EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 1. - Las Bolas de Pablo

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3 ago 2021

EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 1.

 

EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 1.

Objetivo: El Navajas!

 

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M Y M/M.

 

Tiene relaciĆ³n con el relato: MUJERES POLICƍAS Parte 3.

 

 

El Navajas, el jefe de sicarios de la mafia, habĆ­a sido capturado por la oficial de policĆ­a Yolanda Taylor, la mujer recibiĆ³ una medalla y muchas felicitaciones.


Pero que sucediĆ³ con el capturado?

 

El Navajas estaba en “LA SIERRA MORENA” una prisiĆ³n de mĆ”xima seguridad. Adentro estaba totalmente aislado de la poblaciĆ³n regular, incluso los guardias que tenĆ­an contacto con Ć©l fueron bien escogidos para evitar que fueran sobornados o presionados con sus familias desde el exterior.

 

 

DOS DƍAS ANTES.



…La rubia -originaria de los Estados Unidos-, le consentĆ­a el pene al Navajas, el macho se saboreaba viendo a aquella belleza en esa sexy ropa interior negra.

 

No tardĆ³ la gringa en desnudarse y recibir los besos del impaciente Navajas, quien ademĆ”s le tocaba las pequeƱas mamas.

 

Con dos dedos la hembra extrajo de su coƱo un pequeƱo artefacto envuelto en plĆ”stico…se trataba de una navaja retrĆ”ctil, que por ser de fibra de carbono pudo pasar los detectores de metal…Ya fuera del plĆ”stico el arma estaba lista para ser usada.

 

Pero el varĆ³n se percatĆ³ de la traicionera acciĆ³n de la rubia y dio un brinco atrĆ”s poniendo distancia entre sus carnes y aquel objeto mortal.

 

La mujer se abalanzĆ³ lista a apuƱalar al sicario, quien de una rĆ”pida patada en la mano le volĆ³ el filoso objeto. La hembra retrocediĆ³ en un mero instinto defensivo.

 

No entendiĆ³ cĆ³mo la habĆ­a desarmado demasiado fĆ”cil…Estaba en problemas!, ella era consciente que no tenĆ­a la habilidad para enfrentar a un experto en combate mano a mano como lo era El Navajas.

 

Siguiendo su entrenamiento, la rubia enseguida buscĆ³ una ventaja, mirĆ³ la entrepierna del desnudo varĆ³n. Sus bolas colgaban bastante.



Con todas sus fuerzas lanzĆ³ una patada contra los testĆ­culos del Navajas. Buscaba debilitarlo y tener oportunidad de retomar la filosa arma. Pero el hombre estaba bien atento y le interceptĆ³ la pierna.

 

—Oh, no no no, nada de eso monita, nada de golpes bajos…La Ćŗltima mujer con quien me peleĆ© me tratĆ³ mal las pelotas, no mĆ”s!

 

El macho aprovechĆ³ la pierna capturada y atrajo a la mujer hacia Ć©l, le propinĆ³ un fuerte gancho en la boca del estĆ³mago dejĆ”ndola boquiabierta, un impacto de puƱo en la frente y la mujer quedĆ³ con los ojos en blanco.

 

La agresora yacĆ­a desmayada en los brazos del sicario. El macho se saboreĆ³ de nuevo y le tocĆ³ a gusto una teta.

 

—Lo siento mi amor, pero desde que esa puta policĆ­a me atrapĆ³ ya no bajo la guardia con las mujeres…y menos si es una puta o finge serlo.

 

El sicario depositĆ³ a la extranjera sobre la cama y procederĆ­a a disfrutar de su cuerpo.

 

Terminado el abusivo acto, el sicario llamĆ³ a los guardias.

 

El criminal analizĆ³ el origen del atentado:

 

—SueƱan los jefes mafiosos si creen que me dejarĆ© matar tan fĆ”cil. Si quiero seguir respirando debo desconfiar de todos y de todas.

 

Conocido el suceso se armĆ³ el escĆ”ndalo. Era el tercer intento de asesinato contra el sicario en menos de un mes…Ɖsta vez una asesina novata y de poca monta tomĆ³ el rol de una prostituta para ingresar a la prisiĆ³n y matar al sujeto.

 

La mujer fue rƔpidamente sacada del sitio y puesta bajo custodia policial.

 

 

¿Pero porque para las autoridades era valioso El Navajas?

