La escala del alcalde (2/5): Sin futuro - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

18 feb 2016

La escala del alcalde (2/5): Sin futuro


CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

   Los periodistas se amontonaban en la entrada del edificio judicial a la espera del alcalde en compaƱƭa de su abogado quienes interponĆ­an una demanda de difamación en injuria contra un periódico de la ciudad quien habĆ­a causado una polĆ©mica explosiva en referencia a una noticia publicada que envolvia la dignidad del hombre. Investigadores y periodistas se aglomeraron en la entrada cuando divisaron la esbelta figura del lĆ­der de partido de derecha bajando las escaleras del edificio.


   El alcalde hombre fue esquivo en sus declaraciones, en breves palabras informó que el proceso judicial en el transcurrir de los dĆ­as iniciarĆ­a y serĆ­a la justicia quien determinarĆ­a la verdad de las cosas y se pondrĆ­a fin a las noticias amarillistas:



   —Porque es muy grave que se juegue con con la integridad de una persona—explicaba—, y mĆ”s si tiene el respaldo de un pueblo que confĆ­a en mi y le brindó mi total agradecimiento por sus respaldo. Todo esto es una campaƱa de desprestigio en mi contra.



   El hombre se marchó de la entrada del edificio aun con los periodistas formulando preguntas, inclusive prefirió ignorar las punzantes interrogantes de la chica que laboraba para el periódico que recibirĆ­a la demanda.



   TobĆ­as subió al vehĆ­culo negro que lo resguardaba, agazapada en el asiento estaba su novia LucĆ­a, la bella primera dama.



   —Que molestia con esos periodistas —comentó mientras el chófer empezaba a manejar—, los odio a todos. No sĆ© como pueden obtener tanta información.



   —Despreocupate —pidió TobĆ­as clavando la mirada en su zapato nuevo, dias atrĆ”s en aquel soez periódico salió publicado los Ćŗltimos movimientos bancarios de esa pareja de polĆ­ticos, las Ćŗltimas compras caras, lujosas e innecesarias en centros comerciales del extranjero... dinero robado del Estado.



   —Las notas son cada vez mĆ”s ciertas —dijo LucĆ­a—, los odio... comenzaron con comentarios burdos y cada vez mĆ”s son violentos y voraces... parece que nos quisieran destruir.



   —CĆ”lmate —pidió TobĆ­as abrazandola—, deja el caso de mano de un juez, todo el mundo tiene su precio, ellos no fueron la excepción la justicia estĆ” de nuestra parte. Siempre lo estarĆ”. Quiero que solo te dediques a nuestra boda.



   —La boda... averiguarĆ”n hasta el mĆ”s mĆ­nimo de los gastos.



   —No pasarĆ” nada. Quienes se encargaran de los preparativos es gente muy fiel. No trascenderĆ” nada a la prensa.



   LucĆ­a siguió hablando sólo que aquellas vanas palabras se perdieron en el aire con la llegada de un mensaje de whatsapp al celular personal de TobĆ­as, quien al momento de leer creyó que la sangre le quemaba el cuerpo al tener fusión con su ira.



"SĆ­ hay algo a lo que los polĆ­ticos temen... es a los estudiantes y a la prensa" habĆ­a escrito Oliver, el periodista que habĆ­a iniciado ese mar de jaleo con chismes.



   "Pero quĆ© mierda haces escribiĆ©ndome. ¿Quien te ha dado mi nĆŗmero? Si fueras mĆ”s inteligente no te atreverĆ­as a escribirme"



   Oliver recibió aquel mensaje estaba escribiendo alguna respuesta cuando la voz de LucĆ­a lo hizo salir de sus pensamientos.



   —¿Quien te escribe? —quiso saber.



   —Eh... —TobĆ­as levantó la boca restando importancia al comentario que darĆ­a—, mi hermana que pronto vendrĆ” a visitarnos.



