La hija de Simón (2/3): máquina de ordeño - Las Bolas de Pablo

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29 ago 2021

La hija de Simón (2/3): máquina de ordeño

—¿Estás listo? —preguntó Bastian a su sobrino Simón. 

Era la mañana de un viernes y nuevamente tío y sobrino se encontraban en el pequeño laboratorio. Bastian Chacón se ofreció a ayudar a Simón a encontrar los espermatozoides con el cromosoma X que estuvieran en sus testículos. 

—Estoy preparado —afirmó Simón, desnudo ocupando un asiento. Era el hijo del medio de Marcos Chacón y contaba con 23 años, era un joven guapo de pelo negro. cuerpo en forma y bromista.

—Te presento a la máquina de ordeño, en esta ocasión no vamos a fallar y tú no vas a permitir que mi gato entre al laboratorio. 

La máquina de ordeño consistía en un largo y grueso tubo de acero con forma de pene que se podía ajustar al tamaño del miembro masculino. Estaba acompañado de un espacio para también envolver los testículos y en su punta (del pene), una manguera para extraer las muestras. Bastian se colocó los guantes y plantó el tubo alrededor del falo de Simón. 

—Coño, está frío. 

—Ja, ja, ja. ¿Y qué quieres? —se burló Bastian ajustando la máquina—. Ahora, vamos a guardar estas papas —agarró el escroto forzándolo a entrar en el reservorio no apto para su tamaño, Simón sintió dolor contuvo el aliento haciendo una mueca. Cuando hubo terminado y encerrado todo en la máquina de ordeño que en realidad parecía un dispositivo de castidad, Simón dijo con voz tensa:

—Mis bolas. 

Bastian se echó a reír, dándole palmaditas en la espalda.

—Ahora, querido sobrino, prepárate para un mundo de placer y diversión. 

La máquina fue activada por el científico utilizando un control remoto. Haciendo un pequeño ruido al principio y después silenciándose, así el dispositivo comenzó a masturbarlo, Simón jadeó de placer y después abrió la boca, sus ojos demostraron que estaba sumergiéndose en un mundo de drogas excitantes.

La máquina de ordeño estaba tan estrecha a su pene que parecía que estaba siendo manipulado por una gigantesca mano y que al mismo tiempo, en lo interno algo manipulaba y hacía cosquillas en la cabeza de su verga.

Bastian se puso a revisar una hojas alejándose de la zona para dejar en una exquisita privacidad a su sobrino, cuyos hombros estaban bajos como muestra del relajamiento muscular. 

La máquina de ordeño cumplía a cabalidad su trabajo lo llevaba al placer y gracias a ella conseguirían la hija que él y su esposa deseaban.

Simón comenzó a jadear provocando un delicioso eco en las paredes del laboratorio, era un nivel muy alto de auto satisfacción que experimentaba y Bastian se echó a reír por eso. 

—¡OOOOooooh! —aulló Simón con una mezcla de sorpresa y dolor, sintió que en el interior del reservorio sus testículos se aplanaban por un encogimiento del robusto material de la máquina.

—Se me olvidó decirte que ella va a extraer todo el semen de tus bolas —oyó la voz de Bastian a lo lejos. 

Los ojos de Simón se cruzaron y soltó un chillido agudo mientras la máquina masturbaba su polla, pero también le presionaba los testículos. 

La ordeñadora empezó a emitir un fuerte ruido, similar al de las máquinas industriales de imprimir papel, era su trabajo llevando al cielo del éxtasis a Simón Chacón. 

La mandíbula de Simón cayó y soltó un suave gemido.

La máquina volvió a trabajar en sus testículos destripándolos. Al mismo tiempo Simón experimentó como su semen se revolvía para salir expulsado. Preocupado, hizo presión sobre el reservorio donde estaban sus bolas, incapaz de paralizar el aplastamiento de huevos, Rechinó los dientes con esfuerzo al mismo tiempo que gotas de sudor se acumulaban en su frente.

DUM

DUM

DUM

El sonido de la máquina resonaba en el laboratorio sin dejar de masturbar a Simón, su polla dentro del tubo seguía tiesa y llena de venas a punto de disparar la leche.

Simón gimió lanzando su cabeza hacia atrás, sus se ojos cerraron e inmediatamente empezó a mover su cadera.

Volvió a hacer un gemido delicioso mientras sentía que su orgasmo llegaba a la cúspide. 

Su potente chorro de semen escapó de su verga y fue a dar al receptáculo interno de la máquina. 

El canal donde estaban guardados los testículos de Simón se estrechó, apretando sus bolas elevadas dejándolas firmes arriba en su escroto. 

Simón lanzó un grito arqueando la espalda y movimiento la campana de la boca. Era el punto donde su orgasmo pasaba a un instante de dolor mientras sus bolas eran obligadas a vaciarse por completo. 

—¡Oh, Dios, mis bolas! 

Apretó los dientes y cerró los ojos, su cara estaba tensa y sentía su pene escupir los últimos y grandes lotes pegajosos de su leche viril. Así sucedió hasta que la máquina aminoró su trabajo y dejó de funcionar apagándose. Simón se quedó sudoroso en la silla y con la mirada perdida. 

Bastian, guantes en manos, se acercó a él con una sonrisa. 

—¡Has quedado seco, querido sobrino! —se burló, inclinándose y liberando al exhausto miembro de su prisión sexual. La máquina internamente tenía restos pegajosos de semen. El receptáculo estaba full. 

—Me encargaré de todo esto. Y no lo vamos a perder como el otro día. 

Simón agarró sus bolas, acariciándolas con sus dos manos, una expresión dolorosa se pintó en su rostro. Los dos orbes estaban rojos, magullados e hinchados. Estaba agotado. Todo su cuerpo le dolía. Derramó algunas lágrimas.

—Tenemos bastante muestra —afirmó Bastian con emoción—, estoy seguro que en 9 meses tendremos en brazos a una hermosa niña que puede llamarse Simona Bastiana, en mi honor. 

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