MAGGIE WESTWOOD. 1 de 2. - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

11 ene 2022

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MAGGIE WESTWOOD. 1 de 2.

 

MAGGIE WESTWOOD. 1 de 2.

Ataque Frustrado.

 


CONTIENE BALLBUSTING F/M y SEXO FORZADO HETEROSEXUAL.

 

Versión ampliada de escena ubicada en el relato EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 1. Objetivo: El Navajas!

Tiene relación con el relato: TRAMASPENDIENTES SOBRE LA VAMPIRA

                                                                     

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Maggie Westwood es una mujer de 20 aƱos, nacida en Corpus Cristi (Texas). La joven rubia, hija de padre delincuente y madre adicta, pasó su infancia y adolescencia en un reformatorio del estado. Al cumplir los 15 se evadió del sitio y pronto se introdujo a la vida criminal…

…Robos pequeƱos a tiendas de abarrotes fueron sus inicios, hasta que fue arrestada en Dallas.

Una vez libre pasó la frontera a MĆ©xico, dónde no tardó en ser arrestada en el estado de Jalisco, la inexperta ladrona se vio pronto en una comisarĆ­a mexicana; AllĆ­ conoció a Robert ā€œJackā€ Mennon, un policĆ­a corrupto que trabajaba en MĆ©xico como detective privado y muy cercano a policĆ­as mexicanos; Todo era una fachada de sus lazos con cĆ”rteles de la droga y mĆ”s grupos criminales.

Mennon vio potencial en la chica y le reclutó en su organización criminal. El mismo era un asesino entrenado por el legendario ā€œCóndor de los Andesā€, se dedicó por algunos meses a convertir a la joven Maggie en una asesina.


Westwood trabajó con su ā€œmaestroā€ por medio aƱo, pero ya vio el momento de hacerse independiente.

Los asesinatos de la novata sicaria comenzaron a aparecer en la lupa de las autoridades, es lo que Maggie querĆ­a, ser famosa!, pero ella apenas iniciaba en esto del sicariato, y querĆ­a un atajo a la fama mundial.

En LatinoamĆ©rica La Vampira era una de las asesinas que en los Ćŗltimos meses mĆ”s ascenderĆ­a en fama, y tambiĆ©n estaban otros asesinos de mĆ”s edad y consolidados cómo el ā€œGatillo de oroā€ y ā€œEl pez espadaā€, excelentes  asesinos por contrato...Sin mencionar al Navajas, el cual al colaborar con las autoridades, paradójicamente se convirtió en el objetivo de toda la mafia…Esa era la oportunidad que Maggie buscaba!

Una mañana Maggie leía el periódico, sobre un intento fallido de asesinato contra El Navajas, el testigo estrella de las autoridades contra la mafia.

—Quisiera matar a ese hijuepupta—Expresó en voz baja la gringa, quien aun no dominaba el espaƱol en algunas vulgaridades.

Y aquel mismo día un aliado criminal la contactó, uno de los conocidos de éste, el líder mafioso Emilio Mancera necesitaba eliminar al Navajas, así que su aliada Maggie podría hacer el trabajo.

                                                                 

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Maggie se entusiasmó, su atajo al éxito era una realidad.

 

Por la tarde, Maggie asistió a una reunión en una habitación de motel. Al entrar a la habitación 109 fue requisada por un hombre alto vestido de negro, obviamente un escolta; Le quitó su pistola y con una clara mirada de pervertido la tanteó por todo el cuerpo en busca de otras armas.

 

La gringa se enojó ante el descarado acto manual del sujeto, pero ahora eran los negocios lo que importaba, una vez registrada el alto sujeto le hizo señas para que avanzara, en la pequeña sala le esperaba un hombre de apellido Morales, era el enviado por Mancera para hacer el trato, ella se mantuvo de pie y el Escolta se le ubicó detrÔs, se cruzó las manos sobre el pecho y solo fue testigo de la conversación de su jefe.

