AL SALIR DE UN BAR - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

5 mar 2021

AL SALIR DE UN BAR

   Hace exactamente un mes, el 6 de febrero, se publicĆ³ un relato interactivo que ofrecĆ­a seis posibles finales. Al avanzar podĆ­as elegir cĆ³mo continuar y cĆ³mo terminar la historia. Un par de semanas despuĆ©s, se realizĆ³ una encuesta para definir el que serĆ” el final definitivo, a continuaciĆ³n el resultado. Si todavĆ­a no leĆ­ste la versiĆ³n interactiva, puedes hacerlo aquĆ­: http://bit.ly/3kMqBja



AarĆ³n, 24 aƱos
    Era la una y cuarto de la maƱana, HĆ©ctor me acompaƱaba, salĆ­amos de un bar en el centro, nos dirigĆ­amos hacia el estacionamiento donde dejĆ© mi vehĆ­culo, al sentir el fresco de la noche, decidĆ­ ponerme mi chamarra de cuero negro, mi compa llevaba solo una playera, decĆ­a no tener frĆ­o, yo le creĆ­a, jamĆ”s lo habĆ­a visto con un suĆ©ter, ademĆ”s estĆ”bamos en Cuernavaca, por aquĆ­ el clima suele ser perfecto. Mi nombre es AarĆ³n Estrada, mido un metro con noventa centĆ­metros, soy todo un deportista, cuando era niƱo practiquĆ© soccer, durante la secundaria, bĆ”squetbol, en el bachillerato me unĆ­ al equipo de fĆŗtbol americano, nunca fui un tipo musculoso o voluminoso, pero mi contextura siempre fue recia, en la universidad formĆ© parte del equipo de atletismo, mĆ”s tarde, en mis “veintes”, optĆ© por practicar nataciĆ³n. Lo sorprendente era que aĆŗn con todas estas caracterĆ­sticas, yo, a mis treinta aƱos, jamĆ”s me habĆ­a peleado, no sabĆ­a ni tirar un puƱetazo, no es que fuera cobarde, simplemente no hubo ocasiĆ³n.

   En aquel tiempo tenĆ­a una novia llamada Liz, era mĆ”s joven que yo, formaba parte del equipo de karate de su universidad, medĆ­a 1.70 de estatura, desde pequeƱa entrenĆ³, sin problemas podĆ­a derribarme y someterme, sin importar que yo fuera un tipo grande, crĆ©anlo, no era que yo se lo permitiera, Liz de verdad sabĆ­a golpear y patear, las pocas ocasiones en que lleguĆ© a casi someterla aprovechando mi ventaja de tamaƱo y fuerza de macho, ella atacaba sin piedad la fuente de esa fortaleza y la aplastaba con sus manos, a veces con sus pies.


    SucediĆ³ que un ex compaƱero de la universidad llamado JosĆ©, quien practicaba Kung Fu desde los dieciocho, era junto con HĆ©ctor, instructor en una escuela de artes marciales. Su “Shifu” dejaba a cargo de ambos todas las clases y el mantenimiento del lugar. LlegĆ³ el dĆ­a en que JosĆ© se sintiĆ³ explotado, tras una fuerte discusiĆ³n con su mentor, decidiĆ³ dejar la escuela, HĆ©ctor lo siguiĆ³, Ć©l era mĆ”s joven que nosotros dos, en ese entonces Ć©l tenĆ­a veinticuatro aƱos. JosĆ©, a quien por cierto nunca le ha faltado el dinero, rentĆ³ un local y abriĆ³ su propia escuela, en su bĆŗsqueda de alumnos, recurriĆ³ a sus conocidos, fue entonces cuando reconectĆ© con Ć©l y me contĆ³ lo que acabo de platicar.

Sanda
   HĆ©ctor especĆ­ficamente daba clases de sanda, el cual es un tipo de boxeo chino que incluye golpes, patadas y derribes, es un deporte de contacto, me inscribĆ­ para apoyar a JosĆ© en su emprendimiento, tambiĆ©n por que era lo que necesitaba, querĆ­a aprender a pelear y tal vez, darle batalla a mi querida Liz. Cuando terminaban las clase de Sanda, yo solĆ­a dar “ride” a HĆ©ctor hasta su casa o por lo menos acercarlo a la parada para que tomara su camiĆ³n.

