LA SIRVIENTA DE SCHWARZENEGGER. - Las Bolas de Pablo

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18 ene 2022

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LA SIRVIENTA DE SCHWARZENEGGER.

 

LA SIRVIENTA DE SCHWARZENEGGER (Relato corto).

 

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M Y SEXO HETEROSEXUAL.

 

 

 

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Arnold Alois Schwarzenegger (Thal, Austria, 30 de julio de 1947) es un actor, empresario, político y antiguo fisicoculturista profesional Austríaco y nacionalizado estadounidense. Ejerció como trigésimo octavo gobernador del estado de California en dos mandatos desde 2003 hasta 2011.

Se casó el 26 de abril de 1986 con la periodista de televisión María Shriver, sobrina de John F. Kennedy, en Hyannis, Massachusetts. Con la que tuvo cuatro hijos.

En el aƱo de 1990 iniciarƭa una aventura amorosa con una empleada domƩstica salvadoreƱa de nombre Rosario. Este relato trata sobre ese amorƭo.

 

Hace 6 meses Rosario García, una salvadoreña de 26 años entró a trabajar como sirvienta en la mansión familiar de Arnold Schwarzenegger, la empleada de cabellos y ojos negros, era bajita pero voluptuosa; Sin darse cuenta despertó en el actor de origen austriaco un creciente interés sexual en ella.

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Rosario era una mujer fogosa y no tardó en interesarse también en el adonis austriaco-americano.

 

La sirvienta pronto notó que Arnold dirigía miradas no muy sanas a ella, especialmente a su escote, en alguna ocasión notó la erección en los pantalones del actor, era demasiado evidente que la miraba con ojos de deseo.

 

El deseo también estaba en la mente de Rosario, quien había accedido a un afiche de Arnold, la imagen era de cuando su patrón tenía menos edad y posaba como fisicoculturista.

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La salvadoreña se masturbaba observando aquel afiche, los enormes músculos de su patrón la volvían loca. Y si bien el patrón ahora se acercaba a los 43 años, no dejaba de ser un fornido y viril macho.

 

Rosario escribía con frecuencia y detalle en su diario personal. Se podían leer en diferentes escritos su gusto sexual por su patrón:

 

Esta tarde observaba la foto del patrón con la seƱora MarĆ­a, hacen buena pareja, pero por un momento soƱƩ que era yo quien compartĆ­a la foto con el patrón Arnold, todos alrededor observĆ”ndonos como la pareja mĆ”s bella del aƱo…Sólo es un sueƱo.

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En otra cita del diario.

 

Hoy fui al cine a ver la pelĆ­cula nueva del patrón, decidĆ­ ir sola para que nadie se diera cuenta de lo mucho que me atrae el seƱor Arnold, TOTAL RECALL (1990), se llama la pelĆ­cula, escuchĆ© que ha sido muy exitosa, se estrenó el 01 de junio…

 

…Tres momentos me impresionaron durante la pelĆ­cula:

 

 

Una mujer rubia quiĆ©n es la esposa del personaje del patrón, intenta matarlo a tiros. Todo estaba oscuro, pero Ć©l la somete y al encender la luz se sorprende de que sea su esposa quien le disparaba, esa mujer le ataca de nuevo, le da un codazo en la zona del hĆ­gado, y le vuelve a dar, pero ahora un puƱo en las huevas al patrón, cuando lo vi desviĆ© la mirada, pobre del seƱor Arnold…Hasta se escuchó como sonaron cuando le pegaron en las bolas.



DespuĆ©s la misma mujer sigue golpeĆ”ndolo, parece una karateca!; El seƱor Arnold se defiende de los golpes de la rubia esa, pero cuando le aguanta un golpe por arriba, esa maldita le da una patada por abajo…Se la mete en las huevas, que mujer tan traicionera!, se ve bien la cara de dolor del patrón, pobrecito…



Y la Ćŗltima escena es mĆ”s adelante en la pelĆ­cula…Me dio mucha impresión el verla. Otra vez esa mujer rubia, la que era su esposa…El patrón se peleó con varios hombres y lo estaban sometiendo, la mujer aprovechó para rematarlo!  Le dio una patada en la cara y con el seƱor Arnold casi desmayado, la maldita le dio un pisotón entre las piernas, le pisó las huevas!, como puede ser una mujer tan malvada y sĆ”dica. El patrón gritó de dolor, parecĆ­a que le dolĆ­a de verdad, pobre seƱor Arnold…

…Y para colmo esa mala mujer le dio otra patada en la cara, el patrón ahora si se desmayó, la verdad no creo que haya hombre alguno que pueda soportar todo eso. AhĆ­ es dónde lo atrapan en la pelĆ­cula.



