Todo sobre mi padre: Historias anexas (3/5) - Las Bolas de Pablo

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15 abr 2017

Todo sobre mi padre: Historias anexas (3/5)

CONTIENE   Ballbusting Mujer/Hombre.
Original de: ZATN

   A continuaciĆ³n se expone la Ćŗltima historia derivadas de la saga TODO SOBRE MI PADRE, en donde continĆŗan las nuevas aventuras de Alicia, la hija del terminado matrimonio.

Leer antes la saga que comprende: “TODO SOBRE MI PADRE”.

   En la Historia 2, Alicia experimentĆ³ su primer golpe bajo, pateando la entrepierna de su novio Eduardo… Pero lo que no esperaban, era la resistencia de los testĆ­culos de su pareja, ni que el dolor resultante lo excitarĆ­a como nunca.

   Los adolescentes tuvieron el mejor sexo de su noviazgo, y justo en la propia casa de Alicia.

   Pronto los jĆ³venes empezaron a experimentar un poco mĆ”s sobre el efecto de los golpes bajos en su relaciĆ³n de pareja; Alicia comenzĆ³ a tener gusto en patear los testĆ­culos de su chico, y Eduardo apreciaba lo erĆ³tico del asunto.

   Los adolescentes se instruyeron en el tema del sadomasoquismo, pero no les gustĆ³ del todo, a los muchachos el asunto de cadenas, azotes y asfixia, no les terminĆ³ de agradar; La joven si se centrĆ³ en el Ballbusting… sĆ³lo la excitaba golpear las debilidades de su resistente novio, y Ć©ste disfrutaba ser pateado en tan sensible zona masculina.

   Cuando se veĆ­an en un motel para una fecha especial, no faltaba el ataque deshonesto de la chica, una patada, o un rodillazo, eran el picante especial de la velada, siempre generando gruƱido en su novio, y haciĆ©ndole doblarse a la mitad…
…Las cosas era mĆ”s simples de lo que parecĆ­a, la gozosa rutina comprendĆ­a que Eduardo, se colocaba de piernas abiertas y manos a la espalda…

   A veces vestido o semidesnudo, el punto es que Alicia no perdĆ­a detalle del bajo bulto en la entrepierna de su pareja… le observaba como caĆ­an un poco dejando en evidencia la ubicaciĆ³n exacta de los testĆ­culos… y venĆ­a entonces el puntapiĆ©.

   Los pequeƱos dedos del pie de la chica, contra el paquete de Eduardo!… Ć©ste siempre terminaba doblado del dolor, y lanzando quejidos, a veces intensos otro ahogados. Todo era excitante para Alicia, y cuando tras un poco de tiempo Eduardo retomaba su fuerza y verticalidad, el chico se mostraba con el rostro dividido entre dolor y disfrute, lo que si era cierto era la potente erecciĆ³n que tenĆ­a y como casi se le lanzaba encima a Alicia, que le esperaba gustosa en recibir su dura y caliente carne de macho.

   Luego repetĆ­an el asunto, nueva patada y agonĆ­a en su pareja, a veces solo era una secciĆ³n de un golpe, pero en ocasiones era patada, tras patada, dos o tres seguidas… pero eso sĆ­, Alicia le preguntaba “Quieres otras?”, O un, “PodrĆ”s resistir otra Eduardo?”. Quien siempre engreĆ­do y viĆ©ndose capaz, le respondĆ­a “Adelante…puedo resistirla”.

   Claro que cuando Eduardo no podĆ­a mĆ”s, terminaba en el piso sentado o acostado, y le pedĆ­a a su novia soplar su dulce aliento sobre sus bolas, tratando de refrescar el infierno que sentĆ­a dentro de ellas.

   Alicia siempre se sintiĆ³ orgullosa de la resistencia de su novio, mĆ”s de una vez tuvo la tentaciĆ³n de platicar sus “aventuras” a Stella, su amiga de confianza e hija de la vecina Mariana. Pero Eduardo le pedĆ­a privacidad total, que nadie se enterase de sus perversiones, pues eso eran. AsĆ­ mientras Stella tenĆ­a una vida sexual clĆ”sica, pero intensa y frecuente (como buena hija de su madre), Alicia experimentaba por lo menos algo del sadomasoquismo.

   Entrando en la historia de hoy, Alicia entrena en el gimnasio 3 veces a la semana, siempre asiste al lugar a tonificar su cuerpo, le gusta sudar un poco cada tarde.

   Atrae las miradas de muchos varones de edad mayor, u otros de su escuela que tambiĆ©n asisten al sitio, Ćŗltimamente ha llamado la atenciĆ³n de un joven de 18 aƱos, que  estudia en su misma escuela pero en Ćŗltimo aƱo, el muchacho de buena condiciĆ³n atlĆ©tica se saborea los labios, observando el juvenil cuerpo de la adolescente, detallando su pequeƱa pero firme cola…
…Las miradas poco discretas del sujeto llaman la atenciĆ³n de Alicia, que le dice directamente:

   “Deja de verme!, eres un atrevido!”.

   El sujeto viĆ©ndose descubierto se aleja sin mĆ”s, pero con una mirada de que nada evitarĆ” que la mire cuanto quiera…mĆ”s adelante Alicia sabrĆ­a mĆ”s de este individuo.

   ComĆŗnmente ella no reclamarĆ­a en pĆŗblico por quedarse viĆ©ndola, y menos si es alguien de su misma escuela, pero hoy estĆ” algo molesta, tiene la mente ocupada en lo que le sucediĆ³ anoche.

   Normalmente tenĆ­a relaciones sexuales con Eduardo los fines de semana, dado lo difĆ­cil de verse en privado los dĆ­as de jornada escolar; Pero ayer miĆ©rcoles, Eduardo no se pudo aguantar y le pidiĆ³ a Alicia buscara cualquier excusa para ir por la tarde a su casa y fornicar juntos, nada de golpes bajos…eso era en eventos especiales. Pero en la cama tras el rico sexo, surgiĆ³ el tema de los ataques testiculares.

   “La pasĆ© rico Alicia, hoy tenĆ­a muchas ganas… y no quede adolorido”.

   “Pero esos dĆ­as de dolor disfrutas mĆ”s Eduardo, tĆŗ mismo lo has dicho”.

   “Si, pero igual uno a veces no quiere sentir dolor en momentos ricos”.

   “Y tampoco quieres ser tumbado por una chica”.

   “TambiĆ©n algo de eso”.

   “Y vaya cĆ³mo afecta el ego, que una chica dĆ©bil como yo, derribe a un chico”.

   “Si, pero eso no me hace sentir mal, ademĆ”s nunca me tumbarĆ­as realmente”.

   “De que hablas Eduardo?”

   “Hablo de la vida real, una situaciĆ³n real”.

   Algo incomoda Alicia reclamĆ³: “Eduardo, te he tumbado!”

   “Si mi amor, he caĆ­do ante ti, pero luego de que me has dado varias patadas antes…si me haces caer es porque ya estaba en mi lĆ­mite de resistir!, mis pelotas no podĆ­an mĆ”s… tu nunca me podrĆ­as tirar de una Ćŗnica patada”.

   “Pero que dices?…mira Eduardo no te creas el muy hombre sĆ³lo por eso!”.

   “Ok, no te exasperes, pero debes admitir que es cierto, tĆŗ no tienes mucha fuerza”.

   Ofendida Alicia respondiĆ³: “Eduardo, te puedo tumbar de un golpe!, puedo hacerlo!”.

   “Ya, ya, cĆ”lmate mi amor, como tĆŗ digas”.

   Eduardo no sabĆ­a que realmente habĆ­a logrado una molestia en Alicia, molestia que no se superarĆ­a con facilidad.

   Incluso la joven pensĆ³ por un instante brincar de la cama y retarle a recibir una patada baja, pero no quiso verse tan descontrolada…
…Y en medio de los intentos de Eduardo por calmar las cosas, la chica dio seƱales de paz; Claro que el principal motivo para desistir, fue que interiormente Alicia debiĆ³ aceptar que Eduardo tenĆ­a cierta razĆ³n…Nunca antes con su primera patada, la adolescente habĆ­a logrado derribar a su novio.

   Ahora regresando al momento en el gimnasio, La molesta Alicia se decide a tumbar a Eduardo con un primer golpe, lo lograrĆ”!, con un solo golpe en los testĆ­culos le dejarĆ” en el suelo!... le darĆ” una lecciĆ³n por engreĆ­do!; La joven es consiente que para lograr ese cometido deberĆ” patearlo con tal fuerza, que el resistente Eduardo caiga al piso, Alicia estĆ” muy decidida!.

   De inmediato busca un entrenador en el gimnasio y le pide le ayude a practicar patadas…de frente; El instructor le responde:

   “La patada frontal, Ok practiquemos”.

   El instructor le hace movimientos de patadas al rostro y laterales, pero Alicia luego de unas pocas prĆ”cticas, le pide exclusivamente la frontal… dirigida hacia abajo.

   El hombre al ver la demostraciĆ³n de cĆ³mo ella patea el aire con la punta del pie  dirigida a cierta altura, le hace ver:

   “Entonces hablas de una patada justo en los….”.

   “Exacto!… justo en donde mĆ”s les duele a ustedes, es que una tambiĆ©n debe saber cĆ³mo defenderse, o no entrenador?”

   “Por supuesto”.

   “Y a veces es bueno practicas aquel golpe que te puede salvar en una situaciĆ³n difĆ­cil”.

   Alicia seguidamente  miente: “AdemĆ”s yo jamĆ”s lo he hecho!, pero siempre es bueno estar preparada!”.

   Y asĆ­ con un aditamento acolchado como receptor  el entrenador recibe las patadas de Alicia, centrada sobre todo en su dominante pierna derecha.


   La chica pone todo su empeƱo, cada vez da patadas mĆ”s y mĆ”s fuertes, ademĆ”s el Ć”nimo del entrenador la contagia y se dedica en cuerpo y alma…
…Pero el entrenador pronto debe marcharse y ante la casi suplica de Alicia por seguir entrenando sus patadas, le tiene una alternativa.

   “Te veo animada con este movimiento”.

   “Es que ustedes son mĆ”s fuertes que nosotras y sĆ³lo con esto una tiene posibilidades”.

   “No solo la mujer tendrĆ” posibilidades, un golpe bien conectado en nuestra Ć”rea mĆ”s sensible, y sin duda dejarĆ”s al hombre derrotado”.

   Alicia pensĆ³:

   Eso es lo que quiero hacerle a Eduardo!.

   El entrenador complementĆ³:

   “CĆ³mo quieres seguir en eso, creo que hay forma de seguir ayudĆ”ndote sin estar yo presente, vamos a la sala de atrĆ”s del gimnasio, la usan quienes practican defensa personal, allĆ­ tienen cositas que te interesarĆ”n, sobre todo un aparato”.

    Al llegar al lugar el instructor saca de un armario empolvado un elemento inflable.

   Es un muƱeco de plĆ”stico, encontrĆ”ndose inflado y de aspecto humanoide, el instrumento a modo de hombre, viste incluso una larga pantaloneta…Es un muƱeco para recibir golpes, pero principalmente usado para patear la ubicaciĆ³n entre las piernas…directo a lo que serĆ­a los testĆ­culos en un hombre real.

   “Le llaman de cariƱo “el bolas de aire”, las tiene de aire y entrenando te ayuda a dejar al hombre sin aire Jajaja!…ya en serio, te servirĆ” de sparring y es un instrumento muy fĆ”cil de usar, ni siquiera hay que dar instrucciones. Que dices muchacha, te animas a practicar?”.

   Alicia se torna una gran y maquiavĆ©lica sonrisa…y calienta la pierna para desfogarse a punta de patadas contra el muƱeco.

   El entrenador analizando las expresiones de Alicia, se retira con  algo en mente:

   Pobre del chico que hizo enojar a esa muchacha… parece que ella busca en serio un desquite que le ponga en su sitio.

   Al quedarse sola Alicia lanza su primera patada y se decepciona.

   “Pero no tienes bolitas dentro de tu pantaloneta!, para que te llaman entonces el bolas de aire?”.

   Enseguida se consuela:

   “Tal vez tĆŗ no tienes muƱeco inflable, pero Eduardo si tendrĆ” un par dentro de su pantaloneta, Jajajaaja!”.

   Y asĆ­ se pasa el resto de la tarde de jueves y la del viernes, divisa en el ser de plĆ”stico las facciones de Eduardo -quien por supuesto es dueƱo de una entrepierna claramente mĆ”s abultada-  y patea una vez mĆ”s!.

   LĆ”stima que el muƱeco no se queje!.

   Por fin llega el sĆ”bado, el dĆ­a de tener otro encuentro sexual con Eduardo. Desde la maƱana, y mientras camina por la calle, Alicia conversa por telĆ©fono con su novio, ultimando los detalles de su planeada jornada nocturna, la adolescente no puede esperar tanto y cambia los planes para la tarde:

   “Te tengo una sorpresa… hoy iniciaremos mĆ”s temprano… te gustarĆ­a que apareciese en tu casa desde las 4?”.

   El novio entusiasmado con iniciar mĆ”s pronto su jornada de sexo, no sospecha nada y alegre le dice que la esperarĆ”.

   Tras colgar y en plena calle, analiza lo que le harĆ”.

   SerĆ” un ataque a traiciĆ³n… Eduardo siempre se ha mostrado resistente a sus golpes, pero hoy estĆ” preparada, teniendo consigo 3 ases:

   1er As: Lo tomara distraĆ­do!, no serĆ” como siempre el esperando golpe frente a ella, hoy debe cogerlo con la guardia baja, sabe que la primera vez (Historia 2) tambiĆ©n le golpeo tomĆ”ndolo descuidado, pero ahora estas ademĆ”s los As 2 y 3. Y cĆ³mo distraerlo?, ya pensĆ³ en algo bueno.

   2do As: Ahora patea mĆ”s duro!, lo ha comprobado estos dĆ­as, el entrenamiento rĆ”pidamente ha fortalecido sus patadas, el entrenador se lo confirmĆ³; AdemĆ”s ha mejorado su punterĆ­a en un 100%; En las jornadas de golpes bajos con su novio a veces falla sus testĆ­culos, pero con el muƱeco inflable ha ganado visiĆ³n de sus colgantes objetivos… Ahora pegarĆ” con mayor certeza!.

   3er As: Zapatos!, nunca ha pateado a Eduardo con zapatos puestos… y eso harĆ” una gran diferencia...

   Lo siento cariƱo, pero con estos te va a doler mĆ”s!.

   Alicia sabe que no jugarĆ” para nada limpio, pero esto es guerra y usara toda las artimaƱas para ganarla!

   En ese momento y en plena calle, lanza una patada con fuerza, y calzada!

   Afortunadamente sin nadie a su alrededor, la adolescente expresĆ³ llena de confianza: “Te derribarĆ© Eduardo!,  a la primera!”.

   Ya en casa de Eduardo, las cosas avanzan rĆ”pido, el novio impaciente por la sorpresa prometida no puede aguantar mas la tentaciĆ³n, nada de ir a la habitaciĆ³n, la acciĆ³n sucederĆ­a en la sala de su casa; Alicia no le decepciona, la joven se quita la ropa en el baƱo, y saliendo se muestra en una diminuta prenda con la que Eduardo siempre habĆ­a fantaseado verla.

   Alicia usa un ceƱido top blanco evidenciĆ”ndose los pezones a travĆ©s de la semitransparente tela, AdemĆ”s de hacer babear a Eduardo con un pequeƱo calzoncito amarillo, que siempre Ć©ste deseo ver cubriendo la pelvis de su joven novia.

