La Sociedad de las Orquideas - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

8 abr 2019

La Sociedad de las Orquideas

CONTIENE:
SEXO HETEROSEXUAL

   Jean mirĆ³ alrededor del gimnasio, pasĆ³ la mano por su cabello castaƱo claro. Era un hombre guapo con cuerpo marcado por los mĆŗsculos. Estaba sin camisa, con un par pantalones ajustados.


   Era entrenador de gimnasio y se emocionĆ³ de encontrar a uns chica calentando antes del entrenamiento. Era de estatura alta y cabellera rubia. VolviĆ³ la cabeza cuando Jean entrĆ³ a la sala  tan temprano como todas las maƱanas.



   —Hola —se acercĆ³ a ella, sonriendo alegremente.



   —Hola, soy MĆ³nica —sonriĆ³ la rubia—. No te he visto por aquĆ­. ¿Eres nuevo?



   Jean riĆ³ con arrogancia.



   —¿Nuevo yo? ¡Nunca! Soy casi dueƱo del gimnasio. La nueva debes ser tĆŗ, no te habĆ­a visto.



   —Bueno, sĆ­. Me inscribĆ­ hace poco —sonriĆ³ MĆ³nica. Sus piernas eran fuertes y musculosas terminando en unas nalgas redondas y perfectamente curvas—. ¿Siempre estĆ” asĆ­ de vaciĆ³? —preguntĆ³ con una sonrisa.



   —Se pondrĆ” mĆ”s lleno hoy en la tarde. Pero tendremos el gimnasio bĆ”sicamente para nosotros durante otra media hora —asegurĆ³ Jean con los ojos fijos en los senos de MĆ³nica por un poco de tiempo para que ella se diera cuenta.



   La mujer sonriĆ³ dejando de calentar. MirĆ³ a Jean y lo catalogĆ³ como esos tipos seductores de baja categorĆ­a. Ɖl la definiĆ³ como una hermosa mujer para llevar a la cama y acariciar, y besarla en una corta salida.



   —Pero es un gimnasio tranquilo —dijo Jean.



   MĆ³nica asintiĆ³ mientras estiraba sus brazos y piernas.



   Jean siguiĆ³ su ejemplo, reflejando sus movimientos.



   Sin mucho esfuerzo, MĆ³nica inclinĆ³ la parte superior del cuerpo hacia adelante.



   Jean se rascĆ³ la cabeza.



   —Guau. Haces que se vea realmente fĆ”cil.



   MĆ³nica lo mirĆ³ y se encogiĆ³ de hombros. —Es solo cuestiĆ³n de prĆ”ctica.



   Jean se riĆ³ mientras observaba cĆ³mo ella se inclinaba al piso y su impresionante busto se aplastaba entre su cuerpo y el piso.



   —Se ve doloroso.



   MĆ³nica levantĆ³ la ceja izquierda.



   Jean la mirĆ³, con las manos en las caderas y una sonrisa descarada en la cara.



   MĆ³nica soltĆ³ una carcajada. —SĆ­, bueno, no tan doloroso como esto —se riĆ³ antes de golpear el bulto de Jean con el dorso de la mano.



   El paquete de Jean rebotĆ³ cĆ³micamente, haciendo que MĆ³nica se riera a carcajadas cuando Jean se doblĆ³, tosiendo y gimiendo.



   —Mierda —gruĆ±Ć³.



   MĆ³nica se riĆ³ —Ahora, eso es doloroso —sonriĆ³—. Esto es fĆ”cil —le guiĆ±Ć³ un ojo a Jean, que no pudo evitar reĆ­rse.



   —¿Sabes? Has daƱado mi equipo, maltratado mi muƱeco. Ahora no podrĆ© pedirte que me abras las piernas, ¿eh? —le guiĆ±Ć³ un ojo a MĆ³nica—. Me gusta pedir a las chicas bonitas que abran las piernas para mi.



   MĆ³nica se echĆ³ a reĆ­r.



   —Wow, no andas por las ramas.



   —¿Por quĆ© andar por las ramas cuando quieres divertirte? —Jean le guiĆ±Ć³ un ojo con expresiĆ³n vivaracha.



   MĆ³nica se riĆ³.



   —Bueno, me gusta follar con extraƱos en los baƱos pĆŗblicos.



