Franko(4/7): El rescate de Arkadia - Las Bolas de Pablo

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18 ene 2018

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Franko(4/7): El rescate de Arkadia

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Cinco dias bastaron para que Arkadia volviera a sumirse en el caos esta vez con la lucha desenfrenada del ejercito oficial de Badia contra la resistencia comandada por el principe Franko que por tradición familiar debĆ­a retomar la corona del reino, Ć©l y su gente estaban apoyados por las fuerzas armadas de Nilo el desĆ©rtico paĆ­s que aportó la mayor y mejor fuerza militar.


   La estrategia para iniciar la guerra que tomó por nombre 'El Rescate' se inició por la toma del principal puerto de Arkadia, ahĆ­ sorpresivamente en la madrugada inmensos buques nilenses iniciaron un encuentro contra las fuerzas de Badia.


   Cuando lograron asaltar el puerto y recuperar el terreno Franko envió una videograbación a la televisión mundial pidiendo a la ciudadanĆ­a que salieran a las calles para luchar por la soberanĆ­a y la independencia de la nacion.


   Entretanto la ciudad portuaria era tomada completamente por la resistencia, en la ciudad capital se armaban hasta los dientes para que la corona del paĆ­s invasor siguiera manteniĆ©ndose en el poder pero la fuerza de la resistencia avanzó sin miedo, el pueblo civil de Arkadia y su antigua fuerza militar iniciaron combate contra los enemigos badianos.
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   Franko no se quedó atrĆ”s y acompaƱado de su equipo se trasladaron por las regiones en busca de la recuperación del territorio, ganando mĆ”s adeptos y teniendo bajas entre sus fuerzas.


   Rocco el presidente del parlamento habĆ­a sido reconocido el capitĆ”n de la misión de rescate y se encargó de dar la batalla en la ciudad capital mientras Franko y sus aliados se abrĆ­an paso hasta ella.


   En pocos dĆ­as la ciudad de Arkadia volvió a sumirse en llamas, los grandes y majestuosos edificios lucĆ­an abandonados y destruidos, en las calles habĆ­an muertos tanto de Arkadia, soldados de Nilo y de Badia. En la atmósfera habĆ­a humo y llamas, escombros adornaban las calles y los escorpiones blindados se enfrentaban a fuego abierto contra los tanques acorazados de Nilo y Arkadia.
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Rocco


   Cuando Franko llegó a la ciudad capital desde la clandestinidad envió un nuevo mensaje a los ciudadanos pidiendo mĆ”s lucha y resistencia porque el triunfo estaba cerca. El mundo entero se pronunció exigiendo la inmediata paz para Arkadia y la recuperación total de su soberanĆ­a, el gobierno de Badia y sus aliados seguĆ­an reconociendo que con su poder llevarĆ­an a la nación a la reconocida riqueza que antes no pudo obtener, desestimaba los comentarios de periodistas que preguntaba de la extracción de recursos naturales que el gobierno extraĆ­a de aquel reino invadido.


   El palacio del reino estaba custodiado por la armada de Badia pero el guerrero pueblo de Arkadia fue hasta sus puertas amparados por la fuerza aliada de Nilo. La misión era adueƱarse del recinto para retomar el poder.
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   La guerra de lado a lado inicio, hubo explosiones y mĆŗltiples luchas de espadas cuerpo a cuerpo. Lo que varios desconocĆ­an era que bajo sus pies a travĆ©s de la exclusas Franko penetrarĆ­a por uno de los tantos caminos secretos para la toma del palacio. Iba acompaƱado de Alexander su fiel jefe de seguridad, Rocco y los mĆ”s selectos guerreros arkadianos y nilenses.


   Ingresaron a una sala del castillo atravesando una enorme estatua de Poseidón sorprendiendo a un grupo de soldado gadianos que reunidos tomaban las Ćŗltimas decisiones. AllĆ­ se inició una nueva guerra, destrozando todo lo que estuviera atravesado.


   Franko corrió a un lado de la sala, vestĆ­a con el orgulloso uniforme militar de su paĆ­s de raso negro. SabĆ­a que tras Ć©l iban tres militares enemigos dispuesto a ejecutarlo.


   El insurrecto prĆ­ncipe se detuvo en un cuadro de una mujer con forma de sirena que apuntó un rayo a sus ojos y se desvaneció dando acceso a un pasadizo.


   Franko lo penetró dejando a sus cazadores confundido en la sala.


   Internandose en la oscuridad el joven tenĆ­a la espada alzada dispuesto a asesinar quien se topase en el camino pero estaba muy seguro que nadie ahĆ­ conocĆ­a los mĆŗltiples pasillos secretos de su morada.


   ā€”Espero encontrarlo ahĆ­ —se decĆ­a Franko—. AcabarĆ© con Ć©l.


