CONTIENE:
-BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
I
El Comisario Iván conversaba en el estacionamiento del hospital con el policía Darío Pineda, uno de los miembros del servicio de oficiales se debatía entre la vida y la muerte tras ser atacado por una súcubo en horas de la madrugada.
—La prostituta Nohelia ya estaba infectada —explicaba Darío terminando de fumar un cigarro mientras apoyaba una mano en el poste de electricidad—, tuvieron relaciones sexuales y así terminó de consumir sus energías al pobre Pedro, él se percató de todo y le disparó... pero ya para qué, ya era tarde... la mujer comenzó a arder y él perdió la consciencia.
—¿A qué hora ocurrió aquello?
—Una de la mañana.
Iván consultó su reloj, ocho horas había transcurrido desde aquello donde Pedro estaba en estado de coma con los signos vitales en nivel crítico.
—Debemos prepararnos para lo peor —comentó.
—Ya Pedro murió, su hermano el padre Reinaldo no lo quiere creer...
—¿Y si Pedro despierta?
—Será uno de ellos, eso lo sabemos, nadie, absolutamente nadie de los atacados sobrevivientes resulta humano.
Iván lanzó un suspiro.
—Pensar que yo pude morir. Pedro era de los mejores, tenia futuro aqui.
—Afortunadamente sólo esa diabla se te tragó la leche —lanzó una sonrisa perpicaz—, si hubieran cogido ya estarías en el cementerio o chamuscado.
—Luego del oral sentí fallecer... es soberbio como te quitan la vida. Se va a escuchar raro pero prefiero que Pedro muera no deseo tener que dispararle.
—El padre le está rezando desde que llegó, no se le aparta.
—Y los custodios que tampoco abandonen el piso.
—Todo está bajo control, y la habitación está forrada en agua bendita.
—Me aterra que puedan tomar una apariencia ajena... aquella noche me embrujaron con la forma de mi exesposa... Gioanna.
—Estamos alerta, Comisario —en aquel momento el celular de Darío sonó con una llamada entrante—, es el Comisario Víctor Farfán, permiso, Ivan —y se alejó para contestar la llamada.
El Comisario Victor Farfán era un hombre corpulento de tez morena y comportamiento rudo, era viudo y su esposa había muerto en las primeras apariciones de los íncubos, estaba embarazada en aquel momento.
—Policia Darío Pineda, ¿cómo está? —saludaba a través del celular Víctor Farfán, estaba en su habitación de residencia y terminaba de tomar una ducha, una toalla blanca se amarraba a su cintura y los rayos del sol penetraban la ventana e iluminaban su musculoso pecho—. Tengo una operación especial para usted, una trabajo que haremos juntos. ¿Cómo se encuentra el Oficial Pedro?............, ya tomaremos una decisión, envíe saludos al Comisario Iván. ¿Usted tiene la unidad policíal?...... pues venga a buscarme a mi residencia, es una misión corta pero si se hace bien será importante. Venga para acá ya, me encargaré de hacérselo saber a Iván luego.
Víctor Farfán cortó la comunicación y colocó el celular en la repisa, dejó la toalla a un lado de la cama y comenzó a vestirse. Después de la muerte de su esposa le declaró la guerra a esos demonios, su rápida manera de fulminarlos hizo que tuviera un inmediato ascenso en el cuerpo policial. Además había logrado un avanzado nivel del olfato y podía distinguir entre un demonio del sexo y un humano, era una cuestión extraña aquello. Gracias a su empeño en fulminar a esos monstruos se ganó el respeto como jefe en aquellos casos. Tenía semanas inspeccionando un departamento cercano a su residencia, eran cuatro mujeres y todas ellas eran sucubos, había contactado a Darío para que le acompañara a fulminarlas. Cuando hubo terminado de vestirse esperó al oficial en la entrada de la residencia.
II
Leviathan, horas atrás se había aparecido ante un hombre en el gimnasio, sabía que era policía y conocía sus verdadero gustos sexuales y como verdadero y fuerte incubo su deber era derrotar a todos sus enemigos y aquel oficial no sería la excepción, aunque primero lo atormentaría. Durante el día el incubo debía ahorrar energías, las muestras de semen que robaba a los enclenques mariquitas no eran muy confortables, necesitaba a un donante fuerte que le proporcionara la energía que su cuerpo necesitaba.
"Aquel policía" pensaba.
