Historias de la mitologia (8/8): Descendencia para el rey Egeo (3/3) - Las Bolas de Pablo

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20 oct 2017

Historias de la mitologia (8/8): Descendencia para el rey Egeo (3/3)

Diversos relatos basados en la mitologĆ­a griega, agregĆ”ndoles el necesario y siempre esperado contenido  Ballbusting, tanto Femenino/Masculino como M/M.

Contiene 
Sexo Heterosexual 
Ballbusting Masculino/Masculino
Orginal de: ZATN.

   Egeo rey de Atenas e hijo de PandiĆ³n II y Pilia, habĆ­a llegado al vecino reino de TrecĆ©n, en donde pasĆ³ la noche camino a su naciĆ³n, para lograr,-gracias al OrĆ”culo de Delfos-, tener por fin un heredero.

   Pero el Rey de TrecĆ©n Piteo, quiere que el hijo de Egeo sea su nieto, y aduce un plan para lograr sus propĆ³sitos…
…Mediante amenazas, obliga a su joven y viuda hija Etra, a seducir al alcoholizado rey de Atenas, dĆ”ndose el encuentro sexual entre ellos, quedando asĆ­ finalmente embarazada.

   Al dĆ­a siguiente, un enfurecido Egeo busca venganza contra el Monarca de TrecĆ©n quien es el responsable de todo; AsĆ­ en el cuarto de baƱo, se da una pelea entre el molesto rey y 3 de los escoltas de Piteo.

   La pelea es intensa, y a pesar de recibir un fuerte golpe en sus grandes testĆ­culos, Egeo resulta vencedor…Y a continuaciĆ³n irĆ” por el mismo Piteo!   

   Antes de conocer los sucesos entre Egeo y Piteo, conocerĆ”n con mĆ”s detalle cĆ³mo fue la intimidad del Rey ateniense con la bella Etra:

   En medio de toqueteos, besos y toda clase de disfrute, Egeo no pudo contener mĆ”s su pasiĆ³n y con decisiĆ³n empujĆ³ a la mujer contra los abundantes cojines… 
…Ya era el momento para la verdadera acciĆ³n!

   Con la mujer acostada boca abajo, el rey pudo degustar con la mirada el amplio trasero de Etra, Babeo un instante ante semejante manjar de retaguardia. 

   “Oh gracias gran Zeus! lo que me habĆ©is dado a probar esta noche…”.

   La princesa se asustĆ³ un poco ante las proporciones viriles del varĆ³n y le expresĆ³: 

   "Sed delicado gran rey, vuestra polla es mĆ”s grande que la de mi difunto esposo". 

   De nada sirviĆ³ la advertencia, pues Egeo no pudo mĆ”s y metiĆ³ el pene en su vagina…el miembro la penetrĆ³ con rapidez, entrando a profundidad y generando en Etra un grito de placer y dolor. Egeo se preocupĆ³ un momento y le suplicĆ³:

   "Soportad toda mi virilidad princesa!, resistid un poco, Os aseguro que hoy te harĆ© olvidar toda las noches de amor con tu marido".

   El alcoholizado Egeo embistiĆ³ con mĆ”s fuerza a Etra, la cual reaccionĆ³ de buena forma…el pene seguidamente le dio placer, llevĆ”ndola  a pedir mĆ”s verga; El hombre mayor la volvĆ­a loca con el goce, algo que la mujer no creĆ­a por la edad del rey...
…Que equivocada estaba la princesa!, Egeo era un magnifico amante, con sus mĆ”s de 50 aƱos, tenĆ­a aĆŗn la potencia de un hombre joven, sumado a su experiencia amatoria…Sin duda un hombre perfecto en la cama.

   Con mimos, caricias y bellas frases, Egeo complaciĆ³ a la princesa. Etra pronto alcanzĆ³ el mayor orgasmo de su vida, pero sĆ³lo era el principio para Egeo.

   El rey la cabalgo como a una yegua, y Etra vio casi todas las posiciones sexuales antes de terminar el rey.

   La pasiĆ³n desmedida se daba mientras las pelotas de Egeo no paraban de brincar entre los gruesos muslos de ateniense…Para terminar siempre estrellĆ”ndose contra el perineo de la mujer.

   Y tras un largo tiempo de penetrar esa vagina, las grandes bolas del monarca por fin se recogieron bajo su verga, listas a llenar de lĆ­quidos masculinos el interior de la princesa de TrecĆ©n.

