EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 4.2 - Las Bolas de Pablo

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28 ago 2021

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EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 4.2

 

EL ATAQUE DE LA VAMPIRA, Parte 4.

La ClĆ­nica para Adictos, Parte 2 de 2.

 

CONTIENE BALLBUSTING F/M.

 

 

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En la primera parte, La Vampira y 3 secuaces asisten a una clínica para adictos, la cual es dirigida por Federico Monroe. Allí presencian los efectos del compuesto A, el cual ademÔs ha sido usado para que pacientes de la clínica se inmolen causando el caos en la ciudad. La Vampira y Monroe tiene una conversación en dónde el psiquiatra trata de reclutar a la asesina para crear una organización criminal ellos mismos, pero la oriental rechaza la oferta y le va a asesinar por cometer errores en su trabajo. Monroe llama a 3 guardias para que le salven y el conflicto es inminente.

 

Ante la asesina estaba aquellos 3 guardias, no podía estar mÔs alegre la mujer, al fin tendría un reto. Federico aún se sobaba las bolas, se ubicó tras los hombres.

 

—AcĆ”benla!


 

La Vampira hizo un movimiento y los 3 guardias desenfundaron sus armas, los disparos iniciaron pero no acertaron al objetivo, la astuta oriental se ubicó a menos de un metro de las armas.  Los mismos guardias debĆ­an mover sus pistolas para no acertarle a uno de sus colegas, o terminar heridos por su propio fuego.

 

Los disparos entrecruzados y la falla en liquidar a la enemiga hizo que Monroe saliera de la oficina dejando la puerta cerrada, esperaba que sus hombres llegasen a matarla, pero existĆ­a la posibilidad y muy real de que fuesen ellos los asesinados.

 

Las armas quedaron vacĆ­as y los guardias empezaron a recargar, pero la asesina no les darĆ­a el tiempo.

 

—AAuuuu!—Exclamó el primer guardia cuando el zapato de la mujer ascendĆ­a entre sus piernas y le impactaba en los testĆ­culos. Enseguida el hombre dejó caer el arma de sus manos para cubrirse los cojones…

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…La Vampira jadeaba de gusto y le remató con un gancho en la mandĆ­bula.

 

Llegaron los disparos de otro guardia que ya recargó, pero la mujer usó al adolorido de escudo, así se acabó la vida del guardia mientras el corazón de la excitada mujer latía a 150 por hora.

 

La Vampira soltaba una risilla, finalmente emergió del moribundo escudo humano y se lanzó en una patada de artes marciales al rostro del que disparaba, en hombre rodó por el piso.

 

Una bala rozó el hombro de la oriental quien nunca dejó de ver al tercer guardia, la oriental era muy buena evitando las balas.

 

La asesina se agachó evitando mÔs disparos y se escuchó otro alarido:

 

—AAAAhhhhhh!!!!!!!!!!—El segundo y derribado guardia gritaba cuando las terribles uƱas negras de la Vampira se hundieron en su saco escrotal.

2.


Mientras sucedía la pelea, Monroe corría hacía el Ôrea de dormitorios, allí estaba Viviana Ocampo, no tardó en hacerla salir, mintiéndole sobre un ataque terrorista, la adolescente hacía lo que le dijese su proveedor de heroína.

 

El dúo toma rumbo al Ôrea de preparación de medicamento, allí en un Ôrea refrigerada se ubicaba un portafolio especial con clave, adentro y bajo cero yacía el compuesto A.

 

El plan de Monroe es simple, tomar todo aquello que la Vampira vino a buscar y abandonar la clĆ­nica, una vez asegurado el sitio regresarĆ­a… o de vencer la villana, escaparĆ­a fuera de la ciudad... DespuĆ©s  buscarĆ­a como montar su organización criminal o incluso pactar con CHO-FER a cambio de su vida y libertad.

 

Al llegar al Ć”rea de medicamentos se topó con una batalla a bala. Apenas escucharon los disparos de la oficina, los 3 acompaƱantes de la Vampira fueron en busca del compuesto A…  Esa era su misión desde el principio. Ahora se enfrentaban con dos guardias que se atrincheraron en el Ć”rea.

 

Federico y Viviana no podían acercarse al sitio por lo que buscaron un escondite. Monroe halló una habitación, allí apareció una mujer desnuda quién gritaba.


 

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—QuiĆ©nes son? ALƉJENSE!—Se trataba de la misma mujer que bajo el efecto del compuesto A habĆ­a hecho una felación al guardia, pero tras reaccionar le apretó los testĆ­culos. Luego de ser noqueada por el otro guardia, fue dejada desnuda e inconsciente en aquel lugar.

 

Federico fue a silenciarla, pero la mujer calló al ver a la joven Viviana, de vista la conocía como otra paciente de la clínica. Los Ônimos se calmaron y Monroe le contó una mentira, justificÔndose como protector de Viviana y el querer ayudar a todas.

 

La mujer de 26 aƱos cuyo nombre es Patricia, le contó al director —sin que la adolescente escuchara— que habĆ­a sido narcotizada y obligada a realizar felación a uno de los guardias, Federico le prometió justicia cuando lograsen escapar y avisar a las autoridades. El psiquiatra era un completo hipócrita pues Ć©l mismo promovió el uso del compuesto A con las jóvenes de la clĆ­nica.

 

 

La pelea o mĆ”s bien dicho ā€œla masacreā€ en la oficina de Monroe, continuaba.

El guardia con el escroto sangrante se retorcĆ­a,  la mujer oriental se incorporó una fracción de segundo para brincar sobre la entrepierna del varón, otro alarido se escuchó cuando el tacón femenino se hundió en su testĆ­culo derecho. La mujer parecĆ­a apagar un cigarrillo.

Su colega guardia no pudo disparar sobre la mujer por temor a darle a su compaƱero...Ese fue un error mortal.

La Vampira corrió en su dirección y ante las balas modificó su rumbo ocultÔndose tras el escritorio del director.

El sujeto con la hemorragia escrotal terminó desmayÔndose, su mano manchada de sangre ahora yacía sin que agarrar y sobar.

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Nuevamente el Ćŗltimo guardia se quedó sin balas y la Vampira aprovechó… Emergió de su escondite y atacó, el guardia reaccionó lanzĆ”ndole un puƱo, evitado por la dama, quien ahora detrĆ”s del hombre le conectó una patada al hueco de la rodilla, haciĆ©ndole caer al piso.
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La caliente mujer le tomó de la cabeza, híper extendiéndole el cuello, preparó la mano y de un zarpazo le rebanó la garganta.

 

El sujeto apenas si pudo expresar algo, solo borbotones de sangre emergieron de su boca.

La pelea había terminado y la jadeante oriental, se comenzó a tocar el clítoris.

—No!…aĆŗn no! hay trabajo que hacer—Suspendió su labor y respiró con calma.

Al salir de la oficina el desmayado guardia despertó…continuarĆ­a retorciĆ©ndose del dolor testicular por minutos…sin mencionar el sangrado que tenĆ­a.

La Vampira le dejó vivo?...al parecer sólo por ahora.

 

Monroe ve casi imposible salir de la clĆ­nica con el compuesto A y Viviana, asĆ­ que elige. Le encomienda a Patricia escapar con la adolescente mientras el distrae a los atacantes, el director quedaba como un valiente para las dos mujeres.

 

Uno de los secuaces de la Vampira observa por una ventana a dos personas correr rumbo al bosque… Una de ellas, la mĆ”s adulta, va desnuda. Sale por ellas al reconocer a Viviana, pues conocĆ­a bien su foto.

 

Se inicia una persecución en los terrenos aledaƱos a la clĆ­nica, el criminal no tarda en casi alcanzar en carrera a las dos mujeres…Patricia sabe que vienen a matarlas, pero se arma de valor y quiere proteger a la adolescente, desea hacer algo Ćŗtil con su vida marcada por las adicciones!

—Corre niƱa, corre!, yo lo retrasarĆ© busca la carretera y que un auto te lleve!

Viviana le agradeció y la desnuda mujer emprendió una carrera hacia el hombre. Este se hallaba armado pero no quiso matarla.

Cuando Patricia llegó con él, le lanzó un puño a la cara, el hombre le bloqueó fÔcilmente el brazo, pero enseguida la desnuda le pateó la entrepierna.

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—OOuug!—Se quejó el hombre, doblĆ”ndose.

 

Patricia quiso rematarle pero el varón a pesar del dolor pudo reaccionar, estaba muy enfadado y le descargó un golpe al rostro con la pistola que llevaba en la otra mano.

Patricia quedó en el prado sin sentido.

—Me lleva el carajo!—El varón daba graciosos brincos buscando alivio, observó a la mujer con odio—DeberĆ­a matarte, puta!

 

Mientras esto pasaba se escuchan mĆ”s disparos adentro…

…y es que Monroe apareció por sorpresa en el Ć”rea de medicamentos con un arma automĆ”tica y logra dar de baja a uno de los lacayos de la Vampira, justo cuando Ć©ste ya salĆ­an con el portafolio especial.

Federico sonríe, al fin se apoderó del compuesto A! Acto seguido mantiene al tercer lacayo alejado, quién trata de no ser alcanzado por aquella lluvia de balas.

—OOOUUUUU!!!! —Portafolio y arma caen de las manos de Federico, quien se agarra los genitales, por detrĆ”s apareció la Vampira, quiĆ©n le pateaba los testĆ­culos.

El psiquiatra se retuerce en el suelo, estĆ” vencido!

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La peligrosa mujer logra el primero de sus 3 objetivos. El secuaz de la oriental emerge y agradece a su jefa por salvarle.

 

—QuĆ©date aquĆ­ con el portafolio, Macario —El nombre del sujeto—, voy a divertirme un poco con este traidor.

La mujer considera que aún debe sentir placer, así que conduce a Federico al interior del Ôrea de medicamentos y cierra la puerta. Macario sólo escucharÔ los alaridos del psiquiatra.

—SUELTAMELOOOOSSSSS!!!! —Expresa a todo pulmón Federico, sin duda le tienen de los cojones.

Macario recibe un mensaje de texto de su compañero, aquel que fue por las dos jóvenes que escapaban. Le comunica que atrapó a Viviana Ocampo.

 

Tras 5 minutos de alaridos, emerge la mujer, sus manos y sobre todo su boca gotean sangre, la oriental estƔ mƔs que agitada, el piso bajo ella se mancha rƔpidamente del lƭquido vital de Monroe.

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El director de la clĆ­nica ha pasado a mejor vida.

 

La Vampira alcanza a reĆ­rse un poco, pide un paƱuelo para limpiarse la sangre. Macario se queda viĆ©ndole la boca, recuerda el porquĆ© del apodo de su jefa…Casi siente pena por Monroe.

 

Cuando la oriental pareció emprender la retirada, el secuaz le preguntó:

 

—Que hacemos con el cuerpo de Paulo? —Se referĆ­a al compaƱero asesinado por Monroe.

 

—DĆ©jalo, solo estorbarĆ­a.

 

Macario bajó la cabeza y sin que su jefa lo notase la observó con enfado…asĆ­ trataba a su subalternos?, y si Ć©l hubiera sido el caĆ­do?, tambiĆ©n quedarĆ­a allĆ­ abandonado como basura?

 

El par con el portafolio salió por el lado norte del edificio, según las previas instrucciones del otro secuaz, en aquella dirección se reunirían con la adolescente capturada.

 

Por fin se topan con el tercero y Ćŗltimo de sus objetivos. AllĆ­ estĆ” el secuaz con Viviana, la tiene esposada.

 

A unos pasos de ellos, Macario ve a una mujer desnuda, parece desmayada…La reconoce, es la misma joven que le apretó los testĆ­culos a aquel guardia mientras le hacĆ­a la felación. Macario se quedó viĆ©ndola, su boca se humedeció.

 

Ante el cuestionamiento sobre la chica, el secuaz responde.

 

—Esa puta me pegó en las bolas, decidĆ­ no perder el tiempo matĆ”ndola, o se me hubiera escapado la mocosa Ć©sta.

 

—Que hacemos con ella?—El secuaz preguntó a su jefa.

 

—Dejen a Patricia en paz! —Interrumpió la adolescente y La Vampira avanzó hacia Viviana.

 

La chica enseguida sintió temor ante la presencia mÔs que intimidante de aquella dama.

 

—Vaya vaya, Viviana Ocampo, hija del coronel Humberto Ocampo.

 

Viviana trataba de resistir.

 

—Malditos que quieren conmigo?, quienes son ustedes?, son terroristas?, dĆ©jenme yo no sĆ© nada, dejen ir a Patricia, canallas!!—La chica era muy escandalosa y fue interrumpida cuando La Vampira le conectó un fuerte puƱo en el estómago. Los ojos de Viviana quedaron vidriosos y se cerraron, ya no molestarĆ­a mĆ”s.

 

—Justo a tiempo jefa —Expresó Macario—Ya llegan los recolectores.

 

Se refería al arribo de 3 secuaces en una camioneta, eran enviados por CHO-FER con la misión de llevar a un escondite diferente a Viviana.

Los 3 sujetos saludaron a la peligrosa mujer y bajo órdenes subieron a la inconsciente Viviana a su vehículo. Esperarían la señal para partir junto a La Vampira y sus acompañantes.

—Que hacemos ahora, jefa? —Preguntó el otro secuaz.

La Vampira mostró una leve sonrisa.

—Quemen la clĆ­nica!

—Si seƱora!

—Y la chica desmayada?—Expresó Macario.

La oriental la miró un instante con desprecio.

—Que se queme tambiĆ©n…llĆ©vala cerca de la clĆ­nica, que la alcance las llamas.

 

—Jefa, serĆ­a una pena que muriera una bella joven.

 

—OlvĆ­dalo Macario, no toques a esa joven mĆ”s que para llevarla a la hoguera.

 

—Entiendo jefa…—Macario se mostró pensativo un instante—Por cierto, jefa, puedo irme con los recolectores?

 

—SĆ­ adelante, ambos se irĆ”n con ellos, nos reuniremos en la base. —La oriental le dio la orden a los recolectores de partir una vez los dos subordinados volviesen de causar el incendio—Le llevarĆ© en persona a CHO-FER el compuesto A.

 

La Vampira tomó rumbo a la zona de estacionamientos, allí abordaría su vehículo.

 

Macario y su compañero cargaron a Patricia hacia la clínica, la dejaron a uno metros de la edificación y en menos de 5 minutos se inició un incendio.

 

Mientras los secuaces regresaban con sus aliados, Macario le expresaba a su colega:

 

—Es una lĆ”stima, es una chica hermosa. —Se saboreaba los labios de recordar su piel blanda y su desnudez.

 

—OlvĆ­dalo amigo—Le dijo su compaƱero.

 

El incendio se desató y el caos cundió en la clínica, para fortuna de todos, -tanto empleados como pacientes-, El guardia Rodolfo (ya repuesto de las bolas y él único guardia con vida) tenía acceso a todas las puertas, él y su amante la secretaria Martha lideraron la evacuación de la edificación.

 

La mayoría evacuaría el edificio en dirección Sur.

 

En cierto momento, Patricia despertó!

 

Se sentía devastada, lo primero que percibió fue un fuerte olor a quemado, abrió los ojos y vio una columna de humo muy alto, algo se quemaba a lo lejos, fue entonces cuando sintió su propio cuerpo, la estaban penetrando!

 

Un hombre estaba encima de ella y le hacĆ­a el amor…Era Macario.

 

Macario finalmente no se fue con los recolectores, fue y alejó a Patricia del fuego para violarla.

 

Esa era la razón para salvarla, nada de un acto desinteresado, simplemente buscaba satisfacer su perversión con la mujer, desde que la vio haciéndole la felación a aquel guardia, la joven le despertó el falo, quería hacerla suya y ahora la tenía para él solo!

 

Pero la mujer no reaccionó, estaba abatida, parecía rendirse ante la forma en que la vida la trataba, tal vez era su castigo por permitir que las drogas la consumieses, debía pagar por ello y lo aceptaba.

 

El desnudo Macario notó su despertar, pero tambiĆ©n su mirada de sumisión, solo sonrió…se dejarĆ­a hacer de todo.

 

De pronto, el recuerdo de Viviana agradeciƩndole por la ayuda vino a la mente de Patricia, ya no podƭa salvar a aquella adolescente, pero ese instinto de querer protegerla, de sacarla de todo esto que ocurrƭa, la hizo luchar!...

 

…La mano de Patricia se deslizó bajo el cuerpo de Macario y atrapó los testĆ­culos del distraĆ­do hombre.

 

—AAAUUUUUU!!!! —Gritó Macario, cuando la mano de la joven comprimĆ­a y tiraba con furia de su escroto para que le sacase el pene.

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El adolorido se le quitó de encima y la desnuda Patricia emprendió la huida hacia el bosque.

 

—Maldita puta! —Macario estaba enfurecido, se incorporó como pudo y comenzó a perseguirla. Fue fĆ”cil para la mujer dejarlo atrĆ”s.

 

Macario vio un movimiento tras un tronco...alguien se ocultaba tras Ʃl.

 

—Grave error querer esconderte, puta…me las pagarĆ”s!

 

Pero cuando Macario apareció frente a quien se escondĆ­a, recibió una patada en la cara…

 

…El varón retrocedió y pudo observar de quiĆ©n se trataba.

 

—Eres un degenerado y ya me cansĆ© de tus estupideces.

 

El hombre estaba asustado, se trataba de mismísima Vampira!. La oriental llevaba el portafolio en una mano. La mujer sospechó la conducta pervertida de su subalterno y que no cumpliría a cabalidad sus órdenes, eso la enfadaba.

 

—Jefa, perdóneme! —No le quedaba mĆ”s que suplicar.

 

—Que te perdone?, cuando no puedes obedecer una simple orden?, te dije que no te metieras con esa muchacha, pero parece que solo piensan con el pene, entonces…Entonces castigarĆ© tu pene!

 

—No jefa, espere, deme una segunda oportunidad para serle leal.

 

—Una segunda oportunidad?

 

—SĆ­, por favor dĆ©mela. Yo… — No terminó la frase cuando la garra de La Vampira se apoderó de su cuello y la otra mano la tomó del falo desnudo.

 

Las uƱas penetraron en la suave piel del pene haciƩndole sangrar de inmediato.

 

Macario daba gritos de agonĆ­a que se perdĆ­an en el bosque. De su boca aparecĆ­a saliva hecha espuma.

 

La Vampira le miraba seria, no se sintió excitada ni por el hecho de estar tocando un falo desnudo. Pronto la mujer se aburrió y oprimió sus uñas en el cuello, causando una hemorragia mÔs letal.

 

Por fin liberó al hombre y este convulsionó en el suelo hasta expirar.

 

—Darte una segunda oportunidad?, no! ya estuvo bien de segundas oportunidades por el dĆ­a de hoy...Y sólo se la darĆ­a a quien me puede ser Ćŗtil —Expresaba en voz baja y mirando al hombre muerto.

 

La oriental abrió el portafolio especial, al parecer tenía el código para abrirlo. Adentro había 3 contenedores de apariencia sofisticada y conservaban muestras congeladas del compuesto A.

 

La mujer sacó uno de los contenedores y lo colocó tras una gran acumulación rocosa. Se marchó totalmente inexpresiva, sin un Ôpice de culpa o de felicidad, mientras escribía un mensaje de texto.

 

El mensaje enviado decĆ­a.

 

Lado norte, 250 metros de la edificación, detrÔs de las rocas altas.

 

Los bomberos aparecieron pero fue inútil evitar la destrucción de la clínica, ningún paciente resultó muerto, los cadÔveres hallados adentro estaban fallecidos antes del incendio (excepto aquel guardia de la hemorragia escrotal que La Vampira dejó con vida).

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El incendio fue perfecto para eliminar toda evidencia, y el escape de los pacientes y empleados dejó a las autoridades por el momento sin testigo alguno sobre los atentados con bombas (Ni el guardia Rodolfo tenía ganas de hablar temiendo alguna de represalia de los peligrosos criminales detrÔs de éste ataque).

 

***

 

Al día siguiente en la estación de policía, la capitana Gertrudis Ferrer es llamada a la oficina del comandante.

 

La mujer se reporta a la Oficina del comandante McDonald, la secretaria la hace seguir.

oooo


—SiĆ©ntese Ferrer—La capitana se ubica en el asiento—Ya sabe para que la mandĆ© llamar?

 

—Si mi comandante, y estoy lista para lo que usted decida.

 

—La prensa no deja de molestar con ese asunto de CHO-FER, ese canalla ha vuelto un caos esta ciudad…Y es un vergüenza que no tengamos aun su foto—El alto oficial hizo una pausa para tomar un copa de brandy.—Pero de Ć©l se encargarĆ” nuestro grupo investigativo especial…Necesito que forme un grupo para detener a su mano derecha.

 

—Se refiere a La Vampira…

 

—AsĆ­ es, esa maldita ha hecho de todo en esta ciudad impunemente, quiero que la capture o le dĆ© de baja, tengo entendido que le ha hecho un seguimiento a su actuar.

 

—SĆ­ comandante, y estaba esperando esta misión. Tiene usted razón, ella es la culpable de muchos asesinatos, entre ellos el del jefe de sicarios alias El Navajas y el homicidio del lĆ­der mafioso Emilio Mancera.

 

—A mĆ­ no me importan los ajusticiamientos entre basuras, pero tambiĆ©n ha asesinado civiles y eso no lo toleraré…Proceda de inmediato y reclute una unidad de su plena confianza.

 

—A la orden seƱor!—La mujer se incorporó y saludó a su oficial superior.

 

La capitana reclutarĆ­a a las agentes Yolanda Taylor y AngĆ©lica Soler…Se iniciarĆ­a un operativo para detener o eliminar a La Vampira.

 

Los operativos contra la mano derecha de CHO-FER se verƔn en los futuros relatos: A LA CAZA DE LA VAMPIRA, Partes 1 a 4.

 

 

***

 

ANEXO.

 

Después de la partida de los criminales y antes de la llegada de los bomberos, sucedió algo muy relevante en la clínica.

 

Cuando aún el edificio no ardía por completo, una persona emergió y avanzó hacia el lado norte de la estructura, totalmente opuesto a los pacientes y empleados que aún escapaban hacia la zona sur (Perdiéndose éstos en los bosques cercanos).

La persona recogió tras las rocas el contenedor con el compuesto A, en su mano manchada de sangre llevaba un teléfono dónde se leía el texto.

Lado norte, 250 metros de la edificación, detrÔs de las rocas altas.

 

—Hoy tuve mi segunda oportunidad, no la desaprovecharĆ©.

Se trataba de Federico Monroe, quien se alejaba cojeando y sangrando levemente.

6


FIN.

 

***

 

 

 

 

 


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