntó el hombre.
—Fuera de aquí —dijo Bruno. Se detuvo cerca de la puerta y de su toalla sacó un arma que apuntó al hombre, que del miedo se paralizó contra la pared—. Y soy policía.
Bruno salió de una vez por toda del area de sauna, ¡que hombre más grosero y desubicado aquel! Caminaba a prisa y con el rostro fruncido, fue al baño y allí se encerró bajo seguro. Se acomodó la toalla y caminó cortos segundos por el baño para serenarse. Se detuvo frente al espejo y sonrió a la imagen que le devolvía la mirada, era él, allí tomó otra actitud y con una fotografía del celular marcó una pose que subiría a una pagina web que usaba sin mostrar su cara sino zonas específicas de su cuerpo.
Se quitó la toalla y caminò mostrando su carnoso y pomposo trasero. Buscó en su bolso una ropa interior que se colocó, finalmente termino de vestirse y guardó dentro del cinto del pantalón su pistola. Abrió la puerta del baño y se sorprendió cuando sus ojos se toparon otra vez con aquel extraño personaje del sauna. Bruno apretó las facciones del rostro al mirar a aquel tipo, estaba ahora sentado en una silla con el torso desnudo, sonrisa perspicaz y con un pantalón negro y ajustado mostrando la silueta del bóxers.
—¿No me diga que se ha molestado con mi presencia? —le preguntó.
—No —negó categórico Bruno—. Es hora de que me marche. Que tenga buena noche.
—Adios, igualmente.
Bruno se alejó del gimnasio sin mirar atrás, tomó un taxi que lo llevó a la casa heredada de sus padres cuando tenían suficiente dinero, aun conservava aquel elegante acabado de aquellos buenos tiempos. ¿Cómo no querer esa casa?
Bruno inspeccionó cada rincón y depositó sobre las esquinas los recipientes con agua bendita. Cuando hubo transcurrido dos horas y pudo concluir un informe para el comando policial se dirigió a la alberca de la planta baja.
Bruno se zambulló en la fría agua, nadó por algunos instantes en su libre albeldrío. Volvió a hundirse en el fondo y tocó el piso. Salió a la superficie respirando grandes bocanadas de aire y se dirigió a la orilla donde se arregostó a la pared. Sin duda alguna el siguiente día sería rudo. ¿Cuantas víctimas caerían esa noche? Sí las pudiera defender a todas, pensaba.
De la nada y entre las paredes retumbó una voz sónora y profunda:
—El próximo seras tú, por más que te resistas... caeras.
Enseguida Bruno salió de la alberca y se dirigió a la mesa para empuñar su pistola. El corazón estaba que le daba un vuelco. Al parecer no había nadie ahí, pero la voz continuaba en su cabeza, nunca la olvidaría.
El sistema electrico de la casa falló y se hizo la oscuridad.
III
Pedro se levantaba de la cama que compartía con la prostituta, se sentía mareado y decaído. Ella continuaba durmiendo y el se sentía como si tuviera un saco de plomo en el pecho. Procedió a vestirse lentamente. Nohelia se agitó en la cama.
—¿Ya te vas, bellezura?
—S... sí.
—Espera —dijo ella situandose tras él—. No quiero que te vayas.
—Me... me siento mal. Me voy.
Nohelia rió y miro las piernas abiertas de Pedro mientras se colocaba la camisa blanca.
De manera inesperada para Pedro una mano envolvió su entrepierna, y comenzó a apretar los dedos contra sus testículos, Pedro cruzó los ojos, mientras la boca se abrió en forma de "O" sin emitir algun quejido, repartiendole a lo largo del cuerpo un dolor lacerante.
Pedro gritó, todo su cuerpo musculoso se encorvó envuelto en un angustioso dolor. Sintiendo cono si sus enormes huevos fueran a reventarse con la mano de Nohelia.
