La duda: ¿Alfredo u Otto? - Las Bolas de Pablo

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7 mar 2015

La duda: ¿Alfredo u Otto?

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
   Pablo llegó al trabajo como todas las mañanas, acompañado de su padre, habían días en que cada uno turnaba su vehículo y uno acompañaba al otro. Aquel lunes los testículos de Pablo seguían hinchados y hacia un gran esfuerzo por caminar erguido. Por suerte su familia no se dio cuenta de su dolencia. 2 días antes había luchado en guerreros de la arena y había terminado en un desgraciado trío hecho por Otto y el dueño de la empresa, Esteban.
   -Firmaré unos planos y como a las diez iré a operar en la construcción del parque -anunciaba el señor Marcos
   -Yo me quedaré encerrado en mi oficina -dijo Pablo-, revisaré el facebook o tuiteando pendejadas.
   El señor Marcos sonrió y contestó.
   -Siempre hay cuentas y estadísticas que sacar.
   Pablo dio un largo suspiro. Abrazó a su padre por el hombro y salió del ascensor mientras el señor Marcos subía al piso superior.
   Pablo Chacón entró a su oficina, su secretaria no estaba en el asiento pero la muy vieja eficiente le había dejado arreglado en la mesa unos estados de cuenta que debía atender. Así que se sentó en la computadora con la calculadora en manos y puso a aplicar sus conocimientos.
   Casi una hora después apareció en el despacho Alfredo. Semanas atrás ellos habían vuelto a tener una relación e incluso el propio Alfredo que odiaba el ballbusting le había permitido tener un compañero para esa práctica, sólo que no deseaba nunca conocerlo.
   Alfredo se sentó frente a él y le ayudó a dictar sumatorias y números pesados.
   -Tu papá acaba de bajar con un equipo de trabajadores -decía el asistente mientras Pablo analizaba una cuenta-, como en media hora se irá.
   Pablo sonrió luego de que un recuerdo le llegara a la mente.
   -Ayer le dije a Israel que era gay y que tú eras mí pareja.
   -¿no le habías dicho? ¿y como lo tomó?
   Pablo arrugó la boca conteniendo una risa.
   -No sé, creo que se escandalizó un poco. Como tú y yo estábamos sentados en el jardín de la casa hablando de nosotros y llegó él y te pusiste serio y yo también... al rato de grosero te fuiste... me preguntó si él no te simpatizaba.
   -No era mi intención parecer grosero... Es que ya no podíamos hablar.
   -Lo sé, pero eso creyó él. Le dije que tú eras amargado de nacimiento y que él sólo llegó de inoportuno entre ambos, pero que yo lo perdonaba, se quedó confuso y no tuve más remedio que soltarle la sopa... al principio no lo creía, jajaja, le mostré la foto que tengo oculta en el celular de tú y yo. Jajaja, pobre Israel. Y me dijo que no parecíamos gays. Le repliqué que no teníamos que andar vestidos de rosa o ser estilistas, jajaja, se echó a reír.
   -Wow...que vergüenza me da de verlo.
   -No seas tonto, Alfredo. Estate tranquilo.
   -¿no crees que se alejará de ti?
   -La verdad... no, no lo creo. Es más, yo creo que su hermano es gay. Estoy seguro.
   -¿cual?
   -Olvídalo -dijo Pablo tratando de cambiar de tema-. Y después siguió todo normal -
   Alfredo también cambió de tema, no deseaba saber si aquel otro medio hermano de Israel era quien deshuevava a Pablo.
   -gracias a la vida tengo una familia moderna, no como tú mi fredo...
   Alfredo dobló los labios
   -A ver, continuemos aquí, ¿como me decías? ¿quinientos ochenta?
   -Ochenta y seis -corroboró Alfredo.
   Las teclas de la pc fueron usadas.
   Y la puerta sonó
   -¿puedo pasar, Pablo? -Se oyó la voz de Otto
   Pablo abrió mucho los ojos, afuera estaba el sujeto que tenia permiso de ballbustearlo y frente a él quien amaba y, hombre que odiaba el ballbusting. No supo que hacer, estarían ambos juntos, aunque tenia una conversación muy pendiente con Otto.
   -Pasa -dijo, asustado después de un rato, tratando de parecer normal.
   Otto entró sonriente. Pero al ver ahí a Alfredo la sonrisa se le borró. Y le clavó los ojos al hércules.
   -¿no tiene suficiente trabajo, Alfredo?
   -Sí, señor.
   -Mi papá tiene la suficiente potestad de decirle que me venga a ayudar. Son muchas las cuentas que debo corroborar... y Alfredo está al pendiente de ellas.
   Otto miró a Pablo como si le hubiera echado un balde de agua fría y dijo.
   -Debo hablar con usted acerca de un banco en el exterior.
   Pablo entendió el mensaje, no era un banco, debían hablar de ellos y aunque Alfredo le indicó que podía tener sesiones de ballbusting con alguien, Otto parecía tener practicas más violentas. Y Pablo estaba decidido a cortar con su relación con el viejo.
   -Alfredo, bueno, como verás debo sacar más y más cuentas puedo concluirlas más tarde. Déjame solo con Otto a ver en que le ayudo.
   Alfredo respiró profundo, se levantó del asiento y dio una mirada evaluadora a Otto.
   Pablo sintió miedo y mentalmente creyó que el hombre había sacado algunas conclusiones
   -¿ese sujeto es gay? Preguntó Otto cuando estuvieron a solas.
   -no sé.
   -Lo he mirado par de veces. Es muy esquivo. 
   -No tengo intención de saberlo -mintió Pablo
   -Te llamé y mandé 1000 mensajes ayer.
   -No te pensaba responder.
   -Recuerdo que el sábado dijiste que me ibas a decir algo. Quiero saber que era. Te llamé y mande whatsapp y nada, estuve a punto de ir a tu casa, pero no quería ver tu cara y la de Marcos de perplejidad en mi presencia ahí.
   -Sí te quise decir algo antes y después del combate, pero después llegaste tú y prácticamente me violaste junto a aquel cabrón dueño de los Guerreros de la Arena.
   -Sí... fue tu recompensa por haber ganado la batalla... sé que lo disfrutaste muy en el fondo.
   -¿LO DISFRUTE? MALDITO CABRóN. LO ODIÉ.
   -baja la jodida voz... no vengas con doble moral porque minutos antes te masturbaste frente a un publico y mojaste a un joven de tu semen, a un lado tu doble moral, Pablo Chacón.
   -Eso era parte del combate, acción que me obligan a hacer.
  -Ah, putito. Eso eres.
   -No soy un puto. Dinero no me hace falta... El punto es tu falta de respeto conmigo y haber llegado con aquel pendejo y haberme pegado y violado.
   Otto soltó su peculiar risa fría
   -Ya pareces una mujercita. Soy tu amo y me perteneces.
   -No soy ningún esclavo tuyo ni nada por el estilo. Soy libre, no soy sadomasoquista ni nada semejante.
   -Estás confundido Pablo, muy confundido... el hecho de sentir excitación por un golpe a tus cojones te hace masoquista. El problema es que tus papás te dieron mucha libertad y te criaste... y tus otros dos hermanos también, se criaron a base de caprichos.
   -Vete a la mierda, Otto, no discutiré de tópicos familiares contigo. Y si soy un caprichoso, mi capricho es terminar contigo.
   Otto se sorprendió. Pareció digerir las últimas palabras de Pablo.
   -Tú y yo no podemos terminar -negó parándose de su asiento y arrodillándose frente a Pablo, parecía a punto de llorar-. Nuestra relación me gusta... me libero contigo, tu me haces sentir joven, enérgico.
   Ya no parecía un tipo fuerte y arrogante, ahora era suplicante. Aún así Pablo se tapó las bolas con la mano no quería recibir un golpe a traición. Aunque la idea lo excitó.
   -No podemos terminar... todo entre nosotros va bien. Si el problema soy yo, cambiaré.
   -Ese no es el problema -negó Pablo-. Recuerda que  cuando tú me conociste, yo salía de una relación con alguien... bueno, sucede que vi a esa persona y mis sentimientos siguen intactos por él.
   Otto lo miraba fijamente
   -Y está bien, Otto, he pasado contigo mucho tiempo, al principio sentí admiración por ti. Llegue a desarrollar cariño por ti. Pero... lo que me fue alejando de tu persona fueron tus practicas tan fuerte de masoquismo, el cuero, golpes al abdomen, lluvia de oro, calcetines, látigos... ¡y no! Eso no me gusta, mi afición es el wrestling y el ballbusting, no más.
   -Pablo, las cosas se solucionan hablando. Yo contigo me siento bien, óyeme bien, yo acepto que he fallado. Pero podemos hablar. Te juro que cambiare mis practicas contigo.
   Pablo lo miro, se veía tan tierno, débil. Le acaricio el cabello y lo tomó de la barbilla. Se veían a los ojos.
   -¿es verdad que volviste con tu ex? -preguntó el ingeniero.
   -Sí.
   -¿Podrían terminar y tú... darme una oportunidad de cambiar?
   -... No... no sé Otto.
   -Piénsalo... te puedo......... ¿apretar los cojones? -Preguntó el señor subiendo la mano por el fuerte muslo.
   -No -negó con miedo Pablo aferrando las manos a sus bolas-. Tengo las pelotas hinchadas... lo que hiciste el sábado junto a aquel tipo estuvo mal.
   -Perdóname -pidió francamente Otto. Bajó la mirada y encontró en la mesa una cinta adhesiva. La agarró y corto una tira-. Pongo a disposición mis bolas, toma venganza, destrózalas, haz de ellas lo que quieras. Pulverízalas -se llevó la cinta a la boca, así no gritaría.
   Pablo no supo que hacer, tenia a Otto a su frente, de piernas abiertas y expectante a recibir golpes bajos. Se dejó tentar, nunca tendría a Alfredo así y de hacerlo, lo tendría asustado y lleno de nervios de quedar maltratado de testículos... Otto prácticamente se las daba en bandeja de plata. Pablo miro a la entrepierna de aquel hombre... su pantalón estaba levantado... estaba más o tan excitado como él.
   El zapato de Pablo subió del piso y arrastró las pelotas al área de la pelvis dejando a Otto sin aire que terminó doblándose con los ojos vidriosos y fijos en Pablo. 
   Pablo ya estaba excitado, su largo pene parecía que reventaría el pantalón. Eran sus dos amores: uno odiaba el ballbusting era fuerte y cariñoso, el otro amaba el ballbusting era amigable con las personas pero un ogro en la intimidad, prometía cambiar. Pablo  estrelló su zapato contra la entrepierna abultada de Otto, aplanando sus frágiles testículos con la punta del zapato. Otto soltó un gemido sofocado por la mordaza de la boca, se agarraba las pelotas. 
   Pablo lo miraba fascinado y divertido, se paró del asiento y se acercó al moribundo Otto que hacia muecas de dolor frotándose la protuberancia del pantalón, estando tirado en el piso Pablo lo miró a cuerpo entero. Otto era un hombre grueso de abdomen duro como piedra, piernas gruesas y fuerte culo lleno de bastante carne, la verga cabezona y morena, cojones brillantes. Así lo recordaba desnudo bajo ese ceñido traje.
   Pablo nada respondió
   -Si conmigo fueras como lo eres con el resto del mundo... Ya no só, Otto. Por tí siento un gran cariño... no sé que hacer, mi pareja odia el ballbusting pero a ti te gusta. Él es amable, tú eres un ser cruel.
   Pablo dio un paso adelante y se puso entre las piernas de Otto
    Pablo Chacón llevó la pierna hacia atrás y envió la punta del zapato contra la entrepierna de Otto. Otto quiso gritar con fuerza y sus ojos se doblaron muy feo.
    Pablo echó la pierna hacia atrás una vez más y pateó la ingle de Otto, chocándole los frágiles cojones, dejándolo con un dolor insoportable en el suelo.
   ¿Ese era el castigo que merecía? Pablo no lo sabia. Recordó los golpes y humillaciones por parte de Otto, aquel sábado por la noche, cuando lo golpeó y penetró acompañado de otro hombre. Todavía tenía los cojones hinchados y le dolían, ¿merecía una segunda oportunidad? ¿Cambiaría? ¿Y Alfredo?
   -Tienes mi permiso para tener sesiones de ballbusting con otro hombre -Le había dicho la noche que volvieron como pareja. 
   Pablo se arrodilló cerca del paquete de Otto. Podría tocarlo, chuparle el pene, perdonarlo y darle otra oportunidad ¿y Alfredo? Él seria su pareja legal y Otto su amigo de ballbusting. 
   -Mi pareja... me dio permiso de tener a alguien mas para practicar ballbusting... pero... no sé... tengo esta estúpida confusión.
    Otto se quito la mordaza
   -Mis huevos -susurró-, si crees que soy malo, tu pareja es peor... te quiere compartir... es cierto que el sábado tuvimos un trío... pero era un experimento...
   Pablo le entregó una bebida a Otto para que reposase, luego colocó una mano en el paquete del señor, sintió sus bolas enormemente hinchadas y el pene flácido.
   -Te quiero.
   -No eres el indicado para hablar de querer, ni el indicado para hablar de compartirme con otra persona o no. Te recuerdo que fuiste tú quien me hablo para ser parte de los Guerreros de la arena. Empresa a la que renunciaré en mi próximo combate. Ahora quiero que te levantes y largues. Tengo mucho en que trabajar.
   -Pablo.
   -Vete -ordenó Pablo, se alejó de Otto y volvió a enfrascarse en las cuentas económicas.
   Otto se levantó y caminó a la salida lentamente agarrándose las bolas.
   Pablo acarició sus testículos. Prefirió dedicarse a las faenas del trabajo.

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