 

—Bienvenida seƱorita Westwood, veo que es cierto lo que me dijeron de usted…es muy joven y bella.

 

—Problems, digo… Problemas con eso?

 

—Me pregunto si siendo tan joven eres una profesional capaz?

 

Maggie, se dio la vuelta y con velocidad le dio un golpe de karate en el cuello al alto escolta, el sujeto trató de retroceder, tosió y se llevó una mano en busca de su pistola, ésta no estaba.

 

—Vaya, vaya—SonreĆ­a el jefe, quien se mantenĆ­a sentado en la mesa, Maggie tenĆ­a el arma del escolta y le apuntaba a Ć©ste justo a un par de centĆ­metro de la entrepierna.

                                                                     

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El escolta se dio cuenta del peligro a su zona privada y se quedó quieto.

 

—Me gustas, querida, sabes hacer el trabajo jajaja—Se regodeaba el jefe—Y tĆŗ grandote, eres un imbĆ©cil.

 

El escolta expresaba  vergüenza y a la vez cierto temor.

 

—Yo no me mover si fuera usted—Expresó en mal castellano la rubia, quiĆ©n puso en contacto la boca del arma contra el miembro viril del escolta.

 

—Ya dĆ©jelo en paz, asesina, vamos a hablar de negocios.

 

—Ok—La mujer descendió un instante el arma—Pero antes…—Maggie de repente levantó la pistola con fuerza, ubicada entre los muslos del escolta el cañón del arma le impactó con fuerza en los testĆ­culos.

 

—OOuggghh!!—Expresó el sujeto para de inmediato cerrar los ojos y labios tratando de soportar el padecimiento

                                                                         

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El escolta terminó de rodillas, tomando sus bolas. Maggie buscó su arma y le dejó ahí.

 

Al llegar a la mesa le entregó la pistola del escolta al jefe, mientras ella guardaba su propia arma.

 

Comenzaron a charlar de negocios.

 

—Mi patrón quiere que le rebanen el cuello, por sapo. Ese Navajas es un As con el cuchillo, pues morirĆ” por medio de Ć©ste.

 

Maggie asintió y respondió:

 

—No haber problemo… No problema—Corrigió la palabra.

 

 

Ya en su casa leyó los expedientes que le habían entregado sobre el Navajas, su historial en la mafia, los asesinatos, él era un experto matando, ella apenas una principiante, pero no se amilanaba.

 

En su currículum supo que el Navajas era bueno en combate mano a mano, así como en el uso de la pistola, mientras usando cuchillos era simplemente excelente. Maggie se comparó, ella era buena en pistola y cuchillo, pero apenas regular en pelea a mano limpia; La palabra excelente aún no estaba en su curriculum, pero era joven, esperaba con los años ser la mejor del mundo, admiraba como todos al mejor, al Cóndor de los Andes.

 

Al final de los documentos estaba lo que ya había planeado con su contacto y aliado, sobre el cómo ingresar a la cÔrcel y tener acceso al restringido prisionero. Por inteligencia los mafiosos sabían que el Navajas con frecuencia recibía los servicios de diversas prostitutas, así entraría a la prisión, siendo una mujer bella era fÔcil de suplantar a una zorra de agencia, era la misma forma en que una policía de apellido Taylor se infiltró y le capturó, todo estaba en los expedientes.

 

No me extraƱa—Pensaba Magiee—Como todo hombre su debilidad son sus genitales…Simplemente no pueden pasar mucho tiempo sin necesitar de una mujer para hacerle el amor.

 

La gringa sacó una pequeña navaja de fibra de carbono, el instrumento era retrÔctil, lo envolvió en un plÔstico y se lo introdujo en la vagina, así introduciría el arma para degollar al Navajas. Caminó por la habitación con el cuerpo extraño adentro hasta acostumbrarse a él.

                                                                     

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DĆ­as despuĆ©s Maggie ingresaba a la prisión ā€œLA SIERRA MORENAā€, no le resultó problemĆ”tico el ingresar, pasó el detector de metales como rutina y en un dos por tres estaba adentro.

