Galanboy - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

17 nov 2015

demo-image

Galanboy

Escrito por: Miq Ballbuster

Galanboy y el chico de la fiesta

fanballbusting@yahoo.com.mx

Para Luis, mi amigo alto


I

   Por la intrincada calle oscura, Paco y Lucas caminan con ansiedad hacia la anhelada esquina donde podrĆ”n abordar el autobĆŗs que los pondrĆ” a salvo. Sienten que no podrĆ”n soportar otra sesión de acoso de ā€œLos Mandosā€, el trĆ­o de compaƱeros acosadores que disfrutan de molestarlos al terminar las clases del turno vespertino de la preparatoria. No pueden perder mĆ”s libros cuando los bullyings lo arrojan al aire o los rompen; no pueden perder el poco dinero que tienen; tampoco pueden aguantar mĆ”s golpes ni actos humillantes a los que esos sujetos los someten. 

   Por eso caminan con prisa, sin correr, para no llamar la atención. Pero la estĆŗpida calle es tan sinuosa que no alcanzan a ver lo que esconden los puntos ciegos de las vueltas. 

   Faltan unos metros para alcanzar la esquina. Hasta el momento no ha habido seƱales de ā€œLos Mandosā€. El autobĆŗs aguarda la llegada de mĆ”s estudiantes para emprender su marcha. Paco y Lucas se miran con alegrĆ­a, aliviados por haber eludido a sus acosadores. Comienzan a sacar sus monedas, cuando ambos sienten que algo los jala y los lanza al piso. Son Brandon y Sergio, dos de ā€œLos Mandosā€, que los han tirado de sus mochilas y los han arrojado de espaldas al suelo. 

   ā€”Ya valimos –se lamenta Paco, al tiempo que siente una terrible ansiedad por lo que le espera. 

   Paco y Lucas tratan de incorporarse, pero Brandon tiene su pesado pie encima del pecho de Lucas, y Sergio se ha sentado sobre el estómago de Paco. 

   ā€”ĀæA dónde iban, tarados? Je, je, je. ĀæCreĆ­an que se iban a librar del juego de esta noche?

   ā€”Ā”DĆ©jennos en paz, Brandon! –exigió Lucas.

   ā€”Ā”Son unos cobardes! –escupió Paco. 

   ā€”ĀæCobardes? –replicó Brandon–. Pero si somos dos contra dos. Estamos parejos. 

   Y ordenó a su compinche que le quitara los zapatos a Paco y los aventara a los cables de luz. 

   Sergio se puso a los pies de Paco, quien no hacĆ­a nada para evitar la pĆ©rdida de sus zapatos. El joven acosador pensó que asĆ­ serĆ­a mĆ”s fĆ”cil. Comenzó a jalar el pie de Paco, cuando sintió que algo lo elevaba con fuerza hasta arrojarlo a unos metros. 

   Brandon vio todo con incredulidad, pero no pudo entenderlo porque algo lo puso a dar vueltas hasta que cayó totalmente mareado y confundido. Vomitó dos veces y se quedó desorientado. 

   Paco y Lucas fueron elevados tambiĆ©n por unas manos que no veĆ­an, pero que los depositaron suavemente en el techo de un edificio cercano, donde prĆ”cticamente nadie podĆ­a verlos. 

   Ambos se abrazaron para protegerse y cerraron los ojos esperando lo peor.

II

   ā€”No teman, chicos, estĆ”n a salvo –dijo una voz varonil y afable. 

   Paco y Lucas abrieron los ojos y contemplaron con alivio a su rescatador: un joven que rebasaba los treinta aƱos, muy alto, casi 1.90 m, con un copete moderno, rostro amable de facciones angulosas, mentón firme, hombros anchos, cuerpo musculoso y sumamente atractivo. VestĆ­a un ajustado traje azul oscuro, que resaltaba sus potentes mĆŗsculos, unas botas negras, asĆ­ como una trusa roja que dividĆ­a sensualmente su poderoso torso de sus firmes y torneadas piernas. AdemĆ”s, aunque esto no pudieron advertirlo, el tipo alto se veĆ­a obligado a usar un suspensorio adicional que mantenĆ­a sujetas sus enormes testĆ­culos y su prominente falo. 


