Ballbusting entre maduros (4/8): La T1012 - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

8 feb 2016

Ballbusting entre maduros (4/8): La T1012




La serie se extiende 3 cpitulos mas porque ha sido una de las que mas ha gustado, tambien se une un nuevo personaje que la hara mas extrema.

CONTIENE:

-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Marcos ChacĆ³n habĆ­a recibido el miĆ©rcoles de esa semana una tarjeta de invitaciĆ³n a una residencia de parte de Marcel, la misma tambiĆ©n fue entregada a Francisco y Lisandro, ya el dĆ­a de la reuniĆ³n, todos se fueron juntos hasta el lugar de encuentro donde por su ubicaciĆ³n sabĆ­an que no era el lugar de residencia del humilde Marcel.



   —Mi nombre es RenĆ© —los saludĆ³ el sujeto dueƱo de aquella casa majestuosa. Era un hombre larguirucho, de tez blanca, cabellos negros y cara ovalada.


   —Yo te he visto antes —expresĆ³ Marcos ChacĆ³n luego de presentarse y estrechar su mano—. Creo que por comerciales deportivos en televisiĆ³n.



   —Exactamente —corroborĆ³ RenĆ© tras saludar a Lisandro—, he grabado comerciales asĆ­ como espacios de deportes para la televisiĆ³n nacional y de cable.



   —Ɖl es el padre de SimĆ³n ChacĆ³n, el conductor de tv —dijo Lisandro sin contener la explicaciĆ³n—, el del programa que pasan por las noches de entrevistas "Chacon".



   —Ah, el huevudo —comentĆ³ RenĆ©.



   —¿CĆ³mo? —alzĆ³ las cejas Marcos.



   —He estado en su programa —prosiguiĆ³ RenĆ© invitĆ”ndolos a pasar a la casa de aspecto armĆ³nico, de lujo y con muchos vidrios y madera—. Y tengo un segmento de entrenamientos en el matinal del canal.



   —Te he visto cuando puedo —afirmĆ³ Francisco.



   —Vengan, es por aquĆ­ —comentĆ³ RenĆ© abriendo una puerta ubicada en la sala de estar, el sitio comunicaba con unas escaleras que daban al Ć”tico.



   —Vamos, sin miedo —aclarĆ³ Marcel siendo el primero en bajar.



   Fue escoltado por Marcos, Lisandro, Francisco y por Ćŗltimo RenĆ©, la alacena era un sitio provisto de luces blancas, paredes color marfil, con maquinas para hacer pesas, ejercicios de piernas y abdominales, en general parecĆ­a un pequeƱo gimnasio, Marcos observĆ³ que al centro de la habitaciĆ³n habĆ­a una maquina cubierta por una manta. RenĆ© cerrĆ³ la puerta y se terminĆ³ de unir al grupo de amigos aclarĆ”ndose la garganta.



   —Soy amigo de la infancia de Marcel —dijo—, nuestra confianza es absoluta. Ɖl me ha contado de su grupo y los juegos que han tenido juntos. Hoy, he querido invitarlos para ampliar sus aventuras.




   —¿A quĆ© te refieres? —quiso saber Francisco.


   —Marcel me relatĆ³ que hace pocos dĆ­as tuvieron una tonta discusiĆ³n acerca de quien tenĆ­a los huevos mĆ”s resistentes y quien era el mĆ”s dĆ©bil —algunos de los presentes se rieron—, y yo les tengo la respuesta.



   Lisandro proclamĆ³ una risa burlista para luego preguntar:



   —¿Y cĆ³mo?



   —AquĆ­ —respondiĆ³ RenĆ© dirigiĆ©ndose al artefacto cubierto por la manta, a continuaciĆ³n procediĆ³ a mostrarla a los acompaƱantes—. Les presento a la maquina T1012.



   AhĆ­ habĆ­a un artefacto moderno, tecnolĆ³gico y electrĆ³nico, mostraba una pantalla y bajo ella un teclado con algunos nĆŗmeros que asemejaban a los de un computador, en un lateral habĆ­a una rendija que hacĆ­a la funciĆ³n de impresora, sobre la base superior reposaban incrustados cuatro cilindros de cristal con un lĆ­mite de seis, bajo ellos habĆ­a una abertura redonda y cerrada que solo se abrĆ­a al tener la maquina endendida.



