Han pasado dos meses desde la madrugada de aquel primero de enero, ha sido un excelente año de muchos cambios y expectativas para mejor, la educación de Germán está viento en popa, el niño tiene todos los conocimientos de alguien de su edad, me llevé una sorpresa cuando el propio Reinaldo Quiroga me afirmó que había comenzado un proyecto en un terreno dentro de sus predios, la construcción de una pequeña escuela para los niños de la zona, como les expliqué antes, todos debían trasladarse a otro lugar lejano para ser educados. Ahora sé que en pocos meses esto ya no será así.
La relación amorosa del vaquero con mi prima también está muy bien. Hace pocos días ella habló conmigo y me compartió su deseo de abrir un bufete que se encargue de resolver la situación laboral de los peones en las haciendas. Si lo pienso bien, es un cambio radical para Jennifer; olvidar su puesto en la gran ciudad para venir al campo por amor a Reinaldo, pero eso es lo que ella quiere y así será. Sin embargo me contenta que ambos se sientan a gusto uno con el otro.
¿Valmore? Sí, Valmore Quiroga y yo, estamos juntos, también es una sorpresa que me haya gustado ese semental, después de tanto tiempo conversando de cualquier cosa sin llamar la atención del otro, he terminado quedándome con él, a escondidas y en el refugio de mi cabaña, aquí siempre nos encontramos y nos damos cariño, ¿quién iba a creer que unos golpes en las bolas iba a hacer que nos hiciéramos amigos y a las pocas semanas descubrir que uno gustaba del otro y comenzar una relación? Valmore ha sido tan cariñoso y bueno conmigo que no me inspira golpearle los testículos. Aunque siempre tengo la sensación de hacerlo, mi amor por él no me lo permite. ¿Les ha ocurrido alguna vez con sus parejas?
Es casi de noche y estamos en mi habitación besándonos. Es la primera vez que voy a comerme su polla, me contuve cuando lo vi desnudo, porque aunque su pene no es pequeño está torcido como el de su hermano. La verga de Valmore es un poco más grande que la del propio Reinaldo, eso sí, muy flaca y larga. Cierro los ojos y la meto en mi boca, él me agarra de la cabeza y me guía para meterla y sacarla de mi boca. En cierto momento me confesó que Reinaldo desconoce su homosexualidad y que en años anteriores tuvo un amorío con un peón que al día de hoy tiene poca importancia ya se fue del poblado para nunca más volver.
Por los gemidos que mi Valmito lanza sé que lo está disfrutando, a lo bestia. Cuando anunció que estaba a punto de eyacular, le permito que lo haga en mi boca. Cuando siento su cañón de esperma en mi boca, trago un poco, tiene un fuerte sabor que se abrazó a mi garganta. El resto lo escupí al suelo mientras él se dedica con cara de güarro a restregar su leche en todo su abdomen.
Me coloca a cuatro patas. Pensé que con mi estupenda mamada he calmado a mi semental, pero me equivoco. Comenzó a comerme el trasero, escupiéndome y salivando. Luego agarra el lubricante sobre la mesa de noche y empieza a meter un dedo y luego dos. Lo hace de forma delicada y aunque al principio me dolió, ya me estoy acostumbrando. Al poco rato escucho como abre un condón y me preparo para lo que viene.
Me va metiendo su pene poco a poco, bastante larga su estaca al atravesarme, así empieza a follarme, al principio lo hace despacio, hasta que me empotra salvajemente. Me agarra por la cadera y me embiste. El sonido de sus huevos chocando con mi culo se expande por la habitación acompañado de sus bufidos. Sus testículos están recogidos en su saco escrotal Me siento complacido hasta que a los pocos minutos termina descargando un nuevo lote de esperma que se incrusta en el material de látex. Se acuesta a mi lado y nos encerramos en un cálido abrazo.
Cuando se recupera de su follada empieza a besarme el pecho para llegar a mi polla. Logró que me empalmara en menos de lo que canta un gallo y me lame mi verga hasta hacer que me corra.
Así estuvimos.
Valmore me folló otras dos veces más.
Nos quedamos largo rato descansando sobre la cama, abrazados, nos quedamos dormidos hasta que un violento portazo dentro de la habitación nos hace despertar exaltados y llenos de miedo. Reinaldo Quiroga abrió la puerta de la habitación de una patada y ahí está, imponente como siempre. Valmore salió de la cama y enseguida comienza a colocarse la ropa interior. Yo me cubro la pija y las bolas con la sábana.
—¡LO SABÍA! —grita Quiroga—. ¿ME QUIERES EXPLICAR QUÉ HACES AQUÍ, VALMORE! ¿ERES UN MALDITO MARICÓN? ¡YO NO TENGO UN HERMANO PUÑAL!
—¡Cálmate, Reinaldo! —Valmore se fue acercando a Reinaldo con las palmas levantadas—. Podemos hablar.
—¡MI HERMANO NO ES UN PUTO MARICÓN! LOS QUIROGA SOMOS HOMBRES MACHOS! TÚ NO ERES UNA MUJER EN CUERPO DE HOMBRE.
—La situación no es así, Reinaldo. Escucha…
El semental bravío sujetó los testículos de Valmore con fuerza haciendo a mi pobre pareja contener el aliento.
—¡YO NO TENGO UN HERMANO MARICÓN! ¡ESTOS HUEVOS SE HICIERON PARA RESTREGARLOS EN EL CULO DE UNA MUJER! ¡TÚ NO ERES UN PUÑAL!
Apretó los testículos de Valmore tan fuerte, que mi pobre galán torció los ojos. Yo me estaba colocando un calzoncillo cuando Reinaldo lo soltó y se fue contra mi. Producto del dolor, Valmore se quedó en el suelo dolorido.
—TODO ES CULPA TUYA, MAESTRO DE MIERDA —me toma del cuello, apretando con fuerza y empujándome contra la pared—. NUNCA ME DISTE BUENA ESPINA. AIRE DE SUPERIORIDAD, METICHE Y ENCIMA —me mira con desprecio, parece un toro a punto de dar su cornada—, ¡MARICÓN! ¿QUÉ LE HICISTE A MI HERMANO, PERVERTIDO? VALMORE NO ERA ASÍ, ¡ERES UN DEGENERADO! ¡A MI HIJO NO TE VOLVERÁS A ACERCAR! ¡PERVERTIDO!
Me estaba apretando muy fuerte el cuello, el aire empezaba a faltarme y no visualizo a Valmore para que interceda.
—¿PENSASTE QUE NO ME IBA A DAR CUENTA, MARICÓN? SIEMPRE APROVECHANDO LOS TRASLADOS DE MI HERMANO HASTA EL PUEBLO, TODAS LAS NOCHES CONVERSANDO AQUÍ. CADA VEZ QUE YO TRAÍA A JENNIFER VEÍA EL JEEP DE VALMORE AFUERA ESTACIONADO. ERES UN MALDITO PERVERTIDO, JOSÉ MANZANO. TE VAS A ARREPENTIR DE DEGENERAR A MI HERMANO. TE ODIO.
Si no actúo pronto, este furioso toro me va a matar, no tengo más opción, levanto la rodilla directamente hacia el paquete de Reinaldo Quiroga, levantó sus bolas violentamente.
La mandíbula de Reinaldo se abre, dejando escapar un grito ahogado.
—¡Maricón! —susurró con voz apagada, sus manos dejaron mi cuello y se fueron directo a sus dos frágiles nueces.
Reinaldo Quiroga retrocede sentándose en el suelo, con las manos en los testículos. Gruñe y gime al mismo tiempo. Resopla dolorido, mientras se acaricia sus órganos masculinos. Aprieta los dientes mientras su rostro pasa de la furia al dolor.
