Los hermanos del barrio (6/12): Con el rabo duro - Las Bolas de Pablo

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22 mar 2023

Los hermanos del barrio (6/12): Con el rabo duro

—Hey, chaval, muĆ©vete — le dijo Dani a Aitor desde el piso de abajo de la vivienda familiar.


—Ya voy, ostias. TodavĆ­a me duelen las bolas —se quejĆ³ el guapo macarra desde el piso superior.



Carlos, ignorando los gritos de sus hermanos, se puso unos ajustados jeans sobre los boxer blanco que le marcaban el paquete sin dejar nada a la imaginaciĆ³n. TerminĆ³ de arreglarse y saliĆ³ de casa cogiendo su maleta, rumbo a la universidad.


Al llegar, multitud de estudiantes corrĆ­an por los alrededores. PasĆ³ por delante de los dos chavales que lo dominaron en los vestuarios, puso cara de pocos amigos y siguiĆ³ de largo, no sin antes observar como uno de ellos le sonreĆ­a a su paso.


CaminĆ³ a paso ligero hasta llegar a su aula, se sentĆ³, sacĆ³ el libro de historia y tratĆ³ de concentrarse. Por alguna extraƱa razĆ³n no podĆ­a dejar de pensar en la novia de Isma, estaba la ostia de buena. 《Joder quĆ© tetas tiene la muy zorra》 pensĆ³ en el mismo instante en que su miembro comenzĆ³ a despertar. Antes de que pudiera hacer nada, ya tenĆ­a una dura y mĆ”s que evidente erecciĆ³n marcada en el apretado jeans, cuando la campana sonĆ³ marcando el fin de la clase. 


El muchacho agarrĆ³ sus libros, y poniĆ©ndolos de escudo delante de su erecciĆ³n caminĆ³ por el pasillo de la facultad hasta llegar a los servicios del segundo piso.


Al entrar, se encontrĆ³ a 4 chavales de primer curso fumando marihuana. Al reparar en ellos, se dio cuenta de 1 de los presentes era el cabrĆ³n que le sujetĆ³ los brazos mientras se corrĆ­a en su cara. Sin decir nada, divisĆ³ un servicio individual y caminĆ³ hasta Ć©l.


—Hey, tĆ­o, ¿quĆ© tal? ¿Quieres fumar? Esta mierda estĆ” la ostia de buena —preguntĆ³ el chaval al que reconociĆ³ con una sonrisa burlona.


—No, gracias.


—Vamos, hermano, no pasa nada, ¿quĆ© llevas ahĆ­? —preguntĆ³ al ver cĆ³mo pegaba los libros a su entrepierna.


—Nada, necesito ir al servicio.


—Vamos, chavales, ayudadme —insistiĆ³ el rubio, forcejeando con el moreno, luchando por apartarle la cobertura.


Los otros 3 amigos, sin dudarlo se unieron y lucharon con el joven, sujetandole las manos por detrƔs de la cabeza.


—La ostia, este llegĆ³ todo cachondo con ganas de menearsela —se burlĆ³ uno de ellos al reparar en la pedazo de erecciĆ³n que marcaba.



—Hey, vamos, cabrones, dejadme en paz —se quejĆ³ el moreno, luchando en vano por zafarse.


El primero de ellos, sonreĆ­a y le centelleaban los ojos, esperĆ³ el momento preciso y le clavĆ³ un potente patadĆ³n en el centro de la entrepierna, haciendo al apuesto moreno gritar de dolor.

Ahhhhh, los huevos, cabrones, me rompiste las bolas, hijo de puta —se quejaba el menor de los hermanos, con la voz entrecortada.


—Que te calles, maricĆ³n, a ti te mola que te ostien, lo sabe toda la facultad —intervino otro de ellos, acercandose hasta el muchacho y clavandole la rĆ³tula en el escroto.


—Ouch!! Ohhhh, las bolas, ohhh —se quejaba Carlos intentando doblarse de dolor. El dolor le subĆ­a por el estĆ³mago, la vista se le nublaba y el miembro, absolutamente duro, se le crispaba.


—Sacale eso, estorba —intervino de nuevo el primero, haciendo ademĆ”n para que le quitaran el jeans.


Una vez en bĆ³xer, fue humillado un poco mĆ”s. Hasta 5 patadas y 3 rodillazos sufrieron sus enormes bolas. 



—Hijo de puta! ¡Ya basta! ¡Por favor! Me van a romper los huevos, cabrones!!! —lloriqueaba el joven


—Esto estĆ” a punto de acabar —lo calmĆ³ el rubio, acercĆ”ndose a Ć©l, sacĆ”ndole la polla del boxer y comenzando a pajearlo.


—¿QuĆ© cojones haces, tĆ­o? —preguntĆ³ asustado uno de los amigos


—Llevarlo al Ć©xtasis, has visto quĆ© pedazo de rabo gordo tiene este cabrĆ³n? Esta mazo bueno — se excusĆ³ el rubio mientras se la meneaba salvajemente con la mano derecha y con la izquierda le apretaba los huevos sin compasiĆ³n.


—Ahhhh, tio para, por favor, mis bolas, hijo de puta.


—Callate la puta boca, que nos van a oir, como sigas gritando te follamos entre todos.


Las risas y burlas de los presentes humillaban aun mĆ”s al joven que casi sin fuerzas, decidiĆ³ ceder a los tocamientos de aquella panda de maricones.


—Abre bien las piernas hijo de puta que te voy a sentenciar —intervino ahora el Ćŗnico que no habĆ­a hablado hasta el momento, que apartando a sus amigos. CorriĆ³ y le clavĆ³ la bota en el escroto del joven, haciĆ©ndolo aullar.


Ahhhhhhhhhhh, cabron!! Ahhhhhhh.


— Lo has matado, fuera de juego. PatadĆ³n en los huevos y el semental vencido!! —se mofĆ³ el rubio acelerando el ritmo de la paja.


—Ahh, cabrones, me corro, cabrones, ahhhhhhh —bramĆ³ el moreno soltando 3 largos chorros de semen espeso.


—QuĆ© corrida, el cabrĆ³n, veamos, ¿a quĆ© sabe? —preguntĆ³ el rubio forzando al moreno a comerse su propia corrida.


Los demĆ”s se reĆ­an y se burlaban. El que lo tenĆ­a sujeto decidiĆ³ soltarlo, cayendo al suelo como un saco de patatas, doblĆ”ndose y revolcĆ”ndose por el suelo de los servicios.


—Mirad a este pedazo de tĆ­o, bueno, se queja de lo lindo.


—VayĆ”monos, puede venir alguien. SĆ© como podemos seguir divirtiendonos con este maricĆ³n —InformĆ³ el rubio, acercandose a Carlos y agarrandolo por los cojones.


—Ouch, ahhhh, tio para, para, tio, sueltame las bolas, ya me has reventado, ahhh ahhh, tio.


—Esto no acaba aquĆ­ guapito de cara, quiero que seas mi puta  y lo serĆ”s —le susurrĆ³ soltando los cojones y dejando al chaval enroscarse en posiciĆ³n fetal, gimoteando y quejĆ”ndose de dolor de bolas, agarrĆ”ndose el escroto, todavĆ­a con el rabo duro como un burro.



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