 

La fiscalĆ­a y otras agencias del gobierno habĆ­an tentado al criminal para que testificara contra sus jefes, toda la cĆŗpula mafiosa de la ciudad. Inicialmente el Navajas fue leal, pero al ofrecerle el perdĆ³n de sus innumerables asesinatos, una nueva vida en protecciĆ³n de testigos y hasta una pequeƱa fortuna, el sicario aceptĆ³ delatar a todos.

 

Muchos pensaban que era una locura perdonar al sicario de todas sus atrocidades, pero si querĆ­an descabezar a toda la mafia de un solo golpe, aquel terrible sujeto era su Ćŗnica opciĆ³n.

 

Cuando los mafiosos se vieron en riesgo de ser delatados comenzaron los intentos de asesinato.

 

Tras el nuevo atentado se suspendieron de inmediato las visitas de mujerzuelas al prisionero, uno de los “gustos” que le habĆ­an concedido al valioso testigo.

 

 

EL DƍA DE HOY.

 

Una mujer de rasgos orientales estaba en la cabina de un camiĆ³n junto al conductor. En la parte de atrĆ”s 8 hombres alistaban sus armas y tĆ”cticas.

 

La mujer usaba una chaqueta negra y pantalones de cuero rojo carmesƭ. Afilaba sus uƱas pintadas de negro.



El telĆ©fono sonĆ³ y la mujer contestĆ³:

 

—SĆ­ seƱor, dĆ­game…

 

—Todo listo?

 

—Si mi seƱor CHO-FER.

 

—Sabes bien que no hay margen de falla, Vampira. Tu objetivo es claro, El Navajas debe morir para que yo pueda ascender.

 

—SĆ­ seƱor, Ć©sta ciudad serĆ” muy diferente con usted a la cabeza de todo.

 

—Exactamente…no fracases, Vampira.

 

—Cuando le he decepcionado seƱor?, en dos horas el Navajas serĆ” silenciado para siempre.

 

La conversaciĆ³n acabĆ³ y el camiĆ³n arrancĆ³.

 

Media hora despuĆ©s el camiĆ³n se estrellaba a toda velocidad contra uno de los muros de la prisiĆ³n “LA SIERRA MORENA”, ubicada a 35 kilĆ³metros fuera de la ciudad.

 

—Ja!, que imbĆ©ciles—Se burlaba un guardia en una torre de vigilancia de la prisiĆ³n, el sitio albergaba 3 hombres y se elevaba casi 7 metros—Creen que estrellando un camiĆ³n derribarĆ”n uno de nuestros muros?, ingenuos! Son de un grosor impenetrable, jajaja…

 

Sus risas fueron interrumpidas por una fuerte explosiĆ³n, el camiĆ³n traĆ­a explosivos y la detonaciĆ³n abriĆ³ un amplio boquete. Con el muro abierto se dio una salida de prisioneros, junto a un ingreso de 10 infiltrados armados

 

Los guardias se prestaban a jugar al tiro al blanco desde su alta posiciĆ³n privilegiada, cuando observaron un objeto volador en su direcciĆ³n…Era un dron kamikaze que llevaba explosivos y que se estrellarĆ­a contra la torre de vigilancia, acabando con la vida de los 3 guardias.

 

El caos reinĆ³ la prisiĆ³n, enfrentamientos en cada esquina, presos atacando a guardias y muchos otros escapando.

 

Con una buena zona de la prisiĆ³n asegurada, la mujer oriental reuniĆ³ a 4 hombres y les encomendĆ³ ir al Ć”rea de baƱos y lavanderĆ­a, si no estaba en el pabellĆ³n de celdas, El Navajas podrĆ­a estar allĆ­. La orden era simple:

 

—El objetivo es El Navajas, mĆ”tenlo a toda costa.

 

El equipo de criminales pagados tomĆ³ rumbo al Ć”rea asignada mientras la mujer iba a las celdas, esperaba ser ella la premiada en hallar el objetivo, no estarĆ­a mal un pequeƱo duelo fĆ­sico contra el exjefe de sicarios de la mafia, tenĆ­a entendido que era hĆ”bil con el cuchillo y buen peleador a puƱo limpio.

 

 

EN EL ƁREA DE BAƑOS Y LAVANDERƍA.

