REHEN (6/7): Complices - Las Bolas de Pablo

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19 sept 2015

REHEN (6/7): Complices

CONTIENE:

-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE


   Diego despertĆ³ atado a una silla continuaba en aquella fetida prision.

   La muy inteligente Paula mientras el estaba desmayado llamo pidieno socorro a una guardia, la mujer al llegar  a la celda la encontro aterrada, la presa le relato que ese hombre la quiso violar, la guardia, confundida pidio explicaciones donde Paula le relato medias verdades que el estuvo alli para buscar venganza por su secuestro, que nada los unia, la policia cautivada por la belleza de Paula juro ayudarla a cambio de algunos tratos amorosos entre ellas en la carcel y su proteccion alli... enseƱarian a ese desgraciado a repetar a las mujeres y a no valerse por su grado militar en la Fuerza Ncional.

   —¿Donde estoy...? ¡Ah!... ayuda... AYUDA —pidiĆ³ al verse desnudo.

   —SĆ­ —afirmĆ³ Paula—. Tengo asuntos que aclarar contigo —abandonĆ³ la cama y se acercĆ³ al cautivo.

   —¿QuĆ© me haras?... usted... deje de estar ahi y ayudeme.

   —No tengo por que ayudarte. Te odio a ti y a todos los hombre que creen que pueden burlarse de las mujeres. ¿Que pretendias burlarte de esta mujer por que esta presa? ¿Nos engaƱarias con una falsa visita conyugal?

   Diego gritĆ³ lo mĆ”s duro que pudo para hacer ruido en la celda, la policia atenta porque alguien los podia escuchar subiĆ³ a su boca el paƱuelo que reposaba en su cuello, mordazando la boca del hombre.

   Paula lo mirĆ³ pensativa.

   "Es lindo pero estĆ” del lado de la ley" penso.

   El hombre intentaba liberarse.

   Paula lanzĆ³ un suspiro.

   —¿QuĆ© haremos con el?

   El hombre las mirabas como si fueran demonios.

   La vigilante se decidiĆ³, no era mĆ”s que un hombre, un estupido hombre abusador, la mujer acercĆ³ la mano al cuerpo del militar. Diego sintiĆ³ grandes corrientazos por todo el cuerpo. Para sorpresa de Paula el macho cerrĆ³ los ojos y reclinĆ³ la cabeza hacia atras entregandose al repentino destino. 

   ---Detente --- pidio Paula, fue quien ella la que agarro el miembro viril del militar y lo manipulo moviendo de arriba a abajo. 

   El jadeo de Diego rompiĆ³ el silencio.

   —despues de todo sabes como manipular a un hombre ---declaro la policia---. Quisiera saber si lo haces tan bien con una mujer?

   ---Al final, yo no era una asesina. Los demĆ”s si, yo me encargaba de vender chicas a otros paises y de distribuir droga... en ocasiones participĆ© en estafas pero nunca matĆ©.

   Eran confesiones que Paula soltaba al aire como para Diego.

   —... eso... eso no te salva de nada. ¿A cuantas muchachas involucraron en sus negocios turbios?

   —Eso... ya no es de importancia, oficial.

   Diego la miro y nada contestĆ³ pero su pene se hizo mĆ”s grande y grueso.

   —Ya estas presa... yo te protegerĆ© de todo peligro, mi amor. Y de tipos como este, pero debes pagar. Tu y yo... desde que te vi llegar... pense que serias mas arisca.

   —Tengo que protegerme, oficial. Aqui nada es facil, ya ve como vino este queriendo abusar de su cargo.

   Diego cerrĆ³ los ojos y abriĆ³ la boca cuando los movimientos en su pene se acceleraron, esa mujer con sus misterios le encantaba.

   —¿Por que no lo sueltas a el y vienes conmigo? Que nos vea.

   El hombre, hijo de generaciones de militares miro con interes a Paula, le hubiera asqueado verla con esa horrible policia, deseaba pararse de ahi y servir a su sed de macho alpha penetrando a Paula frente a la lesbiana mujer.

   Paula se acercĆ³ a la mujer y en aquel frio lugar entre barrotes beso a la oficial, entre tanto habia dejado la polla de Diego tan dura que ya emanaba fluidos, no restaba mucho tiempo para eyacular otra vez en aquel dĆ­a.

   —Mmmmmmmm... Pa... Paula, no......... Mmmmm.

   Las mujeres con los ojos cerrados se aportaban eroticas caricias mientras el pene de Diego temblaba sin control en su climax.

   Paula uso la lengua para tocar los dientes dela hombruna policia. De la verga de Diego broto el semen que secretamente Paula hubiera deseado tragar, salia con cada movimiento entre las mujeres. De tanta lefa que producĆ­an los cojones de Diego salio disparada cerca de sus pies y piernas de ellas.

   Diego reposaba en la silla respirando profundamente.

   —Hombres asquerosos... —dijo la policia—. Hacen un reguero con sus porquerias... De buena manera lo mataria.

   Sin tan siquiera avisar o Diego verlo venir, un puƱetazo de la mujer impactĆ³ con fuerza en los testĆ­culos del fiel militar, Diego sacĆ³ el aire de sus pulmones y rebotĆ³ en la silla, su pene se moviĆ³ para erigirse potente.

   En sucesiĆ³n de segundos los dedos de la oficial se aferraron a los cojones de Diego haciendolos palpar grandes y pesados en su mano. El hombre sentĆ­a un dolor profundo mientras torcĆ­a los ojos y la polla seguĆ­a alzada como un asta. Su boca se abriĆ³ en una gran "O", pero no saliĆ³ ningĆŗn sonido mientras lĆ”grimas corrĆ­an por su rostro. Estaba sin aliento, agarrado de sus bolas hinchadas.

   Pudo respirar breves instantes cuando su escroto fue soltado, pero...

   Fue el talon de Paula el que se estrellĆ³ contra su entrepierna, tres veces en sucesiĆ³n.

   Paula se alejĆ³ del militar, viendolo a escasos metros inclinar la cabeza a su pecho, lo oĆ­a toser y gemir, inclusive en su estado debilitado y moribundo era increĆ­blemente apuesto. Sin pensarlo, Paula se acercĆ³ a la mujer y le dio un beso en los labios. El beso que le daria la proteccion en ese infierno.

   —TĆŗ y yo quizas nunca mĆ”s podamos estar juntos —recalcĆ³ Paula a Diego-. No vuelvas a aparecer por aqui. Porque buscaremos sicarios.

   Diego empezĆ³ a agitarse en la silla, tenĆ­a que hablar con ella, entablar un acuerdo, escuchĆ³ las rejas abrir, ambas se iban.

-Buscaremos a la directora del penal para que vea que solucion te da -dijo la policia.

   Diego se quedĆ³ allĆ­ amarrado por minutos hasta ser atendido por el cuerpo de seguridad, sufrio una nueva verguenza al ser visto desnudo.

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