   ā€”Hola, chicos. Soy Galanboy –dijo con un temple que les hizo olvidar las anteriores agresiones. —Perdonen que no haya venido antes, pero estaba muy ocupado apoyando a chicos como ustedes. 

   ā€”ĀæComo nosotros?

   ā€”SĆ­, Paco, como ustedes: chicos tranquilos que son violentados por sujetos como ā€œLos Mandosā€. Pero eso se acabó. 

   ā€”ĀæLes vas a dar su merecido? –preguntó Lucas con la esperanza de ver cómo Galanboy se hacĆ­a cargo de esos bravucones. 

   Galanboy se llevó las manos a su trusa roja, la bajó un poco y abrió una bragueta disimulada por la cual pudo sacar un falo enorme, grueso y largo, que los chicos no pudieron dejar de admirar. 

   ā€”Lo harĆ”n ustedes. VerĆ”n, yo no puedo defenderlos ahora y dejarlos solos en el futuro. Pero tampoco puedo estar con ustedes todo el tiempo –explicaba mientras estimulaba con Ć­mpetu su cada vez mĆ”s rĆ­gido miembro. —Por eso, les compartirĆ© un poco de mi poder... No la fuerza fĆ­sica, porque no puedo, pero sĆ­ un poder que los ayudarĆ” a defenderse de los chicos nefastos. Les darĆ© el poder de la asertividad. Con Ć©l podrĆ”n responder con coraje y agresividad sana a cuanto bravucón se les plante enfrente. AdemĆ”s, se sentirĆ”n muy capaces de desarrollar habilidades de defensa personal. Ā”Ustedes mismos serĆ”n sus propios rescatadores! 

   ā€”Esteeee –dijo Paco sin poder quitar su vista del poderoso falo de Galanboy–, Āæcómo nos vas a dar ese poder?

   ā€”AsĆ­ –dijo Galanboy, acercĆ”ndose a ellos y empujĆ”ndolos suavemente hacia abajo, para arrodillarlos. 

   DejĆ”ndose llevar por la firme sutileza de Galanboy, Paco y Lucas se pusieron de rodillas y vieron con deleite cómo el superhĆ©roe se masturbaba con vigor. Lucas volteó hacia arriba y vio el gesto excitado de Galanboy, cómo su rostro se contraĆ­a por el placer que le causaba estirar su prepucio y rozar con Ć©l su palpitante glande, una pieza de carne parecida a la punta de una flecha encendida, que estaba a punto de explotar. 

   Paco supo lo que pasarĆ­a, asĆ­ que quiso ayudar al hĆ©roe, o al menos ese fue el pretexto que puso cuando introdujo en su boca la poderosa verga de Galanboy, quien reaccionó de inmediato con gemidos intensos y con leves espasmos en su zona genital. Al contacto con el falo de Galanboy, Paco sintió que una corriente de fortaleza interior y alegrĆ­a le inundaba todo su cuerpo. Lamió con intensidad el encendido glande y apretó sus labios para aumentar la sensación de placer del hĆ©roe. 

   A los pocos segundos, Galanboy anunció que estaba listo, asĆ­ que sacó su verga de la boca de Paco, la sujetó con ambas manos y pidió a los chicos que abrieran sus bocas. Estos no habĆ­an acabado de hacerlo cuando una potente rĆ”faga de espeso y blanco semen inundaba sus bocas e impregnaba sus rostros. Una primera descarga los llenó de valĆ­a propia; la segunda, de gozo por la vida, y la tercera, de un vigor fĆ­sico que los hizo sentirse capaces de enfrentarse a cualquier imbĆ©cil que quisiera propasarse con ellos. 

   Se levantaron con una determinación tal, que contrastaba con la debilidad temporal de Galanboy, quien se agotaba temporalmente cuando compartĆ­a su poder, no asĆ­ cuando hacĆ­a el amor. Satisfecho por su apoyo a los chicos, les recomendó usar bien sus nuevas habilidades.

   Paco y Lucas, tras agradecer la ayuda de Galanboy, saltaron de la azotea del edificio, en una primera y muy eficaz prĆ”ctica del parkour, que a ellos mismos los sorprendió. 