   A medida que caminaba el pasillo ascendĆ­a, por medio de las paredes se escuchaban gritos, explosiones y vibraciones producto de la guerra.


   El camino se volvĆ­a angosto. Por Ćŗltimo Franko se detuvo a dónde parecĆ­a llegar el final de su recorrido.


   El muchacho extrajo una lĆ”mina de su bolsillo que encendió y proyecto en la pared, con ella podĆ­a atravesar bloques.


   Era la oficina del rey, allĆ­ habĆ­a acabados en fina madera, la mĆ”s bonita bandera de su nación y a su lado ensuciando el paisaje estaba la bandera de Badia. La puerta que comunicaba al exterior estaba blindada por lo que sólo se podĆ­a abrir desde adentro.


   ā€”AhĆ­ estĆ”s, canalla.


   Solo en el despacho estaba el tembloroso y largirucho TobĆ­as Banem, el impostor rey arkadiano. Se notaba nervioso, sabĆ­a que era su fin.


   ā€”Te matarĆ© —susurró Franko empuƱando su espada.


   Franko hizo apretar un aparato y la pared se comenzó a mover.


   TobĆ­as se sobresaltó fue obvio que desconocĆ­a que el despacho del rey tenĆ­a ese rincón secreto. Por tradición eran bunkers de protección.


   Franko salió a la luz espada en mano y con mirada de venganza.


   ā€”AsĆ­ que aquĆ­ nos vemos ladrón.


   TobĆ­as lo miró a los ojos, su mirada era frĆ­a a pesar del miedo que sentĆ­a.


   ā€”Te matarĆ©, Banem.


   ā€”No serĆ”s capaz de asesinar a un hombre desarmado —habló tranquilamente TobĆ­as.


   ā€”Un badiano nunca estĆ” desarmado.


   ā€”Soy un tĆ­tere de AsdrĆŗbal Cruise.


   ā€”Muy tarde para darte cuenta.


   ā€”Os puedo ayudar en lo que sea.


   ā€”Tu sangre me ayudarĆ” de mucho.


   ā€”Soy un hombre indefenso.

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   Tobias alzó los brazos y aseguró una vez mĆ”s no tener armas. Acto seguido se abrió la chaqueta y la dejó caer al suelo, despuĆ©s se quitó los zapatos, comenzaba a abrir el pantalón cuando Franko le preguntó.


   ā€”ĀæQue te propones?


   ā€”Quiero que veas que estoy desarmado. No tengo nada —finalmente quedó con su cuerpo lleno de fibra muscular al aire y un bóxer blanco que apenas contenĆ­a sus genitales—. Matarme asĆ­ serĆ­a muy fĆ”cil e indigno para un hombre de tu linaje de feroces luchadores. Afuera hay una eterna pelea. SerĆ­a lamentable que tĆŗ y yo no luchemos mientras que un pueblo ha dado su vida por ti y me asesines tan fĆ”cil. Te propongo una lucha de caballeros, una lucha de honor.


   Franko lo miró a los ojos, TobĆ­as hablaba con la verdad.


   ā€”ĀæQuĆ© sucede si pierdo? —preguntó Franko.


   ā€”Eso sólo lo sabremos tĆŗ y yo. Es sólo una lucha. Únicamente pido que no me asesines como un cobarde. Lucha por el puesto que te fue arrebatado.


   Franko mordió el anzuelo y arrojó la espada lejos de Ć©l en dirección al pasillo dónde cayó haciendo mucho ruido. Posteriormente se cuadró para pelear. TobĆ­as lanzó una carcajada.


   ā€”No lucharĆ© contigo asĆ­. Mirate y mirame, estamos en desventaja podrĆ­as tener un cuchillo entre tus ropas. Esto es una lucha de honor.

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   Franko con la guardia en alto se quitó el zapato, seguido el cinturón (TobĆ­as se quedó mirando su frondosa entrepierna en el calzoncillo azul). Arrancó de su pecho la chaqueta negra con las insignias mĆ”s alta del ejĆ©rcito. Cuando procedĆ­a a quitarse la camisa no se dio cuenta que TobĆ­as corrió hacia el.


   Cuando la camisa salió de su musculoso pecho se vio cara a cara con el rey impostor, lo tenĆ­a muy cerca.


   Franko pudo reaccionar agĆ­lmente y arrojó la camisa a la bronceada cara de TobĆ­as tapando su visión. Llevó su pierna hacia atrĆ”s, haciĆ©ndola chocar contra la entrepierna de TobĆ­as, estampando los huevos en su cuerpo aplastĆ”ndolos con fuerza y ​​haciendo que TobĆ­as gritara de dolor.


   Cayó a un lado y se hizo un ovillo, gimiendo y gimiendo, lo que provocó una risa en Franko que lo miraba retorcerse en el suelo.


   ā€”Sigamos que esto no termina aquĆ­ —alertó inclinĆ”ndose sobre TobĆ­as obligandolo a levantar tomĆ”ndolo de los cabellos.


   Cogiendo impulso TobĆ­as apretó el puƱo y lo apuntó con fuerza chocante contra los testĆ­culos de Franko, aplastando sus bolas colgantes en su holgada ropa interior.


   Los ojos de Franko se hincharon y dejó escapar un gruƱido.


   TobĆ­as levantó la cabeza y divisó la espada en el suelo muy cerca de la puerta que daba acceso al nuevo pasillo secreto.


   Franko siguió su mirada, haciendo una mueca de dolor.


   ā€”De ninguna manera —murmuró antes de levantar la rodilla y hacerla chocar contra las dos grandes protuberancias en el bóxer de TobĆ­as.


   TobĆ­as soltó un chillido casi de niƱa y rodó hacia un lado, ahuecando su hombrĆ­a con ambas manos.


    Franko se puso a cuatro patas y se arrastró hacia la espada.


   TobĆ­as vio lo que estaba pasando. Apretó los labios a travĆ©s de su dolor. Contorsionó su rostro agónico y se fue cojeando detrĆ”s de Franko.


   Justo cuando la mano del arkadiano estaba al alcance de la empuƱadura, fue levantado del suelo por una poderosa patada entre sus piernas. El pie desnudo de TobĆ­as colisionó con el trasero de Franko, obligĆ”ndolo a soltar un gruƱido de agonĆ­a.


   TobĆ­as se rió y se sentó a horcajadas sobre Franko.


   Justo cuando sus piernas habĆ­an pasado por los hombros de Franko, Ć©ste levantó la cabeza en un rĆ”pido y duro movimiento. La parte posterior de la cara de Franko golpeó las enormes bolas de TobĆ­as.


   El rey invasor se congeló. Sus ojos se abrieron como platos. Hubo un breve momento de silencio antes de que soltara un gemido penetrante.


   Franko echó la cabeza hacia atrĆ”s una vez mĆ”s, pegando en las grandes bolas de TobĆ­as.


   TobĆ­as dejó escapar un grito desgarrador, sus labios temblaron y agarró su entrepierna.


   Franko rĆ”pidamente se arrastró hacia adelante, dejando que TobĆ­as se tambaleara y cayera sobre su trasero.


   Franko estaba a poca distancia de la espada que salvarĆ­a su vida y lo llevarĆ­a al reino.


   TobĆ­as lo miró, masajeĆ”ndose las bolas, haciendo una mueca de dolor.


   La mano de Franko envolvió la empuƱadura.


   TobĆ­as no se dio por vencido. Cojeó hacia Ć©l y extendiendo la mano por detrĆ”s de sus piernas.


   Franko dejó escapar un jadeo sorprendido cuando sintió los dedos de TobĆ­as envolver su polla medio dura y sus bolas sensibles.


   ā€”Ā”Noooo! —gimió Franko.


   TobĆ­as sintió los genitales de Franko. Dos bolas gordas y regordetas y apretó el puƱo.


   ā€”HarĆ© esto asĆ­ muera —indicó TobĆ­as. Cerró muy duro las bolas de Franko, haciĆ©ndolo gruƱir de dolor.


   TobĆ­as retorció los desafortunados testĆ­culos de Franko, haciĆ©ndole soltar un gemido agonizante que le hizo soltar la espada.


   Con saƱa diabolica TobĆ­as giraba el par de vulnerables pelotas.


   Franko gruñó y gimió de dolor. Sus testĆ­culos empezaban a enrojecer e hincharse.


   Doblegado Franko, TobĆ­as pudo alcanzar la espada. TobĆ­as se irguió apuntando la hoja al techo.


   ā€”Pudiste haber escapado Franko Tavala pero tu obstinación por el poder te llevó a la muerte.


   La cara de Franko estaba roja y acalorada, se retorcĆ­a de dolor. Estaba jadeando pesadamente, mirando la entrepierna de su enemigo.


   TobĆ­as lanzó un rugido dispuesto a asesinar a Franko.


   Hubo un movimiento rĆ”pido y cortante. Una cabeza se separó de un cuerpo.


   Franko cerró los ojos sintiendo asco. La cabeza de TobĆ­as habĆ­a caĆ­do cerca de sus pies.


   El cuerpo decapitado se balanceó por breves segundo y cayó a un lado del prĆ­ncipe en el suelo.


   Alexander habĆ­a aparecido por el pasillo secreto. TenĆ­a la espada ensangrentada.

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   ā€”Ā”Salve al rey Franko TĆ”vala! —dijo—. Único monarca de Arkadia.


   Franko desde el suelo a pesar de haber sido salvado sintió desconfianza de Ć©l, Āæcómo tenĆ­a acceso a ese pasillo secreto?

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