TODO SOBRE MI PADRE, Historias Anexas 2.
CONTIENE Sexo Heterosexual y Ballbusting Accidental Mujer/hombre.
A continuaciĆ³n se exponen otras 2 historias derivadas de la saga TODO SOBRE MI PADRE, en donde se responden algunas preguntas pendientes, y surgen nuevas aventuras de Francisco y su antigua amante Mariana.
Leer antes la saga que comprende: “TODO SOBRE MI PADRE” y “UNA LARGA NOCHE”.
HISTORIA 3.
Ha pasado una semana desde el traumĆ”tico secuestro y asalto de Francisco, y 5 dĆas desde la conversaciĆ³n entre Alicia y su vecina Mariana, con quien (ademĆ”s de otras mujeres) Francisco le fue infiel hace 8 aƱos a su entonces esposa Helena.
El fin de su relaciĆ³n de amante con Francisco, dejĆ³ a Mariana con dudas del motivo real del rompimiento, en esta historia se intentarĆ” dar respuesta a esas dudas.
El dĆa de hoy Mariana va a una clĆnica a visitar a una prima operada de apendicitis, ya de salida se topa con Francisco que salĆa de un consultorio y caminaba hacia una puerta contigua.
Mariana intrigada se oculta y le observa de lejos. Al momento de verle siente un acelerĆ³n en su corazĆ³n…y es que desde que Alicia la interrogĆ³ sobre su amorĆo con Francisco hace 8 aƱos, tiene en mente a ese hombre y no para de recordar especialmente la vida amorosa que compartieron; Y es precisamente esos pensamientos de los Ćŗltimos dĆas lo que hace que la mujer se vuelva misteriosa, e insegura de ver y saludar a Francisco…por lo menos quiere ir prevenida sabiendo porque estĆ” en la clĆnica.
La mujer se asombra al ver como Francisco toca la puerta del laboratorio y una enfermera le recibe un frasco transparente, enseguida la profesional rotula el recipiente, en el cual se observa una gran cantidad de lĆquido blancuzco…
…Mariana sabe que es semen de Francisco, y es obvio deducir que quiere que le analicen el esperma, pero por quĆ©?
TendrĆ” alguna dificultad para concebir?, pero ella estĆ” enterada que Francisco estĆ” casado y tiene hijos con su segunda esposa…
…En ese instante recuerda que Alicia le hablo del golpe bajo que recibiĆ³ su Padre en el partido de fĆŗtbol. Sin duda es eso!, el golpe debiĆ³ ser mĆ”s complicado y pudo haberle daƱado algo en sus voluminosas partes pudendas.
Mariana se preocupa:
- TendrĆ” algĆŗn daƱo en las pelotas?…Oh Dios mĆo!, por favor que no.
En realidad Francisco se hacĆa pruebas de esperma para saber si no tenĆa secuelas de la brutal agresiĆ³n testicular que sufriĆ³, y que Mariana desconoce.
Si bien por la droga administrada por la captora, no recuerda el ataque, el severo dolor y la enorme hinchazĆ³n, condujeron a Francisco y al mĆ©dico que le atendiĆ³, a confirmar que habĆa sido una agresiĆ³n fuerte y repetida a sus testĆculos.
Si bien la hinchazĆ³n se habĆa resuelto a los dos dĆas siguientes y todo parecĆa normal, Francisco no se confiaba, y por tercera vez en una semana se realizaba un estudio de fertilidad; AĆŗn a pesar de que cada uno de los resultados eran de normalidad, y el Doctor se cansĆ³ de confirmarle que su capacidad reproductiva era “mĆ”s que Ć³ptima”, una vez mĆ”s Francisco asistĆa a examinarse.
En definitiva para Francisco sus grandes huevos era demasiado importantes y ningĆŗn examen diagnostico seria poco para tener la certeza de que no tendrĆa secuelas.
Una vez el varĆ³n entregĆ³ la blanca carga, regresĆ³ hacia el consultorio y justo al entrar, Mariana preocupada por la salud del hombre decidiĆ³ mostrarse.
Era una total sorpresa para el hombre que querĆa obviamente tener privacidad en un tema tan Ćntimo.
Tras los saludos, sonrisas…
…y el interrogante de que hacĆa cada quien en la clĆnica, Francisco se apresurĆ³ a mentir; Pero Mariana en realidad ansiando saber el estado de los testĆculos de su antiguo amante le contradijo:
“No tienes que mentir, se bien que le entregaste a la enfermera”.
“Lo viste?...eh, perdĆ³n”. Seguidamente Francisco la hizo pasar al consultorio.
Era un lugar privado y con baƱo,que le habĆan facilitado para obtener su muestra de semen. Ahora les darĆa privacidad en la conversaciĆ³n (aparte del hombre recoger su reloj y anillo dejados en el baƱo mientras de forma manual recogĆa la muestra).
Mariana retomo la charla: “SĆ© que es penoso, pero me enterĆ© por Alicia que te golpearon los huevos en un partido de fĆŗtbol… Francisco, fue tan grave?”.
“No…no fue eso”.
“Oh Francisco no te hagas el fuerte... sĆ© bien lo delicado que tĆŗ eres ahĆ abajo”.
“No Mariana, no entiendes, me asaltaron!”.