   —La comprĆ© en uno de mis viajes a China, me pareciĆ³ interesante y la adquirĆ­.



   —¿Y de quĆ© manera esa maquina nos dirĆ” quien tiene las bolas mĆ”s fuerte? —preguntĆ³ Francisco—. Yo por ser el mĆ”s joven sĆ© que soy el mĆ”s fuerte de estos pares de ancianos.



   —Jajaja, ay por favor, callate Francisco.




   —Es el primero en chillar como seƱorita —se burlĆ³ Marcos disimuladamente acariciando su abultada entrepierna.


   —Les explico —sonriĆ³ RenĆ©—: ustedes se acercan a aquellos cilindros y muy generosamente depositan su semen allĆ­, la maquina luego analizarĆ” todas las muestras, deben colocar todo absolutamente toda su reserva en la maquina para resultados mĆ”s fidedignos. Ella analizarĆ” las muestras y alojarĆ” cuatro resultados en base a 25 puntos para un total de 100. Las categorĆ­as que la maquina evalĆŗan son: resistencia, capacidad de fertilidad, producciĆ³n de semen y potencial sexual.



    —Parece divertido —comentĆ³ Marcos ChacĆ³n despuĆ©s de analizar la situaciĆ³n.



   —Me interesa la fertilidad —dijo Francisco quien ya parecĆ­a que su polla querĆ­a reventar la tela del pantalĆ³n con la erecciĆ³n.



   —Mis bolas no creo que sean tan resistentes —comentaba con duda Lisandro.



   Marcel tenĆ­a un grato brillo en los ojos y una diminuta sonrisa.




   —Podemos intentarlo —dijo. Y comenzĆ³ quitĆ”ndose la franela, revelando un pecho piso y afeitado. Seguido se bajo el pantalĆ³n y caminĆ³ con un bĆ³xer mostrando un redondo trasero. Se parĆ³ frente a la maquina—. Vengan, aquĆ­ los espero para que comencemos a pajearnos al mismo tiempo.


   —Eso es un hombre atrevido y emprendedor —sonriĆ³ RenĆ©.



   —Voy a demostrarles que mis huevos de monstruo son los mĆ”s resistentes de todos —hablĆ³ Marcos ChacĆ³n. Se abriĆ³ la corbata, se quitĆ³ la chaqueta y luego la lanzĆ³ contra una bicicleta elĆ©ctrica, procediĆ³ a quitar su camisa revelando los grandes pectorales del que era dueƱo.



   —Wow, Marcos. Que buenos pechos tienes —elogiĆ³ RenĆ© encaminĆ”ndose a el y palpando con sus alargadas manos los pechos del seƱor—, tu esposa debe ser feliz durmiendo aquĆ­, mira esos brazos, que bĆ­ceps mĆ”s fuertes.




   —Deje quieto —pidiĆ³ Marcos arrugando el ceƱo y lanzando un manotazo a RenĆ©—, no soy ningĆŗn, marica, no te equivoques.


   RenĆ© se riĆ³ bajando los brazos, acercĆ³ la cara a la de Marcos y sus labios casi rozaron a los del seƱor, los demĆ”s amigos rieron, el seƱor ChacĆ³n tuvo que empujar a RenĆ©.



   —Te felicito de estar seguro de tu sexualidad —dijo RenĆ© dando media vuelta y se quedĆ³ plantado dĆ”ndole la espalda a Marcos. SubiĆ³ la voz—. SeƱores, yo soy feliz tanto agarrando una vagina como amasando una polla, jajaja, y las bolas... son mi plato fuerte —de manera inesperada levantĆ³ el talĆ³n hacia atrĆ”s y este subiĆ³ entre las piernas abiertas de Marcos chocando contra sus vulnerables bolas.




   Las pelotas de Marcos chocaron contra su pelvis y este cayĆ³ al suelo luego de lanzar un fuerte grito lleno de sorprea y dolor, adolorido se mecia con sus manos metidas entre las piernas, tenĆ­a la boca abierta mostrando los dientes mientras se quejaba.


   —AsĆ­ te ves mejor —sonriĆ³ RenĆ©—, ya veremos si eres tan resistente como aparentas. ¿Y ustedes?



   —Ya inicio —asegurĆ³ Francisco quitĆ”ndose los zapatos de cuero—. Pero no te acerques.