   Al llegar a la calle, Paco se hizo cargo de Brandon, y Lucas de Sergio. MĆ”s que golpearlos, los amedrentaron con una voz firme y con determinación. Les advirtieron que si volvĆ­an a atacarlos, no les tendrĆ­an ninguna consideración. Eso sĆ­, Lucas torció el brazo a Sergio y no lo soltó hasta que el bruto juró nunca volver a tocarlo. Por su parte, Paco oprimió la sien de Brandon y le causó un fuerte dolor de cabeza que no se le quitarĆ­a en varios dĆ­as. 

   Desde ese dĆ­a, Paco y Lucas caminaron con tranquilidad por las calles cercanas a la preparatoria, e incluso apoyaron a otros chicos acosados. 

   Aquella noche, una sombra observó todo desde la azotea de la escuela. Era el jefe de ā€œLos Mandosā€, quien no olvidarĆ­a la inoportuna intervención del superhĆ©roe que obligó a su pandilla a disolverse para siempre. 

III

   Pasada la medianoche, Galanboy entró a su departamento por la ventana que daba a la calle. Estaba muy cansado, pues habĆ­a emprendido varias misiones para defender a chicos acosados, y a varios les habĆ­a compartido su poder, asĆ­ que sólo pensaba en meterse a la ducha y dejar caer un buen chorro de agua caliente sobre su agotado miembro. 

   Luego del refrescante baƱo, Galanboy salió cubierto por una diminuta toalla que apenas cubrĆ­a sus genitales. Se la quitó y comenzó a practicar algunos ejercicios de estiramiento. TodavĆ­a la noche se prolongarĆ­a un poco mĆ”s, pues tenĆ­a que atender dos asuntos: preparar las clases del dĆ­a siguiente y ver su lista de pendientes que llegaban a su correo de superhĆ©roe. 

   En efecto, Galanboy tenĆ­a una identidad oculta como profesor de fĆ­sica en una preparatoria. Por eso se daba cuenta de lo duro que podĆ­a ser el bullying y lo necesario que era contar con las habilidades para afrontarlo. 

   Sus clases no le dieron problema, pues por la maƱana sólo tendrĆ­a que explicar las leyes de la dinĆ”mica y aplicar algunas actividades de comprensión. Fueron sus pendientes como superhĆ©roe los que ocuparon un buen tiempo de la madrugada. 

   Entre correos, preguntas, asesorĆ­as y testimonios, Galanboy se fijó especialmente en una petición, la de un chico que solicitaba atentamente su presencia en la fiesta de su hermanito, un niƱo muy acosado en su escuela por niƱos bravucones. El chico narraba una historia muy triste sobre los abusos que habĆ­an sometido a su hermanito, lo que terminó por convencer a Galanboy de asistir al dĆ­a siguiente a la fiesta del pequeƱo. 

   Lo Ćŗltimo que revisó fue una foto que su colega superhĆ©roe, Helperguy, le hizo llegar por correo. En ella, el tambiĆ©n musculoso hĆ©roe estaba hincado casi de perfil, mostrando una enorme erección de su poderoso miembro, y resaltando sus enormes testĆ­culos por debajo de unos boxers rojos muy ajustados. El pie de foto decĆ­a: ā€œĀæPuedes rescatarme de mi acumulación de semen, Galanboy?ā€. El falo de Galanboy respondió a la provocativa imagen con una dureza instantĆ”nea. Al hĆ©roe no le quedó otro remedio que acostarse en la cama y frotar su miembro pensando en su colega, hasta que unos sensibles espasmos seƱalaron el momento en que esa poderosa verga lanzó por cuarta vez en la noche potentes chorros de materia seminal blanca. 

IV

   Galanboy llegó en punto de las 8 de la noche a la puerta del departamento donde serĆ­a la fiesta del pequeƱo. No vestĆ­a su traje de superhĆ©roe, solamente un antifaz que lograba ocultar su identidad real. 

   Desde que entró al edificio, pudo sentir una atmósfera pesada, no sólo debido al descuido del inmueble, sino tambiĆ©n por la gente que lo habitaba. ā€œNi modo aquĆ­ le tocó vivir al niƱo que hoy sorprenderĆ©ā€. 