“Que quĆ©?, de que me hablas?”.
Francisco le narrĆ³ como el mismo dĆa del golpe en el partido, fue secuestrado y al dĆa siguiente apareciĆ³ sin memoria de lo ocurrido… al parecer le drogaron y golpearon para robarle la camioneta y dinero del banco…
…Pero lo importante y motivo de su venida a la clĆnica, eran los golpes que le dieron en los testĆculos durante el lapso que no recordaba.
“Me golpearon las pelotas Mariana y muy duro”.
“Santo Dios!”.
Solo cuando su hija le contĆ³ todo hace un par de dĆas, supo del golpe inicial en el partido y que para nada se compararĆa con lo que sus partes sufrieron despuĆ©s…aunque el solo se lo imaginara por no recordar nada.
El relato espantĆ³ a Mariana, que no daba crĆ©dito a lo que oĆa, Francisco se despachĆ³ en detalles, queriendo informarle de su sufrir y preocupaciones.
“Los tenĆa muy hinchados…y se veĆan algo morados”.
“Que terrible!, que monstruo te hizo eso!”.
“No recuerdo nada, pero me maltratĆ³ muy feo”.
Mariana era la mujer mĆ”s preocupada en el mundo en lo que concernĆa a los genitales de ese hombre, para ella era un gran motivo de alarma, incluso con el trauma sin consecuencias narrado por Alicia.
Ahora querĆa tocar los genitales de su Ex amante, cĆ³mo queriendo verificar que estaban a salvo.
“Y ahora estas bien?”.
“Si…no tengo hinchazĆ³n y no me duelen…pero vine para ver si en los exĆ”menes no hay nada raro”.
“Entiendo y debes hacerte todos los exĆ”menes que sean necesarios, tus huevos son muy preciosos Francisco, cuĆdalos mucho!”.
“Es lo que hago”.
Desde que se vieron y durante la conversaciĆ³n, sin importar el hablar sobre secuestro, golpes y clĆnica…tanto a Mariana como a Francisco, secretamente les ocurrĆan cosas, tanto en mente y en cuerpo…y todas generadas por la persona frente a ellos.
Durante la conversaciĆ³n Mariana no puede dejar de sentir atracciĆ³n fĆsica por Francisco, trata de disimularlo pero les es muy difĆcil; La reacciĆ³n se hace fĆsica y su vagina se torna hĆŗmeda.
Como ya se dijo, desde la conversaciĆ³n con Alicia, no habĆa podido sacarse a Francisco de la cabeza…no solo la eterna pregunta de porque la termino realmente, sino que todas esas sensaciones que tuvo con ese viril hombre la mantenĆan excitada Ćŗltimamente.
A falta de un hombre en su vida actual, ha tenido que masturbarse para dejar salir ese deseo renovado por Francisco.
En medio de la charla, notĆ³ una sutil erecciĆ³n en el pantalĆ³n de Francisco, lanzaba miradas disimuladas para ver el naciente bulto, sin que Ć©l se enterase.
Se alegrĆ³ mucho de generar esa reacciĆ³n, aunque tambiĆ©n sintiĆ³ intriga, porquĆ© Francisco reaccionaba con ella ahora?...
…En la Ć©poca de amantes era normal y agradable ver al hombre llegar y apenas cruzaba la puerta, se le veĆa en los pantalones el pene semi erecto. Charlaban un rato, pero desde el principio el pene mostraba a que habĆa venido Francisco, “a eso”…y mĆ”s nada. Tal vez a otras mujeres le parecerĆa mal, pero para Mariana estaba bien… despuĆ©s de todo se habĆa vuelto amante de Francisco porque querĆa hacer el amor con Ć©l.
Pero no importaba la falta de explicaciones, su coƱo se humedecĆa aĆŗn mĆ”s, y como una chiquilla se esperanzĆ³ diciĆ©ndose a sĆ misma:
- AĆŗn le gusto a ese hombre!.
Mariana decidiĆ³ que tendrĆa intimidad con Francisco… y en ese mismo sitio!.
QUE LE OCURRĆA A FRANCISCO?.
Francisco por su lado apenas la vio, sintiĆ³ un deseo sexual por ella!, enseguida percibiĆ³ un rico escozor en la punta de su pene, y una gota de pre semen mezclado con algo de la reciente eyaculaciĆ³n, le manchĆ³ el calzoncillo.
Este deseo era de reciente apariciĆ³n, e inexplicable para Ć©l; Desde el incidente del secuestro, no sabĆa porque, pero tenĆa en mente a Mariana…
La excitaciĆ³n iniciaba cuando se tocaba el pene, fuera al masturbarse (para obtener muestras para los estudios), o incluso cuando el mĆ©dico le examinaba el miembro.
No sabĆa por quĆ©, pero debĆa incluso contenerse para no erectarse ante el mĆ©dico.
Ahora con ella a centĆmetros de Ć©l, la excitaciĆ³n era mĆ”s intensa!, su pene estaba en semi erecciĆ³n, y debĆa hacer esfuerzos para mantenerlo bajo mientras charlaba con ella.
