ANECDOTAS VERGONZOSAS. Parte 3.
CONTIENE BALLBUSTING M/M, F/M Y SEXO HOMOSEXUAL.
Tiene relaciĆ³n con los relatos AnĆ©cdotasVergonzosas y AnĆ©cdotas de Gina parte 1 y parte 2.
En la parte 2, Mildred contaba a su tĆo Camilo una nueva anĆ©cdota vergonzosa, dĆ³nde fue drogado, robado y golpeado en los testĆculos por una prostituta (la misma que tiempo antes ya le habĆa robado y dormido). EPISODIO ANTERIOR.
Ahora es el turno de su tĆo para que le narrase otra anĆ©cdota vergonzosa, una de las muchas que habĆa tenido en su vida.
CAMILO.
Aquel domingo por la tarde estaba en pantaloneta viendo futbol argentino por TV cuando sonĆ³ el timbre, al observar por la mirilla me encontrĆ© con Gina, la abogada de mi ex esposa Pilar, y digo ex porque hacia una semana el juez habĆa sentenciado nuestro divorcio legal.
De inmediato en mi pecho surgieron sentimientos de rabia…No fue una sorpresa el verla, el dĆa anterior mi asistente RocĆo—La misma que habĆa pateado y desmayado a Gina— Me llamĆ³ muy nerviosa para informarme que Gina visitĆ³ mi oficina con intenciones de verme…
…Como ayer no fui a la oficina se marchĆ³, no sin antes indagar sobre en dĆ³nde encontrarme, segĆŗn ella necesitaba charlar de algo muy importante conmigo.
Que querrĆa?
Gina insistiĆ³ en la puerta y finalmente le abrĆ. Llevaba un elegante vestido azul. Se veĆa realmente hermosa.
—Vaya, por fin!, creĆ que nunca ibas a abrir, Camilo.
PUM!
Enseguida le descargue un puƱo en plena nariz, ella doblĆ³ la cara cubriĆ©ndose la nariz con ambas manos.
—QuĆ© demonios quieres, maldita!—A pesar de saber que tenĆa cosas entre las pierna, no dejaba de llamarla como si fuese mujer, porque sencillamente eso parecĆa.
—Espera imbĆ©cil!—La ignorĆ© y le lancĆ© un puƱo al rostro, pero ella me interceptĆ³ el golpe y respondiĆ³ con un impactĆ³ en mi boca del estĆ³mago…
…RetrocedĆ tambaleĆ”ndome un poco, ella ingresĆ³ a la casa y cerrĆ³ la puerta tras de sĆ.
—DĆ©jame hablar, maldiciĆ³n! no vine a pelear Camilo, vine a hablar.
—No me importa lo que tengas que decir—Le arreĆ© una patada en las pelotas!
Sabiendo que era varĆ³n entre las piernas, no dudĆ© en atacar su falda. SeguĆa dolida de la nariz e intentando parlamentar por lo que no pudo reaccionar a tiempo.
SentĆ sus grandes bolas en mi empeine, no le di tan duro como hubiera querido, nunca habĆa pateado a una mujer y el que usase falda me dificultĆ³ el ataque.
—AAAHH!!!!!—GritĆ³ por sorpresa y terminĆ³ doblada a la mitad y con las rodillas juntas.
Me quedĆ© expectante, sabĆa que un golpe allĆ te deja paralizado, sĆ³lo esperaba sin hacer mĆ”s.
—Maldita sea! —ExpresĆ³ y de pronto se me lanzĆ³ a las piernas. Su movimiento me tomĆ³ por sorpresa, no di para reaccionar, parecĆa como si se estuviera cayendo, se aferrĆ³ a mis caderas y me bajĆ³ la pantaloneta e interiores…
…QuedĆ© asombrado y retrocedĆ, pero sĆ³lo un paso porque con la pantaloneta en mis tobillos trastabillĆ©…Eso era lo que querĆa la maldita, terminĆ© a duras penas en pie y apoyando una mano contra la pared mĆ”s cercana… ella aprovechĆ³ eso!
Desde su posiciĆ³n de rodillas me conectĆ³ un puƱo en mis pelotas desnudas
—UUgghh!!—ExclamĆ©! Me habĆa tomado totalmente desprevenido, su puƱo me dejĆ³ las huevas aplanadas.
Enseguida arruguƩ el rostro, cerrƩ las piernas y me fui de rodillas al suelo.
—No querĆa hacerlo pero te lo buscaste—Dijo, aun quejĆ”ndose de su propio dolor—No me provoques Camilo, bien sabes que se pelear, ya lo sufriste la vez anterior.
Nos quedamos respirando hondo y recuperando nuestras fuerzas, nos vimos a los ojos y llegamos al mutuo acuerdo de una tregua. Nos sentamos a sobar nuestras respectivas bolas.
SubĆ mis prendas y comencĆ© a masajear mi bulto de pelotas, ardĆan y parecĆa que de nada servĆa el masaje.
Cuando ya pudimos hablar con normalidad comenzamos un hostil intercambio de ideas.
—Ya peleamos por el asunto de Pilar aquella vez en el estacionamiento, no? Entonces que reclamas?
Era una cĆnica!
—ReclamarĆ© siempre que me hayas quitado a Pilar, condenada!
—Eso la verdad es decisiĆ³n de ella, Pilar escogiĆ³ a quiĆ©n querĆa y deseaba, es una adulta, y tĆŗ tambiĆ©n lo eres…ActĆŗa como adulto.
No pude refutarle eso, me mostrƩ mƔs abierto al diƔlogo.
NotĆ© que se tocaba la nariz, asĆ que le dije con sarcasmo:
—PerdĆ³n, te daƱƩ la cirugĆa de nariz para parecer mujer?
—Idiota!—Se sobaba la nariz— Es mi nariz natural!
Me quedƩ asombrado y la alcancƩ a felicitar por su bonita nariz, aunque no creo que me escuchara por lo bajo en que lo dije.
—Entonces que quieres? —Al fin subĆ el tono de voz— A que viniste?
—Vine a darte las gracias.
—Darme las gracias? —Eso sĆ me dejĆ³ sin palabras,
—SĆ!, cuando me dejaron inconsciente en el estacionamiento, tĆŗ me ayudaste, me prestaste auxilio, e incluso despuĆ©s de habernos peleado. DespuĆ©s de ese dĆa no te lo habĆa podido agradecer, Camilo, yo…te lo agradezco, te lo agradezco mucho!
Se notaba lo mucho que el costaba mostrarse humilde y agradecida.
—Y se supone que debemos hacer las paces o quĆ©?, nos tomamos unas cervezas?...No se te olvide que perdĆ a Pilar para siempre, y tĆŗ!, digas lo que digas, tuviste mucho que ver.
—Lo lamento, pero fuera del tema de Pilar, no he podido estar tranquila sabiendo que estoy en deuda contigo.
—Oh, basta! —Me sentĆ hastiado de su actitud de buena gente, la verdad estaba incĆ³modo, Gina era la mala en todo este asunto del divorcio y de un momento a otro ya no la veĆa tan villana.
—Por favor, vete! —Quitarla de mi vista era lo mĆ”s razonable. Aunque cada vez que me sobaba los testĆculos, mĆ”s le tenĆa ganas de golpear.
—Espera, aun debo preguntarte algo.
—Y que serĆa?
—Necesito saber algo…Sabes quiĆ©n me pateĆ³ los bolas por detrĆ”s?
DesviĆ© la mirada, no podĆa decirle.
—La verdad no se quien fue, recuerda que yo estaba inconsciente —Le mentĆ, y era curioso que ella charlase el dĆa anterior con RocĆo, siendo ella quien la fauleĆ³, por eso mi asistente estaba tan nerviosa cuando telefoneĆ³.
En realidad solo a su amigo Emilio NĆŗƱez (su Ćntimo amigo gay) le contĆ³ que se sentĆa mal por ser dejada desmayada de un solo golpe, asĆ fuera en las pelotas. Y Gina querĆa desquitarse de aquel desconocido cobarde.
—Bueno, no te dirĆ© nada mĆ”s, asĆ que ya vete! —Me puse de pie y le seƱalĆ© la puerta.
—No!, te quiero agradecer de otra manera.
—De que hablas?
Gina se levantĆ³ y comenzĆ³ a caminar hacia mĆ. Admito que de inmediato me sentĆ intimidado, su mirada era claramente seductora.
—QuĆ© haces?
Solo sonreĆa y se ubicĆ³ ante mĆ.
Tenerla a centĆmetros de mi pecho me hizo retroceder, pero ella me tomĆ³ de una mano e impidiĆ³ alejarme.
—Yo soy hombre—Era muy claro lo que pretendĆa. Ella soltĆ³ una risilla.
—Y me alegra, porque eso es lo que busco de ti.
—Yo soy varĆ³n…A mĆ nunca me harĆ”n el sexo por detrĆ”s,
—Pero a mĆ sĆ me hacen el sexo por detrĆ”s.
ParecĆa un adolescente ante ella, me acercĆ³ su escote, no pude evitar mirar sus pechos.
ApoyĆ³ su cabeza sobre mi torso y parecĆa escuchar mi corazĆ³n
—Pareces un potro en carrera, tu corazĆ³n late muy rĆ”pido y fuerte.
La olĆ percibiendo un aroma a flores de jardĆn, una fragancia sutil pero cautivante…De seguro muy costosa. Esta desvergonzada recurrĆa a la maldita guerra quĆmica para que cayera en su embrujo.
—EstĆ”s bien, Camilo?—ExpresĆ³ con sarcasmo.
—Claro, porque lo preguntas?
—Seguro?, luces algo… ansioso.
Di un brinco cuando sentĆ su mano en mi entrepierna, quise que me soltara pero comenzĆ³ a masajear mis genitales.
Debo confesar que se me parĆ³ la verga enseguida, ella no dejaba de sonreĆr.
—DeberĆas tomar las cosas con calma, disfrutar de la vida, cariƱo.
Sus manos en mis testĆculos les daban alivio despuĆ©s del maltrato, ella me hizo apoyar contra la mesa y entonces por impulso hice lo Ćŗnico que podĆa evitar que tuviera intimidad con ella...
…MovĆ la mano golpeando una taza de cafĆ© que estaba sobre la mesa, el cafĆ© se derramĆ³ manchando el mantel y cayendo sobre el vestido de Gina.
—QuĆ© haces?!!—Se alejĆ³ de mĆ, sacudiendo el lĆquido de su traje, por fortuna el cafĆ© ya no estaba caliente.
—Lo siento, fue sin culpa—MentĆ.
Le ayude con una servilleta a secarse, pero la mancha era enorme y hasta le corrĆa cafĆ© por la pierna.
Se veĆa algo molesta.
—Te puedo lavar la falda.
—Lavarla?, es un traje de 300 dĆ³lares!—Ahora sin duda estaba enojada.
Gina tomĆ³ aire y pareciĆ³ calmarse. El costo del traje no me sorprendiĆ³, la maldita pero sexy abogada acababa de sacarse una buena tajada con el divorcio de Pilar…En otras palabras, ese dinero saliĆ³ de mis propios bolsillos, porque fue a mĆ a quien le dieron por la cabeza con el divorcio.
Gina pidiĆ³ ducharse y le facilitĆ© el baƱo de mi habitaciĆ³n.
Mientras estaba fuera de mi vista no podĆa sacarla de mi cabeza, sus curvas, su olor; Era una locura pero me quedĆ© afuera del baƱo escuchando el agua caer de la regadera.
Gina saliĆ³ desnuda de la ducha y vino hacĆa mĆ, pude ver sus genitales masculinos, —ya se los conocĆa desde aquella vez que la desmayaron en el estacionamiento—, pero no me provocaron repulsa, me centraba mĆ”s en sus curvas femeninas y sobre todo en sus pechos.
Tragaba saliva al verla, apoyĆ³ sus pechos desnudos contra mĆ y en un abrir y cerrar de ojos estaba de nuevo tocĆ”ndome las bolas. Empezamos a besarnos inmediatamente. Supongo que ella estaba tan cachonda como yo.
Me quitĆ³ la camiseta, empezĆ³ a jugar y a chuparme los pezones...Son muy sensibles asĆ que eso me excitĆ³ incluso mĆ”s. Se dio la vuelta y apoyĆ³ su cola desnuda contra mi paquete, estaba a mil y ella lo sabĆa, ahora me sentĆa!
Gina se volteĆ³ una vez mĆ”s para ponerse de rodillas, sin demora bajĆ³ mi pantaloneta junto al calzoncillo y comenzĆ³ a lamer mis bolas y polla. Esta Ćŗltima la chupĆ³ haciĆ©ndolo tan rudo como era posible. Con la pantaloneta en los tobillos mis movimientos eran torpes, ella me mantenĆa firme tomĆ”ndome de las caderas.
La observaba, estaba algo sudada, se esforzaba en darme placer en el glande.
Le dije que subirĆa el aire acondicionado, debĆa llegar a la mesa de noche y tomar el control remoto, pero no me dejĆ³ mover, sentĆ su mano sostener con fuerza mis testĆculos.
—Si te mueves te los aprieto…y no te gustarĆ”.
—Oh, no hagas eso.
—Entonces pĆ³rtate bien…ademĆ”s estoy segura que necesitarĆ© otra ducha.
Gina mamaba mi verga como una puta, sĆ que tenĆa talento para eso. La alcanzaba a mordisquear levemente y comprimĆa mi glande entre su lengua y paladar.
No podrĆa aguantar mucho y ella lo sabĆa, cuando pareciĆ³ que me venĆa se detuvo, justo a tiempo dĆ”ndome tiempo de reposar. Dio un beso a mi glande y me dio espacio.
La pausa fue la oportunidad de sacarme la pantaloneta por completo. Gina se reposicionĆ³ y se dio la vuelta, inclinĆ”ndose y mostrando su linda cola, agarrĆ³ mi polla y la ubicĆ³ entre sus nalgas, casi restregĆ”ndola de arriba a abajo por toda la raja de su culo.
Estaba anonadado, me pedĆa que le hiciera eso anal…estaba tan excitado que no deba para negarme...querĆa penetrarla.
Mi pene comenzĆ³ a ingresar en su agujero la sensaciĆ³n fue un poco diferente. Estaba mĆ”s apretado y mĆ”s caliente que un coƱo, Gina soltĆ³ un gemido desgarrador mientras le entraba mi barra de carne. Dio otro gemido cuando por fin estaba en todo lo profundo de ella.
Sus expresiones se volvieron mĆ”s intensas y salvajes. Me dijo: —Dame mĆ”s duro, hijo de puta!—Al tiempo que empujaba su cola hacia atrĆ”s logrando que mi pene llegara aĆŗn mĆ”s hondo.
—Te gusta no es asĆ, zorra!—Le devolvĆ la groserĆa.—La sientes!?
—SĆ, mal parido!, como no la voy a sentir ?… y me encanta!
La agarrĆ© por las caderas y se la empujaba hacia adentro y abajo tanto como fuera posible. Sus gemidos parecĆan fuera de este mundo.
Esta fue mi primera experiencia anal desde la universidad, porque Pilar nunca se dejĆ³ dar por detrĆ”s, al menos no de mĆ. Finalmente explotĆ© en un mar de semen, lo gozĆ³ tanto como yo.
Cuando se lo saque le vi el ano, se quedĆ³ abierto un rato, sin duda muchos le habĆan dado verga por ahĆ… y bastante!
—Me rompiste el culo, desgraciado, mal parido!—Su sarcasmo y lenguaje grosero, no me enojaban, todo lo contrario, era como el reclamo de una real mujer ante lo que deseaba pero se quiere hacer la difĆcil y santurrona.
Nos acostamos agotados, ella me dio la espalda, y me gustĆ³ verle las nalgas...me le arrimĆ©, poniĆ©ndole mi polla flĆ”cida entre sus nalgas, ella no dijo nada.
Escuchaba su agitada respiraciĆ³n calmarse poco a poco.
Minutos despuĆ©s rompiĆ³ el silencio.
—Camilo, dime quiĆ©n me golpeĆ³ las bolas aquel dĆa, no me mientas, sĆ© que lo sabes.
—Pero cĆ³mo sabes que sĆ©?—Me delatĆ©.
—Lo pude ver en tu mirada cuando te lo preguntĆ© la primera vez…dime!
No pude decirle que no.
—Fue mi asistente RocĆo —Se volteĆ³ mirĆ”ndome a los ojos—Ella te vio patearme las bolas y dejarme sin sentido y se le ocurriĆ³ pagarte con la misma moneda…pero ella daba por hecho que tĆŗ eras una mujer, asĆ que no sabĆa que pateaba partes tan dolorosas del cuerpo de un macho—
Gina escuchaba atenta mi narraciĆ³n.
—…Pero entĆ©rate que ella es una santurrona, incluso sospecho que estĆ” enamorada de mĆ, asĆ que supongo que el ver cĆ³mo me agredĆas la hizo estallar por primera vez en su vida—Hice una pausa para exponer mi fuerte argumento— Ahora, si despuĆ©s de saber esto quieres golpearla o hacerle alguna cosa a RocĆo, te adelanto que no te lo permitirĆ©, tendremos un problema entonces.
MirĆ© sus ojos y entendĆ su siguiente respuesta.
—Rayos!, no puedo desquitarme.
Siendo RocĆo una persona tĆmida no le despertaba enojo, me confesĆ³ que habĆa pensado una cantidad de torturas chinas para vengarse, pero ya no podrĆa ser.
En realidad le enojaba que se metieran con sus testĆculos. Aunque a mĆ no me tuvo tanto rencor por lo de hoy.
Tras olvidar su “venganza”, se fue a duchar una vez mĆ”s, decidĆ por prudencia rechazar su oferta de acompaƱarla a la ducha. Mientras se baƱaba pedĆ una pizza.
Tras 15 minutos, Gina saliĆ³ del baƱo desnuda, en ese momento tocaban a la puerta. Me coloque la pantaloneta a toda prisa y tras preguntar quiĆ©n era, me respondiĆ³ el repartidor de la pizza.
Cuando le cancelaba apareciĆ³ tras Ć©l una mujer que conocĆa muy bien. Era Pilar!
HabĆa esperado una oportunidad de entrar y apenas vio al repartidor se vino detrĆ”s de Ć©l.
Pilar entrĆ³ a empujones y sabiendo que Gina estaba allĆ —Al parecer la habĆa seguido— llegĆ³ hasta mi recamara, donde se topĆ³ con una Gina que aĆŗn no se vestĆa.
La sorpresa fue monumental para la transexual, quien ante los reclamos y escĆ”ndalo de Pilar, sĆ³lo pudo decir:
—Pilar, todo esto tiene una explicaciĆ³n.
—Que explicaciĆ³n puede haber? Te acostaste con Camilo, POR DIOS SANTO!!
Su reclamĆ³ me hizo bajar la cabeza algo apenado.
Gina se le acercĆ³ buscando calmarla y explicarle, pero Pilar no la veĆa a los ojos, note que le observaba las pelotas...Se le bamboleaban a cada paso, y sin pensarlo lanzĆ³ una patada contra aquellas bolas, como si se tratase de una futbolista cobrando un penalti.
Gina no la vio venir, simplemente nunca esperĆ³ una agresiĆ³n de Pilar, (a propĆ³sito) quien siempre adorĆ³ sus bolotas y se las besaba por gusto.
—AAAHHHhh!!!—Gina abriĆ³ de par en par sus lindos ojos, para de inmediato cerrarlos y apretar los dientes, la transexual se fue al piso y adoptĆ³ la posiciĆ³n fetal.
La patada de Pilar se la habĆa dado con todas sus fuerzas y enojo.
—TE ODIO!!!—ExpresĆ³ Pilar con la cara enrojecida por la ira. —NO TE QUIERO VER EN LA VIDA!!
—Que hiciste, Pilar?!—Le reclamĆ© mĆ”s con un tono de sorpresa que de regaƱo. Ella me lanzĆ³ una mirada asesina y apenas la vi mover el pie derecho, retrocedĆ y me cubrĆ las pelotas por las manos…no querĆa sufrir el mismo destino de Gina.
—SON UNOS MALDITOS!
Pilar saliĆ³ de la casa azotado la puerta con furia.
Lo Ćŗnico que pude hacer fue auxiliar a Gina. De ella supe que habĆa cancelado un paseo con Pilar para ese domingo, eso habĆa enojado a Pilar y tal vez sospechĆ³ algĆŗn secreto para con ella, lo que sin duda la hizo seguirla y encontrarse con los vergonzantes sucesos de esta tarde.
—Y esa es mi AnĆ©cdota Vergonzosa, sobrino.
Mildred estaba con la boca abierta.
—Lo sĆ©, se lo que piensas, y me sentĆ mal por haberlo hecho, yo soy varĆ³n y solo me gustan las mujeres, pero aun asĆ me acostĆ© con Gina…
—Te acostaste con un hombre, tĆo!
—SĆ, sĆ© que suena gay, pero tĆŗ sabes que soy 100% hetero, y la verdad no me arrepiento de haberlo hecho, fue el mejor sexo anal que he tenido, y te informo que despuĆ©s de ella mi apetito por lo anal aumentĆ³.
Mildred digiriĆ³ la anĆ©cdota de su tĆo y terminĆ³ entendiĆ©ndole, aquella transexual debiĆ³ ser realmente irresistible para que su tĆo se acostase con alguien de su mismo gĆ©nero y sobre todo aquel que le quitĆ³ a su esposa.
FIN.
***
ANEXO.
Al dĆa siguiente de la conversaciĆ³n, Mildred volviĆ³ a buscar a su tĆo Camilo para hacerle algunas preguntas que le rondaban en la cabeza.
—Y que paso contigo y Gina?—
—QuĆ© pasĆ³?, nada!, decidĆ no volver a verla en mi vida, y asĆ pasĆ³, claro me refiero a encuentros amorosos, la vi en alguna fiesta o evento importante en los que coincidĆamos. En una ocasiĆ³n charlamos sobre lo sucedido, supongo que quedamos como amigos a pesar de todo.
—Y quĆ© pasĆ³ con la seƱora Pilar, tĆo Camilo?
—Sobre ella?, no regresamos, hablamos en una ocasiĆ³n pero recordando viejos tiempos, y no sobre volver a juntarnos, pues ya cada quiĆ©n estaba en una nueva relaciĆ³n sentimental, a dĆa de hoy mantenemos la amistad.
Mildred soltĆ³ una Ćŗltima pregunta indiscreta.
—Y sabes quĆ© pasĆ³ con Gina?
—Con ella?
—Si!, volviĆ³ con Pilar?, o nunca la perdonĆ³ por acostarse contigo.
—Pues te dirĆ© que eso es trama para POSIBLES futuros relatos, asĆ que no estoy autorizado a responderte.
***
AquĆ terminan las historias de ANECDOTAS VERGONZOSAS, por su parte
Gina tendrĆ” un nuevo relato titulado: ANĆCDOTAS DE GINA, parte 3. Trama aparte de los POSIBLES futuros relatos a los que se refiere Camilo.
TambiĆ©n pueden darse POSIBLES relatos sobre Mildred y su amigo Jorge, o una nueva apariciĆ³n de la prostituta que drogĆ³ y robĆ³ al sobrino…pero ningĆŗn relato es seguro, solo son ideas.
Gracias.
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