ANECDOTAS VERGONZOSAS. Parte 3. - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

17 ago 2021

demo-image

ANECDOTAS VERGONZOSAS. Parte 3.

 

ANECDOTAS VERGONZOSAS. Parte 3.

 

 

CONTIENE BALLBUSTING M/M, F/M Y SEXO HOMOSEXUAL.

 

Tiene relación con los relatos AnécdotasVergonzosas y Anécdotas de Gina parte 1 y parte 2.

 

En la parte 2, Mildred contaba a su tío Camilo una nueva anécdota vergonzosa, dónde fue drogado, robado y golpeado en los testículos por una prostituta (la misma que tiempo antes ya le había robado y dormido). EPISODIO ANTERIOR.

 

Ahora es el turno de su tƭo para que le narrase otra anƩcdota vergonzosa, una de las muchas que habƭa tenido en su vida.

 

1

CAMILO.

 

Aquel domingo por la tarde estaba en pantaloneta viendo futbol argentino por TV cuando sonó el timbre, al observar por la mirilla me encontré con Gina, la abogada de mi ex esposa Pilar, y digo ex porque hacia una semana el juez había sentenciado nuestro divorcio legal.

rostro+EDITADO

De inmediato en mi pecho surgieron sentimientos de rabia…No fue una sorpresa el verla, el dĆ­a anterior mi asistente RocĆ­o—La misma que habĆ­a pateado y desmayado a Gina— Me llamó muy nerviosa para informarme que Gina visitó mi oficina con intenciones de verme…

 

…Como ayer no fui a la oficina se marchó, no sin antes indagar sobre en dónde encontrarme, segĆŗn ella necesitaba charlar de algo muy importante conmigo.

 

Que querrĆ­a?

 

Gina insistió en la puerta y finalmente le abrí. Llevaba un elegante vestido azul. Se veía realmente hermosa.

22

—Vaya, por fin!, creĆ­ que nunca ibas a abrir, Camilo.

 

PUM!

 

Enseguida le descargue un puño en plena nariz, ella dobló la cara cubriéndose la nariz con ambas manos.

 

—QuĆ© demonios quieres, maldita!—A pesar de saber que tenĆ­a cosas entre las pierna, no dejaba de llamarla como si fuese mujer, porque sencillamente eso parecĆ­a.

 

—Espera imbĆ©cil!—La ignorĆ© y le lancĆ© un puƱo al rostro, pero ella me interceptó el golpe y respondió con un impactó en mi boca del estómago…

 

…RetrocedĆ­ tambaleĆ”ndome un poco, ella ingresó a la casa y cerró la puerta tras de sĆ­.

 

—DĆ©jame hablar, maldición! no vine a pelear Camilo, vine a hablar.

 

—No me importa lo que tengas que decir—Le arreĆ© una patada en las pelotas!

 

Sabiendo que era varón entre las piernas, no dudé en atacar su falda. Seguía dolida de la nariz e intentando parlamentar por lo que no pudo reaccionar a tiempo.

 

Sentí sus grandes bolas en mi empeine, no le di tan duro como hubiera querido, nunca había pateado a una mujer y el que usase falda me dificultó el ataque.

 

—AAAHH!!!!!—Gritó por sorpresa y terminó doblada a la mitad y con las rodillas juntas.

 

Me quedé expectante, sabía que un golpe allí te deja paralizado, sólo esperaba sin hacer mÔs.

 

—Maldita sea! —Expresó y de pronto se me lanzó a las piernas. Su movimiento me tomó por sorpresa, no di para reaccionar, parecĆ­a como si se estuviera cayendo, se aferró a mis caderas y me bajó la pantaloneta e interiores…

 

…QuedĆ© asombrado y retrocedĆ­, pero sólo un paso porque con la pantaloneta en mis tobillos trastabillé…Eso era lo que querĆ­a la maldita, terminĆ© a duras penas en pie y apoyando una mano contra la pared mĆ”s cercana… ella aprovechó eso!

