CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
—Pero, ¿por quĆ© yo? —preguntaba Pablo a Marcos Chacón mientras estaban encerrados en la oficina.
Su padre se rascó la cabeza en señal de molestia y dijo:
—Pablo, no me interesa si ustedes tienen dos dĆas, una semana o un mes molestos, no es mi problema. Debes ser profesional, su Ć”rea de trabajo debe ir a hacer la exposición de nuestros trabajos en promoción para las ventas del aƱo venidero, tĆŗ debes ir de apoyo como Ć”rea financiera.
Pablo resoplo dijo algunas palabras en seƱal de rendimiento y salió de la oficina. Usó el ascensor y se dirigió al Ć”rea comercial de la empresa entrando a la gerencia donde Alfredo contabilizaba los trĆpticos para la preventa 2016. TenĆan dĆas sin dirigirse la palabra.
—Hola... —saludó Pablo.
—¿QuĆ© hay? —preguntó Alfredo sin denotar interĆ©s.
—¿Cómo estĆ”s?
—¿Yo o mis huevas?
Pablo suspiró sin embargo recalcó.
—TĆŗ y Jorge. ¿Cómo estĆ”n?
Alfredo suspiró y cambió directamente de tema.
—¿QuĆ© te trae por aquĆ?
—Mi padre me informó que debo hacer el acompaƱamiento para el evento. ¿A quĆ© hora saldrĆ”n?
—Ćsta tarde a las 3.
—EstarĆ© preparado.
—Quiero aclarar algo —Pablo le miró con atención—. Quiero hacer mi trabajo muy bien y pese a todo el problema que hemos tenido tĆŗ y yo soy profesional y no deseo que el stand de la empresa salga mal.
—Nada va a salir mal —aseguró Pablo. Tragó saliva y preguntó—. ¿TĆŗ y yo ahora que somos?
—CompaƱeros de trabajo.
—CompaƱeros de trabajo —repitió lentamente Pablo—. Me gusta tu respuesta. Ahora bien, me marcho y no pienso molestar. Nos vemos ahora, adiós.
—Quiero ordenar mis ideas —comentó Alfredo cuando ya Pablo estaba próximo a salir—. TodavĆa te quiero pero necesito que nos alejemos un rato y recapacitar.
—¡Recapacita tĆŗ! Yo estoy muy seguro en saber a quien quiero y tĆŗ sabes que me refiero a ti. Pero si quieres alejarte, adelante. Hazlo.
—No quiero pasar la navidad otra vez lejos de ti. Detesto los altibajos de nuestra relación.
—Yo tambiĆ©n quiero estar a tu lado.
La conversación se vio interrumpida por la entrada de una empleada que portaba diferentes hojas impresas llenas de fotografĆas sobre edificaciones y casas.
—Recapacita tu tiempo, Alfredo —fue lo Ćŗltimo que Pablo dijo antes de salir y dejar a Alfredo sumido en el trabajo.
Pablo usó el celular para comunicarse con su padre.
—A las tres de la tarde serĆ” el evento, pĆ”.
—EstĆ” bien —aseguró el seƱor Marcos—. Les deseo Ć©xitos.
Marcos Chacón colgó el teléfono y se dedicó al trabajo hasta que tocaron a la puerta.
El ingeniero Francisco entró con unas carpetas.
—¿Y ahora?
—Oh, no —negó Francisco ocupando un asiento—. Esto es un proyecto que me acaban de entregar. Vengo a confirmar tu asistencia para la reunión con el grupo esta tarde.
—Uuuuyyyy —suspiró Marcos reclinĆ”ndose en el asiento sobando su abultada y obscena ingle—... sĆ, ya Lisandro me habĆa invitado. ¿Pero quĆ© tienen planificado hacer? Grupo de dinosaurios que se creen veinteaƱeros.
—No sĆ©. Me parece que la esposa y el hijo de Lisandro estĆ”n de viaje para eso nos invitó a su departamento.
—¡QuĆ© tendrĆ” planeado hacer!
