Los hermanos del barrio (8/12): Comenzando la venganza - Las Bolas de Pablo

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5 abr 2023

Los hermanos del barrio (8/12): Comenzando la venganza

NOTA: Si ademƔs del ballbusting, sientes fetiche por los pies, sigue al autor de Los Hermanos del barrio en Onlyfans, siguiendo el link.


DespuĆ©s de 3 semanas de la Ćŗltima paliza que habĆ­an dado a Aitor, donde le dejaron las bolas como pomelos. Este, junto a Alex, Dani y el resto de amigos de los hermanos habĆ­an trazado un plan. El objetivo era Isma, sin embargo, primero deberĆ­an ocuparse de algunos cabos sueltos.


—Ostias tronco, casi no llegĆ”is —se quejĆ³ el mayor de los hermanos mientras se bajaba el pasamontaƱas para ocultar su rostro.


—Que quieres, tĆ­o, he tenido que ir a buscar a Alex a su barrio de pijos, estĆ” a tomar por culo de aquĆ­ —se justificĆ³ Aitor, imitando a su hermano y al resto de la banda, ocultando sus rostros.


Subieron al tercer piso y de una potente patada abrieron la puerta entrando en el domicilio a toda prisa. Al estar en el interior, descubrieron en la sala del apartamento a unos sorprendidos Orlando y BeltrƔn, que se encontraban follandose a la puta de Isma, uno por cada lado.


Cuando quisieron reaccionar ya era demasiado tarde. Ya los habĆ­an derribado en el suelo y atado sus manos a la espalda. A la puta, de una ostia, la dejaron semi inconsciente en el suelo, a lado de sus folladores.


—¿QuĆ© cojones es esto? No tenemos dinero —intervino BeltrĆ”n.


—Lo poco que tenemos estĆ” en el cuarto, cogedlo y dejadnos en paz. No queremos problemas —continuĆ³ Orlando.


Aitor se acercĆ³ hasta BeltrĆ”n, le colocĆ³ la manaza en la nuca y se despojĆ³ de su mĆ”scara, revelando su rostro.


—Vamos no me jodas, chaval —intervino el moro, con un claro semblante de miedo ante la sonrisa de superioridad del guapo motero.


—Estais jodidos, hijos de puta —exclamĆ³ Dani, rebelando tambiĆ©n su rostro, acercandose a Orlando y clavando el pie en los cojones—. A mis hermanos no los toca nadie, par de maricones.


—Ahhhhhh, hijo de puta, mis pelotas, cabrĆ³n —bramĆ³ el culturista mientras se retorcĆ­a por el suelo.


—Levantad a este hijo de puta —ordenĆ³ el macarra colocĆ”ndose delante de BeltrĆ”n.


Aitor, lleno de odio e ira le calzĆ³ una soberana patada en el centro del escroto, seguido de un potente rodillazo.


—Ahhhhh, Ohhhhh, mis huevos, cabrĆ³n —se quejĆ³ el moro con voz ronca y tosiendo—. Ohhhhhh.


—Ahora vais a flipar, hijos de puta. Os vamos a reventar —les espetĆ³ otro de ellos aĆŗn con el rostro cubierto.


Orlando intentaba zafarse de sus ataduras para defender a su amigo, estaba secretamente enamorado de Ć©l, y no soportaba verlo sufrir.


—Dejadlo en paz, hijos de puta. Venid a por mi.


Dani, esbozando una sonrisa de triunfo, se acercĆ³ al culturista y agarrando un boxer del suelo, le hizo un nudo alrededor de los cojones, haciĆ©ndolo gritar de dolor.


—QuĆ© haces chaval, nooooo, ahhhhhhh!!!


—Te voy a reventar, moro hijo de puta —amenazĆ³ el motero con un tono frĆ­o y lleno de odio. Se colocĆ³ delante de su presa, y dejando salir toda su ira, le pateĆ³ los huevos 7 veces seguidas.


—Ooooooh —BeltrĆ”n abriĆ³ la boca de par en par casi sin poder emitir ningĆŗn sonido. Le pesaban sus grandes cojones, y su enorme polla, dura como una roca comenzaba a vibrar.


Uno a uno, todos los presentes fueron pateando al moro, haciƩndole sentir todo el dolor que un hombre puede sentir. Apenas podƭa mantenerse de pie. Comenzaba a balbucear y a babarse, teniendo los ojos en blanco.


—Vamos por favor, chabales, dejadlo en paz. Lo vais a matar, mirad como estĆ”. No volveremos a tocarte, chaval. Por favor —gritaba desesperado el culturista desde el suelo con sus brazos atados.


—Jajajajajajaja, no volvereis a tocar a nadie, tu amigo quedarĆ” como un puto enuco de mierda —le gritĆ³ Dani, pisandole el escroto contra el suelo.


—Ahhhhhhhhhhh.


—Sujetenme bien a este maricĆ³n —ordenĆ³ Aitor, sacandose la polla morcillona y poniendose en la retaguardia de su presa—. Alex, ven aquĆ­, te mereces que empecemos los honores juntos —el rubio se acercĆ³ a su nuevo mejor amigo, y al unĆ­sono le metieron la polla por el culo con una doble penetraciĆ³n.


Alex estaba completamente duro. HabĆ­a descubierto en este tiempo cuĆ”nto disfrutaba de la dominaciĆ³n, y cuĆ”nto le gustaba el moreno macarra. Aitor, por su parte, por alguna extraƱa razĆ³n habĆ­a creado un fuerte vĆ­nculo con Ć©l, se la meneaba a su lado muchas veces o incluso lo obligaba a comĆ©rsela.


—ahhhhhhj, cabrones de mierda. Os matarĆ©. Parad, me estĆ”is matando vivo chavales, por favor!!! —rogaba el guapo marroquĆ­ mientras le rompĆ­an el culo. gotas de sangre caĆ­an al suelo. Le estaban desgarrando el culo. Un activo como aquel no estaba acostumbrado a que le follaran el culo, menos dos pollazos como aquellos.


—Eso es hermano. Follate a ese hijo de puta. Vamos, dale pero bien. Mira como destrozan a tu amigo, puto maricĆ³n! —gritĆ³ Dani fuera de sĆ­, obligando al culturista a mirar.


Los gritos de BeltrĆ”n, eran desgarradores. Las lĆ”grimas corrĆ­an por sus mejillas. Dani se acercĆ³ a ellos y con el puƱo comenzĆ³ a dar puƱetazos en los maltratados huevos de BeltrĆ”n.


—No, por favor, noooooo. Ahhhhhh— gritaba el marroquĆ­ retorciĆ©ndose de dolor entre los brazos de Aitor y Alex.


—Te voy a preƱar ya hijo de perra —le avisĆ³ Aitor, clavĆ”ndole un rodillazo en su hinchado escroto—. Ohhhh sĆ­iiiii, joder, me corro todo, ahhhhhhhhhh. Joder tronco, al final tĆŗ tambiĆ©n tenĆ­as ese culo prieto, maricĆ³n —le recitĆ³ al oido con repiraciĆ³n entre cortada, mientras le sacaba del culo su miembro todavĆ­a duro, dejandole la polla de Alex todavĆ­a dentro y dandole unas palmadas en los huevos.


—Ahhhhh, Ahhhhhhhhh, por favor —seguĆ­a rogando, mientras se bababa.


—Me corro ya, me corro ya, ahhhhhhhhh —Alex explotĆ³ en sus entraƱas llenandolas de leche.


Uno a uno, todos los presentes se follaron a BeltrĆ”n. Dani fue el Ćŗltimo de ellos. Se acercĆ³ al cuerpo inerte del ex militar marroquĆ­, que apenas se movĆ­a. Se colocĆ³ detrĆ”s de Ć©l, le metiĆ³ sus 20cm de polla dura y gorda de golpe, le agarrĆ³ los cojones desde atrĆ”s con una fuerza soberana y comenzĆ³ a cabalgarlo, como si no hubiera maƱana.


Beltran lloraba desesperado, su respiraciĆ³n se entrecortaba, le pesaban los huevos, temĆ­a que se los hubieran roto. Le sangraba el culo, estaba siendo humillado delante de su amigo. Se le nublaba la vista.


—Me corro, abre la boca tĆŗ rubito —avisĆ³ Dani, acercandose a Orlando y obligĆ”ndole a tragar toda su corrida—. Ohhhhhh, eso es maricĆ³n, tragatelo todo.


Soltaron a BeltrĆ”n, y este se desplomĆ³ en el suelo, llorando y colocĆ”ndose en posiciĆ³n fetal, sin poder cubrirse los cojones, ya que seguĆ­a con las manos atadas.


Aitor llegĆ³ hasta Orlando que estaba cubierto con el semen de su hermano y comenzĆ³ a patearlo por todo el cuerpo, incluido las bolas. Entre todos, le dieron una buena paliza a Orlando. Le desataron los huevos, y se los patearon. cuando ya yacĆ­a en el suelo, Aitor se acercĆ³ a este y le rompiĆ³ la nariz de una potente patada.


—Ahhhh, hijo de puta, mi nariz, me has roto la nariz —lloraba el fuerte culturista.


—¿QuiĆ©n es hijo? —preguntĆ³ el motero haciĆ©ndose con el mĆ³vil del moro. Sonriendo y enviando un mensaje—. Estoy en esta direcciĆ³n, tengo que hablar contigo, ¿puedes venir?


—Si os volvemos a ver alguna vez en la vida, serĆ” para mataros. ¿Os queda claro? —amenazĆ³ el mayor de los hermanos, antes de atarles los huevos nuevamente a ambos. DejĆ”ndolos tirados en el suelo, con las manos y los huevos atados, amoratados y con unas erecciones mĆ”s que notables. Abandonaron el apartamento dejando la puerta abierta de par en par.


—Ha sido la ostia. Hemos jodido a esos maricones pero bien. ¿HabĆ©is visto cĆ³mo los hemos dejado hecho mierdas? TodavĆ­a estoy cachondo —exclamĆ³ uno de los miembros del grupo desde la parte de atrĆ”s de la furgoneta, agarrĆ”ndose el miembro completamente duro—. Igual tĆŗ rubito, puedes mamarmela — comenzĆ³ a increpar a Alex que estaba a su lado, agarrĆ”ndole el culo.


—¿Pero quĆ© cojones? No me toques marica —se quejĆ³ el rubio sacando su mano.


—Si, yo tambiĆ©n estoy la hostia de cachondo todavĆ­a. TĆŗ no eres uno de los nuestros rubito —intervino otro de ellos, acercĆ”ndose al rubio.


—Al chaval no lo tocĆ”is y punto. Ha venido conmigo. El que tenga un problema con Ć©l tambiĆ©n lo va a tener conmigo, queda claro?—amenazĆ³ Aitor, sentado en el asiento del copiloto, saliendo en defensa de Alex.


—Vamos Negro, ahora pillamos unas putas y unas birras para que descargues pero bien —intervino Dani, mientras conducĆ­a, sonriendo y mirando la escena desde el espejo retrovisor.


—TambiĆ©n podĆ©is follaros a esta —sorprendiĆ³ el motero, saltando desde el asiento del copiloto a la parte trasera de la furgo y destapando un bulto cubierto por una pesada manta.


La puta yacĆ­a inconsciente desnuda en el suelo de la furgo. De risas y cĆ”nticos de excitaciĆ³n se llenĆ³ el vehĆ­culo, que raudo y veloz llegĆ³ a casa de los hermanos del barrio.

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