CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
David y Pablo estaban cenando en un bonito restaurante, aquel día había sido especial para el fuerte y musculoso David ya que era su cumpleaños. La pareja conversaba sobre cualquier tema trivial cuando una voz les hizo girar la cabeza.
—Pablo Chacón, mucho tiempo sin verte, caray —era un hombre alto, de torso robusto y cabellos rubios.
David apretó la mandíbula sabiendo de quien se trataba el sujeto que se acercó a la mesa.
—Hola, Esteban —saludó de manera tranquila Pablo actuando de la mejor forma ocultando su desconfianza.
Esteban de una u otra manera había sido el jefe de Pablo en su paso por Guerreros de la arena, una empresa que se dedicaba a la lucha erótica y que lo había tenido bajo chantaje.
—¿Cómo estás, Pablo? Tenía mucho tiempo queriendo saber qué fue de ti. La gente me ha preguntado por su luchador favorito El Gato. ¿Puedo sentarme unos segundos?
David permaneció serio, sabía las intenciones en el pasado de aquel tipejo con su Pablo, sin embargo haciendo un acto de buena diplomacia Pablo lo invitó a ocupar una silla pese al grosero gruñido de su esposo.
—Pues sigo trabajando en la constructora aunque me están ofreciendo un nuevo empleo para el próximo año más acorde con mi carrera universitaria. También me casé él es David Aceituno, lo conocí en tu empresa.
—Ah, sí. Ya decía yo que tu cara me resultaba familiar —indicó Esteban estrechando la mano—. Ibas mucho como parte del público.
—Sí. Sólo para verme a mi —respondió sin modestia Pablo.
David pudo sonreír recordando aquella temporada a las que asistía como fanático del gato, disfrutaba mucho sus batallas e incluso al ser finalizadas tenía que correr al baño para masturbarse evocando a los recuerdos de su mente y al cuerpo de su luchaidor favorito, Pablo. Para él resultó un sueño cumplido cuando pudo presentarse ante él.
—Iré al grano, Pablo, ya que no esperaba verte aquí y tenía mucho tiempo queriendo contactarte y no me atrevía a llegar a tu trabajo. Pablo 'El Gato' Chacón, ¿te gustaría regresar a Guerreros de la arena?
—Pues —soltó las primeras palabras poniendo su mente a volar—, debes darme un tiempo de recapacitación ya no soy el mismo de antes, vivo con él, a partir del otro año tendré un nuevo empleo y tengo una imagen que cuidar.
—Está bien, amigo Pablo —aceptó Esteban sacando de su billetera una tarjeta—. Ordena tus ideas por una temporada, sólo te ofrezco una participación especial, no un contrato perenne, una única participación y respetando tu persona, una pelea en la categoría underground, ya sabes qué significa: uso de un apodo, publicidad sin tu foto, nada de grabación de la batalla ni fotografías y un buen pago, ya sé que la plata no te importa como me decías pero será un regreso triunfal, ¿lo pensarás, Pablo Alejandro?
Pablo dio una fugaz mirada a David que tenía rostro de no transmitir emoción alguna.
—Como tú digas, lo pensaré y cuando tenga una respuesta me comunicaré a tu número privado.
—Así será mi buen amigo gato —sonreía Esteban abandonando su asiento y estrechando las manos de los hombres— espero que tu respuesta sea muy positiva.
Con una sonrisa se alejó de la pareja subiendo al nivel superior del restaurante. Pablo y David se miraron sonriendo.
—¿Qué opinas debo regresar?
—No lo sé pero sea la decisión que tomes estaré allí apoyándote y lo que es mejor cuidándote de esos bandidos.
Pablo soltó una nada elegante risotada por lo que pronto tuvo que recuperar su aplomo.
—¡Como no eres nada celoso tú! —indicó con ironía.
—Sólo cuido mi terreno —aclaró de buen humor David.
—¿Quieres saber algo? —preguntó Pablo inclinándose hacia adelante—. Me reí y me volvieron a doler las bolas… ¡Que rico!
Ambos se miraron y se echaron a reír.
Todo había comenzado muy temprano aquel 23 de noviembre día del cumpleaños de David.
Antes de entrar a la habitación esa mañana Pablo sostenía un pequeño pastel de chocolate en su mano, antes de abrir la puerta se ajustó la entrepierna. Sonrió y fue hasta una mesa para agarrar un gorro con forma de cono. Penetró a la habitación cantando el cumpleaños feliz.
El apuesto joven de 28 años empezó a reaccionar sobre la cama estirándose y bostezando seguido reaccionó con una sonrisa recibiendo el pastel y el gorrito.
Pablo lo felicitó y le entregó un suave beso en la boca. David sostuvo el cuchillo y picó una gran porción de la pequeña torta.
—Uf, está deliciosa. ¿Lo hiciste tú?
—Sí —mintió Pablo, que aunque tenía buenos dotes culinarios era flojo para cocinar—, lo preparé ayer por la noche antes de que llegaras del gimnasio —en realidad fue su hermana Jenny quien lo elaboró.
Colocaron el pastel sobre la mesa de noche y se acostaron en la cama dirigiéndose abrazos y caricias juguetonas.
David apretó su erección con una sonrisa, se frotó las manos con emoción y pasó los dedos por el fuerte abdomen de Pablo hasta palpar su duro miembro.
—¿A quien pertenece esta polla? —quiso saber riendo.
—Es mía —reconoció Pablo.
—¿Eh? Grave error, es mía… jajaja, ¿y estás huevas exageradamente grandes de quien son?
—Mías.
—¿Eh? Grave error. Son mías, nadie las chupa mejor que yo.
Los hombres se echaron a reír.
David extendió la mano y comenzó a bajar la ropa interior de Pablo así palpó en directo la belleza de su entrepierna. Agarró los cálidos y pesados huevos de Pablo, parecían pelotas de béisbol, después les dio un suave apretón, aquel par de gónadas carnosas a pesar de ser frágiles eran resistentes a las palizas.
Pablo sintió una sacudida en sus genitales, su grueso y gran pene se estaba poniendo más tieso. Grande, duro, gordo y poderoso.
David levantó el brazo y apretando el puño lo dejó caer entre los muslos de Pablo pegando con los enormes huevos de Pablo.
El bello rubio soltó un gruñido. Sintió un poco de dolor, pero no era nada que no hubiera sentido antes. Miró a David expectante.
—¿Estás bien? —murmuró David.
—Sí.
David se acomodó encima de Pablo y le aplastó las gónadas enterrando su gruesa rodilla sobre ellas.
Pablo se dobló apartando a David encima de él.
David sonrió.
—Que bonito regalo de cumpleaños. Un par de huevos para mi.
—Me pondré de pie.
Pablo salió de la cama y David le siguió.
David sonrió. Dio un par de pasos hacia atrás y lanzó una devastadora patada aplastante entre los muslos de Pablo. Su empeine chocó con ambos testículos golpeándolos fuertemente y causando que Pablo soltara un gruñido angustiado.
Pablo se dobló, agarrando su entrepierna gimiendo de dolor.
David esperó hasta que Pablo se hubo enderezado. Luego, llevó su pierna hacia atrás otra vez y lanzó otra patada dura y poderosa a los cojones grandes y llenos de esperma de su esposo. La punta de sus dedos colocaron las enormes pelotas de Pablo en su pelvis, haciendo que aullara de dolor.
David se rió.
Pablo estaba saltando intentando aliviar el dolor que irradiaban sus testículos. Vio la cara de David y en su rostro se marcó una sonrisa. Abrió sus piernas, acariciando suavemente su pene con fuerza.
—Espera —pidió David.
Se dirigió al armario de ambos y extrajo de él un pequeño bate de goma que David había comprado a su hijo como regalo de navidad.
—¿Lo harás? —preguntó Pablo sonriendo y cerrando los ojos. Separó más su entrepierna.
David apuntó. Miró las bolas pesadas y colgantes de Pablo. Eran objetivos perfectos. Levantó el bate… Y lo llevó contra el aire golpeando las bolas de Pablo tan fuerte como pudo.
El bate de goma conectó con los testículos carnosos con un golpe sordo. Los ojos de Pablo se hincharon y dejó escapar un gemido gutural.
David lo miró con una sonrisa satisfecha. Su pene estaba luchando contra su ropa interior.
—¡Me duele! —anunció Pablo, doblándose y agarrándose las gónadas debajo de su palpitante erección.
David asintió y dejó que el juguete cayera al suelo.
Pablo miró a David expectante, agarrando sus bolas doloridas, y acariciando su polla al mismo tiempo.
David sintió que su ropa interior humedecía con líquido preseminal.
—¿Continuamos? —preguntó con curiosidad.
Pablo suspiró. Miró hacia abajo su pene seguía extra grande y duro como una roca.
David se acercó a Pablo y le dedicó un beso pasional. Recorrió con un dedo los dos gordos testículos que reposaban entre las piernas eran muy duros y carnosos después de todo.
David sintió que se le calentaba la cara y se le hacía la boca agua. Pablo sintió que las manos de su pareja se adueñaban de sus gónadas.
David lo observó, moviendo las manos una vez más.
Pablo sintió un dolor constante y palpitante en sus bolas que irradiaba hacia su estómago. Su pene seguía duro y se sacudía con entusiasmo.
David lo miró, respirando pesadamente. Su miembro también se sacudía violento en su ropa interior. Se mordió el labio inferior y reprimió un gemido.
Pablo dobló las piernas de sentir sus huevas ser retorcidas. La enorme y gruesa verga de Pablo apuntaba al techo, y líquido preseminal corría por su falo palpitante.
Hubo otro giro de mano.
David inhaló bruscamente. Estaba tan cerca del orgasmo. Muy cerca.
Los ojos de Pablo comenzaron a crisparse. Dejó escapar otro gruñido ronco. Sus bolas continuaban aplastadas.
Pablo se lamió los labios. Su polla temblaba y palpitaba. Podía sentir sus bolas doloridas y atrapadas hervir con semen. Tan pronto como pudiera se masturbaría para soltar su cremosa pasta.
David tragó saliva.
Pablo lo miró, con el rostro contraído por el dolor.
—Feliz cumpleaños —gruñó contraídamente.
David tenía la garganta seca, no podía hablar. Solo asintió.
Una gran sonrisa se extendió por el rostro contorsionado de Pablo.
La visión de David se volvió borrosa cuando experimentó el orgasmo más poderoso que jamás haya sentido en su vida. Sus caderas se sacudieron y todos los músculos de su cuerpo se contrajeron mientras su grueso pene escupía todo el esperma que retenía empapando su ropa interior con una crema espesa y pegajosa.
Hubo de soltar las bolas de Pablo y retrocedió, por su parte Chacón cayó directo al suelo agarrándose las pelotas.
David tomó distancia jadeando. Su ropa interior estaba pegajosa y mojada.
Unos segundos más tarde tomó un pedazo de pastel era el mejor cumpleaños de su vida.
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