   —Oh... dale mi saludo —respondió LucĆ­a cuando el celular sonaba con una respuesta, ella lanzó un suspiro—. Hoy estoy cansada para ir aquel evento con los niƱos del orfanato, dirĆ© que estoy indispuesta y sólo mandarĆ© un dulce mensaje por vĆ­deo.



   TobĆ­as sólo dio un gemido por respuesta aunque no la escuchaba sólo leĆ­a y respondĆ­a a Oliver.



"Tu número privado me lo dio tu misma gente, sí, esa que trabaja para ti, en la que se supone que debes confiar, y yo, bueno soy muy inteligente, por ello te escribo, ya sé que fuiste a hacer esa absurda demanda... yo tengo el poder de la comunicación... puedo hablar... y mucho de ti..."



   Los dedos de TobĆ­as se deslizaban rĆ”pido por la pantalla del celular.



"Todo es una campaña de desprestigio para mi exitosa carrera política. Tú lo sabes"



   A lo que Oliver respondió:


"Tú sabes que no tengo intención política... lo que no me gusta es la mentira y menos los mentirosos. Yo voy por los mentirosos, por ti, por tu falsa faceta"


   TobĆ­as respondió:



"Tus noticias empezaron con farsas asĆ­ que no te hagas el digno"



   TobĆ­as miró a LucĆ­a que tenĆ­a los ojos cerrados, hubo de silenciar el celular para seguir leyendo la comunicación con Oliver que respondió:



"Tienes razón sin embargo tú y yo podemos reunirnos para discutir que es cierto y falso en nuestras vidas... de hecho creo que te conviene mÔs a ti que a mi ese encuentro. "



"Yo no tengo ningún motivo para reunirme contigo. La próxima vez que te vea serÔ en un tribunal."



   A lo que Oliver tuvo que responder.



"Es verdad, tengo muchas cosas que hablar de ti. TĆŗ lo sabes... ¿no sĆ© si prefieres que lo hable contigo, frente a todo el tribunal o lo publique en la columna de un periódico y sembrar la duda."



   TobĆ­as apretó los labios, sentĆ­a un pesado frĆ­o en la espalda... Oliver sabĆ­a tantas cosas de Ć©l que tenĆ­a las mejores formas de acorralarlo. Miró a LucĆ­a que parecĆ­a dormitar. Escribió como mensaje para Oliver:



"Si publicas para el periódico mÔs te vas a hundir mas. Hare que lo cierren."



   Oliver no tardó en responder:



"Pero tengo fotos, ya expresa un dicho una imagen vale mĆ”s que mil palabras... ¿recuerdas esta foto?"



   Y envió la imagen de hace seis aƱos donde Ć©l y Oliver estaban acostados con el torso desnudos en una cama abrazĆ”ndose.



"Fue una buena época. Eramos jovenes y pendejos." terminó por escribir Oliver.



   TobĆ­as sintió que le faltaba el aliento y que su corazón saldrĆ­a por su pecho. La mano le tembló para responder una vez que borró la imagen recibida.



"EstÔ bien tú y yo nos veremos para conciliar. El lugar lo pondré yo, ni loco iré a un sitio que tú propongas."



   Oliver respondió:



"Yo no quiero conciliar, sólo quiero que hables con esa verdad que te caracteriza. Pero estĆ” bien, me gusta verte manso como un cordero... eso contrasta tanto con tu actitud tan prepotente... lol... ¿Dónde nos vemos?"



   Dando un largo suspiro TobĆ­as respondió:



"Te espero en 40 minutos en mi casa de la BahĆ­a"



   TobĆ­as prefirió obviar la respuesta ridicula de Oliver:



"Tu departamento de la BahĆ­a... nos gustaba pasar mucho tiempo ahĆ­, ¿cierto? Recuerdas cuando le decĆ­as a LucĆ­a que tenĆ­a viajes con el partido? Y nos quedĆ”bamos ahĆ­ encerrados los fines de semana"



   —¿IrĆ”s a tu reunión, cierto? —preguntó TobĆ­as a LucĆ­a, ella abrió los ojos un poco atontada.



   —Amor, te acabo de decir que no tenĆ­a ganas de ir. Estoy sin Ć”nimos.



   —No, irĆ”s a esa reunión.



   —No, que flojera, TobĆ­as —negó con fuerza LucĆ­a—. Tengo otras cosas que hacer, dedicarme a mi.



   —Eres la primera dama de la región y vas a ir, no estamos en una situación para ser mezquinos. Entre mĆ”s sociables y empĆ”ticos, mejor, Horacio —se dirigĆ­a al chofer—, llevame a la sede del partido donde te quedaras con LucĆ­a y la llevaras en otro vehĆ­culo, yo necesito salir en este.



   —¿Y tĆŗ a dónde vas? —quiso saber LucĆ­a.



   TobĆ­as se arrecostó al asiento mientras se acomodaba el cuello de la camisa.



   —Me acaban de llamar para una reunión con respecto a la demanda que coloquĆ©.



   —¿Quienes?



   —Unos abogados... LucĆ­a, que sea esto un secreto, confĆ­a en mi.



   Ella miró sus ojos color cafe y confió en su novio. Sin decir muchas palabras esperó que el vehĆ­culo llegara hasta la sede del partido y con un beso en los labios se despidió de Ć©l, TobĆ­as pasó a la parte delantera del vehĆ­culo y puso marcha a un sitio que sólo Ć©l sabrĆ­a... su departamento de la playa.



   Condujo hasta la residencia que visitaba cada cierta temporada a pesar de vivir en igual ciudad. Al llegar al estacionamiento avisó al oficial que alguien lo irĆ­a a visitar y que debĆ­an dejarlo pasar.



   Oliver tardó 35 minutos en llegar al departamento. TenĆ­a un atuendo caluroso que contrastaba con el recio clima de la ciudad.



   —¿Tienes escondido en alguna parte tu micrófono o una grabadora? —preguntó TobĆ­as con el ceƱo fruncido, ocupaba el sillón de la sala y miraba el abrigo que el periodista tenĆ­a puesto.



   —Estoy bien —respondió Oliver omitiendo el comentario del alcalde cerrando la puerta de entrada—. ¿Cómo estĆ”s, TobĆ­as?



   El hombre sonrió y afirmó con la cabeza.



   —Lo tomarĆ© como un bien. Deseaba saludarte, y hablar... ¿QuĆ© te dijeron en tribunales? ¿Cuanto te costó el juez?



   TobĆ­as unió las cejas y negó con la cabeza a tiempo que sonreĆ­a con descaro.



   —¿No hablarĆ”s, alcalde? —TobĆ­as no emitió respuesta—. Y tanto que te gusta hablar... piensa que estĆ”s en un mitin y yo soy tu pĆŗblico, a ese al que engaƱas y le hablas de lo hermoso que es la familia, el matrimonio... el amor entre un hombre y una mujer...



   TobĆ­as se cruzó de brazos y se apoyó en el sillón pero Oliver siguió hablando:



   —¡Habla! Dime del amor y respeto que le tienes a tu novia... de esa que lloraba delante de mi porque creĆ­a que tĆŗ tenĆ­as otra... la tonta no sabĆ­a que no era otra sino otro y era yo... ¡Que chabacano, alcalde! Tienes a toda una ciudad engaƱada. A mi nunca me pudiste engaƱar... ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Tu eras el jefe del centro de estudiantes y yo acudĆ­ a ti con el problema que nos tenĆ­a un profesor a la clase... ¿te acuerdas? —el rostro de TobĆ­as estaba sereno sin reflejar nada, quizĆ”s se acordaba del pasado—, nos hicimos muy amigos, y los mejores amigos... en la intimidad no eras tan fuerte como parecĆ­as... ¿Quien te adentró en la polĆ­tica?... ¿El viejo Tovar, cierto? Nunca supe si se la chupaste, ¿lo hiciste? Fueron muchas las veces que nos embarcaste a Lucia y a mi porque estabas con el. Tu escala en la politica...



