EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 4.2 - Las Bolas de Pablo

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28 ago 2021

EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 4.2

 

EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 4.

La ClĆ­nica para Adictos, Parte 2 de 2.

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M.

 

 



En la primera parte, La Vampira y 3 secuaces asisten a una clĆ­nica para adictos, la cual es dirigida por Federico Monroe. AllĆ­ presencian los efectos del compuesto A, el cual ademĆ”s ha sido usado para que pacientes de la clĆ­nica se inmolen causando el caos en la ciudad. La Vampira y Monroe tiene una conversaciĆ³n en dĆ³nde el psiquiatra trata de reclutar a la asesina para crear una organizaciĆ³n criminal ellos mismos, pero la oriental rechaza la oferta y le va a asesinar por cometer errores en su trabajo. Monroe llama a 3 guardias para que le salven y el conflicto es inminente.

 

Ante la asesina estaba aquellos 3 guardias, no podĆ­a estar mĆ”s alegre la mujer, al fin tendrĆ­a un reto. Federico aĆŗn se sobaba las bolas, se ubicĆ³ tras los hombres.

 

AcƔbenla!


 

La Vampira hizo un movimiento y los 3 guardias desenfundaron sus armas, los disparos iniciaron pero no acertaron al objetivo, la astuta oriental se ubicĆ³ a menos de un metro de las armas.  Los mismos guardias debĆ­an mover sus pistolas para no acertarle a uno de sus colegas, o terminar heridos por su propio fuego.

 

Los disparos entrecruzados y la falla en liquidar a la enemiga hizo que Monroe saliera de la oficina dejando la puerta cerrada, esperaba que sus hombres llegasen a matarla, pero existĆ­a la posibilidad y muy real de que fuesen ellos los asesinados.

 

Las armas quedaron vacĆ­as y los guardias empezaron a recargar, pero la asesina no les darĆ­a el tiempo.

 

—AAuuuu!—ExclamĆ³ el primer guardia cuando el zapato de la mujer ascendĆ­a entre sus piernas y le impactaba en los testĆ­culos. Enseguida el hombre dejĆ³ caer el arma de sus manos para cubrirse los cojones…



…La Vampira jadeaba de gusto y le rematĆ³ con un gancho en la mandĆ­bula.

 

Llegaron los disparos de otro guardia que ya recargĆ³, pero la mujer usĆ³ al adolorido de escudo, asĆ­ se acabĆ³ la vida del guardia mientras el corazĆ³n de la excitada mujer latĆ­a a 150 por hora.

 

La Vampira soltaba una risilla, finalmente emergiĆ³ del moribundo escudo humano y se lanzĆ³ en una patada de artes marciales al rostro del que disparaba, en hombre rodĆ³ por el piso.

 

Una bala rozĆ³ el hombro de la oriental quien nunca dejĆ³ de ver al tercer guardia, la oriental era muy buena evitando las balas.

 

La asesina se agachĆ³ evitando mĆ”s disparos y se escuchĆ³ otro alarido:

 

—AAAAhhhhhh!!!!!!!!!!—El segundo y derribado guardia gritaba cuando las terribles uƱas negras de la Vampira se hundieron en su saco escrotal.



Mientras sucedĆ­a la pelea, Monroe corrĆ­a hacĆ­a el Ć”rea de dormitorios, allĆ­ estaba Viviana Ocampo, no tardĆ³ en hacerla salir, mintiĆ©ndole sobre un ataque terrorista, la adolescente hacĆ­a lo que le dijese su proveedor de heroĆ­na.

 

El dĆŗo toma rumbo al Ć”rea de preparaciĆ³n de medicamento, allĆ­ en un Ć”rea refrigerada se ubicaba un portafolio especial con clave, adentro y bajo cero yacĆ­a el compuesto A.

 

El plan de Monroe es simple, tomar todo aquello que la Vampira vino a buscar y abandonar la clĆ­nica, una vez asegurado el sitio regresarĆ­a… o de vencer la villana, escaparĆ­a fuera de la ciudad... DespuĆ©s  buscarĆ­a como montar su organizaciĆ³n criminal o incluso pactar con CHO-FER a cambio de su vida y libertad.

 

Al llegar al Ć”rea de medicamentos se topĆ³ con una batalla a bala. Apenas escucharon los disparos de la oficina, los 3 acompaƱantes de la Vampira fueron en busca del compuesto A…  Esa era su misiĆ³n desde el principio. Ahora se enfrentaban con dos guardias que se atrincheraron en el Ć”rea.