—Yo los acompaƱarĆ© un rato. QuedĆ© con mi novia en salir a cenar, despuĆ©s irĆ© a su casa y allĆ” si haremos la celebración intima.
—¡Puerco!
—Tenemos como un mes sin estar juntos. Ya sabrĆ”s como estoy de... ansioso.
—¿Y tĆŗ en ese mes nada de nada?
—No... Marcos, tambiĆ©n venĆa por otra cuestión. Este aƱo culmina tu perĆodo como presidente de la empresa y soy candidato contra Otto para el nuevo perĆodo.
—Lo sĆ©. Ambos son buenos, quien gane lo harĆ” muy bien, a su modo.
—Yo lo harĆa mejor —dijo Francisco con sonrisa pĆcara—. Marcos quiero asegurarte que de ganar yo quiero que seas tĆŗ quien me ayude con el perĆodo, quiero que seas tĆŗ el vicepresidente, tienes experiencia y lo harĆas a la perfección.
—No, hermano. Ya estoy cansado de todo esto, demasiada responsabilidad junta. Por eso no volvĆ a postularme. Tengo pensado seguir aquĆ un corto tiempo en un puesto mĆ”s pequeƱo.
—Piensalo, hermano. Lo harĆas muy bien.
—En definitiva que no. Dile a Lisandro.
—Ya le comentĆ©. Negó tambiĆ©n prefiere quedarse en su puesto, tampoco le interesa la gerencia. Hermano, piensalo.
—No —negó Marcos con fastidio. Francisco lo miró derrotado y se despidió asegurando que le verĆa mĆ”s tarde en la reunión.
Marcos se dedicó de lleno a lo que le restaba de trabajo, seguido se dirigió a casa para almorzar, allĆ” le indicó a su esposa que llegarĆa tarde porque irĆa a reunirse con sus compaƱeros del trabajo. De vuelta a la empresa pasó la tarde en las diferentes oficinas.
—Disculpen la tardanza —dijo Marcos cuando finalmente llegaba al cómodo departamento donde residĆa Lisandro—. Estaba poniĆ©ndome al dĆa con la del departamento de Cobranzas.
—¿A poco Francisco no ha llegado?
—No, jefe. Avisó que irĆa a su casa y despuĆ©s vendrĆa.
—Bueno, Ć©sta maƱana habló conmigo y me dijo que se marcharĆa temprano porque tenĆa planes nocturnos con su novia.
—Planes nocturno —dijo Marcel torciendo la boca—, se la follarĆ” por montón.
—Marcos, por llegar tarde —habló Lisandro torciendo las piernas en el sillon—, tienes que buscar nuestra ronda de cerveza.
—Vale, ustedes ganan... ¿Dónde busco?
—En el congelador, por allĆ” en la cocina.
Marcos afirmó y salió de la sala de estar. Lisandro y Marcel se miraron sonriendo.
El departamento del arquitecto Lisandro era un lugar grande y cómodo de paredes en torno marfil y sillones color crema por todos lados se sentĆa un aroma a orden y limpieza. Marcos sacó tres cervezas del congelador y las abrió, entregó una a Lisandro y la otra a Marcel que jugaba con el celular, pero el objeto escapó de sus manos y cayó al piso donde se abrió y repartió por todos lados la baterĆa, sim card, SD y la tapa.
—¡La puta! —dijo Marcel.
—Te ayudo —aseguró Marcos.
Depositó la cerveza en la mesa e inclinó un poco las rodillas para agarrar la baterĆa, Marcel buscaba la tapa. Lisandro se acercaba a Marcos con una sonrisa burlona y con la palma de la mano abierta.
La mano de Lisandro se situó entre las piernas abiertas de Marcos que ya sujetaba la baterĆa. RĆ”pidamente Lisandro subió la palma de la mano contra las carnosas pelotas de Marcos que tanto resaltaban en sus pantalones.
PAFFF
Marcos salto y aulló de dolor cuando sus testĆculos rebotaron brutalmente contra la palma de la mano de Lisandro.
