ANECDOTAS VERGONZOSAS. - Las Bolas de Pablo

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4 mar 2021

ANECDOTAS VERGONZOSAS.

 CONTIENE BALLBUSTING M/M y F/M.

 

HACE UNA SEMANA.

Un joven visita un poco recomendable motel, es acompaƱado por una bella mujer cuyas ropas son bastante atrevidas y dan a entender su oficio como prostituta; La pareja se conociĆ³ en un cercano bar y tras unos cuantos tragos, se dirigieron a satisfacer su deseo.

Ya en la habitaciĆ³n, la bella dama le ofrece un trago al joven.

—Toma esto cariƱo, porque despuĆ©s no habrĆ” tiempo para beber nada mĆ”s.

El joven sentado en la cama, no deja de observa el escote de la mujer de vida alegre. Al pasar la bebida siente un sabor raro.

—Sabe algo acido.—El joven saboreaba con lengua y labios.

—Es que le agreguĆ© unas gotas de limĆ³n—ContestĆ³ la bella mujer, al tiempo que se sentaba junto a Ć©l y le acariciaba el paquete.—Pronto jugarĆ© con el monstruo que tienes aquĆ­.

El contacto a su miembro viril hizo sonreĆ­r al joven, pero intrigado preguntĆ³:

—Pero de donde sacaste el jugo de limĆ³n?

La joven se quedĆ³ observĆ”ndole sonriente, su sonrisa se pronunciĆ³ al ver al varĆ³n parpadear lentamente.

—Que me pasa?, tengo sueƱo.

—Entonces deberĆ­as dormir querido—La prostituta aumentĆ³ las caricias a los genitales del joven.

Ɖste la mirĆ³, extraƱado.

—QuĆ© pasa?—El sueƱo invadĆ­a al joven.

—QuĆ© pasa?, pasa que eres un pendejo—La mujer se incorporĆ³ y le dio el frente, se cruzĆ³ de brazos esperando que la droga administrada terminara de hacerle efecto.

El joven veĆ­a borrosa a la mujer, tratĆ³ de incorporarse, pero la dama le puso la mano en la frente y le hizo recostar en la cama.

—Ya duĆ©rmete tonto…

La vista del joven se volviĆ³ blanca y no recordĆ³ mĆ”s.

 

EL DƍA DE HOY.

—Y cuando despertĆ©, no tenĆ­a billetera, ni siquiera zapatos, la muy puta apenas si me dejĆ³ los pantalones…

El nombre de la vĆ­ctima era Mildred y a pesar del nombre era un varĆ³n de 19 aƱos, cabizbajo conversaba con su tĆ­o Camilo.

—He pasado la mayor vergĆ¼enza de mi vida, tĆ­o!

—MĆ”s que llamarte Mildred?, Jajajaja—Se burlĆ³ Camilo, Ć©l tĆ­o era muy propenso a las bromas.

El sobrino pidiĆ³ seriedad y Camilo expresĆ³:

—Ok sobrino, creo que entiendo lo que quieres de mĆ­, te sientes terrible por la mala experiencia y quieres que te ayude a no sentirte asĆ­, verdad?, tĆŗ mamĆ” seguro te mandĆ³ conmigo porque ella sabe que a mĆ­ tampoco me ha ido muy bien.

Ante la confirmaciĆ³n de Mildred, Camilo continuĆ³:

—Pues entĆ©rate que hace unos aƱos padecĆ­ una vergĆ¼enza muy grande, asĆ­ que no te sientas el hombre mĆ”s desventurado del mundo.

 

HACE 7 AƑOS

Camilo salĆ­a de su oficina, En el estacionamiento subterrĆ”neo se encontrarĆ­a con Gina, la abogada de divorcio de su esposa Pilar, desde hace unos meses los esposos no convivĆ­an y Pilar habĆ­a iniciado los trĆ”mites para la separaciĆ³n.

Gina era conocida del trabajo de su esposa y fue la principal persona que le aconsejĆ³ el divorcio, Camilo lo sabĆ­a, y tenĆ­a un muy especial enfado por la abogada. La razĆ³n?

Camilo supo que Pilar y Gina eran amantes, con razĆ³n le aconsejĆ³ el divorcio, si fue ella misma quien la sedujo y buscaba tener una relaciĆ³n seria con Pilar. Camilo estaba enfadado, no solo por la aventura de su mujer, sino en vez de su esposo preferĆ­a a una mujer como amante.

La abogada de divorcios vestĆ­a un elegante traje consistente en saco de tres botones y falda ceƱida a la rodilla, la mujer habĆ­a venido a entregarle personalmente un citatorio y le emboscĆ³ en el estacionamiento. Pronto los reclamos por parte de Camilo enojaron a la mujer.

—Lesbiana maldita!—Ese insulto fue la gota que derramĆ³ la paciencia de Gina, quiĆ©n se mostrĆ³ enrojecida.

—No sabes lo que dices, maldito idiota!—Enseguida se fue contra el hombre, con los puƱos apretados.

