Emilio Acero fue contratado por La CofradĆa para limpiar un desastre, siempre lo hacĆan cuando normalmente la organización criminal atravesaba una incompetencia. Esta vez, se trataba de un secuestro, un prominente polĆtico local estuvo causando problemas al interrumpir sus operaciones de blanqueo de dinero. Se habĆan dejado algunas pruebas en el lugar del secuestro y, gracias a las habilidades de un policĆa, se descubrieron las documentaciones y estaban a salvo en el armario de la comisarĆa.
La CofradĆa tenĆa un infiltrado en la empresa de limpieza contratada por la PolicĆa para prestar sus servicios. Falsificó los registros y el control de seguridad, haciendo pasar al experimentado asesino como un antiguo empleado de turno.
Aquella acción le permitió acceder a la comisarĆa. Esa noche, mientras agachaba la cabeza y cumplĆa con sus obligaciones, Emilio descubrió la habitación donde se guardaba el armario con las pruebas. HabĆa conseguido introducir cuidadosamente algunos explosivos plĆ”sticos. Unos cinco minutos mĆ”s tarde, se encontraba en su "descanso para ir al baƱo" cuando una potente explosión arrasó el armario de pruebas. Ā”Misión cumplida! Escapó por la salida de emergencia cuando sonó la alarma de incendios y se perdió en la noche.
Se quitó el uniforme de limpiador y se puso ropa de calle informal: unas gruesas botas negras, jeans y una camiseta negra. En la cintura llevaba una pistola pequeña, una pistola eléctrica, un pequeño bote de gas lacrimógeno y una porra de acero. A menos que fuera absolutamente necesario, nunca iba desarmado a ningún sitio. Utilizaba un abrigo para disimular lo fuertemente armado que iba. Pero la realidad era que no necesitaba armas para herir o matar a un hombre.
Entonces, como si nada le importara, caminó despreocupadamente por la calle y dobló por un callejón. HabĆa sirenas sonando con fuerza a varias manzanas de distancia y el sonido de un camión de bomberos a lo lejos. Silbó y, en el otro extremo del callejón, vio a un policĆa solitario doblar la esquina. HabĆa estado en la comisarĆa, pero dudaba que lo reconociera, y menos en las oscuras sombras del callejón. Actuó como cualquier otro ciudadano de caminaba a casa despuĆ©s de una noche de copas, ajustando sus andares para tropezar ligeramente. Sin embargo algo en la actitud del asesino hizo dudar al joven policĆa, era una noche fuera de lo comĆŗn, el ambiente estaba agitado, sirenas, llamas, explosiones, cualquier borracho se asustarĆa con eso o se iban a mirar con feliz estupor alcohólico el lugar de la explosión, porque eso lo hace todo el mundo, nadie ignora algo asĆ. A menos que tengan culpas que ocultar.
āSeƱor ādijo Aarón Medina cambiando la dirección y dirigiĆ©ndose a Emilioā. Espere.
Emilio Acero era enemigo de los tiroteos, siempre causaban ruido, estuvo a punto de sacar su arma y acabar con aquello de una buena vez. Se dio cuenta de que ese policĆa era un cabrón peligroso, probablemente de origen militar. Se notaba en su forma de andar, en la seguridad de sus pasos, en la mirada dura y sin tonterĆas de los ojos, en la forma de sostener su hermosa mandĆbula, en una lĆnea de firme determinación. Su tiempo de reacción probablemente estarĆa a la par con el suyo a la hora de desenfundar un arma. Y en el momento en que hiciera un movimiento dentro de su abrigo para coger la pistola o aquella elĆ©ctrica, probablemente responderĆa con su propia arma y serĆa un cara a cara.
Cuando se acercó a Emilio, el asesino se agachó un momento como si estuviera a punto de vomitar. Entonces, a la velocidad del rayo, se enderezó, levantando el puño como un rayo, buscando nokearlo con un uppercut.
Aarón se tambaleó contra la pared del callejón, aturdido por un segundo, ya que lo que se esperaba no era eso. Esperaba que el supuesto borracho fuera un simple ratero. Por su experiencia militar y la resistencia a los golpes se impulsó desde la pared y chocó contra Emilio, levantando el codo y golpeÔndolo en la cara.