   Estaba contemplando el color pĆ”lido y avejentado de las paredes, cuando un chico de unos 20 aƱos le abrió la puerta. VestĆ­a unos jeans azules desgastados y una camiseta de color verde, con el signo caracterĆ­stico de Linterna Verde. Calzaba unas pesadas botas negras que contrastaban con su apariencia juvenil. ParecĆ­a un chico serio y formal, aunque hubo algo en su mirada que a Galanboy le pareció extraƱo. 

   El chico se presentó como Armando, lo invitó a pasar y le sugirió que se disfrazara en la sala. 

   ā€”Con toda confianza, eh. No hay nadie en la casa. 

   El chico no dejó de percibir lo extraƱo que le pareció su aclaración a Galanboy. 

   ā€”ĀæAquĆ­ serĆ” la fiesta? ĀæDónde estĆ”n los invitados?

   ā€”Eeeeh. Esteeee. La fiesta es en el depa de una vecina. AquĆ­ te citĆ© para que te cambiaras y te prepararas para la gran entrada. 

   Galanboy se quedó conforme con esta explicación, asĆ­ que siguió poniĆ©ndose su traje y sus accesorios. A los pocos minutos, estaba listo. Gallardo, imponente, casi invulnerable. 

   ā€”Ā”Wow! Nunca habĆ­a visto a un superhĆ©roe en persona. Te ves muy bien, Galanboy –reconoció Armando–. Por eso tengo que pedirte un favor, antes de subir a la fiesta y sorprender a mi hermanito... VerĆ”s, si me das unos cuantos minutos, me gustarĆ­a tomarte algunas fotos para que mis amigos me crean que un autĆ©ntico superhĆ©roe vino a mi casa. ĀæMe dejas? ”Ándale, por favor!

   Galanboy aceptó de buen grado. No era raro que los chicos que ayudaba le pidieran un selfie o una foto de cuerpo entero. Tampoco ignoraba lo que algunos hacĆ­an en privado mirando sus imĆ”genes. 

   AsĆ­ que se colocó en la pose clĆ”sica, con las piernas abiertas, los puƱos a los lados de la cintura y un gesto decidido. Armando le tomó dos fotos con su celular y le pidió otra posición. Galanboy puso una pierna delante de la otra, se agachó hacia el frente y estiró los brazos cerrando los puƱos. ParecĆ­a un guerrero a punto de combatir a sus enemigos. Armando se emocionó y tomó fotos desde varios Ć”ngulos. 

   Luego siguieron dos poses mĆ”s hasta que Armando hizo una solicitud especial. 

   ā€”Quisiera que abrieras bien las piernas y que miraras hacia arriba con los brazos extendidos. Como si estuvieras a punto de volar.

   A Galanboy le extrañó esa petición, sobre todo porque no era natural para echarse a volar, pero quiso complacer a Armando antes de pedirle que lo llevara de una vez por todas a la fiesta. 

   ā€”MĆ”s abiertas, por favor, Galanboy. Quiero captar todo tu ā€œpoderā€.

   Galanboy abrió mĆ”s su compĆ”s y miró hacia el techo. En el fondo, le gustaba complacer a los chicos, pero las peticiones de Armando se tornaban extraƱas. 

   De pronto, sin saber de dónde habĆ­a salido, Galanboy recibió una fuerte patada en sus testĆ­culos. Gimió hondamente y se llevó las manos a su entrepierna, en un gesto natural de protección. Cayó de rodillas al piso y se mantuvo unos segundos respirando con dificultad.

   Cuando alzó la vista, vio con sorpresa a Armando, que estaba de pie ante Ć©l, sonriendo con gran satisfacción. El chico le extendió una mano para ayudarlo a levantarse, y Galanboy la aceptó con cierta renuencia. Pero en cuanto desprotegió su ingle, Armando le jaló el brazo y le tiró una nueva patada, mĆ”s fuerte que la anterior. 

