Alimañas de la noche (2/7): Vivo y muerto - Las Bolas de Pablo

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8 abr 2016

Alimañas de la noche (2/7): Vivo y muerto

CONTIENE:
-SEXO HETEROSEXUAL
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE

I

   El capitán Iván estaba en el cuarto de limpieza del edificio donde habitaba investigando en su laptop, se encontraba en aquel lugar por ser el único sitio donde la señal libre del wifi llegaba en potencia.

   —Puta madre, que calor hace aquí —comentó cuando perlas de sudor se acumulaban en su frente. Decidió quitarse el chaleco para librarse del vapor que reinaba en ese sitio. Sus musculosos brazos sudados sintieron el cambio de ambiente.

   El Comisario se llevo una mano a los labios mientras sus ojos se clavaban en la iluminada pantalla del portátil.

   Estaba investigando todo acerca de los íncubos y súcubos, en días anteriores fueron muchos los que terminaron siendo chamuscados bajo las balas de oro, pero también de su lado hubo policías que habían perecido al caer bajo la tentación del sexo, quizás el golpe más doloroso fue la situación del Oficial Pedro que una semana atrás había sido contaminado y convertido completamente en incubo hasta el momento no se tenía avistamiento de él.

   El caso más notorio fue el del oficial Víctor que logro dar con el paradero del incubo cuya imagen rodaba en la radio y televisión, lo encontró en la habitación de un motel donde ya había acabado con la vida de una mujer. Víctor lo tenía agazapado contra la pared apuntándole con el arma cuando de la nada un objeto de vidrio voló por el aire estrellándose en su cabeza, el Comandante cayó al piso inconsciente mientras el íncubo huía robándole el arma. Lo que se podía concluir era que esos diablos desarrollaban poderes.

   Su frente se arrugó cuando en una pagina de la internet especializada en demonios encontró una imagen sobre lienzo de la primera súcubo de la humanidad, su corazón palpitó con fuerza, la imagen que mostraba el lienzo era la figura de una mujer de cabellera oscura, labios carnosos y tez morena, era la foto fielmente parecida de aquel demonio que se presentó en su departamento aquella noche bajo la forma de su ex esposa muerta. Iván tragó saliva y guardó toda la información que encontró en internet en una memoria usb, sus ojos se posaban en una nota de prensa reciente donde un grupo de sexagenarios habían muerto al tener relaciones sexuales en la ciudad de Biloba, Iván recordaba el caso había ocurrido algunos días atrás y aquello le perturbaba. Un ruido súbito en la puerta le hizo saltar en su asiento, rápidamente agarró el arma entre sus manos, estaba encerrado bajo seguro, en pocos segundos un golpe a la pared fue rotundo, escuchó pasos en el exterior y un tercer y cuarto golpe, luego sonó como si una masa pesada de cuerpo se pegara contra la puerta.

   Iván abandonó su asiento con la pistola preparada para asestar un balazo de oro, su ajustado jeans le permitía moverse con sigilo, le marcaba un duro bulto y delineaba sus nalgas redondas. El pecho en relieve muscular se movía manteniendo una respiración en tranquilidad ante el peligro en el que estaba.

   El policía abandonó el cuarto de limpieza con el arma totalmente en alza, apuntaba a ningún lugar mientras se mantenía alerta. El cuarto de limpieza estaba en el patio del edificio, la desarrollada audición de Iván le hizo ubicar un ruido tras unos arbustos, caminó hasta ahí lentamente.

   —¿Quien está ahí? —preguntó y no hubo respuesta—. Si no se presenta me veré en la obligación de disparar —no hubo más respuesta más que un rápido movimiento de pasos contra la tierra. Iván se aproximó alli y fue así como el comisario accionó el arma y la bala sólo cruzó las plantas ornamentales.

   —El próximo disparo no lo voy a fallar, así que salga de ahí.

   —Está bien, bien... perfecto —dijo una voz de joven tan reconocida que hizo que el comandante bajara el arma—. Saldré antes de que me mates.

    De entre los arboles apareció un muchacho de tez blanca y cabellos cortos y negros, era alto y usaba gorra, sweater gris y short rojo. Aunque tenía ropa descombinada se sabía que era costosa. Iván lo miró con cariño, su faz de intriga cambió con la presencia del recién llegado:

   —¡¿Pero Gino qué mierdas te pasa?! Qué tal si te disparaba y te mataba, eso no es juego, te pude matar. Inconsciente no estoy en posición de malgastar balas.

