MAGGIE WESTWOOD. 1 de 2. - Las Bolas de Pablo

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11 ene 2022

MAGGIE WESTWOOD. 1 de 2.

 

MAGGIE WESTWOOD. 1 de 2.

Ataque Frustrado.

 


CONTIENE BALLBUSTING F/M y SEXO FORZADO HETEROSEXUAL.

 

VersiĆ³n ampliada de escena ubicada en el relato EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 1. Objetivo: El Navajas!

Tiene relaciĆ³n con el relato: TRAMASPENDIENTES SOBRE LA VAMPIRA

                                                                     

Maggie Westwood es una mujer de 20 aƱos, nacida en Corpus Cristi (Texas). La joven rubia, hija de padre delincuente y madre adicta, pasĆ³ su infancia y adolescencia en un reformatorio del estado. Al cumplir los 15 se evadiĆ³ del sitio y pronto se introdujo a la vida criminal…

…Robos pequeƱos a tiendas de abarrotes fueron sus inicios, hasta que fue arrestada en Dallas.

Una vez libre pasĆ³ la frontera a MĆ©xico, dĆ³nde no tardĆ³ en ser arrestada en el estado de Jalisco, la inexperta ladrona se vio pronto en una comisarĆ­a mexicana; AllĆ­ conociĆ³ a Robert “Jack” Mennon, un policĆ­a corrupto que trabajaba en MĆ©xico como detective privado y muy cercano a policĆ­as mexicanos; Todo era una fachada de sus lazos con cĆ”rteles de la droga y mĆ”s grupos criminales.

Mennon vio potencial en la chica y le reclutĆ³ en su organizaciĆ³n criminal. El mismo era un asesino entrenado por el legendario “CĆ³ndor de los Andes”, se dedicĆ³ por algunos meses a convertir a la joven Maggie en una asesina.


Westwood trabajĆ³ con su “maestro” por medio aƱo, pero ya vio el momento de hacerse independiente.

Los asesinatos de la novata sicaria comenzaron a aparecer en la lupa de las autoridades, es lo que Maggie querĆ­a, ser famosa!, pero ella apenas iniciaba en esto del sicariato, y querĆ­a un atajo a la fama mundial.

En LatinoamĆ©rica La Vampira era una de las asesinas que en los Ćŗltimos meses mĆ”s ascenderĆ­a en fama, y tambiĆ©n estaban otros asesinos de mĆ”s edad y consolidados cĆ³mo el “Gatillo de oro” y “El pez espada”, excelentes  asesinos por contrato...Sin mencionar al Navajas, el cual al colaborar con las autoridades, paradĆ³jicamente se convirtiĆ³ en el objetivo de toda la mafia…Esa era la oportunidad que Maggie buscaba!

Una maƱana Maggie leĆ­a el periĆ³dico, sobre un intento fallido de asesinato contra El Navajas, el testigo estrella de las autoridades contra la mafia.

—Quisiera matar a ese hijuepupta—ExpresĆ³ en voz baja la gringa, quien aun no dominaba el espaƱol en algunas vulgaridades.

Y aquel mismo dĆ­a un aliado criminal la contactĆ³, uno de los conocidos de Ć©ste, el lĆ­der mafioso Emilio Mancera necesitaba eliminar al Navajas, asĆ­ que su aliada Maggie podrĆ­a hacer el trabajo.

                                                                 


Maggie se entusiasmĆ³, su atajo al Ć©xito era una realidad.

 

Por la tarde, Maggie asistiĆ³ a una reuniĆ³n en una habitaciĆ³n de motel. Al entrar a la habitaciĆ³n 109 fue requisada por un hombre alto vestido de negro, obviamente un escolta; Le quitĆ³ su pistola y con una clara mirada de pervertido la tanteĆ³ por todo el cuerpo en busca de otras armas.

 

La gringa se enojĆ³ ante el descarado acto manual del sujeto, pero ahora eran los negocios lo que importaba, una vez registrada el alto sujeto le hizo seƱas para que avanzara, en la pequeƱa sala le esperaba un hombre de apellido Morales, era el enviado por Mancera para hacer el trato, ella se mantuvo de pie y el Escolta se le ubicĆ³ detrĆ”s, se cruzĆ³ las manos sobre el pecho y solo fue testigo de la conversaciĆ³n de su jefe.

 

—Bienvenida seƱorita Westwood, veo que es cierto lo que me dijeron de usted…es muy joven y bella.

 

—Problems, digo… Problemas con eso?