   —¿A dónde demonios quieres llegar? —reventó el silencio TobĆ­as, su voz sonaba potente—. No pienso hablar contigo hasta que te saques la grabadora o el micrófono.



   Oliver parado frente a Ć©l rió con soltura, empezó a abrir los botones de su largo abrigo que lo mostró desnudo tal cual nació. El ropaje cayó al suelo y Ć©l agarró su pene casi duro con firmeza.



   —El Ćŗnico micrófono que tengo aquĆ­ es el que te has metido muchas veces a la boca —dijo rebelando su rosa cabeza—. En este micrófono te tragaste tus falsos discursos polĆ­ticos. ¿Recuerdas? Ese discurso del cumpleaƱos del partido lo cantaste aqui.



   Oliver se acercaba a TobĆ­as que seguĆ­a como estatua mirĆ”ndolo, el periodista se paró frente a su cara y frotó con sus manos el pene blanco que empezó a crecer con buen tamaƱo. TobĆ­as centró los ojos en el abdomen del periodista todo duro y fibroso en mĆŗsculos. Las pelotas de Oliver caĆ­an muy grandes en su escroto mientras este seguĆ­a moviendo el pene entre sus manos.



   —Vamos, chupa este micrófono —pedĆ­a Oliver con los ojos cerrados.



   TobĆ­as sintió que su pene empezaba a reaccionar dentro de su pantalón sin poder evitarlo, sintió odio del sentir esa excitación.



   —¿QuĆ© buscas con todo esto, Oliver?



   —Que me la mames, sĆ© que se te antoja.



   —Esto es un error y tĆŗ lo sabes —corroboró TobĆ­as.



   —Un error —repitió Oliver—. Te oĆ­ste como tu padre cuando se oponĆ­a a la aprobación del matrimonio entre homosexuales... que familia tan conservadora la tuya... ven, prueba como en los viejos tiempos.



   Con dulzura Oliver tomó la nuca de TobĆ­as la aproximó hacia adelante contra su erecto pene.



   En un corto instante Oliver soltó a TobĆ­as y retrocedió doblado del dolor pues enfurecido el alcalde plantó su puƱo en las carnosas bolas del periodista. Cuando el puƱo pisó sus cojones desnudos contra la pelvis, TobĆ­as sintió como la intensidad del golpe hundio la forma de los vulnerables testes.



   —Oooohhhhhh —pudo escapar dĆ©bilmente de los labios de Oliver.



   Cayó de rodillas agarrĆ”ndose la entrepierna, con los ojos muy cerrados y la sien marcando su frente. TobĆ­as apretó los labios y abandonó su asiento luciendo alto e imponente.



   —¿Te... dolió mucho? —preguntó con nerviosismo y preocupación.



   —¡CĆ”llate, maldito ladrón!



   Oliver escupió aquellas palabras con autentico dolor y odio. Lentamente se puso de pie aunque seguĆ­a encorvado sosteniendo sus gónadas. TobĆ­as abandonó la sala y no tardó mĆ”s de dos minutos en regresar traĆ­a entre sus manos una ropa interior.



   —Colócate esto, no quiero verte asĆ­.



   Lanzó la ropa a Oliver que la cogió, aun tenĆ­a cara de procesar el fuerte dolor.



   TobĆ­as se dirigió a un grande y bonito mueble bar de madera que habĆ­a en la sala, allĆ­ se agachó para buscar unas copas y una bebida, cuando se enderezó ya Oliver se habĆ­a puesto la ropa interior TobĆ­as tragó saliva al ver el contorno de cada testĆ­culo y la polla gorda visible entre sus piernas, el periodista se sentaba lento en el mueble y TobĆ­as se agachó para guardar la botella de alcohol.



   —¿Que es eso? —preguntó Oliver cuando le tendĆ­an el vaso.



   —Una copa de whiskey, nos ayudarĆ” a hablar como personas inteligentes sin necesidad de humillarnos.



   —Yo no me humille, sĆ© que tuviste una erección cuando me viste... quien te puede humillar en pĆŗblico soy yo —dijo Oliver dando Ć©nfasis a sus palabras. Bebió su vaso.



   TobĆ­as sonrió con picardĆ­a llevó el vaso entre sus labios, mirando a Oliver no habĆ­a que ocultar que con el paso de los aƱos se habĆ­a vuelto impresionantemente guapo; alto, esbelto, valiente y musculoso.



   —Entonces te vas a casar y fundarĆ”s una familia felĆ­z —murmuró con sorna Oliver, miró a TobĆ­as que le devolvĆ­a la mirada—. Tu propia gente me tienen informados de tus pasos, es sorprendente lo que la gente hace por un poco mĆ”s de dinero —dio un bostezo sintiendo una oleada de fatiga extrema.



   —Pero yo sigo siendo mĆ”s inteligente —contestó TobĆ­as con una malvada risa.



   Oliver sintió miedo e intentó levantarse del mueble pero TobĆ­as lo atrapó cuando perdió el equilibrio.



   —Ahora veremos quien hundirĆ” a quien —rió TobĆ­as sintiĆ©ndose omnipotente. Mantenia la voz serena que hizo que Oliver se asustara.



   Oliver se aferró al alcalde cuando otra ola de cansancio se apoderó de Ć©l. TobĆ­as observó lo sudoroso que se volvĆ­a.



   Oliver balbuceó algo ininteligible por casi un minuto antes de finalmente quedar desmayado. TobĆ­as tomó fuerza para conducir su pesado cuerpo a travĆ©s de la sala para llevarlo a una habitación.



   Cuando Oliver tomó consciencia recordó estar en la habitación de TobĆ­as a pesar de pequeƱas modificaciones. Intentó levantarse pero asĆ­ se dio cuenta que sus miembros estaban atados a las esquinas de la cama, lo mĆ”s sorprendente era la posición en la que estaba en forma de equis.



   —¡TOBƍAS, TOBƍAS!



   El alcalde apareció en el umbral de la puerta, se quedó inerte admirando verdaderaente el hermoso cuerpo del periodista, caminó a la cama y parado ante Ć©l se sintió superior ante ese ser maniatado.



   —Hmmmm... ¿Quien tiene ahora el control?



   TobĆ­as extendió el dedo Ć­ndice por los pectorales firmes de Oliver. PodĆ­a sentir el corazón del periodista, parecĆ­a un tambor sólo mostrando su grado de nerviosismo.



   —SĆ”came de aquĆ­ —rogó Oliver.



   TobĆ­as pasó el dedo lentamente por sus abdominales, frotando. Oliver bajó la mirada de la cara de satisfacción del alcalde hacia su entrepierna, parecĆ­a que reventarĆ­a el pantalón por la erección que cargaba.



   TobĆ­as trasladó su mano a la entrepierna abultada de Oliver, el periodista hizo una mueca cuando el alcalde aplicó una ligera presión a la loma que era su pene. Oliver gritó cuando TobĆ­as hizo presión sobre uno de sus testĆ­culos mirando con deleite como el hombre se retorcĆ­a ante la presión.



   —¿De quĆ© manera me vas a hundir si ahora soy yo quien tiene el control?... ¿Y si te secuestro y nunca mĆ”s te dejo ir, eh? Te puedo desaparecer...



   Oliver  apenas habĆ­a comprendia aquellas palabras pues gritaba en estado de shock y dolor. TobĆ­as  habĆ­a cerrado de golpe el puƱo, toda su fuerza se centraba directamente en la cojón derecho de Oliver. El cerebro de Oliver  procesaba violentamente el horrendo dolor de como su testĆ­culo pasaba a etapa de agonĆ­a.



   —¡Por favor, por favor! Para ya —suplicaba Oliver.



   TobĆ­as apretó el puƱo y lo hundió en las bolas del periodista soltandole un grito duro.



   —¡TobĆ­as. Por favor, por favor!



   TobĆ­as  dio un paso atrĆ”s para admirar al muchacho, que estaba lloriqueando. Ignoró las sĆŗplicas de Oliver y tomó un par de tijeras que estaban sobre la mesa de noche del cuarto. Se puso de pie cerca de Oliver.



   Oliver gritó y luchó en vano cuando sintió el metal frĆ­o sobre sus genitales.



   —¡No! TobĆ­as! NOOOOO.



   El alcalde presionó la tijera sobre el testĆ­culo izquierdo, estaba sonriendo al sentir la hoja amenazando al órgano.



   —¡No! WAAAAAAAAA.



   Oliver lloraba como un autentico niƱo asustado.



   TobĆ­as  retiró la tijera, satisfecho de haber mermado la psique del periodista. Agarró el colgante saco escrotal de Oliver, adueƱandose de una pelota en cada mano para empezar a apretar los órganos blandos.



   Oliver ni siquiera podĆ­a gritar el dolor era tan paralizante. TobĆ­as se rió de los sollozos de su ex pareja.



   El periodista lanzó un grito estridente antes de queda inerte sobre la cama. TobĆ­as  se habĆ­a extralimitado al aplastar contra la palma de su mano aquellas bolas.



   Oliver  no supo cuĆ”nto tiempo habĆ­a pasado desde que habĆ­a perdido el conocimiento, pero se despertó para encontrar que todavĆ­a estaba atado contra la cama, completamente aturdido pero cuando divisĆ“ a TobĆ­as se llenó de terror.



   RĆ”pidamente TobĆ­as se dirigió a su entrepierna clavando un puƱo contra sus bolas.



   Oliver  soltó un grito agudo abriendo mucho la boca y poniendo los ojos en blanco.



   Luego, mirandole directamente a la cara TobĆ­as dejó en paz toda tortura a las bolas de Oliver pero procedió a frotar su blanco pene. Pronto la polla de Oliver comenzó a crecer a su plena longitud de veinte centĆ­metros. Comenzando a hincharse y volverse mĆ”s gruesa. Oliver echó atras la cabeza respirando profundo en seƱal de placer.



   —¡Oooh! TobĆ­as... ooooh... ¡Por favor detente! Vas a hacer que me corra...



   La polla se mostraba mĆ”s tiesa y gruesa. Pero TobĆ­as  seguĆ­a concentrado en masturbarlo.



   —¡Por favor! ¡Ooooh!



   —¿TodavĆ­a me quieres hundir? ¿Despues de todo el placer que te he proporcionado?



   Oliver cerró los ojos y gritó pidiendo que se detuviera, estaba seguro que en minutos soltarĆ­a un chorrete de espermas.



   —¡JJJJJJJJAAAAAAAGGGGGGHHHHHHHH!



   Fue el sonido de Oliver antes de que una rĆ”faga de semen saliera emanada de la cabeza de su polla y surcara el aire tan pastosa cayendo sobre su liso abdomen, otros lotes con menos fuerza mojó su pene y la mano de TobĆ­as que la retiró del falo con sus dedos pegajosos.



   —¿A dónde... vas? —quiso saber Oliver con la respiración entrecortada y el abdomen mojado de su semen.



   —Te dejarĆ© secuestrado aquĆ­. ¿QuerĆ­as ser mio, no? Ahora no vas a irte.



   —No puedes irte —dijo Oliver tragando saliva respirando pesadamente, TobĆ­as le dirigió una mirada dura—. No me puedes retener... mi jefe de prensa sabĆ­a que venĆ­a, si no aparezco serĆ”s el primer sospechoso.



   TobĆ­as apretó el puƱo sintiendose furioso y traicionado, aplastó las bolas de Oliver con un certero golpe.



—¡AAAAAAAAAAARRRRGGGGG!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages