āHey, chaval, muĆ©vete ā le dijo Dani a Aitor desde el piso de abajo de la vivienda familiar.
āYa voy, ostias. TodavĆa me duelen las bolas āse quejó el guapo macarra desde el piso superior.
Carlos, ignorando los gritos de sus hermanos, se puso unos ajustados jeans sobre los boxer blanco que le marcaban el paquete sin dejar nada a la imaginación. Terminó de arreglarse y salió de casa cogiendo su maleta, rumbo a la universidad.
Al llegar, multitud de estudiantes corrĆan por los alrededores. Pasó por delante de los dos chavales que lo dominaron en los vestuarios, puso cara de pocos amigos y siguió de largo, no sin antes observar como uno de ellos le sonreĆa a su paso.
Caminó a paso ligero hasta llegar a su aula, se sentó, sacó el libro de historia y trató de concentrarse. Por alguna extraƱa razón no podĆa dejar de pensar en la novia de Isma, estaba la ostia de buena. ćJoder quĆ© tetas tiene la muy zorrać pensó en el mismo instante en que su miembro comenzó a despertar. Antes de que pudiera hacer nada, ya tenĆa una dura y mĆ”s que evidente erección marcada en el apretado jeans, cuando la campana sonó marcando el fin de la clase.
El muchacho agarró sus libros, y poniéndolos de escudo delante de su erección caminó por el pasillo de la facultad hasta llegar a los servicios del segundo piso.
Al entrar, se encontró a 4 chavales de primer curso fumando marihuana. Al reparar en ellos, se dio cuenta de 1 de los presentes era el cabrón que le sujetó los brazos mientras se corrĆa en su cara. Sin decir nada, divisó un servicio individual y caminó hasta Ć©l.
āHey, tĆo, ĀæquĆ© tal? ĀæQuieres fumar? Esta mierda estĆ” la ostia de buena āpreguntó el chaval al que reconoció con una sonrisa burlona.
āNo, gracias.
āVamos, hermano, no pasa nada, ĀæquĆ© llevas ahĆ? āpreguntó al ver cómo pegaba los libros a su entrepierna.
āNada, necesito ir al servicio.
āVamos, chavales, ayudadme āinsistió el rubio, forcejeando con el moreno, luchando por apartarle la cobertura.
Los otros 3 amigos, sin dudarlo se unieron y lucharon con el joven, sujetandole las manos por detrƔs de la cabeza.
āLa ostia, este llegó todo cachondo con ganas de menearsela āse burló uno de ellos al reparar en la pedazo de erección que marcaba.
āHey, vamos, cabrones, dejadme en paz āse quejó el moreno, luchando en vano por zafarse.
El primero de ellos, sonreĆa y le centelleaban los ojos, esperó el momento preciso y le clavó un potente patadón en el centro de la entrepierna, haciendo al apuesto moreno gritar de dolor.
āAhhhhh, los huevos, cabrones, me rompiste las bolas, hijo de puta āse quejaba el menor de los hermanos, con la voz entrecortada.
āQue te calles, maricón, a ti te mola que te ostien, lo sabe toda la facultad āintervino otro de ellos, acercandose hasta el muchacho y clavandole la rótula en el escroto.
āOuch!! Ohhhh, las bolas, ohhh āse quejaba Carlos intentando doblarse de dolor. El dolor le subĆa por el estómago, la vista se le nublaba y el miembro, absolutamente duro, se le crispaba.
āSacale eso, estorba āintervino de nuevo el primero, haciendo ademĆ”n para que le quitaran el jeans.
āHijo de puta! Ā”Ya basta! Ā”Por favor! Me van a romper los huevos, cabrones!!! ālloriqueaba el joven
āEsto estĆ” a punto de acabar ālo calmó el rubio, acercĆ”ndose a Ć©l, sacĆ”ndole la polla del boxer y comenzando a pajearlo.
āĀæQuĆ© cojones haces, tĆo? āpreguntó asustado uno de los amigos
āLlevarlo al Ć©xtasis, has visto quĆ© pedazo de rabo gordo tiene este cabrón? Esta mazo bueno ā se excusó el rubio mientras se la meneaba salvajemente con la mano derecha y con la izquierda le apretaba los huevos sin compasión.
āAhhhh, tio para, por favor, mis bolas, hijo de puta.
āCallate la puta boca, que nos van a oir, como sigas gritando te follamos entre todos.
Las risas y burlas de los presentes humillaban aun mÔs al joven que casi sin fuerzas, decidió ceder a los tocamientos de aquella panda de maricones.
āAbre bien las piernas hijo de puta que te voy a sentenciar āintervino ahora el Ćŗnico que no habĆa hablado hasta el momento, que apartando a sus amigos. Corrió y le clavó la bota en el escroto del joven, haciĆ©ndolo aullar.
āAhhhhhhhhhhh, cabron!! Ahhhhhhh.
ā Lo has matado, fuera de juego. Patadón en los huevos y el semental vencido!! āse mofó el rubio acelerando el ritmo de la paja.
āAhh, cabrones, me corro, cabrones, ahhhhhhh ābramó el moreno soltando 3 largos chorros de semen espeso.
āQuĆ© corrida, el cabrón, veamos, Āæa quĆ© sabe? āpreguntó el rubio forzando al moreno a comerse su propia corrida.
Los demĆ”s se reĆan y se burlaban. El que lo tenĆa sujeto decidió soltarlo, cayendo al suelo como un saco de patatas, doblĆ”ndose y revolcĆ”ndose por el suelo de los servicios.
āMirad a este pedazo de tĆo, bueno, se queja de lo lindo.
āVayĆ”monos, puede venir alguien. SĆ© como podemos seguir divirtiendonos con este maricón āInformó el rubio, acercandose a Carlos y agarrandolo por los cojones.
āOuch, ahhhh, tio para, para, tio, sueltame las bolas, ya me has reventado, ahhh ahhh, tio.
āEsto no acaba aquĆ guapito de cara, quiero que seas mi puta y lo serĆ”s āle susurró soltando los cojones y dejando al chaval enroscarse en posición fetal, gimoteando y quejĆ”ndose de dolor de bolas, agarrĆ”ndose el escroto, todavĆa con el rabo duro como un burro.
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