CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Franko el prĆ³fugo rey de Arkadia miraba por la ventanilla del tren continental donde viajaba, contemplando el desĆ©rtico paisaje del paĆs de Nilo, una naciĆ³n rica econĆ³micamente, poderosa en cuanto a armas y que en tiempos pretĆ©ritos fueron tierras de grandes faraones y pirĆ”mides en el planeta Rojo.
HabĆa sido un viaje largo desde la huida en la madrugada de su natal Arkadia hasta llegar a otro paĆs donde pudo embarcarse en un tren que lo llevarĆa a otro continente para recuperar con la ayuda del Ćŗnico emperador que ofreciĆ³ su trono.
El jĆ³ven continuaba observando por la ventanilla faltaba poco para llegar, cuando la puerta elĆ©ctrica del compartimiento se abriĆ³ dando paso al Ćŗnico hombre que podĆa ingresar allĆ, Alexander, su guardaespaldas que continuaba vistiendo de civil para no llamar la atenciĆ³n de ciudadanos.
Alexander |
—Mi rey, hay nueva informaciĆ³n.
—¿De quĆ© se trata? —quiso saber Franko mirĆ”ndole.
—AsdrĆŗbal Cruise acaba de dar una conferencia para la televisiĆ³n mundial.
El rostro de Franko adquiriĆ³ un semblante duro al oĆr el nombre del rey de Badia, aquella naciĆ³n que lo despojĆ³ de su reino.
—SerĆ” mejor que vea la grabaciĆ³n para que entienda el nuevo mensaje de Rocco que se le presenta —dijo Alexander extrayendo del bolsillo de su pantalĆ³n una memoria usb que conectĆ³ al televisor del compartimiento—. Es un tirano ese hombre, lo degollaremos —encendiĆ³ el aparato y proyectĆ³ la grabaciĆ³n publicada en pocos minutos.
Franko observĆ³ la imagen de una sala con muchas personas y en el centro del salĆ³n ocupando un podio estaba AsdrĆŗbal dirigiĆ©ndose al pĆŗblico. Era un hombre aĆŗn joven aunque a pocos aƱos de la mediana edad, era robusto y de cuerpo fuerte y en las facciones de su rostro se detallaban los rastros de sadismo y crueldad que le gustaba proyectar en su reinado intervencionista.
—Desde el dĆa de ayer hemos decidido apropiarnos de la naciĆ³n de Arkadia —decĆa con fuerza—, tras aƱo de intentar negociar con los reyes Tavalas y obtener respuestas negativas de su parte decidimos intervenir el territorio y tomarlo por la fuerza —hubo ruidos de aplausos cĆ³mplices en aquel salĆ³n. Cuando mermaron el tirano continuĆ³ hablando—. La nueva civilizaciĆ³n de Arkadia serĆ” administrada por nosotros de forma eficiente, de la misma extraeremos importantes recursos de provecho para nuestra naciĆ³n y de los aliados.
Franko dio un puƱetazo a la mesa.
—¡Eso es lo que querĆas, hijo de puta, robarnos!
—Ciudadanos de Arkadia —continuaba AsdrĆŗbal—, no temaĆs a su nuevo emperador que los arroparĆ” con la protecciĆ³n de Badia convirtiĆ©ndola en apĆ©ndice de una naciĆ³n potencia en fuerza militar, no temaĆs. He decidido designar a un nuevo rey para Arkadia, su nombre es TobĆas Banem que con mano dura y responsable pondrĆ” el orden en las calles... A los seguidores del descendiente Franko les pido que se rindan, ya no tienen nada que hacer, por sus vidas, rindance ante la fuerza de Badia. Y tĆŗ, Franko Tavalas, serĆ”s capturado y ejecutado una vez te encontremos, no quieras armar un alboroto con el apoyo de tu pueblo porque ya no lo tienes.