Tener el pene asĆ era normal en aquella Ć©poca de amantes, pero no habĆa vuelto a pasar con la terminaciĆ³n de la relaciĆ³n; De hecho ocasionalmente veĆa a Mariana cuando visitaba a Alicia o se la topaba en algĆŗn centro comercial y no habĆa problemas… Mariana ya era parte del pasado.
Pero que le sucedĆa Ćŗltimamente?, no lo sabĆa!
Lo que Francisco no se explicaba se entiende de esta forma:
Durante el sexo en su secuestro, la perversa enfermera le hizo sentir demasiado rico!, no disfrutaba el sexo de esa manera desde sus relaciones con Mariana hace 8 aƱos…
…es por eso que en su estado de semi inconciencia, creĆa estar fornicando con la misma Mariana…
…Y si bien la droga le borrĆ³ la memoria del encuentro, esas ricas sensaciones de alguna forma persistieron.
AsĆ entonces, los recuerdo sexuales con Mariana revoloteaban en su cabeza desde hace una semana, volviĆ©ndolo loco y haciĆ©ndole querer probar de nuevo las ricuras de esa mujer.
Ahora con Mariana ante Ʃl, el deseo de hacerla suya es mƔs intenso, y lentamente va perdiendo la batalla en sus calzoncillos por contener su miembro viril.
La conversaciĆ³n continĆŗo:
“Y has podido estar con mujeres?...eh…quiero decir, con tu esposa”. Mariana no era ingenua y daba por hecho que en estos 8 aƱos, aunque se hubiera vuelto a casar, Francisco seguirĆa probando toda la variedad del gĆ©nero femenino.
“AĆŗn no he vuelto a tener relaciones con ninguna, debo estar completamente seguro de que estoy bien sano”.
“Claro, debes asegurarte antes de probar que estĆ”s listo en todo para una mujer…”.
Mariana sabiendo la respuesta hace una pregunta a Francisco, simplemente por morbo! :
“Pero se te para bien Francisco?”.
“Claro!, en mi reacciĆ³n todo es normal, y yo me conozco bien, sĆ© que mi resistencia y mi potencia son como siempre”.
Escuchar la palabra potencia y recordar ese grueso pene llenando su coƱo, humedeciĆ³ por completo las pantaletas de Mariana, y le causo un traicionero rubor en el rostro que fue percibido por Francisco… Quien continuĆ³:
“Lo que me preocupa en realidad es si puedo embarazar o no”.
La mujer se percata que la erecciĆ³n del hombre es ahora incontrolable, y ya es ampliamente notoria… decide dar un paso mĆ”s hacia lo que anhela desde que inicio la charla.
“Veo que “Ć©l” aĆŗn me recuerda”.
ViĆ©ndose descubierto Francisco tratĆ³ de desviar preguntas incomodas con algo de humor
“Siempre le gustaste Mariana. No te veĆa desde hace tiempo y parece que solo quiere saludar”.
Mariana acepto la broma, pero siguiĆ³ concentrada en su objetivo final y regresĆ³ a su asunto:
“Francisco, puedo tocarlo?”.
Autorizada, Mariana palpa con suavidad y lentitud la gruesa cabeza del pene que se pronuncia en los pantalones del varĆ³n.
La sonrisa de Francisco se ampliĆ³ mĆ”s cuando Mariana fue mĆ”s abajo y con suavidad le tocĆ³ los testĆculos.
“Bendito sean, Francisco…tan grandes como siempre….no hay hombre que los tenga como tĆŗ”.
Mariana no podĆa seguir hablando, la excitaciĆ³n ya la habĆa dominado y consciente de que el varĆ³n frente a ella tambiĆ©n reaccionaba al tenerla cerca, se decidiĆ³ a actuar…
….Sin dejar de tocar la protuberante zona, mujer se lanzĆ³ contra el pecho de Francisco apoyando sus tetas contra los firmes pectorales. Jadeando le dijo:
“Francisco… dĆ©jame ser la mujer que pruebes primero!, prueba conmigo que estas recuperado por completo”.
Francisco atendiĆ³ complaciente la casi sĆŗplica de la excitada Mariana y la besĆ³; La mujer sintiĆ³ Ć©xtasis derritiendo sus labios contra los del hombre.
Seguidamente Francisco la tomo de lo hombros, la alejĆ³ de si, y la tirĆ³ con rudeza sobre la camilla del consultorio.
La muda Mariana sonreĆa mientras el hombre ante ella le quitĆ³ la falda, la acomodaba al borde de la camilla, y le bajaba las pantaletas; Francisco con rapidez se quitĆ³ el cinturĆ³n, bajo sus pantalones, y le mostrĆ³ el erecto miembro.
La hĆŗmeda Mariana cerrĆ³ los ojos del placer…esperando lo que tanto extraƱaba… ese enorme pene ingresando en ella.
No habĆa terminado de idealizar como serĆa cuando sintiĆ³ la gruesa verga de Francisco entrar lentamente hasta la mitad.
De pronto el varĆ³n se puso rudo y clavĆ³ el miembro entero hasta donde le cabĆa a Mariana!; La mujer se cubriĆ³ la boca para no quejarse por la sorpresa, sintiĆ³ la cabeza de hongo chocar contra el fondo de su empapada vagina.