 

—Me pregunto si siendo tan joven eres una profesional capaz?

 

Maggie, se dio la vuelta y con velocidad le dio un golpe de karate en el cuello al alto escolta, el sujeto tratĆ³ de retroceder, tosiĆ³ y se llevĆ³ una mano en busca de su pistola, Ć©sta no estaba.

 

—Vaya, vaya—SonreĆ­a el jefe, quien se mantenĆ­a sentado en la mesa, Maggie tenĆ­a el arma del escolta y le apuntaba a Ć©ste justo a un par de centĆ­metro de la entrepierna.

                                                                     


El escolta se dio cuenta del peligro a su zona privada y se quedĆ³ quieto.

 

—Me gustas, querida, sabes hacer el trabajo jajaja—Se regodeaba el jefe—Y tĆŗ grandote, eres un imbĆ©cil.

 

El escolta expresaba  vergĆ¼enza y a la vez cierto temor.

 

—Yo no me mover si fuera usted—ExpresĆ³ en mal castellano la rubia, quiĆ©n puso en contacto la boca del arma contra el miembro viril del escolta.

 

—Ya dĆ©jelo en paz, asesina, vamos a hablar de negocios.

 

—Ok—La mujer descendiĆ³ un instante el arma—Pero antes…—Maggie de repente levantĆ³ la pistola con fuerza, ubicada entre los muslos del escolta el caĆ±Ć³n del arma le impactĆ³ con fuerza en los testĆ­culos.

 

—OOuggghh!!—ExpresĆ³ el sujeto para de inmediato cerrar los ojos y labios tratando de soportar el padecimiento

                                                                         


El escolta terminĆ³ de rodillas, tomando sus bolas. Maggie buscĆ³ su arma y le dejĆ³ ahĆ­.

 

Al llegar a la mesa le entregĆ³ la pistola del escolta al jefe, mientras ella guardaba su propia arma.

 

Comenzaron a charlar de negocios.

 

—Mi patrĆ³n quiere que le rebanen el cuello, por sapo. Ese Navajas es un As con el cuchillo, pues morirĆ” por medio de Ć©ste.

 

Maggie asintiĆ³ y respondiĆ³:

 

—No haber problemo… No problema—CorrigiĆ³ la palabra.

 

 

Ya en su casa leyĆ³ los expedientes que le habĆ­an entregado sobre el Navajas, su historial en la mafia, los asesinatos, Ć©l era un experto matando, ella apenas una principiante, pero no se amilanaba.

 

En su currĆ­culum supo que el Navajas era bueno en combate mano a mano, asĆ­ como en el uso de la pistola, mientras usando cuchillos era simplemente excelente. Maggie se comparĆ³, ella era buena en pistola y cuchillo, pero apenas regular en pelea a mano limpia; La palabra excelente aĆŗn no estaba en su curriculum, pero era joven, esperaba con los aƱos ser la mejor del mundo, admiraba como todos al mejor, al CĆ³ndor de los Andes.

 

Al final de los documentos estaba lo que ya habĆ­a planeado con su contacto y aliado, sobre el cĆ³mo ingresar a la cĆ”rcel y tener acceso al restringido prisionero. Por inteligencia los mafiosos sabĆ­an que el Navajas con frecuencia recibĆ­a los servicios de diversas prostitutas, asĆ­ entrarĆ­a a la prisiĆ³n, siendo una mujer bella era fĆ”cil de suplantar a una zorra de agencia, era la misma forma en que una policĆ­a de apellido Taylor se infiltrĆ³ y le capturĆ³, todo estaba en los expedientes.

 

No me extraƱa—Pensaba Magiee—Como todo hombre su debilidad son sus genitales…Simplemente no pueden pasar mucho tiempo sin necesitar de una mujer para hacerle el amor.

 

La gringa sacĆ³ una pequeƱa navaja de fibra de carbono, el instrumento era retrĆ”ctil, lo envolviĆ³ en un plĆ”stico y se lo introdujo en la vagina, asĆ­ introducirĆ­a el arma para degollar al Navajas. CaminĆ³ por la habitaciĆ³n con el cuerpo extraƱo adentro hasta acostumbrarse a Ć©l.

                                                                     


DĆ­as despuĆ©s Maggie ingresaba a la prisiĆ³nLA SIERRA MORENA, no le resultĆ³ problemĆ”tico el ingresar, pasĆ³ el detector de metales como rutina y en un dos por tres estaba adentro.

 

Pronto la condujeron a una habitaciĆ³n para citas conyugales, dĆ³nde tendrĆ­a cierta privacidad con el exjefe de sicarios.

 

La “Prostituta rubia” que habĆ­a pedido el Navajas estaba lista para atenderlo.

 

El Navajas se degustĆ³ ante la rubia, y sabiendo que era gringa le pareciĆ³ un bocado mĆ”s exclusivo.

 

—Hello baby—Se presentĆ³ Maggie ante el semidesnudo macho, quien ya estaba en calzoncillos.

                                                                     


—Que bella eres, perrita—La erecciĆ³n ya elevaba la ropa interior del asesino.

 

—Querer divertirte?

 

—Ya estaba ansioso querida, que te parece si comenzamos.

 

La gringa se quitĆ³ la ropa quedando en interiores negros, el Navajas se desnudĆ³ pronto, la joven no pudo evitar ver los dotados genitales del sicario, se le acercĆ³ y le tomĆ³ el pene. 

                                                                     


—Querida me gustan las monitas, te voy a dar sabroso.

 

—Eso me gustar mucho—No dejaba de sonreĆ­rle y acariciarle el pene.

 

—Oh sĆ­, sigue asĆ­…

 

— Tus balls son grandes, querido.

 

—Ya ansĆ­o que pruebes mi leche perra.

 

La rubia hacĆ­a su papel, buscando que se confiara el varĆ³n.

 

No tardĆ³ la gringa en desnudarse para ser degustada por los ojos del sicario.

 

Maggie recibĆ­a los besos del impaciente Navajas, quien le tocaba las pequeƱas y deliciosas mamas. El macho ansiaba llevarla a la cama de aquella habitaciĆ³n.

 

Mientras una mano de la mujer le acariciaba la punta del pene al macho, la otra se dirigiĆ³ a su propia entrepierna…Con dos dedos extrajo de su coƱo el pequeƱo artefacto envuelto en plĆ”stico…se trataba de la navaja retrĆ”ctil…Ya fuera del plĆ”stico el arma estaba lista para ser usada.

 

Pero el varĆ³n se percatĆ³ de la traicionera acciĆ³n y dio un brinco atrĆ”s poniendo distancia entre sus carnes y aquel objeto mortal.

 

—Muere, Navajas!

 

La mujer se abalanzĆ³ lista a apuƱalar al sicario, quien de una rĆ”pida patada en la mano le volĆ³ el filoso objeto. La hembra ni siquiera vio el veloz movimiento, lo Ćŗnico que hizo fue retroceder en un mero instinto defensivo.

No entendiĆ³ cĆ³mo la habĆ­a desarmado…Ella se consideraba buena manejando el cuchillo, cĆ³mo pudo desarmarla sin darse cuenta.

 

Estaba en problemas!, Ć©ste no era un tonto como el escolta que venciĆ³ sin despeinarse, era consciente que no tenĆ­a la habilidad para enfrentar a un experto en combate mano a mano como lo era El Navajas.

 

Tenƭa que tranquilizarse, y sobre todo pensar rƔpido, su enemigo no le darƭa todo el tiempo del mundo.

 

ObservĆ³ al Navajas, claramente mĆ”s grande que ella y mĆ”s fornido, era superada ampliamente en fĆ­sico.

 

Le vino a la memoria su primer entrenamiento en defensa personal. RecordĆ³ las primeras enseƱanzas bĆ”sicas de su instructor Mennon:

 

—Si te ves en inferioridad ante tu enemigo, no te desesperes, busca sus puntos dĆ©biles…Los ojos, los oĆ­dos, la garganta, el plexo solar, las rodillas y en nosotros los hombres, los huevos! Nuestra mayor debilidad…Ataca esos lugares con fuerza! sin vacilaciĆ³n! y eso te darĆ” una ventaja, aprovecha esa ventaja, mujer!

 

Aplicando su entrenamiento, la mujer enseguida buscĆ³ su ventaja, mirĆ³ por una fracciĆ³n de segundo la entrepierna del desnudo varĆ³n.

 

IrĆ­a por el punto mĆ”s dĆ©bil en el cuerpo del Navajas, un buen golpe en sus pelotas dejarĆ­a al Navajas inmĆ³vil por un rato; Eso le darĆ­a la oportunidad para retomar su filosa arma… y Ć©sta segunda vez el aturdido hombre serĆ­a presa fĆ”cil para ella.

 

VolviĆ³ a verle las pelotas, eran grandes y colgaban bastante. No era comĆŗn ver un par asĆ­. 

