CONTIENE
BALLBUSTING MUJER/HOMBRE
—Hola —saludĆ³ David cuando se encontrĆ³ a Pablo en la solitaria habitaciĆ³n del polideportivo—. PensĆ© que no vendrĆas. No esperaba encontrarte o que llegarĆas primero que yo.
—¿Para quĆ© me has hecho venir? —interrogĆ³ Pablo frĆamente.
—¿Recuerdas este lugar? ¡Nuestro sitio!
—SĆ, el sitio que venĆamos a escondidas para que nadie supiera que eres una maricona.
David bajĆ³ los hombros en seƱal de derrota.
—Pablo, no quiero que discutamos.
—¿Entonces quĆ©?
—Hablemos, hablemos de todo. ¿Por quĆ© le tuviste que contar de lo nuestro a SimĆ³n?
—SĆ. Supe que te pegĆ³. Lo lamento mucho. Eh… SimĆ³n y yo somos muy unidos y lamentablemente le confiĆ© nuestro secreto y Ć©l se sintiĆ³ con derecho de actuar. Fue mi culpa, lo admito, pero igualmente lo tienes merecido.
—Bueno, ya eso no importa… yo te amo, Pablo.
—¿Me amas? ¿Y cĆ³mo lo demuestras? ¡DejĆ”ndome a la sombra!
—Tengo novia, Pablo.
—Y vas a tener un hijo con ella. Lo nuestro no tuvo futuro, quizĆ”s nunca lo tuvo.
—No digas eso. Es difĆcil para mĆ salir del closet, para ti fue fĆ”cil y toda tu familia te apoya pero para mi…
—¡No! —interrumpiĆ³ Pablo—. Para mĆ, no fue fĆ”cil. A mi padre le costĆ³ muchĆsimo aceptarlo, ¿quieres saber quien estuvo siempre apoyĆ”ndome allĆ? ¡SimĆ³n!
—No serĆ” fĆ”cil para mi salir del closet. No me atrevo. ¿QuĆ© dirĆa la gente de mĆ?
Pablo elevĆ³ la vista al techo.
—Que cretino —respondiĆ³—. ¿Entonces quĆ©? No entiendo para quĆ© me has hecho venir.
—Porque no quiero que lo nuestro termine. Te amo.
—Entonces me tendrĆ”s como tu amante oculto mientras cargas en brazos a tu bebĆ© y te casas con tu novia, ¿sabes en quĆ© siglo estamos?
—Pablo, no lo pienses de esa manera.
PequeƱos pasos rebotaron contra las paredes haciendo entrar en alerta a los jĆ³venes amantes. Las pisadas salĆan a la luz y se encontrĆ³ con ellos. Pablo abriĆ³ los ojos de sorpresa y la piel morena de David se volviĆ³ pĆ”lida cuando su mirada se encontrĆ³ con la de su novia.
—¿Elisa quĆ© estĆ”s haciendo aquĆ?
La muchacha se quedĆ³ mirĆ”ndolos.
—Te vi caminar rĆ”pidamente y quise seguirte.
—¿Qui… quiere… quiere decir que oĆste todo?
—SĆ, David.
David abriĆ³ los ojos y boca, estaba asustado. Pablo supo controlar muy bien sus nervios.
—Que cochinada me provocan los dos.
—Elisa, yo no…
Elisa hizo una mueca de asco y se dio media vuelta para salir huyendo. David se girĆ³ y observĆ³ a Pablo.
—Ve y sĆguela para que la convenzas de lo que escuchĆ³ no es cierto. Que tĆŗ eres un macho y yo soy la gata que es insistente contigo.
—Pablo… yo…
—¡SĆguela, tonto, hazlo por ti!
David saliĆ³ corriendo de la habitaciĆ³n semi oscura. Era rĆ”pido al correr y pudo alcanzar a Elisa.
—Espera, Elisa. Escucha, tenemos que hablar.
—¡No me importa! ¿Por quĆ© me tuviste que mentir?
—No tuve opciĆ³n.
—¿OpciĆ³n? ¡Que descarado!
Elisa mirĆ³ la entrepierna de David. Y clavĆ³ un rodillazo rĆ”pido y fuerte a las desprotegidas bolas del varĆ³n.
Las gĆ³nadas de David descansaban cĆ³modamente en medio de sus piernas cuando recibieron la potente rodilla de Elisa contra ellas, embistiĆ©ndolas contra su cuerpo, en un golpe sĆ³lido y deforma testĆculos.
David dejĆ³ escapar un bajo "¡Ooooooh!" gutural, mientras sus ojos se abrĆan de par en par perdiendo el enfoque.
—¡No quiero saber nada de ti y de tu noviecito! —respondiĆ³ Elisa machando su rodilla de nuevo en las bolas de David, haciĆ©ndolo gemir de dolor mientras se doblaba, agarrando sus jodidas bolas—. Eres un asqueroso pervertido y no quiero saber de ti.
David fue directo al suelo, agarrando su entrepierna con el rostro contorsionado de dolor.
Elisa se arrodillĆ³ entre los muslos de David, separĆ”ndolos y apartando las manos del hombre de sus genitales para tener acceso a sus bolas. A pesar todo el dolor, la erecciĆ³n de David se veĆa apretada dentro del pantalĆ³n.
La chica apretĆ³ el par de cojones y David soltĆ³ un gemido.
La furiosa muchacha apretĆ³ con mĆ”s fuerza. Amasando y retorciendo las gĆ³nadas de David con toda la fuerza que pudo reunir, haciendo que el apuesto joven gritara y chillara de agonĆa.
—¡Idiota, estĆŗpido, imbĆ©cil! —gritaba cargada de ira causando todo tipo de apretones a las bolas de David con ambas manos, presionando sus pulgares.
David gritaba como loco.
Elisa soltĆ³ sus testĆculos y se levantĆ³ sobre sus pies. Unas lĆ”grimas se acumulaban en sus ojos, detallĆ³ al padre de su futuro hijo y se fue caminando de prisa.
David se acurrucĆ³ en posiciĆ³n fetal, jadeando y gimiendo.
Pablo pasĆ³ por su lado sin prestarle atenciĆ³n.
—¡Pablo, Pablo! —lo llamĆ³ en tono quejumbroso.
Pero Pablo no girĆ³ nunca la cabeza.
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