   Etra sintiĆ³ como un abundante y fuerte chorro de esperma ardiente le llenaba vagina y Ćŗtero. Egeo del goce no se percatĆ³ como el calor previo de sus huevas le abandonaba y se trasladaba al Ćŗtero de Etra, quien abrumada, tampoco se percatĆ³ del calor fecundador que le invadĆ­a.

   Etra quedĆ³ satisfecha y se recostĆ³ de medio lado, mientras Egeo jadeaba a plenitud, y le sacaba en pene aun chorreando leche.

   Pero el rey a pesar de hallarse somnoliento por reciĆ©n eyacular, y el exceso de vino, dio seƱas a la mujer de volver a abrirle las piernas…el varĆ³n querĆ­a penetrarla de nuevo.

   La princesa veĆ­a la esperable cara de sueƱo de Egeo, pero ahora se alarmaba con el pene del rey, que si bien estaba untado de esperma, comenzaba a recuperar fuerzas.

   Etra nunca habĆ­a tenido sexo tan seguido, su difunto marido se lo hacĆ­a una vez y ambos procedĆ­an a dormir satisfechos, Pero era obvio que Egeo era mucho mĆ”s viril que otros hombres, y a pesar de su sorpresa, aceptarĆ­a continua fornicando con Ć©l.

   Una nueva y larga secciĆ³n de sexo ocurriĆ³, y el rey no ceso en bombear la vagina de la hembra. 3 orgasmos consecutivos sacudieron el cuerpo de la princesa, que jadeaba como animal sediento.

   Enseguida otro abundante paquete de esperma abandona los grandes huevos de Egeo, la mujer sintiĆ³ el derramar de toda esa leche fuera de su repleta vagina.

   Una vez mĆ”s el par esta exhausto, pero Egeo no ha tenido suficiente!. El inagotable macho ateniense querĆ­a un tercer postre, y meneando su verga larga y flĆ”cida, esperaba despertarla…
…pronto la estimulaciĆ³n hizo efecto.

   “Esperad, rey Egeo!”. Etra se asustĆ³ pues se sentĆ­a agotada, y de reiniciarse la acciĆ³n sexual, estarĆ­a en una clara desventaja.

   Cuando Egeo ignorĆ³ su suplica, y erecto a plenitud se arrodillo sobre ella…     
                                                                                
   (Acomodando su glande en la entrada de la cueva femenina)…Etra actuĆ³!, llevĆ³ una mano a su entrepierna y le tocĆ³ las huevas.

   "Oh princesa!...veo que os gustĆ”is demasiado mis bolas. Degustadlas, palpadlas y hasta besĆ”dmelas…haced cuanto querĆ”is".  

   Pero lo que buscaba Etra era calmarle...alguna vez cuando estaba por contraer matrimonio, pidiĆ³ consejos a sus damas de compaƱƭa, sobre lo que sucederĆ­a con su esposo la noche de bodas…
…Llena de curiosidades, la inexpertas princesa no se cohibiĆ³ de preguntar hasta a sus sirvientas…y fue precisamente una de ellas, -que tenĆ­a buena experiencia en asuntos de cama- , quien le enseĆ±Ć³ un truco para calmar la pasiĆ³n masculina.

   La mujer le instruyĆ³ sobre un masaje con la punta de los dedos… muy relajante, dirigido a los testĆ­culos de su cohabitante de cama, Con la finalidad de provocarle un dulce sueƱo.

   La experimentada instructora, le dejĆ³ bien claro que debĆ­a de usarse sĆ³lo despuĆ©s de eyacular el varĆ³n, donde la plenitud y satisfacciĆ³n, traĆ­an normalmente una baja en la atenciĆ³n de los hombres y una fuerte sensaciĆ³n de somnolencia…
…Entonces el masaje lo Ćŗnico que harĆ­a, serĆ­a estimular las sensaciones de goce en las gĆ³nadas masculinas, llevando a una extrema relajaciĆ³n y el consiguiente sueƱo…

   “Aprended que los huevos son el punto dĆ©bil de los machos, en todo el sentido!” -le dijo la sirvienta-, “no solo fĆ­sico, por sed donde mĆ”s os les duele… sino sabed tambiĆ©n que es el lugar mĆ”s sensible en el sexo!…tocĆ”ndoselos, le podĆ©is llevar tanto el goce, cĆ³mo a la relajaciĆ³n”.

   Etra tomĆ³ atenta nota de todo lo enseƱado, tambiĆ©n la advertencia de la “maestra”, pues le recalcĆ³ que el masaje sĆ³lo funcionarĆ­a luego de venirse el macho, ya que de hacerse previo a la eyaculaciĆ³n, tendrĆ­a el efecto contrario, y simplemente aumentarĆ­a las ganas de fornicar de los varones.

   De casada nunca puso lo aprendido en prĆ”ctica, pues el esposo con una fornicada quedaba satisfecho…Pero ahora con el rey ateniense, la princesa de veĆ­a en verdaderas dificultades, y sin opciĆ³n alguna decidiĆ³ jugĆ”rsela con el masaje relajante.

   Con habilidad, Etra estimulaban el escroto de Egeo, logrando el deseo esperado en el hombre sobre ella. El rey quedĆ³ inmĆ³vil disfrutando como los suaves y pequeƱos dedos de Etra acariciaban con dedicaciĆ³n sus grandes bolas…Pronto fueron las dos manos de la mujer, las que le daban gusto.

   "Oh Etra!, Siiii, acariciĆ”dmelas!...Oooh que goce me dais princesa, Ooooh!". 

   El masaje testicular funcionaba, y sumĆ³ bastante al adormecimiento que presentaba Egeo, quien arrodillado y casi cubriendo a la mujer, no dejaba de sonreĆ­r.

   La mujer de alegrĆ³ al ver como los parpados de Egeo se hacĆ­an pesados, y cuando el rey bostezĆ³, disminuyĆ³ la frecuencia de las caricias, pero a la vez dedicando mĆ”s al detalle….cada dedo hacia maravillas en el sensible y extenso escroto del rey.

   Egeo en su adormecimiento, se dio cuenta que se dormĆ­a…no podrĆ­a seguir haciĆ©ndole el amor a Etra…no querĆ­a dejarla, asĆ­ que trato de resistir.

   LlevĆ³ una mano a su entrepierna, tomando la muƱeca de Etra

   “Esperad princesa….me estĆ” dando sueƱo…”.

   Etra no desistirĆ­a, harĆ­a dormir a Egeo cĆ³mo fuera, y sin importar que sujetara su mano, ella continuĆ³!; Ahora que estaba logrando debilitarle,-estimulando su punto dĆ©bil sexual-, no cesarĆ­a hasta dormirle.

   “Princeeeesaaaa….princeee…. prin….”.

   Egeo se derrumbĆ³ sobre ella!, el hombre habĆ­a caĆ­do completamente dormido.

   Etra sonriĆ³ orgullosa, habĆ­a parado el exagerado deseo sexual del macho de Atenas; Por un instante le miro el rostro, y le pareciĆ³ el hombre mĆ”s tierno del mundo…que lindo se veĆ­a ese hombre mayor, en los brazos de Morfeo (el Dios de los sueƱos).

   Finalmente con cuidado retirĆ³ al hombre de encima suyo, y le cobijĆ³ adecuadamente… La noche de sexo para el rey de Atenas...habĆ­a terminado.

   Etra descansĆ³ merecidamente, y de pronto percibiĆ³ un calor en su Ćŗtero...sonriĆ³ pues se daba cuenta de que era cierto lo dicho por su padre y por el mismo rey de Atenas…Se hacĆ­a realidad lo anunciado por el OrĆ”culo…ahora esperaba un hijo de Egeo.

   Y ahora regresamos a lo sucediĆ³ en el baƱo al dĆ­a siguiente…

   Tras derrotar a los 3 escoltas, Egeo penetra en el Ć”rea del baƱo, mĆ”s al fondo, el lugar privado del rey Piteo.

   Ante la vista del enfurecido rey de Atenas, una gran sorpresa invade a Piteo, jamĆ”s esperĆ³ que superase a los 3 escoltas que dejĆ³ para detenerlo…
…la mirada de enfado de Egeo le hace retroceder un instante, pero el valor le regresa y se muestra jactancioso.

   “Iros de aquĆ­, no tengo nada de quĆ© hablaros”.

   Pero su respuesta no hizo mĆ”s que provocar a Egeo:

   “Os voy a dar una buena paliza para que paguĆ©is por el mal que me hiciste!”.

   Piteo no se mostrĆ³ inseguro, aĆŗn tenĆ­a un escolta que le protegiese, y tenĆ­a intenciones de participar en la pelea contra Egeo si era necesario

   “Primero tenĆ©is que vencer al resto de mi guardia”. Mientras hablaba detallĆ³ la desnudez de Egeo, con una larga y flĆ”cida verga y ese par de toronjas colgando entre sus piernas, el rey de TrecĆ©n sintiĆ³ algo de vergĆ¼enza al comparar sus desnudos genitales de tamaƱo promedio, por lo que ladeo instintivamente su cadera, para ponerlos fuera de la vista del dotado rival.

   En ese instante el enfrentamiento entre hombres desnudos se da; El escolta, es veloz y con sus 25 aƱos impone su ventaja en el veterano adversario.

   Egeo estĆ” mĆ”s dĆ©bil ahora luego del triple combate que tuvo, y no se recupera aĆŗn del todo del golpe en sus huevas, pero no dejarĆ” de luchar, ahora tan cerca de castigar al miserable de Piteo.

   El intercambio de golpes es intenso, y Piteo observa con Ć”nimo cĆ³mo su escolta propina un fuerte puƱo en la quijada a Egeo, haciĆ©ndole trastabillar…
…El rey se ve en problemas, no podrĆ” contra este cuarto oponente, pero Ć©l tiene algo de mĆ”s que su rival…y no se referĆ­a a las pelotas enormes (que ademĆ”s debe mantener a salvo) sino a la experiencia…
…Es asĆ­ como el rey ateniense se barre contra las rodillas de su rival, un movimiento inesperado y efectivo, pues logra golpear y lesionar la rodilla izquierda del escolta. Ahora aprovechando la ventaja, se dedica a golpear por arriba, y conecta unos buenos golpes a los costados del joven rival.

   Piteo se muerde los labios de la ira, al ver cĆ³mo Egeo va ganando.

   De un momento a otro ve conveniente intervenir…pero no se arriesgarĆ” a verse frente a frente a Egeo, quien ante sus ojos ha demostrado gran habilidad en combate…

   Con cobardĆ­a extrema se dirige a su enemigo por la espalda.

   Cuando con un golpe en la quijada derrumba a su oponente, Egeo se ve victorioso, tiene al escolta mareado, y piensa que hasta es innecesario rematarle…la victoria es suya…Pero no se percata que ha dejado la guardia baja, Y Piteo puede ver su objetivo a golpear…los grandes huevos de Egeo, colgando sin protecciĆ³n alguna entre los separados muslos del rey rival. 

   Con toda la predeterminaciĆ³n, Piteo tomĆ³ impulso y proyecto su empeine entre las piernas del distraĆ­do Egeo…El rey ateniense sintiĆ³ cuando sus huevos eran impactados, y estrellados contra su cuerpo.

   La risa de Piteo es opacada por el intenso grito de Egeo, que exclama un: 

   “AAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH!!”.

   El grito del monarca, es escuchado con fuerza en el vecino baƱo, donde la joven Etra atendĆ­a a los inconscientes guardias vencidos por el ateniense.

   “Por los Dioses!”. Es la expresiĆ³n de la princesa, que ubica de donde viene el grito. De inmediato se dirige en ayuda del obviamente lastimado Egeo…Se pregunta que le habrĆ” pasado para gritar de esa manera.

   Egeo arruga el rostro, y se cubre las huevas, voltea como puede y con la mirada asesina a Piteo:

   “Coo…cobarde!, no tenĆ©is honor…cĆ³mo podĆ©is ser rey, Ughh!”.

   “Cobarde?, no me es importante lo que tenga que haceros a vos, pero perderĆ©is esta pelea”.

   La ira ante el traicionero golpe por parte de su enemigo y un soberano, hacen que Egeo supere rĆ”pidamente el dolor. La adrenalina esta al mĆ”ximo recorriĆ©ndole el cuerpo, y Egeo con tres profundas respiraciones siente algo de alivio...MĆ”s aun cuando observa cĆ³mo Piteo con una sonrisa se burla:

   “Te doliĆ³ eso?...ahora sabrĆ©is quiĆ©n es quiĆ©n en un pleito entre reyes”.

   Piteo va contra Egeo, pero Ć©ste logra moverse para su sorpresa, aun asĆ­ el rey de TrecĆ©n se lanza con todo contra su rival, buscando acabar la pelea lo mĆ”s pronto posible.

   Cuando se da el intercambio de golpes, Etra ingresa al baƱo, pero no es vista por los concentrados soberanos, la chica viendo en combate en medio de la desnudez de ambos, queda impactada y no emite sonido alguno.

   Egeo inicialmente con una mano acunando sus bolas, no se defiende bien, y recibe impactos en el rostro, pero a pesar de la pesadez de sus piernas, puede moverse y esquivar la mayorĆ­a de los ataques…
…Unos segundos despuĆ©s siente mĆ”s fuerza en sus 4 miembros y lanza un sorpresivo golpe de gancho contra Piteo, quien retrocede por reflejo, y se muestra desesperado y arrinconado ante la obvia recuperaciĆ³n de su enemigo.

   Egeo estĆ” decidido a acabarlo, y a pesar del intenso ardor testicular, lleva al rey de TrecĆ©n contra la pared, de inmediato le propina un pesado puƱo en el estĆ³mago y hace doblar al rey Piteo… Un nuevo puƱetazo esta vez en la cara, y su rival cae al suelo.

   Ahora la victoria es por fin suya, y a continuaciĆ³n iniciarĆ” su desquite contra Piteo, le darĆ” una buena paliza para que aprenda; El robusto y desnudo ateniense se halla ante el derribado Piteo, quien adolorido y molesto, sabe que le han vencido.

   A la distancia, Etra se alarma ante la vista de su progenitor en el suelo…es cierto que se merece algĆŗn castigo por haber engaƱado a Egeo, pero la joven detesta la violencia, y le preocupa el bienestar de su padre.

   “Por favor rey Egeo, no lastimĆ©is mĆ”s a mi padre!, disculpadle el mal que os ha causado”.

   Egeo voltea el rostro asombrado de quien les observa, nunca esperĆ³ que Etra se hallase allĆ­…no era el lugar para una princesa.

   “MarchĆ”os de aquĆ­!”.

   “Os lo ruego, dejadle…no le peguĆ©is mĆ”s”.

   La sĆŗplica de Etra hace dudar un momento a Egeo, quien tras pensarlo rĆ”pidamente le dice:

   “Alejaos princesa, no os inmiscuĆ­s en asuntos de varones…regresad al salĆ³n!”.

   Pero al voltear su rostro hacia Etra, Egeo se habĆ­a distraĆ­do de su rival, lo que fue percibido por el derribado Piteo.

   El rey de TrecĆ©n aprovechĆ³ que su oponente tenĆ­a la guardia baja, y sin la menor vergĆ¼enza se decidiĆ³ a atacarle!.

   Con las fuerzas que le quedan, Piteo cerrĆ³ el puƱo y lo lanzĆ³ contra los enormes y colgantes huevos de Egeo. 

   El puƱetazo es sĆ³lido y aplasta la delicada carne gonadal contra el pubis…logrando deformar esas voluminosas huevas.

   Egeo siente sus bolas ser aprisionadas, de inmediato tuerce los ojos y estalla con el dolor, que desde la entrepierna le recorre todo el cuerpo.

   Apenas la pelvis del rey retrocede por la fuerza del impacto, la garganta real, se abre en toda su dimensiĆ³n para expresar su dolor:

AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!”.

   Recibir en poco tiempo un segundo golpe en sus grandes huevas, es demasiado para el rey, quien enseguida se desploma de espaldas

   “Oh Dioses!!!!”. ExclamĆ³ la bella Etra al presenciar el brutal, y traicionero impacto.

   Piteo se jacta de su suerte, ese puƱetazo es demasiado efectivo y su rival parece acabado, pero no se confiarĆ” como la primera vez que lo golpeo bajo…
…de inmediato Piteo le propina un puntapiĆ© en el costado, haciendo ladear a Egeo, que a pesar del infernal dolor, se mueve buscando cubrirse.

   “Basta padre!”. Grita Etra a la distancia.

   “No te metas Etra, quedaos allĆ”!”. OrdenĆ³ tajantemente el padre.

   Un segundo puntapiĆ© al costado y Egeo queda ahora de rodillas, sin saber cĆ³mo salvarse de los ataques…
…Desesperado y desorientado por su sufrir, Egeo no se ha dado cuenta en la posiciĆ³n en la que se halla; Adolorido de sus costados, ha descuidado sus enormes bolas, y estĆ”n una vez mĆ”s al alcance de Piteo, que sabiamente se ha colocado por detrĆ”s del arrodillado rey de Atenas…
…La postura deja los colosales huevos de Egeo prestos al ataque…Es una invitaciĆ³n a una cruel patada.

   Una enorme sonrisa en la boca de Piteo, es vista por Etra que tambiĆ©n observa lo expuesto que estĆ” el rey de Atenas…sabe lo que harĆ” su padre…y contra que delicada Ć”rea.

   “CubrĆ­os rey Egeo!!!!”. Intenta en vano advertir la princesa, pero es muy tarde.

   La patada de Piteo es certera y contundente; La punta de su pie impacta el centro del escroto de Egeo, arrancĆ”ndole el alarido mĆ”s fuerte de su vida.

   AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!

   “Padre, Noooooooo!!!!!!”. La alarma es inaudita en la joven testigo, quien por primera vez estĆ” presenciado como un hombre es golpeado en los testĆ­culos… y de maneras tan bestiales.