   Galanboy gimió nuevamente y se puso en posición fetal hasta que Armando lo tomó por los pies y los elevó separĆ”ndolos. El superhĆ©roe sólo pudo decirle rĆ”pidamente ā€œĀ”QuĆ© haces!ā€, antes que Armando le aplastara las bolas con su enorme bota. Aulló con fuerza y alcanzó a empujar con su pie a Armando, quien se incorporó rĆ”pidamente y atrapó con facilidad las enormes bolas de Galanboy. Las apretó intensamente y obligó al musculoso hĆ©roe a levantarse. Ya de pie, Armando lo jaló hasta una recĆ”mara contigua, donde lo empujó para que cayera justo encima del colchón. Galanboy siguió sobando sus adoloridos testĆ­culos hasta que Armando se lanzó sobre Ć©l para debilitarlo aĆŗn mĆ”s. Cayó justo sobre su abdomen, con lo que le sacó el aire y lo dejó aĆŗn mĆ”s manipulable. 

   Con la vulnerabilidad de Galanboy, la fuerza de Armando parecĆ­a mayor, asĆ­ que el adolescente pudo inmovilizarlo con singular facilidad y rapidez. En dos minutos, Galanboy quedó atado de sus cuatro extremidades a todo lo largo y ancho de la cama. 

   ā€”Ā”Mira, Armando, yo no sĆ© quĆ© estĆ”s jugando –advirtió Galanboy–, pero esto ya rebasó su lĆ­mite! Ā”SuĆ©ltame de inmediato!

   Armando sólo se limitó a reĆ­r. 

   ā€”Apenas comenzamos, Galanboy. 

   ā€”ĀæQuĆ© te hice para que me golpees en mis bolas?

   ā€”Ā”Que quĆ© me hiciste! Ā”QuĆ© me hiciste! –gritó Armando cada vez mĆ”s iracundo–. Deshiciste mi banda, los atacaste o, mejor dicho, hiciste que dos debiluchos los atacaran ayer. SĆ­, acuĆ©rdate, en la prepa vespertina. Los idiotas a los que ayudaste vencieron a mis colegas, y ahora van defendiendo a otros. Sólo esperan que me aparezca por ahĆ­ para vengarse por todo lo que les hice. 

   ā€”Yo sólo ayudo a los chicos a que se defiendan de los abusivos como tĆŗ. 

   ā€”Ā”No sabes lo que es el abuso! El abuso es un padrastro que te madrea cuando llega borracho. El abuso es una bola de maestros idiotas que te reprueban siempre porque no entiendes nada de lo que dicen. El abuso es una madre que te obliga a robar para poder comprarse su alcohol. 

   Galanboy intentó ofrecer una alternativa a Armando. 

   ā€”Yo puedo ayudarte, sólo dĆ©jame libre.

   ā€”TĆŗ no me ayudarĆ”s, mugre superhĆ©roe. Ahora mi banda de ā€œLos Mandosā€ se fue al carajo todo por tu culpa. 

   ā€”Ā”ā€œLos Mandosā€ se llaman asĆ­ por ti, Armando!

   ā€”Ā”Hasta que lo captaste, superhĆ©roe imbĆ©cil!

   Subió a la cama y soltó una patada que entró directamente en las bolas de Galanboy, quien entornó los ojos y dejó soltar un gemido largo y doloroso. 

   ā€”Ahora voy a hacer lo que hiciste con esos tarados de ayer: me voy a robar tus poderes y los voy a usar para vengarme y para volver armar mi banda. Pero ahora no seremos tres, sino muchos. Vamos a sembrar el terror en la prepa, y nadie nos detendrĆ”. 

   Se hincó sobre las piernas del superhĆ©roe y dio un rĆ”pido y certero puƱetazo a su entrepierna. Galanboy sintió que algo en su estómago se revolvĆ­a y se quejó amargamente. Desde esa posición incómoda pudo ver que sus testĆ­culos se habĆ­an hinchado un poco. Pero no fue lo Ćŗnico en su cuerpo que adquirĆ­a mĆ”s volumen. Armando tambiĆ©n lo advirtió.

   ā€”Ā”Ah, mira nada mĆ”s! Resulta que al gran superhĆ©roe le gusta que le golpeen las bolas. Ā”Cómo te ha crecido la verga con mis patadas!

   Y como para comprobar su punto, Armando sujetó fuertemente las gónadas de Galanboy y vio con satisfacción que su enorme falo se alargaba y se ponĆ­a mĆ”s rĆ­gido. El superhĆ©roe sintió una mezcla de excitación y vergüenza por exponer sus zonas vulnerables al adolescente. 