 

Desde su posición de rodillas me conectó un puño en mis pelotas desnudas

 

—UUgghh!!—ExclamĆ©! Me habĆ­a tomado totalmente desprevenido, su puƱo me dejó las huevas aplanadas.

33

Enseguida arruguƩ el rostro, cerrƩ las piernas y me fui de rodillas al suelo.

 

—No querĆ­a hacerlo pero te lo buscaste—Dijo, aun quejĆ”ndose de su propio dolor—No me provoques Camilo, bien sabes que se pelear, ya lo sufriste la vez anterior.

 

Nos quedamos respirando hondo y recuperando nuestras fuerzas, nos vimos a los ojos y llegamos al mutuo acuerdo de una tregua. Nos sentamos a sobar nuestras respectivas bolas.

 

Subƭ mis prendas y comencƩ a masajear mi bulto de pelotas, ardƭan y parecƭa que de nada servƭa el masaje.

 

Cuando ya pudimos hablar con normalidad comenzamos un hostil intercambio de ideas.

 

—Ya peleamos por el asunto de Pilar aquella vez en el estacionamiento, no? Entonces que reclamas?

 

Era una cĆ­nica!

 

—ReclamarĆ© siempre que me hayas quitado a Pilar, condenada!

 

—Eso la verdad es decisión de ella, Pilar escogió a quiĆ©n querĆ­a y deseaba, es una adulta, y tĆŗ tambiĆ©n lo eres…ActĆŗa como adulto.

 

No pude refutarle eso, me mostrƩ mƔs abierto al diƔlogo.

 

NotƩ que se tocaba la nariz, asƭ que le dije con sarcasmo:

 

—Perdón, te daƱƩ la cirugĆ­a de nariz para parecer mujer?

 

—Idiota!—Se sobaba la nariz— Es mi nariz natural!

 

Me quedƩ asombrado y la alcancƩ a felicitar por su bonita nariz, aunque no creo que me escuchara por lo bajo en que lo dije.

 

—Entonces que quieres? —Al fin subĆ­ el tono de voz— A que viniste?

 

—Vine a darte las gracias.

 

—Darme las gracias? —Eso sĆ­ me dejó sin palabras,

 

—SĆ­!, cuando me dejaron inconsciente en el estacionamiento, tĆŗ me ayudaste, me prestaste auxilio, e incluso despuĆ©s de habernos peleado. DespuĆ©s de ese dĆ­a no te lo habĆ­a podido agradecer, Camilo, yo…te lo agradezco, te lo agradezco mucho!

 

Se notaba lo mucho que el costaba mostrarse humilde y agradecida.

 

—Y se supone que debemos hacer las paces o quĆ©?, nos tomamos unas cervezas?...No se te olvide que perdĆ­ a Pilar para siempre, y tĆŗ!, digas lo que digas, tuviste mucho que ver.

 

—Lo lamento, pero fuera del tema de Pilar, no he podido estar tranquila sabiendo que estoy en deuda contigo.

 

—Oh, basta! —Me sentĆ­ hastiado de su actitud de buena gente, la verdad estaba incómodo, Gina era la mala en todo este asunto del divorcio y de un momento a otro ya no la veĆ­a tan villana.

 

—Por favor, vete! —Quitarla de mi vista era lo mĆ”s razonable. Aunque cada vez que me sobaba los testĆ­culos, mĆ”s le tenĆ­a ganas de golpear.

 

—Espera, aun debo preguntarte algo.

 

—Y que serĆ­a?

 

—Necesito saber algo…Sabes quiĆ©n me pateó los bolas por detrĆ”s?

 

DesviƩ la mirada, no podƭa decirle.

 

—La verdad no se quien fue, recuerda que yo estaba inconsciente —Le mentĆ­, y era curioso que ella charlase el dĆ­a anterior con RocĆ­o, siendo ella quien la fauleó, por eso mi asistente estaba tan nerviosa cuando telefoneó.

