CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
Los periodistas se amontonaban en la entrada del edificio judicial a la espera del alcalde en compaƱĆa de su abogado quienes interponĆan una demanda de difamaciĆ³n en injuria contra un periĆ³dico de la ciudad quien habĆa causado una polĆ©mica explosiva en referencia a una noticia publicada que envolvia la dignidad del hombre. Investigadores y periodistas se aglomeraron en la entrada cuando divisaron la esbelta figura del lĆder de partido de derecha bajando las escaleras del edificio.
El alcalde hombre fue esquivo en sus declaraciones, en breves palabras informĆ³ que el proceso judicial en el transcurrir de los dĆas iniciarĆa y serĆa la justicia quien determinarĆa la verdad de las cosas y se pondrĆa fin a las noticias amarillistas:
—Porque es muy grave que se juegue con con la integridad de una persona—explicaba—, y mĆ”s si tiene el respaldo de un pueblo que confĆa en mi y le brindĆ³ mi total agradecimiento por sus respaldo. Todo esto es una campaƱa de desprestigio en mi contra.
El hombre se marchĆ³ de la entrada del edificio aun con los periodistas formulando preguntas, inclusive prefiriĆ³ ignorar las punzantes interrogantes de la chica que laboraba para el periĆ³dico que recibirĆa la demanda.
TobĆas subiĆ³ al vehĆculo negro que lo resguardaba, agazapada en el asiento estaba su novia LucĆa, la bella primera dama.
—Que molestia con esos periodistas —comentĆ³ mientras el chĆ³fer empezaba a manejar—, los odio a todos. No sĆ© como pueden obtener tanta informaciĆ³n.
—Despreocupate —pidiĆ³ TobĆas clavando la mirada en su zapato nuevo, dias atrĆ”s en aquel soez periĆ³dico saliĆ³ publicado los Ćŗltimos movimientos bancarios de esa pareja de polĆticos, las Ćŗltimas compras caras, lujosas e innecesarias en centros comerciales del extranjero... dinero robado del Estado.
—Las notas son cada vez mĆ”s ciertas —dijo LucĆa—, los odio... comenzaron con comentarios burdos y cada vez mĆ”s son violentos y voraces... parece que nos quisieran destruir.
—CĆ”lmate —pidiĆ³ TobĆas abrazandola—, deja el caso de mano de un juez, todo el mundo tiene su precio, ellos no fueron la excepciĆ³n la justicia estĆ” de nuestra parte. Siempre lo estarĆ”. Quiero que solo te dediques a nuestra boda.
—La boda... averiguarĆ”n hasta el mĆ”s mĆnimo de los gastos.
—No pasarĆ” nada. Quienes se encargaran de los preparativos es gente muy fiel. No trascenderĆ” nada a la prensa.
LucĆa siguiĆ³ hablando sĆ³lo que aquellas vanas palabras se perdieron en el aire con la llegada de un mensaje de whatsapp al celular personal de TobĆas, quien al momento de leer creyĆ³ que la sangre le quemaba el cuerpo al tener fusiĆ³n con su ira.
"SĆ hay algo a lo que los polĆticos temen... es a los estudiantes y a la prensa" habĆa escrito Oliver, el periodista que habĆa iniciado ese mar de jaleo con chismes.
"Pero quĆ© mierda haces escribiĆ©ndome. ¿Quien te ha dado mi nĆŗmero? Si fueras mĆ”s inteligente no te atreverĆas a escribirme"
Oliver recibiĆ³ aquel mensaje estaba escribiendo alguna respuesta cuando la voz de LucĆa lo hizo salir de sus pensamientos.
—¿Quien te escribe? —quiso saber.
—Eh... —TobĆas levantĆ³ la boca restando importancia al comentario que darĆa—, mi hermana que pronto vendrĆ” a visitarnos.
—Oh... dale mi saludo —respondiĆ³ LucĆa cuando el celular sonaba con una respuesta, ella lanzĆ³ un suspiro—. Hoy estoy cansada para ir aquel evento con los niƱos del orfanato, dirĆ© que estoy indispuesta y sĆ³lo mandarĆ© un dulce mensaje por vĆdeo.
