Historias de la mitologia (8/8): Descendencia para el rey Egeo (3/3) - Las Bolas de Pablo

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20 oct 2017

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Historias de la mitologia (8/8): Descendencia para el rey Egeo (3/3)

Diversos relatos basados en la mitologĆ­a griega, agregĆ”ndoles el necesario y siempre esperado contenido  Ballbusting, tanto Femenino/Masculino como M/M.

Contiene 
Sexo Heterosexual 
Ballbusting Masculino/Masculino
Orginal de: ZATN.

   Egeo rey de Atenas e hijo de Pandión II y Pilia, habĆ­a llegado al vecino reino de TrecĆ©n, en donde pasó la noche camino a su nación, para lograr,-gracias al OrĆ”culo de Delfos-, tener por fin un heredero.

   Pero el Rey de TrecĆ©n Piteo, quiere que el hijo de Egeo sea su nieto, y aduce un plan para lograr sus propósitos…
…Mediante amenazas, obliga a su joven y viuda hija Etra, a seducir al alcoholizado rey de Atenas, dĆ”ndose el encuentro sexual entre ellos, quedando asĆ­ finalmente embarazada.

   Al dĆ­a siguiente, un enfurecido Egeo busca venganza contra el Monarca de TrecĆ©n quien es el responsable de todo; AsĆ­ en el cuarto de baƱo, se da una pelea entre el molesto rey y 3 de los escoltas de Piteo.

   La pelea es intensa, y a pesar de recibir un fuerte golpe en sus grandes testĆ­culos, Egeo resulta vencedor…Y a continuación irĆ” por el mismo Piteo!   

   Antes de conocer los sucesos entre Egeo y Piteo, conocerĆ”n con mĆ”s detalle cómo fue la intimidad del Rey ateniense con la bella Etra:

   En medio de toqueteos, besos y toda clase de disfrute, Egeo no pudo contener mĆ”s su pasión y con decisión empujó a la mujer contra los abundantes cojines… 
…Ya era el momento para la verdadera acción!
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   Con la mujer acostada boca abajo, el rey pudo degustar con la mirada el amplio trasero de Etra, Babeo un instante ante semejante manjar de retaguardia. 

   ā€œOh gracias gran Zeus! lo que me habĆ©is dado a probar esta nocheā€¦ā€.

   La princesa se asustó un poco ante las proporciones viriles del varón y le expresó: 

   "Sed delicado gran rey, vuestra polla es mĆ”s grande que la de mi difunto esposo". 

   De nada sirvió la advertencia, pues Egeo no pudo mĆ”s y metió el pene en su vagina…el miembro la penetró con rapidez, entrando a profundidad y generando en Etra un grito de placer y dolor. Egeo se preocupó un momento y le suplicó:

   "Soportad toda mi virilidad princesa!, resistid un poco, Os aseguro que hoy te harĆ© olvidar toda las noches de amor con tu marido".

   El alcoholizado Egeo embistió con mĆ”s fuerza a Etra, la cual reaccionó de buena forma…el pene seguidamente le dio placer, llevĆ”ndola  a pedir mĆ”s verga; El hombre mayor la volvĆ­a loca con el goce, algo que la mujer no creĆ­a por la edad del rey...
…Que equivocada estaba la princesa!, Egeo era un magnifico amante, con sus mĆ”s de 50 aƱos, tenĆ­a aĆŗn la potencia de un hombre joven, sumado a su experiencia amatoria…Sin duda un hombre perfecto en la cama.

   Con mimos, caricias y bellas frases, Egeo complació a la princesa. Etra pronto alcanzó el mayor orgasmo de su vida, pero sólo era el principio para Egeo.
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   El rey la cabalgo como a una yegua, y Etra vio casi todas las posiciones sexuales antes de terminar el rey.
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   La pasión desmedida se daba mientras las pelotas de Egeo no paraban de brincar entre los gruesos muslos de ateniense…Para terminar siempre estrellĆ”ndose contra el perineo de la mujer.

   Y tras un largo tiempo de penetrar esa vagina, las grandes bolas del monarca por fin se recogieron bajo su verga, listas a llenar de lĆ­quidos masculinos el interior de la princesa de TrecĆ©n.

   Etra sintió como un abundante y fuerte chorro de esperma ardiente le llenaba vagina y Ćŗtero. Egeo del goce no se percató como el calor previo de sus huevas le abandonaba y se trasladaba al Ćŗtero de Etra, quien abrumada, tampoco se percató del calor fecundador que le invadĆ­a.

   Etra quedó satisfecha y se recostó de medio lado, mientras Egeo jadeaba a plenitud, y le sacaba en pene aun chorreando leche.

   Pero el rey a pesar de hallarse somnoliento por reciĆ©n eyacular, y el exceso de vino, dio seƱas a la mujer de volver a abrirle las piernas…el varón querĆ­a penetrarla de nuevo.

   La princesa veĆ­a la esperable cara de sueƱo de Egeo, pero ahora se alarmaba con el pene del rey, que si bien estaba untado de esperma, comenzaba a recuperar fuerzas.

   Etra nunca habĆ­a tenido sexo tan seguido, su difunto marido se lo hacĆ­a una vez y ambos procedĆ­an a dormir satisfechos, Pero era obvio que Egeo era mucho mĆ”s viril que otros hombres, y a pesar de su sorpresa, aceptarĆ­a continua fornicando con Ć©l.

   Una nueva y larga sección de sexo ocurrió, y el rey no ceso en bombear la vagina de la hembra. 3 orgasmos consecutivos sacudieron el cuerpo de la princesa, que jadeaba como animal sediento.

   Enseguida otro abundante paquete de esperma abandona los grandes huevos de Egeo, la mujer sintió el derramar de toda esa leche fuera de su repleta vagina.

   Una vez mĆ”s el par esta exhausto, pero Egeo no ha tenido suficiente!. El inagotable macho ateniense querĆ­a un tercer postre, y meneando su verga larga y flĆ”cida, esperaba despertarla…
…pronto la estimulación hizo efecto.

   ā€œEsperad, rey Egeo!ā€. Etra se asustó pues se sentĆ­a agotada, y de reiniciarse la acción sexual, estarĆ­a en una clara desventaja.

   Cuando Egeo ignoró su suplica, y erecto a plenitud se arrodillo sobre ella…     
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   (Acomodando su glande en la entrada de la cueva femenina)…Etra actuó!, llevó una mano a su entrepierna y le tocó las huevas.

   "Oh princesa!...veo que os gustĆ”is demasiado mis bolas. Degustadlas, palpadlas y hasta besĆ”dmelas…haced cuanto querĆ”is".  

   Pero lo que buscaba Etra era calmarle...alguna vez cuando estaba por contraer matrimonio, pidió consejos a sus damas de compaƱƭa, sobre lo que sucederĆ­a con su esposo la noche de bodas…
…Llena de curiosidades, la inexpertas princesa no se cohibió de preguntar hasta a sus sirvientas…y fue precisamente una de ellas, -que tenĆ­a buena experiencia en asuntos de cama- , quien le enseñó un truco para calmar la pasión masculina.

   La mujer le instruyó sobre un masaje con la punta de los dedos… muy relajante, dirigido a los testĆ­culos de su cohabitante de cama, Con la finalidad de provocarle un dulce sueƱo.

   La experimentada instructora, le dejó bien claro que debĆ­a de usarse sólo despuĆ©s de eyacular el varón, donde la plenitud y satisfacción, traĆ­an normalmente una baja en la atención de los hombres y una fuerte sensación de somnolencia…
…Entonces el masaje lo Ćŗnico que harĆ­a, serĆ­a estimular las sensaciones de goce en las gónadas masculinas, llevando a una extrema relajación y el consiguiente sueƱo…

   ā€œAprended que los huevos son el punto dĆ©bil de los machos, en todo el sentido!ā€ -le dijo la sirvienta-, ā€œno solo fĆ­sico, por sed donde mĆ”s os les duele… sino sabed tambiĆ©n que es el lugar mĆ”s sensible en el sexo!…tocĆ”ndoselos, le podĆ©is llevar tanto el goce, cómo a la relajaciónā€.

   Etra tomó atenta nota de todo lo enseƱado, tambiĆ©n la advertencia de la ā€œmaestraā€, pues le recalcó que el masaje sólo funcionarĆ­a luego de venirse el macho, ya que de hacerse previo a la eyaculación, tendrĆ­a el efecto contrario, y simplemente aumentarĆ­a las ganas de fornicar de los varones.

   De casada nunca puso lo aprendido en prĆ”ctica, pues el esposo con una fornicada quedaba satisfecho…Pero ahora con el rey ateniense, la princesa de veĆ­a en verdaderas dificultades, y sin opción alguna decidió jugĆ”rsela con el masaje relajante.
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   Con habilidad, Etra estimulaban el escroto de Egeo, logrando el deseo esperado en el hombre sobre ella. El rey quedó inmóvil disfrutando como los suaves y pequeƱos dedos de Etra acariciaban con dedicación sus grandes bolas…Pronto fueron las dos manos de la mujer, las que le daban gusto.

   "Oh Etra!, Siiii, acariciĆ”dmelas!...Oooh que goce me dais princesa, Ooooh!". 

   El masaje testicular funcionaba, y sumó bastante al adormecimiento que presentaba Egeo, quien arrodillado y casi cubriendo a la mujer, no dejaba de sonreĆ­r.

   La mujer de alegró al ver como los parpados de Egeo se hacĆ­an pesados, y cuando el rey bostezó, disminuyó la frecuencia de las caricias, pero a la vez dedicando mĆ”s al detalle….cada dedo hacia maravillas en el sensible y extenso escroto del rey.

   Egeo en su adormecimiento, se dio cuenta que se dormĆ­a…no podrĆ­a seguir haciĆ©ndole el amor a Etra…no querĆ­a dejarla, asĆ­ que trato de resistir.

   Llevó una mano a su entrepierna, tomando la muƱeca de Etra

   ā€œEsperad princesa….me estĆ” dando sueƱoā€¦ā€.

   Etra no desistirĆ­a, harĆ­a dormir a Egeo cómo fuera, y sin importar que sujetara su mano, ella continuó!; Ahora que estaba logrando debilitarle,-estimulando su punto dĆ©bil sexual-, no cesarĆ­a hasta dormirle.

   ā€œPrinceeeesaaaa….princeee…. prin….ā€.
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   Egeo se derrumbó sobre ella!, el hombre habĆ­a caĆ­do completamente dormido.

   Etra sonrió orgullosa, habĆ­a parado el exagerado deseo sexual del macho de Atenas; Por un instante le miro el rostro, y le pareció el hombre mĆ”s tierno del mundo…que lindo se veĆ­a ese hombre mayor, en los brazos de Morfeo (el Dios de los sueƱos).

   Finalmente con cuidado retiró al hombre de encima suyo, y le cobijó adecuadamente… La noche de sexo para el rey de Atenas...habĆ­a terminado.

   Etra descansó merecidamente, y de pronto percibió un calor en su Ćŗtero...sonrió pues se daba cuenta de que era cierto lo dicho por su padre y por el mismo rey de Atenas…Se hacĆ­a realidad lo anunciado por el OrĆ”culo…ahora esperaba un hijo de Egeo.

   Y ahora regresamos a lo sucedió en el baƱo al dĆ­a siguiente…

   Tras derrotar a los 3 escoltas, Egeo penetra en el Ć”rea del baƱo, mĆ”s al fondo, el lugar privado del rey Piteo.

   Ante la vista del enfurecido rey de Atenas, una gran sorpresa invade a Piteo, jamĆ”s esperó que superase a los 3 escoltas que dejó para detenerlo…
…la mirada de enfado de Egeo le hace retroceder un instante, pero el valor le regresa y se muestra jactancioso.

   ā€œIros de aquĆ­, no tengo nada de quĆ© hablarosā€.

   Pero su respuesta no hizo mĆ”s que provocar a Egeo:

   ā€œOs voy a dar una buena paliza para que paguĆ©is por el mal que me hiciste!ā€.

   Piteo no se mostró inseguro, aĆŗn tenĆ­a un escolta que le protegiese, y tenĆ­a intenciones de participar en la pelea contra Egeo si era necesario

   ā€œPrimero tenĆ©is que vencer al resto de mi guardiaā€. Mientras hablaba detalló la desnudez de Egeo, con una larga y flĆ”cida verga y ese par de toronjas colgando entre sus piernas, el rey de TrecĆ©n sintió algo de vergüenza al comparar sus desnudos genitales de tamaƱo promedio, por lo que ladeo instintivamente su cadera, para ponerlos fuera de la vista del dotado rival.

   En ese instante el enfrentamiento entre hombres desnudos se da; El escolta, es veloz y con sus 25 aƱos impone su ventaja en el veterano adversario.

   Egeo estĆ” mĆ”s dĆ©bil ahora luego del triple combate que tuvo, y no se recupera aĆŗn del todo del golpe en sus huevas, pero no dejarĆ” de luchar, ahora tan cerca de castigar al miserable de Piteo.

   El intercambio de golpes es intenso, y Piteo observa con Ć”nimo cómo su escolta propina un fuerte puƱo en la quijada a Egeo, haciĆ©ndole trastabillar…
…El rey se ve en problemas, no podrĆ” contra este cuarto oponente, pero Ć©l tiene algo de mĆ”s que su rival…y no se referĆ­a a las pelotas enormes (que ademĆ”s debe mantener a salvo) sino a la experiencia…
…Es asĆ­ como el rey ateniense se barre contra las rodillas de su rival, un movimiento inesperado y efectivo, pues logra golpear y lesionar la rodilla izquierda del escolta. Ahora aprovechando la ventaja, se dedica a golpear por arriba, y conecta unos buenos golpes a los costados del joven rival.

   Piteo se muerde los labios de la ira, al ver cómo Egeo va ganando.

   De un momento a otro ve conveniente intervenir…pero no se arriesgarĆ” a verse frente a frente a Egeo, quien ante sus ojos ha demostrado gran habilidad en combate…

   Con cobardĆ­a extrema se dirige a su enemigo por la espalda.
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   Cuando con un golpe en la quijada derrumba a su oponente, Egeo se ve victorioso, tiene al escolta mareado, y piensa que hasta es innecesario rematarle…la victoria es suya…Pero no se percata que ha dejado la guardia baja, Y Piteo puede ver su objetivo a golpear…los grandes huevos de Egeo, colgando sin protección alguna entre los separados muslos del rey rival. 

   Con toda la predeterminación, Piteo tomó impulso y proyecto su empeine entre las piernas del distraĆ­do Egeo…El rey ateniense sintió cuando sus huevos eran impactados, y estrellados contra su cuerpo.

   La risa de Piteo es opacada por el intenso grito de Egeo, que exclama un: 

   ā€œAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH!!ā€.

   El grito del monarca, es escuchado con fuerza en el vecino baƱo, donde la joven Etra atendĆ­a a los inconscientes guardias vencidos por el ateniense.

   ā€œPor los Dioses!ā€. Es la expresión de la princesa, que ubica de donde viene el grito. De inmediato se dirige en ayuda del obviamente lastimado Egeo…Se pregunta que le habrĆ” pasado para gritar de esa manera.

   Egeo arruga el rostro, y se cubre las huevas, voltea como puede y con la mirada asesina a Piteo:

   ā€œCoo…cobarde!, no tenĆ©is honor…cómo podĆ©is ser rey, Ughh!ā€.

   ā€œCobarde?, no me es importante lo que tenga que haceros a vos, pero perderĆ©is esta peleaā€.

   La ira ante el traicionero golpe por parte de su enemigo y un soberano, hacen que Egeo supere rĆ”pidamente el dolor. La adrenalina esta al mĆ”ximo recorriĆ©ndole el cuerpo, y Egeo con tres profundas respiraciones siente algo de alivio...MĆ”s aun cuando observa cómo Piteo con una sonrisa se burla:

   ā€œTe dolió eso?...ahora sabrĆ©is quiĆ©n es quiĆ©n en un pleito entre reyesā€.

   Piteo va contra Egeo, pero Ć©ste logra moverse para su sorpresa, aun asĆ­ el rey de TrecĆ©n se lanza con todo contra su rival, buscando acabar la pelea lo mĆ”s pronto posible.

   Cuando se da el intercambio de golpes, Etra ingresa al baƱo, pero no es vista por los concentrados soberanos, la chica viendo en combate en medio de la desnudez de ambos, queda impactada y no emite sonido alguno.
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   Egeo inicialmente con una mano acunando sus bolas, no se defiende bien, y recibe impactos en el rostro, pero a pesar de la pesadez de sus piernas, puede moverse y esquivar la mayorĆ­a de los ataques…
…Unos segundos despuĆ©s siente mĆ”s fuerza en sus 4 miembros y lanza un sorpresivo golpe de gancho contra Piteo, quien retrocede por reflejo, y se muestra desesperado y arrinconado ante la obvia recuperación de su enemigo.

   Egeo estĆ” decidido a acabarlo, y a pesar del intenso ardor testicular, lleva al rey de TrecĆ©n contra la pared, de inmediato le propina un pesado puƱo en el estómago y hace doblar al rey Piteo… Un nuevo puƱetazo esta vez en la cara, y su rival cae al suelo.
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   Ahora la victoria es por fin suya, y a continuación iniciarĆ” su desquite contra Piteo, le darĆ” una buena paliza para que aprenda; El robusto y desnudo ateniense se halla ante el derribado Piteo, quien adolorido y molesto, sabe que le han vencido.
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   A la distancia, Etra se alarma ante la vista de su progenitor en el suelo…es cierto que se merece algĆŗn castigo por haber engaƱado a Egeo, pero la joven detesta la violencia, y le preocupa el bienestar de su padre.

   ā€œPor favor rey Egeo, no lastimĆ©is mĆ”s a mi padre!, disculpadle el mal que os ha causadoā€.

   Egeo voltea el rostro asombrado de quien les observa, nunca esperó que Etra se hallase allí…no era el lugar para una princesa.

   ā€œMarchĆ”os de aquĆ­!ā€.

   ā€œOs lo ruego, dejadle…no le peguĆ©is mĆ”sā€.

   La sĆŗplica de Etra hace dudar un momento a Egeo, quien tras pensarlo rĆ”pidamente le dice:

   ā€œAlejaos princesa, no os inmiscuĆ­s en asuntos de varones…regresad al salón!ā€.

   Pero al voltear su rostro hacia Etra, Egeo se habĆ­a distraĆ­do de su rival, lo que fue percibido por el derribado Piteo.

   El rey de TrecĆ©n aprovechó que su oponente tenĆ­a la guardia baja, y sin la menor vergüenza se decidió a atacarle!.

   Con las fuerzas que le quedan, Piteo cerró el puƱo y lo lanzó contra los enormes y colgantes huevos de Egeo. 
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   El puƱetazo es sólido y aplasta la delicada carne gonadal contra el pubis…logrando deformar esas voluminosas huevas.

   Egeo siente sus bolas ser aprisionadas, de inmediato tuerce los ojos y estalla con el dolor, que desde la entrepierna le recorre todo el cuerpo.

   Apenas la pelvis del rey retrocede por la fuerza del impacto, la garganta real, se abre en toda su dimensión para expresar su dolor:

ā€œAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!ā€.
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   Recibir en poco tiempo un segundo golpe en sus grandes huevas, es demasiado para el rey, quien enseguida se desploma de espaldas

   ā€œOh Dioses!!!!ā€. Exclamó la bella Etra al presenciar el brutal, y traicionero impacto.

   Piteo se jacta de su suerte, ese puƱetazo es demasiado efectivo y su rival parece acabado, pero no se confiarĆ” como la primera vez que lo golpeo bajo…
…de inmediato Piteo le propina un puntapiĆ© en el costado, haciendo ladear a Egeo, que a pesar del infernal dolor, se mueve buscando cubrirse.

   ā€œBasta padre!ā€. Grita Etra a la distancia.

   ā€œNo te metas Etra, quedaos allĆ”!ā€. Ordenó tajantemente el padre.
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   Un segundo puntapiĆ© al costado y Egeo queda ahora de rodillas, sin saber cómo salvarse de los ataques…
…Desesperado y desorientado por su sufrir, Egeo no se ha dado cuenta en la posición en la que se halla; Adolorido de sus costados, ha descuidado sus enormes bolas, y estĆ”n una vez mĆ”s al alcance de Piteo, que sabiamente se ha colocado por detrĆ”s del arrodillado rey de Atenas…
…La postura deja los colosales huevos de Egeo prestos al ataque…Es una invitación a una cruel patada.

   Una enorme sonrisa en la boca de Piteo, es vista por Etra que tambiĆ©n observa lo expuesto que estĆ” el rey de Atenas…sabe lo que harĆ” su padre…y contra que delicada Ć”rea.

   ā€œCubrĆ­os rey Egeo!!!!ā€. Intenta en vano advertir la princesa, pero es muy tarde.

   La patada de Piteo es certera y contundente; La punta de su pie impacta el centro del escroto de Egeo, arrancĆ”ndole el alarido mĆ”s fuerte de su vida.

   AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!

   ā€œPadre, Noooooooo!!!!!!ā€. La alarma es inaudita en la joven testigo, quien por primera vez estĆ” presenciado como un hombre es golpeado en los testĆ­culos… y de maneras tan bestiales.

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   Con los ojos en blanco y la boca abierta y babeante, Egeo adopta la posición fetal, Enseguida pierde el color en su rostro, para de inmediato apretar los dientes tan fuertes, casi al punto de la fractura. El dolor que siente en todo su fĆ­sico, y hasta en el cerebro, le ha paralizado por completo.

   Piteo conoce que con lo fuerte que le ha dado en las bolas, y sumado a ser un Ć”rea previamente lastimada…la victoria es completamente suya!; Seguidamente camina en busca de sus vestimentas, allĆ­ tiene su daga personal. Ahora con mĆ”s confianza apunta su arma contra el rival tirado en el piso.

   ā€œMĆ”s os vale que dejĆ©is ya tu ataque a mi persona!, estĆ”is vencido Egeo!, no quiero lastimaros mĆ”s!; Aceptadlo y ya!...lo sucedido es inevitable, con tu semilla habĆ©is fecundado a mi hija, y nacerĆ” tu ansiado heredero, pero serĆ” un prĆ­ncipe de TrecĆ©n por ser mi nieto, asĆ­ serĆ”n las cosas!ā€.

   Egeo lo miraba con odio, querĆ­a matarlo, pero el dolor en los huevos no le dejaba ni respirar bien. Empezó a respirar lentamente, buscando que cada bocanada de aire a sus pulmones, aliviar su dolor testicular…pero no serĆ­a tan rĆ”pida la mejorĆ­a…Estaba vencido por completo.

   Piteo le habló a su hija:

   ā€œEtra….atendedle!, siendo vos la princesa de TrecĆ©n, tĆŗ y sólo tĆŗ poseĆ©is el rango para tal hombre lastimado…supongo que sois la Ćŗnica dama digna de atender a un soberanoā€.

   La mujer, algo aletargada por todo lo ocurrido, corrió hacia Egeo, y le comenzó a tocar la frente:

   ā€œComo os encontrĆ”is?…resistid por favor, os atenderĆ©ā€.

   ā€œUuugggghhhhhh!!ā€, El quejido de Egeo hace que la joven le reclame a su padre:

   ā€œPadre, porque le habĆ©is pegado ahĆ­!, no es honorable...ā€. Piteo le contesta:

   ā€œSin duda era un rival duro de vencer, pero al dadle en las bolas, le dejĆ© sin reacciónā€.

   ā€œPadre, Egeo se hallaba en indefensión…y le disteis una patada derribado…fuisteis un cobardeā€.

   Piteo le regaƱa:

   ā€œCómo os atrevĆ©is!, respetad a tu rey!ā€, seguidamente el padre decide no entrar en mĆ”s conflictos, empezando por no discutir con su hija, y cambia el tema:

   ā€œAdemĆ”s tu misma me habĆ©is ayudado a vencerle, no os quejĆ©isā€.

   ā€œNo es verdad!, no os he ayudado!ā€.

   ā€œLe distrajisteis, y eso me dio tiempo de golpearleā€.

   La princesa se dirige al adolorido rey vecino: ā€œNo es cierto!, rey Egeo creed lo que digo, yo nunca quiseā€¦ā€.

   Piteo la interrumpe:

   ā€œDe todas formas no importan mĆ”s sus bolas, Os ha preƱado ya!… los que le colgĆ”is al rey ya no le serĆ”n mĆ”s de utilidad, Egeo sólo era fĆ©rtil por esa ocasiónā€.

   Etra responde:

   ā€œNo importa si no ha de poder preƱar mujer alguna, esa parte es de demasiada valĆ­a para los varones…Y mĆ”s en el maravilloso Egeo, cuyas pelotas son grandes y le permiten liberar abundante semillaā€.

   Piteo se molestó por el comentario, no es de su agrado el repentino y excesivo gusto de su hija por Egeo, pues sólo han estado una noche, y obligada al principio…Pero la misión estĆ” cumplida y para evitar mĆ”s lĆ­os decide marcharse.

   Piteo salió del baƱo, mientras la princesa acercaba su rostro al del derribado y adolorido hombre, seguidamente se disculpó:

   ā€œPerdonadme rey Egeo, os juro que no era mi intención causarle tal mal….mi padre se equivoca, yo no le prestarĆ­a jamĆ”s ayuda alguna para que pudiera lastimaros…creedme por favorā€.

   ā€œLo en…entiendo princesa…sólo ayudadme a volver al salón, os lo ruegoā€¦ā€.

   La mujer viendo que lo importante ahora es atenderle, se disculpa por no ayudarle enseguida, y le ofrece su hombro como apoyo para levantarle.

   Con lentitud, la chica logra que el pesado varón recupera la verticalidad. Y sirviĆ©ndole de bastón, la pareja avanza a lento pero constante paso, para regresar al amplio y cómodo salón en donde yacieron anoche.

   Ella le ofrece disculpas por todo lo malo que ha pasado, incluyendo los golpes bajos dados por su padre, y nuevamente por ayudar en el engaƱo de anoche. Egeo en su agonĆ­a la exculpa:

   ā€œNo os disculpĆ”is mĆ”s, desde anoche tengo claro que sois solo una vĆ­ctima en las maquinaciones de Piteo, toda la culpa es de vuestro padre, princesa…Piteo es un cobarde!, y un rey sin escrĆŗpulos a mi parecerā€. La mujer le ayuda a recostarse en el lecho.

   ā€œDisculpad a mi padre, Ć©l es buen rey, pero harĆ­a lo que fuese por el bienestar de TrecĆ©n, y cree que un nieto rey de Atenas ayudara a nuestra naciónā€.

   Egeo con dificultad para hablar, le insiste a la princesa, que no justifica la conducta de su padre.

   Una vez el rey acostado, Etra se dedica en cuerpo y alma a mejorar la lastimada hombrĆ­a del rey.

   AllĆ­ le aplica rico masaje, y compresas frĆ­as en las huevas; Con el alivio, la princesa entabla otra clase de conversación con el padre de su futuro hijo:

   ā€œPor favor reconocedlo, serĆ” un maravilloso hijo, fuerte y guerrero como vos…y tendrĆ” las bolas tan grandes como las vuestras rey Egeo…TambiĆ©n le rezarĆ© a Afrodita para que le bendiga con buena descendenciaā€

   Ante lo que escuchaba, Egeo temió por la suerte de su hijo si heredaba unas bolas como las suyas, no querĆ­a que el chico sufriera tanto por tener tamaƱas pelotas.

   ā€œEsperemos que no le lleguen a pegar en las bolas, os aseguro que de ser asĆ­ sufrirĆ” mucho el muchachoā€.

   ā€œNo os preocupĆ©is, le he de consagrar al poderoso Dios Poseidón, os juro que le hare muchas ofrendas para que siempre le dĆ© su protección al niƱoā€.

   Los buenos tratos por parte de la mujer, y la entretenida conversación logran mejorar el Ć”nimo del rey ateniense, quien da por superado el incidente y decide aceptar por fin la situación…
…Le informa a la princesa que ya no buscarĆ” vengarse de Piteo, y serĆ” por sus peticiones, pues si fuera por Ć©l le matarĆ­a. 

   TambiĆ©n le confirma que reconocerĆ” a su hijo, pero no cuando nazca, no puede hacerlo dado el origen extranjero de su madre, no lo puede presentar en Atenas por el momento, pues pondrĆ­a su vida en peligro.

   Ante las dudas de Etra, le explica lo ya mencionado a Piteo en la noche anterior: El bebĆ© serĆ­a una amenaza para los muchos familiares ambiciosos que podrĆ­an buscan el trono a la muerte de Egeo; Al saber de la existencia de un hijo del rey con una extranjera, no lo reconocerĆ­an como heredero, y hasta buscarĆ­an matarle para que no les estorbase en su camino al trono… Por eso sólo cuando su hijo sea ya un adulto, podrĆ” ir a Atenas, para defender y reclamar lo que por derecho es suyo.

   ā€œSerĆ” un rey, un buen rey, pero por ahora y para que se hallase seguro, tendrĆ©is que mantenerse su identidad en secreto, criadlo vos como prĆ­ncipe de TrecĆ©n, vuestro cobarde padre estarĆ” de acuerdo, pues a futuro el nieto que criarĆ©is ha de poseer el trono de Atenas, como fue su deseo desde el principio...
…No he de volver nunca a estas tierras, asĆ­ estarĆ” a salvo el secreto del origen del niƱo, y ademĆ”s prefiero no volver a ver a vuestro progenitor, matarle es lo que a todo momento me nace hacerleā€.

   Ya repuesto el rey por completo, y rodeado de su distraĆ­da escolta, empaca sus cosas y prepara su partida.