Camilo no esperĆ³ nunca una agresiĆ³n fĆ­sica, Ć©l hombre por instinto levantĆ³ la guardia, esperaba una bofetada pero recibiĆ³ un potente gancho de derecha, el varĆ³n doblĆ³ la cara ante el impacto.

Los sucesos se sucedieron en pocos segundos…

Camilo estaba sorprendido, el golpe fue muy fuerte, enseguida recibĆ­a la otra parte del combo, un gancho de izquierda a su mejilla opuesta!

El varĆ³n retrocediĆ³, esa abogada golpeaba muy fuerte!

Pero el hombre reaccionĆ³, su rival podĆ­a ser mujer, pero no se dejarĆ­a golpear impunemente, no era su estilo golpear mujeres pero ella se lo buscĆ³. Es mĆ”s, los impactos le convencieron que serĆ­a vencido si no contraatacaba.

Camilo se llenĆ³ de ira cerrĆ³ el puƱo derecho y lo lanzĆ³ contra el rostro de la enojada abogada. Pero la mujer bloqueĆ³ el golpe con su antebrazo izquierdo de una manera mĆ”s que efectiva, Camilo no esperaba eso, aquella mujer sabĆ­a pelear bastante.

La dama contraatacĆ³ con un potente gancho de derecha al estĆ³mago, de inmediato Camilo se agachĆ³, sintiĆ³ como se quedaba sin aire, estaba muy mal.

Pero la abogada no le dio tiempo de reponerse y teniƩndolo inclinado ante ella, le remataba con un fugaz rodillazo a la cara.

El impacto hace levantar el tronco de Camilo e irse tambaleante hacĆ­a atrĆ”s, la abogada detalla la entrepierna de su rival sin guardia, y con impulso le propina una patada en los testĆ­culos, la punta del zapato impacta en el centro del escroto del varĆ³n. Se escucha un ligero crujido.

—OOUGHH!!—Exclama Camilo quien se inclina, y agarra sus aporreadas pelotas.

El hombre cruza los muslo tratando de proteger al mĆ”ximo su masculinidad, alcanza a levantar la mirada para ver muy borroso cĆ³mo el puƱo de la mujer viene contra Ć©l. DespuĆ©s de eso, todo se vuelve negro.

Minutos despuƩs al despertar Camilo, observa a la abogada en el suelo sin conocimiento. Junto a ella estƔ Rocƭo, su asistente de oficina, una muchacha bastante tƭmida pero muy leal a su jefe.

La joven RocĆ­o se le aproxima y le ayuda a incorporar.

—Pero que sucediĆ³?

—Le dejaron sin sentido, Doctor.

Camilo recordĆ³ los golpes, y de inmediato se tocĆ³ los testĆ­culos, dolĆ­an.

—Ya recuerdo, esa maldita me pateĆ³ las pelotas…

—Yo le di una patada en sus cosas…—La chica se coloreĆ³ un poco, Camilo sabĆ­a que a sus 25 aƱos, la asistente era demasiado retraĆ­da socialmente.

—Le pateaste la vagina?, rayos! no esperĆ© eso; Pero no me quejo, esa maldita se lo merecĆ­a.

RocĆ­o enrojeciĆ³ mĆ”s.

—No doctor, ella, quiero decir, Ć©l, Ć©l no tiene vagina, Ć©l tiene pipĆ­.

Camilo simplemente no entendiĆ³, por lo que RocĆ­o recalcĆ³:

—Doctor, ella es un varĆ³n, tiene miembro viril.

Camilo no daba para entender, por lo que la asistente se inclinĆ³ ante la abogada le recogiĆ³ la falda y bajĆ³ un poco las pantaletas, Camilo quedĆ³ atĆ³nito al descubrir que tenĆ­a pene. La abogada Gina en realidad era un travesti, admitiendo que muy bella.

Camilo pidiĆ³ que RocĆ­o le contase todo lo sucedido en su inconsciencia.

Esto fue lo ocurrido:

RocĆ­o siguiĆ³ a Camilo al estacionamiento por un pendiente en la oficina y a distancia presenciĆ³ estupefacta el pleito.

Ella estaba enterada de la aparente relaciĆ³n infiel entre Pilar y la abogada Gina, a quiĆ©n reconociĆ³ de inmediato. Aunque Camilo no tenĆ­a idea que su asistente estaba tan bien informada de su vida privada; Pero para RocĆ­o, una buena asistente debĆ­a saber cosas privadas de sus jefes, por supuesto manteniendo el debido secreto.

Inicialmente pensĆ³ que su jefe era un mal hombre al pelearse con una mujer, pero la forma de combatir de aquella le hicieron dar Ć”nimos a su apaleado patrĆ³n.

Tras el grito de dolor por el golpe en los testĆ­culos, RociĆ³ observĆ³ como aquella mujer remataba con un puƱetazo el rostro de su jefe, quiĆ©n caĆ­a boca arriba sin conocimiento.

Con un sentido de justicia, la asistente emergiĆ³ de su escondite y se fue contra la abogada, no se le ocurriĆ³ nada mĆ”s que patearle la entrepierna desde atrĆ”s, le pareciĆ³ lo mĆ”s justo.

—AAAAAHHHH!!!!!!!!!—Fue el alarido que Gina expulsĆ³ con la fuerza de sus pulmones.

RocĆ­o se asombrĆ³ por el intenso grito y retrocediĆ³, pudo presenciar como la abogada caĆ­a de rodillas tomando su entrepierna, y se desplomaba boca abajo al suelo, sin siquiera ver quiĆ©n la atacĆ³.

La asistente analizĆ³ la situaciĆ³n:

—No creĆ­ que le doliera tanto, los golpes allĆ­ duelen pero mĆ”s duelen los senos— Incluso recordĆ³ aquella vez cuando su hermanito le pegĆ³ en sus pechos adolescentes y le sacĆ³ reales lĆ”grimas.

La asistente se acercĆ³ a Gina, cerciorĆ”ndose que estaba desmayada, se asustĆ³ un poco por lo que la colocĆ³ boca arriba y curiosa revisĆ³ su entrepierna, encontrando un falo en vez de vagina.

Una vez terminada la narraciĆ³n, Camilo se inclinĆ³ ante la entrepierna de la abogada, notaba un gran bulto justo debajo del pene. Por curiosidad bajĆ³ toda la prenda Ć­ntima femenina, sus ojos se abrieron de la sorpresa.

—Pero RocĆ­o, con que lo pateaste?, Se los dejaste inflamados!—Los testĆ­culos de la abogada eran por lo menos 3 veces el tamaƱo de unos testĆ­culos promedio. En ese rango estaban los de Camilo.

El hombre tocĆ³ su propia entrepierna, por fortuna sus testĆ­culos no se palpaban hinchados.

—No doctor, yo le di con el pie nada mĆ”s, asĆ­ son sus…sus cosas, estaba preocupada porque le hice desmayar, le toque en su zona para revisar y se los vi, eran de ese tamaƱo.

Gina, o cual fuese su nombre anterior, tenĆ­a unos huevos muy grandes, Camilo sintiĆ³ algo de envidia.

La asistente aƱadiĆ³:

—Dicen que a mĆ”s grandes los cojones de un varĆ³n, mĆ”s les duelen los golpes, no?, con razĆ³n se desmayĆ³, no querĆ­a hacerle eso, pobrecita!, mejor dicho, pobrecito!

Los comentarios de su asistente eran incomodos para quiƩn tambiƩn tenƭa cojones entre las piernas, y el siguiente fue el acabose:

—Con razĆ³n su esposa le fue infiel con su abogada, tremendas cosas que escondĆ­a esta mujer, digo, este hombre.

—RocĆ­o, guarda silencio!

—PerdĆ³n doctor, pero alĆ©grese, ahora sabe que su esposa no era lesbiana…—RocĆ­o demostraba lo muy enterada que estaba de todo el asunto.

La mirada de enfado del jefe hizo callar y disculparse.

La jornada terminĆ³ con Camilo y su asistente vistiendo y auxiliando a Gina, dejĆ”ndola en una oficina al cuidado de una empleada; Minutos despuĆ©s una dolorida abogada despertaba, sin saber quiĆ©n y cĆ³mo le habĆ­an golpeado sus enormes testĆ­culos, agradeciĆ³ a la empleada, quien tenĆ­a Ć³rdenes de informarle Ćŗnicamente que Camilo fue quiĆ©n la dejĆ³ a su cuidado.

Gina se pasĆ³ dĆ­as analizando los hechos, el cĆ³mo terminĆ³ dejando inconsciente a su rival amoroso, y un desconocido la desmayaba al atacarla por detrĆ”s en sus huevos. No podĆ­a terminar de odiar a Camilo, al ser Ć©l mismo quien tras despertar le prestĆ³ auxilio.

De todas formas el divorcio se dio y Gina continuĆ³ su amorĆ­o con Pilar.

 

EL DƍA DE HOY.

—Ya vez sobrino, todos hemos tenido anĆ©cdotas vergonzosas.

—Entonces a punta de golpes te dejĆ³ inconsciente una mujer, bueno, que luego resultĆ³ ser hombre, y el canalla te quitĆ³ a tu esposa…TĆ­o a mĆ­ me darĆ­a pena…

—Lo dice alguien llamado Mildred y que durmieron en un motel como a una mascota?—AcusĆ³ Camilo.

Mildred hizo la seƱal de tiempo fuera y ambos soltaron una sonora carcajada. El escuchar la peculiar anĆ©cdota de su tĆ­o animĆ³ bastante al sobrino.

Al final el tĆ­o expuso al sobrino que su propio ego era la real causa de sentirse mal por aquel suceso.

Aquello lo habĆ­a aprendido de una amiga psicĆ³loga, segĆŗn ella no habĆ­a otra soluciĆ³n:

DebĆ­a tragar su gran ego masculino, de nada le servĆ­a, y solo el compartir sus frustraciones y el paso del tiempo le reconfortarĆ­an.

 

FIN.

 

Pero acaso Ć©stas serĆ­an las Ćŗnicas anĆ©cdotas vergonzosas de este par?

 

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