Pero su mirada dejó de vagar cuando el televisor proyectó la imagen de uno de sus milenarios cómplices sedientos de energía vital.
El noticiero de la ciudad mostraba las imágenes de una cámara de seguridad de hotel donde un hombre conducía a una mujer hacia una habitación, el noticiero indicaba que la mujer había muerto y presentaba síntomas de ataque por incubo. Se mostraba la cara exacta de Alpiel y la presentadora del programa daba indicaciones de captura y cuidado ante los ataques nocturnos.
Rápidamente Leviatan cogió el celular y colocó contacto con el incubo.
—¡La reputa te vieron la cara! —le insultó.
Saliendo de un cuartucho de hotel dónde se había cenado a su nueva víctima -otra mujer asesinada- Alpiel abandonaba el cuarto de baño con la energía al tope y no entendía las palabras del aliado.
—¿De qué estás hablando? —quiso saber.
—¡Que eres un grandisimo, idiota! Anoche fuiste a un hotel y las cámaras te filmaron en un pasillo. Tu cara está en todos los noticieros. Te buscaran, la dejaste en el cuarto del hotel muerta. ERES EL PRIMER DEMONIO IDENTIFICADO, SERÁS IDIOTA, ¿POR QUÉ UN HOTEL! POR QUE NO FUISTE Y LO HICISTE EN LA CALLE.
—Necesitaba alimentarme, Leviatan... tenía deseos.
—¡Ahora te buscaran y te joderan esos policías!
—Somos invencibles, Leviathan.
—¡Te tienen identificado, idiota, bruto!
—Iré al departamento.
—¡Si vienes te mato!
Leviathan cortó la comunicación estaba furioso, eran una raza milenaria que jamas había fallado en sus ataques... Todo se había salido de control al llegar a aquella metrópoli, lejos de todo pueblo, tribu o indigentes.
III
Víctor y Darío estaban en la planta baja del edificio donde según el primero había un departamento que era la morada de cuatro súcubos.
—Estuve días estudiándolas —habla Victor—. Entraremos al departamento sin anunciarnos, a esta hora deben seguir ahí.
—¿Como supiste que ellas son demonios?
—Su olor las delata y mi intuición no falla.
—¿Y a qué huelen esos demonios?
—A mierda —culminó Víctor adelantándose en las escaleras y dejando a Darío con cara de perplejidad.
Subieron hasta el piso tres donde estaban dos departamentos, Darío miro la manera en que los orificios nasales de Víctor se movían.
—Aquí es. ¿Preparado?
Darío afirmó empuñando su arma.
Víctor lanzó una potente patada a la puerta, la cual ante la fuerza del hombre se abrió sin mayor resistencia. Darío apuntó con la pistola a una mujer negra sentada en un mueble que gritó asustada.
—¡AHORA!
Darío aceptó y disparó dos balas de oro contra ella, la mujer cayó al piso gimiendo emanando una llamarada de su piel.
Victor no dio tregua y barrió el departamento. Consiguió a una mujer en una habitación, sus cabellos negros contrastaban con el color rojo de sus ojos, arrugaba el ceño y mostraba los dientes parecía una hiena a punto de atacar. Victor estaba en guardia apuntándola, la demonia se lanzó en el aire contra él, Víctor accionó el arma, la bestia cayó al piso envuelta en llamas.
—No hay nadie más —indicó Darío acercándose a la habitación.
—Revisa aquel closet, yo te cubro. Aun huele mal, lo se.
Darío obedeció caminó al closet y abrió con fuerza, no había más que ropa y zapatos, el cuarto olía a humo y la víctima había quedado inerte en el piso envuelta en calcinante fuego.
—¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHH!
El grito inesperado de Víctor congeló la sangre de Darío, cuando se dio vuelta para ver qué ocurría sus ojos se abrieron de sorpresa, había una mujer de madura edad con canas en los cabellos, tenía los ojos rojos y la mitad de su cuerpo estaba enterrada en la pared, sólo su miembro superior se asomaba a la habitación. Ella sujetaba con saña la entrepierna de Victor, a través de sus piernas abiertas ella emergió de la pared e incrustó sus uñas como garfios en sus bolas.
—¡AAAAAAAAAAAHHHHHHHHH!
Victor no paraba de gritar mientras la mujer estrujaba su paquete, Darío se había quedado inmovil mirando como la mujer retorcía las gónadas y sublevaba al salvaje oficial. Pronto reaccionó y le disparó a quemarropa, la mujer soltó al policía y comenzó a arder en el suelo.
Victor dejó escapar un aullido y cayó de rodillas agarrando su entrepierna, sus bolas le dolían y palpitaban como el corazón, se retorcía en el suelo y se lamentaba del dolor que experimentaba. Darío se acercó a él y se colocó en guardia ante cualquier ataque inesperado, pero dentro de todo Víctor sabía que estaban solos, ya no estaba presente aquel desagradable olor ahora consumidos por el fuego.
IV
Cuando Alpiel llegó a la residencia de Leviatan este lo recibió con actitud furiosa y los ojos de un rojo carmesí.
—Te dije que no abusarás de tu estupidez —le reclamó estampándole contra la pared y agarrándolo del cuello—. Ya saben como eres tú. Tomaron tu imagen, siempre terminan descubriendonos es por ti y por tu maldita ignorancia. Debería matarte ahora. Debería castigarte por echar a perder nuestros planes —la mano furtiva de Leviatan se trasladó del cuello al área genital de su cómplice y tomando sus ovalados testículos los apretó.
Alpiel lanzó un grito y arrugó el rostro sintiendo un devastador y fuerte dolor que emanaba de su entrepierna aplastada. Leviathan lo miraba furioso, era la sexta vez en una eternidad que una generación reconocía a Alpiel.
—¡Aaaaa! —escapaban los labios de Alpiel con una máscara de dolor, sentía como su huevo derecho era torturado por los dedos del viejo monstruo. Estaba perdiendo la fuerza y la forma ovalada
La puerta se abrió y la figura del policía Iván se mostró ante los ojos de Leviathan, que enseguida dio un último y fulminante apretón a Alpiel y le soltó de los cojones. Mostró los colmillos puntiagudos al hombre ante la puerta.
—¿Qué quieres? —siseo con voz de ultratumba.
Alpiel cayó al suelo en agonía, se sentía muy aturdido para moverse o prestar atención a aquellas alimañas.
El fornido detective Iván penetró al departamento pero a medida que caminaba su grueso cuerpo perdía forma y adoptaba forma femenina, le aparecieron turgentes pechos dentro de su gran camisa y el cabello se volvió largo y oscuro, la mujer en quien se había transformado fue quien lo atacó en la forma de su esposa muerta.
—Estaba con las muchachas y atacaron el departamento —la mujer explicó—. Ya nos declararon la guerra, mataron a todas. Es ese oficial Víctor, o huimos como siempre o los atacamos también. Es el momento de mostrar nuestra fuerza y no huir como siempre
—Este cretino fue descubierto —indicó Leviatán.
—Ese miserable es lo de menos. Quiero saber qué haremos. Nunca antes nos habían frenado así, tenemos una oportunidad de oro, el policía atacado por la prostituta que Alpiel mató y transformó en uno de nosotros está en agonía en el hospital, o muere o lo iniciamos.
—Son unos simples humanos —dijo Leviatán en tono despectivo.
—Hay que contratacar —indicó la fuerte demonio.
V
Víctor Farfán luego del exitoso exterminio en el departamento prefirió ir a su casa a descansar pocas horas, sus testículos todavía dolían y palpitaban, se habían hinchado y tenían coloración rojiza, con el torso desnudo ocupó un sillón y colocó una bolsa con hielo en su entrepierna. Cerró los ojos sintiendo la sensación.
Recordó como inesperadamente la imagen de la mujer resurgió de la pared agarrándole los cojones espachurrandolos. Abrió los párpados y dirigió la vista a la pared, en cada sitio reposaba un vaso con agua bendita aquello bloquearía cualquier acceso además que no estaba ese olor pestilente en su nariz.
Su celular comenzó a sonar, era el oficial Bruno.
—¿Qué ocurre?
—Jefe, el policía Pedro ha despertado.
—... Y... ¿qué ha ocurrido? ¿Atacó a alguien?
—No, no está en su habitación. El oficial Olivares que custodiaba la entrada dice que la doctora que lo atendía solicitó entrar a la habitación a revisarlo, luego Olivares recibió un golpe en la cabeza y perdió el conocimiento... cuando volvió en sí Pedro no estaba.
—¡Ustedes son unos inútiles!
—Señor... unos pisos más abajo y encerrada en un cuarto encontraron maniatada a la verdadera doctora.
—¿Qué dices?
—Qué... el Comisario Iván opina que fue un demonio bajo la forma de la doctora la que se presentó en el piso.
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