Creo que terminé odiando a esa mujer, no se su nombre; El patrón es hombre y es bien fuerte, pero esa mujer es como karateca, y parece que solo sabe atacarle los huevos al señor Arnold. Al final la mata el patrón de un disparo cuando quería matarlo a traición.

 

 

Otra entrada en el diario de Rosario…

 

Esta tarde encontré al patrón en la piscina, usaba un pequeño bañador que dejaba poco a la imaginación, se notaba el bulto de sus partes genitales y él sabía que yo se lo había visto, en sus ojos se observaba el deseo puro por mí; Yo continué pasando, llevÔndole un refresco de limón; Habló conmigo y cuando me di vuelta sentí que me tocó el trasero.

 

VolteƩ y lo vi sonriendo, mi cara de pena le hizo disculparse, yo me fui de ahƭ casi corriendo, de haberme quedado no sƩ quƩ hubiera pasado, por fortuna la seƱora Marƭa estƔ de viaje, por fortuna o por desgracia?, si ella estuviera en casa atenderƭa a su marido y no se darƭan estos momentos incomodos que tanto me excitan.

 

 

El diario continuaba con lo que sucedĆ­a esa misma noche.

 

 

El patrón me llamó a su cuarto, eran casi las 8 de la noche, no me dijo nada al llegar, pero cerró la puerta y solo con la mirada, —La misma mirada que tenĆ­a en la piscina al nalguearme-—Me dio a entender lo que querĆ­a.

 

Se encontraba en pantalón de pijama, con el torso al descubierto.

—Patrón no me pida eso— Yo sólo le veĆ­a el fuerte pecho, desviando la mirada para no cruzarme con sus ojos.

 

—Te quiero tener Rosario, me gustas, tĆŗ decides.

 

Se metió al baño dejando claro que si al salir aún estaba allí pasaría aquello que quería de mí.

 

Me pareció un año aquellos cortos minutos, el corazón me latía fuerte y me sentía caliente.

 

Me desvestí… conservando las pantaletas.

 

Cuando salió del baño, vestía una pequeñita toalla de baño, era imponente, la visión de sus músculos causaron que mojara las pantis.

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…CaminĆ© hacia Ć©l y le pareció agradar verme sin ropa, sabĆ­a que habĆ­a aceptado a su propuesta.

 

Cuando lo alcancé, de inmediato le palpé los músculos del vientre con mis manos, deseaba desde hace tanto tocarle allí, como esperaba era todo duro lo que sentía, lo acariciaba y él sonreía.

 

Levanté la mirada para poder velo a los ojos, y nos quedamos viendo, mis manos bajaron a su toalla tocÔndole el pene, comencé a pellizcÔrselo con dos dedos y enseguida pareció crecer.

 

No aguanté mÔs, liberé su polla y me saqué las pantaletas, mientras él se retiró la toalla, usÔndola para secarse los líquidos de su polla

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Ahora podƭa ver sus genitales desnudos, la polla era larga y le colgaban las bolas, Ʃstas tenƭan poco pelos y se veƭan suaves y deliciosas.

 

Le acariciĆ© los huevos con los dedos y las uƱas, eso sĆ­, con mucha suavidad… Eso le gustó mucho, sus huevas eran grandes, y con cada cosquilleo se movĆ­an bastante dentro del saco de piel, eso me agradaba.

 

RecordĆ© la pelĆ­cula donde le pegaban bastante en las bolas al patrón, esa mujer de pelo rubio se las castigó, asĆ­ no fuera de verdad, pero sentĆ­a que yo compensarĆ­a las bolas del patrón, conmigo solo recibirĆ­an caricias…

 

…Le masajeaba las bolas con mucho cariƱo y provocĆ”ndole una extrema relajación, lo escuchĆ© gemir mientras mirando al techo disfrutaba del masaje, le encantaba demasiado que se las tocaran y jugaran con ellas, tal vez la seƱora MarĆ­a no le hacĆ­a eso, y en verdad no creo que ella sea una mujer que se dedique a caricias como Ć©stas.

 

Su verga no dejaba de crecer y daba saltos, salpicando todo con su agüita olorosa, le toque la punta y me empapé los dedos con ella.

 

—Vamos a la cama ya…—Expresó viĆ©ndome a la cara, la cual mostraba toda la ansiedad que ya tenĆ­a.

 

Lo tomƩ del pene erecto y tirando suavemente de Ʃste lo conduje a la cama. Al principio Ʃl puso resistencia disfrutando de la agarrada, yo le seguƭ el juego tirƔndole con mƔs fuerza del palo, por fin haciƩndole mover.

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Se sentó a la orilla de la cama y yo me quedĆ© frente a Ć©l, viendo su musculatura. Me tomó por la cintura llevĆ”ndome hacia Ć©l, besĆ”ndome con pasión e introduciĆ©ndome la lengua hasta la garganta…

 

…Le devolvĆ­ la atención y casi lo ahogo con lo profundo que llegó mi lengua, cuando nos separamos al fin, una gran cantidad de saliva caĆ­a de nuestras bocas necesitadas de aire.

 

Comenzó a tocarme, metiéndome la mano en la vagina, era cuidadoso y muy hÔbil con los dedos, yo jadeaba, gemía y suspiraba cada que palpaba mi botón de amor.

 

Le tocaba tambiĆ©n yo su pene que estaba bien duro, de pronto se me tiró como un tigre y me sometió en la cama, nos besamos, y yo lo mordĆ­a en el cuello y en el hombro, eso le gustaba, sentĆ­a como la verga me rozaba el muslo, la polla le daba aĆŗn mĆ”s brincos…

 

…Yo chorreaba bien ansiosa por que ya me la metiera mientras el mantenĆ­a la miraba en mis tetas y comenzaba a masajearlas, sus manazas abarcaban toda la superficie de mis pechos.

 

—MĆ©tamela, patrón! —Le dije jadeando y como un toro se me puso encima mientras entraba primero la punta de cabeza de su gran polla, mi mojada vagina la recibió gustosa.

 

Su cadera iba y venía, primero suave y luego rÔpido, cuando aceleraba me hacía gritar como una cualquiera, cuanta fuerza tenía el patrón, no esperaba menos de todos esos músculos, me mordía los labios para lo llenar la habitación con mis gemidos.

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El patrón paraba para no venirse, quería seguir disfrutÔndome, y yo ya tenía un orgasmo y después otro, chorreaba mi coño como un grifo abierto.

 

Al cansarse un poco, cambió de posición para descansar un instante y proseguir a un ritmo mĆ”s bajo…Me agarró con sus grandes manotas y me puso en cuatro de un sólo giro, agarrĆ”ndome bien fuerte por mi cintura, yo peguĆ© mis caderas mĆ”s a Ć©l y de golpe clavó su garrote en lo mĆ”s profundo de mi mojado coƱo.

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Ahora si jadeaba sin importarme el escÔndalo, el patrón me daba duro, al tiempo que no desocupaba mi espalda de sus besos.

 

Por fin se vino, me encantó sentir su leche dentro.

 

El cayó pesadamente en la cama cual enorme era, creí que rompería la cama con su peso y fuerza, jadeaba exhausto, pero lo atendí bien, me ubiqué entre sus gruesos muslos y le lamí las huevas sin parar, no me importaba que su leche se me saliera del coño y manchara las sabanas.

 

Casi me suplicaba que le diera tiempo, entendía lo que quería decir, aunque lo decía en otro idioma que no era inglés, debía ser alemÔn, porque el nació por allÔ.

 

Cuando se le volvió a parar la verga, yo me le puse encima, montĆ”ndolo como una vaquera, mis tetas al aire rebotaban sin parar, me movĆ­a como loca y el me la empuja lo mĆ”s profundo que podĆ­a…

 

…Se vino de nuevo, Ć©sta vez al tiempo que yo, me recostĆ© sobre su duro pecho y le besĆ© las tetillas. Nos quedamos un rato asĆ­ y despuĆ©s descansamos sobre la cama mojada y manchada.

 

Fue un delicioso sexo; Me fui de allĆ­ sabiendo que en adelante serĆ© suya cuantas veces Ć©l quiera…

 

 

Fin de la anotación, hoy es 08 de julio de 1990.

 

 

Una persona hojeaba el diario y tras cerrarlo levantó la mirada, se trataba de María Shriver, la esposa de Arnold, el rostro de la mujer, que siempre estaba acostumbrado a una amplia sonrisa, ahora expresaba un profundo enojo.

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María se acomodó un mechón de pelo tras la oreja y calmadamente expresó:

 

—Esta me la va a pagar, Arnold…Me la pagarĆ”s! ya lo verĆ”s!

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

***

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