                                                                         


No entendĆ­a cĆ³mo podĆ­a ser el Navajas un excelente peleador mano a mano si tenĆ­a entre las piernas aquellas orbes tan pesadas. Con un suspensorio las tendrĆ­a bien recogidas, pero desnudo como ahora, sin duda le molestarĆ­an para moverse rĆ”pido.

 

Para Maggie esas bolas eran su ventaja, le convenƭan ese tamaƱo y la desnudez.

 

Eran un blanco fƔcil!

 

La rubia atacĆ³! Con todas sus fuerzas lanzĆ³ una violenta patada contra los testĆ­culos de su enemigo.

 

—No hay hombre que soporte una patada en los huevos, hasta el mĆ”s fuerte queda aturdido unos momentos… —Eran las palabras del instructor que se repetĆ­an en la mente de la gringa, mientras su empeine ascendĆ­a entre los fuertes muslos del macho, rumbo a causarle el mayor dolor que puede sentir un hombre.

 

Pero el sicario estaba bien atento y con un Ć”gil movimiento girĆ³ la cadera poniendo sus bolas a salvo, al tiempo que interceptaba la pierna de la rubia.

 

—Oh, no no no, nada de eso querida, nada de golpes bajos…La Ćŗltima mujer con quien me peleĆ© me tratĆ³ mal las pelotas, no mĆ”s!

 

La mujer estaba sorprendida una vez mƔs, habƭa fallado y se le venƭa el contraataque del sicario.

 

El macho aprovechĆ³ la pierna capturada y atrajo a la mujer hacia Ć©l, le propinĆ³ un fuerte gancho en la boca del estĆ³mago dejĆ”ndola boquiabierta, un impacto de puƱo en la frente y la mujer quedĆ³ con los ojos en blanco.

 

La agresora yacĆ­a desmayada en los brazos del jefe sicario. El macho se saboreĆ³ y le tocĆ³ a gusto una teta.

 

—Lo siento mi amor, pero desde que esa puta policĆ­a me atrapĆ³ ya no bajo la guardia con las mujeres…y menos si es una puta o finge serlo.

 

El sicario depositĆ³ a la mujer sobre la cama y se levantĆ³ el pene con un poco de ayuda manual…Con la maravillosa vista de la desmayada mujer, no tardĆ³ el pene en erguirse.

                                                                         


El venoso falo estaba listo y el Navajas se dispuso a hacerle el amor, tomĆ³ su grueso y duro miembro y lo pasĆ³ varias veces entre sus labios vaginales, golpeaba con su glande el clĆ­toris de la desmayada. ReĆ­a sin parar, se saboreĆ³ y no lo pensĆ³ mĆ”s...

 

…ColocĆ³ su pene en la entrada de la vagina y comenzĆ³ a metĆ©rsela poco a poco, metĆ­a la cabeza y un poco mĆ”s y lo retiraba sin sacarlo por completo y asĆ­ se lo iba metiendo avanzando en cada vaivĆ©n mĆ”s y mĆ”s hasta que no comiĆ³ mĆ”s ansias y se dejĆ³ caer, entrĆ”ndole hasta el fondo.

 

El cuerpo de la gringa se movĆ­a al ritmo del sicario, la sostuvo por los muslos y las caderas y comenzĆ³ un rĆ­tmico vaivĆ©n entrando y saliendo de la cĆ”lida cueva.

 

El Navajas se inclinĆ³ sobre la mujer, besando los tiernos labios de la rubia, le lamĆ­a la barbilla, el cuello y terminĆ³ en sus pequeƱos pechos…Disfrutaba el acto al mĆ”ximo.

 

El asesino acelerĆ³ la penetraciĆ³n, cerciorĆ”ndose de entrar hasta el fondo, se jactaba de sentir cĆ³mo su glande chocaba contra el cuello uterino; Jadeaba cuando sus testĆ­culos se estrellaban contra el perineo de la fĆ©mina. Y pensar que la gringa habĆ­a intentado pateĆ”rselos, ahora eran los huevos del Navajas los que golpeaban las zonas privadas de ella.

 

El violador acelerĆ³ sus movimientos embistiĆ©ndola con mĆ”s fuerza

 

—Maldita zorra no puedo aguantar mĆ”s!!!