 

Pronto la condujeron a una habitación para citas conyugales, dónde tendría cierta privacidad con el exjefe de sicarios.

 

La ā€œProstituta rubiaā€ que habĆ­a pedido el Navajas estaba lista para atenderlo.

 

El Navajas se degustó ante la rubia, y sabiendo que era gringa le pareció un bocado mÔs exclusivo.

 

—Hello baby—Se presentó Maggie ante el semidesnudo macho, quien ya estaba en calzoncillos.

                                                                     

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—Que bella eres, perrita—La erección ya elevaba la ropa interior del asesino.

 

—Querer divertirte?

 

—Ya estaba ansioso querida, que te parece si comenzamos.

 

La gringa se quitó la ropa quedando en interiores negros, el Navajas se desnudó pronto, la joven no pudo evitar ver los dotados genitales del sicario, se le acercó y le tomó el pene. 

                                                                     

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—Querida me gustan las monitas, te voy a dar sabroso.

 

—Eso me gustar mucho—No dejaba de sonreĆ­rle y acariciarle el pene.

 

—Oh sĆ­, sigue así…

 

— Tus balls son grandes, querido.

 

—Ya ansĆ­o que pruebes mi leche perra.

 

La rubia hacía su papel, buscando que se confiara el varón.

 

No tardó la gringa en desnudarse para ser degustada por los ojos del sicario.

 

Maggie recibía los besos del impaciente Navajas, quien le tocaba las pequeñas y deliciosas mamas. El macho ansiaba llevarla a la cama de aquella habitación.

 

Mientras una mano de la mujer le acariciaba la punta del pene al macho, la otra se dirigió a su propia entrepierna…Con dos dedos extrajo de su coƱo el pequeƱo artefacto envuelto en plĆ”stico…se trataba de la navaja retrĆ”ctil…Ya fuera del plĆ”stico el arma estaba lista para ser usada.

 

Pero el varón se percató de la traicionera acción y dio un brinco atrÔs poniendo distancia entre sus carnes y aquel objeto mortal.

 

—Muere, Navajas!

 

La mujer se abalanzó lista a apuñalar al sicario, quien de una rÔpida patada en la mano le voló el filoso objeto. La hembra ni siquiera vio el veloz movimiento, lo único que hizo fue retroceder en un mero instinto defensivo.

No entendió cómo la habĆ­a desarmado…Ella se consideraba buena manejando el cuchillo, cómo pudo desarmarla sin darse cuenta.

 

Estaba en problemas!, éste no era un tonto como el escolta que venció sin despeinarse, era consciente que no tenía la habilidad para enfrentar a un experto en combate mano a mano como lo era El Navajas.

 

Tenƭa que tranquilizarse, y sobre todo pensar rƔpido, su enemigo no le darƭa todo el tiempo del mundo.

 

Observó al Navajas, claramente mÔs grande que ella y mÔs fornido, era superada ampliamente en físico.

 

Le vino a la memoria su primer entrenamiento en defensa personal. Recordó las primeras enseñanzas bÔsicas de su instructor Mennon:

 

—Si te ves en inferioridad ante tu enemigo, no te desesperes, busca sus puntos dĆ©biles…Los ojos, los oĆ­dos, la garganta, el plexo solar, las rodillas y en nosotros los hombres, los huevos! Nuestra mayor debilidad…Ataca esos lugares con fuerza! sin vacilación! y eso te darĆ” una ventaja, aprovecha esa ventaja, mujer!

 

Aplicando su entrenamiento, la mujer enseguida buscó su ventaja, miró por una fracción de segundo la entrepierna del desnudo varón.

 

IrĆ­a por el punto mĆ”s dĆ©bil en el cuerpo del Navajas, un buen golpe en sus pelotas dejarĆ­a al Navajas inmóvil por un rato; Eso le darĆ­a la oportunidad para retomar su filosa arma… y Ć©sta segunda vez el aturdido hombre serĆ­a presa fĆ”cil para ella.

