Agradecimiento a Fercho por darme esta idea.
El chevrolet volt de color negro propiedad de Enzo Chacón se detuvo en la calle de una localidad bastante pobre del municipio Libertador, una zona famosa por ser cuna de maleantes y traficantes de droga y que llamó la atención de vecinos cuando el costosĆsimo coche cruzó las calles. En su interior iba conduciendo el propio Enzo, Israel en el asiento de copiloto y el asistente personal del polĆtico en la parte trasera, de hecho un movimiento en el rostro del candidato bastó para que el joven saliera del automóvil para anunciar en una casa que el candidato habĆa llegado.
Enzo no apartaba una mano del volante dispuesto a arrancar de inmediato si era necesario y no mirar atrÔs. Dirigió un vistazo a través de la oscura ventanilla hacia la humilde vivienda de paredes descoloridas por los años y luego observó a Israel.
—¿EstĆ”s seguro que te quieres quedar aquĆ?
—SĆ —afirmó Israel—, Domingo Ibarra estĆ” ahĆ dentro. Nos invitaron, confĆo en Ć©l, es nuestro compaƱero de partido. AdemĆ”s no podemos hacer un desplante a esta gente, ya sabes como se comportan y lo ofendidos que son si le fallas en algo.
Enzo dio un suspiro.
—¿Por quĆ© no le dices a Oliver que se quede contigo?
—No, pendejo. Todo estĆ” bien.
—Bueno. EstarĆ© atento al celular si necesitas algo. DebĆas traer a tu equipo polĆtico.
—¿Cómo serĆ”s de pendejo? —Israel hizo un simpĆ”tica sonrisa—. Y que se burlen de esto. Bueno, los pueblerinos alegan que es su cultura ancestral.
Oliver el secretario del candidato se acercó a la ventanilla cerrada del automóvil y del interior del hogar salió Domingo Ibarra, un alto y apuesto negro que era el candidato a alcalde por el partido Renovación DemocrÔtica para el municipio del estado insular.
Enzo Chacón hizo aparecer su cara al accionar la ventanilla mientras Israel se bajaba del coche, le dedicó palabras de saludos al otro candidato y despuĆ©s arrancó en el vehĆculo acompaƱado de Oliver que ocupó el asiento de copiloto abandonado por Israel.
AsĆ como Pablo y Simón tienen lazos de hermandad muy fuertes, igual ocurrĆa con Israel y Enzo que solo tenĆan casi un aƱo en diferencia de edad. Para la tranquilidad de ellos este capitulo no abordarĆ” la delincuencia en esa localidad de la isla, sino un curioso ritual para el logro de las metas en el que ambos candidatos fueron invitados.
Israel y Domingo asistieron al hogar de una famosa hechicera, conocida por sus embrujos, experiencias en las artes ocultas, brujerĆa y sesiones espiritistas. Como se mencionó anteriormente los habitantes del municipio eran ricos herederos de la tradición africana, producto de los esclavos negros traĆdos a AmĆ©rica durante la conquista. Los dos hombres no tenĆan mĆ”s de 35 aƱos, eran fuertes y viriles, musculosos con brazos y piernas adornados por venas, de hecho iban vestidos de manera casual, olvidando el traje y corbata que muchas veces utilizaban en sus campaƱas. El pantalón corto y las camisetas eran parte de su indumentaria aquel dĆa.
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Domingo Ibarra |
—PensĆ© que no llegarĆas —se rió Domingo.
—Nos perdimos en la ubicación —sonrió Israel—, hasta que activaste tu gps.
—Muchas gracias por asistir. Ya sabes como esta prĆ”ctica es importante para los habitantes de la región.
—SĆ lo tengo en cuenta. ¿TĆŗ sabes de quĆ© va el ritual.
Su amigo mulato meneó la cabeza.
—Mi tĆo me contó sobre Ć©l —afirmó el candidato a alcalde mirĆ”ndolo a los ojos.
—¿De quĆ© trata?
Cuando Domingo iba a dar la respuesta, fueron inmediatamente atendidos por una mujer de piel oscura entrada en aƱos, su larga cabellera llena de canas estaba resguardada por una paƱoleta, vestĆa con trapos viejos. Era Diosa, la famosa bruja del municipio Libertador. Saludó entre alabanzas a los candidatos, como una especie de dioses, demostrando entre palabras su fidelidad al histórico partido y con bastante humildad, pero con orgullo dando a conocer el historial de candidatos que pasaron por su casa para el tradicional ritual, presidentes, gobernadores, alcaldes, ministros. La anciana mujer presentó con orgullo a sus hijas y nietas que resultaron encantadas con los hombres que hacĆan juego por su juego de piel: el blanco y el negro, guapos y virĆles ambos, se dejaron abrazar y fotografiar.
—Pasemos al altar que estĆ” en la parte trasera de mi casa —invitó la mujer despuĆ©s de regalarles una taza de cafĆ©—. Mi casa es humilde, pero con bastante calor de hogar.
—No se preocupe. Es acogedora —aseguró Israel, se desconoce si en realidad asĆ lo sentĆa o por simple diplomacia—, ya verĆ” que cuando estemos desde la gobernación y alcaldĆa le haremos modificaciones.
El hogar era oscuro y sucio. Las paredes manchadas con restos de lodo o rayones de dibujos hechos por niƱos, los muebles y artefactos parecĆan del siglo pasado.
—Vayan, vayan al patio trasero —indicó la hechicera. Con eso miró retadora al conjunto de mujeres de su familia—, nos las quiero husmeando en el patio. Me dejan trabajar en paz con el gobernador y el alcalde. ¡No las quiero ahĆ!
El altar de la bruja estaba en la zona sur de su casa, una mĆnima construcción en obra gris (bloque y cemento), rodeada de tierra y monte que iba creciendo con el paso de los meses. En el interior del altar con piso terroso habĆa una multitud de imĆ”genes con Ćdolos de religión pagana (se atreverĆa a decir un sacerdote de la iglesia católica apostólica y romana), todos iluminados con velas y velones de varios tamaƱos y colores. El techo de lĆ”mina galvanizada no dejaba escapar al calor del ambiente interno. La novia actual de Israel hubiera salido corriendo ante la profunda y contrastante condición de la vivienda. Gente como los Chacón estaban acostumbrados a los lujos, con tan solo ver su aspecto fĆsico se sabĆa del tipo de cuna donde venĆan. Sin embargo, su actividad polĆtica podĆa pulirlos y adaptarlos a otras condiciones de vida sin sentir cualquier Ć”pice de asco o sorpresa.
—Por favor, quĆtense la ropa —dijo la mujer cerrando la puerta tras de sĆ.
—¿Cómo? —Israel abrió la boca sorprendido.
—CompaƱero, todo estĆ” bien —aseguró Domingo—, mi tĆo me contó como es el ritual y…
—Por favor, menos charla —pidió la hechicera respetuosamente—. Cuanto antes, mejor. Es un proceso que puede ser largo, en estas hojas les pido que anoten sus nombres completos.
Israel y Domingo obedecieron y luego comenzaron a despojarse de su ropa. Era la primera vez que Israel iba a exponer su grueso cuerpo a una mujer de tan avanzada edad. Se sentĆa un poco cohibido. Por su parte, Domingo se notaba mĆ”s relajado, le dio la espalda a todos mientras se quitaba la franela y el pantalón.
—Hasta quedar en calzoncillos —avisó la mujer.
«Que alivio» pensó Israel.
Las sorpresas apenas empezaban. Israel vestĆa con una ropa interior de color vino tinto que aseguraba su buena posición como todo un varón Chacón, sus atributos viriles se veĆan bien puestos en su ropa interior y Ć©l estaba orgulloso de eso, sin embargo sus aires de grandeza pronto se marchitaron cuando Domingo se dio la vuelta era un autĆ©ntico negro, descendiente del mĆ”s dotado de los africanos, Israel aseguró que los genitales del candidato a alcalde eran los mĆ”s grandes del planeta.
Domingo Ibarra lució una risa nerviosa. TenĆa puesto un ajustado calzoncillo de color anaranjado, pero la dimensión de su polla era absurdamente larga, parecĆa una trompa de elefante.
—¡Carajo! —exclamó de sorpresa la bruja, llenĆ”ndose de risa—. Alcalde usted camina sobre tres patas. Superó a su tĆo aquella vez que vino y de por sĆ era grande.
Los tres se echaron a reĆr y Domingo complementó dando unos saltos haciendo que su pene rebotara dentro de su ajustada vestimenta.
La mujer se colocó en medio de los dos candidatos que se situaron uno frente al otro. La mulata abrió las manos en dirección al techo y subiendo la vista comenzó a iniciar el ritual. En una de sus manos sostenĆa una sonaja que hizo sonar.
—¡En esta hora y en este sagrado lugar invoco a todas las fuerzas para llamar al Ć©xito para Israel Rocco Chacón Statuto y Domingo Ibarra Ibarra, para que todos sus deseos, propósitos y metas se cumplan! —al ritmo de un ancestral baile la mujer comenzó a danzar alrededor de ellos batiendo la sonaja.
Cuando se detuvo se dirigió al altar, invocó a la fuerza de los espĆritus de las piezas de yeso que allĆ reposaban y sostuvo dos envases de plĆ”stico de lo que en algĆŗn momento fue refresco y que ahora contenĆa sendos lĆquidos de color rojo.
—Se van a echar estas esencias por todo su cuerpo. DespuĆ©s a quitarse el calzoncillo.
Israel abrió los ojos, Domingo afirmó con la cabeza dócil a su tradición cultural.
Los hombres destaparon los envases que les fueron entregados y despuĆ©s se echaron el contenido encima. Era agua perfumada y mezclada con esencias de lo que parecĆa canela, rosas y miel. Israel se sintió pegajoso, apenas empezaba a sentirse incómodo, pero por su polĆtica y pensando en el futuro decidió ser tolerante.
Cuando llegó el momento de quitarse lo que les quedaba de ropa Israel ganó por el tamaƱo de sus testĆculos, eran mĆ”s grandes y colgantes que las canicas recogidas de Domingo, pero este era el vencedor en la dimensión ridĆcula de su pene.
—¡CompaƱero! ¡Que bolas mĆ”s grandes tienes! —afirmó Domingo lleno de sorpresa—. ¿EstĆ”s enfermo de algo?
—No —negó Israel orgulloso de su anatomĆa, y no era que su pene fuera chico, tambiĆ©n estaba bien dotado—, asĆ son.
—¡Carajo! Siempre supe que eran enormes esas toronjas, el pantalón no miente.
Israel se echó a reĆr. Y la hechicera bromeó:
—AsĆ que aquĆ tengo al del trozo de carne grande y al de los huevos de avestruz. Voy a montar una tienda de alimentos —los tres volvieron a reĆr. Ella despuĆ©s se aclaró la garganta y se dispuso de nuevo en el medio—. Seguiremos con la otra parte, necesito que sean fuertes y resistan. La calidad de su fuerza serĆ” equiparable con su dotación de poder. Gobernador, espero que sus pomelos sean resistentes.
—¿QuĆ© dice? —Israel no tuvo tiempo de cubrirse cuando fue sostenido de la ingle por la bruja. El candidato a la gobernación del estado Orinoco gimió sintiendo el dolor fluir de sus gónadas.
—¿EstĆ”s bien, compaƱero? —preguntó Domingo en el mismo momento en el que tambiĆ©n era apretado de las bolas.
—Estoy bien —gimió Israel con lĆ”grimas en los ojos.
La bruja desvió los ojos bien abiertos al techo.
—¡Invoco al poder de las Ć”nimas para que le otorguen el poder y le abran los caminos al Ć©xito a Israel Rocco Chacón Statuto y Domingo Ibarra Ibarra —rezó retorciendo el par de órganos gonadales del par de fortĆsimos hombres.
Israel estaba apretando los dientes, dejando salir gruƱidos y gemidos, mientras el dolor se extendĆa desde sus testĆculos hacia su estómago. Dejó salir un rugido bestial al sentir como sus conductos espermĆ”ticos se doblaban.
A Domingo se le salieron las babas, queriendo que le soltaran sus negroides papas para echarse en un banco a sostenerlas.
La hechicera continuó invocando a las fuerzas sobrenaturales, esta vez llamando con nombre, apellido o apodo a las representaciones religiosas de su altar. No dejaba de apretar los testĆculos que sostenĆa entre sus manos.
Israel Chacón se querĆa rendir del grave dolor que provenĆa de sus testĆculos hinchados y magullados.
Domingo emitió un pequeño gemido agudo y sus ojos rodaron detrÔs en su cabeza.
Con un rÔpido estirón de huevos acompañados de un revés de mano la mujer comenzó a poner fin al ritual. Dejó de agarrar el par de hermosos cojones y se dirigió a una repisa decoradas adornada con velas encendidas.
—¡La puta que la parió! —susurró Israel doblĆ”ndose y agarrando sus huevas.
—¡Puta madre. Y pensar que mi tĆo pasó por esto tambiĆ©n! Lo mejor de todo es que ganó en su tiempo la alcaldĆa. No espero menos para nosotros.
La mujer se acercó a ellos. Susurraba un rezo en otro idioma y sostenĆa un cuenco cargado de una masa pastosa de color rojo. Se agachó ante Israel y Ć©l contuvo el aliento pensando que le iba a chupar el pito (de hecho se le puso tieso), pero eso no ocurrió. La mujer envolvió sus huevos en aquella masa pastosa, repitió el procedimiento con el negro Domingo.
La vieja entornó los ojos brillosos al techo y sosteniendo la inmensa huevera del candidato a la gobernación comenzó a maquillarse la cara con los testĆculos embarnizados.
Gran parte de su rostro quedó empapado de pintura, su frente y ambas mejillas. El Ôrea del mentón fue pintada por las bolas de Domingo. Cuando la última parte del ritual culminó la mujer se puso de pie y al mismo tiempo sostuvo las gónadas de ese par de hombres y las pulverizó hundiéndoles la punta de los dedos.
Ambos gritaron. Cuando fueron soltados de los cocos, Israel se dobló mĆ”s que Domingo que se mantuvo medio erguido. La mujer determinó que el candidato a alcalde tenĆa mas resistencia testicular que Israel, lo que podĆa decir que su candidatura estaba mĆ”s sólida que la otra. Sin embargo no comentó noticias desalentadoras.
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