 

ApretĆ³ los dientes cuando sus pelotas ascendieron a la base de su miembro viril, el cual latĆ­a y comenzaba a expulsar chorros de leche caliente, El navajas contraĆ­a mĆ”s sus nalgas para soltar su carga de semen en lo mĆ”s profundo dentro del coƱo de la desmayada rubia.

                                                                     


Se mantuvo bombeando la zona hasta que saliera su Ćŗltima gota de semen.

 

A propĆ³sito se quedĆ³ un rato mĆ”s dentro, hasta que su pene comenzĆ³ a perder dureza. Por fin lo sacĆ³ y dejĆ³ chorrear la mezcla de su esperma y los fluidos de la rubia

 

Se quedĆ³ mirĆ”ndola.

 

—Perdona que tuviera mi fiesta sin pedirte permiso, querida…Pero no podĆ­a desaprovechar la oportunidad, desde hace una semana no cogĆ­a a una mujer…mi pene no puede vivir sin una buena vagina.

 

ColocĆ³ su calzoncillo y se acomodĆ³ la verga y las pelotas, recordĆ³ el intento de la fĆ©mina de faulearlo.

 

—Eso te enseƱarĆ” a tratar bien las bolas de un macho, gringa—ExpresĆ³ el Navajas, tomĆ”ndose las bolas y casi enseƱƔndolas a la inconsciente mujer.

 

Fue cuando por fin llamĆ³ a los guardias. 

 

Conocido el suceso se armĆ³ el escĆ”ndalo. Era el tercer intento de asesinato contra el sicario en menos de un mes.

 

La mujer fue rƔpidamente sacada del sitio y puesta bajo custodia policial.

 

En cierto momento interrogaron al prisionero.

 

—La violaste? —Le recriminĆ³ uno de los fiscales cuando se enteraron del incidente.

 

—Claro que no…—MintiĆ³ descaradamente el sicario—Nos acostamos y despuĆ©s me quiso matar!, la maldita creyĆ³ que habĆ­a bajado la guardia despuĆ©s de fornicar, pero le esperaba una sorpresa, Y ella tenĆ­a una navaja, quien sabe dĆ³nde la escondiĆ³, revisen mejor al ingresar los visitantes, inĆŗtiles! —Una excusa previamente pensada.

 

 

Por su lado, a la rubia en custodia le sucederĆ­an diversas cosas…

 

Tras el Navajas contar del intento de asesinato, dos guardias sacaron a la desmayada y desnuda mujer, la esposaron y llevaron cubierta por sĆ”banas rumbo a la enfermerĆ­a de la prisiĆ³n.

 

Una enfermera de turno la valorĆ³ y concluyĆ³ que sĆ³lo seguĆ­a desmayada. Tras un instante la mujer de 50 aƱos decidiĆ³ salir a fumar, dejando a los dos guardias con la capturada.

 

Uno de los guardias se saborea, levanta las sƔbanas y contempla el cuerpo desnudo de la gringa.

 

—Es bonita la mona Ć©sta—El sujeto se tocaba la entrepierna, dĆ³nde aparecĆ­a una erecciĆ³n en su pantalĆ³n.

 

—No pienses eso, estĆ”s loco? —Le recrimina su compaƱero.

 

—CĆŗbreme, no seas malo—El hombre se abrĆ­a el pantalĆ³n, listo a bajĆ”rselo.

 

—No estĆ” bien!

 

—No pasarĆ” nada, El Navajas se la “comiĆ³”, nadie sabrĆ” sin otro se la vuelve a meter, estĆ” desmayada, ni ella misma se darĆ” cuenta.

 

El compaƱero seguƭa indeciso en permitirle el abominable acto.

 

—Me debes una, recuĆ©rdalo, vamos colabĆ³rame! —Le traĆ­a a colaciĆ³n cuando su compaƱero tuvo un desliz amoroso con una asistente del director de la prisiĆ³n y tuvieron sexo en la propia oficina del jefe, Ć©l le ayudĆ³ a mantener el secreto. 

 

El indeciso guardia aceptĆ³ y se volteĆ³, caminĆ³ a la puerta, cerrĆ”ndola y asegurĆ”ndose de que la enfermera no volviera de repente.

 

El otro, el pervertido guardia, se quita el pantalĆ³n y calzoncillo, sube a la cama ubicĆ”ndose sobre Maggie, admira una vez mĆ”s su desnudez y estĆ” a punto de penetrarla.

