Franko (3/7): La negociacion - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

26 nov 2017

Franko (3/7): La negociacion

CONTIENE:
-BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
-SEXO HOMOSEXUAL

   El golpe a la puerta perturbĆ³ el sueƱo de Franko Tavala.


   —Rey Franko, despierte…


   Era la voz de Alexander.


   El atractivo rey saliĆ³ de la cama con el cuerpo musculoso. Era alto y con deseos de volver al poder para devolver la paz a su pueblo.


   —Rey Franko lo solicita el emperador para la reuniĆ³n, ¿estĆ” usted bien? —preguntaba Alexander—. Si no abre la puerta la tirarĆ©.


   —Estoy vivo, Alexander —indicĆ³ Franko cogiendo una laminilla de cristal que estaba cerca de la puerta, por un lado tenĆ­a la famosa inscripciĆ³n "Con la tecnologĆ­a de Saurom"—. Simplemente me quedĆ© dormido. Gracias por avisarme. ¿EstĆ”s solo ahĆ­ en el pasillo?


   —SĆ­, mi rey.


   Por su propia seguridad y creyendo que podĆ­a ser una emboscada Franko colocĆ³ la laminilla en la puerta y con ella pudo observar a travĆ©s del objeto. En el panel se dibujĆ³ el fornido cuerpo de Alexander que vestĆ­a con una pulcra camisa negra y un pantalĆ³n entallado de color gris que hacĆ­a prominente el bulto en su entrepierna. Franko inspeccionĆ³ las paredes sin encontrar nada anormal. ApagĆ³ la lĆ”mina y abriĆ³ la puerta.


   —Mi rey —se inclinĆ³ Alexander—, el emperador Kadar lo estĆ” esperando para la reuniĆ³n.


   —Lo sĆ©. He estado tan cansado que me quedĆ© dormido. JamĆ”s creĆ­ que se atreviera a hacer una reuniĆ³n entrando la madrugada. EspĆ©rame en la entrada de la torre con cinco de los muchachos de seguridad.


   —Como lo ordene, mi rey.


   Alexander saliĆ³ de la habitaciĆ³n mientras Franko buscaba la ropa y envolvĆ­a sus piernas en un pantalĆ³n, se colocĆ³ una camisa negra y los zapatos. AbandonĆ³ la estancia dejando sobre la mesa su espada considerando que no era necesario utilizarla. CaminĆ³ con sus hombres al ala del palacio donde lo esperaba el emperador Kadar.


   —Su majestad lo espera adentro —indicĆ³ uno de los guardias—. EstĆ” en el salĆ³n en solitario esperĆ”ndole por lo tanto debe ingresar allĆ­ sin compaƱia.


   —¿Por quĆ© en solitario? —quiso saber Franko.


   —AsĆ­ lo ha ordenado. Creo saber que estĆ”s en Nilo solicitando la ayuda del emperador para liberar la desgracia que cayĆ³ en tu naciĆ³n. EstĆ”s aquĆ­ para obedecer.


   Al escuchar aquellas palabras Alexander sacĆ³ la vaina de su pantalĆ³n y pulsando el interruptor acercĆ³ la hoja de su espada a la garganta del soldado Nilense.


   —Cuida tu boca al expresarte con el rey de Arkadia —rugiĆ³ amenazante sin dar importancia a las mĆŗltiples espadas que lo apuntaban.


   —Todo estĆ” bien, Alexander. Baja tu arma te lo ordeno……… Perfecto, entrarĆ© ahĆ­. EstĆ©n esperĆ”ndome.


   Antes de entrar Franko tuvo que pasar por un detector de armas que con un lĆ”ser elaborado con la tecnologĆ­a de la naciĆ³n mĆ”s poderosa de ese mundo no encontrĆ³ instrumento bĆ©lico en Ć©l.


   Solemnemente penetrĆ³ a la estancia caminando lentamente y con la manos tras la espalda. La puerta fue cerrada y ahora estaba ahĆ­ en solitario con Kadar en aquellas robustas paredes.


   —No hace falta que asistieras a esta reuniĆ³n privada asĆ­ vestido —hablĆ³ Kadar dejĆ”ndose ver por la luz.


   Franko tragĆ³ saliva. El moreno emperador de Nilo era un semental joven para su edad. Su fuerte cuerpo en forma se iluminĆ³ con las luces pareciendo formidable, tenĆ­a el cabello negro y una cara que se denotaba cruel e imponĆ­a respeto. Estaba vestido con un short de color rojo.


   —Quitate la ropa para que hablemos, prĆ­ncipe.


   Franko lo volviĆ³ a mirar interrogador, ¿serĆ­a que a caso el Ćŗnico favor que le cobrarĆ­a por recibir su ayuda era que fuera su esclavo sexual? En el planeta Rojo no existĆ­an las orientaciones sexuales asĆ­ que era tĆ­pico ver relaciones homosexuales o heterosexuales.


   —¿Por quĆ©? —preguntĆ³ Franko.


   —Porque asĆ­ yo lo ordeno —respondiĆ³ Kadar con la mirada desafiante.


