Punto final: Marcos Chacón - Las Bolas de Pablo

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27 ago 2023

Punto final: Marcos Chacón

Marcos Chacón le regaló a su esposa un viaje por crucero para celebrar tantos años de amor y de convivencia juntos. Era un apuesto, querido y muy respetable padre de familia, de profesión arquitecto y apasionado con lo que se propusiera. 


Aquella mañana comenzaba el día teniendo relaciones sexuales con su esposa con la misma energía como si fuera un adolescente. Ambos estaban echados sobre la cama donde él le lamía el coño a la hermosa rubia, madre de tres de sus cuatro hijos, su sexo estaba húmedo, sabroso, jugoso. El apuesto semental metía la lengua dentro, mientras le cogía las tetas y se las sobaba. Le pasaba la lengua por el agujero del culo, mientras ella temblaba de placer y empezaba a gemir agarrándolo de la cabeza. Después de un rato, jugando con su coño y su culo, lamiendo cada centímetro y jugando con sus dedos, Jenny pasó a la acción y comenzó a hacerle una mamada a Marcos Chacón de manera intensa. 


Se metió la polla a la boca y chupó con intensidad, llenando la recámara con los sonidos de la succión.


Le lamió la polla hasta que pasaron a la penetración. Había lubricación de sobra con lo que la verga del apetecible señor encajó perfectamente en el coño. La sensación que Marcos sintió fue riquísima, los jugos de su esposa lo empapaban. Cambiaron de postura varias veces. 


Entrelazados, sentados, a cuatro patas, agarrándola del cabello. Jenny encima restregando su coño contra la pelvis del señor, el 69. Hasta terminar en una mamada riquísima, donde Marcos no aguantó más y eyaculó. Jenny siguió chupando sin apartar la boca mientras gruesos disparos de semen escapaban del tieso falo. Después descansaron un rato, estaban exhaustos de una hora follando y con unos cuantos orgasmos en el cuerpo.


Marcos salió de la cama moría de hambre, su esposa dijo que deseaba seguir descansando luego de tan placentera jornada de sexo, así que su marido entregándole un beso y salió a la ducha decidió que posterior iría a comer. Luego de un reconfortante baño el apuesto caballero se vistió con ropa informal y salió de la habitación rumbo al restaurante del crucero.


Caminaba distraído por el pasillo, mirando el mar azul y el cielo despejado, hasta que una voz conocida lo llamó.


—¡Marcos! ¡Qué sorpresa verte aquí! 


Se dio vuelta y vio a Claudia, una ex amante de hacía unos cuantos años atrás. Su rostro le trajo muchos recuerdos. Era cierto, aunque amaba a su esposa, siempre fue un pica flor e inquieto en el sexo, tuvo larga lista de mujeres en su hoja de vida de amantes y ella fue una de tantas. Todavía lucía guapa y joven.


—Claudia, cuánto tiempo. Qué pequeño es el mundo, eh —dijo sonriendo, respondiendo al abrazo de la mujer.


—Sí, realmente es asombroso encontrarnos aquí.


—Sí, ¿qué estás haciendo en este crucero? —preguntó Marcos.   


—Vengo de vacaciones con unas amigas. ¿Y tú? —preguntó Claudia.  


—También de vacaciones, pero con mi esposa —respondió Marcos—. Me vienen a la cabeza los recuerdos de tantos momentos juntos, esos días locos en tu apartamento cuando recién nos conocimos —dijo con una sonrisa nostálgica.   


—Sí, no puedo negar que la pasamos muy bien —respondió Claudia con tono más serio—. Aunque todo terminó tan rápido como empezó, siempre la preferiste a ella, a Jenny.


Marcos notó el cambio en su voz. —Claudia, lo nuestro fue lindo mientras duró. Pero mis hijos eran pequeños, Pablo tendría 5 años.


—Sí, pero nunca lo nuestro fue realmente serio para ti, ¿o sí? —replicó Claudia, ya no lo miraba con la misma sonrisa grata de segundos atrás. De solo escuchar que estaba de vacaciones con su esposa activaron viejos celos en ella que creían estaban muertos—. Me usaste y luego me descartaste.


Marcos negó con la cabeza. —Oye, nunca te prometí nada. Fue solo un romance pasajero, nada más. 


—Lo sé —dijo Claudia a la defensiva—. Pero aun así dolió cuando dejaste de llamar, de responder mis mensajes y esconderte cuando te buscaba. Sentí que no significaba nada para ti, como si fuera desechable.


Marcos no supo qué responder. Las palabras de Claudia le habían hecho darse cuenta de lo superficial que había sido aquel "romance".   


Claudia continuó. —Supongo que quería escucharte decirlo, aunque sea tarde. Siempre quisiste más a tu esposa que a cualquiera, yo fui una más del montón en ese horrible listado de mujeres que te dieron coño para variar.


—No lo digas así, Claudia. Pero tienes razón, fui un egoísta e insensible. Lo lamento, de verdad.


—Está bien —afirmó Claudia, todavía su rostro denotaba amargura—. Muchos años después tengo la oportunidad de recuperar mi dignidad y tomar una venganza, Marcos.


—No entiendo, Claudia —Marcos sonrió—. ¿Qué venganza? Han pasado muchos años, sé que hiciste tu vida.


Claudia asintió y enarcó las cejas. Rápidamente, agarró a Marcos del hombro y levantó la rodilla en dirección a la ingle del guapo caballero, aplastando sus grandes bolas y haciéndolo doblarse y gemir de dolor.


—Sí, seguro que lo necesitaba —dijo Claudia con un tono sarcástico en su voz.


Marcos tosió y se hundió en el suelo, cayendo de costado. Se masajeó los testículos, haciendo una mueca de dolor.


Claudia estaba de pie junto a él, con las manos en las caderas. —¡Imbécil! Siempre preferiste a tu esposa que a todas tus amantes. Lo que no entendí es por qué siempre la engañaste.


Marcos dijo unas palabras raras entre sus quejidos de dolor y se retorció en el suelo, tenía una expresión suplicante. Era verdad, tuvo muchas amantes, pero era solo diversión, una forma divertida de variar de coño, un simple coño y nada más. Su esposa era su catedral, su todo, siempre lo dijo.


Claudia agarró los tobillos de Marcó y separó sus piernas. —¡Imbécil! —repitió y pisoteó las bolas de con su pie.


Marcos Chacón gritó de dolor.


Claudia torció su pie y clavó las bolas de Marcos en el duro suelo.


—¡No! ¡Por favor, no! —imploró Marcos con los ojos muy abiertos.


Claudia envió una cruel patada a la entrepierna de Marcos, clavando sus testículos en su cuerpo y haciendo que el apuesto caballero se atragantara. Su rostro  estaba contraído por el dolor. El haber tenido sexo con su esposa minutos antes, había dejado sus bolas vacías y bastante débiles para el abuso que estaban recibiendo.


Claudia soltó sus piernas y el señor se hizo un ovillo, gimiendo de dolor.


—De esta manera tienes igual o más dolor del que yo sentí —alegó, se dio la media vuelta y se fue por el pasillo para no volver a verla en aquel crucero.


Marcos se quedó en el suelo sin moverse, solo gemía de dolor y se acariciaba los palpitantes huevos. Sí, era culpable de haber abandonado a sus amantes, pero nunca de hacer a un lado a toda su familia.


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