   La adolescente ejecutaba su plan y con facilidad lograba tenerle distraĆ­do.

   Lo que no noto el chico fue que Alicia habĆ­a conservado su calzado deportivo. El varĆ³n estaba por abalanzĆ”rsele, y ella le contuvo:

   “No tan rĆ”pido, quiero que te quites la ropa lentamente”.

   Eduardo poseĆ­do por el deseo obedeciĆ³, quitĆ”ndose pantalones y ropa interior con velocidad extrema, denotando sus genitales en semi erecciĆ³n. Ahora mientras la boca del chico se abrĆ­a llena de saliva, Alicia centro la mirada en los colgantes objetivos a golpear, que yacĆ­an totalmente incautos en el escroto… expuestos a mas no poder!…Pero en realidad si podĆ­an estar mĆ”s expuestos!.

   “Ahora quĆ­tate el suĆ©ter, pero cĆ³mo yo quiero… que sea lento… lento entendiste?”, recalcĆ³ Alicia.

   Eduardo decidiĆ³ complacerla, se levantĆ³ el suĆ©ter…y ahĆ­ estaba, expuesto al mĆ”ximo!, sus manos y brazos a la altura del pecho y cuello retirando la prenda, mientras sus pelotas se meneaban a la entera disposiciĆ³n de Alicia.                                                                                       
                                 
   Con mirada de Ć”guila la adolescente tomo en su pierna derecha el mayor impulso de su vida, y lanzo la punta de su calzado deportivo contra el escroto de Eduardo.

   Mientras suĆ©ter y manos superaban la cabeza del joven, la punta del zapato de la chica, impactaba con fortaleza las desnudas pelotas de su novio…comprimiĆ©ndolas y estrellĆ”ndolas contra la sĆ³lida y Ć³sea pelvis masculina.

   El resultado de las prĆ”cticas de la joven, se reflejaron en un poderoso golpe capaz de anotar un gol de medio campo, si se tratase de un futbolista.

   Eduardo tomado por completo descuidado, dio el grito mĆ”s fuerte que Alicia le habĆ­a escuchado.

AAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!”.

   La chica atenta observĆ³ cada reacciĆ³n de Eduardo, desde sus ojos torcidos, hasta   cuando sus manos corrieron a cubrir sus lastimadas gĆ³nadas…la joven esperaba sĆ³lo una cosa… y cuando su novio trastabillĆ³ hacia atrĆ”s, pensĆ³:

   Vamos cae!.

   Y no tardo en suceder, Eduardo se fue de espaldas y cayĆ³ en toda su extensiĆ³n y peso, sobre el sofĆ”.

   Como una chiquilla, Alicia dio un brindo de felicidad. “Siiiiii!!!!!!!”.

   Le habĆ­a tumbado de una primera y Ćŗnica patada, Eduardo se quejĆ³ del dolor y retorciĆ³ sobre el sofĆ”; la joven que habĆ­a logrado saciar con Ć©l, lo que consideraba una deuda pendiente, fue a atenderle.

   “Estas bien?”.

   Eduardo recompuso la mirada, tenĆ­a cara pĆ”lida de dolor. No paraba de sobarse las bolas.

   Alicia se disculpĆ³ por el golpe sin aviso y tomĆ”ndole de un brazo, tratĆ³ de pararle:

   “Vamos, tu eres fuerte Eduardo”, Pero con una mano el adolorido muchacho le hacĆ­a seƱas de que esperase y le diese tiempo; Alicia no insistiĆ³ en eso y decidiĆ³ retirarle las manos de la ardiente ingle; AsĆ­ mientras el novio se quejaba en voz baja, la chica pudo ver cĆ³mo el pene se le paraba mĆ”s.

   Eduardo se tomos unos largos segundos, y por fin dio seƱales de recuperarse, entonces pudo hablar:

   “Ouuggg…me pateaste…des…descuidado”

   “Bajaste la guardia Eduardo”.

