Atrapados en el fuego (3/5): Iam - Las Bolas de Pablo

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7 ago 2023

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Atrapados en el fuego (3/5): Iam

Jaime%20Mart
Jaime Martínez giró a la izquierda por el pasillo, adentrÔndose en la base, hacia las zonas donde se almacenaban las armas. El corredor se ramificó y no supo qué dirección tomar. Divisó en el suelo unas débiles huellas de ruedas, probablemente de un carro. Corrió por el pasillo, moviéndose silenciosa y rÔpidamente, hasta llegar a un lugar con una puerta. Sacó rÔpidamente su equipo para abrir cerraduras y en menos de 30 segundos tenía la puerta abierta. Entró con cuidado, cerrando la puerta detrÔs de él y sacando su linterna para observar el espacio.


La zona estaba oscura pero la luz de la luna brillaba desde algunas ventanas en el techo del edificio. Era alto, casi 6 metros de alto y el espacio alrededor era grande. El Ôrea estaba bien organizada con pilas de cajas, claramente etiquetadas y empujadas contra las paredes. Municiones, pistolas, lanzacohetes, granadas, armas de combate cuerpo a cuerpo como cuchillos, garrotes, el depósito de armas estaba bien abastecido y lleno de equipos, apilados cerca de la altura del techo. Cajas de almacenamiento separadas alineadas en la pared con partes, cada una cuidadosamente etiquetada con todo, desde clavos hasta C4 con la inscripción ”No tocar! El centro de la habitación estaba abierto con una gran mesa, partes y piezas específicas de lo que parecía un dispositivo explosivo.


De repente, mientras se familiarizaba con el espacio, eligiendo los mejores lugares para plantar su C4, la puerta detrĆ”s de Ć©l se abrió de golpe. 


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Ā«MIERDA. ACTIVƉ ALGÚN SISTEMA DE SEGURIDADĀ»
.


Giró la cabeza justo a tiempo para echar un vistazo a su oponente. ”Un viejo conocido! Era Iam Orsay. Habían tenido algunos encontronazos antes, estaba sin camisa, con jeans y botas negras.


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Iam
Jaime Martínez cayó sobre el cemento, gruñendo cuando una patada del criminal de la Cofradía, lo golpeó en la cabeza. Suavemente, dio la vuelta sobre su espalda, flexionando los músculos sin esfuerzo, abriendo las piernas, buscó barrer la pierna plantada del rudo antes de que se recuperara de su intento de decapitarlo, dejando caer la linterna rodando sobre el concreto.


Iam rugió enojado mientras retraĆ­a el pie y justo cuando casi lo llevaba al suelo, las piernas de Jaime envolvieron su planta y la movieron como una tijera. Chocó hacia un lado contra algunas cajas, su lado izquierdo se estrelló contra ellas, pero no se movieron ni siquiera bajo el peso de su pesado cuerpo. Se mantuvo erguido, apartando su pierna de la de Ć©l y volvió a levantarse. 


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—Maldito, Martinez —gruñó—. Ā”Voy a sacarte los globos oculares, hijo de puta! —sacó un cuchillo de su propio cinturón de herramientas.


Jaime casi sacaba su pistola para volarle los sesos, pero por suerte se dio cuenta justo a tiempo de que la caja detrƔs de Ʃl tenƭa la etiqueta "C4". Querƭa volar este lugar por los aires, pero no Ʃl y NicolƔs todavƭa dentro. Se puso de pie de un salto, su mano extrajo su propio cuchillo de combate.


—No creo que tenga tiempo para quedarme quieto para que intentes eso, Iam —gruñó. Su mano derecha se movió hacia adelante con la hoja, luego a la mitad de la cuchillada, de repente pasó el arma a su mano izquierda y lo clavó en una puƱalada por debajo, buscando hundir la hoja en los abdominales musculosos de Iam, mientras su derecha se quedó atrĆ”s para defenderse.


Gruñó, Iam era bueno. No pudo detener su contraataque, no completamente, pero contuvo los abdominales, tratando de mitigar el corte. Su chaleco antibalas de fibra de carbono era genial para detener balas, pero no para cuchillos. La hoja atravesó su armadura y marcó una línea caliente y ardiente a través de las crestas de sus abdominales.


Jaime Martínez se zambulló con la mano derecha, tratando de enganchar la muñeca izquierda de Iam que empuñaba el cuchillo antes de que pudiera retirarla por completo. Retiró el cuchillo con la mano y empujó la hoja directamente al hígado de Iam.


El criminal desvió el golpe, y la hoja cortó su antebrazo. Movió el cuchillo hacia atrÔs, luchando por clavar los dedos en la muñeca derecha de Iam y hacer que soltara su arma. Luego movió la mano y agarró la muñeca izquierda de Jaime con la derecha, ambos quedaron cruzados de brazos y bloqueÔndose. Jaime gruñó por el esfuerzo, concentrÔndose en hacer que Iam bajara su cuchillo, de repente bajando con fuerza los brazos cruzados, cambiaron de nivel, dando como resultado un cabezazo de Iam en la frente, Jaime rugió aturdido, seguidamente la rodilla de Iam subió contra sus abdominales.


TambaleÔndose, Jaime sacudió la cabeza, se plantó con fuerza y gruñó, para empujar con fuerza a Ian, tratando de clavarlo contra las pesadas cajas, con la esperanza de que con el impacto pudiera soltar su cuchillo.


El antebrazo derecho de Ian goteaba sangre. El criminal levantó la mano izquierda con el cuchillo y llevó la hoja hacia el hombro de Jaime, él se agachó evitando el corte, moviendo su propia mano izquierda para apuñalar el muslo derecho y musculoso de Iam, mientras levantaba su brazo derecho, buscando proteger su cabeza y la parte superior del cuerpo.


Incapaz de sostener su cuchillo, lo dejó clavado en el muslo de Iam. Arriesgando su vida de cualquier puñalada del criminal, Jaime se giró repentinamente sobre la pierna izquierda, lanzando una patada con la derecha de forma giratoria como un rayo, apuntando a la mano del cuchillo de Iam, con la esperanza de derribar la hoja de su agarre.


El cuchillo del criminal voló por los aires. Pero la suerte de Iam no terminaba, el hombre sacó el cuchillo de Jaime de su muslo. La afilada hoja, goteaba con su sangre, estaba en lo alto de su mano derecha y apuntó hacia abajo, al pecho de Jaime.


El agente giró sobre su bota izquierda, balanceando el cuerpo fuera del camino de la cuchilla cortante. Sin embargo, no fue lo suficientemente rÔpido y la hoja se hundió en su propio muslo, cortando la armadura de fibra de carbono. El dolor fue intenso y comenzó a sangrar empapando sus pantalones al mismo tiempo. Estaba temblando y debilitado.


Como último recurso apuntó un gancho potente a la mandíbula de Iam.


El golpe hizo efecto al dejarlo aturdido y haciendo que el cuchillo escapara de sus manos. Se fue tambaleando hacia la esquina creada por dos pilas de cajas. Jaime queriendo tener el control se acercó a él, tratando de clavar su bota como un mazo directamente en las enormes y musculosas costillas del enemigo.


Desafortunadamente la herida en su muslo izquierdo lo frenó, dĆ”ndole a Iam tiempo para reaccionar. Sosteniendo la bota de Jaime con fuerza y haciĆ©ndolo perder el equilibrio, con astucia, se hizo barrer derribĆ”ndolo al suelo. 


—AAAAAAAAAAAAARGH —fue el grito de Jaime al estrellarse en el suelo y recibir al mismo tiempo una patada en las bolas.


Gimió y se retorció en el suelo en agonía.


—Siempre fuiste una perra, Martinez —gruñó Iam, viendo el sufrimiento de su rival. SeguĆ­a apoyado contra las cajas, no queriendo poner mĆ”s peso en su propia pierna mientras se acercaba a Ć©l, levantando su pesada bota y empujando el talón directamente hacia los abdominales de Jaime.


Jadeando y soportando el dolor de sus gónadas, Jaime atrapó el talón de Iam.  Apretando los dientes contra el dolor, levantó su pierna herida y pateó al criminal en su tambiĆ©n muslo herido por el cuchillo.


Iam retrocedió permitiéndole a Jaime ponerse de pie, el agente comenzó a atacar con un gancho de derecha a izquierda en la mandíbula.


Iam demostró lo bueno que era agarrando el antebrazo de Jaime en el segundo golpe y su brazo izquierdo se enganchó profundamente debajo de la axila derecha del hombre de la ley.


—Grrrrrr.


De repente el agente salió disparado, aterrizando con fuerza contra unas cajas de madera. QuedÔndose sin aire y aturdido, desplomÔndose al pie de las cajas, el dolor lo abrazaba en la espalda.


Iam caminó hasta él y lo hizo levantar alzÔndolo del brazo izquierdo.


—Te voy a matar, hijo de puta —juró mirĆ”ndolo a los ojos.


Jaime negó con la cabeza, se aferró al hombro del criminal y levantó la rodilla entre sus piernas. Sintiendo el bulto de sus testículos aplastarse entre su rótula y la pelvis.


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Con un gruñido de dolor Iam lo soltó y no se pudo mantener en pie, cayó de rodillas debilitado agarrÔndose las bolas.


Gruñendo, Jaime se dejó caer encima de Iam, buscando montarlo, el dolor en su muslo herido era potente, pero tenía que luchar sí quería continuar con vida. Sus puños azotaron el rostro del criminal una y otra vez hasta dejarlo inerte.


Cumplido el objetivo, Jaime se levantó tambaleÔndose, recuperó su cuchillo de combate. Cortó algunas tiras de su pantalón y las usó para atar alrededor de su muslo cortado, apretando los dientes por el dolor, pero deteniendo el sangrado.


Cojeando un poco, plantó dos cargas C4, una a cada lado del almacén. Las explosiones deberían causar una reacción en cadena que arrasaría con la base. Estableció el temporizador en 10 minutos.


Respiró hondo, enderezó los hombros y salió cojeando sombríamente del almacén, dejando atrÔs el cuerpo de Iam.


Debƭa encontrar a NicolƔs y huir de ahƭ.


ACTUALIZACIƓN (AGOSTO, 2023): A los seguidores de las historias de policĆ­as y criminales estas historias se van a mudar de sitio, los nuevos capĆ­tulos se irĆ”n publicando esporĆ”dicamente durante el mes de septiembre, no serĆ”n historias semanales, pero en el mes habrĆ” algo nuevo que leer. Visita su nuevo lugar en: https://laleyyelcrimen.wordpress.com/ 


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