   Con los ojos en blanco y la boca abierta y babeante, Egeo adopta la posiciĆ³n fetal, Enseguida pierde el color en su rostro, para de inmediato apretar los dientes tan fuertes, casi al punto de la fractura. El dolor que siente en todo su fĆ­sico, y hasta en el cerebro, le ha paralizado por completo.

   Piteo conoce que con lo fuerte que le ha dado en las bolas, y sumado a ser un Ć”rea previamente lastimada…la victoria es completamente suya!; Seguidamente camina en busca de sus vestimentas, allĆ­ tiene su daga personal. Ahora con mĆ”s confianza apunta su arma contra el rival tirado en el piso.

   “MĆ”s os vale que dejĆ©is ya tu ataque a mi persona!, estĆ”is vencido Egeo!, no quiero lastimaros mĆ”s!; Aceptadlo y ya!...lo sucedido es inevitable, con tu semilla habĆ©is fecundado a mi hija, y nacerĆ” tu ansiado heredero, pero serĆ” un prĆ­ncipe de TrecĆ©n por ser mi nieto, asĆ­ serĆ”n las cosas!”.

   Egeo lo miraba con odio, querĆ­a matarlo, pero el dolor en los huevos no le dejaba ni respirar bien. EmpezĆ³ a respirar lentamente, buscando que cada bocanada de aire a sus pulmones, aliviar su dolor testicular…pero no serĆ­a tan rĆ”pida la mejorĆ­a…Estaba vencido por completo.

   Piteo le hablĆ³ a su hija:

   “Etra….atendedle!, siendo vos la princesa de TrecĆ©n, tĆŗ y sĆ³lo tĆŗ poseĆ©is el rango para tal hombre lastimado…supongo que sois la Ćŗnica dama digna de atender a un soberano”.

   La mujer, algo aletargada por todo lo ocurrido, corriĆ³ hacia Egeo, y le comenzĆ³ a tocar la frente:

   “Como os encontrĆ”is?…resistid por favor, os atenderĆ©”.

   “Uuugggghhhhhh!!”, El quejido de Egeo hace que la joven le reclame a su padre:

   “Padre, porque le habĆ©is pegado ahĆ­!, no es honorable...”. Piteo le contesta:

   “Sin duda era un rival duro de vencer, pero al dadle en las bolas, le dejĆ© sin reacciĆ³n”.

   “Padre, Egeo se hallaba en indefensiĆ³n…y le disteis una patada derribado…fuisteis un cobarde”.

   Piteo le regaƱa:

   “CĆ³mo os atrevĆ©is!, respetad a tu rey!”, seguidamente el padre decide no entrar en mĆ”s conflictos, empezando por no discutir con su hija, y cambia el tema:

   “AdemĆ”s tu misma me habĆ©is ayudado a vencerle, no os quejĆ©is”.

   “No es verdad!, no os he ayudado!”.

   “Le distrajisteis, y eso me dio tiempo de golpearle”.

   La princesa se dirige al adolorido rey vecino: “No es cierto!, rey Egeo creed lo que digo, yo nunca quise…”.

   Piteo la interrumpe:

   “De todas formas no importan mĆ”s sus bolas, Os ha preƱado ya!… los que le colgĆ”is al rey ya no le serĆ”n mĆ”s de utilidad, Egeo sĆ³lo era fĆ©rtil por esa ocasiĆ³n”.

   Etra responde:

   “No importa si no ha de poder preƱar mujer alguna, esa parte es de demasiada valĆ­a para los varones…Y mĆ”s en el maravilloso Egeo, cuyas pelotas son grandes y le permiten liberar abundante semilla”.

   Piteo se molestĆ³ por el comentario, no es de su agrado el repentino y excesivo gusto de su hija por Egeo, pues sĆ³lo han estado una noche, y obligada al principio…Pero la misiĆ³n estĆ” cumplida y para evitar mĆ”s lĆ­os decide marcharse.

   Piteo saliĆ³ del baƱo, mientras la princesa acercaba su rostro al del derribado y adolorido hombre, seguidamente se disculpĆ³:

   “Perdonadme rey Egeo, os juro que no era mi intenciĆ³n causarle tal mal….mi padre se equivoca, yo no le prestarĆ­a jamĆ”s ayuda alguna para que pudiera lastimaros…creedme por favor”.

   “Lo en…entiendo princesa…sĆ³lo ayudadme a volver al salĆ³n, os lo ruego…”.

   La mujer viendo que lo importante ahora es atenderle, se disculpa por no ayudarle enseguida, y le ofrece su hombro como apoyo para levantarle.

   Con lentitud, la chica logra que el pesado varĆ³n recupera la verticalidad. Y sirviĆ©ndole de bastĆ³n, la pareja avanza a lento pero constante paso, para regresar al amplio y cĆ³modo salĆ³n en donde yacieron anoche.

   Ella le ofrece disculpas por todo lo malo que ha pasado, incluyendo los golpes bajos dados por su padre, y nuevamente por ayudar en el engaƱo de anoche. Egeo en su agonĆ­a la exculpa:

   “No os disculpĆ”is mĆ”s, desde anoche tengo claro que sois solo una vĆ­ctima en las maquinaciones de Piteo, toda la culpa es de vuestro padre, princesa…Piteo es un cobarde!, y un rey sin escrĆŗpulos a mi parecer”. La mujer le ayuda a recostarse en el lecho.

   “Disculpad a mi padre, Ć©l es buen rey, pero harĆ­a lo que fuese por el bienestar de TrecĆ©n, y cree que un nieto rey de Atenas ayudara a nuestra naciĆ³n”.

   Egeo con dificultad para hablar, le insiste a la princesa, que no justifica la conducta de su padre.

   Una vez el rey acostado, Etra se dedica en cuerpo y alma a mejorar la lastimada hombrĆ­a del rey.

   AllĆ­ le aplica rico masaje, y compresas frĆ­as en las huevas; Con el alivio, la princesa entabla otra clase de conversaciĆ³n con el padre de su futuro hijo:

   “Por favor reconocedlo, serĆ” un maravilloso hijo, fuerte y guerrero como vos…y tendrĆ” las bolas tan grandes como las vuestras rey Egeo…TambiĆ©n le rezarĆ© a Afrodita para que le bendiga con buena descendencia”

   Ante lo que escuchaba, Egeo temiĆ³ por la suerte de su hijo si heredaba unas bolas como las suyas, no querĆ­a que el chico sufriera tanto por tener tamaƱas pelotas.

   “Esperemos que no le lleguen a pegar en las bolas, os aseguro que de ser asĆ­ sufrirĆ” mucho el muchacho”.

   “No os preocupĆ©is, le he de consagrar al poderoso Dios PoseidĆ³n, os juro que le hare muchas ofrendas para que siempre le dĆ© su protecciĆ³n al niƱo”.

   Los buenos tratos por parte de la mujer, y la entretenida conversaciĆ³n logran mejorar el Ć”nimo del rey ateniense, quien da por superado el incidente y decide aceptar por fin la situaciĆ³n…
…Le informa a la princesa que ya no buscarĆ” vengarse de Piteo, y serĆ” por sus peticiones, pues si fuera por Ć©l le matarĆ­a. 

   TambiĆ©n le confirma que reconocerĆ” a su hijo, pero no cuando nazca, no puede hacerlo dado el origen extranjero de su madre, no lo puede presentar en Atenas por el momento, pues pondrĆ­a su vida en peligro.

   Ante las dudas de Etra, le explica lo ya mencionado a Piteo en la noche anterior: El bebĆ© serĆ­a una amenaza para los muchos familiares ambiciosos que podrĆ­an buscan el trono a la muerte de Egeo; Al saber de la existencia de un hijo del rey con una extranjera, no lo reconocerĆ­an como heredero, y hasta buscarĆ­an matarle para que no les estorbase en su camino al trono… Por eso sĆ³lo cuando su hijo sea ya un adulto, podrĆ” ir a Atenas, para defender y reclamar lo que por derecho es suyo.

   “SerĆ” un rey, un buen rey, pero por ahora y para que se hallase seguro, tendrĆ©is que mantenerse su identidad en secreto, criadlo vos como prĆ­ncipe de TrecĆ©n, vuestro cobarde padre estarĆ” de acuerdo, pues a futuro el nieto que criarĆ©is ha de poseer el trono de Atenas, como fue su deseo desde el principio...
…No he de volver nunca a estas tierras, asĆ­ estarĆ” a salvo el secreto del origen del niƱo, y ademĆ”s prefiero no volver a ver a vuestro progenitor, matarle es lo que a todo momento me nace hacerle”.

   Ya repuesto el rey por completo, y rodeado de su distraĆ­da escolta, empaca sus cosas y prepara su partida.

   Antes de eso, Egeo conduce a Etra a las afueras de la ciudad, allĆ­ busca una pesada  roca, y con su fuerza de varĆ³n la rueda para dejar en el sitio, sus zandalias y espada, de inmediato devuelve la piedra a su lugar, y asi sus pertenencias quedan fuera de la vista.

   “Esto serĆ” con lo que el muchacho ha de probar que es mi hijo, Cuando veais que posee la fuerza suficiente, traedle aquĆ­ para que levante esta tosca roca, verĆ©is como se hace dueƱo de lo mĆ­o, con espada y zandalias, habrĆ” de ir ante mi a reclamar el reino de Atenas”.

   Etra entendiĆ³ perfectamente las indicaciones, pero en su mente habĆ­a algo que debĆ­a confesar al rey antes de nunca mĆ”s verle:

   “Debo deciros lo que siento por vos rey Egeo…Os amo!, sois un hombre maravilloso, vuestra valentia no tiene igual, y a pesar de sĆ³lo haber yacido conmigo una vez…siento bellas cosas por vos”.

   “Mi seƱora…yo no puedo…”.

   “Dejadme terminar por favor…No os sentid obligado a nada, lo nuestro fue producto de un engaƱo, por ello jamĆ”s le deberĆ­a obligar a casarse conmigo, no es justo, y eso lo he entendido…pero me es grato saber que estuve con vos y algo de vos quedĆ³ en mĆ­… Y de ello nacerĆ” lo mejor de mi vida que es este niƱo; SĆ³lo me era necesario el deciros lo que hay en mi corazĆ³n”.

   Egeo le agradeciĆ³ sus sentimientos y le dio un gran beso. Tras lo cual puso camino de regreso a la ciudad.

   Etra por Ćŗltima vez hablĆ³:

   “Esperad!...Que nombre tendrĆ”?”.

   “Tu decididlo!, pero estoy seguro que si sois con Ć©l solo un poco de lo buena que sois con todos, el niƱo se volverĆ” el mejor de entre los prĆ­ncipes y hĆ©roes”.

   Etra se ruborizĆ³ con las lindas palabras de Egeo, y le siguiĆ³ a la ciudad.

   A los pocos minutos, Egeo y su escolta desaparecĆ­an de la vista del reino de TrecĆ©n.

   Y las cosas sucedieron como se planeĆ³, El niƱo fue llamado Teseo, y su infancia transcurriĆ³ en compaƱƭa de su madre y abuelo en la ciudad de TrecĆ©n… Sin saber sobre su real padre. El niƱo creciĆ³ sano y fuerte, heredĆ³ de su padre los enormes testĆ­culos, y a diferencia de este a futuro tendrĆ­a una abundante descendencia.

   Cuando cumpliĆ³ los diecisĆ©is aƱos, su madre le revelĆ³ el secreto de su paternidad y le condujo a la roca que ocultaba las pertenencias de Egeo. Teseo pudo levantar la piedra sin dificultad, calzarse las sandalias y envainar la espada de su padre, e iniciar su viaje a Atenas para ser reconocido como hijo del rey.

   Teseo llego a convertirse en uno de los mayores hĆ©roes de la mitologĆ­a griega, una de sus mayores sus proezas fue matar al terrible Minotauro (Historia publicada en estas sagas mitolĆ³gicas).

   Por su parte, Egeo continuĆ³ reinando en Atenas, y tras mĆ”s de una dĆ©cada volviĆ³ a casarse; Medea, una ambiciosa hechicera le convenciĆ³ de hacerla su esposa y reina de los atenienses, a cambio de usar sus artes mĆ”gicas para hacerle fĆ©rtil…
…Egeo conservaba el deseo por ser padre de nuevo (aĆŗn a su avanzada edad), y los sucesos de TrecĆ©n habĆ­an sucediĆ³ hace tanto, que no esperaba ya que algĆŗn dĆ­a fuera a aparecer un joven declarĆ”ndose como su hijo. AsĆ­ entonces la decisiĆ³n del rey de no volver a casarse quedĆ³ atrĆ”s.

   Todo se dio como Medea prometiĆ³, y la nueva reina de Atenas le dio un segundo hijo, claro que por primogenitura el trono fue para Teseo, cuando Ć©ste finalmente se presentĆ³ ante su padre. 

Fin.

Gracias
Comentarios a  zatniktiel@hotmail.com

CON ESTE RELATO TERMINA LA SAGA DE HISTORIAS DE LA MITOLOGIA; A FUTURO (TAL VEZ EL PROXIMO AƑO), PODRIA PUBLICAR UNA SEGUNDA TEMPORADA DE ESTOS RELATOS MITOLOGICOS.



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