Marcos enseguida cayó de rodillas lamentÔndose con una vocecita mientras Marcel y Lisandro se carcajeaban de risa y chocaban la mano.
—¡Son unos putos! ¡Ay, mis bolas!
—Se sienten como tomates pesados —alegaba Lisandro tomando cerveza y moviendo la mano con la que cometió la acción.
—Unos tomates italianos seguramente —corroboró Marcel riendo de simpatĆa.
—Me duelen, cualquier golpecito me duele —hablaba Marcos parĆ”ndose encorvado cogiendo su botella de cerveza para sentarse lentamente acariciando sus marcadas gónadas.
—¿Te pesan esos bobos cojones?
—SĆ.
—Debes fabricar leche como una vaca de campo, eh.
—Debo decir que sĆ, Marcel —reĆa Marcos acariciando las huevas con las yemas de los dedos.
—Por eso tuvo cuatro hijos —reĆa Lisandro—, sin contar los que se irĆan por la tuberĆa del baƱo —rĆo a pleno con el grupo—. Yo con mis bolitas sólo tengo uno. ¿Y tĆŗ, Marcel?
—Tengo una tambiĆ©n.
—De todos nosotros quien falta por hijos es Francisco —opinaba Marcel mirando el rostro de pesar de Marcos—, y no es por falta de pelotas ja,ja,ja, se le marcan tanto o menos que a Marcos, pero siempre marca ese condenado.
—Si hoy saldrĆ” con su novia —comentó Marcos—, seguro en la noche fabricaran a su bebĆ©.
—O quizĆ”s no puedan.
—¿Por quĆ© dices eso, Lisandro?
—Marcos, pues nosotros haremos... —Lisandro se calló de sĆŗbito escuchando el potente sonido de una moto surcando el pavimento—. Estoy seguro de que es Ć©l quien estĆ” llegando, bueno, nosotros lo que podemos hacer es...
Y mientras los amigos charlaban la ruidosa motocicleta se estacionaba en el estacionamiento, Francisco prefirió usar aquella tarde-noche su moto porque su novia era amante de la velocidad y le gustaba sentir el aire contra su cara. Francisco puso un pie en el suelo y usó el celular para efectuar una llamada.
—Hola, mi vida, estoy llegando al departamento de mis amigos......... no, no te preocupes no beberĆ© mucho. Unas tres o cuatro cervezas y te irĆ© a buscar. ¿Dónde estĆ”s ahora?......... ah, llegando a casa... sĆ, me avisas al tiro y te busco........., oh..., oh sĆ, me encantarĆa ducharme contigo, oh... bueno preciosa rasĆŗrate todĆta jajaja... para mi, te amo... si...... si, amor. Adiós.
Francisco miró al balcón donde estaban Marcos y Marcel saludÔndolo, a señal de Lisandro penetró al edificio.
—¿QuĆ© hacĆas? —preguntó Marcos cuando llegó al departamento y saludaba—. ¿Te reportabas con la coronela?
—Por el contrario. Le decĆa que estarĆa aquĆ un rato y saldrĆa a buscarla.
—Si eres aguafiestas —dijo Lisandro sentĆ”ndose a un lado en el sofĆ”.
—AcĆ” estĆ”n las cervezas, uy se estĆ”n congelando, muchachos —indicó Marcel entregando las bebidas a sus amigos para posteriori sentarse a la izquierda de Lisandro.
—Debo irme —se excusaba Francisco bebiendo la congelada cerveza—, tenemos tiempo sin salir. A parte hoy serĆ” especial.
—¿Especial salir con una vieja?
—SĆ, tĆŗ porque te estĆ”s divorciando. Pero yo hoy la llevarĆ© a cenar, aprovecharĆ© para entregarle el anillo y mĆ”s noche... la matarĆ©... pero de placer.
—¡JA,JA,JA,JA!