   Pero RenĆ© centro la mirada en Lisandro, que se quitaba la camisa a cuadros y mostraba el pecho duro acompaƱado de un abdominal fornido con un abdomen musculoso.




   —Vaya cuerpo —comentĆ³ RenĆ© acercĆ”ndose para palparlo—, esto es lo que un hombre como yo dedicado al fitness admira, un cuerpo asĆ­.


   —Toca lo que quieras —asegurĆ³ Lisandro subiendo la cabeza mientras sentĆ­a las manos de RenĆ© entre sus pechos. Lisandro estaba nervioso.



   —¿Y estĆ”s casado? —quiso saber RenĆ© pasando el dedo Ć­ndice del pecho hasta los abdominales.



   —SĆ­ —confirmĆ³ Lisandro decidido mirĆ”ndolo ahora a los ojos—, felizmente casado con mi esposa y un hijo.



   —Yo tambiĆ©n estuve casado y con dos hijos —afirmĆ³ RenĆ© dando media vuelta y ahora dando la espalda a Lisandro que enseguida se protegiĆ³ los testĆ­culos con las manos—. Me gustan las vaginas pero mi matrimonio se fue a la cresta —se alejĆ³ de Lisandro que respirĆ³ en seƱal de alivio mientras se quitaba el cinturĆ³n.



   Francisco se habĆ­a quitado los zapatos, calcetines y el pantalĆ³n, sus pies eran largos y de uƱas cortas y limpias, RenĆ© mirĆ³ su trasero y entrepierna.



   
—Bonito bulto —comentĆ³.



   Francisco se quitĆ³ la corbata y luego la camisa mostrando el pecho grueso y corpulento echĆ³ una mirada a ambos lados y se quitĆ³ la ropa interior revelando su pene medio duro y grueso que mostraba una cabeza rosada, tenĆ­a un escroto grande que se balanceaba en los muslos. RenĆ© sonriĆ³ y le dio una nalgada cuando pasaba por su lado para situarse frente a la maquina. Lisandro fue mĆ”s lento, se quitaba su ropa y de a poco la doblaba para situarla sobre una maquina de hacer pesas. TragĆ³ mucha saliva antes de determinar si se desnudaba o no.



   —¡Hazlo! —invitĆ³ RenĆ©.



   Cuando bajo la ropa interior entre sus piernas mostrĆ³ los glĆŗteos blancos y lampiƱos. Su pene se mostraba mediano y con algunos vellos entre castaƱos y cano, en erecciĆ³n no superarĆ­a los 16cm pero sabĆ­a como complacer a su esposa en la cama, dos pequeƱos testĆ­culos estaban dentro de su escroto arrugado que muchas veces lo dejaron tirado en el suelo tras balonazos jugando fĆŗtbol, caminĆ³ hasta la mĆ”quina y RenĆ© lo admirĆ³ de pies a cabezas.



   —¡Hey, Marcos, ven acĆ”!



   —Creo que su amigo quedĆ³ tan dĆ©bil que la polla se le muriĆ³.



   —¡Ja,ja,ja!



   Marcos ChacĆ³n le lanzĆ³ a todos una fulminante mirada, se levantĆ³ del suelo y acariciĆ³ sus bolas, se quitĆ³ los zapatos y se abriĆ³ el pantalĆ³n, lo dejĆ³ caer dejĆ”ndolo en el suelo.



   —¿Te gusta lo que ves? —preguntĆ³ a RenĆ© agitando los brazos. 



   —Pues... para tener hijos tan grandes tienes un cuerpo muy bien cuidado.



   Marcos ChacĆ³n soltĆ³ una risa pesada, agarrĆ³ su bĆ³xer de la cintura y tirĆ³ hacia abajo mostrando la larga polla y los cojones mĆ”s grandes que RenĆ© habĆ­a visto en su vida.



   —¡Santa madre! —exclamĆ³—. ¿EstĆ”s enfermo o cĆ³mo? ¿Tienes hidrocele o quĆ©?



   —Este par de pomelos —indicĆ³ Marcos ChacĆ³n agarrando sus bolas grandes como pelotas en sus manos—, estĆ”n mĆ”s sanos que los de un reciĆ©n nacido.



   Marcos ChacĆ³n se acercĆ³ a la maquina bajo la admiraciĆ³n de RenĆ©, allĆ­ estaban cuatro hombres desnudos a excepciĆ³n de Marcel que tenĆ­a la pequeƱa polla sobre el bĆ³xer apuntando al cilindro. RenĆ© se acercĆ³ a la maquina y pulsĆ³ el teclado, el artefacto hizo un leve sonido en seƱal de que iniciaba, acto seguido los cĆ­rculos bajo los cilindros se abrieron revelando un hueco oscuro. RenĆ© que estaba al lado de Francisco metiĆ³ una mano en el hueco y sacĆ³ unos cables que en su orilla tenĆ­a dos divisiones que se asemejaban a audĆ­fonos.



   —¿QuĆ© es eso?



   —Esto irĆ” sujeto a sus testĆ­culos y es para medir su resistencia.



   —¿QuĆ© hace? —preguntĆ³ Lisandro al lado izquierdo de RenĆ©.



   —Les cocinarĆ” las bolas, ¡jajajaja! No, es falso, esto a parte de su semen evaluarĆ” la condiciĆ³n de sus testĆ­culos... ahora bien, voy a colocĆ”rselos.



   —Yo lo puedo hacer —negĆ³ Marcos ChacĆ³n, enseguida retrocediĆ³ asustado al recibir un electrocutazo cuando metia a mano en el hueco.



   —Jajaja, tengo que hacerlo yo, tiene mis huellas registrada.



   A continuaciĆ³n RenĆ© colocĆ³ ambos dispositivos en las bolas de Lisandro que enseguida quedaron pegados sin dificultad. Seguido fue Francisco quien sintiĆ³ los aparatitos en la parte baja de su escroto. Cuando fue el turno de Marcos, RenĆ© masajeĆ³ sus grandes huevos y comentĆ³ «Que bolas mĆ”s pesadas, eh, te fastidian para caminar» los circuitos fueron colocados a los lados de sus fuertes cojones; a Marcel hubo de bajarle el bĆ³xer a las piernas para colocarle los aparatos entre sus huevas pequeƱas. Finalmente RenĆ© maniobrĆ³ el teclado y anunciĆ³:



   —¡La mĆ”quina estĆ” lista para tragarse su semen!



   Tres de los cuatro hombres se rieron y la T1012 mostrĆ³ al centro una luz verde.



   Marcos se mordiĆ³ el labio inferior y agarrĆ³ su pene con la mano derecha para balancearlo de arriba hacia abajo. CerrĆ³ los ojos y respirĆ³ profundo.



   Francisco acariciaba su verga con movimientos constantes, tenĆ­a la vista clavada en el cilindro de cristal mientras la polla se hinchaba y se hacĆ­a gorda.



   Lisandro entre jadeos dio a entender que espasmos de placer experimentaba su fibroso cuerpo desde la barra de su erecta polla.



   El pene de Marcel se mostraba meramente tieso, era flaco y blanco, vellos rubios adornaban exquisitamente su pubis, el obrero comenzĆ³ a aumentar el ritmo de sus masturbaciĆ³n.



   Marcos ChacĆ³n sacudiĆ³ su inmenso pene febrilmente, gimiendo de placer. ApretĆ³ los dientes y cerrĆ³ los ojos. Con un largo gruƱido gutural su crema de macho saliĆ³ del pene tan pegajosa y blanca que resbalĆ³ de manera lenta por el cristal para acumularse al fondo en un charco como de gelatina.



   Francisco gimiĆ³, la cabeza de su verga se habĆ­a puesto roja y parecĆ­a palpitar sola. ParecĆ­a que se iba a reventar de lo caliente.



   Lisandro jadeo sus huevitos comenzaban a ascender sobre su hermoso pene blanco.



   Marcel frotaba con su mano en posiciĆ³n invertida su gĆ¼evo, se movĆ­a como loco mientras arqueaba la espalda y levantaba la mirada.



   Marcos ChacĆ³n gimiĆ³ mientras seguĆ­a masturbando su polla. Echaba la cabeza hacia atrĆ”s dominado por el Ć©xtasis.



   Con un gruƱido potente Lisandro eyaculĆ³. Su verga estallĆ³ un chorrete de sustancia viscosa con color blanco lechoso que sonĆ³ con fuerza al salir expedida.



   Los ojos de Francisco estaban llenos de lĆ”grimas y su boca se cerraba como si estuviera oprimiendo un cosquilleo de su pene o una mamada espectacular. Su pene escupiĆ³ en aquel momento una impresionante cantidad de semen.



   Marcel gemĆ­a de placer, ahora a acariciaba con la yema de los dedos la cabeza de su pene.



   Nuevamente, con un rugido, Marcos ChacĆ³n mojĆ³ las paredes del cilindro con un grueso chorro de semen.



   Francisco apretaba el tronco de su pene, empezaba a acumular perlas de sudor en sus pectorales.



   —AAAAHHH, AAHH —exclamaba en excite Lisandro, una gruesa gota de semen brotĆ³ de la punta de su polla.



   Marcel lanzĆ³ una reverencia, luego cerrĆ³ los ojos y su pene estallĆ³ con un primer chorro de leche espesa y cremosa que salpicĆ³ por el embudo.



   RenĆ© sonriĆ³ y dijo con alegrĆ­a.



   —Muy bien, seƱores. Ahora con las muestras de cada uno, inicia la segunda etapa del juego.



   —¿QuĆ© etapa? —quiso saber Marcos con la mano embarrada de semen aĆŗn manipulando su verga tiesa.



   Desde ese momento la polla del arquitecto vomitĆ³ otra voluminosa carga de leche, el chorro de baba pegajosa se abriĆ³ camino en el cilindro para unirse al inmenso charco en el fondo.



   De repente Marcos ChacĆ³n soltĆ³ un grito desgarrador, el dispositivo conectado a su escroto hizo un pequeƱo sonido y un corrientazo elĆ©ctrico se enviĆ³ a sus bolas, sancochando a su hirviente semen que era preparado en ese momento.



   —¿QuĆ© fue eso? —gruĆ±Ć³.



   —No pares de masturbarte —indicĆ³ RenĆ©—. Porque eso evaluarĆ” la resistencia de sus gĆ¼maros, sigan masturbĆ”ndose hasta quedar secos.



   La excitaciĆ³n de Francisco se redujo con el grito de Marcos, sin embargo se riĆ³, suspirĆ³, y continuĆ³ masturbĆ”ndose.



   Lisandro escapĆ³ un exquisito gemido de placer, abriĆ³ la boca mientras su nĆ©ctar pegajoso corriĆ³ por el cristal.



   AutomĆ”ticamente los dispositivos pegados a ambos lados de sus bolas se movieron e impresionantemente deformaron su escroto como si de una mano invisible le apretara los huevos, Lisandro inhalĆ³ bruscamente.



   —¡No pares, Lisandro —pidiĆ³ RenĆ©.



   —Me duele —gimoteo el hombre, en ese momento los dispositivos se separaban dejando de comprimir sus desdichados testĆ­culos.



   —No pierdas la fuerza, amigo.



   —Ahhhhhhhh —se quejaba Lisandro volviendo a mover su pene.



   Marcel eyaculĆ³ sobre el cilindro gimiendo de placer, en ese momento de su pene salĆ­a disparado un rĆ”pido y sonoro hilo de semen que de una vez aterrizĆ³ en el fondo.



   Y a partir de ahi, el dispositivo subiĆ³ de forma fulminante los testĆ­culos contra su pelvis, aplastando sus gĆ³nadas arrancĆ”ndole un alarido de dolor.



   Marcos ChacĆ³n introdujo mĆ”s baba pegajosa en el recipiente, y el dispositivo empujo tambiĆ©n sus cojones contra su pelvis.



   Tanto Marcel como Marcos gritaron de dolor sintiendo sus huevos aplastados contra el hueso pĆ©lvico. Cinco segundos despues el dispositivo hizo descender los cojones dejandolos heridos.



   Francisco gimiĆ³ de placer y tres lotes de sustancia pegajosa aterrizaron contra el vidrio de su recipiente. Los dispositivos sonaron rostizando los pelos de sus bolas al darle una fuerte corriente elĆ©ctrica, Francisco dio un aullido de agonĆ­a.




 El gĆ¼evo de Lisandro  estaba tieso de duro, seductoramente chorreaba lĆ­quido seminal, hizo un ruido gutural y de su polla con un "prrrrr" por ruido saliĆ³ otro pegote grandioso de leche. Con ello emitiĆ³ un grito cuando los dispositivos comenzaron a  dar vueltas retorciendo completamente su escroto.



   —AAAAAAHHHHHHHHHHG —gritaba Lisandro completamente sudado y con los ojos desorbitados.



   Luego de diez segundos su escroto dejĆ³ de retorcerse dejĆ”ndolo en la forma natural. Lisandro cayĆ³ al piso sobandose las bolas.



   —Lisandro tienes veinte segundos para incorporarte y seguir jalandotela... si no lo haces la T1012 volverĆ” a estrujarte las bolas pero durante un minuto.



   Lisandro gimiĆ³ y con las piernas temblorosas pudo incorporarse.



   Marcel anunciĆ³ su orgasmo con un gemido gutural, escapando asĆ­ de su pene dos filas en linea recta de semen que chocaron con el fondo y salpicaron contra el vidrio despegando algunas gotas. Sus pelotas se comprimieron con los dispositivos, y la alacena se lleno de sus gritos que cada vez se oĆ­an como de seƱorita, luego de 13 segundos sus bolas dejaron de ser torturadas.



   La polla de Marcos seguĆ­a tiesa y en su mĆ”ximo esplendor, el viejo cerrĆ³ los ojos y echĆ³ atrĆ”s la cabeza, no sin antes haber apuntado bien el miembro al cilindro.



   Otra rĆ”faga de semen caliente se disparĆ³ al cilindro, era menos potente que las anteriores oportunidades pero todavĆ­a seguĆ­a siendo mucho e impresionante. Al instante las bolas de Marcos se distorsionaron de forma gracias al dispositivo. El seƱor cayĆ³ de rodillas gritando someramente, agarrando sus pelotas y con los ojos llorosos.




 Francisco gimiĆ³ apuntando el pene gigante al vidrio y grandes chorros, hicieron subir casi al doble lo que ya estaba acumulado. Francisco sintiĆ³ un corrientazo elĆ©ctrico en las pelotas justo en el momento que Marcos llorando se ponĆ­a de pie para volver a frotar a su ya casi moribundo pene.



   Lisandro cerraba los ojos mientras movĆ­a su polla frenĆ©ticamente, gotas de sudor resbalaban por su cuerpo y se mezclaban al fondo con su esperma al caer por el cilindro, sin duda alguna Ć©l experimentaba un rico orgasmo. Con un rugido soltĆ³ su polla. Una ola de semen se apareciĆ³ en la ranura de su verga que pronto se convirtiĆ³ en cuatro pegajosos y cremosos disparos blancos. Los dispositivos se activaron y comprimieron sus bolas como si fueran dominadas por una mano.



   Lisandro gritĆ³ de dolor y empezĆ³ a llorar mientras sus bolas volvieron a descender en el escroto. Se habĆ­an tornado rojas e hinchadas.



   Marcel negaba con la cabeza, sacudĆ­a su verga que ya tenĆ­a segundos flĆ”cida y muerta, seguĆ­a intentado reanimarla en vano.



   RenĆ© mirĆ³ a Marcos, Ć©l estaba apoyado en un brazo de la maquina, su pene chorreaba pequeƱos hilillos de semen, Francisco acariciaba sus gĆ³nadas y Lisandro se enfocaba tambiĆ©n en proteger sus tiernas huevas mientras el pene se quedaba flĆ”cido.



   —Creo que hemos terminado, machos —comunicĆ³ RenĆ©, se acercĆ³ a la T1012 e inteligentemente pulsĆ³ el teclado algunos nĆŗmeros, luego miro uno por uno a los hombres—... No recuerdo cual era la otra opciĆ³n... ¿3, 7, 69? —los maduros lo miraban interrogantes—. Oh, ya... trago#4 —y marcĆ³ esas teclas enseguida los cilindros descendieron para penetrar a la maquina y comenzĆ³ a hacer algunos ruidos tĆ©cnicos—. Pueden separarse de aquĆ­, machos, mientras se imprime el resultado.



   Cada uno retirĆ³ el dispositivo de sus bolas.



   Marcos ChacĆ³n se echĆ³ la piso sobando sus pesadas huevas, Francisco se sentĆ³ en una maquina de hacer pesas, sus bolas colgaban graciosamente, Lisandro permaneciĆ³ de pie acunando sus pelotas y Marcel acompaĆ±Ć³ a Marcos en el suelo.



   Los cinco hombre oĆ­an con atenciĆ³n los sonidos mecĆ”nicos que proclamaba la mĆ”quina, algunos comenzaron a bromear sobre los pedazos de semen hipernaturales que expulsaron. En cinco minutos la maquina comenzĆ³ a imprimir los resultados y RenĆ© se acercĆ³ a buscarlo.



   —DarĆ© un premio al ganador —dijo al coger la hoja—, y un premio de consolaciĆ³n a quien pierda, recuerden que son resultados sobre 25 para una sumatoria de 100 —todos lo miraban con atenciĆ³n mientras leĆ­a la hoja:



Muestra A: Marcos



Resistencia Testicular 23



Capacidad de fertilidad 25



ProducciĆ³n de semen 25



Potencial sexual 25



Total 98 de 100



Muestra B: Francisco



Resistencia Testicular 23



Capacidad de fertilidad 24



ProducciĆ³n de semen 25



Potencial sexual 25



Total 97 de 100



Muestra C: Lisandro



Resistencia Testicular 24



Capacidad de fertilidad 20



ProducciĆ³n de semen 23



Potencial sexual 25



Total 92 de 100



Muestra D: Marcel



Resistencia Testicular 20



Capacidad de fertilidad 20



ProducciĆ³n de semen 23



Potencial sexual 20



Total 83 de 100



   Tan pronto dieron los resultados Marcos, Francisco y Lisandro se abrazaron desnudos, era un desfile de pollas y bolas saltando, Marcel hundiĆ³ la cabeza humillado y avergonzado ante semejantes resultados.



   —Fertilidad al tope, Marcos —reĆ­a Lisandro—, donde pones el gĆ¼evo dejas el hijo jajaja, por eso tienes cuatro. ¡Y quien sabe cuantos quedarĆ­an secos en las sĆ”banas.



   —¡Jajajaja!



   —¡Jajaja!



   —Hey, dijiste que me darĆ­as un premio —asegurĆ³ Marcos dando media vuelta para mirar a RenĆ©.



   Tan pronto se moviĆ³ RenĆ© disparĆ³ entre sus piernas una patada directa a sus desnudas y vacĆ­as bolas, Marcos aullĆ³ de dolor y se cayĆ³ derrotado y sin fuerzas al piso. Francisco se burlĆ³ y Lisandro abriĆ³ la boca protegiendo sus pelotas.



   RenĆ© se dirigiĆ³ al tablero de la maquina y oprimiendo los botones exigiĆ³:



   —En cuanto al perdedor quiero que lo sujeten... al mala cama de Marcel.



   Lisandro y Francisco se miraron y sonrieron saliendo corriendo para sujetar a Marcel que casi escapaba. El entre gritos casi sollozaba para que le dejaran ir. De una compuerta de la maquina que daba al piso RenĆ© se agachĆ³ para extraer lo que parecĆ­a un vaso de vidrio con un contenido blanco y viscoso muy voluminoso.



   —¡SUELTENME, NO, DEJENME IR!



   Marcel se debatĆ­a furioso siendo sujetado por Francisco y Lisandro, mientras Marcos continuaba en el piso sujetando sus pelotas.



   —Esta es una nutritiva mezcla del semen de Marcos, Francisco y Lisandro —explicaba RenĆ© mostrando con orgullo el vaso caliente—, te la tomaras para que asĆ­ puedas adquirir la potencia de tus mĆ”ximos sementales.



   —NO, NO, JAMƁS TOMARE ESO, NO.



   —Entonces cojerĆ© esas mancuernas y te la pondrĆ© en las bolas. Sabes que soy capaz.



   Marcel gimiĆ³ como un chiquillo herido. RenĆ© agarrĆ³ con una mano su mandĆ­bula y la obligĆ³ a abrir mientras con la otra acercĆ³ el lĆ­quido pastoso a su boca. La lengua se llenĆ³ de aquella Ć”cida mezcla espesa que le envolviĆ³ la garganta, Marcel pronto entrĆ³ en peligrosas arcadas, sus captores le soltaron.



   Francisco y RenĆ© se reĆ­an a carcajadas, mientras Lisandro portaba una erecciĆ³n que no se ocupĆ³ en ocultar, Marcos continuaba temblando en el piso, RenĆ© arrojĆ³ el resto del contenido en la cara de Francisco manchando su boca mejilla, lengua y cejas culminando de esa manera sus risas de estruendo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages