Luigi Riganti era el gobernador de la ciudad y habĆa recibido una solicitud de reuniĆ³n de un importante lĆder social que durante semanas estuvo haciendo campaƱa en contra de su gobierno debido a negligencias en su zona de residencia. A pesar de las preocupaciones sobre la seguridad, Luigi decidiĆ³ reunirse con Ć©l. AsistiĆ³ a su comunidad siguiendo las recomendaciones de su asesora de imagen, vistiĆ³ un sencillo pantalĆ³n negro y camiseta de color blanco, peinĆ³ de manera sencilla su castaƱa cabellera y fue al encuentro. Al principio, la discusiĆ³n fue tranquila, se demandaba mayor seguridad policial para la comunidad y la regularidad en el servicio de agua porque parecĆan estar abandonados en la cuota de distribuciĆ³n.
—¡No somos camellos, seƱor gobernador! —indicĆ³ con fuerza el lĆder social—. ¡Queremos que se nos respete con el servicio de agua! ¡Queremos respuestas rĆ”pidas y no promesas vacĆas!
Poco a poco se fue haciendo evidente que el ciudadano estaba muy enojado y no estaba dispuesto a comprometerse. La discusiĆ³n se volviĆ³ cada vez mĆ”s tensa hasta que el lĆder social comenzĆ³ a hacer amenazas violentas hacia Luigi Riganti y su gobierno. La situaciĆ³n se volviĆ³ peligrosa y Luigi tampoco estuvo dispuesto a proyectarse como un blandengue.
—¡Si usted no nos cumple en su propĆ³sito dentro de mĆ”ximo diez dĆas, gobernador, reunirĆ© a todos los grupos de vecinos e iremos hasta la gobernaciĆ³n y la quemaremos!
—Cuando usted se atreva a eso —asegurĆ³ Luigi mirĆ”ndolo fijo—. Tenga por seguro que tomarĆ© medidas de seguridad contra ustedes, principalmente usted. EnfrentarĆ” procesos judiciales.
—¡Estamos hartos de promesas incumplidas!
Pero de nuevo los comentarios de aquel lĆder social se volvieron mĆ”s cargados de violencia, prometiendo acciones bandĆ”licas contra Riganti. Luigi sintiendo que no tenĆa mucho que hacer ahĆ, decidiĆ³ retirarse, lo mejor era indicar a los representantes de su gestiĆ³n a que tomaran las acciones correspondientes, no era su deber acudir allĆ con el fin de mostrarse como un polĆtico que iba directamente con el pueblo y ganar puntos polĆticos. Para eso estaba su tren de gobierno.
—¡A dĆ³nde cree que va, gobernador! ¡Todos son asĆ! ¡Se estĆ” robando el dinero del pueblo! ¡¿A dĆ³nde va el presupuesto para nuestra comunidad?! ¡Vamos a quemar la gobernaciĆ³n con usted dentro! ¡Maldito ladrĆ³n!
Luigi caminaba dispuesto a irse cuando el lĆder social lo detuvo por el brazo, obligĆ”ndole a girar y lanzando una patada entre las piernas, la planta de pie aplastĆ³ el protuberante bulto del gobernador, haciendo daƱo a sus colgantes papas.
Luigi Riganti abriĆ³ mucho los ojos en estado de shock en lo que el dolor salĆa de sus bolas y se expandĆa por su cuerpo, emitiendo un ruido doloroso se hundiĆ³ en el suelo.
El lĆder social sonriĆ³ mientras el gobernador se caĆa sobre su espalda, y luego colocĆ³ el pie sobre el bulto del hombre para continuar con las amenazas.
—¡CrĆ©ame que hablo en serio, seƱor gobernador! ¡Usted hizo bastantes promesas cuando era candidato! ¡Ahora cĆŗmplalas! —torciĆ³ el pie contra las bolas del gobernador para acentuar una humillaciĆ³n adicional.
Luigi Riganti gritĆ³ cuando sus testĆculos se aplastaron aĆŗn mĆ”s. El lĆder social quedĆ³ un poco aturdido por el grito, y por un momento casi considerĆ³ detener su ataque. Pero tener la ventaja sobre el gobernador, era demasiado para detenerse. Ligeramente, quitĆ³ su pie del bulto del gobernador y se agachĆ³, agarrando los tobillos de Luigi y levantĆ”ndolos. AbriĆ³ las piernas del gobernador y mirĆ³ hacia abajo, viendo las bolas perfectamente delineadas en el pantalĆ³n. SonriĆ³ y luego pisoteĆ³.
Luigi dejĆ³ escapar un fuerte aullido. EmpezĆ³ a retorcerse, tratando de escapar del pie sobre su bulto.
—¡QuĆtate de encima de mĆ! —gritĆ³ dejando caer su cabeza al suelo, una sensaciĆ³n desagradable comenzĆ³ a llenar su estĆ³mago, mientras sus bolas continuaban aplanĆ”ndose. CerrĆ³ los ojos con fuerza y se estremeciĆ³.
El lĆder sonriĆ³, amando ver al gobernador con dolor de huevos. QuitĆ³ el pie de los testĆculos y se arrodillĆ³ entre las piernas.
—Esto es solo un indicio de lo que podemos hacer si los objetivos no son cumplidos.
Luigi se hizo un ovillo, su estĆ³mago dolĆa por los duros golpes que habĆa recibido. Estaba aturdido, gimiendo de dolor y sufriendo.
El lĆder social llevĆ³ su mano a la entrepierna del gobernador, apoderĆ”ndose suavemente del bulto, palpando el contorno de los huevos.
Luigi comenzĆ³ a jadear cuando los dedos se cerraron con mĆ”s fuerza alrededor de sus testĆculos, moviĆ³ las piernas tratando de cubrir sus genitales.
El lĆder social apretĆ³ las bolas con fuerza. DespuĆ©s de unos breves segundos, soltĆ³ le soltĆ³ los huevos y abriĆ³ la palma de la mano y lo golpeĆ³ con fuerza sobre las gĆ³nadas.
Dejando escapar otro aullido de dolor, lĆ”grimas se formaron en los ojos de Luigi, rĆ”pidamente se dio la vuelta y acariciĆ³ su dolorida virilidad. LuchĆ³ desesperadamente por alejarse del sĆ”dico lĆder social. RespirĆ³ aliviado, sabiendo que su bulto no estaba tan accesible desde su posiciĆ³n, suspirĆ³, recostĆ”ndose en el piso boca abajo mientras gemĆa.
—¡Alto ahĆ! —gritĆ³ un hombre. Era uno de los tres miembros de seguridad de Luigi.
El lĆder social retrocediĆ³ sobre sus pasos con las manos en alto, el guardia de mayor jerarquĆa lo abordĆ³ mientras sus dos compaƱeros ayudaban a levantar al gobernador.
—¿DĆ³nde carajos se meten cuando mĆ”s los necesito? —gruĆ±Ć³ Luigi mientras se ponĆa de pie sosteniĆ©ndose las bolas.
El gobernador acudiĆ³ con un traumatĆ³logo que le diagnosticĆ³ descanso absoluto mientras la hinchazĆ³n de sus bolas bajaba, ademĆ”s le recetĆ³ unas tabletas para el dolor. Horas mĆ”s tarde, cuando descansaba en el mueble de su casa el gobernador realizĆ³ una llamada telefĆ³nica.
—¿Israel ChacĆ³n? —consultĆ³ con el celular en la oreja—. ¿CĆ³mo estĆ”, doctor?……… SĆ, estoy bien, casualmente por eso lo llamo directamente… Esta tarde tenĆa con usted consulta odontolĆ³gica, no podrĆ© asistir porque —acariciĆ³ con el dedo Ćndice sus gordas bolas lastimadas—. Tengo compromisos polĆticos……… sĆ, asĆ serĆ” Israel……… sĆ, vamos a reprogramar la cita para la prĆ³xima semana, sĆ……… adiĆ³s.
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