De todo lo lo malo se suceden cosas buenas, fue lo que me dijo mi primo José Manzano antes de irse de Río Oscuro y de la región para siempre. Reinaldo se comportó como un verdadero troglodita. Puso una queja ante la secretaria de educación sobre «las conductas inmorales» de José para con su hermano Valmore. Además de ventilar a los cuatro vientos la intimidad de ellos con el personal del ministerio de educación logró que cambiaran de docente al pequeño Germán, le asignaron a un veterano profesor que está a pocos días de su jubilación.
José decidió irse del pueblo, aunque cuenta con el apoyo de la secretaría de educación, su jefa optó por removerlo de su labor como docente rural y le ha solicitado otras funciones en la ciudad, le irá bien en su propósito. Todos sabemos lo responsable que es.
José no se ha ido solo. Valmore Quiroga se marchó con él.
—¡No te puedes ir! Y mucho menos con ese marico —le dijo Reinaldo cuando lo vio haciendo su maleta.
Valmore reaccionó con violencia. Comenzó a empujar a su hermano mayor.
—¿Y qué demonios quieres que haga? —estampaba con fuerza las palmas abiertas contra el pecho de Reinaldo haciéndolo retroceder—. ¿Quieres que me quede bajo tu yugo? ¡Me largo de aquí! ¡Y me alegro de no verte más!
—¡No! ¿Qué demonios harás en la ciudad? Pasarás trabajo. Todo esto te pertenece. Te ayudaré a encontrar una mujer.
En respuesta a esto Valmore lo azotó con tanta fuerza a Reinaldo que cayó al suelo sobre su trasero.
—No necesito una mujer porque ya tengo a José y soy feliz con él —intentando serenar su descontrol, explicó—. Soy administrador de empresas y en algo seré útil. Fue un placer conocerte, al final no te guardo rencor, agradezco que tú mismo me hayas empujado a esta decisión. Seguiré en contacto contigo.
Valmore se dio la vuelta y siguió ocupado en su equipaje. Reinaldo se levantó gruñendo y lanzándose contra Valmore, pero su hermano menor supo como debilitarlo y lo dejó en el suelo con un rodillazo a Reinaldo donde más le duele. El semental bravío de Río Oscuro quedó en shock en el suelo pálido sosteniéndose los testículos.
José y Valmore se marcharon un jueves por la mañana, están viviendo juntos y serán felices, se darán apoyo mutuo ante las adversidades que se presentan en los primeros pasos de una nueva vida, mientras llega la pronta estabilización.
La escuela que planea abrir Reinaldo sigue en marcha, ya no desea que su hijo reciba educación particular, logró entender que el pequeño necesita socializar con otros menores. Es un gran adelanto de su parte.
¿Y yo? Yo pensé en establecerme aquí ayudando a los diferentes trabajadores en sus problemas laborales y sus jornadas malpagadas. Aunque pensé que Reinaldo Quiroga mejoró su carácter estoy segura que su mal genio nunca se despegará de él. Loro viejo no aprende a hablar, comentaba mi abuela.
Termino de mirarme al espejo, luzco radiante. Sonrió y salgo del lavabo, ingreso a la habitación donde Reinaldo me espera. Completamente excitado y empalmado. Quiero que esta noche sea el mejor sexo de nuestra vida y estoy segura de no estar equivocada ante tremendo semental. Hoy también me voy de aquí.
Me acerco al borde de la cama y lo beso, me inclino y toco su verga, es curva, aunque gruesa y llena de venas. Comienzo a saborear su pija, Reinaldo gime y me gusta el contacto de mi lengua con la cabeza de su pene mientras me lo como por completo. Mi lengua recorre su falo y lo introduzco en mi boca lo más profundo que puedo hasta sentirme ahogada.
Al Reinaldo cerrar sus ojos y apartarme, emite un rugido colosal y un chorro de leche me da en la cara y otro en mis tetas pero su pene sigue duró como roca. Agarro su mano y chupo uno de sus dedos, luego lo llevo a mi cara para recoger su semen y lo llevo a mi boca, para probar su néctar masculino, él solo me mira con la boca abierta en el borde del éxtasis.
Estoy bastante húmeda, gracias al morbo de la situación, él también me toca, metiéndome sus dedos, su pinga sigue dura a pesar de haberse corrido, me subo a la cama y encima de él dejo caer mi cuerpo para tragarme toda aquella deliciosa verga. Reinaldo traslada sus manos a mis pequeñas tetas, el gime y me aprieta los senos. Comienzo a mover mi cadera sintiéndome llena y satisfecha. Siento un chorro de leche caliente en mi vagina, Reinaldo volvió a eyacular dentro de mí.
El semen que va escurriendo de él, lo tomo con mis manos y pruebo.
Reinaldo me obliga a cambiar de posición y me pone en cuatro.
—Te voy a partir —agrega con ese lenguaje sucio que emplea cuando estamos juntos.
Posiciona su pene en la entrada de mi vagina y empieza a poner presión, bombea su cadera haciéndome sentir rico.
A punto del clímax el semental de Río Oscuro, sacó su verga de mí, hizo que me sentara a su frente y se masturbo sobre mis tetas dejándome su tercer cañonazo de leche, siempre me sorprende que guarde tanto semen en sus testículos.
Estoy bañada en su jugo viril, siento esos rastros de néctar estar calientes sobre mi piel, aunque es su esencia masculina y prueba de la fogocidad que siente por mi, me excita su semen, pero también experimento cierto asco. Reinaldo está exhausto, me da un suave beso en la mejilla y él parte para buscar una toalla. Al tenerla en mis manos limpio su olorosa esencia de macho.
Reinaldo está de pie a mi lado observándome, la polla se le vuelve a poner tiesa de solo mirarme. Yo le sonrió, y lo golpeo en los huevos.
Sus dos órganos son aplastados contra su pelvis por la fuerza de mis nudillos.
Reinaldo gritó y agarró sus bolas. Sus rodillas se encontraron y se hundió en el suelo y sosteniendo su maltrecha hombría.
—No puedo seguir contigo, Reinaldo —confesé poniéndome de pie—, no puedo estar con quién le hizo daño a mi familia y José más que un primo es como mi hermano mayor. Pusiste en riesgo su trabajo por una bravuconería tuya. Él nunca me dirá nada, pero sintió que te apoyé a ti y no a él.
Reinaldo estaba en posición fetal en el suelo, no decía nada y su silencio era como si tuviera las huevas en la garganta.
El vaquero de Río Oscuro estaba tan dócil que dejó que yo le cogiera las piernas y las alzara en el aire.
—No, no lo hagas —reaccionó de forma dolorosa, pidiendo con las palmas de su mano que me detuviese.
Le aplaste los testículos con la planta de mi pie, clavándole las gónadas en su pelvis. La expresión del rostro de Reinaldo Quiroga me indicó lo mucho que le dolió. Sus labios temblaron, su boca formó una "O" y sus ojos se llenaron de lágrimas.
Una patada mía lo dejó sin aliento.
Volví a patear los testículos de Reinaldo, el propio dolor en su cuerpo le hizo emitir un rugido ronco, le solté las piernas y se agarró su virilidad.
—Y pensar que estuve dispuesta a cambiar mi estilo de vida por ti —declaré—. Quería instalarme en el campo. Pero no es así, quiero que sepas que me iré de aquí, no estaré a tu lado. Lo nuestro se termina. Me marcharé, Reinaldo.
Reinaldo estaba acongojado en el suelo, cogí mi ropa y me comencé a vestir oyendo sus quejidos. Cuando estuve lista lo observé por última vez, era un sujeto hermoso, es una lástima que no siga con él, pero para mi es cuestión de apoyo hacia José.
Salí de la habitación, tengo pensado coger las llaves de la camioneta de Reinaldo e irme hasta la cabaña de mi primo. A primera hora de la mañana partiré a la ciudad. Apenas iba a subirme al vehículo cuando Reinaldo apareció, se había puesto únicamente el jeans y quería detenerme.
—No te vayas, Jennifer, no me abandones.
—No me voy a quedar a tu lado.
—No me dejes, tú no.
Me sostuvo entre sus brazos abrazándome muy fuerte.
—No te vayas. Tú no te vas a ir.
—Me haces daño, suéltame.
—Por favor, por favor.
Levanté a Reinaldo de un rodillazo en las bolas. Aterrizó de nuevo en el suelo con las manos agarrando sus destrozada hombría.
—Ay, ay, ay —repetía con el dolor visible en su lindo rostro mientras se retorcía en el suelo.
Me subí al vehículo y dudé en encenderlo, finalmente me atreví y comencé a mover la camioneta, observé por el retrovisor y descubrí a Reinaldo acurrucado en posición fetal. Esa noche me fui de Río Oscuro directo a la cabaña que alquiló mi primo José. Me dirigí a la terminal mucho antes de que amaneciera, no quería que Reinaldo me encontrase y lo logré partiendo temprano a la ciudad, alquilé un vehículo que me llevó directo.
Lo más probable es que sea el tiempo quién nos dé una oportunidad de reencontrarnos a todos, pero no estoy segura, Reinaldo tiene que moderar su carácter, aunque conmigo nunca fue un amargado, pero con José sí.
Sería increíble una secuela mostrando que paso con Reinaldo, después de varios meses sigo regresando a esta historia por que es simplemente increíble.
ResponderBorrarMuchas gracias, Reinaldo es uno de mis personajes favoritos. Es un hombre muy recio y potente. Casualmente hace pocos días se me había ocurrido una entrega más, una historia única donde se muestra a Reinaldo a punto de ser robado en su hacienda, debe apelar a la lucha si quiere salir victorioso
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