Historias de la mitologia (7/?): Descendencia para el rey Egeo (parte 2) Pasion y lucha en Trecen - Las Bolas de Pablo

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26 ago 2017

Historias de la mitologia (7/?): Descendencia para el rey Egeo (parte 2) Pasion y lucha en Trecen

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

ORIGINAL DE: ZATN

   Egeo fue el noveno rey de Atenas, hijo de PandiĆ³n II y Pilia. Fue un fiero guerrero en su juventud, y gran rey para su paĆ­s; Pero en su vida familiar, luego de dos matrimonios y varias amantes, se habĆ­a resignado a no tener descendencia.

   Pero las palabras de un vidente, prediciendo que un hijo suyo serĆ­a un gran rey para Atenas, hacen que el Egeo ponga rumbo con una pequeƱa escolta hacia el ominoso orĆ”culo de Delfos. 

   Tras las ofrendas, Egeo termina siendo tomado de sus grandes testĆ­culos, por el mismĆ­simo dios Apolo, quien le concede una Ćŗnica oportunidad para fecundar, Con el preciado don entre las piernas, el rey ateniense pone rumbo a su naciĆ³n, en donde planea embarazar sin demora a una dama de la ciudad…
…Pero dificultades surgen en su camino, cuando debe enfrentarse contra el talentoso bandido PerĆ­fetes, quien combate contra el rey; terminando Egeo en desventaja al ser pateado en los testĆ­culos.

   SĆ³lo la intervenciĆ³n de su escolta hizo huir al asaltante, Una vez recuperado del maltrato genital, el rey y su comitiva deciden pasar la noche en el cercano reino de TrecĆ©n, donde son acogidos por el rey Piteo.

   Pero en TrecĆ©n los planes del rey Egeo cambiarĆ­an drĆ”sticamente.

   Piteo era el rey de TrecĆ©n, Con una edad un poco mayor que Egeo, gobernaba sin problemas una pequeƱa naciĆ³n que tenĆ­a fama de hospitalaria, y que tenĆ­a cordiales relaciones con su poderoso vecino Atenas.

   Apenas superadas las formalidades, Egeo acepta la invitaciĆ³n del rey para cenar;  Liberado de sus 5 escoltas -que se hospedaban en cĆ³modas habitaciones-, Egeo disfruta a pleno de la excelsa comida y bebida, desplegadas para un magnĆ”nimo invitado, 

   Como sĆ³lo planea pasar esa noche en el paĆ­s vecino, la conversaciĆ³n es extensa entre los reyes; No tarda el curioso Piteo en indaga por el viaje del rey de Atenas, sobre todo con pocos acompaƱantes; SintiĆ©ndose en total confianza, Egeo cuenta su aventura en Delfos y lo dicho por el Dios Apolo.

   Piteo conocedor de orĆ”culos y visiones, cree en todo lo dicho por Egeo, y felicita a su colega rey por el pronto heredero que engendrarĆ” al llegar a Atenas, pero mientras continĆŗan con su festĆ­n el monarca de TrecĆ©n desarrolla una ambiciosa idea.

   Porque no ha de ser ese futuro hijo de Egeo, nieto mĆ­o?...serĆ­a muy provechoso tener un nieto en el trono de Atenas.

   RĆ”pidamente Piteo organiza un plan, Y mientras Egeo toma vino y se rasca los testĆ­culos -debido al leve y persistente calor en sus gĆ³nadas-, el anfitriĆ³n avisa a un sirviente para que haga venir a su hija y princesa de TrecĆ©n, la bella Etra.

   Pocos minutos despuĆ©s la princesa Etra hace su apariciĆ³n, y Piteo la presenta al rey invitado, la joven con gracias y buenos modales agradece su visita, y participa en un brindis propuesto por su padre.

   La joven se marcha y los reyes continĆŗan en su conversaciĆ³n.

   “Que opinĆ”is de mi hija Etra?, no os parecĆ©is una bella doncella rey ateniense”.

   “Sin duda es una joven hermosa, su marido ha de estar complacido en haberla desposado”.

   “Oh pero es una tragedia gran Egeo, el marido de Etra ya hace aƱos que mora en el reino de Hades, apenas seis meses estuvo desposada”.

   “Como asĆ­?, en viudez esta la joven?, pero si se hallase en sus veintes vuestra hija”.

   “Veinticinco ya ha cumplido, y su marido al ser general de mi reino pereciĆ³ en batalla, lo que la condenĆ³ a la viudez prematura, y sin tener de Ć©l descendencia siquiera”.

   “Pero por que no os la volvĆ©is a casar?”.

   “Eso serĆ­a fĆ”cil en un poderoso reino cĆ³mo el que gobernĆ”is, pero aquĆ­ en TrecĆ©n hay pocos nobles solteros dignos de una princesa, y por sangre ella quedarĆ­a en deshonra de casarse con alguien de menos rango… jamĆ”is le humillarĆ­a de esa manera”.

“Es una lĆ”stima en verdad”.