   Antes de eso, Egeo conduce a Etra a las afueras de la ciudad, allĆ­ busca una pesada  roca, y con su fuerza de varón la rueda para dejar en el sitio, sus zandalias y espada, de inmediato devuelve la piedra a su lugar, y asi sus pertenencias quedan fuera de la vista.

   ā€œEsto serĆ” con lo que el muchacho ha de probar que es mi hijo, Cuando veais que posee la fuerza suficiente, traedle aquĆ­ para que levante esta tosca roca, verĆ©is como se hace dueƱo de lo mĆ­o, con espada y zandalias, habrĆ” de ir ante mi a reclamar el reino de Atenasā€.

   Etra entendió perfectamente las indicaciones, pero en su mente habĆ­a algo que debĆ­a confesar al rey antes de nunca mĆ”s verle:

   ā€œDebo deciros lo que siento por vos rey Egeo…Os amo!, sois un hombre maravilloso, vuestra valentia no tiene igual, y a pesar de sólo haber yacido conmigo una vez…siento bellas cosas por vosā€.

   ā€œMi seƱora…yo no puedoā€¦ā€.

   ā€œDejadme terminar por favor…No os sentid obligado a nada, lo nuestro fue producto de un engaƱo, por ello jamĆ”s le deberĆ­a obligar a casarse conmigo, no es justo, y eso lo he entendido…pero me es grato saber que estuve con vos y algo de vos quedó en mí… Y de ello nacerĆ” lo mejor de mi vida que es este niƱo; Sólo me era necesario el deciros lo que hay en mi corazónā€.

   Egeo le agradeció sus sentimientos y le dio un gran beso. Tras lo cual puso camino de regreso a la ciudad.

   Etra por Ćŗltima vez habló:

   ā€œEsperad!...Que nombre tendrĆ”?ā€.

   ā€œTu decididlo!, pero estoy seguro que si sois con Ć©l solo un poco de lo buena que sois con todos, el niƱo se volverĆ” el mejor de entre los prĆ­ncipes y hĆ©roesā€.

   Etra se ruborizó con las lindas palabras de Egeo, y le siguió a la ciudad.

   A los pocos minutos, Egeo y su escolta desaparecĆ­an de la vista del reino de TrecĆ©n.
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   Y las cosas sucedieron como se planeó, El niƱo fue llamado Teseo, y su infancia transcurrió en compaƱƭa de su madre y abuelo en la ciudad de TrecĆ©n… Sin saber sobre su real padre. El niƱo creció sano y fuerte, heredó de su padre los enormes testĆ­culos, y a diferencia de este a futuro tendrĆ­a una abundante descendencia.

   Cuando cumplió los diecisĆ©is aƱos, su madre le reveló el secreto de su paternidad y le condujo a la roca que ocultaba las pertenencias de Egeo. Teseo pudo levantar la piedra sin dificultad, calzarse las sandalias y envainar la espada de su padre, e iniciar su viaje a Atenas para ser reconocido como hijo del rey.

   Teseo llego a convertirse en uno de los mayores hĆ©roes de la mitologĆ­a griega, una de sus mayores sus proezas fue matar al terrible Minotauro (Historia publicada en estas sagas mitológicas).

   Por su parte, Egeo continuó reinando en Atenas, y tras mĆ”s de una dĆ©cada volvió a casarse; Medea, una ambiciosa hechicera le convenció de hacerla su esposa y reina de los atenienses, a cambio de usar sus artes mĆ”gicas para hacerle fĆ©rtil…
…Egeo conservaba el deseo por ser padre de nuevo (aĆŗn a su avanzada edad), y los sucesos de TrecĆ©n habĆ­an sucedió hace tanto, que no esperaba ya que algĆŗn dĆ­a fuera a aparecer un joven declarĆ”ndose como su hijo. AsĆ­ entonces la decisión del rey de no volver a casarse quedó atrĆ”s.

   Todo se dio como Medea prometió, y la nueva reina de Atenas le dio un segundo hijo, claro que por primogenitura el trono fue para Teseo, cuando Ć©ste finalmente se presentó ante su padre. 

Fin.

Gracias
Comentarios a  zatniktiel@hotmail.com

CON ESTE RELATO TERMINA LA SAGA DE HISTORIAS DE LA MITOLOGIA; A FUTURO (TAL VEZ EL PROXIMO AƑO), PODRIA PUBLICAR UNA SEGUNDA TEMPORADA DE ESTOS RELATOS MITOLOGICOS.



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