   Franko si sabĆ­a lo que le convenĆ­a tendrĆ­a que obedecerle. TenĆ­a que retomar el poder en Arkadia. DesabrochĆ³ la camisa y la dejĆ³ caer al suelo.


   Kadar le mirĆ³ el pecho. Sus dedos se apretaron en puƱos. Sus ojos vagaron desde el hermoso rostro del prĆ­ncipe hasta sus definidos abdominales esperĆ³ paciente a que desabrochara el pantalĆ³n. ReconociĆ³ como la polla estaba ubicada en la ropa interior negra, era alargada con un par de cojones que colgaban jugosos.


   Franko y Kadar se dirigieron miradas en un silencio incĆ³modo.


   Kadar sonriĆ³ y se acercĆ³ a Franko, el arkadiano pensĆ³ que el emperador lo tomarĆ­a como su objeto sexual a cambio de ayuda para defender su reino……… eso serĆ­a……… en cambio no saliĆ³ palabra alguna de la boca del emperador que frente a Ć©l lo agarrĆ³ de sus gordas bolas.


   Franko inhalĆ³ bruscamente.


   —AquĆ­ estamos para negociar —indicĆ³ Kadar mientras apretaba los rollizos testĆ­culos. No pasĆ³ mucho tiempo antes de que Franko lanzara un gemido profundo—. EscuchĆ© en las noticias que tus ciudades arden en el desastre en medio del caos, guerra y muerte. EstĆ”n controladas todas las entradas y salidas, los puertos estĆ”n tomados y llegĆ³ un cargamento de escorpiones acorazados.


   Cuando Franko creyĆ³ que su tortura habĆ­a terminado en el momento que Kadar lo soltĆ³ de las pelotas notablemente se habĆ­a equivocado. El emperador enviĆ³ su rodilla entre las piernas abiertas de Franko, destrozando sus bolas como un par de pizzas.


   Franko hizo un rugido y sus ojos se cruzaron ligeramente.


   —Te garantizo la recuperaciĆ³n de tu reino —ofertaba Kadar— te darĆ© ayuda con toda la cantidad de mis hombres que sean necesarios, pondrĆ© a disposiciĆ³n mis trenes continentales para trasladarlos, dialogare con naciones vecinas para el recibimiento y recuperaremos Arkadia. ¡Aparta tus manos de ahĆ­!


   Una y otra vez, Kadar pateĆ³ las huevas de Franko, haciendo que gritara y chillara. Finalmente, sus ojos perdieron el foco mientras Kadar soltaba la sĆ©ptima patada dura.


   —Y cuando digo que recuperarĆ”s Arkadia es porque la vas a recuperar. Kadar nunca ha perdido una guerra. Pero quiero una gratificaciĆ³n de tu parte… —lo mirĆ³ a los ojos y sonriĆ³ e introdujo la mano en las gĆ³nadas  de Franko, haciendo que soltara un gemido agudo.


   Una y otra vez procediĆ³ a aplastar en su palma los ovalados orbes.


   —A cambio de mi ayuda —indicĆ³ Kadar — quiero tus 16000 kilĆ³metros de costas.


   —¡¿QuĆ©?!


   Kadar apretĆ³ el puƱo, aplastando los testĆ­culos y expulsando el aire de los pulmones de Franko.


   El guapo arkadiano soltĆ³ un gemido estrangulado y se tambaleĆ³ hacia atrĆ”s.


   Kadar fue tras Ć©l.


   —Es todo lo que ofrezco a cambio de mi ayuda, los 16000 kilĆ³metros de playa corresponden a 4 regiones de tu naciĆ³n, quiero administrarlas, asignar un capitĆ”n y que sean propiedad de Nilo.


   Franko se lamentĆ³ de dolor. Le estaba proponiendo que sus territorios pasaran a ser parte de Nilo. ¿Estaba loco a caso? Era ceder el 31% de su nacion.


   Kadar sujeto la punta de los dedos alrededor de la bolas de Franko.


   Los ojos de Franko se volvieron blancos y gritĆ³ tan alto como pudo.


   —SerĆ© condescendiente contigo —indicĆ³ Kadar—. Y te darĆ© dos minutos para que lo pienses sĆ­ o no. Aceptas mi ayuda con ese agradecimiento.


   DejĆ³ a Franko reposar mientras se distanciaba de Ć©l. El emperador se dirigiĆ³ a una pantalla contra la pared donde se estableciĆ³ un cronĆ³metro de dos minutos que se iban a cero.


   Franko dejĆ³ de acariciar sus pelotas y doblado intentĆ³ pensar en frĆ­o. Se llevĆ³ las manos a la cadera queriendo poner las ideas en orden por el bienestar de su naciĆ³n.


   ¿Para recuperar el trono debĆ­a dejar de lado la autonomĆ­a de algunas regiones?


   La polla de Kadar comenzĆ³ a temblar dentro de su short, mientras el cronĆ³metro se iba a cero observĆ³ su creciente entrepierna. Lentamente engordaba hasta ponerse dura como roca.