   “Pero a veces algĆŗn extranjero llega a nuestro pequeƱo reino y si es noble, podrĆ­a desposarla”.

   Egeo no era tonto y se percatĆ³ de adĆ³nde iba la conversaciĆ³n del rey Piteo, Etra era una joven bella y su historia era trĆ”gica al estar casi condenada a no volver a desposarse… Pero no estaba interesado en tener una nueva esposa y menos en hacerla madre de su Ćŗnico hijo, como pretendĆ­a obviamente el rey Piteo al saber de su orĆ”culo.

   “Rey Piteo, lo que estĆ”is sugiriendo no podrĆ” ser jamĆ”s, no me casarĆ© nuevamente, y menos darĆ© un hijo de Atenas a su reino TrecĆ©n”.

   Ante una disculpa de Piteo por lo que pretendĆ­a y un pedido de explicaciĆ³n de porque no darle un nieto con su hija, Egeo le hizo ver que dada su infertilidad, sus primos y sobrinos podrĆ­an pelearle el trono a un hijo suyo que no fuera de padre y madre Atenienses, por ellos su heredero debĆ­a ser hijo de una mujer noble de Atenas, asĆ­ nadie discutirĆ­a por su derecho al trono.

   Piteo entendiĆ³ los motivos de Egeo y dio por superado el asunto… pero en el fondo no era asĆ­… de una forma o de otra, Egeo le darĆ­a un nieto!…Y sabĆ­a exactamente como lo lograrĆ­a.

   Un tiempo despuĆ©s Piteo ofreciĆ³ una prueba de sus mejores vinos… famoso era su reino por la exquisitez del licor, y retĆ³ a Egeo a probarlos todos.

   Egeo cayĆ³ en la trampa, y se dedicĆ³ un buen rato a beber de los vinos… el alcohol seria el medio para lograr desinhibirle, y que olvidara sus planes… rindiĆ©ndose a darle un nieto con su hija Etra.

   Y hablando de ella, Piteo de inmediato fue con ella y le comunicĆ³ su plan.

   La princesa se escandalizĆ³ ante la propuesta de su padre: Acostarse con un hombre mayor, ebrio y contra su voluntad, todo antes de que se marche al dĆ­a siguiente.

   La joven se negĆ³ de inmediato.

   “Nunca padre mĆ­o!. Nunca podrĆ­a mi persona hacer tal cosa!”.

   El padre insistiĆ³ con descaro:

   “Hacedlo!… el vino hace su parte y vos, con tus atributos femeninos conseguirĆ©is llevarle esta noche al lecho… usĆ”is el cuerpo que os dieron los dioses, sois bella!, si le seducĆ­s… caerĆ” rĆ”pidamente en vuestra cama”.

   Etra se escandalizo ante tales palabras:

   “Padre no hablĆ©is asĆ­!... no soy una moza de burdel, soy una princesa!, y no se hacer tales cosas!, me ofendĆ©is!”.

   “No os quiero insultar hija mĆ­a, pero vos sabĆ©is seducir hombres, ya estuvisteis casada, y por ello no desconoces los gustos varoniles”.

   La princesa guardĆ³ silencio enrojecida. Su padre continuĆ³:

   “Hija!, es vuestra oportunidad!, desde los diecinueve estĆ”is viuda, y sabed bien que no conseguirĆ©is marido nuevamente…esta es la Ćŗnica manera de que lleguĆ©is a tener el tan anhelado hijo que deseĆ”is…aceptad dormir con Egeo, hacedlo!”.

   Las palabras del rey afectaron a la princesa, era cierto que odiaba su soledad y siempre habrĆ­a querido tener un bebĆ© que criar…pero lo pensĆ³ un instante y su moral se impuso:

   “Pero padre mĆ­o, es un engaƱo!, el rey Egeo no desea dormir con vuestra hija, no podrĆ­a  aceptar hacerle tal maldad”.

   Piteo se molestĆ³ por la renuencia de su hija, Que importaba si Egeo querĆ­a o no dormir con ella, cĆ³mo fuera debĆ­a lograr que engendrara un hijo en TrecĆ©n.

   “Muchacha tonta, cĆ³mo os atrevĆ©is a desobedecer lo que dice vuestro padre!, tu harĆ©is lo que os ordene u os castigarĆ©!, no sĆ³lo por ir en contra del padre, sino en contra de vuestro rey tambiĆ©n!, obedeced!”.

   “Pero padre…”.

   Piteo amenazo con abofetearla y recalcĆ³!

   “Obedeced!!, Acostaos con Ć©l!”.

   Etra con lĆ”grimas en los ojos aceptĆ³.

   “Lo harĆ© padre… yacerĆ© con el rey Egeo”.

   “Aseguraos de lograrlo…poned de tu empeƱo”.

   “Lo harĆ©…le seducirĆ©”.

   Una gran sonrisa apareciĆ³ en el rostro del rey Piteo, ahora sĆ³lo facilitarĆ­a las cosas para su hija, ordenĆ³ llevar mĆ”s vino a su invitado.

   Pronto Egeo estaba ebrio, y la apariciĆ³n de Etra significĆ³ la retirada de todos del salĆ³n real, El cual fue cerrado de inmediato… AllĆ­ mismo su hija serĆ­a fecundada por el rey ateniense.

   Etra consintiĆ³ al rey de muchas maneras, acercando su bello cuerpo al alcance del rey, luego procediĆ³ a mostrarle un seno, lo que casi deja a Egeo desorbitado; La princesa combinaba seducciĆ³n con la bebida, presentĆ”ndo sus pechos desnudos junto a un par de copas de vino…Una verdadera tentaciĆ³n para Egeo, que no hallaba que  par degustar primero.

   Pero Etra se lo hizo fĆ”cil, derramando el vino en sus pechos, para que el excitado rey le lamiese hasta la Ćŗltima gota.

   Etra jadeĆ³ en verdad al sentir la lengua del viril macho lamer sus tetas. La dama tampoco dejaba de observar la entrepierna del invitado…abultadĆ­sima su tĆŗnica…
…Y aĆŗn mĆ”s al ser estimulada por la joven, que constantemente le tocaba el alto   pene sobre sus ropas.

   “Oh rey Egeo, estĆ”is muy excitado, querĆ©is yacer conmigo?”.

   Egeo ni siquiera respondiĆ³ y se abrazĆ³ a las piernas de la joven, llenĆ”ndoselas de besos.

   “Oh Etra, eres una hermosa mujer… aceptadme, no puedo soportar mĆ”s estar sin vos!”.

   Ya todo estaba dado, y Etra se despojĆ³ de la parte inferior de sus vestidos, mostrando a plenitud su bello cuerpo. 

   Cuando Egeo se desnudĆ³, Etra vio con agrado que el fĆ­sico de Egeo a pesar de su edad, era admirable!, el hombre se conservaba bien y era muy atractivo con una amplia musculatura.

   Egeo obnubilado por la bebida y el hermoso cuerpo de Etra, se lanzĆ³ sobre ella besĆ”ndole, el cuello, pechos y cada centĆ­metro de su blanca piel; La  princesa inicialmente se sintiĆ³ incomoda ante el sexo ordenado por su padre, pero con el pasar del tiempo las caricias delicadas del rey Egeo y el contacto con sus prominentes genitales, provocaron una real excitaciĆ³n en la mujer...Que importaba el aliento a fuerte licor mientras la besaba, y que Egeo triplicara su edad, Etra deseaba yacer con el rey ateniense.

   La pasiĆ³n femenina la llevĆ³ a palpar con habilidad y delicadeza, el enorme pene del rey, y tras observarlas un rato… sostuvo fascinada entre sus manos los pesados y colosales testĆ­culos del Egeo.

   "TenĆ©is las bolas grandes, rey Egeo!".

   "Os impresionan, verdad princesa!".

   "No os lo puedo negar! y se sentid muy calientes...os tenĆ©is fiebre rey Egeo?, o el vino os las ponĆ©is asĆ­?".

   El gozoso monarca respondiĆ³ con orgullo:

   "Lo que palpĆ”is es mi heredero, el gran Dios Apolo me ha bendecido con un calor que producirĆ” un gran hijo para mi reino...para maƱana por la noche estarĆ© fecundando el vientre de una digna dama de Atenas, quien parirĆ” a mi hijo".

   Etra callĆ³ al confirmar lo dicho por su padre; AdemĆ”s evidenciaba plenamente cĆ³mo el vino afectaba la mente del rey, quien no se daba cuenta que su semilla, saldrĆ­a de Ć©l esa noche y nada llegarĆ­a a Atenas…Sus planes estaban por arruinarse.

   Y la noche de Sexo habrĆ­a de comenzar…Una jornada maravillosa, pero que sĆ³lo mĆ”s adelante sabrĆ”n que sucediĆ³.

   Muy avanzada la noche, Piteo husmeĆ³ el sitio del encuentro y observo a la pareja dormir, centro su mirada en Egeo, que denotaba una amplia sonrisa de satisfacciĆ³n en su profundo sueƱo, el rey tratĆ³ de acercarse lo mĆ”s posible e hizo ruidos para llamar afuera del salĆ³n a su hija, quien advertida se vistiĆ³ y fue con Ć©l; El rey de TrecĆ©n querĆ­a le informase de como transcurriĆ³ la noche de pasiĆ³n.

   Sin el menor tacto el padre preguntĆ³:

   "SucediĆ³?, recibisteis su semilla?...eres ahora fecunda del descendiente de Egeo?".

   Etra bajo el rostro y con las manos en el bajo vientre respondiĆ³:

   "Si padre...me ha embarazado!, no me es posible explicarlo, pero puedo sentir el calor en mi vientre...sĆ© que le parirĆ© un hijo!, sin duda ha sido la voluntad de los Dioses".

   El feliz Piteo le dio permiso  de ir a sus aposentos, pero la hija rehusĆ³:

   "No padre, me quedarĆ© y cuando despierte el rey, deberĆ© deciros lo sucedido!, entiendo ahora que se ha vuelto mi deber disculparme con Ć©l, por embriagarle y seducirle".

   "Pero despertarĆ” de un mal humor sin duda, y enfadado con vos estarĆ”!, podrĆ­a perder los estribos el rey, hija mĆ­a...no quiero que os vaya a lastimar del enfado".

   "SĆ© que se enfadarĆ” conmigo y lo merezco, pero no temo su justo enojo, aceptarĆ© mi culpa y vos tambiĆ©n debĆ©is de aceptad la vuestra padre!; Y no os preocupĆ©is por mi bienestar padre mĆ­o, yacĆ­ con Ć©l y ello me ha hecho conocerle un poco... sĆ© que no es un hombre violento con las mujeres, ningĆŗn daƱo me harĆ”!...AdemĆ”s recordad que ahora soy la madre del heredero que tanto ha anhelado el rey de Atenas".

   “Ya veo, estarĆ”s bien entonces hija mĆ­a”.

   “Pero no vos!, cuando el rey Egeo junto a su escolta vayan a reclamaros…las cosas podrĆ­an terminar mal…no quiero que todo esto lleve a la violencia”.

   Piteo sonriĆ³ y explicĆ³: “De la escolta del rey no me preocupo, ellos se encontrĆ”is en inmejorables manos jajaja”.

   “Que habĆ©is hecho padre?”.

   “Me encarguĆ© de sus 5 guardianes, proveyĆ©ndoles de buena compaƱƭa femenina…temo que se hallarĆ”n demasiado ocupados hasta maƱana como para darle apoyo al enojado Egeo”.

   “Padre, como pudisteis hacer eso…es muy vulgar!”.

   “Jajaja, tan vulgar como las mujerzuelas que les puse en sus habitaciones…ellas les atenderĆ”n muy bien…”.

   “Oh callaos!, no quiero oĆ­r mĆ”s!”.

   “Y porque no?, despuĆ©s de todo las rameras de nuestro pequeƱo reino tiene su fama de ser irresistibles…debĆ©is de conocer lo que el resto de Grecia habla de nuestra gente jajajaja”.

   “Calla!”. Etra le dio la espalda mientras regresaba con el durmiente Egeo, la forma de actuar y de hablar de su padre la habĆ­an enfadado en verdad…se comportaba demasiado indigno de su rango de rey.

   Piteo se marchĆ³ convencido de que Etra estarĆ­a bien, Aunque tenĆ­a una relativa molestia con ella por haberle, no sĆ³lo dicho en su cara que debĆ­a disculparse con Egeo por la treta, sino tambiĆ©n por el cuestionamiento sobre la guardia ateniense.

   Etra llegĆ³ ante Egeo, y tras besar con cariƱo el rostro del durmiente rey ateniense, volviĆ³ a dormir a su lado.

   AmaneciĆ³, y los escoltas del rey Egeo despertaban al tener la costumbre de levantarse temprano para cumplir sus deberes con el soberano ateniense…Pero las prostitutas enviadas por Piteo hicieron bien su labor, no sĆ³lo recordĆ”ndoles que Egeo habĆ­a asistido a un banquete con el rey de TrecĆ©n (por lo que sin duda despertarĆ­a tarde), sino que para que olvidaran cualquier instinto del deber, les proporcionaron una nueva jornada sexual.

   AsĆ­ entonces, mientras sus “concubinas” les siguieran complaciendo en todo, los 5 escoltas no dejarĆ­an por ahora sus respectivas y cĆ³modas habitaciones.

   Mucho mĆ”s avanzada la maƱana, despertaba por fin el satisfecho Egeo.

   El rey de Atenas abre los ojos y con un dolor de cabeza, no sabe en donde se encuentra, pero pasan los segundos y buscando respuestas mira a su lado…allĆ­ estĆ” la durmiente Etra!; Su sorpresa es grande al deducir que ha dormido con la princesa…la memoria pronto le confirma el hecho.

   “Pero que hice???”.

   El monarca levanta las cobijas y observa su pene flĆ”cido, pero con restos de semen en la punta…es la confirmaciĆ³n fĆ­sica de que yaciĆ³ con la joven.

   En ese momento, sus movimientos y quejido hacen despertar a la mujer; El rey al fin se da cuenta de lo que realmente significa el haber dormido con la princesa...
…Egeo impactado, se toca los testĆ­culos, Con rapidez los palpa en toda su amplia superficie....busca algo que ya no estĆ”.

   “Oh no!, mis huevas…Oh gran Dios Apolo, he perdido el calor que me distĆ©is…mi heredero!!”.

   Las palabras son escuchadas por Etra quien despierta, enseguida reacciona a la queja del rey.

   “Vuestro heredero yace en mi vientre rey Egeo, estoy agradecida con vos por haberme preƱado”.

   “Noooo!, esto no debiĆ³ suceder asĆ­!”.

   TocĆ”ndose el vientre la joven expresĆ³: “Entiendo ahora bien lo que comentasteis sobre el calor de vuestras bolas, es producto de los dioses… El sentirlo en mi interior me hace muy feliz”.

   El heredero de Egeo que debĆ­a nacer en Atenas ya no tendrĆ” lugar, ahora su hijo serĆ” un prĆ­ncipe de TrecĆ©n… el ver frustrado sus planes enfada a Egeo, quien se levanta bruscamente… sus grandes bolas se bambolearon ante el brusco mover, llamando la atenciĆ³n de la princesa (quien durante la noche habĆ­a dedicado bastante tiempo en  acariciar esas colgantes partes).

   Egeo no sabe quĆ© hacer ante lo ocurrido, pero en su enfado no ha pensado en la culpa del rey Piteo.

   “TĆŗ!, mala mujer!, Oh dioses, el vino…vuestro cuerpo, vuestro cuerpo desnudo…me habĆ©is puesto una trampa!!”.

   Etra se asustĆ³ ante el enfado del varĆ³n, y le pidiĆ³ perdĆ³n.

   “Me habĆ©is engaƱado!, tĆŗ me habĆ©is seducido!, me embriagasteis y sedujiste para que me acostara con vos!”.

   Etra se arrodillĆ³ ante las fuertes piernas abiertas del rey, y casi bajo los grandes genitales del varĆ³n, bajĆ³ la cabeza y expresĆ³:

   “Perdonadme rey Egeo, soy culpable de haberos engaƱado, es cierto!, use mi cuerpo  y mis encantos de mujer, para que me aceptases en el lecho, pero os juro por las diosas como testigo, que no fue mi intenciĆ³n”.

   “Oh calla mujer malvada!”.

   “Os lo juro!, No era mi querer el perjudicar vuestros deseos”. 

   Egeo a pesar de su gran ira, admite en su interior que le cree a la joven!, su sinceridad es muy clara, asĆ­ como su real arrepentimiento…Por algĆŗn motivo no logra verla como la gran culpable…Es en ese instante que recuerda mejor su conversaciĆ³n con el rey Piteo…Y de inmediato todo tiene sentido.

   “Ah, por fin entiendo quiĆ©n es el real responsable de esta villanĆ­a!, fue vuestro padre quien planeo todo esto verdad!?”.

   Etra voltea la cara buscando no responder la pregunta, habĆ­a decidido tomar toda la culpa para evitar un conflicto entre los reyes; Su padre sin duda se merecĆ­a todo el enojo de Egeo, pero siendo ella una buena hija, y una mujer de buenos sentimientos, querĆ­a evitar un pleito…no sĆ³lo por el bien de su padre, sino tambiĆ©n el del propio Egeo.

   El silencio de la princesa no hace mĆ”s que confirmar las cosas.

   “Entonces es vuestro padre Piteo quien planeo todo…es un canalla y un tramposo!, me la has de pagar Piteo!”.

   Egeo fue en busca de una prenda, y apenas vio un pedazo de tĆŗnica, la enrollo alrededor de su pelvis para cubrir su desnudez…y aprestarse a salir.

   “Esperad…es cierto!, mi padre planeo todo, pero soy culpable por haber aceptado hacer tal maldad a vos, desquitaos conmigo, odiadme!, pero no busquĆ©is pelea a mi padre”.

   “Pues eso es lo que harĆ©…le hare pagar de malas maneras”.

   “No debĆ©is ir…os pueden hacer daƱo”.

   “SerĆ” Ć©l quien terminarĆ” siendo daƱado por mi mano…eso os lo juro!”.

   En ese instante Egeo levantĆ³ a la arrodillada Etra, y le exigiĆ³ le dijera donde estaba su padre a esta hora.

   La princesa denegĆ³ con la cabeza, no le dirĆ­a nada, asĆ­ evitarĆ­a el enfrentamiento.

   Egeo se enfadĆ³, y le dio un fuerte sacudĆ³n a la frĆ”gil joven.

   Asustada por el uso de fuerza del varĆ³n, la princesa suplicĆ³: “Por favor no me lastimĆ©is”.

   “JamĆ”s lastimarĆ­a  a una mujer!... y menos a una que no es mĆ”s que una vĆ­ctima de las maquinaciones de su padre…pero si querĆ©is mi perdĆ³n me tenĆ©is que decir donde esta vuestro progenitor”.

   La asustada Etra se negĆ³ de nuevo.

   “Donde esta ese cobarde, decĆ­dmelo!...hacedlo princesa, no protejĆ”is a ese canalla!”.

   Etra finalmente baja la cabeza y accede; Le informa que su padre a estas horas de la maƱana se halla en los suntuosos cuartos de baƱo; Para alegrĆ­a de Egeo el sitio estĆ”  bastante cerca…su desquite pronto tendrĆ” lugar.

   “No vayĆ”is!, mi padre tiene escolta, no podrĆ©is llegar a Ć©l…por vuestro bien permaneced aquĆ­, os lo ruego!”.

   “No me importa su escolta, le darĆ© una lecciĆ³n!”.

   Etra se aferra a su brazo para que no vaya, pero el rey se libera sin dificultad.

   “Quedaos aquĆ­!, lo que sucederĆ” son asuntos entre varones”. OrdenĆ³ Egeo, antes de salir en busca del rey Piteo.

   Etra queda preocupada, Egeo esta decidido y es un hombre fuerte en verdad, pero estĆ” en TrecĆ©n, y su padre aun en el baƱo estarĆ” con su escolta…pueden lastimar al rey de Atenas.

   El trayecto hacĆ­a el baƱo es corto y Egeo lo cubre en poco tiempo.

   El rey ni siquiera piensa en su propia escolta (la cual no estĆ” en condiciones de apoyarle)….este es un asunto personal, y el como un guerrero, pelea sus propias batallas, se encargarĆ” de darle un buena reprimenda al rey Piteo!; Un insulto tan grande como el que ha padecido, sĆ³lo se resolverĆ” castigĆ”ndole con sus propias manos.

   Egeo ingresa al baƱo en medio de su furia, en un primer cuarto de baƱo se hallan tres hombres de la escolta privada del rey Piteo, todos usan taparrabos por hallarse en tan hĆŗmedo y reservado lugar, los gritos de Egeo pidiendo la salida del rey, hacen que este emerja de un cuarto de baƱo mĆ”s atrĆ”s, junto a un Ćŗnico escolta de mĆ”s confianza.

   “QuĆ© querĆ©is?”.

   “Cobarde!, falso!, embaucador!, me las has de pagar bellaco!”.

   Piteo no intenta negar nada, la treta era demasiado obvia, pero con actitud engreĆ­da le hace ver en donde se encuentra.

   “Lo lamento mucho si no os gustĆ³ lo que planee para con vos, pero recordad que estĆ”is en mi paĆ­s, y comportad, o hare echaros a la fuerza de palacio”.

   Egeo no perderĆ” tiempo en palabras y quiere ir contra el rey, Piteo al verle ordena a sus tres guardias apresarle y llevarle al calabozo…El trio de inmediato le obstruye el camino

   El rey de TrecĆ©n ha dado la orden y espera se cumpla, le da la espalda al reclamante y regresa con su escolta personal  al alejado trasfondo del baƱo.

   Egeo con pocas ropas le harĆ” frente a sus tres rivales, quienes sabiendo que habrĆ” forcejeo, se retiran sus escasas prendas, quedando desnudos.

   Los guardias, mĆ”s jĆ³venes y confiados en su musculatura y virilidad, subestiman el poder fĆ­sico del rey ateniense; Ahora iniciarĆ” una batalla digna de una guerra Griega.

   El rey les enfrenta, y apenas se ve rodeado por los tres guardias, hace trastabillar a uno, de un fuerte puƱetazo en el rostro.

   Egeo es un guerrero y darĆ” la pelea que sea necesaria, los otros dos guardias ven que es un rival fuerte, y se plantan firmes para una pelea difĆ­cil.

   Se inicia un enfrentamiento a corta distancia y de intercambio, Egeo, recibe fuertes puƱetazos, pero con una endurecida masa muscular, resiste bien los golpes…
…puƱos, codazos, rodillazos y patadas, se dan por doquier.

   En cierto momento uno de los escoltas se lanza contra la cadera de Egeo, sacĆ”ndole en el proceso las ligeras prendas de vestir del rey, quedando tan desnudo como sus rivales.

   Los guardias ven los enormes atributos del rey de Atenas, y mĆ”s de uno piensa en golpearlo allĆ­, pero su honor y el ser mĆ”s en nĆŗmero, postergan esa desleal idea.

   Pero a pesar de la desventaja, la pelea pronto es muy favorable a Egeo. El rey ateniense tiene gran habilidad pugilĆ­stica y de sometimiento…por lo que logra inmovilizar a un guardia con una llave de reducciĆ³n, los desnudos hombres forcejean en la mitad del cuarto de baƱo.

   Egeo no da tiempo para que los otros dos escoltas rescaten a su amigo, pues con velocidad conecta fuerte y sĆ³lidos golpes sobre la espalda y nuca de su sometido oponente, dejĆ”ndole sin sentido en el suelo…Ahora le restan sĆ³lo dos adversarios.

   Sorprendidos por las habilidades del monarca para dominar a su rival en el suelo y deshacerse de Ć©l, los dos escoltas redoblan ahora la fuerza de sus golpes.

   Egeo siente los impactos de los dos sujetos, que coordinadamente se intercalan para golpear al rey…
…La defensa de Egeo es buena, pero no deja de debilitarse ante el daƱo recibido, pero sus rivales tambiĆ©n sienten sus golpes y se ven en problemas.

   En cierto momento Egeo buscando imponerse, logra tomar  a uno del hombro, espera reducirlo en el suelo como al primer guardia, pero este atrapado individuo sabe lo que le espera de dejarse derribar, y con desesperaciĆ³n contraataca!

   Forzadamente logra voltearse y dada la cercanĆ­a con el rey, no duda en atacarlo bajo con la rodilla.

   Egeo la ve venir, ladea la cadera y cierra las piernas, por lo cual el rodillazo que le enviĆ³, golpea entre su muslo y su largo y flĆ”cido pene.

   El rey evitĆ³ el golpe bajo, pero por la cercanĆ­a de Ć³rganos, no dejo de sentir algo de dolor en sus sensibles bolas.

   Un segundo se encorvĆ³ el soberano al sentir el leve daƱo en sus cojones, de inmediato y enfadado, hizo una profunda inspiraciĆ³n y superĆ³ su molestia gonadal.

   El honor en combate, y el orgullo de guerrero son muy grandes en Egeo, asĆ­ que tal ataque le es escandaloso; Es asĆ­ como el rey sostiene entre las manos sus gigantescos huevos, y se los enseƱa a su atacante.

   “Cobarde!!, estos son los que querĆ©is golpeadme?, pues intentadlo mejor, guerrero sin honor!…pelead como hombre que sois…dejad los golpes bajos para las hembras, o entonces si sois hembra?, venid entonces, venid hembras, venid y pegadme en ellos, aquĆ­ los tenĆ©is!!!!!!!!!”.

   Enfadado por haber fallado, y por la burla del rey, el escolta se lanza contra Ć©l!…Ni siquiera observĆ³ los cojones que le “OfrecĆ­a” Egeo, iba contra el rostro del ateniense!…pero Egeo lo que querĆ­a era provocarlo, y por ello le fue mĆ”s fĆ”cil de golpear…
…A Ćŗltimo momento, el rey soltĆ³ sus grandes huevas, se colocĆ³ de lado, y lanzĆ³ una patada alta, que se estrellĆ³ contra el pecho del guardia…

   Mientras conectaba el fortĆ­simo golpe, sus cojones bamboleaban groseramente  entre sus separadas piernas.

   Es el fin del segundo guardia, quien impactado en el tĆ³rax, siente su respiraciĆ³n desfallecer, y cae pesadamente al suelo.

   El tercer guardia no se amedranta, pues decidiĆ³ que solo podrĆ” ganarle de una forma….y en el cuerpo a cuerpo el si le meterĆ” un rodillazo en las bolas, con eso la victoria serĆ” suya!.
De inmediato realiza su cobarde plan, pero Egeo lo esperaba, y recibe el golpe en su pene, pues escurre sus bolas tras de sĆ­, es todo un acto de malabarismo!….moviĆ³ sus muslos hĆ”bilmente, y logra colocar sus grandes bolas, un poco mĆ”s atrĆ”s….al tiempo que vuelve a cerrar los muslos. AsĆ­ sus colosales gĆ³nadas le quedan en la retaguardia…y a salvo!.

DespuĆ©s del previo intento de golpe bajo…estaba mĆ”s que alerta, y recurre a todo para evitar volver a ser golpeado; Como en el primer golpe fallido, el impacto se transmitiĆ³ levemente a sus bolas, sin efecto importante...
…El que si sufriĆ³ fue el miembro viril, pero nada que una sobada no le repusiera.

   Pero de lo que no se percatĆ³ Egeo, fue de la reacciĆ³n del primer guardia vencido, Ć©ste al despertar, se hallaba en el piso, pero justo detrĆ”s del rey de Atenas. Y puede contemplar sus gordas bolas…mĆ”s que expuestas para poder atacarlas…ve su venganza!.

   Centrado en su pleito frontal, a Egeo (con las pelotas aparentemente a salvo tras sus muslos), le es fĆ”cil rematar a su adversario sin moverse siquiera; Usa un ataque rĆ”pido en forma de un potente gancho a la mandĆ­bula del rival, quien cae como un muƱeco de trapo. 
El rey ateniense no alcanza a sonreĆ­r por la supuesta victoria, cuando es atacado inesperadamente…y justo en su mĆ”s sensible Ć”rea.

   El sujeto del piso con toda la saƱa, saco fuerzas y las proyectĆ³ en forma de un brutal talonazo contra esas grandes huevas.

   El golpe por la retaguardia tomĆ³ descuidado a Egeo, que solo sintiĆ³ como sus dotadas  pelotas eran aplastadas.

   El rey sĆ³lo reaccionĆ³ con un alarido.

   “AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!!!!”.

   De inmediato el adolorido varĆ³n se doblĆ³ a la mitad, mientras abrĆ­a las piernas y llevaba sus manos para cubrir su sensible Ć”rea golpeada.

   Los dientes del rey se apretaron unos contra otros, intentando evitar salir otro quejido; CĆ³mo pudo alcanzĆ³ a voltearse, observando a un sonriente guardia, que sentado, se jactaba de haber lastimado severamente a su enemigo.

   Para Ć©l era la perfecta venganza por haberle noqueado hace un rato. 