TobĆas sĆ³lo dio un gemido por respuesta aunque no la escuchaba sĆ³lo leĆa y respondĆa a Oliver.
"Tu nĆŗmero privado me lo dio tu misma gente, sĆ, esa que trabaja para ti, en la que se supone que debes confiar, y yo, bueno soy muy inteligente, por ello te escribo, ya sĆ© que fuiste a hacer esa absurda demanda... yo tengo el poder de la comunicaciĆ³n... puedo hablar... y mucho de ti..."
Los dedos de TobĆas se deslizaban rĆ”pido por la pantalla del celular.
"Todo es una campaƱa de desprestigio para mi exitosa carrera polĆtica. TĆŗ lo sabes"
A lo que Oliver respondiĆ³:
"TĆŗ sabes que no tengo intenciĆ³n polĆtica... lo que no me gusta es la mentira y menos los mentirosos. Yo voy por los mentirosos, por ti, por tu falsa faceta"
TobĆas respondiĆ³:
"Tus noticias empezaron con farsas asĆ que no te hagas el digno"
TobĆas mirĆ³ a LucĆa que tenĆa los ojos cerrados, hubo de silenciar el celular para seguir leyendo la comunicaciĆ³n con Oliver que respondiĆ³:
"Tienes razĆ³n sin embargo tĆŗ y yo podemos reunirnos para discutir que es cierto y falso en nuestras vidas... de hecho creo que te conviene mĆ”s a ti que a mi ese encuentro. "
"Yo no tengo ningĆŗn motivo para reunirme contigo. La prĆ³xima vez que te vea serĆ” en un tribunal."
A lo que Oliver tuvo que responder.
"Es verdad, tengo muchas cosas que hablar de ti. TĆŗ lo sabes... ¿no sĆ© si prefieres que lo hable contigo, frente a todo el tribunal o lo publique en la columna de un periĆ³dico y sembrar la duda."
TobĆas apretĆ³ los labios, sentĆa un pesado frĆo en la espalda... Oliver sabĆa tantas cosas de Ć©l que tenĆa las mejores formas de acorralarlo. MirĆ³ a LucĆa que parecĆa dormitar. EscribiĆ³ como mensaje para Oliver:
"Si publicas para el periĆ³dico mĆ”s te vas a hundir mas. Hare que lo cierren."
Oliver no tardĆ³ en responder:
"Pero tengo fotos, ya expresa un dicho una imagen vale mĆ”s que mil palabras... ¿recuerdas esta foto?"
Y enviĆ³ la imagen de hace seis aƱos donde Ć©l y Oliver estaban acostados con el torso desnudos en una cama abrazĆ”ndose.
"Fue una buena Ć©poca. Eramos jovenes y pendejos." terminĆ³ por escribir Oliver.
TobĆas sintiĆ³ que le faltaba el aliento y que su corazĆ³n saldrĆa por su pecho. La mano le temblĆ³ para responder una vez que borrĆ³ la imagen recibida.
"EstĆ” bien tĆŗ y yo nos veremos para conciliar. El lugar lo pondrĆ© yo, ni loco irĆ© a un sitio que tĆŗ propongas."
Oliver respondiĆ³:
"Yo no quiero conciliar, sĆ³lo quiero que hables con esa verdad que te caracteriza. Pero estĆ” bien, me gusta verte manso como un cordero... eso contrasta tanto con tu actitud tan prepotente... lol... ¿DĆ³nde nos vemos?"
Dando un largo suspiro TobĆas respondiĆ³:
"Te espero en 40 minutos en mi casa de la BahĆa"
TobĆas prefiriĆ³ obviar la respuesta ridicula de Oliver:
"Tu departamento de la BahĆa... nos gustaba pasar mucho tiempo ahĆ, ¿cierto? Recuerdas cuando le decĆas a LucĆa que tenĆa viajes con el partido? Y nos quedĆ”bamos ahĆ encerrados los fines de semana"
—¿IrĆ”s a tu reuniĆ³n, cierto? —preguntĆ³ TobĆas a LucĆa, ella abriĆ³ los ojos un poco atontada.
—Amor, te acabo de decir que no tenĆa ganas de ir. Estoy sin Ć”nimos.
—No, irĆ”s a esa reuniĆ³n.
—No, que flojera, TobĆas —negĆ³ con fuerza LucĆa—. Tengo otras cosas que hacer, dedicarme a mi.
—Eres la primera dama de la regiĆ³n y vas a ir, no estamos en una situaciĆ³n para ser mezquinos. Entre mĆ”s sociables y empĆ”ticos, mejor, Horacio —se dirigĆa al chofer—, llevame a la sede del partido donde te quedaras con LucĆa y la llevaras en otro vehĆculo, yo necesito salir en este.
—¿Y tĆŗ a dĆ³nde vas? —quiso saber LucĆa.
TobĆas se arrecostĆ³ al asiento mientras se acomodaba el cuello de la camisa.
—Me acaban de llamar para una reuniĆ³n con respecto a la demanda que coloquĆ©.
—¿Quienes?
—Unos abogados... LucĆa, que sea esto un secreto, confĆa en mi.
Ella mirĆ³ sus ojos color cafe y confiĆ³ en su novio. Sin decir muchas palabras esperĆ³ que el vehĆculo llegara hasta la sede del partido y con un beso en los labios se despidiĆ³ de Ć©l, TobĆas pasĆ³ a la parte delantera del vehĆculo y puso marcha a un sitio que sĆ³lo Ć©l sabrĆa... su departamento de la playa.
Condujo hasta la residencia que visitaba cada cierta temporada a pesar de vivir en igual ciudad. Al llegar al estacionamiento avisĆ³ al oficial que alguien lo irĆa a visitar y que debĆan dejarlo pasar.
Oliver tardĆ³ 35 minutos en llegar al departamento. TenĆa un atuendo caluroso que contrastaba con el recio clima de la ciudad.
—¿Tienes escondido en alguna parte tu micrĆ³fono o una grabadora? —preguntĆ³ TobĆas con el ceƱo fruncido, ocupaba el sillĆ³n de la sala y miraba el abrigo que el periodista tenĆa puesto.
—Estoy bien —respondiĆ³ Oliver omitiendo el comentario del alcalde cerrando la puerta de entrada—. ¿CĆ³mo estĆ”s, TobĆas?
El hombre sonriĆ³ y afirmĆ³ con la cabeza.
—Lo tomarĆ© como un bien. Deseaba saludarte, y hablar... ¿QuĆ© te dijeron en tribunales? ¿Cuanto te costĆ³ el juez?
TobĆas uniĆ³ las cejas y negĆ³ con la cabeza a tiempo que sonreĆa con descaro.
—¿No hablarĆ”s, alcalde? —TobĆas no emitiĆ³ respuesta—. Y tanto que te gusta hablar... piensa que estĆ”s en un mitin y yo soy tu pĆŗblico, a ese al que engaƱas y le hablas de lo hermoso que es la familia, el matrimonio... el amor entre un hombre y una mujer...
TobĆas se cruzĆ³ de brazos y se apoyĆ³ en el sillĆ³n pero Oliver siguiĆ³ hablando:
—¡Habla! Dime del amor y respeto que le tienes a tu novia... de esa que lloraba delante de mi porque creĆa que tĆŗ tenĆas otra... la tonta no sabĆa que no era otra sino otro y era yo... ¡Que chabacano, alcalde! Tienes a toda una ciudad engaƱada. A mi nunca me pudiste engaƱar... ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Tu eras el jefe del centro de estudiantes y yo acudĆ a ti con el problema que nos tenĆa un profesor a la clase... ¿te acuerdas? —el rostro de TobĆas estaba sereno sin reflejar nada, quizĆ”s se acordaba del pasado—, nos hicimos muy amigos, y los mejores amigos... en la intimidad no eras tan fuerte como parecĆas... ¿Quien te adentrĆ³ en la polĆtica?... ¿El viejo Tovar, cierto? Nunca supe si se la chupaste, ¿lo hiciste? Fueron muchas las veces que nos embarcaste a Lucia y a mi porque estabas con el. Tu escala en la politica...
—¿A dĆ³nde demonios quieres llegar? —reventĆ³ el silencio TobĆas, su voz sonaba potente—. No pienso hablar contigo hasta que te saques la grabadora o el micrĆ³fono.
Oliver parado frente a Ć©l riĆ³ con soltura, empezĆ³ a abrir los botones de su largo abrigo que lo mostrĆ³ desnudo tal cual naciĆ³. El ropaje cayĆ³ al suelo y Ć©l agarrĆ³ su pene casi duro con firmeza.
—El Ćŗnico micrĆ³fono que tengo aquĆ es el que te has metido muchas veces a la boca —dijo rebelando su rosa cabeza—. En este micrĆ³fono te tragaste tus falsos discursos polĆticos. ¿Recuerdas? Ese discurso del cumpleaƱos del partido lo cantaste aqui.
Oliver se acercaba a TobĆas que seguĆa como estatua mirĆ”ndolo, el periodista se parĆ³ frente a su cara y frotĆ³ con sus manos el pene blanco que empezĆ³ a crecer con buen tamaƱo. TobĆas centrĆ³ los ojos en el abdomen del periodista todo duro y fibroso en mĆŗsculos. Las pelotas de Oliver caĆan muy grandes en su escroto mientras este seguĆa moviendo el pene entre sus manos.
—Vamos, chupa este micrĆ³fono —pedĆa Oliver con los ojos cerrados.
TobĆas sintiĆ³ que su pene empezaba a reaccionar dentro de su pantalĆ³n sin poder evitarlo, sintiĆ³ odio del sentir esa excitaciĆ³n.
—¿QuĆ© buscas con todo esto, Oliver?
—Que me la mames, sĆ© que se te antoja.
—Esto es un error y tĆŗ lo sabes —corroborĆ³ TobĆas.
—Un error —repitiĆ³ Oliver—. Te oĆste como tu padre cuando se oponĆa a la aprobaciĆ³n del matrimonio entre homosexuales... que familia tan conservadora la tuya... ven, prueba como en los viejos tiempos.
Con dulzura Oliver tomĆ³ la nuca de TobĆas la aproximĆ³ hacia adelante contra su erecto pene.
En un corto instante Oliver soltĆ³ a TobĆas y retrocediĆ³ doblado del dolor pues enfurecido el alcalde plantĆ³ su puƱo en las carnosas bolas del periodista. Cuando el puƱo pisĆ³ sus cojones desnudos contra la pelvis, TobĆas sintiĆ³ como la intensidad del golpe hundio la forma de los vulnerables testes.
—Oooohhhhhh —pudo escapar dĆ©bilmente de los labios de Oliver.
CayĆ³ de rodillas agarrĆ”ndose la entrepierna, con los ojos muy cerrados y la sien marcando su frente. TobĆas apretĆ³ los labios y abandonĆ³ su asiento luciendo alto e imponente.
—¿Te... doliĆ³ mucho? —preguntĆ³ con nerviosismo y preocupaciĆ³n.
—¡CĆ”llate, maldito ladrĆ³n!
Oliver escupiĆ³ aquellas palabras con autentico dolor y odio. Lentamente se puso de pie aunque seguĆa encorvado sosteniendo sus gĆ³nadas. TobĆas abandonĆ³ la sala y no tardĆ³ mĆ”s de dos minutos en regresar traĆa entre sus manos una ropa interior.
—ColĆ³cate esto, no quiero verte asĆ.
LanzĆ³ la ropa a Oliver que la cogiĆ³, aun tenĆa cara de procesar el fuerte dolor.
TobĆas se dirigiĆ³ a un grande y bonito mueble bar de madera que habĆa en la sala, allĆ se agachĆ³ para buscar unas copas y una bebida, cuando se enderezĆ³ ya Oliver se habĆa puesto la ropa interior TobĆas tragĆ³ saliva al ver el contorno de cada testĆculo y la polla gorda visible entre sus piernas, el periodista se sentaba lento en el mueble y TobĆas se agachĆ³ para guardar la botella de alcohol.
—¿Que es eso? —preguntĆ³ Oliver cuando le tendĆan el vaso.
—Una copa de whiskey, nos ayudarĆ” a hablar como personas inteligentes sin necesidad de humillarnos.
—Yo no me humille, sĆ© que tuviste una erecciĆ³n cuando me viste... quien te puede humillar en pĆŗblico soy yo —dijo Oliver dando Ć©nfasis a sus palabras. BebiĆ³ su vaso.
TobĆas sonriĆ³ con picardĆa llevĆ³ el vaso entre sus labios, mirando a Oliver no habĆa que ocultar que con el paso de los aƱos se habĆa vuelto impresionantemente guapo; alto, esbelto, valiente y musculoso.
—Entonces te vas a casar y fundarĆ”s una familia felĆz —murmurĆ³ con sorna Oliver, mirĆ³ a TobĆas que le devolvĆa la mirada—. Tu propia gente me tienen informados de tus pasos, es sorprendente lo que la gente hace por un poco mĆ”s de dinero —dio un bostezo sintiendo una oleada de fatiga extrema.
—Pero yo sigo siendo mĆ”s inteligente —contestĆ³ TobĆas con una malvada risa.
Oliver sintiĆ³ miedo e intentĆ³ levantarse del mueble pero TobĆas lo atrapĆ³ cuando perdiĆ³ el equilibrio.
—Ahora veremos quien hundirĆ” a quien —riĆ³ TobĆas sintiĆ©ndose omnipotente. Mantenia la voz serena que hizo que Oliver se asustara.
Oliver se aferrĆ³ al alcalde cuando otra ola de cansancio se apoderĆ³ de Ć©l. TobĆas observĆ³ lo sudoroso que se volvĆa.
Oliver balbuceĆ³ algo ininteligible por casi un minuto antes de finalmente quedar desmayado. TobĆas tomĆ³ fuerza para conducir su pesado cuerpo a travĆ©s de la sala para llevarlo a una habitaciĆ³n.
Cuando Oliver tomĆ³ consciencia recordĆ³ estar en la habitaciĆ³n de TobĆas a pesar de pequeƱas modificaciones. IntentĆ³ levantarse pero asĆ se dio cuenta que sus miembros estaban atados a las esquinas de la cama, lo mĆ”s sorprendente era la posiciĆ³n en la que estaba en forma de equis.
—¡TOBĆAS, TOBĆAS!
El alcalde apareciĆ³ en el umbral de la puerta, se quedĆ³ inerte admirando verdaderaente el hermoso cuerpo del periodista, caminĆ³ a la cama y parado ante Ć©l se sintiĆ³ superior ante ese ser maniatado.
—Hmmmm... ¿Quien tiene ahora el control?
TobĆas extendiĆ³ el dedo Ćndice por los pectorales firmes de Oliver. PodĆa sentir el corazĆ³n del periodista, parecĆa un tambor sĆ³lo mostrando su grado de nerviosismo.
—SĆ”came de aquĆ —rogĆ³ Oliver.
TobĆas pasĆ³ el dedo lentamente por sus abdominales, frotando. Oliver bajĆ³ la mirada de la cara de satisfacciĆ³n del alcalde hacia su entrepierna, parecĆa que reventarĆa el pantalĆ³n por la erecciĆ³n que cargaba.
TobĆas trasladĆ³ su mano a la entrepierna abultada de Oliver, el periodista hizo una mueca cuando el alcalde aplicĆ³ una ligera presiĆ³n a la loma que era su pene. Oliver gritĆ³ cuando TobĆas hizo presiĆ³n sobre uno de sus testĆculos mirando con deleite como el hombre se retorcĆa ante la presiĆ³n.
—¿De quĆ© manera me vas a hundir si ahora soy yo quien tiene el control?... ¿Y si te secuestro y nunca mĆ”s te dejo ir, eh? Te puedo desaparecer...
Oliver apenas habĆa comprendia aquellas palabras pues gritaba en estado de shock y dolor. TobĆas habĆa cerrado de golpe el puƱo, toda su fuerza se centraba directamente en la cojĆ³n derecho de Oliver. El cerebro de Oliver procesaba violentamente el horrendo dolor de como su testĆculo pasaba a etapa de agonĆa.
—¡Por favor, por favor! Para ya —suplicaba Oliver.
TobĆas apretĆ³ el puƱo y lo hundiĆ³ en las bolas del periodista soltandole un grito duro.
—¡TobĆas. Por favor, por favor!
TobĆas dio un paso atrĆ”s para admirar al muchacho, que estaba lloriqueando. IgnorĆ³ las sĆŗplicas de Oliver y tomĆ³ un par de tijeras que estaban sobre la mesa de noche del cuarto. Se puso de pie cerca de Oliver.
Oliver gritĆ³ y luchĆ³ en vano cuando sintiĆ³ el metal frĆo sobre sus genitales.
—¡No! TobĆas! NOOOOO.
El alcalde presionĆ³ la tijera sobre el testĆculo izquierdo, estaba sonriendo al sentir la hoja amenazando al Ć³rgano.
—¡No! WAAAAAAAAA.
Oliver lloraba como un autentico niƱo asustado.
TobĆas retirĆ³ la tijera, satisfecho de haber mermado la psique del periodista. AgarrĆ³ el colgante saco escrotal de Oliver, adueƱandose de una pelota en cada mano para empezar a apretar los Ć³rganos blandos.
Oliver ni siquiera podĆa gritar el dolor era tan paralizante. TobĆas se riĆ³ de los sollozos de su ex pareja.
El periodista lanzĆ³ un grito estridente antes de queda inerte sobre la cama. TobĆas se habĆa extralimitado al aplastar contra la palma de su mano aquellas bolas.
Oliver no supo cuĆ”nto tiempo habĆa pasado desde que habĆa perdido el conocimiento, pero se despertĆ³ para encontrar que todavĆa estaba atado contra la cama, completamente aturdido pero cuando divisĆ“ a TobĆas se llenĆ³ de terror.
RĆ”pidamente TobĆas se dirigiĆ³ a su entrepierna clavando un puƱo contra sus bolas.
Oliver soltĆ³ un grito agudo abriendo mucho la boca y poniendo los ojos en blanco.
Luego, mirandole directamente a la cara TobĆas dejĆ³ en paz toda tortura a las bolas de Oliver pero procediĆ³ a frotar su blanco pene. Pronto la polla de Oliver comenzĆ³ a crecer a su plena longitud de veinte centĆmetros. Comenzando a hincharse y volverse mĆ”s gruesa. Oliver echĆ³ atras la cabeza respirando profundo en seƱal de placer.
—¡Oooh! TobĆas... ooooh... ¡Por favor detente! Vas a hacer que me corra...
La polla se mostraba mĆ”s tiesa y gruesa. Pero TobĆas seguĆa concentrado en masturbarlo.
—¡Por favor! ¡Ooooh!
—¿TodavĆa me quieres hundir? ¿Despues de todo el placer que te he proporcionado?
Oliver cerrĆ³ los ojos y gritĆ³ pidiendo que se detuviera, estaba seguro que en minutos soltarĆa un chorrete de espermas.
—¡JJJJJJJJAAAAAAAGGGGGGHHHHHHHH!
Fue el sonido de Oliver antes de que una rĆ”faga de semen saliera emanada de la cabeza de su polla y surcara el aire tan pastosa cayendo sobre su liso abdomen, otros lotes con menos fuerza mojĆ³ su pene y la mano de TobĆas que la retirĆ³ del falo con sus dedos pegajosos.
—¿A dĆ³nde... vas? —quiso saber Oliver con la respiraciĆ³n entrecortada y el abdomen mojado de su semen.
—Te dejarĆ© secuestrado aquĆ. ¿QuerĆas ser mio, no? Ahora no vas a irte.
—No puedes irte —dijo Oliver tragando saliva respirando pesadamente, TobĆas le dirigiĆ³ una mirada dura—. No me puedes retener... mi jefe de prensa sabĆa que venĆa, si no aparezco serĆ”s el primer sospechoso.
TobĆas apretĆ³ el puƱo sintiendose furioso y traicionado, aplastĆ³ las bolas de Oliver con un certero golpe.
—¡AAAAAAAAAAARRRRGGGGG!
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