āAgĆ”chate, cabrón āgritó el policĆa.
Emilio lo agarró de la muñeca. Giró sobre mà mismo y sostuvo la muñeca derecha por encima de su hombro mientras giraba, golpeando con su pesada espalda la parte delantera del uniformado, incluso a través del grueso chaleco, sintió la sólida musculatura del oficial.
Se inclinó rĆ”pidamente hacia delante, pasĆ”ndole el brazo derecho por encima del hombro con una enorme explosión de fuerza, lanzando todo su cuerpo por encima del hombro en un brutal lanzamiento de judo, retorciendo el brazo derecho mientras Aarón caĆa con la espalda contra el duro cemento.
āNOPE, OFICIAL. LO SIENTO, PERO YO NO JUEGO TUS REGLAS. TĆ JUEGAS LAS MĆAS.
El policĆa se alejó rodando, por suerte gran parte de su uniforme lo protegĆa de graves daƱos, rodó hasta la pared del callejón y se quedó mirando a Emilio.
āSoy un agente con armas de fuego, ponte de rodillas. No querrĆ”s meterte conmigo.
Entre ellos habĆa un charco de agua sucia. Emilio se burló ante la amenaza del oficial.
āEstoy armado con mis puƱos y mis pies, poli. Seguro que no quieres meterte conmigo.
De repente, golpeó con la bota el charco de agua, lanzando un chorro de lodo directamente al rostro de Aarón. Aprovechó la distracción para dar un paso adelante, girar sobre una de sus botas y lanzar la otra contra el costado de la fuerte y atractiva mandĆbula con una patada giratoria. Pero Aarón, mĆ”s preparado, levantó el brazo para bloquear la patada asĆ que en lugar de golpear su cara, el impacto fue al brazo, aun cegado por el agua, giró su propio pie para enganchar el tobillo de Emilio y hacerle perder el equilibrio.
Emilio cayó sobre el charco de agua, y en un acto muy poco policial, Aarón lo golpeo en el abdomen con sus botas.
Una onda expansiva de dolor surgió en Emilio desde el punto de impacto. Sin embargo, y pese a todo el dolor, luchó contra el dolor de sus abdominales y agarró los pies de Aarón haciéndolo caer de espaldas.
Se dio la vuelta como una serpiente mientras caĆa de espaldas, con su cuerpo presionó el pecho de Aarón de lado a lado, sus piernas rodearon su brazo izquierdo, el brazo izquierdo inmovilizó su muƱeca derecha contra el suelo, y el brazo derecho serpenteó hacia arriba y luego se lanzó hacia abajo salvajemente, estrellando el codo derecho contra su mandĆbula.
Por mĆ”s que quisiera, Aarón no podĆa alcanzar su pistola ni la porra porque estaba con los brazos inmovilizados. Le zumbaba la cabeza y ni describir el dolor de mandĆbula. Levantó la cabeza bruscamente, como si quisiera darle al Emilio un cabezazo. Respiró hondo, flexionó los fuertes mĆŗsculos del estómago, dobló la cadera y subió las piernas por encima del hombro de Emilio. Apretó los muslos con fuerza alrededor de su cabeza y cuello y luego giró con fuerza, tratando de hacerlo caer lejos de Ć©l.
Preocupado por la acción, Emilio respiró y reaccionó, sin permitirse pensar simplemente reaccionar. Llevó su brazo derecho hacia abajo para sustituir a la mano izquierda, de modo que su brazo izquierdo quedó libre. La mano izquierda se sumergió detrĆ”s de Emilio en busca de la ingle del policĆa.
ā”””AAAAaaaaah!!! āgritó Aarón de dolor cuando sintió que le apretaron las bolas. Inmediatamente separó sus muslos del cuello de Emilio liberĆ”ndolo. El asesino tambiĆ©n apartó la mano de las ovaladas gónadas, cada uno se separó buscando recuperar sus fuerzas.
Con energĆa renovada Emilio se enderezó, inmediatamente Aarón agarró su taser y lo disparó inmediatamente a corta distancia justo en la entrepierna de Emilio Acero, envolviendo sus genitales en un fuego abrasador, pero no pudo sostener el taser por mĆ”s de un breve par de segundos antes de que el dolor fuera demasiado y lo soltó.
āĀ”Hijo de puta! āchilló Emilio, quedó tumbado, estremeciĆ©ndose y crispĆ”ndose violentamente, sintiendo cómo le castaƱeteaban los dientes. Un hombre comĆŗn hubiera perdido el control motor durante cinco segundos por una descarga elĆ©ctrica. Pero un hombre como Ć©l, entrenado en las Fuerzas Especiales recuperaba el control motor rĆ”pidamenteā. Ā”Jódete, hijo de puta! āEmilio Acero estiró la mano izquierda y volvió a inmovilizar el brazo derecho del oficial contra el suelo, luego metió la mano en su cinturón tĆ”ctico y sacó su tubo de gas pimienta. Lo descargó de lleno en sus ojos.
āĀ”AAAAAAAAAH!
Volvió a guardar el spray de pimienta y luego aplastó salvajemente su codo derecho contra la mandĆbula.
Aunque continuaba dĆ©bil Aarón seguĆa luchando, quizĆ”s dando dĆ©biles patadas. Los testĆculos, el brazo y la cabeza le dolĆan muchĆsimo.
Movió el hombro y su brazo se enredó en las piernas de Emilio. Le agarró la entrepierna con toda la fuerza que pudo reunir.
ā”””GRRRRRRRRR!!! āgruñó Emilio ante un nuevo dolor de huevos.
De repente, se escuchó un pitido. Con su otra mano Aarón activó el botón de llamada de emergencia de su radio.
Sabiendo que sólo le quedaba unos minutos, Emilio recuperó el control de su muƱeca y la alejó de su radio inmovilizĆ”ndolo. Luego, con la intención de noquearlo, volvió a clavar salvajemente el codo en la mandĆbula del oficial. Dos veces consecutivas.
Lo último que Aarón pudo decir fue un desafiante "cabrón" antes de quedar inconsciente.
Una vez mĆ”s Emilio Acero habĆa ganado, tenĆa dolores punzantes en el cuello, un salvaje moratón que se extendĆa por sus abdominales y un temblor en las bolas a causa de la pistola elĆ©ctrica.
Aunque terminó bastante rĆ”pido, no fue una pelea fĆ”cil. Decidió rĆ”pidamente no matarlo. El cuerpo serĆa demasiado difĆcil de ocultar. En lugar de eso, decidió llevĆ”rselo.
Lo puso boca abajo, fuera del charco de agua. RĆ”pidamente le esposó las manos a la espalda y luego los tobillos, inmovilizĆ”ndolo. Le quitó la radio del uniforme, le quitó la baterĆa y la tiró por el desagüe. A continuación, le sacó el cinturón tĆ”ctico, junto con el arma de fuego y el resto del equipo. Le sacó las botas, le quitó los calcetines y le volvió a poner las botas utilizando sus calcetines sucios y sudados como mordaza para mantenerlo callado, metiĆ©ndoselos en la boca y atĆ”ndolos con trozos de cuerda de nailon que llevaba encima para circunstancias inusuales.
Se echó al hombro el fornido y musculoso cuerpo de policĆa noqueado y se encaminó por los callejones hacia su vehĆculo. Lo dejó en el asiento de al lado, muy bajito. Tras una hora sin incidentes, llegó a un piso a las afueras de la ciudad. Lo despojó del uniforme, hasta dejarlo completamente desnudo.
Colocó su musculoso cuerpo esposado, golpeado, capturado y desnudo sobre una mesa. Luego, dejó que se despertara. La habitación estaba insonorizada, asĆ que ya no se preocupaba de que hablara. Le habĆa quitado la mordaza de la boca. Caminó a su alrededor, explorando su cuerpo con las manos, disfrutando de su grosor, su forma y su potencia. Estaba claramente excitado.
āBueno, policĆa, ha dado usted mucha guerra. Por eso tiene mi mĆ”s sincero respeto. No subestimo en absoluto sus habilidades. Pero ahora, ĀæquĆ© voy a hacer contigo? DespuĆ©s de, por supuesto, follarte. Que es lo que hago con los oponentes dignos a los que he decidido dejar vivir.
Aarón hizo fuerza contra las ataduras mientras se sentó lentamente. Con las esposas a la espalda era difĆcil hacer mucho.
āMe siento como una mierda. Y tĆŗ me consideras digno. Bueno eso es jodidamente genial Āæno? Como si me importara. TĆŗ fuiste el que bombardeó mi estación, Āæno? Bueno, no soy un puto marica āhizo una mueca de dolor cuando intentó mover el brazoā. Me has jodido. ĀæEres ex-fuerza militar?
Emilio se burló. āDeberĆas estar agradecido de que te considere digno. Si no, estarĆas muerto āignoró por completo la pregunta, la polla se le puso dura. Lo observó mientras hacĆa una mueca de dolor, y finalmente suspiróā. SĆ, como tĆŗ, por la pelea que me has dado. Me entrenaron como militar antes de que decidiera que las oportunidades económicas eran mĆ”s lucrativas como asesino. No pasa nada por decĆrtelo ahora, ya te darĆ”s cuenta. Mi nombre es Emilio Acero. Puede que hayas oĆdo hablar de mĆ ālo bajó de la mesa, le dio la vuelta y lo empujo con fuerza sobre ella. Le metió la mano entre las piernas y le acarició la polla y los huevos con una mano, manteniĆ©ndolo sujeto a la mesa con la otra. Luego le soltó los testĆculos , extiendo el dedo Ćndice y lo metió hasta el fondo de su culo.
Aarón gruñó ligeramente de dolor. Pero su pene se fue poniendo duro.
āPrepĆ”rate para la mejor follada de tu vida, ex sargento Aaron. Vas a sentir mi polla muy pronto, no te preocupes āle agarró la nuca con la mano, lo tiró del pelo y le aplasto la cara contra la mesa. Mientras tanto, le agarró la polla y los huevos, y empezó a acariciarlos, el miembro del oficial estaba duro en respuesta a esa simple estimulaciónā. Ya veo cómo es, oficial āempezó a tantear la punta del trasero con su polla, reciĆ©n liberada de los pantalones. Levantó la nuca y, como pudo, volvió a aplastar su cara con fuerza contra la mesa. Gruñó y empezó a introducir su pene en la abertura del culo mientras le acariciaba la polla y le aplastaba la cara contra el tablero de la mesa.
āMaldito bastardo. Me vas a violar āAarón gruñó de dolor. Sus manos estaba esposadas detrĆ”s de su espalda, esperó a que la polla del asesino se deslizara un poco mĆ”s y movió su mano hacia abajo bruscamente el trozo de metal entre las dos esposas golpeó la dura polla y una mano agarró las bolas de Emilio tan fuerte como pudo, tiró de ellas con fuerza mientras se las apretabaā. DĆ©jame ir y me olvidarĆ© de todo esto āapretó mĆ”s fuerte.
āAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH āagarró la punta del dedo Ćndice de Aarón, mientras seguĆa gritando de dolor y lo doblo hacia atrĆ”s, rompiĆ©ndolo. Siguió bajando por su mano derecha, doblando metódicamente cada dedo hacia atrĆ”s y rompiĆ©ndolo salvajemente. Hizo lo mismo con la otra mano, seleccionó cada dedo, lo doblo hacia atrĆ”s y lo rompió. Dio un paso atrĆ”s, con la polla empezando a ablandarse, pero endureciĆ©ndose de nuevo por la tortura que acabó de cometer. Entonces habló con voz frĆa: āNo me provoques, Aaron. He decidido lo que voy a hacer contigo. VolverĆ”s a mis instalaciones de entrenamiento y te utilizarĆ© para demostrar a los aprendices cómo se llevan a cabo los interrogatorios y las torturas. SerĆ” muy interesante ver cuĆ”nto tiempo sobrevives. Pero... āle acarició la polla, que aĆŗn estaba duraā⦠sospecho que en realidad podrĆas ser lo suficientemente retorcido como para disfrutar un poco.
āEstĆ”s disfrutando con esto, maldito pervertido. Y sĆ. Mi polla se estĆ” poniendo dura porque me estĆ”s follando. Ā”Claro que estĆ” dura! No porque lo estĆ© disfrutando, cabrón. ĀæCómo coƱo puedes hacer esto? Los dos somos militares, maricón chupapollas āmovió las manos sin poder sujetarloā. DĆ©jame quitarme las esposas.
Emilio se echó a reĆr. āSĆ, Āæpor quĆ© no pruebas esa frase con alguien que no vea a travĆ©s de tu mierda HERMANO? Porque al menos somos hermanos en un sentido. La forma en que nuestras pollas estĆ”n conectadas. Yo era militar, ahora soy un asesino āafirmó empezando a penetrarlo bastante fuerteā. ĀæQuieres que te quite las esposas? Hmmmmm.... dĆ©jame pensar... PĆDRETE, AARĆN. Ā”YA NO DAS LAS ORDENES, CHICO!
Aarón gruñó, su polla comenzó a gotear presemen, mientras seguĆa siendo penetrado.
āEscucha Emilio, hermano. Lo somos. Somos putos hermanos. No pasas por todo nuestro entrenamiento para no serlo. Tus compaƱeros de escuadrón. Tus amigos. TĆŗ y yo ya no estamos en el ejĆ©rcito. Pero hemos pasado por mucho. Joder. Deja las armas. Hemos pasado por lo mismo hermano.
Emilio afirmó con la cabeza.
āSĆ, Aaron, tienes razón, estuve en muchas misiones con el ejĆ©rcito, y fueron esas mierdas lo que me hizo jurar no volver a matar a menos que fuera mi decisión. Por eso me hice independiente. Nadie mĆ”s que yo da las órdenes sobre a quiĆ©n matar o a quiĆ©n mantener con vida. Yo decido. Yo. Te dirĆ© algo, Aaron, he decidido no matarte hoy. TodavĆa. Aunque ese daƱo que hiciste con mis bolas me hizo cambiar de opinión, e iba a romperte el cuello despuĆ©s de terminar de violarte. Pero, no te voy a matar hoy y no te voy a matar con una condición. No mĆ”s mierda, hoy no. Tu polla sabe lo que quiere. Deja que tenga lo que quiere. No te resistas. RĆndete. No para siempre, sólo por eso. Me gustas, Aarón, eres mi tipo de hombre. No me hagas matarte. Entonces no podrĆ© follarte otra vez. Hazlo por mĆ, y no te asesinarĆ© hoy. ĀæQuĆ© dices?
Aarón volvió a gruƱir de dolor. āSĆ, mi polla estĆ” dura. Es sólo la tercera vez que me follan. ĀæRecuerdas la primera vez que tuviste sexo despuĆ©s de las primeras doce semanas de entrenamiento bĆ”sico? Aquella vez que follaste por primera vez en doce semanas y pensaste que era el mejor sexo que habĆas tenido porque hacĆa tiempo que no lo hacĆas. SĆ. Eso es lo que le estĆ” pasando a mi polla. QuĆtame las esposas. Las llaves en mi cinturón donde lo hayas puesto. Hazlo. Y te prometo como hermano que no harĆ© nada mĆ”s. Si quieres que me entregue a ti por este polvo lo harĆ©. Bajo mi palabra de soldado a otro soldado.
Emilio Acero consideró las palabras cuidadosamente. Se rió entre dientes. Le habĆa roto todos y cada uno de los dedos de ambas manos. No podĆa agarrar nada, no podĆa sujetar nada. No habĆa nada en la habitación que pudiera ser usado como arma, ya se habĆa ocupado de eso. Decidió quitarle las esposas de las muƱecas. Cogió la llave y le abrió las esposas. Sin embargo, dejó los grilletes de los tobillos. No iba a ser tan confiado.
Puso a Aarón boca arriba, observando el dolor en su cara mientras le ajustaba las manos con los dedos rotos. Le hizo un gesto con la cabeza y se quitó la camiseta, mostrando su torso duro como su apellido, acero. Se colocó a horcajadas sobre los abdominales de Aarón y lo miro, impasible pero agradecido. Alargó la mano y, casi con ternura, frotó sus dedos por su cara. Alargó la mano hacia atrĆ”s y le acaricio la polla. Su propia polla seguĆa firme, chorreando esperma sobre los abdominales.
Sus ojos brillaban de diversión, su polla se retorcĆa al contemplar el dolor en el rostro de Aarón, como le encantaba hacer daƱo a hombres como Ć©l.
āTienes suerte de que no te matara en el acto cuando hiciste esa jugarreta. No es que yo no hubiera intentado lo mismo en tu lugar āse encogió de hombrosā. Lo que mĆ”s me gusta de ti, Aaron, es el tamaƱo de tus bolas āse bajó de la mesa y tomó las piernas de Aarón, no con demasiada brusquedad, tampoco con sutileza, pero cogió su polla y volvió a metĆ©rsela por el culo. Metió la mano por debajo y entre las piernas del oficial, y agarró sus testĆculos, acariciĆ”ndolos con periciaā. Un hombre con unas pelotas como las tuyas sigue pensando que manda de alguna manera, que lleva la voz cantante. ĀæQuieres follarme? Entonces, deberĆas haber sido mĆ”s inteligente. DeberĆas haber estado mĆ”s alerta cuando te di el salto. No debĆas haberte quedado con el puto culo al aire en acto de servicio. DebĆas haber sido mejor hombre. Pero⦠No lo eres. AsĆ que hoy eres mi perra.
Aarón gruñó fuertemente.
āEres un buen luchador āafirmó Aarónā. Si no te me hubieras adelantado. Tal vez yo hubiera sido el mejor hombre. Si me mantienes con vida. QuizĆ” algĆŗn dĆa lo descubras.
Emilio mantenĆa un ritmo metiendo y sacando las caderas. La actitud de Aarón lo estaba volviendo loco. Su trasero no estaba acostumbrado a ese tipo de tratamiento, se desgarró un poco despuĆ©s de una embestida bastante salvaje.
āMe gusta tu polla, Aarón āle dio un fuerte apretón a su gruesa carne mientras la acariciaba, sintiĆ©ndola resbaladiza por el semen al mismo tiempo sintió que sus propios testĆculos empezaban a hervirā Es duro perder una pelea asĆ, Āæverdad? Deseando demostrar que fue sólo una casualidad. Sabiendo que si tuvieras otra oportunidad, me cogerĆas. La derrota es un trago tan amargo que intentas escupirlo āempujó mĆ”s fuerte durante unos instantesā. Jódete, Aaron, pero vas a ser muy divertido. Si pensara que hay la mĆ”s mĆnima posibilidad de convencerte de que luches por mĆ, lo harĆa. Pero hay mĆ”s posibilidades de que me convierta en policĆa que de que luches a mi lado. Es una pena, pero⦠āle metió la polla con un particular empujónā⦠aĆŗn puedes trabajar para mĆ, Aarón. Oh, sĆ. Te ganarĆ”s el sustento. Puede que incluso te guste de vez en cuando āse echó a reĆr mientras sus huevos hervĆan con la necesidad de correrse.
āQuizĆ” deberĆas hacerte policĆa, entonces te follarĆa hasta dejarte sin sentido, lo disfrutarĆas de verdad ādijo Aarón. Gimió mientras, a su pesar, su polla goteaba presemen sobre la mesa y el suelo a punto de eyacular. Gruñó con fuerza.
Emilio también gimió. observó como la resbaladiza capa de pre semen brotaba del pene de Aarón, cubriéndolo mientras le acariciaba la polla. Se estremeció y con un rugido, su caliente y espeso semen, salió disparando cuerdas blancas y pegajosas que llenaron su trasero de adentro hacia afuera.
Los huevos de Aarón al mismo tiempo comenzaron a apretarse, su polla sufrĆa de espasmos y se estremecĆa. En pocos segundos el semen bañó la mano del asesino.
āMuy bien, hombre, has cumplido tu palabra. Lo recordarĆ©. Ahora es el momento de ponerse en marcha. Vas a empezar tu nuevo trabajo, como sujeto de interrogación y tortura para mis aprendices. Y tambiĆ©n como mi perra para cuando sienta la necesidad de destrozarte el culo.
Emilio se agachó y sujetó a Aarón de los grandes huevos mientras lo tumbó de pecho sobre la mesa. Tiró salvajemente de esos testĆculos con una mano, balanceĆ”ndose. Lo arrojó sobre la mesa sólo por sus grandes bolas y lo golpeó con fuerza contra el suelo.
āBienvenido al mundo de Emilio Acero, Oficial Aarón Medina.
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