Catador de semen (4/4) - Las Bolas de Pablo

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13 ene 2021

Catador de semen (4/4)

CONTIENE

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Lenin es un hombre alto, de piel blanca, velludo con cabellos negros, se dirigĆ­a a las escaleras a la planta superior cuando fue detenido por Israel ChacĆ³n, el hijo mayor de Marcos, alto muy guapo y rubio. 


—Quiero saber que me hiciste el otro dĆ­a, hijo de puta —le dijo. La actitud de Israel era rabiosa y parecĆ­a no estar dispuesto a bromas. 

—No sĆ© a quĆ© te refieres —negĆ³ Lenin. Desde semanas atrĆ”s, estaba llevando adelante su proyecto personal. Su adiciĆ³n al sabor del semen lo obligĆ³ a probar el nĆ©ctar viril de los hombres de la grandiosa familia ChacĆ³n Bosch. Pero la estrategia que usĆ³ con Israel no fue la mĆ”s honesta

—Claro que sabes lo que me hiciste. Pero yo no recuerdo nada. Lo Ćŗltimo fue que estaba charlando contigo en la piscina. 

—De allĆ­ te fuiste a dormir con tu esposa. Ella sabe lo que te pasĆ³. 

—¡No seas cabrĆ³n! Al otro dĆ­a amanecĆ­ con las bolas hinchadas y ella no lo supo. 

—Pues yo menos. 

—Maldito maricĆ³n, algo me has hecho. 

Israel parecĆ­a furioso. TomĆ³ a Lenin por el cuello cuando alzĆ³ el brazo derecho con el puƱo cerrado, Lenin respondiĆ³ con mĆ”s rapidez empujando su rodilla contra el abultado paquete envuelto en jeans del rubio. 

Los ojos de Israel se cerraron mientras retrocediĆ³, y dejĆ³ escapar un grito doloroso ronco agarrĆ”ndose sus grandes bolas con ambas manos.

Lenin sonriĆ³, recordĆ³ el sabor de la leche de aquel guapo varĆ³n, metĆ”lica. 

Israel se veĆ­a muy excitante con la boca abierta, los ojos cerrados, la espalda tensa ante la reacciĆ³n ancestral de todos los hombres ante un ataque a sus testĆ­culos. 

—No te hice nada. Ahora, tengo cosas que hacer —dijo Lenin. Dio media vuelta y subiĆ³ a toda prisa las escaleras dejando de ver a un encorvado Israel quejarse del intenso dolor de huevos. 

Israel se quedĆ³ dolorido, con las manos en su entrepierna. Soportando el dolor en sus dobles yemas. GimiĆ³ mientras se frotaba la ingle.

Lenin todavĆ­a con su verga dura llegĆ³ a la habitaciĆ³n de Pablo. TocĆ³ la puerta. Horas antes se atreviĆ³ a confesarle que le querĆ­a chupar la verga y un deshinbido Pablo no se cohibiĆ³ y aceptĆ³ la propuesta invitĆ”ndolo a su habitaciĆ³n a la hora convenida. 

Pablo abriĆ³ la puerta y recibiĆ³ un manotazo en los cojones como saludo. 

—Oooooh —Pablo se doblĆ³, agarrando sus nueces—. ¡Ay, mis bolas!

Lenin sonriĆ³, inspeccionĆ³ el pasillo y entrĆ³ a la habitaciĆ³n cerrando la puerta con seguro. 

—¿Y David? —preguntĆ³. 

—EstĆ” en la ciudad y regresa maƱana. Le dije que cuando estĆ”bamos en nuestra hacienda es en plan de vacaciones pero lo llamaron por asuntos del trabajo y tuvo que ir.

—¿AsĆ­ que lo engaƱarĆ”s conmigo? —sonriĆ³ Lenin con mirada y sonrisa traviesa. 

—Ni lo creas asĆ­ —confesĆ³ Pablo—. No eres mi tipo, solo me estĆ”s pidiendo una necesidad y estoy dispuesto a complacerte —Lenin se riĆ³—. AdemĆ”s David y yo tenemos una relaciĆ³n abierta y hemos hablado al respecto. 

—No entiendo —dijo Lenin. 

—Pues que si uno de los dos conoce a otra persona y se la quiere follar que se lo haga. Siempre y cuando uno no engaƱe al otro, se lo debe decir. 

Lenin frunciĆ³ el ceƱo. 

—¿Y ha funcionado? 

—No lo sĆ© —respondiĆ³ Pablo—, hasta el momento no he sentido la necesidad de buscar otro tipo. Siempre he estado con David. Bueno una vez vivimos en trĆ­o pero no ocurriĆ³ mĆ”s. 

—¿Y Ć©l? 

—Nunca me ha dicho que estuviera con otra persona. 

—Pobre, Pablo. Debes tener los cuernos de la infidelidad de aquĆ­ a PlutĆ³n. 

Pablo se echĆ³ a reĆ­r. —ConfĆ­o mucho en mi esposo. 

Lenin se encogiĆ³ de hombros. Y era cierto, hasta la fecha Pablo y David mantenĆ­an en cero su infidelidad. 

—Entonces quiere decir que le contarĆ”s a David de esto. 

—SĆ­. 

—Me molerĆ” a puƱos. 

Pablo sonriĆ³. 

—Es probable y David es muy fuerte. 

Lenin tragĆ³ saliva. 

—Mejor me voy —dijo dando media vuelta. 

—¿Y te perderĆ”s de esto? —Pablo se agarrĆ³ la entrepierna con una mano marcando una buena masa en su pantalĆ³n. 

Lenin se mordiĆ³ los labios, sintiĆ©ndose cautivado y con la boca echa agua. 

—Vamos a comenzar, Pablo. Muero por probar tu polla y saber que se siente esa rica leche ahĆ­ guardada. 

Pablo ChacĆ³n abriĆ³ la bragueta de su pantalĆ³n y sacĆ³ su equipo sexual. Sus grandes y colgantes testĆ­culos junto a un pene grande y grueso. 

Lenin se mordiĆ³ los labios. 

—Es hermoso —dijo—. Pero pobre David. Le debes desgarrar por dentro con esa cosota —ambos rieron—. Es muy hermoso tu pene, parece una combinaciĆ³n perfecta entre la polla de Israel y SimĆ³n. Largo y grosor. Lo que uno carece del otro, tĆŗ lo tienes de ambos.

—Soy el hermano menor, quizĆ”s es por eso. Pero tĆŗ, ¿cĆ³mo lo sabes? 

Lenin se aclarĆ³ la garganta. 

—Comencemos, Pablo. No puedo esperar mĆ”s. 

Se arrodillĆ³ frente a Pablo y metiĆ³ su pollĆ³n en la boca. Pablo echĆ³ la cabeza hacia atrĆ”s cuando la punta de su pene hizo contacto con los labios de Lenin, en una mamada celestial. Lenin agarrĆ³ las bolas de Pablo, sacĆ”ndole un chillido agudo.

Lenin comenzĆ³ un mecĆ”nico movimiento de su cabeza sobre el guapo falo de Pablo. Entretanto ChacĆ³n lo tomĆ³ de la nuca mientras le hacĆ­a sexo oral y jadeaba. 

La boca de Lenin tambiĆ©n hizo ruido en la habitaciĆ³n, succionando el pene de Pablo, se sentĆ­a feliz de tener aquel delicioso pedazo de carne para Ć©l esa maƱana. Aunque sintiĆ³ una pena profunda que tuviese otro dueƱo a su entera disposiciĆ³n. 

Lenin dio un tirĆ³n como represalia a Pablo, quien dio un gruƱido gutural. Sin embargo, la deliciosa mamada del experto continuĆ³. 

A pesar de lo leves maltratos a sus bolas, Pablo la estaba pasando bien. Su erecciĆ³n se habĆ­a convertido en un pedazo grueso y pesado de carne dentro de la boca de Lenin. 

Enseguida Pablo comenzĆ³ a follarle la boca de prisa. Bombeando su cadera, sudando y jadeando. Pablo lanzĆ³ un suave gruƱido cuando su polla estallĆ³ con una espesa carga de semen salado que saliĆ³ disparado de su polla y cayĆ³ sobre la lengua y dientes de Lenin que no dudĆ³ en alimentarse.

Pablo tenĆ­a la mirada perdida seguĆ­a follĆ”ndose a Lenin mientras eyaculaba. 

Lenin tragĆ³ por completo aquellos escupitajos de crema masculina de Pablo, sin dejar perder nada, catando, probando, sintiendo. 

Cuando Pablo se apartĆ³ de Lenin era porque habĆ­a quedado seco y el velludo le habĆ­a apretado las bolas lo suficiente para quedar sin semen. Pablo caminĆ³ encorvado a la cama donde se sentĆ³ y se secĆ³ con una toalla. 

Lenin quedĆ³ limpiĆ”ndose la barba y comiĆ©ndose los restos de la salsa de Pablo. 

—¿Y entonces? —preguntĆ³ Pablo—. ¿QuĆ© te ha parecido mi lefa? 

Lenin se lamiĆ³ el labio inferior, en su dedo indice quedaba un pegote de la crema de Pablo. La examinĆ³ entrecerrando los ojos. Finalmente se la comiĆ³ con mucho afĆ”n.

—Nutritivo y delicioso. Espeso, caliente, con un rico sabor salado que no permite ser rechazado. 100% recomendable.

A Pablo le brillaron los ojos.

—Que bueno que te haya gustado. Ahora entiendo por quĆ© nadie se queja de mi sabor, 100% es bastante bien. ¿Es muy salada?

—SĆ­. Pero tolerable. ¿AceptarĆ­as ser mi amante, Pablo?

Pablo sonriĆ³ y arrugĆ³ el ceƱo.

—No, con David me basta y sobra. No necesito a alguien mĆ”s.

—Ah, que pena. 

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