Miro a Valmore que está de pie sujetando su jeans.
—Estoy bien —me confirma—. Me llevo a Reinaldo.
Pero estoy furioso. Observo al patético de Reinaldo y lo sostengo del cuello de la camisa elevándolo un poco.
—Escúchame bien, hijo de puta, no por tu madre sino por ti —hablo furioso mirándolo directamente a la cara—. Yo no soy ningún degenerado ni un pervertido. Tu hermano siempre ha sido así, sino ha sido lo suficientemente sincero contigo es porque desconfía de ti en estos asuntos y en tu maldita manera de actuar. ¡Troglodita!
—¡José! —me alertó Valmore.
Reaccioné bastante rápido y sujeto la palma de la mano de Reinaldo antes de me golpee entre las piernas. Tomo su muñeca sin dejar de apretar el cuello de su camisa. Seguimos mirando con furia nuestros rostros. Sé que ha dejado su delicada hombría semi desprotegida.
Empujo una patada cargada de rabia en las bolas de Reinaldo, es música para mis oídos su patético gorjeo, sus ojos se llenan de lágrimas mientras busca como agarrar sus dos bolas heridas.
—Maldito enfermo —gime.
Valmore comienza a vestirse rápidamente, lo miro y dejo escapar a Reinaldo que se acurruca de lleno en el suelo amortiguando con sus dedos el dolor de sus miserables papas que desconozco si están llenas de leche o si la usó en Jennifer.
—¿Estás bien? —le pregunto nuevamente a Valmore.
Él afirma con la cabeza y me toma del mentón.
—Estoy bien —afirma, mirándome a los ojos—. Me iré con Reinaldo, te escribo más tarde.
—No te voy a dejar ir con ese energúmeno.
Él me mira de manera suave, acaricia mi mejilla con su dedo pulgar mientras continúa su palma en mi mentón.
—Es mi hermano, estaremos bien.
Su rostro acerca al mío y aunque no toca mis labios consigue darme un beso en la mejilla que me hizo sentir cómodo. Valmore se dirige a Reinaldo en tono calmado, pero seguro.
—Rei, vámonos. Tenemos que hablar. Mañana cuando estés mejor te quiero aquí dando una disculpa y reparando tus daños, mira esa puerta.
Antes de que yo pudiera replicar, ya el amargado semental en el suelo me lanza cualquier insulto. Valmore dio media vuelta y me miró con una cálida comprensión sonriéndome. Se inclino ayudando a levantar a su hermano mayor.
—¡No quiero que me toques, maricón! —ruge Reinaldo queriendo zafarse aún con sus manos cubriendo sus gónadas.
Valmore suspiro llenándose de paciencia, a continuación hizo algo que no me espere y que me puso duro enseguida, lo confieso. Consiguió apartar las manos de Reinaldo y apretarle los testículos.
—¡AAAAAAAH!
Reinaldo gritó a todo pulmón.
—¡Reinaldo! —dijo Valmore con fuerza en su voz (y presión en su mano)—. Basta ya de dar espectáculo por esta noche, ¿entendido?
Reinaldo no se veía mejor. Hace una mueca de dolor y aprieta los dientes, Valmore le ordenó caminar y Reinaldo no obedeció, entonces mi adorado Valmore le hizo bocina en sus testículos una y otra y otra vez.
—¡AAAAAAAH! ¡SUÉLTAME, MARICA DE MIERDA! ¡AAAAAAH! ¡AAAAAAH!
Valmore negó con la cabeza, dejó en paz las bolas de Reinaldo y lo ayudó a caminar.
—Olvidas tu sombrero —le dije a Valmore antes de que saliera.
El se medio voltea.
—Mañana vengo a buscarlo —me guiña un ojo que me hace sacar una sonrisa.
—¡No me toques, maricón! —oigo gruñir a Reinaldo.
—Camina, hermano. Te seguiré ayudando a salir, y no te preocupes porque no es contagioso.
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