Pablo en Guerreros de la arena (13/15): La pelea mas deseada - Las Bolas de Pablo

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19 mar 2016

Pablo en Guerreros de la arena (13/15): La pelea mas deseada

CONTIENE:

-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE



   Pablo ChacĆ³n ocupaba un asiento del camerino en Guerreros de la Arena, la batalla ya se habĆ­a efectuado y el resultado reflejaba para Ć©l el cierre de un ciclo bonito y traumĆ”tico. TenĆ­a cara de dolor y acariciaba sus testĆ­culos hinchados, sus grandes cojones ocupaban casi todo el tamaƱo de su colgante escroto. CerrĆ³ los ojos y suspirĆ³, el final de esa batalla fue la mejor decisiĆ³n que pudo tomar. Alguien llamĆ³ a la puerta.



   —Pablo, soy yo —era la voz de Esteban—. Abre.



   —No quiero, serĆ” mejor que te vayas.



   —Por favor, hablemos. Tengo mucho que ofrecerte.



   —Lo Ćŗnico que me debes ofrecer es la culminaciĆ³n de mi desgraciado contrato.



   —Pablo, sabes lo mucho que te quiero.



   —Si abro la puerta lo Ćŗnico que harĆ© serĆ” agĆ”rrarte de los testĆ­culos y juro dejarte como eunuco. No estoy de Ć”nimos.



   —Pablo... —rogĆ³ una Ćŗltima vez Esteban.



   Pablo se limitĆ³ a cerrar los ojos y dejar que la crema que huntĆ³ en sus pelotas hiciera efecto.



   Fue el momento en el que su celular notificĆ³ la entrada de un mensaje, se trataba de David, otro muchacho que resultaba su fan en aquellas erĆ³ticas luchas y que conociĆ³ en circunstancias laborales. Pablo leyĆ³:



   Estuviste formidable en la batalla, te felicito por todo, dejaste en su lugar a ese idiota que no te respeto como pareja, que imbĆ©cil ese tipo. Me gustarĆ­a almorzar contigo en los prĆ³ximos dĆ­as, espero que se pueda dar... el gimnasio estĆ” quedando genial, quiero que lo vengas a conocer, van muy rĆ”pido los constructores. Que tengas buena noche Pablo, un abrazo. Te estaba esperando en el estacionamiento pero ya se hizo tarde, si necesitas algo allĆ­ estarĆ©.



   Pablo intentĆ³ sonreĆ­r sin embargo su rostro no asomĆ³ mĆ”s que tristeza o cansancio. RespondiĆ³:



Espero que tambiƩn tengas buena noche, David. Muchas gracias, estaremos en contacto pronto.



   Pablo colocĆ³ el celular a un lado de la mesa, la manilla de la puerta se moviĆ³ pero estaba bajo seguro.



   —Pablo, chĆ©, abrĆ­ la puerta —pidiĆ³ NicolĆ”s desde afuera.



   —No quiero, serĆ” tiempo de que te vayas. Nos vemos el lunes en la oficina.



   —Pablo abrĆ­ que tengo a alguien a quien presentarte. Y no tiene cara de villero horrible como David.



   —No quiero —negĆ³ Pablo conociendo que NicolĆ”s querĆ­a presentarle un viejo amigo suyo.



   —ChĆ©, si no abrĆ­s la puerta me verĆ© en la necesidad de tumbarla y ya conocĆ©s lo terco que me pongo.



   —Si la tumbas tendrĆ”s problemas con Esteban.



   —Pibe, sabĆ©s lo mucho que me quiero meter en problemas con Esteban y Ć©l ni me mira.



   —LĆ”rgate.



   —Pibe, abrĆ­. No seas grosero con tu futuro nuevo novio...



   —No es momento de conocer a nadi...



   Pablo se vio interrumpido al sobresaltarse porque la puerta se abriĆ³ de una patada, en el pasillo observĆ³ la cara pĆ­cara de NicolĆ”s, alguien que en poco tiempo se volviĆ³ un gran amigo, junto a Ć©l lo acompaƱaba un hombre moreno de estatura alta, cabellos negros y cuerpo atlĆ©tico, resultaba agradable a la vista.