—Tenemos tiempo sin estar asĆ, ustedes ya comprenderĆ”n —Francisco sacó de su chaqueta el estuche que contenĆa un anillo con un lindo diamante—. Hoy serĆ” especial.
—¡Especial con el aliento a borracho!
-¡JAJAJA!
—No, hermano, comprĆ© caramelos de menta.
—Eso es lo que hace un hombre inteligente —corroboró Lisandro chocando su cerveza con la de Francisco.
—¿Cuando crees que se casaran?
—Me gustarĆa en el primer trimestre del otro aƱo, cuando sea el presidente de la empresa junto a Marcos como vicepresidente.
—No, hombre ya te he dicho que no quiero mĆ”s responsabilidades.
—Por eso rechacĆ© tu oferta —aclaró Lisandro—. Prefiero seguir sin mucho atado en mi sala de proyectos, sin tener que rendir cuentas, quedarme hasta altas horas de la noche, ¡no! Llamenme conformista.
—¡Conformista! Ja,ja,ja.
—Una boda para marzo serĆa bueno —volvió Marcel al tema.
—Y despuĆ©s a pedir hijos —sonrió Marcos llegando con otras cervezas para destapar—, porque te estĆ”s haciendo viejo.
—¿Viejo? Soy el menos ruco de ustedes.
—Ja,ja,ja.
—Rucos pero potentes —sonrió Lisandro.
—Marcos ya es un abuelo —decĆa Francisco sin percatarse como Marcel dejaba su cerveza en el suelo y se acomodaba en el mueble—, Lisandro dentro de poco lo serĆ”, y Marcel ya su hija crecerĆ”, eres el mĆ”s viejo de todos y tu niƱa apenas sale del cascaron.
—Me casĆ© tarde.
—Y se divorcio temprano —rompió a reĆr Marcos—. Yo fui el mĆ”s precoz de todos.
—Mi hijo apenas se estĆ” graduando de la universidad, le falta mucho para tener esas responsabilidades —rechazaba Lisandro depositando su cerveza en el suelo.
—¿A donde llevaras a tu novia hoy?
—Hice una reservación en el restaurante Plazas, hablĆ© con el encargado y serĆ” todo un show al momento de entregarle el anillo.
—No, tonto —negó Lisandro—. ¿IrĆ”n a un hotel?
—No, preparĆ© algo pasado de lindo en mi departamento. Arregle desde la entrada hasta el cuarto un camino con pĆ©talos de rosas.
—Cursi.
—Tonto.
—Cretino —sonreĆa Marcel—. ¿Y quĆ© pasarĆa si no follan hoy?
—¡JAFFF! —exclamó Francisco tomando cerveza—. Estoy seguro que me estallarĆan las bolas, tanto tiempo sin drenar me estallarĆan. Quiero que esta noche sea especial para los dos. AdemĆ”s, ella tambiĆ©n quiere sexo, me lo ha recordado todos estos dĆas.
—¿SabĆas que si bebes mucho alcohol el pito no se te puede parar?
—Le cumplirĆ©.
—Si le quedas mal esa mujer se pondrĆ” furiosa.
—¿Hacemos que le falle, muchachos?
—Por supuesto, Lisandro —aceptó Marcel sujetó con fuerza un brazo de Francisco, enseguida Lisandro sujeto el otro—. Procede, Marcos, procede.
Marcos riendo abandonó el asiento.
—¿QuĆ© pretenden, ah? —preguntaba asustado Francisco pateando con las piernas.
—Sujeten sus muslos.
Lisandro y Marcel intentaron agarrar las musculosas piernas de Francisco que se movĆa nervioso inmovilizado ya de brazos y piernas.
—Imagina que hoy sientas un grave dolor de cojones y no puedas tirar.
—No, Marcos, por favor no. ¡Muchachos!
—Unos golpecitos de amigos y ya. Como el golpe de buena suerte de nuestra parte.
Francisco temblaba de miedo mirando hacia su entrepierna mientras Marcos se acercaba.
—Supongo que allĆ tienes galones de esperma almacenados en esas bolas quĆ©... mirando eso, parecen una imitación mĆ”s pequeƱas de las mĆas.
—Por dios, Marcos, empieza ya —pidió Lisandro.
Marcos Chacón hizo crujir sus nudillos ya frente a Francisco.
—Como ya hemos asegurado antes, esto es sólo un juego —aclaró Marcos Chacón y tomó con sus dos manos las bolas de Francisco provocando que respirara bruscamente.
La compresión a sus dos enormes testĆculos era mĆ”s dura de lo que se podĆa soportar. Era absurdo que Marcos Chacón teniendo huevos grandes fuera inconsciente al provocar aquel dolor en otro hombre huevudo, pero el jefe apretó y apretó, sacando un gemido de aquel robusto ingeniero agarrado de los cocos.
Marcos se mantuvo apretando.
Francisco soltó un aullido ensordecedor cuando los dedos delgados de Marcos se hundĆan en sus testes de forma tan profunda como podĆa. Con una sonrisa de satisfacción, Marcos retorció las bolas de Francisco, apretando con fuerza mientras la muƱeca le temblaba.
—DesnĆŗdalo —pidió Marcel al observar el contorno de la polla en el pantalón.
—¿QuĆ©?
—DesnĆŗdalo, hombre. AsĆ el contacto serĆ” mĆ”s directo.
Marcos soltó las pelotas pero enseguida bajó con firmeza la cremallera del pantalón, acto seguido bajo cerca de los muslos el pantalon, procedió a quitar la ropa interior, uno de los tres amigos abrió la boca sorprendido.
La larga polla de Francisco temblaba como reacción a la tortura de aquel par de inmensos pomelos que estaban entre sus piernas. A Marcel le brillaron los ojos al ver una concentración de lĆquido preseminal acumulado en la circuncisa verga.
—Si toco sus bolas con las manos eso seria muy gay.
—¡No lo hagas, Marcos, por favor! Tu sabes como esto duele.
—Nada que ver, amigo —negó Lisandro—, todos aquĆ sabemos lo que somos. Queremos jugarle una broma a Fran para que no se coja hoy a su novia.
—No lo hagan, chicos —casi sollozaba Francisco sintiendo sus testĆculos latir.
—Bueno, ahĆ va, conste.
Marcos agarró el cuello del escroto con la mano derecha, trasladando las frÔgiles huevas hasta el fondo de la bolsa. Luego cerró el puño izquierdo que usó para moler el par de joyas de Francisco.
Paff
Paff
Paff
Los gritos de Francisco se hicieron fuertes y mƔs fuertes a medida que el puƱo de Marcos fauleaba los huevos -ya casi- revueltos del ingeniero.
Francisco gemĆa y gritaba, con los ojos y la boca abierta, mostrando los dientes mientras Marcos golpeaba sus pesadas bolas.
Marcos tenĆa la mirada fija en sus objetivos y ya se pasaba del lĆmite.
—Mis gümaros, Marcos... piensa en mi novia... en... ¡AAARRGGG! Mi...
—Ja, ja, ja, prosigue, Marcos.
Marcos continuó golpeando las bolas hinchadas de Francisco tan duro como podia, aplanando los cojones con sus nudillos.
Francisco gruƱĆa con la boca abierta y los ojos cruzados.
Marcos golpeó los testĆculos otra vez con la fuerza de su puƱo.
El pene de Francisco se ponĆa duro y tenso, lleno de venas y de piel morena.
Marcos echó el brazo hacia atrÔs y asà conectó otro golpe fatal al par de órganos fue como un enorme chorro de lefa salió con potencia disparado a través del aire chocando en el mentón de Francisco.
—Ja, ja, ja —se rieron los miembros del grupo.
SimultÔneamente un segundo chorro de semen salió surcando el aire y se mezclo con la cerveza de Marcos.
Marcos agarró las bolas de Francisco para apretarlas con rudeza.
A Marcel los ojos le brillaron cuando la polla de Francisco vomitó varias rÔfagas espesas de leche, estaba tan cremosa que resbaló al pantalón de Lisandro.
—Asco —se quejó Ć©l forcejeando con el adolorido profesional.
Pero Marcos continuó apretando las bolas ya hinchadas del pobre Francisco, el arquitecto deseaba como el resto de sus compaƱeros que no quedara nada en las reservas sexuales del hombre. Y la polla se mantenĆa expulsando fajo tras fajo del pegajoso semen blanco parecĆa que mojarĆa por completo el suelo y el mueble.
Para terminar aquel apretón de cojones la verga aminoró la eyaculación con hilos casi blancuzcos.
Aunque parecĆa que la tortura no culminarĆa, Marcos colocó ambas manos en las pelotas de Fran para apretar tan fuerte como pudo una por una, tratando a toda costa de vaciar los cojones tan a fondo como fuera posible.
Francisco soltó un largo gemido gutural sintiendo los dedos del arquitecto apretar sus huevos ya medios vacĆos de su nutritiva lefa.
—Aaahhh, ah... ah... por fa...
Marcos esbozó una mueca al retorcer el escroto como un paƱuelo, provocando que Francisco perdiera la mirada mientras su boca se abrĆa en "O" incapaz de gritar o respirar.
—Deben estar todos vacĆos ya —dijo Marcel.
Francisco soltó un lloriqueo doblando los ojos que continuaban en blanco, Marcos lo soltó de las pelotas y Lisandro y Marcel le soltaron de brazos y piernas. Francisco gimiendo se agarró las bolas y se acurrucó encogiéndose en el mueble, al momento de subir las piernas el pantalón se llenó mas de su leche.
—TendrĆ© que limpiar el mueble y el suelo —opinó Lisandro parado a un lado de Marcos observando los rastros de jugo humano en el lugar—, y ustedes me ayudarĆ”n cabrones —miró la fila sobre su jeans—. Y lavar a como dĆ© lugar este pantalón.
—Quedan suficientes cervezas para ayudarte a limpiar —aseguró Marcos riendo y tomando sin mirar la fila blanca que flotaba en la suya—. TambiĆ©n quiero irme a lavar las manos.
—Yo creo que alguien no podrĆ” tener sexo hoy —catalogó Marcel al otro lado de Marco, viendo la hinchazón en los cojones del amigo.
Y era cierto, aquella noche Francisco irĆa a cenar con su novia, mostrarĆa el anillo de compromiso y ella se alegrarĆa con su próxima boda, lo cierto es que durante la reunión Ć©l alegarĆa que tenĆa un fuerte dolor de cabeza ocultando el pesado y latente dolor de cojones que estaba sufriendo. Luego de la cena la dejarĆa en su casa y Ć©l se marcharĆa para guardarse en su habitación con una bolsa de hielo en las bolas.
—BuscarĆ© mĆ”s cervezas —alegó Marcos dejando de mirar al convaleciente ingeniero y dejando su botella completamente vacia en la mesa.
—Espera —pidió Marcel.
Marcos lo miró y enseguida Marcel chocó sus cuatro nudillos contra su entrepierna. Fue un golpe rÔpido pero efectivo. Marcos abrió los ojos y escapó un gritito retrocediendo con las manos en las gónadas. Cayó al suelo de rodillas doblÔndose del dolor.
—Ay, ay, ay...
—¡Como te atreves a pegarle al jefe en los huevos! —se asombró Lisandro.
—¿QuĆ©? ¡TĆŗ lo hiciste, me tocaba a mi!
—Pero yo soy arquitecto —dijo Lisandro etiquetando sus conocimiento—, tĆŗ... tĆŗ... a ti te puede despedir.
Marcel miró con terror al encorvado Marcos en el suelo, pese a la mĆ”scara de dolor en su cara, aĆŗn sonreĆa.
—¡BAHH! —se relajó Marcel moviendo la mano despreocupado—. El jefe sabe que todo esto es broma y nada es serio.
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