Ballbusting entre maduros (2/5): Cambio de planes - Las Bolas de Pablo

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23 nov 2015

Ballbusting entre maduros (2/5): Cambio de planes


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   —Pero, ¿por quĆ© yo? —preguntaba Pablo a Marcos ChacĆ³n mientras estaban encerrados en la oficina.


   Su padre se rascĆ³ la cabeza en seƱal de molestia y dijo:



   —Pablo, no me interesa si ustedes tienen dos dĆ­as, una semana o un mes molestos, no es mi problema. Debes ser profesional, su Ć”rea de trabajo debe ir a hacer la exposiciĆ³n de nuestros trabajos en promociĆ³n para las ventas del aƱo venidero, tĆŗ debes ir de apoyo como Ć”rea financiera.



   Pablo resoplo dijo algunas palabras en seƱal de rendimiento y saliĆ³ de la oficina. UsĆ³ el ascensor y se dirigiĆ³ al Ć”rea comercial de la empresa entrando a la gerencia donde Alfredo contabilizaba los trĆ­pticos para la preventa 2016. TenĆ­an dĆ­as sin dirigirse la palabra.



   —Hola... —saludĆ³ Pablo.



   —¿QuĆ© hay? —preguntĆ³ Alfredo sin denotar interĆ©s.



   —¿CĆ³mo estĆ”s?



   —¿Yo o mis huevas?



   Pablo suspirĆ³ sin embargo recalcĆ³.



   —TĆŗ y Jorge. ¿CĆ³mo estĆ”n?



   Alfredo suspirĆ³ y cambiĆ³ directamente de tema.



   —¿QuĆ© te trae por aquĆ­?



   —Mi padre me informĆ³ que debo hacer el acompaƱamiento para el evento. ¿A quĆ© hora saldrĆ”n?



   —Ɖsta tarde a las 3.



   —EstarĆ© preparado.



   —Quiero aclarar algo —Pablo le mirĆ³ con atenciĆ³n—. Quiero hacer mi trabajo muy bien y pese a todo el problema que hemos tenido tĆŗ y yo soy profesional y no deseo que el stand de la empresa salga mal.



   —Nada va a salir mal —asegurĆ³ Pablo. TragĆ³ saliva y preguntĆ³—. ¿TĆŗ y yo ahora que somos?



   —CompaƱeros de trabajo.



   —CompaƱeros de trabajo —repitiĆ³ lentamente Pablo—. Me gusta tu respuesta. Ahora bien, me marcho y no pienso molestar. Nos vemos ahora, adiĆ³s.



   —Quiero ordenar mis ideas —comentĆ³ Alfredo cuando ya Pablo estaba prĆ³ximo a salir—. TodavĆ­a te quiero pero necesito que nos alejemos un rato y recapacitar.



   —¡Recapacita tĆŗ! Yo estoy muy seguro en saber a quien quiero y tĆŗ sabes que me refiero a ti. Pero si quieres alejarte, adelante. Hazlo.



   —No quiero pasar la navidad otra vez lejos de ti. Detesto los altibajos de nuestra relaciĆ³n.



   —Yo tambiĆ©n quiero estar a tu lado.



   La conversaciĆ³n se vio interrumpida por la entrada de una empleada que portaba diferentes hojas impresas llenas de fotografĆ­as sobre edificaciones y casas.



   —Recapacita tu tiempo, Alfredo —fue lo Ćŗltimo que Pablo dijo antes de salir y dejar a Alfredo sumido en el trabajo.



   Pablo usĆ³ el celular para comunicarse con su padre.



   —A las tres de la tarde serĆ” el evento, pĆ”.



   —EstĆ” bien —asegurĆ³ el seƱor Marcos—. Les deseo Ć©xitos.




   Marcos ChacĆ³n colgĆ³ el telĆ©fono y se dedicĆ³ al trabajo hasta que tocaron a la puerta.



   El ingeniero Francisco entrĆ³ con unas carpetas.



   —¿Y ahora?



   —Oh, no —negĆ³ Francisco ocupando un asiento—. Esto es un proyecto que me acaban de entregar. Vengo a confirmar tu asistencia para la reuniĆ³n con el grupo esta tarde.



   —Uuuuyyyy —suspirĆ³ Marcos reclinĆ”ndose en el asiento sobando su abultada y obscena ingle—... sĆ­, ya Lisandro me habĆ­a invitado. ¿Pero quĆ© tienen planificado hacer? Grupo de dinosaurios que se creen veinteaƱeros.



   —No sĆ©. Me parece que la esposa y el hijo de Lisandro estĆ”n de viaje para eso nos invitĆ³ a su departamento.



   —¡QuĆ© tendrĆ” planeado hacer!



   —Yo los acompaƱarĆ© un rato. QuedĆ© con mi novia en salir a cenar, despuĆ©s irĆ© a su casa y allĆ” si haremos la celebraciĆ³n intima.



   —¡Puerco!



   —Tenemos como un mes sin estar juntos. Ya sabrĆ”s como estoy de... ansioso.



   —¿Y tĆŗ en ese mes nada de nada?



   —No... Marcos, tambiĆ©n venĆ­a por otra cuestiĆ³n. Este aƱo culmina tu perĆ­odo como presidente de la empresa y soy candidato contra Otto para el nuevo perĆ­odo.



   —Lo sĆ©. Ambos son buenos, quien gane lo harĆ” muy bien, a su modo.



   —Yo lo harĆ­a mejor —dijo Francisco con sonrisa pĆ­cara—. Marcos quiero asegurarte que de ganar yo quiero que seas tĆŗ quien me ayude con el perĆ­odo, quiero que seas tĆŗ el vicepresidente, tienes experiencia y lo harĆ­as a la perfecciĆ³n.



   —No, hermano. Ya estoy cansado de todo esto, demasiada responsabilidad junta. Por eso no volvĆ­ a postularme. Tengo pensado seguir aquĆ­ un corto tiempo en un puesto mĆ”s pequeƱo.



   —Piensalo, hermano. Lo harĆ­as muy bien.



   —En definitiva que no. Dile a Lisandro.



   —Ya le comentĆ©. NegĆ³ tambiĆ©n prefiere quedarse en su puesto, tampoco le interesa la gerencia. Hermano, piensalo.



   —No —negĆ³ Marcos con fastidio. Francisco lo mirĆ³ derrotado y se despidiĆ³ asegurando que le verĆ­a mĆ”s tarde en la reuniĆ³n.



   Marcos se dedicĆ³ de lleno a lo que le restaba de trabajo, seguido se dirigiĆ³ a casa para almorzar, allĆ” le indicĆ³ a su esposa que llegarĆ­a tarde porque irĆ­a a reunirse con sus compaƱeros del trabajo. De vuelta a la empresa pasĆ³ la tarde en las diferentes oficinas.



   —Disculpen la tardanza —dijo Marcos cuando finalmente llegaba al cĆ³modo departamento donde residĆ­a Lisandro—. Estaba poniĆ©ndome al dĆ­a con la del departamento de Cobranzas.



 
 —Y ella que le gusta charlar horas y horas —alegĆ³ Marcel.



   —¿A poco Francisco no ha llegado?



   —No, jefe. AvisĆ³ que irĆ­a a su casa y despuĆ©s vendrĆ­a.



   —Bueno, Ć©sta maƱana hablĆ³ conmigo y me dijo que se marcharĆ­a temprano porque tenĆ­a planes nocturnos con su novia.



   —Planes nocturno —dijo Marcel torciendo la boca—, se la follarĆ” por montĆ³n.




   —Marcos, por llegar tarde —hablĆ³ Lisandro torciendo las piernas en el sillon—, tienes que buscar nuestra ronda de cerveza.



   —Vale, ustedes ganan... ¿DĆ³nde busco?



   —En el congelador, por allĆ” en la cocina.



   Marcos afirmĆ³ y saliĆ³ de la sala de estar. Lisandro y Marcel se miraron sonriendo.



   El departamento del arquitecto Lisandro era un lugar grande y cĆ³modo de paredes en torno marfil y sillones color crema por todos lados se sentĆ­a un aroma a orden y limpieza. Marcos sacĆ³ tres cervezas del congelador y las abriĆ³, entregĆ³ una a Lisandro y la otra a Marcel que jugaba con el celular, pero el objeto escapĆ³ de sus manos y cayĆ³ al piso donde se abriĆ³ y repartiĆ³ por todos lados la baterĆ­a, sim card, SD y la tapa.



   —¡La puta! —dijo Marcel.



   —Te ayudo —asegurĆ³ Marcos.



   DepositĆ³ la cerveza en la mesa e inclinĆ³ un poco las rodillas para agarrar la baterĆ­a, Marcel buscaba la tapa. Lisandro se acercaba a Marcos con una sonrisa burlona y con la palma de la mano abierta.