   Jean levantĆ³ las cejas.



   —QuĆ© es lo que...



   Fue interrumpido por una patada juguetona a su vulnerable paquete.



   El empeine de MĆ³nica chocĆ³ con las bolas de Jean mĆ”s fuertes de lo que ella hubiese deseado, aplanando el bulto y metiendo los huevos en su cuerpo.



   Jean dejĆ³ escapar un grito de sorpresa.



   MĆ³nica hizo una mueca de simpatĆ­a simulada. —Lo siento, no quise patearte tan duro.



   Jean dejĆ³ escapar una tos.



   —QuerĆ­a patearte asĆ­ —se riĆ³ levantando el pie entre los muslos abiertos de Jean y pateando sus pelotas una vez mĆ”s.



   Jean dejĆ³ escapar un gemido que se mezclaba con la risa. Con las piernas abiertas, mirĆ³ a MĆ³nica con una mueca de dolor.



   —¿PodrĆ­as dejar de patear mis cocos?



   MĆ³nica se riĆ³ entre dientes.



   —Claro —puso las manos sobre los hombros de Jean y empujĆ³ con fuerza hacia abajo, haciendo que Jean se doblara completamente. La cara del semental quedĆ³ a nivel de la entrepierna de MĆ³nica. PodĆ­a oler su sudor y lo caliente de su cuerpo.



   Jean no resistiĆ³ la tentaciĆ³n y pasĆ³ el dedo Ć­ndice por la vagina apretada de MĆ³nica. Ella se sobresaltĆ³ y se apartĆ³ de Ć©l mientras Jean se enderezaba.



   MĆ³nica se echĆ³ a reĆ­r y tropezĆ³ hacia atrĆ”s, agarrando su entrepierna. —Sabes lo que acabas de hacer, ¿verdad? —sonriĆ³, frotĆ”ndose los labios vaginales.



   Jean levantĆ³ las cejas y la mirĆ³.



   —Me diste una razĆ³n perfectamente buena para esto —MĆ³nica se riĆ³ hasta levantar el pie entre las piernas abiertas de Jean, aplastando sus huevos con toda la fuerza que pudo reunir.



   Hubo un fuerte doble golpe, primero el sonido del pie conectando con las bolas de Jean, luego el sonido de las bolas de Jean balanceĆ”ndose hacia atrĆ”s y chocando en su cuerpo.



   Los ojos del hombre se abrieron en shock y se cruzaron instantĆ”neamente mientras el dolor le recorrĆ­a el cuerpo.



   MĆ³nica retrocediĆ³ un paso, encogiĆ©ndose de simpatĆ­a y burlĆ”ndose del dolor de Jean. —Ooooooh, eso tiene que doler —arrullĆ³.



   Jean dejĆ³ escapar una tos seca, volcĆ”ndose y acurrucĆ”ndose en el suelo.



   —Wow —Jean gruĆ±Ć³.



   MĆ³nica se echĆ³ a reĆ­r.



   —Eso es lo que obtienes por extender las piernas para mĆ­.



   Jean se riĆ³ y su rostro se contrajo de dolor.



   —SĆ³lo querĆ­a palpar tu entrepierna divina —le dijo.



   MĆ³nica sonriĆ³, se frotĆ³ la vagina y permitiĆ³ que Jean pudiera ver bien el dibujo de sus labios vaginales. —Bueno, todavĆ­a puedes tenerla —sonriĆ³, pasando su dedo Ć­ndice sobre el contorno de su vulva escondida dentro de su lycra.



   Jean se riĆ³ antes de que una nueva oleada de dolor lo golpeara y lo hizo gemir.



   MĆ³nica mirĆ³ su reloj. —EstĆ” bien, en cualquier momento el gimnasio se llenarĆ” y nuestra diversiĆ³n morirĆ”. Creo que irĆ© a buscar unas cosas para que podamos comenzar a entrenar... —juguetonamente le dio una palmada en el culo a Jean—. Ya vuelvo.



   Jean asintiĆ³, riĆ©ndose, y observĆ³ a MĆ³nica salir de la habitaciĆ³n.



   —¡Buen culo! —gritĆ³ con una sonrisa.



   Sin darse la vuelta, MĆ³nica golpeĆ³ su trasero y se echĆ³ a reĆ­r.



