-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—Bueno, aquĆ estoy —dijo Lisandro, metiendo las manos en el bolsillo mientras movĆa la pierna con nerviosismo.
RenĆ© esbozĆ³ una mirada divertida mientras Roland clavaba una mirada al techo, su objetivo esa tarde era deshuevar al atractivo maduro de cabello cano.
Estaban sentados en la casa de RenƩ.
—¿CĆ³mo estĆ” la relaciĆ³n con tu esposa? —preguntĆ³ Roland.
—Muy bien es una mujer divertida y guapa a la vez.
—¿Y tu hijo? ¿CĆ³mo es? ¿Es mayor de edad?
—SĆ ya es todo un hombre.
—Vaya, ¿tienen buena relaciĆ³n? ¿O tu esposa es mamĆ” gallina y lo sobreprotege?
—MĆ”s bien creo ser yo el que lo sobreprotege en todo; nuestra relaciĆ³n es muy buena.
—Ah, tenemos un padre responsable —comentĆ³ RenĆ©—. ¿Sabes? Eso merece un castigo y se paga con un golpe a las bolas.
—EstĆ”s loco no expondrĆ© mis bolas, son pequeƱas y frĆ”giles.
Hubo un breve momento de silencio y sonrisas cĆ³mplices.
Roland se aclarĆ³ la garganta.
—Bueno, somos nostros dos contra ti. ¿Quien quieres que te faulee primero?
Lisandro los mirĆ³ mortificado.
RenĆ© riĆ³ y se frotĆ³ las manos.
—Ustedes son unos grandĆsimos tramposos —comentĆ³ comodamente Lisandro.
—Hey, ¿por quĆ© lo dices?
—Porque ustedes siempre le revientan los huevos a Marcos, Manuel y a mi pero nunca, NUNCA, he visto que ustedes se peguen en las bolas. NUNCA. Yo estoy a punto de creer que es que no tienen.
—Ja, ja, ja —riĆ³ Roland—, para ser francos estĆ”s diciendo la verdad pocas veces nos hemos pegado y para decir mĆ”s verdades es porque RenĆ© no tiene huevos, Ć©l naciĆ³ con una gran vagina.
—¿Pero quĆ© dices, cretino? —riĆ³ RenĆ© llevandose la mano al bulto y apretandose seductoramente—. AquĆ hay una larga pija que no te entra en la boca y unos huevos que te llenarĆ”n la garganta de leche.
—Roland te invito a que le pegues a RenĆ©... Vamos, RenĆ©, demuestranos que de verĆ”s tienes unos cojones de macho resistente.
Lisandro se acomodĆ³ en el asiento ante la tentativa que estaba ofertando a los dos amigos.
Roland aprovechĆ³ la oportunidad y pateĆ³ duramente las huevas de RenĆ©. Su zapato deportivo chocĆ³ con la impresionante protuberancia en el jeans de su amigo.
RenĆ© dejĆ³ escapar un grito de sorpresa al que inmediatamente le siguiĆ³ un gemido angustiado, su esplda se doblĆ³ y uniĆ³ las rodillas, agarrĆ”ndose la entrepierna.
—Con esto denotamos que RenĆ© si tiene huevos. Ja, ja, ja. Ahora faltas tĆŗ Roland. ¿Tienes pelotas o unos hermosos labios vaginales? Ja, ja, ja. Mira que tu pantalĆ³n no marca nada y regala lĆ”stima—
—Ay, mis bolas, mis bolas —gemĆa RenĆ©.
Roland sonriĆ³.
RenĆ© masajeĆ³ su entrepierna, haciendo muecas de dolor.
—Oh, me duele.
RenĆ© buscĆ³ venganza lanzĆ”ndose contra Roland, pero su amigo rĆ”pidamente reaccionĆ³ dando un paso atrĆ”s, pero RenĆ© fue veloz y evitĆ³ otro golpe en sus testĆculos.
Roland hizo una mueca dejƔndose llevar por el miedo.
En ese momento preciso, RenĆ© lanzĆ³ un puƱetazo brutal contra sus pelotas.
El puƱo de RenĆ© se estrellĆ³ contra el suave montĆculo de carne.
Roland jadeĆ³, sus ojos se abrieron y RenĆ© le siguiĆ³ con otro golpe duro. Sus nudillos se hundieron en el gran bulto de Roland, aplastĆ”ndolo y haciendo que el conductor de noticias dejara escapar un lamento agonizante.
RenĆ© emitiĆ³ una risa triunfalmente, sacudiendo los puƱos, mientras Roland se agarraba la entrepierna con sus manos y mostraba el atractivo rostro contorsionado de dolor.
—Roland tambiĆ©n tenĆa huevos, tenĆa porque ahora es purĆ© de huevos en leche. Ja, ja, ja.
Mientras estaba entretenido bromeando Roland saltĆ³ contra su amigo, arrojĆ”ndolo al suelo y aterrizando encima de Ć©l.
RenĆ© gruĆ±Ć³ mientras Roland golpeaba la rodilla entre sus muslos.
—¡Joder!— gruĆ±Ć³ RenĆ©.
Roland enviĆ³ un rodillazo a las bolas de RenĆ© y despuĆ©s se sentĆ³ sobre su pecho. DesabrochĆ³ el pantalĆ³n de su amigo y metiĆ³ la mano en su calzoncillo, sacando el pene del comentarista deportivo. La polla de RenĆ© era blanca y delgada. Roland sonriĆ³.
RenĆ© se retorciĆ³ y gritĆ³ cuando Roland agarrĆ³ sus testĆculos y los estirĆ³.
RenĆ© gritĆ³ tratando de apartar a Roland de Ć©l, pero Roland logrĆ³ inmovilizarlo desde sus las bolas, apretandolas, haciĆ©ndole echar la cabeza hacia atrĆ”s y gruƱĆr de dolor.
Finalmente, RenƩ pudo envolver sus brazos alrededor de la cintura de Roland, buscando sus genitales.
Roland percibiĆ³ el peligro y retoriciĆ³ los huevos de RenĆ© una vez mĆ”s, provocando en Ć©l un chillido angustiado.
Hubo un breve momento de forcejeo donde RenĆ© intentaba levantarse y huĆr cuando dejĆ³ a Roland con la entrepierna expuesta. Y a pesar del dolor en el que estaba, el tiempo le resultĆ³ perfecto.
Con un rugido agresivo, RenĆ© golpeĆ³ los puƱos entre las piernas de Roland clavĆ”ndolos en su entrepierna y derribandolo contra el suelo.
Lisandro riĆ³ mostrando una gran erecciĆ³n dentro de su pantalĆ³n.
Los ojos de Roland estaban cruzados y de su boca salĆa un gemido ronco. IntentĆ³ alejarse y RenĆ© lo alcanzĆ³ sujetĆ”ndolo de los pies. Roland batiĆ³ las piernas logrando zafarse de su captor.
—AgĆ”rralo, tonto —dijo con emociĆ³n Lisandro.
En un Ćŗltimo intento RenĆ© logrĆ³ agarrar de los tobillos a Roland. AbriĆ³ sus piernas y pateĆ³ fuerte entre los muslos del periodista.
Roland gritĆ³ de dolor retorciĆ©ndose y tratando de escapar.
RenĆ© retirĆ³ el pie por un segundo antes de meterlo de nuevo en las bolas de Roland, provocando un chillido agonizante.
RenĆ© lo dejĆ³ acurrucarse en posiciĆ³n fetal y se mirĆ³ la entrepierna riĆ©ndose al ver su erguida erecciĆ³n.
Roland levantĆ³ la vista haciendo una mueca de dolor.
Lisandro se puso de pie y se acercĆ³ a ellos para mediar.
Fue cuando RenĆ© levantĆ³ la rodilla y estampĆ³ la rĆ³tula Ć³sea con los huevos del canoso hombre robusto.
Lisandro abriĆ³ los ojos y la boca. SoltĆ³ un largo gemido mientras el dolor se filtraba a todo su cuerpo.
RenĆ© volviĆ³ a reĆrse y chocĆ³ de nuevo la rodilla, golpeando otra vez el par de gĆ³nadas haciĆ©ndole soltar a Lisandro un gutural gemido.
RĆ”pidamente, Roland se puso de rodillas y cerrando el puƱo lanzĆ³ un uppercut en las bolas de RenĆ© subiendole las gonadas a la pĆ©lvis.
Los ojos de RenƩ perdieron el foco y sus labios comenzaron a temblar.
—Ooooh
Un lamento agonizante vino desde lo profundo de la garganta de RenĆ©. Su polla fuera del pantalĆ³n empezĆ³ a moverse.
Rolando levantĆ³ el puƱo y golpeando de nuevo las bolas de RenĆ© sacando otro gemido logrando que un pedacito de lĆquido preseminal resbalara de su pene hasta la alfombra.
El cuerpo de RenĆ© estaba inmĆ³vil con el rostro envuelto en una mĆ”scara de dolor.
Otro gancho a los huevos hizo que RenĆ© diera un grito penetrante, y se derrumbara en el suelo. Al mismo tiempo, su pene eyaculĆ³ como una manguera de agua.
Roland lo observĆ³, su propia polla estaba dura y queriendo que le brindaran una relajante paja.
Lisandro y RenĆ© estaban en el suelo masajeando su hombrĆa y no se percararon cuando Roland se bajĆ³ el pantalĆ³n y manipulaba su pene.
Roland jadeĆ³ cuando al poco tiempo de masturbarse un chorrete de semen saliĆ³ de su verga y cayĆ³ en la cara de Lisandro cubriendo sus hermosos rasgos con una gruesa capa de crema blanca.
Otro chorro de semen lloviĆ³ sobre la sala antes de que Roland cayera de espalda sobre el mueble mientras sus amigos quedaban en el suelo cubiertos de dolor y brillante esperma.
Una hora mĆ”s tarde Lisandro habĆa abandonado la casa de RenĆ© y establecĆa comunicaciĆ³n telefĆ³nica con Marcos ChacĆ³n.
—Esta tarde estuve con RenĆ© y Lisandro... Me han dicho que quieren que tengamos una reuniĆ³n con uno de nuestros hijos, ¿quĆ© opinas Marcos?
—SĆ, la verdad no sĆ© quĆ© hacer y a cual de ellos llevar.
—Yo hablarĆ© con mi hijo. ¿Y quĆ© pasa si no llevas a ninguno de tus tres hijos?
Marcos ChacĆ³n contestĆ³ con una risa:
—Me han dicho que si no llevo a ninguno de los tres me arrepentirĆ© y sufrire las consecuencias.
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