   La mano de Lisandro se situĆ³ entre las piernas abiertas de Marcos que ya sujetaba la baterĆ­a. RĆ”pidamente Lisandro subiĆ³ la palma de la mano contra las carnosas pelotas de Marcos que tanto resaltaban en sus pantalones.



   PAFFF



   Marcos salto y aullĆ³ de dolor cuando sus testĆ­culos rebotaron brutalmente contra la palma de la mano de Lisandro.



   Marcos enseguida cayĆ³ de rodillas lamentĆ”ndose con una vocecita mientras Marcel y Lisandro se carcajeaban de risa y chocaban la mano.



   —¡Son unos putos! ¡Ay, mis bolas!



   —Se sienten como tomates pesados —alegaba Lisandro tomando cerveza y moviendo la mano con la que cometiĆ³ la acciĆ³n.



   —Unos tomates italianos seguramente —corroborĆ³ Marcel riendo de simpatĆ­a.



   —Me duelen, cualquier golpecito me duele —hablaba Marcos parĆ”ndose encorvado cogiendo su botella de cerveza para sentarse lentamente acariciando sus marcadas gĆ³nadas.



   —¿Te pesan esos bobos cojones?



   —SĆ­.




   —Debes fabricar leche como una vaca de campo, eh.



   —Debo decir que sĆ­, Marcel —reĆ­a Marcos acariciando las huevas con las yemas de los dedos.



   —Por eso tuvo cuatro hijos —reĆ­a Lisandro—, sin contar los que se irĆ­an por la tuberĆ­a del baƱo —rĆ­o a pleno con el grupo—. Yo con mis bolitas sĆ³lo tengo uno. ¿Y tĆŗ, Marcel?



   —Tengo una tambiĆ©n.



   —De todos nosotros quien falta por hijos es Francisco —opinaba Marcel mirando el rostro de pesar de Marcos—, y no es por falta de pelotas ja,ja,ja, se le marcan tanto o menos que a Marcos, pero siempre marca ese condenado.



   —Si hoy saldrĆ” con su novia —comentĆ³ Marcos—, seguro en la noche fabricaran a su bebĆ©.



   —O quizĆ”s no puedan.



   —¿Por quĆ© dices eso, Lisandro?



   —Marcos, pues nosotros haremos... —Lisandro se callĆ³ de sĆŗbito escuchando el potente sonido de una moto surcando el pavimento—. Estoy seguro de que es Ć©l quien estĆ” llegando, bueno, nosotros lo que podemos hacer es...




   Y mientras los amigos charlaban la ruidosa motocicleta se estacionaba en el estacionamiento, Francisco prefiriĆ³ usar aquella tarde-noche su moto porque su novia era amante de la velocidad y le gustaba sentir el aire contra su cara. Francisco puso un pie en el suelo y usĆ³ el celular para efectuar una llamada.



   —Hola, mi vida, estoy llegando al departamento de mis amigos......... no, no te preocupes no beberĆ© mucho. Unas tres o cuatro cervezas y te irĆ© a buscar. ¿DĆ³nde estĆ”s ahora?......... ah, llegando a casa... sĆ­, me avisas al tiro y te busco........., oh..., oh sĆ­, me encantarĆ­a ducharme contigo, oh... bueno preciosa rasĆŗrate todĆ­ta jajaja... para mi, te amo... si...... si, amor. AdiĆ³s.



   Francisco mirĆ³ al balcĆ³n donde estaban Marcos y Marcel saludĆ”ndolo, a seƱal de Lisandro penetrĆ³ al edificio.



   —¿QuĆ© hacĆ­as? —preguntĆ³ Marcos cuando llegĆ³ al departamento y saludaba—. ¿Te reportabas con la coronela?



   —Por el contrario. Le decĆ­a que estarĆ­a aquĆ­ un rato y saldrĆ­a a buscarla.



   —Si eres aguafiestas —dijo Lisandro sentĆ”ndose a un lado en el sofĆ”.



   —AcĆ” estĆ”n las cervezas, uy se estĆ”n congelando, muchachos —indicĆ³ Marcel entregando las bebidas a sus amigos para posteriori sentarse a la izquierda de Lisandro.



   —Debo irme —se excusaba Francisco bebiendo la congelada cerveza—, tenemos tiempo sin salir. A parte hoy serĆ” especial.



   —¿Especial salir con una vieja?



   —SĆ­, tĆŗ porque te estĆ”s divorciando. Pero yo hoy la llevarĆ© a cenar, aprovecharĆ© para entregarle el anillo y mĆ”s noche... la matarĆ©... pero de placer.



   —¡JA,JA,JA,JA!



   —Tenemos tiempo sin estar asĆ­, ustedes ya comprenderĆ”n —Francisco sacĆ³ de su chaqueta el estuche que contenĆ­a un anillo con un lindo diamante—. Hoy serĆ” especial.



   —¡Especial con el aliento a borracho!



   -¡JAJAJA!



   —No, hermano, comprĆ© caramelos de menta.



   —Eso es lo que hace un hombre inteligente —corroborĆ³ Lisandro chocando su cerveza con la de Francisco.



   —¿Cuando crees que se casaran?



   —Me gustarĆ­a en el primer trimestre del otro aƱo, cuando sea el presidente de la empresa junto a Marcos como vicepresidente.



   —No, hombre ya te he dicho que no quiero mĆ”s responsabilidades.



   —Por eso rechacĆ© tu oferta —aclarĆ³ Lisandro—. Prefiero seguir sin mucho atado en mi sala de proyectos, sin tener que rendir cuentas, quedarme hasta altas horas de la noche, ¡no! Llamenme conformista.



   —¡Conformista! Ja,ja,ja.



   —Una boda para marzo serĆ­a bueno —volviĆ³ Marcel al tema.



   —Y despuĆ©s a pedir hijos —sonriĆ³ Marcos llegando con otras cervezas para destapar—, porque te estĆ”s haciendo viejo.



   —¿Viejo? Soy el menos ruco de ustedes.



   —Ja,ja,ja.



   —Rucos pero potentes —sonriĆ³ Lisandro.



   —Marcos ya es un abuelo —decĆ­a Francisco sin percatarse como Marcel dejaba su cerveza en el suelo y se acomodaba en el mueble—, Lisandro dentro de poco lo serĆ”, y Marcel ya su hija crecerĆ”, eres el mĆ”s viejo de todos y tu niƱa apenas sale del cascaron.



   —Me casĆ© tarde.



   —Y se divorcio temprano —rompiĆ³ a reĆ­r Marcos—. Yo fui el mĆ”s precoz de todos.



   —Mi hijo apenas se estĆ” graduando de la universidad, le falta mucho para tener esas responsabilidades —rechazaba Lisandro depositando su cerveza en el suelo.



   —¿A donde llevaras a tu novia hoy?



    —Hice una reservaciĆ³n en el restaurante Plazas, hablĆ© con el encargado y serĆ” todo un show al momento de entregarle el anillo.



   —No, tonto —negĆ³ Lisandro—. ¿IrĆ”n a un hotel?



   —No, preparĆ© algo pasado de lindo en mi departamento. Arregle desde la entrada hasta el cuarto un camino con pĆ©talos de rosas.



   —Cursi.



   —Tonto.



   —Cretino —sonreĆ­a Marcel—. ¿Y quĆ© pasarĆ­a si no follan hoy?



   —¡JAFFF! —exclamĆ³ Francisco tomando cerveza—. Estoy seguro que me estallarĆ­an las bolas, tanto tiempo sin drenar me estallarĆ­an. Quiero que esta noche sea especial para los dos. AdemĆ”s, ella tambiĆ©n quiere sexo, me lo ha recordado todos estos dĆ­as.



   —¿SabĆ­as que si bebes mucho alcohol el pito no se te puede parar?



   —Le cumplirĆ©.



   —Si le quedas mal esa mujer se pondrĆ” furiosa.



   —¿Hacemos que le falle, muchachos?



   —Por supuesto, Lisandro —aceptĆ³ Marcel sujetĆ³ con fuerza un brazo de Francisco, enseguida Lisandro sujeto el otro—. Procede, Marcos, procede.



   Marcos riendo abandonĆ³ el asiento.



   —¿QuĆ© pretenden, ah? —preguntaba asustado Francisco pateando con las piernas.



   —Sujeten sus muslos.



   Lisandro y Marcel intentaron agarrar las musculosas piernas de Francisco que se movĆ­a nervioso inmovilizado ya de brazos y piernas.



   —Imagina que hoy sientas un grave dolor de cojones y no puedas tirar.



   —No, Marcos, por favor no. ¡Muchachos!



   —Unos golpecitos de amigos y ya. Como el golpe de buena suerte de nuestra parte.



   Francisco temblaba de miedo mirando hacia su entrepierna mientras Marcos se acercaba.



   —Supongo que allĆ­ tienes galones de esperma almacenados en esas bolas quĆ©... mirando eso, parecen una imitaciĆ³n mĆ”s pequeƱas de las mĆ­as.



   —Por dios, Marcos, empieza ya —pidiĆ³ Lisandro.



   Marcos ChacĆ³n hizo crujir sus nudillos ya frente a Francisco.



   —Como ya hemos asegurado antes, esto es sĆ³lo un juego —aclarĆ³ Marcos ChacĆ³n y tomĆ³ con sus dos manos las bolas de Francisco provocando que respirara bruscamente.



   La compresiĆ³n a sus dos enormes testĆ­culos era mĆ”s dura de lo que se podĆ­a soportar. Era absurdo que Marcos ChacĆ³n teniendo huevos grandes fuera inconsciente al provocar aquel dolor en otro hombre huevudo, pero el jefe apretĆ³ y apretĆ³, sacando un gemido de aquel robusto ingeniero agarrado de los cocos.



   Marcos se mantuvo apretando.



   Francisco soltĆ³ un aullido ensordecedor cuando los dedos delgados de Marcos se hundĆ­an en sus testes de forma tan profunda como podĆ­a. Con una sonrisa de satisfacciĆ³n, Marcos retorciĆ³ las bolas de Francisco, apretando con fuerza mientras la muƱeca le temblaba.



   —DesnĆŗdalo —pidiĆ³ Marcel al observar el contorno de la polla en el pantalĆ³n.



   —¿QuĆ©?



   —DesnĆŗdalo, hombre. AsĆ­ el contacto serĆ” mĆ”s directo.



   Marcos soltĆ³ las pelotas pero enseguida bajĆ³ con firmeza la cremallera del pantalĆ³n, acto seguido bajo cerca de los muslos el pantalon, procediĆ³ a quitar la ropa interior, uno de los tres amigos abriĆ³ la boca sorprendido.



   La larga polla de Francisco temblaba como reacciĆ³n a la tortura de aquel par de inmensos pomelos que estaban entre sus piernas. A Marcel le brillaron los ojos al ver una concentraciĆ³n de lĆ­quido preseminal acumulado en la circuncisa verga.



   —Si toco sus bolas con las manos eso seria muy gay.



   —¡No lo hagas, Marcos, por favor! Tu sabes como esto duele.



   —Nada que ver, amigo —negĆ³ Lisandro—, todos aquĆ­ sabemos lo que somos. Queremos jugarle una broma a Fran para que no se coja hoy a su novia.



   —No lo hagan, chicos —casi sollozaba Francisco sintiendo sus testĆ­culos latir.



   —Bueno, ahĆ­ va, conste.



   Marcos agarrĆ³ el cuello del escroto con la mano derecha, trasladando las frĆ”giles huevas hasta el fondo de la bolsa. Luego cerrĆ³ el puƱo izquierdo que usĆ³ para moler el par de joyas de Francisco.



   Paff



Paff



Paff



   Los gritos de Francisco se hicieron fuertes y mĆ”s fuertes a medida que el puƱo de Marcos fauleaba los huevos -ya casi- revueltos del ingeniero.



   
   Francisco gemĆ­a y gritaba, con los ojos y la boca abierta, mostrando los dientes mientras Marcos golpeaba sus pesadas bolas.



   Marcos tenĆ­a la mirada fija en sus objetivos y ya se pasaba del lĆ­mite.



   —Mis gĆ¼maros, Marcos... piensa en mi novia... en... ¡AAARRGGG! Mi...



   —Ja, ja, ja, prosigue, Marcos.



   Marcos continuĆ³ golpeando las bolas hinchadas de Francisco tan duro como podia, aplanando los cojones con sus nudillos.



   Francisco gruƱƭa con la boca abierta y los ojos cruzados.



   Marcos golpeĆ³ los testĆ­culos otra vez con la fuerza de su puƱo.



   El pene de Francisco se ponĆ­a duro y tenso, lleno de venas y de piel morena.



   Marcos echĆ³ el brazo hacia atrĆ”s y asĆ­ conectĆ³ otro golpe fatal al par de Ć³rganos fue como un enorme chorro de lefa saliĆ³ con potencia disparado a travĆ©s del aire chocando en el mentĆ³n de Francisco.



   —Ja, ja, ja —se rieron los miembros del grupo.



   SimultĆ”neamente un segundo chorro de semen saliĆ³ surcando el aire y se mezclo con la cerveza de Marcos.



   Marcos agarrĆ³ las bolas de Francisco para apretarlas con rudeza.



   A Marcel los ojos le brillaron cuando la polla de Francisco vomitĆ³ varias rĆ”fagas espesas de leche, estaba tan cremosa que resbalĆ³ al pantalĆ³n de Lisandro.



   —Asco —se quejĆ³ Ć©l forcejeando con el adolorido profesional.



   Pero Marcos continuĆ³ apretando las bolas ya hinchadas del pobre Francisco, el arquitecto deseaba como el resto de sus compaƱeros que no quedara nada en las reservas sexuales del hombre. Y la polla se mantenĆ­a expulsando fajo tras fajo del pegajoso semen blanco parecĆ­a que mojarĆ­a por completo el suelo y el mueble.



   Para terminar aquel apretĆ³n de cojones la verga aminorĆ³ la eyaculaciĆ³n con hilos casi blancuzcos.



   Aunque parecĆ­a que la tortura no culminarĆ­a, Marcos colocĆ³ ambas manos en las pelotas de Fran para apretar tan fuerte como pudo una por una, tratando a toda costa de vaciar los cojones tan a fondo como fuera posible.



   Francisco soltĆ³ un largo gemido gutural sintiendo los dedos del arquitecto apretar sus huevos ya medios vacĆ­os de su nutritiva lefa.



    —Aaahhh, ah... ah... por fa...



   Marcos esbozĆ³ una mueca al retorcer el escroto como un paƱuelo, provocando que Francisco perdiera la mirada mientras su boca se abrĆ­a en "O" incapaz de gritar o respirar.



   —Deben estar todos vacĆ­os ya —dijo Marcel.



   Francisco soltĆ³ un lloriqueo doblando los ojos que continuaban en blanco, Marcos lo soltĆ³ de las pelotas y Lisandro y Marcel le soltaron de brazos y piernas. Francisco gimiendo se agarrĆ³ las bolas y se acurrucĆ³ encogiĆ©ndose en el mueble, al momento de subir las piernas el pantalĆ³n se llenĆ³ mas de su leche.



   —TendrĆ© que limpiar el mueble y el suelo —opinĆ³ Lisandro parado a un lado de Marcos observando los rastros de jugo humano en el lugar—, y ustedes me ayudarĆ”n cabrones —mirĆ³ la fila sobre su jeans—. Y lavar a como dĆ© lugar este pantalĆ³n.



   —Quedan suficientes cervezas para ayudarte a limpiar —asegurĆ³ Marcos riendo y tomando sin mirar la fila blanca que flotaba en la suya—. TambiĆ©n quiero irme a lavar las manos.



   —Yo creo que alguien no podrĆ” tener sexo hoy —catalogĆ³ Marcel al otro lado de Marco, viendo la hinchazĆ³n en los cojones del amigo.



   Y era cierto, aquella noche Francisco irĆ­a a cenar con su novia, mostrarĆ­a el anillo de compromiso y ella se alegrarĆ­a con su prĆ³xima boda, lo cierto es que durante la reuniĆ³n Ć©l alegarĆ­a que tenĆ­a un fuerte dolor de cabeza ocultando el pesado y latente dolor de cojones que estaba sufriendo. Luego de la cena la dejarĆ­a en su casa y Ć©l se marcharĆ­a para guardarse en su habitaciĆ³n con una bolsa de hielo en las bolas.



   —BuscarĆ© mĆ”s cervezas —alegĆ³ Marcos dejando de mirar al convaleciente ingeniero y dejando su botella completamente vacia en la mesa.



   —Espera —pidiĆ³ Marcel.



   Marcos lo mirĆ³ y enseguida Marcel chocĆ³ sus cuatro nudillos contra su entrepierna. Fue un golpe rĆ”pido pero efectivo. Marcos abriĆ³ los ojos y escapĆ³ un gritito retrocediendo con las manos en las gĆ³nadas. CayĆ³ al suelo de rodillas doblĆ”ndose del dolor.



   —Ay, ay, ay...



   —¡Como te atreves a pegarle al jefe en los huevos! —se asombrĆ³ Lisandro.



   —¿QuĆ©? ¡TĆŗ lo hiciste, me tocaba a mi!



   —Pero yo soy arquitecto —dijo Lisandro etiquetando sus conocimiento—, tĆŗ... tĆŗ... a ti te puede despedir.



   Marcel mirĆ³ con terror al encorvado Marcos en el suelo, pese a la mĆ”scara de dolor en su cara, aĆŗn sonreĆ­a.



   —¡BAHH! —se relajĆ³ Marcel moviendo la mano despreocupado—. El jefe sabe que todo esto es broma y nada es serio.

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