   Jean se riĆ³. Le gustaba la actitud juguetona de MĆ³nica, y no le importaba jugar brusco antes de enterrarle le miembro.



   Se frotĆ³ las bolas doloridas y se quedĆ³ de espalda al suelo, imaginando todas las posiciones de gimnasia que podĆ­a probar con MĆ³nica.



   Su polla se endureciĆ³ dentro de sus leggings. Se ajustĆ³ la entrepierna. Sus testĆ­culos seguĆ­an doliendo como el infierno, pero el dolor se mezclaba con la emociĆ³n ante la perspectiva de una cita caliente con MĆ³nica.



   La mano de Jean se deslizĆ³ dentro de sus leggings y acariciĆ³ sus bolas desnudas—. Joder —murmurĆ³, haciendo una mueca al tocar.



...



   En el vestuario, MĆ³nica estaba revisando su bolsa, buscando las cosas que necesitaba no olvidĆ³ sacar una flor de orquĆ­dea. Se quedĆ³ mirĆ”ndola, ¿debĆ­a usarla? Al final no sabĆ­a la actitud de Jean... La organizaciĆ³n era para castigar a hombres malvados y Jean resultaba atractivo.



«DespuĆ©s de todo se acercĆ³ a mĆ­ regalando su testosterona y ganas de follar».



   AgarrĆ³ por completo el bolso y saliĆ³ con Ć©l de nuevo al gimnasio encontrĆ”ndose con Jean de pie.



   —Hola —dijo Ć©l de manera divertida.



   MĆ³nica no dijo nada y se le acercĆ³, el hombre por protecciĆ³n se cubriĆ³ los testĆ­culos con las manos pero MĆ³nica se le plantĆ³ al frente dĆ”ndole un beso en la boca. A tiempo que agarrĆ³ el trasero de Jean con ambas manos y apretĆ³, provocando un gemido del hombre.



   —¿Quieres que te folle, eh? —susurrĆ³ Jean, permaneciendo inclinado—. ¿Como compensaciĆ³n?



   MĆ³nica que puso los ojos en blanco.



   Jean se el pantalĆ³n, revelando su blanca entrepierna.



   MĆ³nica se lamiĆ³ los labios.



   TenĆ­a una linda pija blanca coronada de pequeƱos vellos pĆŗbicos. Las pelotas le colgaban majestuosamente mientras su polla se endurecĆ­a de a poco.



   Jean cerrĆ³ los ojos y el pie de MĆ³nica se estrellĆ³ contra sus gĆ³nadas con una fuerza atronadora. Aplastando los dos Ć³ganos blandos y enviando a Jean al suelo, gimiendo de sorpresa y dolor.



   MĆ³nica se riĆ³. Se inclinĆ³ y golpeĆ³ el trasero de Jean con la palma de su mano.



   Jean gimiĆ³.



   —¿Te quedaste sin fuerzas, semental?



   MĆ³nica se riĆ³ y alcanzĆ³ entre los muslos de Jean, envolviendo sus dedos alrededor de la larga polla y acariciĆ”ndola.



   —¿CĆ³mo estĆ”n tus huevos? —le preguntĆ³ suavemente.



   —¿Aplastados? —Jean gimiĆ³. RodĆ³ sobre su espalda.



   —DĆ©jame besarlos —susurrĆ³ MĆ³nica, inclinĆ”ndose y chupando los testĆ­culos de Jean.



   Jean dejĆ³ escapar un gemido.



   MĆ³nica levantĆ³ la vista, las bolas de Jean se deslizaron de su boca. El escroto quedĆ³ mojado de saliva.



   —EstĆ” bien —MĆ³nica le sonriĆ³ a Jean—. PodrĆ­a chuparte ahora mismo, luego podrĆ­amos comer, y mĆ”s tarde follar contigo hasta el amanecer.



   La polla de Jean se contrajo.



   —O —continuĆ³ MĆ³nica—, vamos a cenar, te la chupo y luego follamos hasta el amanecer —le guiĆ±Ć³ un ojo a Jean—¿Como va a ser?



   Jean tragĆ³ saliva—. ¿Puedes chuparme la pinga mientras pienso en eso? —preguntĆ³ con voz ronca.



   MĆ³nica se riĆ³ y abofeteĆ³ juguetonamente las bolas de Jean.



   Se echaron a reĆ­r.

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