   —ChĆ©, conoces lo bruto que soy, y no te tapĆ©s tanto, ya RamĆ³n vio como te trajo Dios al mundo. Dice que tenĆ©s huevos de 100 kilates.



   Pablo intentaba cubrir su desnudez con las manos lo que resultaba doloroso.



   —ChĆ©, pero tus bolas se ven monstruosas, dĆ©jame ver.



   —¡No!



   —De por sĆ­ son grandes, deben parecer melones ahora. Pero estoy recontento que terminaras con ese rubio imbĆ©cil. AquĆ­ tenĆ©s a RamĆ³n, tu nuevo amor.



   RamĆ³n sonreĆ­a.



   —¿Quieres ir al mĆ©dico, Pablo? —preguntĆ³ con voz fuerte y resaltando la "S" dĆ”ndole un dejo espaƱol.



   —No, estoy bien, ya verĆ”s.



   —En casa tengo una caja de suspensorios —indicĆ³ NicolĆ”s—, ahora cuando vayamos te regalo uno, te servirĆ”.



   Pablo se ruborizĆ³ mirando a RamĆ³n que le devolvĆ­a la sonrisa con un brillo en los ojos.



   —1 horas antes



   Pablo estaba en la arena esperando al contrincante de aquella noche, tenĆ­a un ajustado bĆ³xer color azul y miraba el pĆŗblico en el recinto. AhĆ­ estaba David que lo saludĆ³ con una sonrisa. MĆ”s allĆ” cerca de la esquina estaba NicolĆ”s hablando con un muchacho moreno. El pĆŗblico empezĆ³ a aplaudir cuando el rival de ChacĆ³n apareciĆ³ en la sala, el hombre apretĆ³ los puƱos, sentĆ­a odio por Ć©l.



   El presentador de cada una de las batallas anunciaba a Jorge, el mayor enemigo que Pablo tenĆ­a allĆ­, principalmente porque tenĆ­a una relaciĆ³n secreta con su pareja Alfredo.



   Los contrincantes se dirigĆ­an miradas matadoras cuando estaban parados frente a frente.



   —... la batalla culminarĆ” —explicaba el presentador—, cuando despuĆ©s de nockear al rival, le apliquen sexo oral a la siguiente persona.



   Del pasillo dos hombres arrastraban una camilla donde Alfredo estaba amarrado de brazos y piernas, tenĆ­a el torso desnudo y un ajustado jeans. Pablo quiso correr a socorrerlo pero recordĆ³ las palabras que mĆ”s temprano le habĆ­a dicho NicolĆ”s:



   Hoy tendrĆ”s la oportunidad de terminar la farsa de Alfredo, Esteban abordo a Jorge para que tu sepas su relacion co Alfredo... se aburriĆ³ de compartirlo.



   Pablo abriĆ³ la boca al memorar, echĆ³ un vistazo a Jorge que no parecĆ­a sorprendido sino furioso.



   —Ese falo es mio —le dijo a Pablo—, desde hace meses.



   —Ya lo sabĆ­a —aclarĆ³ Pablo—. Puedes quedartelo, ya no me importa —comenzĆ³ dando una ruda patada en la entrepierna de Jorge. Su pie chocĆ³ con las abultadas bolas con un golpe audible. La mandĆ­bula de Jorge se abriĆ³, sus ojos se llenaron de lĆ”grimas y dejĆ³ escapar un gemido miserable.



   —Pero tampoco dejarĆ© que me ganes —protestĆ³ Pablo.



   Jorge se quejaba de dolor acariciando su entrepierna. Estaba tumbado en el suelo, gimiendo de dolor, entonces Pablo alzĆ³ los apretados puƱos.



   Jorge gimiĆ³ y se levantĆ³ lentamente, mostraba cara de dolor.



   Pablo se lanzĆ³ contra Ć©l lanzando hacia abajo sus ropa interior, mostrando al pĆŗblico presente la polla flĆ”cida y los huevos de su oponente.



   En ese momento Pablo embistiĆ³ un rodillazo en los cojones de Jorge, estampando las bolas con un golpe tortuoso en su pelvis. Pablo sintiĆ³ en la rĆ³tula como las huevas perdieron la forma en el impacto. Jorge exclamĆ³ un grito soberbio y se fue directo al suelo.



   Pablo lo observaba, su rostro revelaba venganza total. Se ubicĆ³ tras la espalda de Jorge, colocĆ³ una mano en su cuello y la otra fue camino hacia sus muslos, apartĆ³ toda protecciĆ³n del enemigo en sus genitales, ya Jorge tenĆ­a las bolas hinchadas, y sin mĆ”s preĆ”mbulos ni contemplaciĆ³n, apretĆ³ tan fuerte como pudo. Jorge desorbitĆ³ los ojos y lanzĆ³ un grito estridente que retumbĆ³ contra las paredes.



   Pablo girĆ³ la mano arrancando en Jorge varios gemidos. Literalmente las pelotas estaban siendo pulverizadas por las manos de Pablo.



   Finalmente, Pablo soltĆ³ y siguiĆ³ con un manotazo a aquel par de gĆ³nadas. gimiendo de dolor, Jorge se acurrucĆ³ en el suelo sosteniendo sus bolas hinchadas.



   Pablo se ponĆ­a de pie cuando fue sorprendido con un ataque sorpresa, Jorge disparĆ³ la planta del pie directo a su entrepierna. Golpeando su escroto con fuerza y ​​precisiĆ³n, sacĆ”ndole el aire de los pulmones, su mandĆ­bula se abriĆ³ y cruzĆ³  los ojos ligeramente.



   Pablo se quejĆ³ de dolor y se doblĆ³ uniendo las rodillas mientras sostenĆ­a sus grandes y pesados huevos.



   Jorge se levantĆ³ lentamente hasta enderezarse. Se encaminĆ³ hasta Pablo y comenzĆ³ una fĆ©rrea lucha para lograr quitar las manos que protegĆ­an las bolas de Chacon, uno gruƱƭa mientras el otro gritaba con el forcejeo.


   Jorge logrĆ³ su objetivo, desnudo a Pablo y agarrĆ³ sus gĆ³nadas.



   Pablo dejĆ³ escapar un grito agudo mientras sus bolas eran retorcidas, en defensa y dominado por el odio apretĆ³ el puƱo y golpeĆ³ el abdomen de su adversario.



   Jorge jadeo y cayĆ³ de rodillas sin soltar los huevos que comprimĆ­a.



   Jorge seguĆ­a torturando los testĆ­culos de Pablo, el muchacho por su parte empezaba a dar puƱetazos al rostro de Jorge.



   Jorge tenĆ­a medio rostro enrojecido, su cuerpo brillaba de sudor, mientras su mano continuaba apretando las bolas de Pablo.



   Pablo alzĆ³ la mano y estrellĆ³ el puƱo en el ojo izquierdo de Jorge.



   Jorge no soportĆ³ mas y cayĆ³ de espalda soltando las bolas de Pablo tras darle un mortal tirĆ³n.



   Pablo no tuvo tiempo de lamentarse a pesar del dolor de cojones que sentĆ­a, en tiempo rĆ©cord lanzĆ³ una devastadora patada en las piernas abiertas del rival. Jorge con un aullido ensordecedor no evitĆ³ la forma en que su pene escupiĆ³ un pegote de semen que aterrizĆ³ como crema en a un lado del piso.



   Pablo lo mirĆ³ con reproche.



   Jorge echĆ³ atrĆ”s la cabeza adolorido acurrucĆ”ndose, no se percatĆ³ como Pablo se masturbaba apuntando el pene en direcciĆ³n a su cuerpo.



   En menos de un minuto el abdomen y costado de Jorge se empapĆ³ del salado esperma de Pablo, el cual agotado lo pateĆ³ en la cabeza, pero Jorge estaba muy adolorido para poder defenderse.



   Pablo, agarrandose las bolas se acercĆ³ hacia donde amarrado reposaba Alfredo temblando.



   "Se la va a chupar" pensĆ³ NicolĆ”s sintiĆ©ndose decepcionado ". Ese pibe todavĆ­a quiere a ese gil."



   Pablo se acercĆ³ a Alfredo que lo miraba directamente a los ojos.



   —AyĆŗdame, Pablo —le pidiĆ³—. No sĆ© quĆ© hago aquĆ­.



   —QuĆ© haces aquĆ­... —repitiĆ³ Pablo con mezcla de Ć”nimos, palpĆ³ los genitales de Alfredo en el jeans, la flĆ”cida polla y las regordetas bolas dentro de un pequeƱo escroto—. QuĆ© haces aquĆ­ —repitiĆ³. DesabrochĆ³ el cinturĆ³n y bajĆ³ el pantalĆ³n, la polla de Alfredo empezĆ³ a reaccionar por sĆ­ sola, endureciĆ©ndose, pero Pablo no se fijĆ³ de ella, sino que con los dedos hizo que las pelotas de Alfredo se fueran a la parte baja del escroto al sujetarlo del cuello. SubiĆ³ el puƱo a la altura de su cara.



   —Pablo... ¿QuĆ© haces, Pablo? —se exasperĆ³ Alfredo.



   Pablo estampĆ³ un fuerte puƱetazo clavando los nudillos en las gordas bolas de Alfredo.



   —¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHaaaaaa!



   El golpe hizo que varios hombres del publico se protegieran la entrepierna. Pablo alzĆ³ otra vez el brazo.



   —Desde hace meses sĆ© que Jorge y tĆŗ tienen una relaciĆ³n...



   —Eso... no... es as... Pa... Pablo. Escucha, yo...



POFFFF



—¡AAAAAARRRGGGGG!



   Pablo alzĆ³ el puƱo por tercera vez, tenĆ­a mirada de venganza.



   —Estuviste en su cumpleaƱos, se ha quedado en tu casa, te ha llamado y te ha traicionado como hoy. Ɖl con Esteban fue quien ideo esto.



   Alfredo tragĆ³ saliva, seguĆ­a temblando y con las bolas ahorcadas, sĆ³lo recordaba que habĆ­a entrado a su casa y alguien tras Ć©l lo sujetĆ³, habĆ­a perdido el conocimiento.



   —No es muy inteligente aquel idiota —reconociĆ³ Pablo seƱalando con la mirada a Jorge tendido en el piso—. En cambio yo siempre te mostrĆ© lealtad y verdadero cariƱo —estampĆ³ los nudillos en las bolas de Alfredo haciendo que gritara y se ahogara en su saliva. Espero que se calmara para seguir hablando—. Al discutir siempre me decĆ­as que yo era un putito... putito y todo lo que mĆ”s quieras pero te contaba todo lo que me pasara.



   El puƱo chocĆ³ en las maltratadas pelotas de Alfredo ya tan rojas como un tomate. Alfredo gritĆ³ desesperado moviĆ©ndose en vano como serpiente en aquella camilla.



   Pablo mantuvo firme la base del escroto.



   —Ahora te detesto, desde sĆ© que tienes las agallas para verme la cara de idiota. Todo lo que eres es gracias a mi. Ya no te quiero ver mĆ”s.



   ImpactĆ³ por Ćŗltima vez el puƱo en los huevos de Alfredo, cuyas pelotas crujieron tras el golpe, sus ojos se llenaron de lĆ”grimas mientras agitaba el pecho. Pablo le jalĆ³ el escroto dejandolo sin aire en los pulmones, lo soltĆ³ de los cojones y saliĆ³ de la arena caminando a paso lento.



   Pablo ChacĆ³n regresĆ³ a su camerino ocupando un asiento. CerrĆ³ los ojos y acariciĆ³ sus testĆ­culos hinchados, habĆ­an crecido mucho con la cruel tortura de Jorge. BuscĆ³ una crema en su bolso que se untĆ³, daba una agradable sensaciĆ³n de frĆ­o y calor. CerrĆ³ los ojos y pensĆ³ en todos los buenos momentos que pasĆ³ con Alfredo, una relaciĆ³n con muchos altibajos, en pocos minutos Esteban tocarĆ­a la puerta.

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