La fantasía de Erick - Las Bolas de Pablo

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2 ago 2021

La fantasía de Erick

Dedicado a ti a quien tanto le gusta Erick

Erick Sanfield desde la época del colegio se caracterizó por ser el mejor amigo de Pablo, era un chico de 20 años muy guapo. Con el cabello negro y alborotado. Desde niño tuvo bastante éxito por las artes, prueba de ello fue su inclinación por estudiar una carrera ligada a las artes plásticas en la universidad. Era delgado y tan alto como Pablo, con piernas musculosas que se movían inquietas aunque conversaba a gusto con su mejor amigo en la sala de estar de su propia habitación de hotel. Vestía una camisa negra, pantalones negros y ajustados que se abultaban en su entrepierna y zapatos de cuero negros.

La puerta de la habitación fue tocada por alguien desde el exterior, cuando Pablo invitó a entrar. La cara de Rafael Chacón se asomó por el umbral. 

—Hola, Pablo. ¡Erick! —el joven hijo de Israel decidió entrar por completo iba vestido como si fuera a salir aquella noche y de hecho era, así—. Eh… Pablo… hoy iré a casa de Luciana, estaremos celebrando su cumpleaños y… —su cara tornó una mueca de nervios observando a Erick que lo hizo ver inocente y muy simpático— el perfume se me acabó y no tengo dinero para comprar uno, ¿podrías… prestarme el tuyo? 

—¿No tienes dinero? Bueno, ve a mi alcoba. Sabes dónde está. 

—Eh… podrías acompañarme… 

—Está dentro del armario. 

—Ven conmigo, Pablo. 

Echando un bufido Pablo se levantó del asiento y se fue con su sobrino de 15 años, dentro del espacio privado, al poco tiempo se oyó a Pablo exclamar el nombre de Rafael y al adolescente se echó a reír. En realidad no buscaba perfume sino un par de condones, qué, se desconoce realmente si los usó esa noche, pero que le sirvieron de ayuda para jactarse en medio de sus adolescentes amigos. Rato después Pablo y Rafael volvieron a la sala, el tío ocupó su asiento y Rafael se despidió. Erick se le quedó mirando al irse. 

En su lugar volvió en si de forma dolorosa. Cuando Pablo le lanzó un cojín entre sus piernas abiertas. 

—¡AY! —gritó Erick doblándose y echándose a reír sosteniendo sus testículos. 

—Son ideas mías o te quedaste mirando el culo de Rafael, maldito enfermo. ¡Es un niño! 

—Ja, ja, ja. ¿Un niño? ¡Rafael ya dispara leche! —afirmó Erick enderezándose con una mano en su entrepierna—. ¿Lo has visto desnudo? 

—En calzoncillos. 

—¿Y cómo está? ¿Dime cómo se ve desnudo? ¿Es bien dotado?

Pablo se encogió de hombros. 

—¿Qué quieres que te diga? Es un Chacón. 

—Sí. Honestamente no sé con quién quedarme, si con el padre o el hijo. Israel tiene unas piernas muy grandes y fuertes. 

—¡Cállate, payaso! —Pablo le arrojó otro cojín que su amigo supo bloquear—. De igual manera no tienes oportunidad con ninguno. Meto las manos al fuego por la heterosexualidad de Israel y Rafa. 

—Hoyo es hoyo —indicó Erick mordiéndose los labios de manera provocativa. 

—¡Enfermo! 

Pablo se echó a reír y se echó en el mueble sobre su amigo, en medio de bromas comenzaron a forcejear. Pablo tomó la delantera y consiguió dominar a Erick, quien comenzó a aflorar par de gritos cuando lo tomó de las grandes bolas y se las aplastó con su mano. Erick comenzó a retorcerse mientras Pablo apretaba los labios retorciéndole las toronjas. Tomaron distancia cuando el celular de Pablo sobre la mesa comenzó a sonar. 

—¿Quién es? —quiso saber Erick sobándose las huevas mirando el rostro de felicidad de Pablo. 

—Es Otto. 

—¡Ah! ¡El viejazo! 

—No le digas así. 

—Entonces el viril jovenzuelo. 

—Imbécil —Pablo recibió la llamada con bastante ánimo. Salió al balcón para conversar con su amigo. 

Erick se quedó en el sillón observando la nada mientras acariaba sus pomelos guardados en el pantalón. Sus ojos se situaron en la mesa donde reposaban unas fotografías, en una estaba su amigo en compañía de sus hermanos y en otra aparecía Pablo sosteniendo en brazos a Vicente hecho bebé con pocos días de nacido (el hijo de Simón), y a su lado estaba Rafael. 

Erick sonrió. Rafael le parecía bastante atractivo. La genética del adolescente era digna de su madre, una rubia mujer hijas de polacos que aterrizaron en aquella zona tropical, el cuerpo del joven heredó su genética delgado, el cabello claro y casi rubio, la piel muy blanca. De Chacón solo heredó los dotes viriles que siempre marcaba entre las piernas al sentarse. Erick estiró sus extremidades y se dedicó a fantasear con padre e hijo. 

Se imaginó estar en solitario en la piscina del hotel Chacón, vestido únicamente con un bañador de color rojo y varias perlas de agua secándose en su cuerpo. 

Se imaginó a Israel Chacón a la perfección como siempre lo había visto, el cuerpo cuadrado, el torso desnudo y fuerte, decorado con varios vellos negros y vistiendo un short de playa. Por supuesto no pudo faltar sus piernas velludas y duras. 

—¿Qué hacemos con este, Israel? —quiso saber el Rafael de su fantasía. Pálido con una ajustada licra que marcaba una prominente salchicha ladeada hacia la izquierda. 

—Deshuevarlo, Rafa —declaró Israel con una sonrisa simplona como muchas veces la catalogada Simón Chacón—, pulverizarle las gónadas a patadas como a él le gusta. 

—No, no por favor —rogó Erick al mismo tiempo que su pene comenzaba a ponerse duro y gordo en su ajustado bañador parecía un grosero chorizo allí guardado. 

—¡Eres un pervertido! —se rio Israel situándose tras él—. Abre tus piernas para mí, chiquillo. Quiero dejarte las bolas de acordeón con mis patadas. 

—¡No, no, no! —negaba Erick haciendo todo lo contrario a lo que decía y separando sus pies quedándose abierto. 

Estaba en medio de padre e hijo. Y fue Israel quién inició la sesión echando la pierna hacia atrás y pulverizando los testículos de Erick con una rotunda patada. 

Resultó ser una patada letal, donde las bolas absorbieron toda la fuerza del pie largo y desnudo del candidato a la gobernación. Erick gritó agarrando sus bolas quedándose petrificado.

—¡Es tu turno, Rafael! Hazle saber de quien eres hijo.

—¡Que horrible pito! —exclamó el muchacho viendo como la cabeza con forma de hongo del pene de Erick se asomaba por encima del bañador, sus bolas se dibujaban claramente. 

El guapo chiquillo echó la pierna hacia atrás y la empujó adelante pateando con la punta del pie. Aplastando las bolas de Erick en su cuerpo y haciéndolo chillar y saltar. 

A continuación Israel no dio descanso y empujó el pie desnudo con bastante fuerza en la ingle de Erick, crujiendo sus bolas. 

Erick gritó y gimió.

El muchacho de cabellos alborotados observó a Rafael con expresión dolorosa. Temblaba de pies a cabeza mientras se doblaba tomando su maltrecha hombría.

—Aparta tus manos de esos balones.

Erick no se movió, de pronto fue sostenido por Israel desde atrás que lo sostuvo de los brazos y le frotó su inmensa erección entre las nalgas.

Erick sonrió, el trozo de Israel se sentía delicioso. Grande y cabezón. Erick lo estimuló con sus nalgas hasta ser sorprendido con una fuerte patada de Rafael que casi le hace escupir sus testículos por la boca.

—¡Sigue con otra! —invitó Israel poniendo su pecho contra la espalda de Erick sin apartar su dura erección.

Rafael le dio 2, 3, 4 y 5 patadas consecutivas en los testículos que lo dejó mareado, dolorido y con las huevas palpitando en busca de refugio.

Israel se inclinó sobre la oreja del joven y le susurró entregándole un relajante aliento caliente. 

—Te voy a llevar a una habitación y te voy a embarazar, zorra.

Seguidamente Rafael le estrelló el pie calzado contra sus bolas que dejó los testículos de Erick clavados en su pelvis. El joven sintió una fricción dolorosa. Sus sensibles gónadas estaban siendo apretadas por sus huesos y no caían en su saco.

—¡Me duele, me duele! —declaró—. Se me han quedado atrapados, duele. ¡Duele!

Israel no se movió, continuó sujetándolo con el pene más tieso que nunca queriendo reventar la tela de short playero y penetrar el culo de Erick. Rafael se acercó palpando el escroto de Erick. 

—No hay nada —declaró con una sonrisa burlona. 

—No me puedo mover —dijo Erick,empezando a sollozar. 

—Eso tiene solución —afirmó Israel pasando sus brazos por las axilas de Erick y arrojándolo a un lado como si su cuerpo nada pesara y desafiase a la gravedad. Erick aterrizó en el suelo con un estridente ruido. 

CRACK

CRACK

CRACK

Fue el sonido de sus testículos cediendo en el medio de los huesos de la pelvis donde estaban incrustados. Erick echó un grito y se quedó llorando mientras padre e hijo se abrazaban tomados del hombro riéndose a carcajadas de solo verlo lamentarse sin nada de sus bolas entre las piernas. 

La estimulante fantasía de Erick se vio interrumpida cuando un verdadero Pablo Chacón le dio un puñetazo en los testículos que lo llevó de golpe a la realidad. 

Erick dio un salto y se acurrucó en el mueble sobando su entrepierna. 

—Me puedes decir que significa esa erección —quiso saber Pablo sirviéndose de una botella de vodka sobre la mesa. 

—Pensaba en tu sobrino —declaró Erick amasando sus gónadas y riendo. 

—¡Ni te atrevas! 

Pablo se echó a reír. 

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