   Franko seguĆ­a pensando, rĆ”pidamente mientras el reloj transcurrĆ­a.


   60 segundos, treinta, quince, cinco segundos, tres, uno…


   —¿Y bien, prĆ­ncipe Franko? —preguntĆ³ con Ć­nteres—. ¿Aceptas mi ayuda?


   —S… SĆ­, pero…


   —Pero ¿quĆ©?


   Kadar se acercĆ³ al prĆ­ncipe y empezĆ³ a quitarle la ropa interior, seguido deslizĆ³ sus dedos sobre el cuerpo de Franko hasta que se acercaron al escroto colgante. Kadar acariciĆ³ el pesado escroto y se lamiĆ³ los labios mientras se iluminaban sus ojos.
   Las bolas de Franko parecĆ­an estar llenas hasta el lĆ­mite de semen. Un hilo delgado de lĆ­quido transparente y pegajoso se filtraba por su enorme y duro pene.


   Franko tragĆ³ saliva.


   —AceptarĆ© tu ayuda, emperador pero……… no puedo donar territorios costeros……


   Kadar deslizĆ³ la punta del dedo Ć­ndice de su mano libre sobre la brillante cabeza de la polla de Franko.


   Kadar se llevĆ³ el dedo a los labios lamiĆ©ndolos sintiendo el calor en su interior. Era solo una pequeƱa gota, pero podĆ­a sentirlo correr por su garganta y llenar su estĆ³mago con un resplandor cĆ”lido y cĆ³modo.


   InhalĆ³ profundamente y abriĆ³ los ojos.


   —A cambio de donar todo mi territorio insular, ofrezco por tu ayuda la Ciudad de Eglis, la mĆ”s grande con salida al mar, con mucha actividad en su puerto y poblaciĆ³n, equivale por su producciĆ³n a donar todas las regiones con saliad al mar.


   Kadar se mordiĆ³ el labio inferior y mirĆ³ el miembro del arkadiano. De todas las regiones era aquella la que querĆ­a.


   —Acepto no conforme tu respuesta —murmurĆ³ antes de agacharse y envolver sus labios alrededor del falo grande y gordo de Franko, tomĆ”ndolo tan adentro de su garganta como pudo. Al mismo tiempo, envolviĆ³ sus manos alrededor de los gordos cojones y apretĆ³ fuerte.


   Franko soltĆ³ un leve gemido.


   Kadar comenzĆ³ a balancear la cabeza, dando al prĆ­ncipe la mamada mĆ”s cĆ”lida de su vida mientras aplastaba y aplastaba sus tiernos testĆ­culos lo mĆ”s fuerte que podĆ­a, clavando sus dedos en la suave y carnosas bolas del arkadiano.


   No pasĆ³ mucho tiempo hasta que el primer delicioso lote de semen fluyĆ³ por la garganta del emperador. Fue increĆ­ble y alucinante. Era diferente a todo lo que habĆ­a sentido. Kadar tragĆ³ saliva hambriento, tragĆ”ndose cada gota y chupando con fuerza la polla de Franko hasta que estuvo seguro de que no quedaba nada dentro de sus huevos.


   —En el transcurso de la maƱana prepararĆ© a un centenar de militares —dijo al terminar—. Nos adueƱaremos de los puertos arkadianos y permitiremos el ingreso de los buques nilenses cargados con tanques blindados, debes convocar a toda tu gente para la hora de la resistencia.


   Kadar se lamiĆ³ los labios y volviĆ³ a agarrar las bolas de Franko, haciĆ©ndolo gruƱir de dolor.


   —TodavĆ­a estos tanques siguen llenos.


   Y comenzĆ³ a aplastar y apretar las bolas de Franko, envolviendo su gorda polla con la boca y chupando ansiosamente, haciendo que el prĆ­ncipe gimiera y gruƱera de dolor.


   La segunda eyaculaciĆ³n tardĆ³ un poco mĆ”s, pero finalmente Kadar fue recompensado con otra potente carga de leche cremosa y salada que tragĆ³ con entusiasmo.


   Kadar retorciĆ³ los huevos de Franko, apretando tan fuerte como pudo, metiendo los pulgares en las gĆ³nadas provocando gritos angustiados en el prĆ­ncipe de Arkadia.


   La tercera explosiĆ³n de semen sabĆ­a incluso mejor que las dos anteriores, rica, salada y fresca.


   La cuarta era ligeramente mĆ”s pequeƱa que las otras, asĆ­ que Kadar apretĆ³ con mĆ”s fuerza y ​​mĆ”s fuerza cuando comenzĆ³ a persuadir a una quinta.


   Kadar le dio un puƱetazo a las bolas de Franko, golpeĆ”ndolos una y otra vez.


   Franko gritĆ³ de dolor, cerrando los ojos acurrucĆ”ndose para agarrar sus bolas cuando se las soltaron.


   —IrĆ© a mi aposento —se incorporĆ³ Kadar—. MaƱana a primera hora empieza la misiĆ³n Rescate de Arkadia, asĆ­ que descansa y prepĆ”rate, prĆ­ncipe.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages