Ballbuting entre maduros (13/15): cambio del plan - Las Bolas de Pablo

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18 ago 2017

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Ballbuting entre maduros (13/15): cambio del plan

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
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    —Bueno, aquĆ­ estoy —dijo Lisandro, metiendo las manos en el bolsillo mientras movĆ­a la pierna con nerviosismo.


   RenĆ© esbozó una mirada divertida mientras Roland clavaba una mirada al techo, su objetivo esa tarde era deshuevar al atractivo maduro de cabello cano.


   Estaban sentados en la casa de RenĆ©.


   ā€”ĀæCómo estĆ” la relación con tu esposa? —preguntó Roland.


   ā€”Muy bien es una mujer divertida y guapa a la vez.


   ā€”ĀæY tu hijo? ĀæCómo es? ĀæEs mayor de edad?


   ā€”SĆ­ ya es todo un hombre.


   ā€”Vaya, Āætienen buena relación? ĀæO tu esposa es mamĆ” gallina y lo sobreprotege?


   ā€”MĆ”s bien creo ser yo el que lo sobreprotege en todo; nuestra relación es muy buena.


   ā€”Ah, tenemos un padre responsable —comentó René—. ĀæSabes? Eso merece un castigo y se paga con un golpe a las bolas.


   ā€”EstĆ”s loco no expondrĆ© mis bolas, son pequeƱas y frĆ”giles.


   Hubo un breve momento de silencio y sonrisas cómplices.


   Roland se aclaró la garganta.


   ā€”Bueno, somos nostros dos contra ti. ĀæQuien quieres que te faulee primero?


   Lisandro los miró mortificado.


   RenĆ© rió y se frotó las manos.


   ā€”Ustedes son unos grandĆ­simos tramposos —comentó comodamente Lisandro.


   ā€”Hey, Āæpor quĆ© lo dices?


   ā€”Porque ustedes siempre le revientan los huevos a Marcos, Manuel y a mi pero nunca, NUNCA, he visto que ustedes se peguen en las bolas. NUNCA. Yo estoy a punto de creer que es que no tienen.


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   ā€”Ja, ja, ja —rió Roland—, para ser francos estĆ”s diciendo la verdad pocas veces nos hemos pegado y para decir mĆ”s verdades es porque RenĆ© no tiene huevos, Ć©l nació con una gran vagina.



   ā€”ĀæPero quĆ© dices, cretino? —rió RenĆ© llevandose la mano al bulto y apretandose seductoramente—. AquĆ­ hay una larga pija que no te entra en la boca y unos huevos que te llenarĆ”n la garganta de leche.


   ā€”Roland te invito a que le pegues a RenĆ©... Vamos, RenĆ©, demuestranos que de verĆ”s tienes unos cojones de macho resistente.


   Lisandro se acomodó en el asiento ante la tentativa que estaba ofertando a los dos amigos.


   Roland aprovechó la oportunidad y pateó duramente las huevas de RenĆ©. Su zapato deportivo chocó con la impresionante protuberancia en el jeans de su amigo.
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   RenĆ© dejó escapar un grito de sorpresa al que inmediatamente le siguió un gemido angustiado, su esplda se dobló y unió las rodillas, agarrĆ”ndose la entrepierna.


   ā€”Con esto denotamos que RenĆ© si tiene huevos. Ja, ja, ja. Ahora faltas tĆŗ Roland. ĀæTienes pelotas o unos hermosos labios vaginales? Ja, ja, ja. Mira que tu pantalón no marca nada y regala lĆ”stima—


   ā€”Ay, mis bolas, mis bolas —gemĆ­a RenĆ©.


   Roland sonrió.


   RenĆ© masajeó su entrepierna, haciendo muecas de dolor.


   ā€”Oh, me duele.


   RenĆ© buscó venganza lanzĆ”ndose contra Roland, pero su amigo rĆ”pidamente reaccionó dando un paso atrĆ”s, pero RenĆ© fue veloz y evitó otro golpe en sus testĆ­culos.


   Roland hizo una mueca dejĆ”ndose llevar por el miedo.


   En ese momento preciso, RenĆ© lanzó un puƱetazo brutal contra sus pelotas.


   El puƱo de RenĆ© se estrelló contra el suave montĆ­culo de carne.


   Roland jadeó, sus ojos se abrieron y RenĆ© le siguió con otro golpe duro. Sus nudillos se hundieron en el gran bulto de Roland, aplastĆ”ndolo y haciendo que el conductor de noticias dejara escapar un lamento agonizante.


   RenĆ© emitió una risa triunfalmente, sacudiendo los puƱos, mientras Roland se agarraba la entrepierna con sus manos y mostraba el atractivo rostro contorsionado de dolor.


   ā€”Roland tambiĆ©n tenĆ­a huevos, tenĆ­a porque ahora es purĆ© de huevos en leche. Ja, ja, ja.


   Mientras estaba entretenido bromeando Roland saltó contra su amigo, arrojĆ”ndolo al suelo y aterrizando encima de Ć©l.


    RenĆ© gruñó mientras Roland golpeaba la rodilla entre sus muslos.


   ā€”Ā”Joder!— gruñó RenĆ©.


   Roland envió un rodillazo a las bolas de RenĆ© y despuĆ©s se sentó sobre su pecho. Desabrochó el pantalón de su amigo y metió la mano en su calzoncillo, sacando el pene del comentarista deportivo. La polla de RenĆ© era blanca y delgada. Roland sonrió.


   RenĆ© se retorció y gritó cuando Roland agarró sus testĆ­culos y los estiró.


   RenĆ© gritó tratando de apartar a Roland de Ć©l, pero Roland logró inmovilizarlo desde sus las bolas, apretandolas, haciĆ©ndole echar la cabeza hacia atrĆ”s y gruƱƭr de dolor.


   Finalmente, RenĆ© pudo envolver sus brazos alrededor de la cintura de Roland, buscando sus genitales.


   Roland percibió el peligro y retorició los huevos de RenĆ© una vez mĆ”s, provocando en Ć©l un chillido angustiado.


   Hubo un breve momento de forcejeo donde RenĆ© intentaba levantarse y huĆ­r cuando dejó a Roland con la entrepierna expuesta. Y a pesar del dolor en el que estaba, el tiempo le resultó perfecto.


   Con un rugido agresivo, RenĆ© golpeó los puƱos entre las piernas de Roland clavĆ”ndolos en su entrepierna y derribandolo contra el suelo.


   Lisandro rió mostrando una gran erección dentro de su pantalón.


   Los ojos de Roland estaban cruzados y de su boca salĆ­a un gemido ronco. Intentó alejarse y RenĆ© lo alcanzó sujetĆ”ndolo de los pies. Roland batió las piernas logrando zafarse de su captor.


   ā€”AgĆ”rralo, tonto —dijo con emoción Lisandro.


   En un Ćŗltimo intento RenĆ© logró agarrar de los tobillos a Roland. Abrió sus piernas y pateó fuerte entre los muslos del periodista.


   Roland gritó de dolor retorciĆ©ndose y tratando de escapar.


   RenĆ© retiró el pie por un segundo antes de meterlo de nuevo en las bolas de Roland, provocando un chillido agonizante.


   RenĆ© lo dejó acurrucarse en posición fetal y se miró la entrepierna riĆ©ndose al ver su erguida erección.


   Roland levantó la vista haciendo una mueca de dolor.


   Lisandro se puso de pie y se acercó a ellos para mediar.


   Fue cuando RenĆ© levantó la rodilla y estampó la rótula ósea con los huevos del canoso hombre robusto.
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   Lisandro abrió los ojos y la boca. Soltó un largo gemido mientras el dolor se filtraba a todo su cuerpo.


   RenĆ© volvió a reĆ­rse y chocó de nuevo la rodilla, golpeando otra vez el par de gónadas haciĆ©ndole soltar a Lisandro un gutural gemido.


   RĆ”pidamente, Roland se puso de rodillas y cerrando el puƱo lanzó un uppercut en las bolas de RenĆ© subiendole las gonadas a la pĆ©lvis.


   Los ojos de RenĆ© perdieron el foco y sus labios comenzaron a temblar.


   ā€”Ooooh


   Un lamento agonizante vino desde lo profundo de la garganta de RenĆ©. Su polla fuera del pantalón empezó a moverse.


   Rolando levantó el puƱo y golpeando de nuevo las bolas de RenĆ© sacando otro gemido logrando que un pedacito de lĆ­quido preseminal resbalara de su pene hasta la alfombra.


   El cuerpo de RenĆ© estaba inmóvil con el rostro envuelto en una mĆ”scara de dolor.


   Otro gancho a los huevos hizo que RenĆ© diera un grito penetrante, y se derrumbara en el suelo. Al mismo tiempo, su pene eyaculó como una manguera de agua.


   Roland lo observó, su propia polla estaba dura y queriendo que le brindaran una relajante paja.


   Lisandro y RenĆ© estaban en el suelo masajeando su hombrĆ­a y no se percararon cuando Roland se bajó el pantalón y manipulaba su pene.
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   Roland jadeó cuando al poco tiempo de masturbarse un chorrete de semen salió de su verga y cayó en la cara de Lisandro cubriendo sus hermosos rasgos con una gruesa capa de crema blanca.


   Otro chorro de semen llovió sobre la sala antes de que Roland cayera de espalda sobre el mueble mientras sus amigos quedaban en el suelo cubiertos de dolor y brillante esperma.


   Una hora mĆ”s tarde Lisandro habĆ­a abandonado la casa de RenĆ© y establecĆ­a comunicación telefónica con Marcos Chacón.


   ā€”Esta tarde estuve con RenĆ© y Lisandro... Me han dicho que quieren que tengamos una reunión con uno de nuestros hijos, ĀæquĆ© opinas Marcos?


   ā€”SĆ­, la verdad no sĆ© quĆ© hacer y a cual de ellos llevar.


   ā€”Yo hablarĆ© con mi hijo. ĀæY quĆ© pasa si no llevas a ninguno de tus tres hijos?


   Marcos Chacón contestó con una risa:


   ā€”Me han dicho que si no llevo a ninguno de los tres me arrepentirĆ© y sufrire las consecuencias.




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