Francisco comenzĆ³ a embestirla, teniĆ©ndola firme de las caderas: Y si bien ella se resbalaba un poco en el borde de la camilla, el varĆ³n con cada empuje la regresaba a su posiciĆ³n inicial.
Mariana se movĆa como una experimentada prostituta, el empuje de Francisco la hacĆa gemir y babear!, La mujer no se cohibiĆ³ mĆ”s y le agarrĆ³ las huevas al macho, quien disfruto sentir como tan hĆ”biles manos, despuĆ©s de 8 aƱos, volvĆan a acariciar sus sensible gĆ³nadas.
La mujer se irguiĆ³ para con las manos tocar sobre el suĆ©ter el pecho del hombre…
…palpaba con gusto esos fornidos pectorales, asĆ como unos hombros igual de duros, extraƱaba tocar ese musculoso cuerpo masculino.
Un potente movimiento de pene, la hizo soltarse y caer acostada nuevamente sobre la camilla, el empuje del varĆ³n la extasiaba, pero la dama no paraba de mover su pelvis y contraer su vagina, generando constantes jadeos en el viril sujeto.
“Oh Mariana!, extraƱaba tu concha”.
“Oh Francisco!, desde hace 8 aƱos no tenĆa dentro una verga como la tuya!...la verga de un hombre real!”.
Francisco hizo una seƱa y Mariana dejo de consentir sus testĆculos…de inmediato se escuchĆ³ un PAF! PAF!, PAF!.
El varĆ³n empujaba con el ritmo preciso para golpear su gran escroto contra el perineo de Mariana, quien veĆa el cielo y le parecĆa mĆŗsica celestial el golpeteo de esos gordos huevos.
Entonces fue el turno de cambiar de posiciĆ³n, Francisco se colocĆ³ en la camilla mientras Mariana se sentaba sobre Ć©l, quedando clavada en el grueso miembro.
Ahora era el turno de la dama en moverse, no sin dejar Francisco de embestirla con su movimiento de pelvis
Tras una maratoniana jornada de orgasmos de Mariana, llegaba el turno de Francisco que apretĆ³ los ojos y estallĆ³ en su vagina en una oleada de ardiente y viscoso semen.
La cantidad fue excesiva!, una eyaculada previa para la muestra del laboratorio, no hacia mella en la reserva de semen de tan portentosos huevos.
Jadeante, sudado, y aĆŗn con la verga erecta dentro de la vagina de la mujer, Francisco se le acercĆ³ al oĆdo y le pidiĆ³ hacerlo de nuevo.
Sonriente y exhausta, pero muy satisfecha, Mariana respondiĆ³:
“SabĆa que dirĆas eso… tu jamĆ”s quedaste contento con solo una vez”.
… Pero de repente se escuchĆ³ una puerta cerrarse, alguien habĆa entrado en el consultorio vecino y las voces de los ocupantes se escuchaban claramente debido a lo delgado de las paredes; Era tiempo de dejar el sexo, y emprender la retirada lo mĆ”s pronto posible.
RĆ”pidamente los indiscretos se vistieron y salieron uno a la vez para no despertar sospechas, era una fortuna que nadie entrara al consultorio de la reciente orgĆa, pues aunque Francisco colocĆ³ el seguro luego de entrar, era esperable que mĆ©dicos o enfermeras tuvieran llaves del lugar.
Tras salir de la clĆnica retomaron la charla.
Mariana decidiĆ³ preguntarle lo que le carcomĆa el alma desde hace aƱos:
“Francisco…porque me dejaste?, porque me odiaste ese dĆa que te lastimĆ© los huevos… tu sabes que… no fue justo conmigo!”.
El hombre la interrumpiĆ³, por aƱos habĆa ocultado a Mariana el verdadero motivo de dejarla, y tras el reencuentro y las lindas sensaciones con ella, decidiĆ³ contarle todo.
“SĆ© que no fue justo Mariana, y debes saber que sucediĆ³ en verdad esa noche y la noche anterior con Helena”.
Francisco cuenta a Mariana sobre la agresiĆ³n genital que su esposa le causo la noche previa, informĆ”ndole de cĆ³mo Helena se ensaĆ±Ć³ en lastimar sus testĆculos, estrujando con rabia sus pelotas… casi queriendo caparle.
Mientras escuchaba, Mariana abrĆa los ojos de la sorpresa y hasta se tomaba la cabeza.
“Por Dios!, que mujer tan bĆ”rbara!, como pudo hacerte eso…
…Helena estaba re-loca!; Entonces por eso te doliĆ³ tanto cuando te los cogĆ”.
“AsĆ es Mariana, esa noche todavĆa me dolĆan muchĆsimo, y tĆŗ me los lastimaste”.
“Y yo creĆa que te habĆa lastimado tanto por tener los huevos mĆ”s grandes que otros hombres”.
“Es cierto que tenerlos grandes hace peor las cosas para mi si me los golpean Mariana, pero no fue por eso que me hiciste gritar tanto”.
“Y tambiĆ©n entiendo porque no querĆas acostarte conmigo esa noche”.
“AsĆ es, el dolor me quitĆ³ las ganas de coger contigo… siempre se me paraba apenas Ćbamos a hacerlo, pero por el dolor no te respondĆa bien, hacerlo fue muy doloroso para mi esa noche”.