   Mientras esto sucedĆ­a, Etra que no se habĆ­a atrevido a salir del cuarto, escuchĆ³ a distancia el poderoso grito de Egeo… La princesa siente desesperaciĆ³n!, a pesar de apenas conocer al rey ateniense, entiende perfectamente su molestia hacia su padre…Es una justa bĆŗsqueda de vengar el engaƱo que le ha hecho!; Pero tambiĆ©n es seguro que un solo hombre saldrĆ” lastimado si enfrenta a los escoltas de su padre…
…Y ese fuerte grito es la prueba de que estĆ” pasando!

   A toda prisa sale en busca de Egeo, para ayudarle!, le suplicarĆ” a su padre para que  sus guardias no le hagan mĆ”s daƱo al hombre que le ha dado un hijo.

   Egeo por su parte, siente los huevos en la garganta, pero la ira por haber sido atacado por detrĆ”s le hace expresar:

   “Cobardeeeee!!!...atacĆ”is por detrĆ”s…y a las bolas!, miserable!... no he conocido en toda Grecia…a alguien mĆ”s cobarde que vos!”. 

   Las palabras del ofendido rey no molestaban a su agresor, a quien el deseo de venganza le dominaba.

   “Oh gran Zeus…mis huevos!”. Se queja Egeo al sentir como le arden las huevas por dentro, pero no se dejarĆ” vencer por esto.

   Egeo le da ahora por completo el frente a un rival, quien sin esfuerzo se ha incorporado y renovado sus Ć­mpetus de pelea…El rey ateniense estĆ” en desventaja  fĆ­sica, y mĆ”s cuando destina una mano a cubrir su hombrĆ­a herida…esa mano por ahora no se moverĆ” de allĆ­!... No dejara sus huevos desprotegidos… de recibir un nuevo golpe ahĆ­ abajo, serĆ­a su fin.

   Luego de tomar algo de aire, Un Egeo enfadado y adolorido, decide pagarle a su golpeador con la misma moneda… no serĆ” deshonroso para Ć©l golpearle en los bajos, pues responde a quien inicialmente dio ese golpe a traiciĆ³n. Disimuladamente ve las bolas de su enemigo… unos testĆ­culos de tamaƱo promedio, pero que frente a sus colosales huevas, se hacen ver mĆ”s que pequeƱos…

…Sin duda una abierta y verbal comparaciĆ³n de dimensiones, le generarĆ­an a su rival una gran vergĆ¼enza.

   Ambos rivales estĆ”n mermados en sus fuerzas, pero Egeo a costa de gran esfuerzo, sabe que podrĆ” dar un ataque… Su expresiĆ³n de queja y sufrir, sabe que harĆ”n creer a su oponente que no es capaz de moverse… pero le darĆ” una veloz sorpresa!

   Cuando el guardia se lanza contra Ć©l, Egeo (a pesar de solo tener una mano libre) con velocidad y sin dar un paso, le da un golpe de puƱo en la nariz al individuo, que no esperaba tal agresiĆ³n.

   El rey toma de nuevo la iniciativa, y sin apenas moverse, se coloca de medio lado ante su aturdido rival… Sin piedad lanza un manotazo con rapidez y precisiĆ³n contra la entrepierna del guardia..
…el dorso de la mano y dedos de Egeo, golpea como un lĆ”tigo contra los desprotegidos testĆ­culos del sujeto, quien ante tal castigo, sĆ³lo retrocede la pelvis por el impacto y tuerce los ojos… Es tal el sorpresivo golpe a su hombrĆ­a que ni siquiera emite quejido alguno.

   Egeo piensa en rematarle pero ve que es innecesario… el guardia estĆ” derrotado…Simplemente le toca la frente y el hombre se desploma al suelo sin sentido.

   El ateniense ha derrotado al trio de guardias!

   Egeo ha vencido, pero el dolor testicular aun lo merma bastante, de inmediato busca recuperar fuerza, asĆ­ que abre un poco las piernas, se pone las manos en la cintura, y a su mĆ”xima capacidad, toma amplias bocanadas de aire…
… la expansiĆ³n total de su caja torĆ”cica, asĆ­ como el aumentar la presiĆ³n en su abdomen, poco a apoco le dan algo de alivio… Por Ćŗltimo un rĆ”pido masaje a las bolas, nunca estĆ” de mĆ”s. 

   Ya mĆ”s repuesto, fija la mirada en la siguiente habitaciĆ³n y no pierde mĆ”s tiempo!, atraviesa un pĆ³rtico y accede a cuarto de baƱo posterior…allĆ­ hallarĆ” a Piteo.

   Apenas sale del lugar, Etra ingresaba observando un terrible escenario… 3 guardias de su padre noqueados... la joven por piedad les presta auxilio, no sin antes desviar un poco la mirada para evitar ver la desnudes de los hombres.

   Piteo que imaginaba una fĆ”cil derrota del rey ateniense (mĆ”s al oĆ­rlo gritar), y de seguro su detenciĆ³n en unos cĆ³modos aposentos… Se sorprende ahora al ver entrar al desnudo Egeo a la parte trasera el baƱo… A seguir tendrĆ” lugar un enfrentamiento entre reyes!.

ContinuarĆ”…

Gracias
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