   El muchacho, Gino, su hijo, respondió con una sonrisa.

   —Solo quería saludarte. Me habías dicho que estabas aquí y quise aparecer así. Pero el asustado fui yo con esa bala... Que miedo, me tiemblan los pies...

   Iván miro la parte baja de su hijo, las piernas se le movían sin control y el short resaltaba un bulto prominente en la entrepierna.

   —Ven y saludame como se debe —sonrió el padre acercándose a él para estamparle un beso y un abrazo, realmente desde que la madre de Gino había muerto el muchacho se había distanciado mucho de el a tal punto que el joven vivía en casa de su abuela materna quien odiaba a Iván y ello servía para alimentar las diferencias entre padre e hijo—. ¿Qué te trae por aquí? Ven, ayúdame a recoger las cosas.

   —A casa de mi abuela estará hoy Pierina, su hermana va de viaje a Ciudad Virginia y ya sabes lo fastidiosa que es. Prefiero pasar unos tres días aquí mientras ella sigue con su viaje.

   —Y yo encantado de que quieras pasar unos días conmigo, tenías tiempo sin venir —reconoció el padre cerrando la laptop manteniendo una sonrisa de orgullo ante el hijo.

   —No sé —negó Gino—. Sabes que en tu casa también me aburro mucho —el comentario mató toda sonrisa en la cara de Iván—, creo que mañana me iré con unos amigos así aprovechamos y salimos de fiesta.

   —Gino, yo no te dejaría ir a ningún lado —negó Iván cerrando la puerta pondrían camino al departamento—, la situación en la calle está peligrosa y más con jóvenes como tú, a tu edad tienen las hormonas alborotadas y las súcubos no perdonan.

   —Ya no estoy en edad para que me digas qué hacer y que no. Además me sé cuidar solo.

   —¿Cuidar solo? A mí me atacaron, en la policía he sido de los que más ha exterminado esos animales, ellos me tienen en la mira. Nos debemos cuidar, Gino.

   —Todo eso es tontería he llegado a pensar que es es manipulación de ustedes con los periódicos para acabar la diversión del sexo. Aún ninguno de mis conocidos ha muerto de sexo, mi abuela parece una tonta ordenando a colocar agua bendita por toda la casa.

   —Nada de eso es falso, es peligroso —reconoció Iván abriendo la puerta del departamento—. Bienvenido una vez más a tu hogar, Gino.

   El muchacho abrió hizo una mueca de desagrado apretando los labios, ese departamento tan modesto contrastaba mucho con la lujosa casa de su abuela. Y es que sus padres siempre lo privaron de los buenos lujos, según el pasado su abuela se opuso a la relación de sus padres y privó a la madre de toda ayuda económica en el matrimonio, tras la muerte de ella Gino conoció a su abuela y de inmediato se dejó adorar de su dinero.

   —Hijo, me ducharé y luego me iré, tengo una reunión importante. Cuando vuelva saldremos a cenar.

   —¿Ya te vas? Luego no te quejes de que nunca conversamos.

   —Esa reunión está pautada desde hace días. Tampoco dejaré que te vayas mañana.

   —¿Ya tienes televisión por cable o satelital?

   —No. Pero puedes ayudarme a pintar el comedor.

   Gino se dejó resbalar por el sofá exhalando el aire con fastidio, ahora estaba sin televisión, internet a lo menos le quedaba la música y el celular. Iván se fue directo a la ducha cerca de media hora más tarde abandonaba el departamento usando una ropa tan elegante que dejo a su hijo sorprendido: camisa blanca, saco y pantalón de un tono crema, parecía un ejecutivo. Gino prefirió acostarse en el sofá utilizando su celular.

   Iván tomó un taxi que lo llevó a la sede de la catedral, allí lo aguardaba el padre Reinaldo, junto a otros dos curas y el obispo.

   —¿Aún no hay noticias de mi hermano —susurró el padre Reinaldo.

   Iván negó con la cabeza y el cura se resignó a juzgar por su gesto poco a poco sabría que su hermano sería fulminado con una bala de su invención. Los hombres pasaron a una sala contigua donde debatirían de los demonios.

   —Estuve investigando —informó Iván con una memoria USB en su mano, estaba sentado de piernas abiertas, vulnerable a cualquier ataque imprevisto en la entrepierna, pero como sabía que estaba en confianza no tenía de qué más preocuparse—. Quiero que ustedes me hablen de Lilith.

   Los sacerdotes intercambiaron miradas, y el de mayor rango se aclaró la garganta.

   —Lilith fue la primera mujer de Adám en el paraíso, y la primera súcubo de la historia...

   Iván se quedó atento a la comunicación.

II

   El Oficial Pedro desde su iniciación como incubo estaba confundido, recordaba lo que era en vida, un policía correcto que exterminaba aquellos demonios, sus últimos recuerdos oscilaban en aquella prostituta Noelia que lo atacó e infecto, supo que la mató y luego perdió el conocimiento, cuando volvió en sí ya estaba amarrado en el domicilio de los tres demonios más poderosos, Lilit, Alpiel y Leviathan, en aquellos días descubrió que ellos habían desarrollado poderes sobrenaturales y que podían arrasar con la fuerza de la policía.

   —Si cooperas con nosotros te podremos ayudar a desarrollar un poder ultrahumano —le había dicho Lilith, la mujer que lo inició devolviéndole la vida en ese oscuro mundo.

   Y es que su vida había cambiado drásticamente con su muerte, o su nueva vida o su vida despues de la muerte, ya no sabía que era pero se sentía débil y la comida tradicional como frutas, verduras o carnes ya no le apetecian, tenían un gusto simple y no funcionaba con respecto a su cuerpo, se volvía cada vez más fatigado, una nueva sensación que experimentaba en su cuerpo era que el pene se le hinchaba soberanamente, y tenía un exagerado apetito sexual.

   —Todos pasamos por eso —explicó Leviathan una tarde que lo tenían amarrado contra una silla, pues debían hacerlo ya que Pedro no aceptaba su nueva vida y se había vuelto violento al atacarlos. Los tres demonios lo estaban mirando con el pene netamente hinchado y erecto—. Yo pase por eso, Alpiel y Lilith tambien, unas infinitas ganas de sexo, ya nos entiendes, cierto. Necesitamos de vivos para recobrar energías.

   —Y debes entender algo —habló Lilith parándose de la silla y dejando caer el vestido por su cuerpo, se veía hermosa al estar desnuda—. Esto lo entenderás...

   La adicta al sexo se acercó al desnudo Pedro y agarrando su pene lo acomodó para introducirllo en su vagina. Gimió al sentirse penetrada por el palpitante falo y comenzó a mover la cadera mientras los otros íncubos se masturbaban observando. Al llegar al clímax, Pedro descubrió algo nuevo, su semen y el de los otros hombres tenía coloración negra.

   —Contiene lo que ustedes llaman la infección —explicó Lilith alejada de él, había quedado sudada y exhausta, tambien por sus piernas resbalaba fluidos negros—, es lo que podrá matar a los mortales o convertirlos en uno de nosotros. Y el tener coito entre nosotros (demionios) de nada servirá, debemos hacerlo con un mortal.

   Era cierto esa relación sexual entre ambos sólo lo dejó más cansado. Algo que impresionó a Pedro por la manera tan hambrienta y salvaje como reaccionó fue cuando Alpiel le mostró un frasco.

   —Son fluidos de mujer virgen, te dejarán repotenciado.

   Pedro casi brincaba de su asiento, a su olfato desarrollado llegaba un exquisito olor y cuando Alpiel le dio de beber simplemente se sintió completamente lleno de energías.

   Y aunque era un ser inmortal seguía teniendo vulnerabilidad, en especial con sus testículos, al primer día de estar ahí quiso atacar a Lilith, ella acariciaba la musculatura del hombre alegando que tenía un pectoral grande y seductor, el intentó ahogarla entre sus manos, ya sentía la fragilidad de su cuello cediendo, fue cuando ella estampó su rodilla contra sus cojones, él gritó soltándola y retrocedió con la respiración entrecortada acariciando sus adoloridas bolas.

   —Deberías estar agradecido de que no te deje morir —le insultó la mujer.

   —Nunca seré como ustedes —negó Pedro con las manos sosteniendo las pelotas.

   Él no confiaba en ellos, pero ellos tampoco en él por ello lo tenían amarrado y torturado, la segunda ocasión que supo su insignificancia ante la fuerza de los demonios fue cuando se estaba duchando, ahí podía ser libre pero alguno de ellos custodiaba la puerta del baño, al salir con la toalla sujeta a la cintura, Leviathan lo abordó, parecía ser el más fuerte y jefe de todos.

   —Tú y yo aunque no podemos alimentarnos el uno del otro —le dijo acariciando su pecho—, podemos divertirnos juntos aprovechando que estamos solos, seré tu mentor y serás tan fuerte como yo. ¿Qué dices, macho? —llevo el dedo índice de su abdomen donde jugueteó con los músculos y paso la mano por la zona genital del expolicía.

   Pedro reaccionó doblándole el brazo y estampando al viejo contra la pared.

   —Nunca seré como ustedes —insistió pasando la mano contra la espalda del diablo—, son una asquerosidad.

   —Así empiezan todos —alegó Leviathan mostrando los dientes—. Pero vete de aquí para que alguno de tus policías te dispare una bala de oro en el cuerpo.


    Cuando contratacó Leviathan sacó fuerzas de donde Pedro no sabía que la tenía, pues el viejo movió el brazo y el joven se movió como un trapo contra la pared, seguido Leviathan lo agarró por el cuello y lo elevó por el aire chocando al otro extremo de la sala. Pedro resbaló por la pared aturdido y con la espalda doliendo, no se dio cuenta cuando Leviathan corrió hacia él y le pateó los testículos, Pedro dio un chillido de dolor y Leviathan procedió a amarrarlo como acostumbraban.

   Ahora, en aquel momento Pedro estaba en el departamento con Alpiel, despues de tanto insistir el asesino sexual finalmente permitiría que el expolicía tomara una ducha, ya había desamarrado las sogas de los brazos y piernas y lo había acompañado hasta la puerta del baño. Dentro del lugar Pedro se miraba ante el espejo, estaba meditando, el cuarto de baño estaba en el piso 10 de un edificio ademas que la única ventana tenía un enrejado que no le permitía escapar.

   "Su poder es trasladar objetos con la mente" pensaba Pedro mirando su reflejo "necesita mirarlos... si no lo intento... no perderé nada" cerró los ojos y se preparó para la acción.

   Abrió la puerta de baño con un golpe rotundo y Alpiel saltò de su asiento en guardia.

   —¿Qué ocurre?

   —¡No me ducharé... necesito sexo, consigue para mi fluidos, necesito una victima! ¡Ya no puedo más!

   —¡Calma, calma! —pidió confuso Alpiel consciente de la actitud de Pedro—. Te ayudare pero...

   Alpiel fue interrumpido por un repentino puñetazo en un ojo, retrocedió con el impacto y Pedro le siguió, de nuevo alzó el brazo y dio otro puñetazo en el otro ojo de Alpiel, el hombre cayó al suelo confundido y proclamando maldiciones, Pedro se acariciaba la mano, estaba debil y sin fuerzas, de veras que sí necesitaba sexo. Corrió a la sala y agarró una franela se dirigió a la puerta huyendo lo más aprisa posible del departamento, tras él iba Alpiel.

III

   Mientras Iván estaba en una reunión, su hijo Gino de había encerrado en la habitación que tenía dispuesta en el departamento de su padre. Estaba totalmente desnudo y su pene por reacción de sus pensamiento crecía sin necesidad de tocarse.

   El joven estaba tumbado en la cama con la mirada fija en el techo, su mano empezó un suave masaje en los huevos que lo hacian excitar más de lo que estaba. Seguido apuntó su mano a la verga frotándola ligeramente un "aahhhhhh" salió de los labios del joven. Su falo estaba totalmente descapullado, observandose grande, brillante e inmensamente húmedo. Pasado algunos segundos retozó en la cama haciendo gemidos de placer, en ese entonces frotaba el glande con la palma de la mano abierta, al tiempo que movía la pelvis atras y adelante sintiéndose la mar de increíble.

   Gino cerró los ojos ya no podía soportar, sabía que su semen subía por el miembro. Sintió aquella rica sensación celestial, su boca exhaló otro "¡aahhh!" Su pene derramó un montón de leche en el abdomen, un charco de lefa, blanca, caliente, dulce, sabrosa, ocho escupitajos de lefa hicieron que su pene se durmiera dejando atras aquella erección como morcilla.

IV

   Leviathan vestía como todo un hombre elegante a plena mañana usaba un caro pantalón, camisa y saco ninguno de los mortales pensaría que era una alimaña asesina, oculto en una calle tras un árbol observaba al policía Bruno, tenía dias inspeccionandolo, el solitario hombre de su trabajo se dirigia al gimnasio y de allí al hogar, en sus dias libre trotaba por el parque o mataba al tiempo en el gimnasio, no tenía pareja o amistad alguna con la que compartiese el tiempo. Leviathan tenía la vista fija en él, estaba ante un local comprando el desayuno, estaba en su día libre y por ello usaba ropa civil, en los pensamientos del diablo aquel varon le resultaba atractivamente musculoso y bien parecido. Las telas de sus ropas se unían perfectamente con el oleaje de sus músculos grandes. Tragó saliva por aquella manera atrevida en la que el jeans mostraba su muslo lleno de carne y se apretujaba con fuerza en la entrepierna, resaltando un levantado y fuerte bulto, las nalgas tambien lucían firmes y redondas.

   Bruno pagó la cuenta del desayuno y no se percató cuando Leviathan salía de su escondite y cruzaba rapidamente la calzada. Cuando Pedro se disponía a abandonar el local chocó en la puerta contra un hombre bien vestido y elegante.

   —Oh, disculpe —habló Leviathan en tono de excusa—. ¡Ah! Nos volvemos a ver. ¿Cómo está? ¿Me recuerdas? Compartimos gimnasio...

   —Sí, sí —afirmó Bruno endureciendo la mirada—, aquel día del sauna. Lo recuerdo, disculpe que lo asuste con el arma pero en estos dias...

   —Sí, lo se, no te preocupes. Te he seguido viendo por allá desde lejos. Permite que me presente: mi nombre es Leonardo.

   Leviathan extendió la palma de la mano, Bruno lo miro directamente a los ojos, sonrió y saludó al hombre dando su nombre y apellido, no sabía por qué pero sentía una excitación sexual ante ese hombre de traje, como si quiera salir corriendo con él al primer hotel que encontrase, sin que le importaran los prejuicios, su pene dentro del ceñido jeans se erectó.

V

   El Comandante Victor Farfán a pesar de haber sufrido un ataque inesperado de parte de Alpiel que lo dejo inconsciente y le había robado su arma tenía que agradecer que lo dejo con vida, aunque ese hecho enfureció a Leviathan. Y el acto de haber sido atacado no mermaba su tozudez al creer que sin ayuda exterminaría a las alimañas. Como aquella tarde donde en solitario se encontraba en una chatarrera donde su olfato lo había trasladado a la cuna de demonios.

   Caminaba despacio y apuntando con el arma más sigiloso que un gato, ya había detectado a 2 de las 3 bestias que ahí estaban, parecían ser obreros en vida. Victor se plantó y cerrando un ojo disparó.

   El primer hombre cayó al piso con el cuerpo envuelto en llamas enseguida Victor apuntó al segundo diablo en discordia.

   —¡No, no me mates! —rogó un hombre calvo pidiendo clemencia mientra alzaba los brazos—. No, yo no soy como ellos... ¡no!

   Victor iba a apretar el gatillo cuando el sonido de un rifle llegó a sus oidos.

   —Será mejor que me entregues el arma, policía.

   Victor giró la cabeza y tuvo que alzar el brazo porque tras el un hombre con los ojos rojos le apuntaba. A Victor le daba un vuelco el corazón era la segunda vez en la semana que sus enemigos le ganaban la partida. Tuvo que ceder el arma.

   —Igualmente te vamos a matar —aseguró el hombre del rifle—. Pero antes te vamos a dar un escarmiento.

   El hombre calvo que segundo antes Victor le apuntaba lo golpeó en el estómago. Victor rugió al sentir el oxigeno escapar.

   —Escalona, dale una paliza —ordenó el del rifle.

   Enseguida el calvo comenzó a golpear a Victor y este hizo todo lo posible por defenderse. El hombre que sostenía el rifle disparó.

   Victor se quedó paralizado, cuando supo que estaba completamente vivo observó al hombre con el arma.

   —Si lo golpeas, te mato.

   —¡De igual manera me vas a matar! —gruño Victor.

   En ese momento inesperado el hombre calvo sujetó a Victor del cuello de la camisa y con fuerza sobrenatural lo alzó en el aire, Victor fue a dar de espaldas contra el parabrisas que un viejo automovil partiendo el vidrio. Allí quedó temblando sin fuerzas y herido. El calvo observo la manera en la que la entrepierna en el pantalón del policía abultaba sus genitales, la fuente de su vida y hombría, marcaba un bulto grande. En el acto el calvo volvió a agarrarlo del cuello de la camisa y como un muñeco de trapo lo alzó en el aire para que volviese a estamparse de espalda contra el capò del vehiculo. Fue tan elevada su caida que cayó con las piernas abiertas, ocasión que el calvo no desaprovechó para estampar un rotundo puñetazo en sus testículos.

   El Comisario Victor gruñó y volteó los ojos colocandose de mediolado sobre el automovil sujetando sus bolas para acariciarlas con cuidado debido al grave dolor. Su rostro denotaba dolor mientras acariciaba sus resentidas pelotas.

   El hombre calvo agarró a Victor del brazo y lo arrojó al suelo, el debilitado policía cayó sin mucha resistencia. Allí le pisoteó dos veces seguida el abdomen a Victor que se acurrucó en posición fetal tociendo,  las alimañas retrocedieron dejando que se recuperara, parecía un caso extremo, pero el Comisario observó su arma en el suelo, ellos igualmente lo matarían, prefería morir con dignidad... sosteniendo su estomago se arrastró por el piso intentando alcanzar su pistola, el hombre calvo corrió con impulso y lo pateó a traves de sus piernas separadas, justo en las bolas.

    Fue una patada tan dura entre las piernas que el oficial se levantó en el aire, gritó de agonía mientras rodaba de un lado al otro, tenía lágrimas en su rostro, y sus ojos se arrugaban mientras sobaba sus enormes bolas con ambas manos.

   El calvo se arrodilló y aplicando fuerza movió las manos de Victor lejos de sus pelotas carnosas y agarró las bolas entre sus gruesos dedos y apretó sin pretención.

   Victor gritó y se agarró de las manos del calvo.

   El calvo retorció la mano, retorciendo las bolas de Victor y haciendo que el potente policía gritara como una nena, sus ojos estaban abiertos y desenfocados mientras sus bolas eran comprimidas, su musculoso cuerpo se retorcia en el dolor.

   Era un dolor insoportable y el calor lo estaba sofocando, la mano estaba provocando que sus cojones se aplanaran, hubo tres disparos en el aire y el comandante Farfán perdió el conocimiento, demasiado adolorido para seguir gritando, mientras sus enormes y aplanados huevos perdían rigidez.

 ...

   Había anochecido en la ciudad de Biloba y era el principal momento en el que las alimañas de la noche atacaban matando a sus victimas o generando nuevas bestias, frente a la estación de policías un taxi se detenía, dentro de él iba un hombre con el traje negro de oficial, él semanas atrás estuvo vivo, hoy es un muerto viviente que se debatía entre servir a la justicia o ceder ante sus nuevos impulsos de sexo, su pene siempre rigido y excitado. La puerta del vehículo se abrió y el Oficial Pedro se presentaría en la estación sin saber si sería bien recibido o le llenarían cuerpo con balas de oro.

    En otro lugar de esa ciudad el Comandante Victor Farfán abría los ojos, reconoció estar en su habitación, estaba acostado en la cama y sus ojos se centraron en la foto de su esposa y él, muerta ante ataques de incubos, estaba embarazada en ese momento, intentó moverse y sintió un terrible dolor en los testículos, gritó. Pronto una serie de pasos indicaron que alguien llegaba ahí. Se preparó para lo peor.

   La imagen del oficial Darío Pineda apareció ahí, tenía una camisa color gris y un pantalón marrón su placa de policía estaba sujeta a la cintura por dos razones, para presentación y para que las miradas se desviaran al relieve de su entrepierna sobre la ropa.

   —Una vez más lo salvé, Comandante. Usé el GPS para ubicar el vehículo y supe que estaba en esa chatarrera, supuse que era buscando bestías y no me equivoque, estaban a punto de fulminarlo cuando disparé a esos hombres. Decidí traerlo a su departamento y ver si estaba bien... salvó su hombría por poco... esas bestías saben como y donde atacar... Buscaré hielos y encontré desinflamatorios. Espero que mejore y no siga en solitario buscando la muerte en nombre de la venganza.

   Darío abandonó la habitación, en las paredes sobre el piso estaban los frascos con agua bendita. Victor apartó las sabanas que lo cubrían, su negra polla estaba dormida a un lado pero sus pelotas estaban terriblemente hinchadas, casi al triple de su tamaño normal, cerró los ojos consternado y preocupado de su salud.

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