Alexander terminĆ³ la grabaciĆ³n y desconectĆ³ el USB mientras explicaba:
—Seguidamente AsdrĆŗbal mostrĆ³ en su conferencia imĆ”genes de algunas calles de la ciudad se veian desoladas. Hoy a las 15 horas serĆ” designado y juramentado el nuevo rey. Usted ha recibido un mensaje de Rocco. ¿Desea leerlo o quiere que le de detalle? —preguntĆ³ extrayendo de su jeans un dispositivo que consistĆa en una pantalla tĆ”ctil dĆ³nde Ćŗnicamente se podĆa establecer mensajerĆa instantĆ”nea con algunos contactos.
—Dame detalles.
—Rocco dice que las calles siguen convulsionadas pero que los soldados estan fulminando a los rebeldes que de a poco se han ido aminorando, Ć©l continĆŗa escondido reclutando gente a la espera de su respuesta. AdemĆ”s alega que debes tener cuidado de la clase de propuesta que te quiera hacer el rey de Nilo, su ayuda no es de gratis. TambiĆ©n enviĆ³ una fotografĆa del rey impuesto por Badia.
—Quiero verlo.
Alexander aproximĆ³ a Ć©l el dispositivo electrĆ³nico con la fotografĆa de TobĆas Banem, un hombre joven de cuerpo flaco y atlĆ©tico, de cabellos rubios y piel bronceada, su faz era delgada y alargada casi huesuda, no se leĆa en Ć©l rastros de crueldad a pesar del color azul y frio de sus ojos.
—Un completo tĆtere de AsdrĆŗbal —opinĆ³ Franko devolviendo su dispositivo a Alexander.
El tren fue aminorando la marcha.
—Estamos llegando, seƱor.
—Guarda el dispositivo en mi equipaje —ordenĆ³ Franko—, quiero estar en contacto con Rocco durante la negociaciĆ³n. Prepara tu espada y la del resto de los hombres pero tampoco quiero llamar la atenciĆ³n.
—EstarĆ”n guardadas en nuestros bolsillos. El emperador Kadar Malouf dijo que debĆamos caminar a dos calles de la estaciĆ³n y que allĆ nos aguardarĆ” con su equipo.
El tren ponĆa fin a su ruta.
—RĆ”pido, ve —dijo Franko.
Alexander se inclinĆ³ con respeto y saliĆ³ del compartimiento.
Cuando el tren se detuvo en la estaciĆ³n Franko y el resto de acompaƱantes salieron al exterior. Con tan solo tocar suelo presenciaron la calidez del clima. Caminaron por las calles en posiciĆ³n de asterisco al centro iba Franko acompaƱado de Alexander.
—Parece un paĆs de desconfianza —explicaba Franko—. Sin embargo estĆ” lleno de muy buena seguridad y tradiciones entre sus ciudadanos. Me pregunto, ¿en quĆ© nos vendrĆ”n a buscar? ¿En camellos?
Tanto Ć©l como Alexander rieron del chiste despectivo pero se equivocaron cuando llegaron al sitio consiguieron una decena de camionetas blindadas, Ćŗltimo modelo de color negro con vidrios de cristal ahumado.
—AllĆ estĆ” el emperador —susurrĆ³ Franko irguiendose firmemente.
Kadar |
El emperador de Nilo era un hombre de tez morena. Se acercaba a la pequeƱa multitud vestido en un traje carĆsimo de corbata y chaqueta. Su cuerpo era de contextura gruesa y con mĆŗsculos juzgando el ajustado traje azul que se ceƱia a el. Portaba unas gafas de sol que ocultaban sus ojos negros como la noche.
Cuando se acercĆ³ a Franko lo saludĆ³ con una reverencia al inclinarse y hablĆ³ con voz gruesa y fuerte.
—Franko Tavala, prĆncipe y prĆ³ximo rey de Arkadia. Bienvenido.
El emperador siguiĆ³ erguido y extendiĆ³ el brazo derecho exponiendo el dorso de la mano. Era el turno de Franko en saludar. El rubio se inclinĆ³ y le besĆ³ la mano.
—Kadar Malouf, emperador de Nilo, mi respeto y consideraciĆ³n.
—Veo que vienes con 15 hombres, repartelos en las camionetas, seguidamente irĆ”s conmigo al palacio. TendrĆ”s toda mi ayuda.
—Gracias, emperador.