   “…Oughh… y con zapatos, que salvaje eres!”.

   Pasaba el tiempo y recuperĆ³ el color de su cara, su respiraciĆ³n se hizo mĆ”s pausada, Alicia una vez mĆ”s le tomĆ³ de la mano para ayudarle a incorporar.

   “Estas mejor Eduardo?, cariƱo, dime cĆ³mo te sientes!”.

   “Me siento…con ganas de culear!

   Le jalĆ³ la mano derribĆ”ndola sobre el sofĆ”!, Alicia rio pues sabĆ­a lo que venĆ­a. No alcanzĆ³ a acomodarse cuando Eduardo  se le colocĆ³ encima y le metiĆ³ la verga!.

   Alicia disfruto el ver a su pareja apretar con furia los dientes, estaba realmente muy adolorido, pero tambiĆ©n aĆŗn mĆ”s excitado; El dolor de sus bolas era infernal, pero lo soportarĆ­a con tal de gozar del coƱo de Alicia.

   Una larga secciĆ³n se rico sexo sobre el sofĆ” y alfombra, y los adolescentes descansaron un rato jadeantes de sensaciones.

   Ya superada la pasiĆ³n, Alicia retomĆ³ el asunto de la patada y derribada, querĆ­a vanagloriarse de su Ć©xito.

   “No pudiste con esa patada Eduardo”.

   “Casi me deshuevas Alicia, nunca me habĆ­as pateado tan duro”.

   “Fue tan dura?”, dijo ella haciĆ©ndose la ingenua.

   “Me pateaste duro Alicia, y ademĆ”s no la esperaba… Alicia me dejaste desubicado un instante”.

   “De verdad?”, gozaba la chica.

   “Es cierto, vi todo blanco por un segundo”.

   “En una pelea si te dejan fuera de lugar un instante te rematarĆ­an!”.

   Eduardo no dijo nada queriendo dejar allĆ­ el tema, Pero Alicia insistiĆ³:

   “Entonces te gane, te pude derribar con mi primera patada!”.

   El joven quedĆ³ pensativo, asociĆ³ ideas, y entendiĆ³ que lo de hoy tenĆ­a relaciĆ³n con la discusiĆ³n del pasado miĆ©rcoles.

   “Ya entiendo…fue por aquello…que inmadura eres!, planeaste todo esto verdad?…te conozco!…eres capaz de estas jugarretas, Ouch!”. Se habĆ­a tocado  las bolas por un instante y se le renovĆ³ algo del dolor.

   “Te lo merecĆ­as por machista”.

   Eduardo aceptĆ³ su culpa al provocar a Alicia y decidiĆ³ dar por superado el asunto.

   “Ok, quiero paz Alicia… Admito que fui engreĆ­do, lo admito”.

   Le empezĆ³ a besar las tetas a la chica

   “Lo admito, pero no mĆ”s de estos ataques traicioneros… siempre soy yo el que termina adolorido si te hago enfadar”.

   “Entonces no lo hagas mĆ”s…”

   “No lo harĆ©, paz entonces?”.

   SiguiĆ³ lamiĆ©ndole los pezones, Hasta que la adolescente cediĆ³:

   “Si…Paz!”.

   Alicia volvĆ­a a sentir rĆ­gida la entrepierna de Eduardo, que se disponĆ­a a subirse en ella nuevamente.

   El asunto quedo superado y la relaciĆ³n con estos pleitos se reforzĆ³ aĆŗn mĆ”s.

Fin.

Gracias
Comentarios a  zatniktiel@hotmail.com

NOTA: La historia TODO SOBRE MI PADRE, HISTORIAS ANEXAS, tendrĆ” un  alargue con tres relatos mĆ”s, y en entregas individuales. SerĆ”n las Historias 6, la Historia 7, y la Historia 8… Las tramas involucrarĆ”n a Alicia, y a la pareja de amantes Mariana y Francisco; TARDARƁN UN POCO, PERO ESPERENLAS….

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