Sus dos bolas redondas y pesadas se sentían como si se fueran a quebrar como cáscaras de huevos. De pronto la mano hermética lo soltó y el hombre se cayó de costado quedandose en el suelo llorando inútilmente.
Nohelia abandonó su ubicación en la cama y se paró energica ante Pedro, él la miró con una mezcla de agonía y miedo. Nohelia levantó el brazo para luego bajarlo en dirección al rostro de Pedro, un rasguño a su cara le rasgó la piel.
Pedro aturdido separo un poco las piernas. Oportunidad que la sagaz Nohelia aprovechó para estampar su pie sobre las grandes pelotas de Pedro, poniendo todo su peso corporal en los organos ya traumatizados, aplastándolos contra el piso frío. Pedro al instante sintió que sus cojones se comprimieron y distorsionaron bajo el pie.
Lanzó un bramido tan profundo, gutural y fuerte que el eco retumbó en las paredes. Aquella pisada hubo de ser tan fuerte que produjo que de la polla emanara un tiron de leche. El semen se disparó a como se dispara desde un cañón, y la esperma salió espesa y coagulada aterrizando en la tela del pantalon.
Más y más galones de nectar viril escupió la verga de Pedro, Nohelia se sentía dichosa de observar esa vista viríl de aquel hombre torturado, retorcia su pie mientras el abultado pantalon se mojaba y el colocaba multiples muecas de dolor escuchando los gritos desesperados de Pedro.
El hombre estaba casi paralizado en agonía, sus grandes músculos que se destacaban por su cuerpo estaban detenidos, echó la cabeza hacia atrás soportando el dolor indescriptible mientra su pene seguía en plena eyaculación atroz.
Nohelia comenzó a mover su pie como si estuviera apagando un cigarrillo, aplastando las bolas hinchadas y magulladas de Pedro contra el suelo. Un cumulo de semen se asomo por la ranura del pene y comenzó a deslizarse a lo largo del falo.
Pedro luchaba por recuperar el aliento, mientras su torso musculoso estaba cubierto con gruesos fajos de sudor.
Nohelia quitó su pequeño pie de donde colgaba una cadena roja, Pedro chilló por lo bajo, la mujer calculó un golpe mirando la entrepierna y despues pateó con todas sus fuerzas, conectando sólidamente con sus dos huevos maltratados. Pedro soltó un grito estrangulado, y luego se derrumbó de lado, quedando inconsciente del dolor.
Nohelia se inclinó ante él y abriendo su pantalon, comenzó a chupar aquellos grandes cumulos de semen sobre el cuerpo de aquel macho, se tragó todas aquellas grandes porciones cítricas. Comió con gusto aquel nectar de vida.
La mujer se separó del macho inerte y se alejó de él limpiandose la boca para despues proceder a chuparse los dedos. Comenzaría a vestirse cuando la voz de Pedro resonó sobre su espalda:
—Hey, puta.
Nohelia se dio la vuelta y cuando vio al policía de frente ya era muy tarde, él sostenía su pistola la cual accionó. Una bala de oro dio contra la frente de la mujer la cual cayó sobre el piso y despues comenzó a arder en fuego. Pedro sintió un grave dolor que subía de la ingle al pecho y cayó sin energía al piso agarrandose el pecho, le faltaba aire en los pulmones.
IV
Lejos de ese cuarto de prostibulo caro, específicamente en un bar restaurante una chica se dejaba fascinar con la galanteria de un hombre con traje ajustado que ocupaba una mesa, ella había llegado allí sola y al parecer él tambien. Le había regalado una copa de licor que ella aceptó. Él la miraba seductor, de veras que era guapo.
Llegado un punto de la noche por fin aquel galán se acercó a ella.
—¿Hola, me puedo sentar?
—Por supuesto.
Él ocupó un asiento, lamentablemente ese guapo hombre la llevaría a un hotel donde ella moriría de placer al estar en las garras de aquel incubo
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