    Para cuando cerrĆ³ la escuela de mi amigo un aƱo despuĆ©s, Liz ya habĆ­a roto conmigo, a pesar de ello, deseaba continuar aprendiendo, asĆ­ que me metĆ­ a clases de boxeo y MMA. Con treinta y dos aƱos, yo habĆ­a ganado mucha masa muscular, fĆ­sicamente estaba en mi mejor forma. LogrĆ© mantener contacto con HĆ©ctor, no Ć©ramos los grandes amigos, ni nos veĆ­amos muy seguido, quizĆ” una vez al mes o cada dos meses, este dĆ­a era una de esas veces, Ć©l vivĆ­a con sus papĆ”s en un conjunto de departamentos de interĆ©s social, daba clases de educaciĆ³n fĆ­sica en dos colegios privados, como no tenĆ­a coche, siempre que salĆ­amos a beber, me aseguraba de llevarlo sano y salvo hasta su casa.

   En cuanto a mĆ­, tenĆ­a mi propio despacho de diseƱo de interiores, hacĆ­amos remodelaciones, soy Arquitecto, mi trabajo consistĆ­a en coordinar a los contratistas, albaƱiles y diseƱadores de interiores para que todos nuestros proyectos salieran bien, trabajĆ”bamos para plazas comerciales, restaurantes y algunos hoteles de lujo, dentro de mis planes a mediano plazo estaba el cerrar contratos con cadenas hoteleras, restauranteras y tiendas departamentales a nivel nacional, y ¿por quĆ© no? a nivel regiĆ³n en AmĆ©rica Latina. HabĆ­amos ganado unos cuantos reconocimientos, nuestro trabajo se publicaba en revistas especializadas, las cosas me habĆ­an salido bien.

AarĆ³n, 26 aƱos
   FundĆ© mi negocio cuando tenĆ­a veintisĆ©is aƱos, justo la edad que ahora tenĆ­a HĆ©ctor. ComencĆ© remodelando casas para gente inmensamente adinerada, ellos tenĆ­an empresas, fue asĆ­ como de a poco, mi negocio se expandiĆ³ a un entorno corporativo, aunque no era rico, mi familia y yo siempre habĆ­amos vivido holgadamente, cuando digo familia, hablo de mi madre y yo, mi padre muriĆ³ cuando era un niƱo. Yo vivĆ­a solo en una bodega industrial no muy grande, la comprĆ© a precio bajo porque se encontraba a las afueras de la ciudad en un terreno baldĆ­o, como arquitecto aprovechĆ© las condiciones del espacio para crear un concepto de decoraciĆ³n abierto y muy masculino.

     Soy bisexual, lo asumĆ­ al cumplir veintidĆ³s, aunque no iba por la vida enarbolando mi orientaciĆ³n, quien me conocĆ­a, lo sabĆ­a. HabĆ­a mantenido muchas mĆ”s relaciones con chicas que con chicos, solo habĆ­a tenido un par de novios, el primero de ellos era un sueƱo hecho realidad, un hombre muy viril y guapo, de piel clara y cabello castaƱo, casi de mi estatura y velludo, se llamaba Fabio, lo conocĆ­ en la alberca cuando practicaba nataciĆ³n, me sorprendiĆ³ observĆ”ndolo desnudo mientras se secaba en los vestidores, Ć©l tambiĆ©n me observĆ³ y levantĆ³ sus cejas de forma coqueta, ese fue el inicio de mi primera relaciĆ³n con otro hombre. Todo iba aparentemente bien entre nosotros, hasta que descubrĆ­ que seguĆ­a viĆ©ndose con su ex y mantenĆ­a relaciones sexuales con Ć©l, a pesar de haberme enojado, en parte lo entendĆ­a, ambos Ć©ramos activos, asĆ­ que durante el tiempo que pasamos juntos, nunca hubo penetraciĆ³n, solo frotamiento y sexo oral, mucho sexo oral, tal vez por eso buscĆ³ en otro lado lo que no podĆ­a tener conmigo, me doliĆ³ romper con Ć©l, no querĆ­a, pero tuve que hacerlo, no podĆ­a pasarlo por alto, siendo honestos, todavĆ­a le guardaba mucho afecto.