“Debiste contarme, prĆ”cticamente te obliguĆ© a hacerme el amor; Y hasta me la metiste un rato… con todo ese dolor, pobre de ti Francisco!”.
“Cuando el dolor no me dejĆ³ mĆ”s te la tuve que sacar… y ahĆ fue cuando me lastimaste”.
“Oh PerdĆ³n, si solo lo hubiera sabido”.
“Eso no importa ya”.
Francisco retomĆ³ su explicaciĆ³n.
“TĆŗ sabes que los huevos son muy importantes para mĆ, y no perdonarĆ© a quien me los lastime!. En ese momento estaba muy susceptible y tenĆa mucha rabia… incluso odio por meterse con mis bolas, pero de alguna manera no podĆa descargar ese odio en Helena, SentĆa que merecĆa lo que me hizo…”.
“No... No te lo merecĆas!, te pudo dejar inutilizado como hombre!… Helena se pasĆ³!”. InterrumpiĆ³ Mariana.
“Tal vez si… me burle de ella y solo Helena puede saber lo que se siente ser traicionada por su esposo y su Amiga”.
ViĆ©ndose aludida Mariana bajo la cabeza y no volviĆ³ a interrumpir.
“Pero cuando me lastimaste las bolas, esa rabia reprimida, que debĆa ser para Helena, pero nunca fue, estallĆ³!...
…Me desquite contigo, y los dĆas posteriores no entraba en razĆ³n, todo intento que hiciste por disculparte, aumentaba mĆ”s mi enojo, incluso yo mismo pensaba en que era injusto contigo, pero la rabia terminaba cegĆ”ndome y me negaba a aceptarte de nuevo…
…SĆ³lo el tiempo me hizo darme cuenta que estaba errado y la rabia terminĆ³ por desaparecer, por fin aceptĆ© que te tratĆ© mal!”.
Mariana estaba por preguntar lo obvio, pero Francisco se adelantĆ³.
“QuerrĆ”s saber porque no te busque para disculparme?, no me atrevĆ Mariana!, decidĆ que querĆa dejar todo atrĆ”s…mi esposa y lo que era mi vida de casado, Excepto Alicia claro estĆ”, pero tenĆa que cortar todo lazo con Helena y todo aquello que me la recordara…
…Y con respecto a ti…vivĆas cerca, fuiste su amiga, y hasta visitabas nuestra casa…como podĆa olvidar todo sobre Helena y seguir contigo?, por eso decidĆ alejarme de ti!
….pero ahora hay una oportunidad de corregir la injusticia que cometĆ contigo…
Mariana…perdĆ³name!…perdĆ³name por desquitar mi rabia en ti, y por no tener el coraje de aceptar mi error”.
Mariana quedo un momento en silencio profundamente pensativa, luego se acercĆ³ a Francisco y le besĆ³ en los labios.
“Gracias por decirme la verdad”.
Tras quitarse un peso de encima al contar la verdad, Francisco decidiĆ³ marcharse.
“Me despido, te llevarĆa a tu casa pero el seguro aun no me repone la camioneta robada”.
ViĆ©ndole alejarse Mariana alcanzĆ³ a decir.
“Espera Francisco, necesito decirte algo”.
El hombre sospechaba a que ese iba a referir: “No quisiera escuchar lo que dirĆ”s, no es prudente”.
“Aun asĆ debo hacerlo…Francisco te quiero!….siempre lo he hecho y no dejarĆ© de sentir esto”.
“Sabes que estoy casado de nuevo, y tengo familia, contigo serĆa como con otras mujeres… nada permanente”.
“SĆ© bien que eres de otra, pero tambiĆ©n sĆ© que despierto en ti algo mĆ”s intenso que tu esposa o que ninguna otra amante, y eso siempre me ha hecho feliz… por otro lado conozco las consecuencias de una relaciĆ³n asĆ, y me aterra la posibilidad de causar otro divorcio…. pero no puedo evitar desearte, cuando te toco, siento que correspondes a mi deseo… Francisco lo que siento por ti no desaparecerĆ”!, te imploro una oportunidad!, dĆ”mela como hace 8 aƱos”.
Siempre dĆ”ndole la espalda, Francisco guardĆ³ silencio, se comenzĆ³ a alejar logrando que el corazĆ³n de Mariana se estrujara… De repente se detuvo y expresĆ³:
“VolverĆ”s a ser mi mujer Mariana, y yo serĆ© una vez mĆ”s tu hombre, asĆ como hace 8 aƱos… eso te hace feliz?”.
Una gran sonrisa apareciĆ³ en el rostro de Mariana.
“Es suficiente para mĆ”.
El hombre girĆ³, se le acercĆ³, y le dio un beso de despedida.
Seguidamente le susurrĆ³ al oĆdo:
“SĆ³lo una cosa… nunca vuelvas a lastimarle las bolas!, te lo ruego Mariana”. SonriĆ³ el varĆ³n.
“JamĆ”s les volverĆ© a hacer daƱo!”.
Francisco partiĆ³ definitivamente.
HISTORIA 4.
El dĆa siguiente al arreglo de su relaciĆ³n con Francisco, Mariana amaneciĆ³ muy feliz; hecho que notĆ³ su hija Stella. La madre le dio una falsa explicaciĆ³n mientras leĆa el diario.
Mariana era una mujer de contrastes, muy catĆ³lica pero a la vez totalmente perdida en creencias de astros y similares…Y esa maƱana ojeaba el horĆ³scopo en el periĆ³dico como lo hacĆa cada dĆa.
La mujer se inquietĆ³ con lo dictaminada por los astros para su signo zodiacal, especialmente una frase en particular:
Una tormenta puede afectar al ser amado en el ambiente de trabajo, Da lo mejor de ti deseƔndole buena salud y fortuna.
Por el momento no le dio mucha importancia, pero la preocupaciĆ³n persistiĆ³ a medida que la maƱana avanzaba… claramente los astros hablaban de un mal para Francisco la maƱana de hoy.
Mientras salĆa de compras, la mujer pasĆ³ cerca de una iglesia y en ese instante la idea dada por el horĆ³scopo ya le es obsesiva.
Dada su gran religiosidad, la mujer decide entrar y rezar… la parte Da lo mejor de ti deseĆ”ndole buena salud y fortuna. La identifica como una manifestaciĆ³n a rezar por el bienestar de su hombre.
En sus oraciones pide por Francisco!, A pesar de la obvia salud y virilidad que ayer demostrĆ³ con ella en el consultorio mĆ©dico, cree necesario la intervenciĆ³n divina por el pleno bienestar de su amante.
Una vez agotadas las peticiones para la buena salud y fortuna de su hombre en la maƱana, la arrodillada y pensativa mujer, no cesa en repetitivas ideas que una tras otra, surgen en su preocupada mente.
Mariana tiene un recuerdo repentino…
… Francisco tirado en la cama, sobando sus testĆculos!, la imagen fue de aquella vez hace ya 8 aƱos, en la que ella misma lastimĆ³ las pelotas de su amante.
Mariana desea que su hombre nunca vuelva a padecer ese sufrimiento.
De pronto vine a su cabeza el hecho de que su reiniciada relaciĆ³n con Ć©l, presenta el riesgo de que la esposa de Francisco se entere y termine en divorcio el asunto…
…pero el potencial problema se dirige a un aspecto en particular:
- Si esa mujer se entera que somos amantes, puede lastimar a Francisco!,…
…ella lo golpearĆ” en las pelotas…si!, es lo primero que harĆa una mujer enfadada, alguien que quiere lastimar a un hombre… y mĆ”s si conoce bien lo grandes y delicadas que su pareja tienes las bolas!…ojala nunca se entere de lo nuestro!.
El pensar en una esposa enojada, la lleva a recordar lo contado por Francisco sobre el ataque de Helena la noche previa hace 8 aƱos.
La mujer se imagina a Francisco siendo golpeado por esposa.
-Oh Helena!, como se las fuiste a estrujar!
SĆ³lo de pensar en las grandes bolas de Francisco siendo apretadas hasta el lĆmite de su resistencia viril, logra producirle unas ligeras nauseas.
- Helena eres una demente!, Oh Francisco como han sufrido tus bolas!.
Posteriormente viene el recuerdo sobre lo contado por Francisco del asalto que sufriĆ³ hace una semana… A pesar de desconocer muchas cosas, Mariana no duda en teorizar lo padecido por su amante:
- Que fue lo que le sucediĆ³?, Ć©l no lo recuerda, pero que pudo pasar?...serĆ” que le sacaron un arma y el subiĆ³ las manos… y con los huevos vulnerables, el bandido le dio una patada ahĆ! … tal vez para reducirlo! Francisco es un hombre con mĆŗsculos, muchos mĆŗsculos!, tal vez el ladrĆ³n creyĆ³ que se resistirĆa en cualquier momento… y desprotegido abajo lo pudo incapacitar.
Mariana se imagina a su amado con las manos arriba pero sin ropa, asĆ se notan todos sus mĆŗsculos!.
Las teorĆas explicativas no cesaban en la mente de la curiosa mujer.
- …O tal vez fue una pelea!, el atracador era un hombre fornido, tal vez un negro, si, los hombres negros son fuertes!…y siendo Francisco igual, se enfrascaron en una pelea entre musculosos…
Mariana imagina a un ficticio enemigo de color y a su amado mostrando mĆŗsculos.
Mariana por lo menos acertaba con sus conjeturas en el color del atacante, aunque fue una mujer y no un hombre de color quien habĆa lastimado las pelotas de Francisco.
- …Pero claro el asaltante de color debiĆ³ ver que la pelea estaba empatada entre los dos y lo atacĆ³ cobardemente!, patear en los huevos a su rival… que cobarde!, pero claro, Francisco debiĆ³ en un momento descuidar sus partes y el tipo aprovechĆ³…
- …Y muy mal para Francisco!, la patada de una mujer molesta no se compara con la de un hombre, y mĆ”s si es un moreno con mĆŗsculos!, pobrecito!... por eso se los dejaron hinchados!… tal vez le dio varias patadas!, Oh, debiĆ³ ser un infierno para sus huevos… pudieron dejar estĆ©ril a mi amado!... Por fortuna los exĆ”menes le salieron bien.