   Armando contempló por unos segundos aquella verga estimulada, enorme y potente, que se delineaba bajo el traje ajustado de Galanboy. Entonces la deseó con intensidad, quiso sentirla dentro de su joven cuerpo, la deseó toda para Ć©l, aunque eso significara dejarse penetrar por tan tremendo trozo de carne; sabĆ­a que le dolerĆ­a hasta el alma, aunque tambiĆ©n intuyó que eso lo harĆ­a gritar de placer. Pero sabĆ­a bien que eso no bastarĆ­a para derrotar completamente al superhĆ©roe. TenĆ­a que vaciarlo hasta que no pudiera compartir sus poderes con los chicos abusados. 

   AsĆ­ que Armando sacó de su bolsillo una navaja suiza que puso al alcance de la mirada de Galanboy. 

   ā€”Ā”Por favor, Armando, cualquier cosa que pienses hacer con esa navaja, te pido que no la hagas! 

   ā€”Je je je. ĀæCrees que te los voy a cortar? –dijo sujetando los hinchados testĆ­culos del hĆ©roe–. Ā”Para nada! TodavĆ­a los necesito completitos –y los apretó con saƱa, aunque no podĆ­a abarcar los dos con su mano, pues de suyo eran enormes y perfectamente ovalados. 

   Bajo la mirada aterrada de Galanboy, Armando sujetó la zona inguinal de su traje y la rasgó lo suficiente para que saliera el enorme falo del hĆ©roe. El chico no podĆ­a dar crĆ©dito: ante Ć©l tenĆ­a una verga enorme, larga y ancha, como de unos 25 cm, con un glande muy grueso, esponjoso, en una forma perfecta de punta de flecha. Cuando la tomó con sus dos manos, la sintió caliente, hĆŗmeda, palpitante. 

   No lo pensó dos veces y se la metió en la boca. La chupó con Ć­mpetu, la mordisqueó, la lamió de arriba abajo, succionó el provocativo glande y jaló maliciosamente el prepucio, hasta hacerla erguir mĆ”s. Galanboy sufrĆ­a pero gozaba a la vez. Ese chico de 20 aƱos sabĆ­a lo que hacĆ­a con su instrumento de placer. Estimulaba su verga de tal manera que pronto verĆ­a coronados sus esfuerzos. 

   Armando comenzó a masajear el superfalo rĆ”pidamente. Manipulaba con destreza ese enorme trozo de carne que pronto se tambaleó en fuertes espasmos, seƱal de una inminente explosión. El cuerpo de Galanboy tambiĆ©n se conmocionó: temblaba de placer, se contraĆ­a y se relajaba, hasta que por fin se tensó por completo. Apoyado en sus extremidades, se elevó un poco y liberó toda su carga seminal. Armando la recibió en su cuerpo y en su cara, una explosión de materia blanca lechosa que no dejaba de salir en disparos intensos y constantes. No sabĆ­a cuĆ”ntos segundos habĆ­an transcurrido, pero el semen de Galanboy seguĆ­a saliendo. Quiso aprovecharlo antes que terminara de salir, por lo que volvió a cubrir con su boca ese glande enrojecido que apenas podĆ­a contener. Afortunadamente, recibió una buena cantidad de superleche y la tragó con satisfacción, sintiendo de inmediato un vigor que nunca habĆ­a experimentado. 

   El chico se puso en pie y se arrancó la ropa con facilidad. Se sentĆ­a tan fuerte como Galanboy, o al menos eso pensaba. Quedó desnudo ante el hĆ©roe, quien pudo ver su nada despreciable cuerpo atlĆ©tico y marcado por el ejercicio callejero que realizaba al molestar a los indefensos. Pero Galanboy no pensaba tanto en el cuerpo de Armando, como en su propio agotamiento. Se sentĆ­a exhausto, a pesar de haber eyaculado sólo una vez. Otros dĆ­as, en sus mĆŗltiples misiones, habĆ­a llegado a hacerlo hasta cinco o seis veces. Pero esta era diferente. El malicioso Armando le habĆ­a arrebatado un poder que Galanboy compartĆ­a con generosidad, desde que le fue otorgado hacĆ­a un par de aƱos. Ahora temĆ­a por lo que Armando harĆ­a con Ć©l, si se vengarĆ­a de Paco y Lucas, los chicos de la preparatoria, y luego acosarĆ­a a otros chicos. TenĆ­a que liberarse de sus ataduras, pero eran muy fuertes y Ć©l se sentĆ­a sin fuerzas. 