 

—Monita, voy a disfrutar esto…

 

Es cuando Maggie abre los ojos y levanta con fuerza ambas rodillas, aplastado levemente la expuesta entrepierna del guardia. El varĆ³n se queja de dolor…

                                                                    


…Pero sĆ³lo fue el inicio, pues la mujer sĆ³lo querĆ­a levĆ”ntalo de su cuerpo para tener espacio y a continuaciĆ³n enterrarle con furia su rodilla derecha en los testĆ­culos.

 

—AAAAHHHHHHHH!!!!!!! —GritĆ³ con toda su fuerza el hombre.

                                                                        


El nuevo golpe dejĆ³ los testĆ­culos del guardia mĆ”s que deformes, sintiĆ³ plenamente la aguda superficie de la huesuda rodilla de la gringa.

 

—Son of the bitch! (hijo de puta!) —ExpresĆ³ la enojada Maggie, quien para sorpresa de todos ya habĆ­a recobrado el conocimiento, apenas se sintiĆ³ limitada de manos con las esposas a la espalda, decidiĆ³ fingir inconsciencia esperando alguna oportunidad de escape.

 

El guardia rodĆ³ por la cama cayendo al suelo, Maggie se incorporĆ³ enfurecida, no sĆ³lo por el intento de violaciĆ³n del guardia, sino que sintiĆ³ su cuerpo y supo que desde antes la habĆ­an violado, ese miserable del Navajas abusĆ³ de ella estando sin sentido. AvanzĆ³ contra el sujeto y le pateĆ³ el rostro.

 

De inmediato la gringa se agachĆ³ al ubicar los pantalones del guardia, en busca de las llaves de la esposas. Fue cuando escuchĆ³ movimiento tras ella, volteĆ³ y encontrĆ³ al otro guardia con rostro de furia.

 

—Condenada puta…—El sujeto sacĆ³ su bastĆ³n retrĆ”ctil y lo desplegĆ³.

                                                                        


El hombre atacĆ³ a Maggie con fuerza, la rubia agachada, apenas pudo esquivar el golpe de bastĆ³n, terminando sentada en el suelo. Si estuviera libre de manos no serĆ­a problema vencer al sujeto.

 

Con la mujer en el piso, el guardia creyĆ³ que estaba indefensa, pero se equivocaba, Maggie era todo pero menos una mujer indefensa…Desde el suelo moviĆ³ la rodilla con una velocidad impresionante, ascendiendo su pierna en un movimiento de latigazo; El pie de la gringa saliĆ³ disparado entre los muslos del sujeto, aplastĆ”ndole las pelotas y haciĆ©ndoselas rebotar.

                                                                  


—AAAaahhhhhh!!!!—ExclamĆ³ el guardia cuando tras el retiro del pie, sus cojones rebotaron volviendo a su posiciĆ³n natural.

 

Una horrible sensaciĆ³n subiĆ³ por su vientre a estĆ³mago, provocĆ”ndole nauseas, la sensaciĆ³n de “rebote testicular” le llegĆ³ a la cabeza, haciĆ©ndole ver todo blanco y torcer los ojos, el bastĆ³n cayĆ³ de su mano y Ć©l se fue al suelo de rodillas.

 

Maggie se levantĆ³ con rapidez y propinĆ³ un rodillazo en la cara al sujeto dejĆ”ndole tirado, la amenaza estaba neutralizada.

 

—Aaahhh!—ExpresĆ³ Maggie cuando la golpeaban por detrĆ”s, se trataba de la enfermera quien descargĆ³ el equipo de reanimaciĆ³n portĆ”til contra la nuca de la joven gringa.

 

Y es que ante el escĆ”ndalo del dolor masculino, la mujer regresĆ³ a la enfermerĆ­a, la puerta cerrada no fue impedimento al tener ella las llaves. Cuando observĆ³ al guardia caer al suelo despuĆ©s de la patada en los testĆ­culos por parte de la desnuda prisionera, y verla incorporar…La veterana enfermera no lo dudĆ³ dos veces y actuĆ³!

 

Era una mujer que no se amilanaba ante nada, por algo trabajaba en una prisiĆ³n masculina de alta seguridad…TomĆ³ el pesado equipo de reanimaciĆ³n y todo fue oscuridad en los ojos de la detenida.

 

Todo fue escĆ”ndalo en adelante, pues llegaron mĆ”s testigos, encontrando a los guardias, dolidos de los testĆ­culos y uno de ellos sin pantalones. Las investigaciones comenzarĆ­an, mientras la rubia fue trasladada de inmediato a otra prisiĆ³n, ahora en la capital.

 

 

CONTINUARƁ…

 

 

 

***

 


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