 

Federico y Viviana no podĆ­an acercarse al sitio por lo que buscaron un escondite. Monroe hallĆ³ una habitaciĆ³n, allĆ­ apareciĆ³ una mujer desnuda quiĆ©n gritaba.


 



—QuiĆ©nes son? ALƉJENSE!—Se trataba de la misma mujer que bajo el efecto del compuesto A habĆ­a hecho una felaciĆ³n al guardia, pero tras reaccionar le apretĆ³ los testĆ­culos. Luego de ser noqueada por el otro guardia, fue dejada desnuda e inconsciente en aquel lugar.

 

Federico fue a silenciarla, pero la mujer callĆ³ al ver a la joven Viviana, de vista la conocĆ­a como otra paciente de la clĆ­nica. Los Ć”nimos se calmaron y Monroe le contĆ³ una mentira, justificĆ”ndose como protector de Viviana y el querer ayudar a todas.

 

La mujer de 26 aƱos cuyo nombre es Patricia, le contĆ³ al director —sin que la adolescente escuchara— que habĆ­a sido narcotizada y obligada a realizar felaciĆ³n a uno de los guardias, Federico le prometiĆ³ justicia cuando lograsen escapar y avisar a las autoridades. El psiquiatra era un completo hipĆ³crita pues Ć©l mismo promoviĆ³ el uso del compuesto A con las jĆ³venes de la clĆ­nica.

 

 

La pelea o mĆ”s bien dicho “la masacre” en la oficina de Monroe, continuaba.

El guardia con el escroto sangrante se retorcĆ­a,  la mujer oriental se incorporĆ³ una fracciĆ³n de segundo para brincar sobre la entrepierna del varĆ³n, otro alarido se escuchĆ³ cuando el tacĆ³n femenino se hundiĆ³ en su testĆ­culo derecho. La mujer parecĆ­a apagar un cigarrillo.

Su colega guardia no pudo disparar sobre la mujer por temor a darle a su compaƱero...Ese fue un error mortal.

La Vampira corriĆ³ en su direcciĆ³n y ante las balas modificĆ³ su rumbo ocultĆ”ndose tras el escritorio del director.

El sujeto con la hemorragia escrotal terminĆ³ desmayĆ”ndose, su mano manchada de sangre ahora yacĆ­a sin que agarrar y sobar.



Nuevamente el Ćŗltimo guardia se quedĆ³ sin balas y la Vampira aprovechĆ³… EmergiĆ³ de su escondite y atacĆ³, el guardia reaccionĆ³ lanzĆ”ndole un puƱo, evitado por la dama, quien ahora detrĆ”s del hombre le conectĆ³ una patada al hueco de la rodilla, haciĆ©ndole caer al piso.


La caliente mujer le tomĆ³ de la cabeza, hĆ­per extendiĆ©ndole el cuello, preparĆ³ la mano y de un zarpazo le rebanĆ³ la garganta.

 

El sujeto apenas si pudo expresar algo, solo borbotones de sangre emergieron de su boca.

La pelea habĆ­a terminado y la jadeante oriental, se comenzĆ³ a tocar el clĆ­toris.

—No!…aĆŗn no! hay trabajo que hacer—SuspendiĆ³ su labor y respirĆ³ con calma.

Al salir de la oficina el desmayado guardia despertĆ³…continuarĆ­a retorciĆ©ndose del dolor testicular por minutos…sin mencionar el sangrado que tenĆ­a.

La Vampira le dejĆ³ vivo?...al parecer sĆ³lo por ahora.

 

Monroe ve casi imposible salir de la clĆ­nica con el compuesto A y Viviana, asĆ­ que elige. Le encomienda a Patricia escapar con la adolescente mientras el distrae a los atacantes, el director quedaba como un valiente para las dos mujeres.

 

Uno de los secuaces de la Vampira observa por una ventana a dos personas correr rumbo al bosque… Una de ellas, la mĆ”s adulta, va desnuda. Sale por ellas al reconocer a Viviana, pues conocĆ­a bien su foto.

 

Se inicia una persecuciĆ³n en los terrenos aledaƱos a la clĆ­nica, el criminal no tarda en casi alcanzar en carrera a las dos mujeres…Patricia sabe que vienen a matarlas, pero se arma de valor y quiere proteger a la adolescente, desea hacer algo Ćŗtil con su vida marcada por las adicciones!

—Corre niƱa, corre!, yo lo retrasarĆ© busca la carretera y que un auto te lleve!

Viviana le agradeciĆ³ y la desnuda mujer emprendiĆ³ una carrera hacia el hombre. Este se hallaba armado pero no quiso matarla.

Cuando Patricia llegĆ³ con Ć©l, le lanzĆ³ un puƱo a la cara, el hombre le bloqueĆ³ fĆ”cilmente el brazo, pero enseguida la desnuda le pateĆ³ la entrepierna.



—OOuug!—Se quejĆ³ el hombre, doblĆ”ndose.

 

Patricia quiso rematarle pero el varĆ³n a pesar del dolor pudo reaccionar, estaba muy enfadado y le descargĆ³ un golpe al rostro con la pistola que llevaba en la otra mano.

Patricia quedĆ³ en el prado sin sentido.

—Me lleva el carajo!—El varĆ³n daba graciosos brincos buscando alivio, observĆ³ a la mujer con odio—DeberĆ­a matarte, puta!

 

Mientras esto pasaba se escuchan mĆ”s disparos adentro…

…y es que Monroe apareciĆ³ por sorpresa en el Ć”rea de medicamentos con un arma automĆ”tica y logra dar de baja a uno de los lacayos de la Vampira, justo cuando Ć©ste ya salĆ­an con el portafolio especial.

Federico sonrĆ­e, al fin se apoderĆ³ del compuesto A! Acto seguido mantiene al tercer lacayo alejado, quiĆ©n trata de no ser alcanzado por aquella lluvia de balas.

—OOOUUUUU!!!! —Portafolio y arma caen de las manos de Federico, quien se agarra los genitales, por detrĆ”s apareciĆ³ la Vampira, quiĆ©n le pateaba los testĆ­culos.

El psiquiatra se retuerce en el suelo, estĆ” vencido!



La peligrosa mujer logra el primero de sus 3 objetivos. El secuaz de la oriental emerge y agradece a su jefa por salvarle.

 

—QuĆ©date aquĆ­ con el portafolio, Macario —El nombre del sujeto—, voy a divertirme un poco con este traidor.

La mujer considera que aĆŗn debe sentir placer, asĆ­ que conduce a Federico al interior del Ć”rea de medicamentos y cierra la puerta. Macario sĆ³lo escucharĆ” los alaridos del psiquiatra.

—SUELTAMELOOOOSSSSS!!!! —Expresa a todo pulmĆ³n Federico, sin duda le tienen de los cojones.

Macario recibe un mensaje de texto de su compaƱero, aquel que fue por las dos jĆ³venes que escapaban. Le comunica que atrapĆ³ a Viviana Ocampo.

 

Tras 5 minutos de alaridos, emerge la mujer, sus manos y sobre todo su boca gotean sangre, la oriental estƔ mƔs que agitada, el piso bajo ella se mancha rƔpidamente del lƭquido vital de Monroe.



El director de la clĆ­nica ha pasado a mejor vida.

 

La Vampira alcanza a reĆ­rse un poco, pide un paƱuelo para limpiarse la sangre. Macario se queda viĆ©ndole la boca, recuerda el porquĆ© del apodo de su jefa…Casi siente pena por Monroe.

 

Cuando la oriental pareciĆ³ emprender la retirada, el secuaz le preguntĆ³:

 

—Que hacemos con el cuerpo de Paulo? —Se referĆ­a al compaƱero asesinado por Monroe.

 

—DĆ©jalo, solo estorbarĆ­a.

 

Macario bajĆ³ la cabeza y sin que su jefa lo notase la observĆ³ con enfado…asĆ­ trataba a su subalternos?, y si Ć©l hubiera sido el caĆ­do?, tambiĆ©n quedarĆ­a allĆ­ abandonado como basura?

 

El par con el portafolio saliĆ³ por el lado norte del edificio, segĆŗn las previas instrucciones del otro secuaz, en aquella direcciĆ³n se reunirĆ­an con la adolescente capturada.

 

Por fin se topan con el tercero y Ćŗltimo de sus objetivos. AllĆ­ estĆ” el secuaz con Viviana, la tiene esposada.

 

A unos pasos de ellos, Macario ve a una mujer desnuda, parece desmayada…La reconoce, es la misma joven que le apretĆ³ los testĆ­culos a aquel guardia mientras le hacĆ­a la felaciĆ³n. Macario se quedĆ³ viĆ©ndola, su boca se humedeciĆ³.

 

Ante el cuestionamiento sobre la chica, el secuaz responde.

 

—Esa puta me pegĆ³ en las bolas, decidĆ­ no perder el tiempo matĆ”ndola, o se me hubiera escapado la mocosa Ć©sta.

 

—Que hacemos con ella?—El secuaz preguntĆ³ a su jefa.

 

—Dejen a Patricia en paz! —InterrumpiĆ³ la adolescente y La Vampira avanzĆ³ hacia Viviana.

 

La chica enseguida sintiĆ³ temor ante la presencia mĆ”s que intimidante de aquella dama.

 

—Vaya vaya, Viviana Ocampo, hija del coronel Humberto Ocampo.

 

Viviana trataba de resistir.

 

—Malditos que quieren conmigo?, quienes son ustedes?, son terroristas?, dĆ©jenme yo no sĆ© nada, dejen ir a Patricia, canallas!!—La chica era muy escandalosa y fue interrumpida cuando La Vampira le conectĆ³ un fuerte puƱo en el estĆ³mago. Los ojos de Viviana quedaron vidriosos y se cerraron, ya no molestarĆ­a mĆ”s.

 

—Justo a tiempo jefa —ExpresĆ³ Macario—Ya llegan los recolectores.

 

Se referĆ­a al arribo de 3 secuaces en una camioneta, eran enviados por CHO-FER con la misiĆ³n de llevar a un escondite diferente a Viviana.

Los 3 sujetos saludaron a la peligrosa mujer y bajo Ć³rdenes subieron a la inconsciente Viviana a su vehĆ­culo. EsperarĆ­an la seƱal para partir junto a La Vampira y sus acompaƱantes.

—Que hacemos ahora, jefa? —PreguntĆ³ el otro secuaz.

La Vampira mostrĆ³ una leve sonrisa.

—Quemen la clĆ­nica!

—Si seƱora!

—Y la chica desmayada?—ExpresĆ³ Macario.

La oriental la mirĆ³ un instante con desprecio.

—Que se queme tambiĆ©n…llĆ©vala cerca de la clĆ­nica, que la alcance las llamas.

 

—Jefa, serĆ­a una pena que muriera una bella joven.

 

—OlvĆ­dalo Macario, no toques a esa joven mĆ”s que para llevarla a la hoguera.

 

—Entiendo jefa…—Macario se mostrĆ³ pensativo un instante—Por cierto, jefa, puedo irme con los recolectores?

 

—SĆ­ adelante, ambos se irĆ”n con ellos, nos reuniremos en la base. —La oriental le dio la orden a los recolectores de partir una vez los dos subordinados volviesen de causar el incendio—Le llevarĆ© en persona a CHO-FER el compuesto A.

 

La Vampira tomĆ³ rumbo a la zona de estacionamientos, allĆ­ abordarĆ­a su vehĆ­culo.

 

Macario y su compaƱero cargaron a Patricia hacia la clĆ­nica, la dejaron a uno metros de la edificaciĆ³n y en menos de 5 minutos se iniciĆ³ un incendio.

 

Mientras los secuaces regresaban con sus aliados, Macario le expresaba a su colega:

 

—Es una lĆ”stima, es una chica hermosa. —Se saboreaba los labios de recordar su piel blanda y su desnudez.

 

—OlvĆ­dalo amigo—Le dijo su compaƱero.

 

El incendio se desatĆ³ y el caos cundiĆ³ en la clĆ­nica, para fortuna de todos, -tanto empleados como pacientes-, El guardia Rodolfo (ya repuesto de las bolas y Ć©l Ćŗnico guardia con vida) tenĆ­a acceso a todas las puertas, Ć©l y su amante la secretaria Martha lideraron la evacuaciĆ³n de la edificaciĆ³n.

 

La mayorĆ­a evacuarĆ­a el edificio en direcciĆ³n Sur.

 

En cierto momento, Patricia despertĆ³!

 

Se sentĆ­a devastada, lo primero que percibiĆ³ fue un fuerte olor a quemado, abriĆ³ los ojos y vio una columna de humo muy alto, algo se quemaba a lo lejos, fue entonces cuando sintiĆ³ su propio cuerpo, la estaban penetrando!

 

Un hombre estaba encima de ella y le hacĆ­a el amor…Era Macario.

 

Macario finalmente no se fue con los recolectores, fue y alejĆ³ a Patricia del fuego para violarla.

 

Esa era la razĆ³n para salvarla, nada de un acto desinteresado, simplemente buscaba satisfacer su perversiĆ³n con la mujer, desde que la vio haciĆ©ndole la felaciĆ³n a aquel guardia, la joven le despertĆ³ el falo, querĆ­a hacerla suya y ahora la tenĆ­a para Ć©l solo!

 

Pero la mujer no reaccionĆ³, estaba abatida, parecĆ­a rendirse ante la forma en que la vida la trataba, tal vez era su castigo por permitir que las drogas la consumieses, debĆ­a pagar por ello y lo aceptaba.

 

El desnudo Macario notĆ³ su despertar, pero tambiĆ©n su mirada de sumisiĆ³n, solo sonriĆ³…se dejarĆ­a hacer de todo.

 

De pronto, el recuerdo de Viviana agradeciƩndole por la ayuda vino a la mente de Patricia, ya no podƭa salvar a aquella adolescente, pero ese instinto de querer protegerla, de sacarla de todo esto que ocurrƭa, la hizo luchar!...

 

…La mano de Patricia se deslizĆ³ bajo el cuerpo de Macario y atrapĆ³ los testĆ­culos del distraĆ­do hombre.

 

—AAAUUUUUU!!!! —GritĆ³ Macario, cuando la mano de la joven comprimĆ­a y tiraba con furia de su escroto para que le sacase el pene.



El adolorido se le quitĆ³ de encima y la desnuda Patricia emprendiĆ³ la huida hacia el bosque.

 

—Maldita puta! —Macario estaba enfurecido, se incorporĆ³ como pudo y comenzĆ³ a perseguirla. Fue fĆ”cil para la mujer dejarlo atrĆ”s.

 

Macario vio un movimiento tras un tronco...alguien se ocultaba tras Ć©l.

 

—Grave error querer esconderte, puta…me las pagarĆ”s!

 

Pero cuando Macario apareciĆ³ frente a quien se escondĆ­a, recibiĆ³ una patada en la cara…

 

…El varĆ³n retrocediĆ³ y pudo observar de quiĆ©n se trataba.

 

—Eres un degenerado y ya me cansĆ© de tus estupideces.

 

El hombre estaba asustado, se trataba de mismĆ­sima Vampira!. La oriental llevaba el portafolio en una mano. La mujer sospechĆ³ la conducta pervertida de su subalterno y que no cumplirĆ­a a cabalidad sus Ć³rdenes, eso la enfadaba.

 

—Jefa, perdĆ³neme! —No le quedaba mĆ”s que suplicar.

 

—Que te perdone?, cuando no puedes obedecer una simple orden?, te dije que no te metieras con esa muchacha, pero parece que solo piensan con el pene, entonces…Entonces castigarĆ© tu pene!

 

—No jefa, espere, deme una segunda oportunidad para serle leal.

 

—Una segunda oportunidad?

 

—SĆ­, por favor dĆ©mela. Yo… — No terminĆ³ la frase cuando la garra de La Vampira se apoderĆ³ de su cuello y la otra mano la tomĆ³ del falo desnudo.

 

Las uƱas penetraron en la suave piel del pene haciƩndole sangrar de inmediato.

 

Macario daba gritos de agonĆ­a que se perdĆ­an en el bosque. De su boca aparecĆ­a saliva hecha espuma.

 

La Vampira le miraba seria, no se sintiĆ³ excitada ni por el hecho de estar tocando un falo desnudo. Pronto la mujer se aburriĆ³ y oprimiĆ³ sus uƱas en el cuello, causando una hemorragia mĆ”s letal.

 

Por fin liberĆ³ al hombre y este convulsionĆ³ en el suelo hasta expirar.

 

—Darte una segunda oportunidad?, no! ya estuvo bien de segundas oportunidades por el dĆ­a de hoy...Y sĆ³lo se la darĆ­a a quien me puede ser Ćŗtil —Expresaba en voz baja y mirando al hombre muerto.

 

La oriental abriĆ³ el portafolio especial, al parecer tenĆ­a el cĆ³digo para abrirlo. Adentro habĆ­a 3 contenedores de apariencia sofisticada y conservaban muestras congeladas del compuesto A.

 

La mujer sacĆ³ uno de los contenedores y lo colocĆ³ tras una gran acumulaciĆ³n rocosa. Se marchĆ³ totalmente inexpresiva, sin un Ć”pice de culpa o de felicidad, mientras escribĆ­a un mensaje de texto.

 

El mensaje enviado decĆ­a.

 

Lado norte, 250 metros de la edificaciĆ³n, detrĆ”s de las rocas altas.

 

Los bomberos aparecieron pero fue inĆŗtil evitar la destrucciĆ³n de la clĆ­nica, ningĆŗn paciente resultĆ³ muerto, los cadĆ”veres hallados adentro estaban fallecidos antes del incendio (excepto aquel guardia de la hemorragia escrotal que La Vampira dejĆ³ con vida).



El incendio fue perfecto para eliminar toda evidencia, y el escape de los pacientes y empleados dejĆ³ a las autoridades por el momento sin testigo alguno sobre los atentados con bombas (Ni el guardia Rodolfo tenĆ­a ganas de hablar temiendo alguna de represalia de los peligrosos criminales detrĆ”s de Ć©ste ataque).

 

***

 

Al dĆ­a siguiente en la estaciĆ³n de policĆ­a, la capitana Gertrudis Ferrer es llamada a la oficina del comandante.

 

La mujer se reporta a la Oficina del comandante McDonald, la secretaria la hace seguir.



—SiĆ©ntese Ferrer—La capitana se ubica en el asiento—Ya sabe para que la mandĆ© llamar?

 

—Si mi comandante, y estoy lista para lo que usted decida.

 

—La prensa no deja de molestar con ese asunto de CHO-FER, ese canalla ha vuelto un caos esta ciudad…Y es un vergĆ¼enza que no tengamos aun su foto—El alto oficial hizo una pausa para tomar un copa de brandy.—Pero de Ć©l se encargarĆ” nuestro grupo investigativo especial…Necesito que forme un grupo para detener a su mano derecha.

 

—Se refiere a La Vampira…

 

—AsĆ­ es, esa maldita ha hecho de todo en esta ciudad impunemente, quiero que la capture o le dĆ© de baja, tengo entendido que le ha hecho un seguimiento a su actuar.

 

—SĆ­ comandante, y estaba esperando esta misiĆ³n. Tiene usted razĆ³n, ella es la culpable de muchos asesinatos, entre ellos el del jefe de sicarios alias El Navajas y el homicidio del lĆ­der mafioso Emilio Mancera.

 

—A mĆ­ no me importan los ajusticiamientos entre basuras, pero tambiĆ©n ha asesinado civiles y eso no lo tolerarĆ©…Proceda de inmediato y reclute una unidad de su plena confianza.

 

—A la orden seƱor!—La mujer se incorporĆ³ y saludĆ³ a su oficial superior.

 

La capitana reclutarĆ­a a las agentes Yolanda Taylor y AngĆ©lica Soler…Se iniciarĆ­a un operativo para detener o eliminar a La Vampira.

 

Los operativos contra la mano derecha de CHO-FER se verƔn en los futuros relatos: A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Partes 1 a 4.

 

 

***

 

ANEXO.

 

DespuĆ©s de la partida de los criminales y antes de la llegada de los bomberos, sucediĆ³ algo muy relevante en la clĆ­nica.

 

Cuando aĆŗn el edificio no ardĆ­a por completo, una persona emergiĆ³ y avanzĆ³ hacia el lado norte de la estructura, totalmente opuesto a los pacientes y empleados que aĆŗn escapaban hacia la zona sur (PerdiĆ©ndose Ć©stos en los bosques cercanos).

La persona recogiĆ³ tras las rocas el contenedor con el compuesto A, en su mano manchada de sangre llevaba un telĆ©fono dĆ³nde se leĆ­a el texto.

Lado norte, 250 metros de la edificaciĆ³n, detrĆ”s de las rocas altas.

 

—Hoy tuve mi segunda oportunidad, no la desaprovecharĆ©.

Se trataba de Federico Monroe, quien se alejaba cojeando y sangrando levemente.



FIN.

 

***

 

 

 

 

 


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