 

Durante el ataque, El Navajas se daba una ducha a solas, dos guardias le custodiaban cuando se escucharon las explosiones y el tiroteo iniciĆ³. Pronto uno de los guardias fue llamado a la “Batalla por la prisiĆ³n” mientras el otro permanecĆ­a custodiando al Navajas, quien apenas pudo colocarse los calzoncillos.

 

El macho poseĆ­a un cuerpo atlĆ©tico y su calzoncillo mostraba el gran bulto de sus genitales, sin mencionar que por estar su piel algo hĆŗmeda, la tela se volvĆ­a transparente.



Minutos despuƩs los 4 agresores aparecƭan en el lugar.

 

El Navajas vio la entrada de los sujetos armados, el hombre en calzoncillos no podĆ­a estar mĆ”s desprotegido, su Ćŗnica esperanza de vida era el oficial de custodio que tenĆ­a al lado.

 

El dĆŗo sicario/guardia se resguardĆ³ detrĆ”s de una enorme mĆ”quina de lavado de ropa. La puerta del Ć”rea de lavado quedĆ³ bloqueada por 2 sujetos mientras los otros 2 revisaban minuciosamente.

 

El oficial de custodio de apellido Herrera no dejaba de temblar, el sicario le veĆ­a…Ć©ste guardia iba a protegerlo?

 

De improviso El Navajas le dio un golpe al guardia en la manzana de adƔn, seguido de un rodillazo en la ingle.

 

—Uughm!—ExpresĆ³ el hombre, quien se cubriĆ³ las bolas mientras el preso le arrebataba el arma.

 

—Nada personal amigo, pero no me das mucha confianza de que puedas cuidar mi trasero.

 

El Navajas soltĆ³ un golpe con la cacha del arma y el guardia quedo sin sentido.

 

Los sujetos se movilizaron para llegar por los flancos al dĆŗo, pero es cuando El Navajas acciona el arma, un disparo perfora la clavĆ­cula derecha de uno de los atacantes.

 

El herido cae al piso y los otros 3 corren a cubrirse.

 

El sicario avanza con rapidez y llega con el derribado, quien le trata de apuntar, pero la herida le debilita el brazo. No tiene la fuerza para levantar el arma y defenderse…El Navajas lo sabe y actĆŗa a gusto.

 

—AAAhhh!!—Exclama el sujeto cuando El Navajas le pisa la entrepierna, el dolor le hace soltar el arma. Sus pelotas quedaron aplanadas ante el redondo talĆ³n del sicario.

 

—AdiĆ³s amigo!—Un tiro en la cara acaba con la existencia del sujeto.

 

El Navajas es intrĆ©pido y estĆ” consciente de que puede vencer a los otros 3…Se lanza a dĆ³nde ya sabe que estĆ”n cubriĆ©ndose los otros atacantes.

 

El atlƩtico hombre parece caƭdo del cielo, pues literalmente se arroja contra los 3 hombres, asƭ todos quedan aturdidos. El sicario es el primero en incorporarse y de un tiro le vuela la tapa de los sesos a otro atacante.

 

Los dos restantes responden con fuego de sus armas, pero el sicario se refugia tras un pequeƱo muro, a continuaciĆ³n se inicia un corto intercambio de disparos.

 

Pronto el semidesnudo macho se queda sin municiĆ³n. Los dos tipos deciden acabarlo, aparecerĆ”n por ambos lados para asĆ­ evitarle cualquier ruta de escape.

 

Pero cuando ejecutan su plan, uno ve venir algo velozmente contra el…Es un cuchillo que se clava en su cuello…El Navajas le quitĆ³ la filosa arma al primer enemigo, justo despuĆ©s de aplastarle las pelotas.

 

El herido se saca el metal del cuello…Obviamente la sangre fluyĆ³ rĆ”pidamente.



Con el rival prĆ³ximo a la muerte solo quedaba uno.

 

Pero simultĆ”neamente a arrojar ese mortal navajazo, el sicario se abalanzĆ³ sobre el Ćŗltimo atacante, se dio un forcejeo en el piso donde el sicario le quita el arma…el sujeto reacciona apretando los testĆ­culos del Navajas, viĆ©ndole en calzoncillos es fĆ”cil ubicar el bulto genital del sicario.

 

Pero El Navajas muestra un rostro de enojo y responde rĆ”pido, le da un cabezazo en el rostro del sujeto, quiĆ©n dolido le libera las pelotas. A continuaciĆ³n le conecta dos puƱetazos en el rostro, dejĆ”ndole aturdido.