 

En realidad solo a su amigo Emilio Núñez (su íntimo amigo gay) le contó que se sentía mal por ser dejada desmayada de un solo golpe, así fuera en las pelotas. Y Gina quería desquitarse de aquel desconocido cobarde.

 

—Bueno, no te dirĆ© nada mĆ”s, asĆ­ que ya vete! —Me puse de pie y le seƱalĆ© la puerta.

 

—No!, te quiero agradecer de otra manera.

 

—De que hablas?

 

Gina se levantó y comenzó a caminar hacia mí. Admito que de inmediato me sentí intimidado, su mirada era claramente seductora.

 

—QuĆ© haces?

 

Solo sonreía y se ubicó ante mí.

 

Tenerla a centímetros de mi pecho me hizo retroceder, pero ella me tomó de una mano e impidió alejarme.

 

—Yo soy hombre—Era muy claro lo que pretendĆ­a. Ella soltó una risilla.

 

—Y me alegra, porque eso es lo que busco de ti.

 

—Yo soy varón…A mĆ­ nunca me harĆ”n el sexo por detrĆ”s,

 

—Pero a mĆ­ sĆ­ me hacen el sexo por detrĆ”s.

 

Parecía un adolescente ante ella, me acercó su escote, no pude evitar mirar sus pechos.

 

Apoyó su cabeza sobre mi torso y parecía escuchar mi corazón

 

—Pareces un potro en carrera, tu corazón late muy rĆ”pido y fuerte.

 

La olĆ­ percibiendo un aroma a flores de jardĆ­n, una fragancia sutil pero cautivante…De seguro muy costosa. Esta desvergonzada recurrĆ­a a la maldita guerra quĆ­mica para que cayera en su embrujo.

 

—EstĆ”s bien, Camilo?—Expresó con sarcasmo.

 

—Claro, porque lo preguntas?

 

—Seguro?, luces algo… ansioso.

 

Di un brinco cuando sentí su mano en mi entrepierna, quise que me soltara pero comenzó a masajear mis genitales.

 

Debo confesar que se me paró la verga enseguida, ella no dejaba de sonreír.

 

—DeberĆ­as tomar las cosas con calma, disfrutar de la vida, cariƱo.

 

Sus manos en mis testículos les daban alivio después del maltrato, ella me hizo apoyar contra la mesa y entonces por impulso hice lo único que podía evitar que tuviera intimidad con ella...

 

…MovĆ­ la mano golpeando una taza de cafĆ© que estaba sobre la mesa, el cafĆ© se derramó manchando el mantel y cayendo sobre el vestido de Gina.

 

—QuĆ© haces?!!—Se alejó de mĆ­, sacudiendo el lĆ­quido de su traje, por fortuna el cafĆ© ya no estaba caliente.

 

—Lo siento, fue sin culpa—MentĆ­.

 

Le ayude con una servilleta a secarse, pero la mancha era enorme y hasta le corrƭa cafƩ por la pierna.

 

Se veĆ­a algo molesta.

 

—Te puedo lavar la falda.

 

—Lavarla?, es un traje de 300 dólares!—Ahora sin duda estaba enojada.

 

Gina tomó aire y pareció calmarse. El costo del traje no me sorprendió, la maldita pero sexy abogada acababa de sacarse una buena tajada con el divorcio de Pilar…En otras palabras, ese dinero salió de mis propios bolsillos, porque fue a mĆ­ a quien le dieron por la cabeza con el divorcio.

 

Gina pidió ducharse y le facilité el baño de mi habitación.

 

Mientras estaba fuera de mi vista no podƭa sacarla de mi cabeza, sus curvas, su olor; Era una locura pero me quedƩ afuera del baƱo escuchando el agua caer de la regadera.

 

Gina salió desnuda de la ducha y vino hacĆ­a mĆ­, pude ver sus genitales masculinos, —ya se los conocĆ­a desde aquella vez que la desmayaron en el estacionamiento—, pero no me provocaron repulsa, me centraba mĆ”s en sus curvas femeninas y sobre todo en sus pechos.

 

Tragaba saliva al verla, apoyó sus pechos desnudos contra mí y en un abrir y cerrar de ojos estaba de nuevo tocÔndome las bolas. Empezamos a besarnos inmediatamente. Supongo que ella estaba tan cachonda como yo.

 

Me quitó la camiseta, empezó a jugar y a chuparme los pezones...Son muy sensibles así que eso me excitó incluso mÔs. Se dio la vuelta y apoyó su cola desnuda contra mi paquete, estaba a mil y ella lo sabía, ahora me sentía!

 

Gina se volteó una vez mÔs para ponerse de rodillas, sin demora bajó mi pantaloneta junto al calzoncillo y comenzó a lamer mis bolas y polla. Esta última la chupó haciéndolo tan rudo como era posible. Con la pantaloneta en los tobillos mis movimientos eran torpes, ella me mantenía firme tomÔndome de las caderas.

 

La observaba, estaba algo sudada, se esforzaba en darme placer en el glande.

Le dije que subiría el aire acondicionado, debía llegar a la mesa de noche y tomar el control remoto, pero no me dejó mover, sentí su mano sostener con fuerza mis testículos.

 

—Si te mueves te los aprieto…y no te gustarĆ”.

 

—Oh, no hagas eso.

 

—Entonces pórtate bien…ademĆ”s estoy segura que necesitarĆ© otra ducha.

 

Gina mamaba mi verga como una puta, sĆ­ que tenĆ­a talento para eso. La alcanzaba a mordisquear levemente y comprimĆ­a mi glande entre su lengua y paladar.

 

No podría aguantar mucho y ella lo sabía, cuando pareció que me venía se detuvo, justo a tiempo dÔndome tiempo de reposar. Dio un beso a mi glande y me dio espacio.

 

La pausa fue la oportunidad de sacarme la pantaloneta por completo. Gina se reposicionó y se dio la vuelta, inclinÔndose y mostrando su linda cola, agarró mi polla y la ubicó entre sus nalgas, casi restregÔndola de arriba a abajo por toda la raja de su culo.

 

Estaba anonadado, me pedĆ­a que le hiciera eso anal…estaba tan excitado que no deba para negarme...querĆ­a penetrarla.

 

Mi pene comenzó a ingresar en su agujero la sensación fue un poco diferente. Estaba mÔs apretado y mÔs caliente que un coño, Gina soltó un gemido desgarrador mientras le entraba mi barra de carne. Dio otro gemido cuando por fin estaba en todo lo profundo de ella.

 

Sus expresiones se volvieron mĆ”s intensas y salvajes. Me dijo: —Dame mĆ”s duro, hijo de puta!—Al tiempo que empujaba su cola hacia atrĆ”s logrando que mi pene llegara aĆŗn mĆ”s hondo.

44

—Te gusta no es asĆ­, zorra!—Le devolvĆ­ la groserĆ­a.—La sientes!?

 

—SĆ­, mal parido!, como no la voy a sentir ?… y me encanta!

 

La agarrƩ por las caderas y se la empujaba hacia adentro y abajo tanto como fuera posible. Sus gemidos parecƭan fuera de este mundo.

 

Esta fue mi primera experiencia anal desde la universidad, porque Pilar nunca se dejó dar por detrÔs, al menos no de mí. Finalmente exploté en un mar de semen, lo gozó tanto como yo.

 

Cuando se lo saque le vi el ano, se quedó abierto un rato, sin duda muchos le habĆ­an dado verga por ahí… y bastante!

 

—Me rompiste el culo, desgraciado, mal parido!—Su sarcasmo y lenguaje grosero, no me enojaban, todo lo contrario, era como el reclamo de una real mujer ante lo que deseaba pero se quiere hacer la difĆ­cil y santurrona.

 

Nos acostamos agotados, ella me dio la espalda, y me gustó verle las nalgas...me le arrimé, poniéndole mi polla flÔcida entre sus nalgas, ella no dijo nada.

 

Escuchaba su agitada respiración calmarse poco a poco.

 

Minutos después rompió el silencio.

 

—Camilo, dime quiĆ©n me golpeó las bolas aquel dĆ­a, no me mientas, sĆ© que lo sabes.

 

—Pero cómo sabes que sĆ©?—Me delatĆ©.

 

—Lo pude ver en tu mirada cuando te lo preguntĆ© la primera vez…dime!

 

No pude decirle que no.

 

—Fue mi asistente RocĆ­o —Se volteó mirĆ”ndome a los ojos—Ella te vio patearme las bolas y dejarme sin sentido y se le ocurrió pagarte con la misma moneda…pero ella daba por hecho que tĆŗ eras una mujer, asĆ­ que no sabĆ­a que  pateaba partes tan dolorosas del cuerpo de un macho—

 

Gina escuchaba atenta mi narración.

 

—…Pero entĆ©rate que  ella es una santurrona, incluso sospecho que estĆ” enamorada de mĆ­, asĆ­ que supongo que el ver cómo me agredĆ­as la hizo estallar por primera vez en su vida—Hice una pausa para exponer mi fuerte argumento— Ahora, si despuĆ©s de saber esto quieres golpearla o hacerle alguna cosa a RocĆ­o, te adelanto que no te lo permitirĆ©, tendremos un problema entonces.

 

MirƩ sus ojos y entendƭ su siguiente respuesta.

 

—Rayos!, no puedo desquitarme.

 

Siendo Rocío una persona tímida no le despertaba enojo, me confesó que había pensado una cantidad de torturas chinas para vengarse, pero ya no podría ser.

 

En realidad le enojaba que se metieran con sus testĆ­culos. Aunque a mĆ­ no me tuvo tanto rencor por lo de hoy.

 

Tras olvidar su ā€œvenganzaā€, se fue a duchar una vez mĆ”s, decidĆ­ por prudencia rechazar su oferta de acompaƱarla a la ducha. Mientras se baƱaba pedĆ­ una pizza.

 

Tras 15 minutos, Gina salió del baño desnuda, en ese momento tocaban a la puerta. Me coloque la pantaloneta a toda prisa y tras preguntar quién era, me respondió el repartidor de la pizza.

 

Cuando le cancelaba apareció tras él una mujer que conocía muy bien. Era Pilar!

55

Habƭa esperado una oportunidad de entrar y apenas vio al repartidor se vino detrƔs de Ʃl.

 

Pilar entró a empujones y sabiendo que Gina estaba allĆ­ —Al parecer la habĆ­a seguido— llegó hasta mi recamara, donde se topó con una Gina que aĆŗn no se vestĆ­a.

 

La sorpresa fue monumental para la transexual, quien ante los reclamos y escÔndalo de Pilar, sólo pudo decir:

 

—Pilar, todo esto tiene una explicación.

 

—Que explicación puede haber?  Te acostaste con Camilo, POR DIOS SANTO!!

 

Su reclamó me hizo bajar la cabeza algo apenado.

 

Gina se le acercó buscando calmarla y explicarle, pero Pilar no la veía a los ojos, note que le observaba las pelotas...Se le bamboleaban a cada paso, y sin pensarlo lanzó una patada contra aquellas bolas, como si se tratase de una futbolista cobrando un penalti.

66

Gina no la vio venir, simplemente nunca esperó una agresión de Pilar, (a propósito) quien siempre adoró sus bolotas y se las besaba por gusto.

 

—AAAHHHhh!!!—Gina abrió de par en par sus lindos ojos, para de inmediato cerrarlos y apretar los dientes, la transexual se fue al piso y adoptó la posición fetal.

 

La patada de Pilar se la habĆ­a dado con todas sus fuerzas y enojo.

 

—TE ODIO!!!—Expresó Pilar con la cara enrojecida por la ira. —NO TE QUIERO VER EN LA VIDA!!

 

—Que hiciste, Pilar?!—Le reclamĆ© mĆ”s con un tono de sorpresa que de regaƱo. Ella me lanzó una mirada asesina y apenas la vi mover el pie derecho, retrocedĆ­ y me cubrĆ­ las pelotas por las manos…no querĆ­a sufrir el mismo destino de Gina.

 

—SON UNOS MALDITOS!

 

Pilar salió de la casa azotado la puerta con furia.

 

Lo único que pude hacer fue auxiliar a Gina. De ella supe que había cancelado un paseo con Pilar para ese domingo, eso había enojado a Pilar y tal vez sospechó algún secreto para con ella, lo que sin duda la hizo seguirla y encontrarse con los vergonzantes sucesos de esta tarde.

 

 

—Y esa es mi AnĆ©cdota Vergonzosa, sobrino.

 

Mildred estaba con la boca abierta.

 

—Lo sĆ©, se lo que piensas, y me sentĆ­ mal por haberlo hecho, yo soy varón y solo me gustan las mujeres, pero aun asĆ­ me acostĆ© con Gina…

 

—Te acostaste con un hombre, tĆ­o!

 

—SĆ­, sĆ© que suena gay, pero tĆŗ sabes que soy 100% hetero, y la verdad no me arrepiento de haberlo hecho, fue el mejor sexo anal que he tenido, y te informo que despuĆ©s de ella mi apetito por lo anal aumentó.

 

Mildred digirió la anécdota de su tío y terminó entendiéndole, aquella transexual debió ser realmente irresistible para que su tío se acostase con alguien de su mismo género y sobre todo aquel que le quitó a su esposa.

 

 

FIN.

 

 

***

 

 

ANEXO.

 

Al día siguiente de la conversación, Mildred volvió a buscar a su tío Camilo para hacerle algunas preguntas que le rondaban en la cabeza.

 

—Y que paso contigo y Gina?—

 

—QuĆ© pasó?, nada!, decidĆ­ no volver a verla en mi vida, y asĆ­ pasó, claro me refiero a encuentros amorosos, la vi en alguna fiesta o evento importante en los que coincidĆ­amos. En una ocasión charlamos sobre lo sucedido, supongo que quedamos como amigos a pesar de todo.

 

—Y quĆ© pasó con la seƱora Pilar, tĆ­o Camilo?

 

—Sobre ella?, no regresamos, hablamos en una ocasión pero recordando viejos tiempos, y no sobre volver a juntarnos, pues ya cada quiĆ©n estaba en una nueva relación sentimental, a dĆ­a de hoy mantenemos la amistad.

 

Mildred soltó una última pregunta indiscreta.

 

—Y sabes quĆ© pasó con Gina?

 

—Con ella?

 

—Si!, volvió con Pilar?, o nunca la perdonó por acostarse contigo.

 

—Pues te dirĆ© que eso es trama para POSIBLES futuros relatos, asĆ­ que no estoy autorizado a responderte.

 

 

***

 

AquĆ­ terminan las historias de ANECDOTAS VERGONZOSAS, por su parte

Gina tendrĆ” un nuevo relato titulado: ANƉCDOTAS DE GINA, parte 3. Trama aparte de los POSIBLES futuros relatos a los que se refiere Camilo.

 

TambiĆ©n pueden darse POSIBLES relatos sobre Mildred y su amigo Jorge, o una nueva aparición de la prostituta que drogó y robó al sobrino…pero ningĆŗn relato es seguro, solo son ideas.

 

Gracias.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages

undefined