En ese momento Mariana, sacudiĆ³ su cabeza, y no se percatĆ³ que su boca si expresarĆa lo que a continuaciĆ³n surgirĆa en su mente:
“Pero que estoy pensando?, deja de tener esas ideas Mariana!, ni siquiera sabes si fue eso lo que le pasĆ³!...pero no puedo dejar de pensar esas cosas…
…Dios!, protege siempre los huevos de mi hombre!, Oh seƱor!, que nunca les suceda nada a sus grandes bolas!…porque mientras ellas estĆ©n sanas, Francisco serĆ” el mejor hombre del mundo!”.
Mariana levantĆ³ la mirada y pudo ver a alguien de pie a su lado…
….Era una anciana de mĆ”s de 75 aƱos que llegaba a la capilla, y tal vez habĆa escuchado esa Ćŗltima oraciĆ³n de la mujer.
La anciana se quedĆ³ viĆ©ndola y Mariana sospechaba lo peor…y asĆ fue, la septuagenaria expresĆ³:
“Mujer, como pides por los huevos de un hombre!, ten respeto por nuestro SeƱor Jesucristo!”.
Mariana se cubriĆ³ el rostro, colorado a mĆ”s no poder, mientras la anciana algo molesta siguiĆ³ con paso lento su camino al altar de la iglesia.
Disimuladamente Mariana se levantĆ³ cubriĆ©ndose el rostro y saliĆ³ en silencio del lugar… Solo podĆa pensar en algo:
- QuĆ© vergĆ¼enza!, me irĆ© al infierno!
Mientras Mariana pasaba tamaƱa vergĆ¼enza, veamos que ocurrĆa con la maƱana de su amante.
Francisco llegĆ³ sonriente a su oficina, desde ayer que hizo el amor y se arreglĆ³ con Mariana, ve las cosas diferentes… ya no le interesan las pruebas de fertilidad, hacerlo con su amante lo convenciĆ³ de que estĆ” bien en todo aspecto.
AdemĆ”s cuando llegĆ³ anoche a casa, seguĆa con un deseo reprimido de hacer todavĆa mĆ”s el amor…
…SĆ³lo un “polvo” con Mariana no era suficiente, y se desbocĆ³ con su esposa!, su mujer recibiĆ³ con buen Ć”nimo el reinicio de su vida sexual tras la agresiĆ³n genital sufrida por su marido.
Apenas durmieron a los hijos, el marido llevĆ³ a su esposa a la cama, la desnudo y la arrojĆ³ con rudeza boca abajo contra las sabanas, la mujer gozosa sabĆa lo que venĆa.
El macho la montĆ³ en 3 ocasiones sin la menor pausa!, le hizo el amor como se lo hacĆa a Mariana, con una desfogue digno de un enloquecido y salvaje potro hacia una buena yegua.
Ya para la madrugada, la esposa yacĆa dormida y exhausta del amor, mientras el marido veĆa al techo contento al tener a su mejor amante al fin de vuelta, como gozarĆa con una frecuente intimidad con Mariana.
Pero ahora en la oficina las cosas no irĆan bien para el ejecutivo; En el depĆ³sito de archivos observa a Cecilia, una asistente de su oficina de rasgos orientales, que apenas cumpliĆ³ 2 meses laborando allĆ, y que cumplĆa una tarea de su jefe.
La joven de 23 aƱos sube a una escalerilla en busca de unos urgentes y extraviados documentos.
El jefe de la empleada se queda detallando el fĆsico de la joven… Francisco tiene la mala costumbre de analizar a las mujeres que le rodean, y especialmente en su lugar de trabajo, siempre viĆ©ndolas como potenciales amantes… si una mujer le intrigaba demasiado, buscaba una cita con ella y eso significaba sexo y hasta luego.
El hombre puede ver que Cecilia no es muy dotada, es una joven demasiado delgada, y bastante plana tanto en su parte pectoral como en la retaguardia… pero un culo, que el propio Francisco mete en el tĆ©rmino “huesudo”, no deja de tener su atractivo...
…AdemĆ”s en cuanto a personalidad era una muchacha callada y reservada, En definitiva Cecilia no entusiasmaba a Francisco, para Ć©l la joven solo era la asistente y con ella mantendrĆa una relaciĆ³n patrĆ³n-empleada.
De pronto intentado alcanzar una lejana carpeta de documentos, la muchacha pierde el equilibrio y cae de espaldas, son solo 3 escalones, pero el impacto es duro en la parte posterior de su cabeza…
…Francisco, muy lejos para agarrarla en el aire, solo puedo auxiliarla. La joven parece desmayada del impacto.
El jefe intenta hacerla reaccionar, se coloca sobre el cuerpo de la muchacha y apenas sabe que hacer… decide revisarle el pulso… y Ć©ste parece estar bien, luego le abre los ojos, pero la joven tiene las pupilas hacia atrĆ”s… de pronto se le ocurre darle unas leves cachetadas, en un primitivo intento de que despertase:
“Reacciona chica… abre los ojos...despierta vamos!”.
Es aquĆ cuando Cecilia reacciona para tranquilidad de su jefe, pero enseguida la chica se asusta al tener a un hombre encima de ella, por instinto reacciona rechazĆ”ndole con las manos.
Francisco al instante trata de calmarla:
“Espera Cecilia, cĆ”lmate….tranquilaaaa Uuhhggg!!”.
La chica en su confusiĆ³n, moviĆ³ sus piernas para quitarse al sujeto de arriba y con una rodilla golpeĆ³ la entrepierna de su jefe.
La pequeƱa y huesuda rotula, golpeĆ³ con algo de fuerza y certera punterĆa, los testĆculos de Francisco.
El hombre de inmediato se quita de encima, casi con un brinco se pone en pie, doblado del dolor… intenta saltar levemente para mitigar el sufrimiento, pero termina quieto… casi congelado, mientras con una mano se agarra los cojones.
“Ayy…Ahh”. Francisco intenta quejarse, simplemente no puede!, su asistente lo dejĆ³ por completo sin aire.
Cecilia al fin reacciona y se da cuenta que sucede a su alrededor, desvĆa la mirada y observa a su jefe hincado, sabe que le ha golpeado si ella quererlo.
“PerdĆ³neme jefe, no querĆa pegarle”.
Francisco trato de erguirse, tragĆ³ saliva y por fin pudo hacerlo, querĆa preguntar como se sentĆa, aunque era demasiado obvio que estaba bien… era paradĆ³jico que la lastimada ahora estuviera repuesta y el auxiliador literalmente agonizara del dolor.
Cecilia fue hacia el y lo vio de frente, enseguida se alarmĆ³!. PodĆa ver las ahora 2 manos del hombre cubriendo su entrepierna.
“Oh jefe le peguĆ© ahĆ!, perdĆ³neme…se encuentra usted bien?”.
La asistente por fin sabĆa en quĆ© Ć”rea habĆa golpeado a su jefe….justo en las bolas!, tratĆ³ de ayudarle a moverse, pero Francisco la tratĆ³ de calmar.
“Ess…est…estoy bi...en, bien!”. Era difĆcil hablar para el adolorido varĆ³n.
Cecilia no podĆa creer lo que le sucedĆa… habĆa golpeado a su jefe en los testĆculos… y temiendo represalias, entrĆ³ en pĆ”nico:
“Por favor perdĆ³neme, no sabĆa que le habĆa pegado ahĆ… no me despida jefe, no fue mi intenciĆ³n!”.
Con la chica al borde de las lĆ”grimas, el semiahogado Francisco alcanzĆ³ a tomar aire y decir:
“No…no te preocupes!, fue…fue un accidente!, tranquila”.
Ante la insistencia de la joven, Francisco se incorpora por completo y con una falsa sonrisa le hace ver que estĆ” mucho mejor…Ella aliviada, le pide esperar allĆ pues irĆ” por hielo, analgĆ©sicos, y todo lo que encuentre para aliviar la sensible zona de su jefe.
Apenas sale la joven, el hombre trata de dar un paso y una potente corriente elĆ©ctrica originada en sus pelotas lo hace caer en cuclillas… nuevamente Francisco estĆ” sin aire.
Tiene el fuerte reflejo de sobar las enormes bolas marcadas en el ajustado pantalĆ³n, pero por orgullo, mantiene sus manos reposando en sus muslos…
…No tiene de otra mĆ”s que comerse el dolor, pero por lo menos no se sobarĆ”!… no necesita eso para reponerse!.
El hombre se siente incĆ³modo de verse en tan patĆ©tico momento, siendo un hombre con gran fuerza fĆsica, le molesta quedar tan dĆ©bil siempre que le pegan en las bolas… su ego masculino se ve siempre herido… en esta ocasiĆ³n una jovencita con apenas algo de carne le dejĆ³, con un simple golpe, casi a nivel de suelo y sin oxĆgeno en sus amplios pulmones.
Pero el varĆ³n se resigna… todos los hombres nacieron con esa debilidad, es asunto del creador.
- Dios gracias por darme unas pelotas grandes, pero podĆas haberme hecho mĆ”s resistente ahĆ abajo?….o solo un poquito!…Oh Dios, rezarĆa para que nunca me vuelvan a pegar ahĆ!
Francisco no era muy religioso y recordaba que hacĆa aƱos no iba a una iglesia.
“…O que alguien rece por mĆ!…pero lo importante es no volver a sufrir estos dolores!”.
De pronto ve que su mano derecha soba sin cesar sus pelotas… ha fracasado intentando hacerse el fuerte… por puro reflejo su mano ha ido a aliviarle sin pedirle permiso… es simple… siempre buscarĆ”n sobar lo que te duele.
Pronto el masaje gonadal y el renovado oxĆgeno lo harĆan reponerse, justo a tiempo para el regreso de Cecilia que traĆa un sinfĆn de cosas para mejorarle.
Ya caminando por sus propios medios, regresĆ³ a su oficina, apenas tuvo privacidad se dejĆ³ caer en su cĆ³modo sillĆ³n.
- Uuuffffffff, mis bolas!, muchacha loca!, sĆ© que fue accidente, pero por tu culpa he tenido una mala maƱana…que suerte la mĆa!
Francisco pidiĆ³ que alguien rezara por Ć©l, y asĆ sucediĆ³!…Mariana elevĆ³ plegarias por su amado, pero aun asĆ no pudo revertir lo predicho por el horĆ³scopo...una tormenta que afecta al ser amado…una tormenta de dolor!.
ContinuarĆ”...
Gracias
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