    Mi segunda relaciĆ³n con un hombre fue de lo mĆ”s inesperada, porque Ć©l no era mi tipo, era un poco afeminado, no se le notaba a simple vista, se llamaba CristĆ³bal, fĆ­sicamente era chaparrito, medĆ­a 1.65, pero era realmente hermoso. Al igual que yo, era un deportista nato, tenĆ­a unos enormes ojos que le daban un hipnĆ³tico aire de inocencia, era muy lindo, me trataba muy bien y me hacĆ­a sentir el centro de su mundo, tristemente, con el pasar de los meses, la relaciĆ³n con Cris, se tornĆ³ un poco “tĆ³xica”, por llamarla de un modo, empezĆ³ a celarme, perseguirme, el apego que sentĆ­a por mĆ­ era enfermizo, ya no lo querĆ­a, me disgustaba su presencia, comencĆ© a poner excusas para no verlo, eso no hizo mĆ”s que empeorar las cosas, cuando rompĆ­ con Ć©l, armĆ³ un dramĆ³n y montĆ³ un show a las afueras del despacho que de solo recordarlo, sentĆ­a vergĆ¼enza, fue algo muy desagradable.

AarĆ³n, entrenando.
   El buen HĆ©ctor era heterosexual ¿cĆ³mo dudarlo? era totalmente masculino, medĆ­a un metro con ochenta centĆ­metros, de piel morena, tenĆ­a unos cuantos tatuajes, aunque no poseĆ­a un abdomen marcado o un cuerpo musculoso como el mĆ­o, sĆ­ tenĆ­a brazos fuertes, me consta y unas velludas piernas anchas, un trasero prominente, muy bien formado, pero lo mejor de Ć©l eran sus bellos ojos cafĆ©s, con pestaƱas largas y hermosas cejas pobladas, en conclusiĆ³n, HĆ©ctor era muy apuesto, en mi opiniĆ³n, su cuerpo de hombre promedio no hacĆ­a mĆ”s que sumar muchĆ­simo a su viril encanto. Cuando pensaba en mi hombre ideal, Ć©l inundaba irremediablemente mi mente.

   Durante una fiesta de Halloween a la que lo invitĆ© un par de meses atrĆ”s, HĆ©ctor bebiĆ³ de mĆ”s, a travĆ©s de un juego llamado “Yo nunca” descubrĆ­ que alguna vez se habĆ­a llegado a sentir atraĆ­do por un hombre y que tambiĆ©n se habĆ­a besado con uno, contĆ³ que fue un error, que en un antro ligĆ³ con una chica que resultĆ³ ser travesti.  Ć‰l no recordaba nada de lo que confesĆ³ aquĆ©lla noche o si lo hacĆ­a, preferĆ­a no comentarlo, yo respetaba eso, no era nadie para juzgarlo.

    Este dĆ­a en especial, mientras bebĆ­amos unas cervezas en aquel bar del centro, me platicĆ³ que la prĆ³xima semana se mudarĆ­a a otro estado de la repĆŗblica para trabajar, a su hermano mayor le habĆ­a ido bien y le consiguiĆ³ un empleo muy bien pagado, probablemente esta serĆ­a la Ćŗltima vez que nos verĆ­amos en mucho tiempo. Al caminar por la calle a las afueras de este bar, escuchĆ© a mis espaldas una voz varonil pronunciar mi nombre, inmediatamente la reconocĆ­.

AarĆ³n, 32 aƱos
   —¡AarĆ³n! —mi corazĆ³n comenzĆ³ a palpitar con fuerza y mi calor corporal se elevĆ³, girĆ© mi cuerpo para encontrarme con la persona que me llamaba, era Fabio– ¿quĆ© pedo? ¿cĆ³mo has estado? tanto sin verte, ¿quĆ© serĆ”? ¿unos…?

   —Cuatro aƱos –respondĆ­ en seguida.

   —¡Cierto! desde aquella Navidad. Te ves muy bien —dijo barriĆ©ndome con la mirada y apretando mi brazo— ¡uf! realmente muuuy bien, ¿has estado haciendo ejercicio? digo, siempre fuiste fuerte y atlĆ©tico, pero… –sin preguntarme levantĆ³ mi playera para meter su mano y frotar mi sĆ³lido abdomen— sĆ­, has estado haciendo mucho ejercicio, estĆ”s “mamadĆ­simo hijo de tu puta madre” y mĆ”s sabroso que nunca ¿quĆ© cuentas?