   HabĆ­a divisado la navaja de Armando, que por accidente cayó cerca de su mano derecha. Trataba de acercarla cuando sintió que una superficie redonda y plana se hundĆ­a en sus bolas. Era Armando, que usaba un guante de box para castigar aĆŗn mĆ”s los maltratados testĆ­culos de Galanboy. El hĆ©roe vio todo blanco y tosió con fuerza. Trató de juntar sus piernas en posición defensiva, pero las tenĆ­a muy separadas por las ataduras. AsĆ­ que sólo pudo hundir un poco su pelvis en el colchón y esperar que Armando no lo golpeara mĆ”s.

   ā€”No pensĆ© que disfrutara tanto torturarte, Galanboy. Pero me excita mucho ver a un tipo musculoso como tĆŗ retorcerse de dolor cuando sus bolas son atacadas. ĀæNo que los superhĆ©roes tienen huevos de acero? –y volvió a aplastar sus testĆ­culos con el guante, lo que provocó un profundo gemido del hĆ©roe. 

   ā€”Te.. tenemos... puntos dĆ©biles. No somos... invulnerables –dijo Galanboy cuando pudo recuperar el aliento. 

   Dos y tres veces mĆ”s Armando castigó los testĆ­culos de Galanboy, quien se retorcĆ­a de dolor sin dejar de suplicarle que parara. 

   ā€”Tranquilo, Galanboy, sólo querĆ­a deshuevarte para poner a punto tu megaverga. Ā”Y ya lo conseguĆ­! –dijo mirando nuevamente erguida el poderoso falo del hĆ©roe. 

   Armando salió corriendo al baƱo de la recĆ”mara y volvió con una botellita de aceite para bebĆ©. Ni siquiera contempló la idea de cubrir con un condón el pene de Galanboy, porque sabĆ­a que de inmediato lo romperĆ­a. AsĆ­ que solamente se embadurnó en el ano cuanto aceite pudo y se estimuló un poco introduciendo dos dedos en su cavidad rectal. Luego, se puso en pie y miró desde arriba el obelisco de carne que esperaba ser atrapado por sus entraƱas juveniles. 

   Con mĆ”s excitación que nerviosismo, Armando se fue sentando hasta sentir el contacto de su ano con el rugiente glande de Galanboy. Con arrojo, y ayudĆ”ndose con su mano, lo introdujo lentamente en su recto. Sólo era la punta, y ya le causaba un tremendo dolor. Pero decidió continuar. 

   Comenzó a introducir todo el largo falo sintiendo que su intestino no lo soportarĆ­a, y ya habĆ­a llegado a la mitad cuando decidió quemar sus naves: bajo su propio riesgo, se sentó completamente en la poderosa verga y gritó con fuerza al sentirla dentro de sĆ­. Galanboy tambiĆ©n gritó por el aprisionamiento brusco de su falo, pero gozó con las nalgas apretadas y firmes de su lujurioso captor. 

   HabiĆ©ndose respuesto del ardor inicial, Armando comenzó a mover sus caderas con agilidad, lo que producĆ­a al hĆ©roe tirones placenteros a su verga. Con malicia, el chico se levantaba un poco como si quisiera desprenderse de su prisionero de carne, pero de inmediato volvĆ­a a sentarse sobre Ć©l con una rapidez que volvĆ­a loco al musculoso Galanboy.

   Con cuidado, Armando se colocó sobre sus extremidades y comenzó a dar vueltas boca arriba valiĆ©ndose del movimiento de sus manos y sus pies. El efecto de tuerca que el apretado ano provocaba en el potente tornillo de Galanboy le empezaba a causar espasmos por todo el cuerpo, lo que anunciaba un rĆ”pido final. Armando tambiĆ©n los sintió, por lo que se incorporó a su posición inicial y comenzó a bajar y subir, apretando lo mĆ”s que podĆ­a su esfĆ­nter en el resistente falo del hĆ©roe. Para rematar, palpó con su mano los prominentes testĆ­culos de Galanboy debajo de sus propias nalgas. Los sintió hĆŗmedos y muy cĆ”lidos y no tuvo reparo en volver a sujetarlos con fuerza. Galanboy respingó e instintivamente arremetió con su falo el ano de Armando. El chico abrió lo ojos cuanto pudo y sintió un agudo estĆ­mulo en su joven próstata. Quiso repetir la sensación y volvió a aprisionar las bolas del hĆ©roe, quien nuevamente impulsó su verga cuanto pudo en las entraƱas del chico. 

   AsĆ­, con sus bolas apretadas por las manos del joven, Galanboy embistió su verga contra su captor y lo hizo soltar varios gritos de placer hasta que llegó el momento del Ć©xtasis. 
Galanboy lo vio venir cuando sintió que todo su cuerpo se ponĆ­a rĆ­gido y concentraba su fuerza en el potente cabezal de su verga. 

   ā€”SujĆ©tate bien –advirtió a Armando. 

   El joven soltó las bolas de Galanboy y se aferró a los antemuslos del hĆ©roe, con tal fuerza que sintió que le clavaba las uƱas. Pero fue necesario para resistir el embate explosivo de la eyaculación mĆ”s potente que sentirĆ­a en toda su corta vida, una descarga inundante de semen que le salĆ­a por las nalgas y baƱaba por entero sus entraƱas. Un choque angustiante del glande del hĆ©roe con su muy sensibilizada próstata, que le provocó su propia eyaculación explosiva. Armando nunca habĆ­a expulsado tanto semen ni con tanta energĆ­a, y nunca volverĆ­a a padecer tan agonizante orgasmo, como aquel que su vĆ­ctima Galanboy le produjo aquĆ©l dĆ­a. 

   Agotado y aun conectado fĆ­sicamente al hĆ©roe, Armando lo miró tambiĆ©n exhausto, derrotado, vencido por el sexo malicioso y los golpes a sus puntos dĆ©biles. Y lo que el joven pensó que serĆ­a su momento triunfal se convirtió en un instante de ternura, pues ahora veĆ­a al musculoso hĆ©roe con una mirada dulce, de agradecimiento y complacencia. Entonces hizo lo que nunca pensó: se estiró y unió sus labios con los de Galanboy, en un beso vacĆ­o de la pasión de hacĆ­a un momento, pero lleno de algo muy parecido al reencuentro de dos amantes alejados. 

   ā€”Perdóname, Galanboy. Fui un tonto egoĆ­sta. 

   ā€”Disculpa aceptada. 

   Y el hĆ©roe besó de nuevo a su captor.

   Armando se liberó suavemente de su dulce tormento, ahora casi en reposo, y cortó de inmediato las ataduras del hĆ©roe, quien masajeó un poco sus muƱecas y sus tobillos. 

   ā€”Te juro, Galanboy, que ahora no siento odio por nadie. Quiero ayudar a los chavos y nunca mĆ”s molestarlos. No sĆ©, algo cambió en mĆ­. Fuiste tĆŗ, con tu poder. 

   ā€”Si ese fue el sentido de este encuentro, pues valió la pena. 

   Con un semblante totalmente distinto, mostró una vez mĆ”s signos de vergüenza. 

   ā€”Perdóname una vez mĆ”s, por favor. Quise hacerte daƱo, y siempre estarĆ© arrepentido por ello. 

   Galanboy lo abrazó por la espalda y le aplacó un poco el alborotado cabello. 

   ā€”Cuando sientas que te falta fuerza, llĆ”mame. 

    Se despidió de Ć©l con una caricia en la mejilla y salió por la ventana. 

   En su departamento, bajo el curativo chorro de agua caliente, Galanboy recordó su captura de esa noche y sintió que su verga despertaba una vez mĆ”s. Al final de esas horas con Armando, se sintió muy cercano a Ć©l. ā€œQuiĆ©n sabe, pensó, tal vez he encontrado un nuevo aliado y compaƱeroā€. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages

undefined