Franko ordenĆ³ al resto de sus acompaƱantes subir con los demĆ”s militares de Nilo cuyos uniformes eran de color arena. Franko y Alexander subieron a una camioneta acompaƱados de Kadar y sus hombres.
—Emperador quisiera solicitar su total ayuda para la recuperaciĆ³n de Arkadia…
—EstĆ”s llegando, principe, por ahora quiero que descanses del viaje intercontinental que tuviste. Han sido horas fuertes para vos.
Franko guardĆ³ silencio y desviĆ³ la mirada. De momento Kadar se indicĆ³ a seƱalar por las ventanillas los paisajes de su regiĆ³n, Franko contemplaba sin decir nada. SabĆa que Kadar era un hombre de suerte, pues no era hijo de sangre del anterior rey de Nilo, ya que este nunca pudo egendrar hijos por lo que decidiĆ³ dejar como sucesor a un chiquillo que fue adoptado con el que tuvo gran conexiĆ³n como si fueran verdaderamente familia. Sin embargo en la actualidad era nororio que Kadar tenĆa problemas familiares con la hermana del rey y su hijo. Pero Kadar habĆa sido un excelente emperador con su pueblo.
Al llegar a su majestuoso palacio presenciaron un alto lugar con paredes de piedras y muchas columnas y torres.
—SerĆ”s conducido a tu habitaciĆ³n y posteriormmente serĆ”s llamado para la cena —indicaba Kadar—, postsriormente os llamarĆ© para que presenciemos un evento.
—Muchas gracias, Kadar, todavĆa pido que negociemos tu ayuda para la liberaciĆ³n de mi pueblo que atraviesa crueles momentos.
—Lo sĆ© pero es justo y necesario que descanses para liberar la mente. Buen descanso, prĆncipe.
Franko fue conducido por la servidumbre a la torre del palacio que estarĆa a su disposiciĆ³n. AhĆ ocuparĆa una habitaciĆ³n en exclusiva para Ć©l y habĆan varias para sus hombres. Encerrado en su pieza hablĆ³ con Alexander.
—Puedes retirarte a descansar —ordenaba Franko— pero quiero que dejes a un grupo de custodiando el pasillo y otros la puerta de acceso a la torre.
—AsĆ serĆ”, rey Franko.
Al estar Franko solo se echĆ³ en la cama con el dispositivo de comunicaciĆ³n en la mano. Rocco aĆŗn no se habĆa conectado, esperaba que se encontrara con vida. Le escribiĆ³:
He llegado al sitio de destino, espero las respuestas positivas. InfĆ³rmame tus novedades.
Franko sin proponerselo se quedĆ³ dormido al acto y despertĆ³ horas despuĆ©s cuando lo llamaban para la cena. TenĆa una respuesta de Rocco:
Las manifestaciones en Arkadia se han visto reducidas por el gobierno de Badia, han ganado terreno. Sigo alimentando la fe en la resistencia. Por el bien de la naciĆ³n debes pensar con cabeza frĆa tu proceso de negociaciĆ³n con tu igual pero mucho cuidado con el precio qie tendrĆ”s que pagar. No des mĆ”s de lo que puedes.
Franko abandonĆ³ la torre y fue a cenar en privado con Kadar, agradecĆa que todo el palacio contara con aire acondicionado debido a la aridez de la regiĆ³n.
Kadar detallĆ³ con orgullo todos los avances de su reinado.
Cuando la comida terminĆ³ Kadar lo invitĆ³ a una torre del palacio para presenciar un evento.
—En mi circunstancias no estoy para celebraciones —negaba Franko—. Necesito liberar a mi gente.
—Y serĆ” liberada —sentenciĆ³ Kadar mirandole a los ojos con una intimidante mirada—. Quiero que veas la fuerza de mi poderĆo para que no tengas la mayor duda. AcompaƱame que esto os sorprenderĆ”.
Caminaron a la torre hasta ocupar un espacio donde los protectores de ambos reyes se quedaron custodiando la entrada y Kadar invitĆ³ a tomar asiento a Franko, uno estaba al lado del otro. Justo en la seƱal del emperador cuatro hombres desfilaron por la vacĆa pero muy iluminada sala de paredes blancas, los hombres iban vestidos en escenario jeans que tenĆan estampados el logo de Nilo, una enorme pirĆ”mide con un ojo en la parte superior. Posteriormente fueron despojados de los pantalones.
—Son mis esclavos —indicĆ³ Kadar—, dos de ellos eran reyes antes de que me encargara de conquistar su regiĆ³n, otro era su capitan de seguridad y un cuarto prĆncipe de un paĆs que tuvo que arder para pertenecerme.
Franko doblĆ³ la cara sintiendo compasiĆ³n por la desventura de aquellos hombres, preferĆa morir antes de ser humillado como esclavo de otro rey. Los mirĆ³ uno a uno:
rey rubio |
Estaba un rubio alto y atlĆ©tico que fue despojado de su reino, con abdominales marcados y fuertes. A su lado estaba un muchacho de corta edad, con el cabello castaƱo, cuya arrogancia de prĆncipe todavĆa no se habĆa borrado de su cara, no tuvo tiempo de escapar de las garras del ejercito de Nilo. DetrĆ”s de Ć©l estaba un tipo con cuerpo esculpido y piernas entonadas su reino tambiĆ©n era prĆ³spero y ahora lo era mĆ”s bajo la administraciĆ³n de Kadar Y finalmente estaba el Ćŗltimo, el capitĆ”n de seguridad del ex rey rubio, era un macho de piel de bronceada con pecho grueso.
—Quiero que con esta sesiĆ³n de entretenimiento os relajes, Franko, para que podamos negociar. SerĆ© justo con vos.
Los 4 desdichados hombres tenĆan los brazos detrĆ”s de la espalda, donde los hombres que los habĆan conducido a la sala los ataron con cuerda, despuĆ©s los obligaron a ocupar cuatro sillas donde les ataron los tobillos a las patas obligando a sus piernas estar abiertas.
Los sirvientes del palacio acercaron a los dos gobernantes 5 grandes cajas depletas de pelotas de acero.
—¿QuĆ© haremos con eso? —quiso saber Franko.
—Divertirnos con ellos —respondiĆ³ Kadal cogiendo una pesada pelota—, y reventarle los testĆculos, observa…
Kadal lanzĆ³ con total precisiĆ³n la pelota contra la entrepierna de uno de sus esclavos.
¡SPLAT!
—¡Ommmph!
Segundo rey |
El otro hombre que tammbien habia sido rey pensĆ³ que su escroto iba a estallar cuando la pesada pelota rebotĆ³ entre sus muslos.
—No creo que tenga buena presiciĆ³n —negĆ³ Franko.
—Hazlo, te divertirĆ”s —indicĆ³ Kadar inclinandose para coger otra pelota y lanzĆ”ndola en el aire.
Uno de los cuatro esclavos gritĆ³ y se retorciĆ³ en agonĆa.
Franko recogiĆ³ una pelota, aquel objeto pesaba en la palma de su mano, no querĆa imaginar cuanto dolor causaba contra los cojones. TenĆa sobre Ć©l las cuatro miradas de terror.
—Hazlo.
El objeto cruzĆ³ el aire cayendo contra la entrepierna del que habĆa sido escolta de uno de los reyes causĆ”ndole un inmenso dolor en su hombrĆa.
Jefe seguridad |
Al ex rey rubio se le salieron las lƔgrimas cuando la pelotita lanzada por Kadal hizo contacto contra sus bolas. Sus grandes pelotas rebotaban cuando cada golpe encontraba su blanco.
Franko levantĆ³ el brazo con la mirada puesta en un ex rey, el esclavo rubio sollozaba y sacudĆa la cabeza de forma negativa.
La pelota impactĆ³ contra sus bolas.
—¡AAAAAAaaarrrgggg!
De un momento a otro varias pelotas empezaron a cruzar la sala.
El ex jefe de seguridad pensĆ³ que iba a vomitar mientras sus testĆculos eran golpeados fuertemente por las pelotas que magicamente sabĆan como llegar a su entrepierna.
El ex prĆncipe estaba convencido de que el amo estaba haciĆ©ndo todo lo posible por castrarlo. Kadar sonriĆ³ perversamente mientras cada bolita se hundĆa en las huevas del muchacho.
Ex principe |
Los ojos de rubio se abrieron de par en par, cuando una pelota hizo contacto contra sus bolas lanzadas por Franko, el golpe fue tan letal que el esclavo se desmayĆ³. Kadar lejos de preocuparse se burlĆ³. La cabeza del ex rey rubio estaba desplomada y baba le corrĆa por la barbilla.
Mientras tanto, el segundo ex rey estaba en un estado de pĆ”nico y su pecho se movĆa al sentir los pesados y densos balones chocar contra sus testĆculos. El dolor que se irradiaba de ellos se estaba haciendo tremendo; cada pelotita parecĆa una patada directa a la entrepierna.
VolviĆ©ndose en direcciĆ³n al ex capitĆ”n de seguridad Kadar lo mirĆ³ retador. LevantĆ³ el brazo sobre su cabeza y el esclavo se estremeciĆ³ pensando que estaba a punto de recibir otro golpe pero Kadar pareciĆ³ cambiar de opiniĆ³n, en lugar de atacar se levantĆ³ de la silla y se acercĆ³ al ex principe.
Kadar se arrodillĆ³ entre las piernas extendidas del joven, quitĆ³ su ropa interior, arrancĆ”ndola con violencia y agarrĆ³ los huevos del ex prĆncipe en sus manos. Comenzando a amasar y apretar, provocando chillidos en el hombre.
Kadar clavĆ³ la mirada en la entrepierna del joven, dĆ”ndole a sus cojones un apretamiento devastador. El ex prĆncipe gritĆ³ mientras sus huevos ya maltratados se comprimĆan cruelmente entre sĆ y lĆ”grimas fluĆan por su hermoso rostro.
DespuĆ©s de unos momentos, Kadar se puso de pie, se limpiĆ³ las manos en el pecho del esclavo torturado y se dirigiĆ³ al ex rey rubio.
—Tu arrogancia te ha hecho indigno de ser mi esclavo —dijo Kadar, seguido escupiĆ³ y la saliva cayĆ³ en el rostro del inerte ex rey.
La cabeza del rubio lentamente empezĆ³ a volver a la vida, aunque todavĆa estaba inconsciente de lo que le estaba a punto de suceder.
Franko |
Franko viĆ³ como Kadar desnudaba al ex rey, ya entendĆa por quĆ© el rey de Nilo lo llevaba ahĆ y era para demostrarle su fuerza y crueldad si lo llegase a tener como enemigo. Los ojos de Kranko miraron los enormes testĆculos del preso rubio.
El ex rey rubio gimiĆ³ pidiendo clemencia.
Hubo una pausa prolongada para el recuento final y Franko se quedĆ³ en silencio sintiendo que su pene reaccionaba.
El ex rey rubio podĆa sentir el dolor palpitante que provenĆa de sus dos enormes bolas.
Kadar levantĆ³ la rodilla lo suficientemente alto apuntando su negro zapato a las gĆ³nadas sobre la silla.
Cuando Kadar bajĆ³ el pie con toda su fuerza aplastĆ³ las bolas que crujieron horriblemente. El ex rey convulsionĆ³ llorando y gritando. En medio de su desesperaciĆ³n la silla empezaba a balancearse mientras Kadal afincaba con odio el pie.
Los testĆculos del rubio se hinchaban y se volvĆan blandos bajo el zapato.
—¡AAAAAARRRGGGG, ARRRRGGGGGG, ARRRGGGG!
Las membranas de las gĆ³nadas estaban luchando para mantener a sus posturas.
Kadar retirĆ³ el pie y Franko detallĆ³ que las bolas del sudoroso ex rey estaban vsiblemente mĆ”s grandes por la hinchazĆ³n.
Kadar se arrodillĆ³ entre las piernas del rubio y agarrĆ³ sus bolas, una en cada mano, y apretĆ³ tan fuerte como pudo, presionando su pulgar hacia el centro de la masculinidad del ex rey rubio.
El pulgar de Kadar se hundiĆ³ mĆ”s profundo en el testĆculo izquierdo. El esclavo gritĆ³ mientras la presiĆ³n en su cojĆ³n aumentaba.
Kadar soltĆ³ la hueva derecha y apretĆ³ la otra mano alrededor de la bola atrapada, presionando el gran Ć³valo.
—¡AAAAAAAAAAYYYYYYYYYY!
El ex rey gritaba mientras sentĆa su testĆculo izquierdo ser aplastado. Estaba palpitando con una intensidad que apenas podĆa comprender y mirĆ³ aterrorizado que las manos de Kadar estaban casi cerradas.
—¡AAAAAAAHHHHHHH!
Los ojos de Kadar estaban puestos sobre sus manos asesinas. De un momento a otro se percatĆ³ que la polla del ex rey rubio estaba empezando a hincharse. La mente del rubio se resumĆa a pĆ”nico y dolor, su pene estaba lentamente hinchĆ”ndose hasta alcanzar su plenitud de erecciĆ³n.
—¡AAAARRRRHHHHHGGGGG!
Los ojos del esclavo y el emperador se encontraron. La polla gorda del rubio soltĆ³ una cadena de lĆquido preseminal que goteĆ³ de la cabeza.
Kadar continuaba apretando el testĆculo dispuesto a desaparecerlo para siempre. El rubio echĆ³ la cabeza hacia atrĆ”s y gritĆ³ hasta que su polla estallĆ³ en dos gruesos chorros de esperma, salpicando el rostro de Kadar.
El apretĆ³n continuaba.
Para sorpresa de Franko, el emperador soltĆ³ el testĆculo del esclavo rubio y se enderezĆ³. Ćnicamente levantĆ³ el brazo y clavĆ³ una sonĆ³ra bofetada contra su esclavo. Al dar la media vuelta y acercarse a Franko, el arkadiano observĆ³ que en la barba del moreno emperador quedaban rastros del semen del rubio, ademĆ”s de una erecciĆ³n que el hombre tenĆa dentro de su pantalĆ³n.
—La sesiĆ³n ha terminado, prĆncipe de Arkadia —informĆ³—. Espero que os hayas divertido.
Franko afirmĆ³ con la cabeza sin decir nada no querĆa levantarse del asiento porque tambiĆ©n tenĆa una erecciĆ³n.
—Ahora os invito a tu habitaciĆ³n para que tomes una ducha y puedas descansar.
—No podrĆ© descansar tranquilo cuando mi pueblo es reprimido.
—OrdenarĆ© limpiar esta sala para que vos y yo tengamos una reuniĆ³n dentro de tres horas.
—De acuerdo.
—PodeĆs retirarte, prĆncipe.
Franko se levantĆ³ del asiento y sosteniendo la mirada de Kadar respondiĆ³:
—Mi padre fue asesinado por los hombres de Badia por lo tanto soy el rey de Arkadia.
—Para mi eres el prĆncipe —corroborĆ³ Kadar con voz firme—. PodrĆ© nombrarte rey cuando un decreto oficial asĆ lo asigne. Por ahora podeĆs retirarte, prĆncipe.
Franko abandonĆ³ la torre odiando a Kadar, esperaba que lo ayudase y le preocupaba que fuera la Ćŗnica naciĆ³n que ofreciĆ³ ayuda para recuperar el trono. Cuando llegĆ³ a su habitaciĆ³n leyĆ³ un mensaje de Rocco que le preocupĆ³.
El nuevo rey en pocos dĆas tomarĆ” nuevas medidas, ellas incluye disolver nuestro parlamento pero no convocarĆ” a elecciones. Me ha llegado una informaciĆ³n de buena fuente que a nuestras costas estĆ”n llegando buques de Badia cargado con mĆ”s militares y con escorpiones acorazados.
Franko cerrĆ³ los ojos preocupado, aquellos escorpiones servĆan como artefactos blindados usados durante la guerra tal y como las tanquetas de nuestro mundo.
Franko se dedicĆ³ a informar al presidente del parlamento arkadiano sus preocupaciones y que hasta el momento no habĆa tenido con Kadar conversaciĆ³n alguna para recuperar su reino.
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