 

Un segundo despuĆ©s, el sicario se incorpora y toma la navaja del acuchillado en el cuello, el individuo ya estĆ” muerto…Prefiere usar la navaja que un arma de fuego.

 

Con enojo entierra el cuchillo en la ingle del Ćŗltimo atacante.

 

—AAAHHHHHHHH!!!!!!— Exclama el varĆ³n con una fuerza sobrehumana, es su Ćŗltimo sonido en vida.

 

El sicario retira el cuchillo y otra hemorragia da inicio.

 

—Nadie se mete con mis pelotas…—El sicario escupe al sujeto, quien pronto recibe la muerte.

 

Ahora con una pistola y su ensangrentado cuchillo, El Navajas se presta a dejar el lugar.

 

En la entrada aparece una persona armada de fusil quiĆ©n le bloquea la ruta de escape…Es la mujer oriental!

 

 

MINUTOS ANTES…

 

Mientras los 4 sujetos iban y combatĆ­an contra El Navajas, la mujer oriental fue a la zona de celdas, allĆ­ no encontrĆ³ al objetivo y atrapĆ³ a un guardia para que le diera la informaciĆ³n que necesitaba.

 

—DĆ³nde estĆ” El Navajas?!, respĆ³ndeme!—La mujer estaba cansada de perder el tiempo.

 

—No lo sĆ©…No sĆ© dĆ³nde estĆ”—Juraba el guardia mientras la mujer oriental le apuntaba con el fusil al rostro.

 

La mujer parecĆ­a molesta, sabĆ­a que le mentĆ­a abiertamente.

 

—Mira guardia de quinta, mĆ”s te vale decir la verdad o si no…

 

Fastidiada retirĆ³ el arma y usĆ³ las manos, con una le atrapĆ³ del cuello con firmeza, mientras con la otra le agarrĆ³ los genitales…Aplicando fuerza con ambas manos elevĆ³ al guardia unos 60 centĆ­metros.



—Ughh, Ugh!—Expresaba el hombre al verse en alto y sentir como la mano de la mujer comenzaba a cerrarse con mĆ”s fuerza alrededor de sus pelotas.

 

—Habla de una vez o te arranco las bolas.—La presiĆ³n sobre aquellas pelotas aumentĆ³…el sujeto sintiĆ³ como la mujer trataba de torcer su escroto.

 

—Ayyy, ayyy…—CediĆ³ ante el castigo gonadal—EstĆ” bien, estĆ” bien…EstĆ” en la zona de duchas…

 

La oriental liberĆ³ al guardia y retomando el fusil le disparĆ³ en la cabeza.

 

—Eso es por hacerme perder el tiempo, imbĆ©cil!

 

 

VOLVIENDO AL MOMENTO ACTUAL.

 

La mujer aparecĆ­a en el lugar y momento indicado para enfrentarse al sicario.

 

El Navajas y la oriental estaban frente a frente, las armas de ambos se apuntaban, por un instante se miraron a los ojos, cĆ³mo asesinos reconocieron en el otro esa mirada de otorgar la muerte.

 

Los disparos comenzaron y tras 5 tiros ambos estaban a cubierto.

 

—AsĆ­ que tĆŗ eres El Navajas…un gusto conocerte.

 

—Lo mismo digo, desconocida.

 

—Eres bueno esquivando balas, Navajas.

 

—TĆŗ tambiĆ©n eres buena, ¿pero con quien hablo?

 

—Me conocen con el alias de La Vampira.

 

—Vampira?...TĆŗ eres la asesina del seƱor mafioso CHO-FER. He escuchado de ti. Dicen que eres muy buena en combate.

 

—No tienes idea, querido.

 

—Sabes, hice un par de trabajos para CHO-FER, pero nunca le vi en persona.

 

—Y nunca en la vida le verĆ”s…

 

—Supongo que tĆŗ llegaste luego…CHO-FER  es un mafioso relativamente nuevo, y en poco tiempo ha acumulado mucho poder.

 

—Y tendrĆ” mĆ”s poder despuĆ©s de hoy.

 

—Creo que en verdad debo estar preocupado, prĆ”cticamente han destruido esta cĆ”rcel para llegar a mĆ­… Pero debo preguntar…Porque CHO-FER me quiere muerto? PrĆ”cticamente conozco nada sobre Ć©l, pensĆ”ndolo bien, Ć©l se beneficiarĆ­a de que delate a los otros mafiosos, asĆ­ tendrĆ­a menos rivales en los negocios.

 

—En eso te equivocas, cariƱo. Si la cĆŗpula de la mafia es arrestada por tus declaraciones, sus familiares y herederos les reemplazarĆ­an y todo seguirĆ­a igual, pero con tu muerte…

 

El Navajas entendiĆ³ la idea:

 

—Con mi muerte todos los mafiosos estarĆ”n en deuda con tu jefe, estarĆ”n agradecidos de que silenciara a quiĆ©n los podĆ­a delatar…Tu jefe serĆ” prĆ”cticamente el lĆ­der de la mafia en esta ciudad…muy astuto su plan.

 

—En efecto, el que aceptaras el trato de la fiscalĆ­a abriĆ³ una interesante oportunidad para mi jefe…se vienen cosas buenas para Ć©l…Y tu muerte es el inicio de todo.

 

El sicario se quedĆ³ pensando un instante, sĆ³lo le quedaban un par de balas en su arma, no tenĆ­a buenas posibilidades de sobrevivir.

 

—Entonces que va a pasar, Vampira?, cĆ³mo quieres terminar con esto, sabes que los refuerzos de la policĆ­a no tardan, solo debo mantenerme vivo hasta que aparezcan.

 

—EstĆ”s en lo correcto, que te parece si acabamos esto de asesina a asesino.

 

—Me parece bien, asĆ­ el mejor quedarĆ” vivo.

 

—Jajajaja, excelente…tira tu arma.

 

No tardĆ³ la pistola en rodar por el suelo, la mujer se incorporĆ³, al tiempo que lo hacĆ­a el semidesnudo criminal.

 

—Me das el frente estando aun armada…lo crees prudente?

 

—No dispararĆ”s, soy un asesino con experiencia y reconozco lo que vi en tus ojos…No quieres matarme de una forma simple, quieres hacerlo demostrando que eres la mejor…Eso es algo que se disfruta… Por eso me matarĆ”s sin disparos.

 

—En efecto, ansĆ­o reclamar tu muerte.

 

El Navajas mostrĆ³ el cuchillo.

 

—El Navajas es mi alias, ahora verĆ”s el por quĆ©!…—La mujer arrojĆ³ a lo lejos su fusil— Y que usarĆ”s tĆŗ, alias La Vampira, tus colmillos? Jeje…

 

—No, usarĆ© mis uƱas.

 

El varĆ³n se tornĆ³ serio, aquellas no eran uƱas normales, serĆ­a una confrontaciĆ³n difĆ­cil. La mujer se retira la chaqueta y estĆ” lista para el combate.

 

El duelo inicia con El Navajas lanzando cortos y veloces golpes de cuchillo, la oriental los evita y responde con ataques de sus terribles garras.

El hombro del Navajas recibe un leve rasguƱo y su contraataque rasga la blusa de la Vampira.

Ahora cada arma estƔ frente a frente. El cuchillo contra las uƱas negras de la Vampira.



Se da un choque entre el metal y las uƱas, estas resisten bien. Nuevo choque y fragmentos de uƱas asĆ­ como alguna chispa emergen, son dos objetos muy sĆ³lidos. De alguna forma la mujer ha fortalecido sus uƱas volviĆ©ndolas tan rĆ­gidas como el metal.

 

Una abertura en la defensa de la mujer y el cuchillo pasa por encima del hombro de la Vampira. Un leve rayĆ³n en la piel la hace sangrar…La mujer sonrĆ­e…no es nada serio.

 

La Vampira agarra el brazo derecho del Navajas bloqueĆ”ndole el arma, le ataca con un rodillazo en su estĆ³mago, pero el varĆ³n responde con un puƱo al hombro de la mujer haciendo que Ć©sta le suelte el brazo y el cuchillo quede libre.

La Vampira comienza a jadear, igual El Navajas, la lucha es intensa, el sudor  emerge por los poros…pero los sonidos de la mujer son mĆ”s intensos y tiene un origen diferente al esfuerzo. El Navajas los reconoce…la Vampira estĆ” excitada.

—Eres una perra enferma, como gozas del duelo.

—No puedo negarlo Ha,ha,ha—No deja de sonreĆ­r la muy desvergonzada.

El Navajas lanza sendas cuchilladas al estĆ³mago de la Vampira, quien a pesar de romperle la blusa, los esquiva indemne.

La pelea continĆŗa, pero el manejo de ambas manos le da una ventaja a la mujer quien finalmente hace saltar el cuchillo de la mano del Navajas

Es cuando el desarmado varĆ³n le lanza una patada a cara, ello la detiene y le patea la rodilla, Ć©l retrocede…

…La mujer le da una patada a la cabeza, Ć©l retrocede mĆ”s… Finalmente contraataca, se da un intercambio de golpes, le varĆ³n le evita las garras y logra impactarla en el costado y aprovechando su desbalance le conectar un puƱo en la cara.

La mujer retrocede un instante, sangra del labio pero sonrĆ­e, se lame la sangre.

Ahora se da la ofensiva de la Vampira, quiĆ©n finalmente logra hacer efectiva su ventaja con las uƱas…Le aruƱa el brazo y el abdomen…El Navajas se ve herido, no son lesiones profundas pero sangra, debe retroceder!

El varĆ³n estĆ” fuera de balance, la mujer le conecta una patada voladora a la cabeza y el queda en el suelo boca abajo, intenta levantarse pero la Vampira le propina un puntapiĆ© en las costillas y enseguida otro, al macho le falta el aire…

…Un tercer golpe de pie a los costados deja al Navajas sin nada de oxĆ­geno.

La excitada oriental no le da tregua y le impacta una fortĆ­sima patada en la mandĆ­bula. El Navajas queda tendido en el suelo boca arriba.

La mujer se inclinĆ³ ante el derribado macho, quiĆ©n aturdido estaba a su merced.

PodĆ­a ver su cuerpo completamente sudado, su calzoncillo al estar empapado era mĆ”s transparente, allĆ­ acostado en el piso se veĆ­a su polla semirrecta descansando hacia la izquierda…Y aquellas pelotas dentro del escroto recogido, —Sin duda por efecto del ejercicio y el estrĆ©s del peligro— estaban muy cerca de ella.



La Vampira se incorporĆ³, seguĆ­a agitada de la excitaciĆ³n, llevĆ³ una pierna hacia atrĆ”s y le descargĆ³ un fuerte puntapiĆ© en los testĆ­culos.

 

El choque de la punta del calzado contra sus pelotas hace que el macho reaccione con un grito de dolor y desesperaciĆ³n:

 

—AAAAhhhhhh!!!!!!!!!

 

Tras el grito, El Navajas no da mƔs seƱas de resistencia, ha quedado inconsciente.

 

Es el fin del Navajas y la Vampira ya decidiĆ³ su destino.

La mujer se arrodilla de medio lado al macho, con su mano izquierda irrumpe en su bulto testicular, hundiendo sus afiladas garras. Las uƱas se cierran penetrando en el escroto el cual sangra de inmediato…En su inconsciencia el cuerpo del varĆ³n se tensa al mĆ”ximo.

Sin soltar sus genitales, la mujer se acerca al cuello del Navajas y clava sus dientes en el sitio justo.

El dolor de pelotas y cuello se suman haciƩndole reaccionar.

—AAAAAAAAAAHHHHH!!!!—El macho da un aterrador alarido.

La mujer usa su mano derecha para mantener al Navajas acostado, por fin se retira la boca de la mujer para traer consigo un pedazo de carne.

La Vampira le destrozĆ³ la carĆ³tida, una hemorragia a presiĆ³n surge y se extingue la vida del Navajas.

La mujer se incorpora jadeante, su boca gotea sangre, el enemigo estĆ” inerte y yace rodeado de un impresionante charco del rojo lĆ­quido vital. No tarda la femenina en tocarse el clĆ­toris sobre el pantalĆ³n.

La muerte del Navajas significĆ³ la inmediata huida de los atacantes…

Con el sicario murieron los esfuerzos de las autoridades por enjuiciar a los jefes mafiosos de la ciudad. Ahora no habrĆ­a obstĆ”culos para que el misterioso CHO-FER aumentara su poder entre la cĆŗpula de la mafia.

 

FIN.

 

***

 

NOTA: …Ahora no habrĆ­a obstĆ”culos para que el misterioso CHO-FER aumentara su poder entre la cĆŗpula de la mafia…o si lo habrĆ­a?

Lean el siguiente relato de La Vampira: SANGRE MAFIOSA.

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