 

Volvió a verle las pelotas, eran grandes y colgaban bastante. No era comĆŗn ver un par asĆ­. 

                                                                         

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No entendía cómo podía ser el Navajas un excelente peleador mano a mano si tenía entre las piernas aquellas orbes tan pesadas. Con un suspensorio las tendría bien recogidas, pero desnudo como ahora, sin duda le molestarían para moverse rÔpido.

 

Para Maggie esas bolas eran su ventaja, le convenƭan ese tamaƱo y la desnudez.

 

Eran un blanco fƔcil!

 

La rubia atacó! Con todas sus fuerzas lanzó una violenta patada contra los testículos de su enemigo.

 

—No hay hombre que soporte una patada en los huevos, hasta el mĆ”s fuerte queda aturdido unos momentos… —Eran las palabras del instructor que se repetĆ­an en la mente de la gringa, mientras su empeine ascendĆ­a entre los fuertes muslos del macho, rumbo a causarle el mayor dolor que puede sentir un hombre.

 

Pero el sicario estaba bien atento y con un Ôgil movimiento giró la cadera poniendo sus bolas a salvo, al tiempo que interceptaba la pierna de la rubia.

 

—Oh, no no no, nada de eso querida, nada de golpes bajos…La Ćŗltima mujer con quien me peleĆ© me trató mal las pelotas, no mĆ”s!

 

La mujer estaba sorprendida una vez mƔs, habƭa fallado y se le venƭa el contraataque del sicario.

 

El macho aprovechó la pierna capturada y atrajo a la mujer hacia él, le propinó un fuerte gancho en la boca del estómago dejÔndola boquiabierta, un impacto de puño en la frente y la mujer quedó con los ojos en blanco.

 

La agresora yacía desmayada en los brazos del jefe sicario. El macho se saboreó y le tocó a gusto una teta.

 

—Lo siento mi amor, pero desde que esa puta policĆ­a me atrapó ya no bajo la guardia con las mujeres…y menos si es una puta o finge serlo.

 

El sicario depositó a la mujer sobre la cama y se levantó el pene con un poco de ayuda manual…Con la maravillosa vista de la desmayada mujer, no tardó el pene en erguirse.

                                                                         

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El venoso falo estaba listo y el Navajas se dispuso a hacerle el amor, tomó su grueso y duro miembro y lo pasó varias veces entre sus labios vaginales, golpeaba con su glande el clítoris de la desmayada. Reía sin parar, se saboreó y no lo pensó mÔs...

 

…Colocó su pene en la entrada de la vagina y comenzó a metĆ©rsela poco a poco, metĆ­a la cabeza y un poco mĆ”s y lo retiraba sin sacarlo por completo y asĆ­ se lo iba metiendo avanzando en cada vaivĆ©n mĆ”s y mĆ”s hasta que no comió mĆ”s ansias y se dejó caer, entrĆ”ndole hasta el fondo.

 

El cuerpo de la gringa se movía al ritmo del sicario, la sostuvo por los muslos y las caderas y comenzó un rítmico vaivén entrando y saliendo de la cÔlida cueva.

 

El Navajas se inclinó sobre la mujer, besando los tiernos labios de la rubia, le lamĆ­a la barbilla, el cuello y terminó en sus pequeƱos pechos…Disfrutaba el acto al mĆ”ximo.

 

El asesino aceleró la penetración, cerciorÔndose de entrar hasta el fondo, se jactaba de sentir cómo su glande chocaba contra el cuello uterino; Jadeaba cuando sus testículos se estrellaban contra el perineo de la fémina. Y pensar que la gringa había intentado pateÔrselos, ahora eran los huevos del Navajas los que golpeaban las zonas privadas de ella.

 

El violador aceleró sus movimientos embistiéndola con mÔs fuerza

 

—Maldita zorra no puedo aguantar mĆ”s!!!

 

Apretó los dientes cuando sus pelotas ascendieron a la base de su miembro viril, el cual latía y comenzaba a expulsar chorros de leche caliente, El navajas contraía mÔs sus nalgas para soltar su carga de semen en lo mÔs profundo dentro del coño de la desmayada rubia.

                                                                     

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Se mantuvo bombeando la zona hasta que saliera su Ćŗltima gota de semen.

 

A propósito se quedó un rato mÔs dentro, hasta que su pene comenzó a perder dureza. Por fin lo sacó y dejó chorrear la mezcla de su esperma y los fluidos de la rubia

 

Se quedó mirÔndola.

 

—Perdona que tuviera mi fiesta sin pedirte permiso, querida…Pero no podĆ­a desaprovechar la oportunidad, desde hace una semana no cogĆ­a a una mujer…mi pene no puede vivir sin una buena vagina.

 

Colocó su calzoncillo y se acomodó la verga y las pelotas, recordó el intento de la fémina de faulearlo.

 

—Eso te enseƱarĆ” a tratar bien las bolas de un macho, gringa—Expresó el Navajas, tomĆ”ndose las bolas y casi enseƱƔndolas a la inconsciente mujer.

 

Fue cuando por fin llamó a los guardias. 

 

Conocido el suceso se armó el escÔndalo. Era el tercer intento de asesinato contra el sicario en menos de un mes.

 

La mujer fue rƔpidamente sacada del sitio y puesta bajo custodia policial.

 

En cierto momento interrogaron al prisionero.

 

—La violaste? —Le recriminó uno de los fiscales cuando se enteraron del incidente.

 

—Claro que no…—Mintió descaradamente el sicario—Nos acostamos y despuĆ©s me quiso matar!, la maldita creyó que habĆ­a bajado la guardia despuĆ©s de fornicar, pero le esperaba una sorpresa, Y ella tenĆ­a una navaja, quien sabe dónde la escondió, revisen mejor al ingresar los visitantes, inĆŗtiles! —Una excusa previamente pensada.

 

 

Por su lado, a la rubia en custodia le sucederĆ­an diversas cosas…

 

Tras el Navajas contar del intento de asesinato, dos guardias sacaron a la desmayada y desnuda mujer, la esposaron y llevaron cubierta por sÔbanas rumbo a la enfermería de la prisión.

 

Una enfermera de turno la valoró y concluyó que sólo seguía desmayada. Tras un instante la mujer de 50 años decidió salir a fumar, dejando a los dos guardias con la capturada.

 

Uno de los guardias se saborea, levanta las sƔbanas y contempla el cuerpo desnudo de la gringa.

 

—Es bonita la mona Ć©sta—El sujeto se tocaba la entrepierna, dónde aparecĆ­a una erección en su pantalón.

 

—No pienses eso, estĆ”s loco? —Le recrimina su compaƱero.

 

—CĆŗbreme, no seas malo—El hombre se abrĆ­a el pantalón, listo a bajĆ”rselo.

 

—No estĆ” bien!

 

—No pasarĆ” nada, El Navajas se la ā€œcomiĆ³ā€, nadie sabrĆ” sin otro se la vuelve a meter, estĆ” desmayada, ni ella misma se darĆ” cuenta.

 

El compaƱero seguƭa indeciso en permitirle el abominable acto.

 

—Me debes una, recuĆ©rdalo, vamos colabórame! —Le traĆ­a a colación cuando su compaƱero tuvo un desliz amoroso con una asistente del director de la prisión y tuvieron sexo en la propia oficina del jefe, Ć©l le ayudó a mantener el secreto. 

 

El indeciso guardia aceptó y se volteó, caminó a la puerta, cerrÔndola y asegurÔndose de que la enfermera no volviera de repente.

 

El otro, el pervertido guardia, se quita el pantalón y calzoncillo, sube a la cama ubicÔndose sobre Maggie, admira una vez mÔs su desnudez y estÔ a punto de penetrarla.

 

—Monita, voy a disfrutar esto…

 

Es cuando Maggie abre los ojos y levanta con fuerza ambas rodillas, aplastado levemente la expuesta entrepierna del guardia. El varón se queja de dolor…

                                                                    

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…Pero sólo fue el inicio, pues la mujer sólo querĆ­a levĆ”ntalo de su cuerpo para tener espacio y a continuación enterrarle con furia su rodilla derecha en los testĆ­culos.

 

—AAAAHHHHHHHH!!!!!!! —Gritó con toda su fuerza el hombre.

                                                                        

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El nuevo golpe dejó los testículos del guardia mÔs que deformes, sintió plenamente la aguda superficie de la huesuda rodilla de la gringa.

 

—Son of the bitch! (hijo de puta!) —Expresó la enojada Maggie, quien para sorpresa de todos ya habĆ­a recobrado el conocimiento, apenas se sintió limitada de manos con las esposas a la espalda, decidió fingir inconsciencia esperando alguna oportunidad de escape.

 

El guardia rodó por la cama cayendo al suelo, Maggie se incorporó enfurecida, no sólo por el intento de violación del guardia, sino que sintió su cuerpo y supo que desde antes la habían violado, ese miserable del Navajas abusó de ella estando sin sentido. Avanzó contra el sujeto y le pateó el rostro.

 

De inmediato la gringa se agachó al ubicar los pantalones del guardia, en busca de las llaves de la esposas. Fue cuando escuchó movimiento tras ella, volteó y encontró al otro guardia con rostro de furia.

 

—Condenada puta…—El sujeto sacó su bastón retrĆ”ctil y lo desplegó.

                                                                        

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El hombre atacó a Maggie con fuerza, la rubia agachada, apenas pudo esquivar el golpe de bastón, terminando sentada en el suelo. Si estuviera libre de manos no sería problema vencer al sujeto.

 

Con la mujer en el piso, el guardia creyó que estaba indefensa, pero se equivocaba, Maggie era todo pero menos una mujer indefensa…Desde el suelo movió la rodilla con una velocidad impresionante, ascendiendo su pierna en un movimiento de latigazo; El pie de la gringa salió disparado entre los muslos del sujeto, aplastĆ”ndole las pelotas y haciĆ©ndoselas rebotar.

                                                                  

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—AAAaahhhhhh!!!!—Exclamó el guardia cuando tras el retiro del pie, sus cojones rebotaron volviendo a su posición natural.

 

Una horrible sensación subió por su vientre a estómago, provocĆ”ndole nauseas, la sensación de ā€œrebote testicularā€ le llegó a la cabeza, haciĆ©ndole ver todo blanco y torcer los ojos, el bastón cayó de su mano y Ć©l se fue al suelo de rodillas.

 

Maggie se levantó con rapidez y propinó un rodillazo en la cara al sujeto dejÔndole tirado, la amenaza estaba neutralizada.

 

—Aaahhh!—Expresó Maggie cuando la golpeaban por detrĆ”s, se trataba de la enfermera quien descargó el equipo de reanimación portĆ”til contra la nuca de la joven gringa.

 

Y es que ante el escĆ”ndalo del dolor masculino, la mujer regresó a la enfermerĆ­a, la puerta cerrada no fue impedimento al tener ella las llaves. Cuando observó al guardia caer al suelo despuĆ©s de la patada en los testĆ­culos por parte de la desnuda prisionera, y verla incorporar…La veterana enfermera no lo dudó dos veces y actuó!

 

Era una mujer que no se amilanaba ante nada, por algo trabajaba en una prisión masculina de alta seguridad…Tomó el pesado equipo de reanimación y todo fue oscuridad en los ojos de la detenida.

 

Todo fue escÔndalo en adelante, pues llegaron mÔs testigos, encontrando a los guardias, dolidos de los testículos y uno de ellos sin pantalones. Las investigaciones comenzarían, mientras la rubia fue trasladada de inmediato a otra prisión, ahora en la capital.

 

 

CONTINUARÁ…

 

 

 

***

 


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