   —Sigo con el despacho, te presento a HĆ©ctor —dije poniendo la mano sobre el hombro de mi compa.

   –Ah, ya veo, tĆŗ y Ć©l…

   —No, sĆ³lo somos amigos. HĆ©ctor, Ć©l es Fabio, fue mi novio hace mucho —puse cierto Ć©nfasis en la palabra “mucho”.

   —¿QuĆ© show? —respondiĆ³ mi compa con una sonrisa. Fabio no le prestĆ³ atenciĆ³n, pasĆ³ su brazo sobre mis hombros y me dijo casi al oĆ­do, pero en tono de voz normal.

   —Hay una fiesta en casa de Galo, ¿si te acuerdas de Ć©l? justo voy para allĆ” ¿quieres venir? Vamos gĆ¼ey, va a estar chido.

Fabio
   —Vengo con HĆ©ctor y tengo que llevarlo a su casa –le dije.

   —Vamos los tres ¿quĆ© te parece? —propuso Fabio. Ɖl estaba igual a como lo recordaba, alto, varonil, con su perfecta barba media, impecablemente recortada, preciosos ojos claros y labios que invitaban a besarlo apasionadamente. FĆ­sicamente era el hombre mĆ”s guapo que habĆ­a conocido, una verdadera tentaciĆ³n.

   —Yo no puedo, carnal, vayan ustedes —intervino HĆ©ctor, seguramente por su mente estaban pasando imĆ”genes de una fiesta gay con orgĆ­as y fetiches raros, nada mĆ”s alejado de la realidad, las fiestas de Galo eran simples reuniones, de mucha platica intelectual, bebida y mota— me pedirĆ© un Uber, no te preocupes por mĆ­.

   —Bueno, ya lo escuchaste —dijo Fabio masajeando mi hombro con su mano.

   —Lo siento, no puedo —dije retirando su mano de mi hombro— esta noche vengo con HĆ©ctor, siempre lo llevo a su casa, eso no va a cambiar.


   —Ya no tienes el mismo nĆŗmero ¿verdad? podemos seguir en contacto, si quieres luego te escribo —Fabio sacĆ³ su celular para anotar mi nuevo nĆŗmero.


   —No, no quiero… esto… tĆŗ y yo —dije seƱalĆ”ndonos— No Fabio, realmente no.


HĆ©ctor
—Entiendo —susurrĆ³ encogiĆ©ndose de hombros— de todas formas, luces muy bien, me alegro por ti… —se llevĆ³ la mano a la nuca simulando rascarse la cabeza— bueno… bye —sacudiĆ³ su palma para despedirse, comenzĆ³ a caminar hacia atrĆ”s, metiĆ³ sus manos en los bolsillos y se dio la media vuelta para alejarse cabizbajo. ReprimĆ­ un fuerte impulso de gritarle "¡espera!"


   Las piernas me temblaban y no era de frĆ­o, todavĆ­a no me creĆ­a que fui capaz de rechazarlo, ocupĆ© hasta la Ćŗltima gota de mi fortaleza emocional para conseguirlo, no dejaba de pensar en que tal vez me equivoquĆ© al dejarlo ir. En ese momento sentĆ­ una presiĆ³n en mi pezĆ³n derecho, HĆ©ctor me pinchĆ³ sorpresivamente, yo elevĆ© mi hombro y cerrĆ© mi brazo para protegerme, volteĆ© a ver a mi amigo y pude apreciar su hermosa sonrisa juguetona, fue entonces que lo supe, tomĆ© la decisiĆ³n acertada.


   —Lo hiciste bien, carnal –dijo sujetando mi hombro—. ¿Sabes? todo lo que se quiebra, siempre se puede reparar, pero todo lo que se repara, realmente, siempre estarĆ” quebrado.


   —¿Como un plato?

   —Exacto.


Joaco, campeĆ³n de Sanda
   Caminamos un par de cuadras, faltando unos metros para llegar a mi vehĆ­culo, fuimos rodeados por cuatro hombres de diferentes complexiones, todos musculosos, ninguno superaba el metro con ochenta de estatura, su lĆ­der era el mĆ”s alto y atractivo, estaba rapado tipo mohicano, llevaba una abundante barba media y vestĆ­a una ceƱida playera negra deportiva de licra sin mangas, parecĆ­a tener mi edad, se acercĆ³ a HĆ©ctor con el mentĆ³n levantado y lo empujĆ³ con fuerza.

   —Ya valiste verga, putito –dijo el hombre a mi amigo— ¿creĆ­ste que Ć­bamos a dejar las cosas asĆ­? despuĆ©s de lo que le hiciste a la Caro.

   —No quiero pedos gĆ¼ey, tranquilo, solamente terminĆ© con ella, eso es todo —respondiĆ³ mi amigo colocando sus palmas al frente para establecer un espacio personal.

   —¿QuĆ© pasa? —preguntĆ©. Dos de los hombres intentaron sujetarme de los brazos, yo no lo permitĆ­, forcejeamos —eh, eh, eh, no me toques cabrĆ³n, ¡no me toquen!— finalmente di unos pasos hacia atrĆ”s, no me sujetaron, pero sĆ­ me separaron de HĆ©ctor y me cerraron el paso.

   —¿Es Ć©l? ¿por este puto es que lastimaste a mi hermana? —el tipo le preguntĆ³— ya nos dijo que eres maricĆ³n, pinche puƱal.

   —¿QuĆ© vergas pasa? ¿quiĆ©n es Ć©l? —preguntĆ© a HĆ©ctor.

   —Es Joaco, fue mi maestro de Sanda, daba clases antes que yo en aquella escuela de artes marciales.

   —JoaquĆ­n Sandoval para ti, soy ademĆ”s, el hermano de la chica que este puto engaĆ±Ć³ —me responde Ć©l.

   —Joaco es campeĆ³n de Sanda, ha competido en Estados Unidos —me dijo uno de los hombres.

   —Y en China —completĆ³ el otro.

JoaquĆ­n Sandoval
    Ahora que lo miraba con detenimiento, era muy claro que este tipo era un formidable peleador, bastaba ver los cayos en sus nudillos, estaba muy marcado, su nivel de grasa corporal era mĆ­nimo. Su presencia era realmente intimidante, aunque no estaba en pose de guardia, su postura denotaba que se encontraba alerta y listo tanto para atacar como para defender, mi amigo y yo Ć­bamos a valer verga. Esta noche nos iban a partir la madre.

   JoaquĆ­n lanzĆ³ un golpe a HĆ©ctor, Ć©ste lo bloqueĆ³ cubriĆ©ndose con los brazos y se moviĆ³ unos pasos para mantener distancia con Ć©l. El hombre era muy veloz y fuerte, HĆ©ctor lograba esquivar y bloquear todos sus golpes moviĆ©ndose de un lado a otro de forma circular, sin embargo, cada vez que mi amigo intentaba golpearlo, no lo conseguĆ­a y en cambio, Sandoval sĆ­ acertaba a su cara.

   —No seas correlĆ³n puto —le dijo Joaco— dĆ©jate venir culero.

   El hombre lanzaba potentes patadas a los muslos de HĆ©ctor tratando de dormirle la pierna, incluso lanzĆ³ una brutal patada alta que mi amigo no bloqueĆ³ del todo, este golpe lo hizo retroceder y ponerse mĆ”s a la defensiva que a la ofensiva. Yo, no sabĆ­a quĆ© hacer o cĆ³mo ayudarlo, no creĆ­a que debĆ­a meterme, estaban peleando uno contra uno, eso era honorable y legal. No era una pelea callejera comĆŗn, los dos tenĆ­an tĆ©cnica, parecĆ­a mĆ”s un combate de torneo. Los otros tres hombres y yo observĆ”bamos. JoaquĆ­n tenĆ­a engarzado a mi compa y lo golpeaba sin piedad en el rostro
 
   —¡Haz algo HĆ©ctor, no mames! —le gritĆ©.

   Ć‰l me escuchĆ³, para liberarse, mi amigo le soltĆ³ un cabezazo, aprovechĆ³ el segundo de distracciĆ³n en su antiguo instructor para sujetarlo de las bolas y apretĆ”rselas, eso fue un movimiento sucio, sin embargo, ante la superioridad de su oponente, no tuvo otra alternativa. El hombre comenzĆ³ a gritar y a golpearlo en la cabeza, mi compa bajĆ³ el mentĆ³n para evitar ser noqueado y aproximĆ³ su cuerpo al de Ć©l para cerrar distancia.

HĆ©ctor

   —¡SabĆ­a que eras puto! —gritĆ³  Sandoval— eso es lo que te gusta verda… aaah, aaah, maldito maricĆ³n, aaah, suĆ©ltame puto.

   El hombre cayĆ³ de rodillas sujetando su entrepierna, aprovechando que bajĆ³ la guardia, mi amigo le dio una patada giratoria en la cabeza que lo derribĆ³ al piso y comenzĆ³ a patearlo, fue entonces cuando todo se descontrolĆ³, dos de los hombres decidieron intervenir y lo sujetaron por la espalda, yo intentaba ayudarlo, pero el tercero se interponĆ­a. DespuĆ©s de unos segundos, JoaquĆ­n se puso en pie, sus compinches sujetaban a HĆ©ctor y lo mantenĆ­an inmĆ³vil e indefenso, mi compa luchaba por liberarse, pero no lo conseguĆ­a.

   —¡Me las vas a pagar, cabrĆ³n! –dijo Sandoval sujetando de forma viril su paquete adolorido, tomĆ³ impulso y comenzĆ³ a patear con fuerza a HĆ©ctor en los huevos. Mi amigo gritaba, trataba de cerrar sus piernas, pero JoaquĆ­n lo impedĆ­a, abrĆ­a su compĆ”s a patadas para continuar castigĆ”ndolo, alternaba los puntapiĆ©s en las bolas con golpes a su abdomen y cara— te voy a dejar sin huevos, puto.  

   No podĆ­a quedarme de brazos cruzados, tenĆ­a que hacer algo, nadie me lo iba a impedir, en la bolsa de mi pantalĆ³n, busquĆ© un bucal que siempre cargo por si acaso y me lo coloquĆ©, en seguida bajĆ© mi postura para tomar de las rodillas al tipo que me bloqueaba el paso, Ć©l alejĆ³ sus pies y cadera de mi agarre, pero mis largos brazos lograron sujetarlo, juntĆ© sus piernas, las pasĆ© a mi costado, lo levantĆ© y lo azotĆ© con brutalidad contra el suelo aprovechando mi ventaja de tamaƱo y fuerza. Me atrevĆ­ a hacerlo, porque este cabrĆ³n sabĆ­a pelear y caer, automĆ”ticamente bajĆ³ su mentĆ³n al pecho y extendiĆ³ los brazos a sus costados, quedĆ³ aturdido y le saquĆ© el aire. Un movimiento como este podrĆ­a haber matado a un hombre cualquiera, pues su cabeza podrĆ­a haber impactado de lleno contra el pavimento.

   Sandoval estaba totalmente concentrado en castigar la hombrĆ­a de mi amigo, que tardĆ³ un segundo en escuchar a los tipos que sujetaban a HĆ©ctor, quienes le advertĆ­an de mi presencia a sus espaldas. En el momento en que se volteaba para verme, el experimentado peleador levantĆ³ su brazo con el fin de cubrir y proteger su cara de un posible golpe traicionero, sin embargo, yo no iba por su cabeza, no planeaba pelear deportivamente, justo antes de que girara por completo su cuerpo, yo lo pateĆ© por detrĆ”s en los huevos con todas mis fuerzas, lo levantĆ© varios centĆ­metros, su grito de dolor fue estremecedor. JoaquĆ­n cayĆ³ al suelo en posiciĆ³n fetal, los hombres soltaron a mi compa, quien tambiĆ©n se derrumbĆ³ y se lanzaron a combatir contra mĆ­. Inmediatamente me movĆ­ de tal forma que no permitĆ­ que me atacaran los dos al mismo tiempo, siempre procuraba que uno le estorbara al otro al atacarme y poder enfrentarlos de a uno, mi estatura y fuerza me daban la ventaja, yo era lo que se llama, un “tanque” y era bastante Ć”gil para alguien de mi tamaƱo.

AarĆ³n
   Durante la pelea, uno de ellos acertĆ³ una poderosa patada a mi entrepierna, yo soltĆ© un grito de dolor, cerrĆ© mis piernas y me encorvĆ©. Al hacerlo, sin querer aprisionĆ© su pie entre mis muslos. Yo estaba muy acostumbrado a recibir golpes en los huevos, era un aprendizaje que me dejĆ³ Fabio, a Ć©l le excitaba golpearme en las bolas repetidamente antes de mamarme la verga, todas mis parejas despuĆ©s de Ć©l, hombres y mujeres, me han golpeado en las bolas previo a coger, en esta ocasiĆ³n, eso me ayudĆ³, pues el dolor no me sorprendiĆ³ y lo pude tolerar. En vez de sujetar mi par de testĆ­culos, lancĆ© dos demoledores ganchos al mentĆ³n del hombre que me pateĆ³, es automĆ”tico ¿saben? despuĆ©s de golpear a un hombre en los huevos durante una pelea, tiendes a bajar la guardia, ya que no esperas una reacciĆ³n inmediata, el chico cayĆ³ noqueado sin poder levantarse. Su amigo prĆ”cticamente lo cargĆ³, ellos y el primer hombre al que noqueĆ©, quien a penas se incorporaba, huyeron del lugar, los cobardes abandonaron a Sandoval.

   El campeĆ³n de Sanda aĆŗn se retorcĆ­a en el suelo, no podĆ­a ponerse en pie, coloquĆ© mi rodilla sobre su pecho para dominarlo, como se hace en MMA. Ɖl tratĆ³ de quitarme de encima con sus manos, con esto descubriĆ³ su entrepierna, aprovechĆ© para sujetarlo de sus carnosas bolas y apretĆ”rselas.

    —¡Calmado! —le gritĆ©— tranquilo, JoaquĆ­n. Esto ya se acabĆ³ ¿lo entiendes? — Ć©l me escupiĆ³, tratĆ³ de picarme los ojos, agarrarme tambiĆ©n los huevos y me rasguƱo los brazos, yo apretĆ© con mĆ”s fuerza, Ć©l grito y se retorciĆ³— ¿Lo entiendes, cabrĆ³n? —volvĆ­ a preguntar.

   —Aaah, sĆ­ puto, sĆ­, ¡ya! suĆ©ltame los huevos, tĆŗ ganas, maricĆ³n, aaah, me rindo aaah —al decir esto golpeĆ³ el suelo tres veces con la palma— ¡ya! ¡por favor!

   No me gustĆ³ que me llamara puto o maricĆ³n, pero decidĆ­ soltarlo, pues legalmente se rindiĆ³, el hombre se encogiĆ³ en el piso tembloroso. HĆ©ctor se puso de pie.

   —Es verdad, sĆ­ me gustan los batos —dijo enseguida— justo por eso terminĆ© con Caro, lamento no haber sido honesto desde el principio, los golpes que recibĆ­ los merezco, no debĆ­ haber salido con ella, sĆ­, al chile, soy un cobarde por no aceptar quiĆ©n soy. Ya le pedĆ­ perdĆ³n a ella, ahora te pido perdĆ³n a ti, perdĆ³name Joaco.

   DespuĆ©s de la fiesta de Halloween, esta declaraciĆ³n no debĆ­a tomarme por sorpresa, aĆŗn asĆ­ escucharlo, me dejaba algo confundido y me daba esperanzas de que algo pudiera suceder entre Ć©l y yo, estaba muy emocionado, pero antes que nada debĆ­a apoyarlo.

   —Es difĆ­cil, asumir que no eres hetero y que no vas a poder cumplir las expectativas que algunas personas tienen sobre ti y tener que dar explicaciones a todo el mundo, espero que puedas entenderlo y perdonar a HĆ©ctor.


Joaco Sandoval
   JoaquĆ­n se volteĆ³ bocarriba quedando recostado mirando al cielo y suspirĆ³, ya no sobaba sus testĆ­culos o se cubrĆ­a la entrepierna. SĆŗbitamente se puso en pie con un salto de resorte, esto nos tomĆ³ por sorpresa a ambos, antes de que pudiĆ©ramos reaccionar, nos sujetĆ³ de las bolas y comenzĆ³ a apretĆ”rnoslas con fuerza, nos llevĆ³ contra una pared, cuando finalmente reaccionamos, tanto HĆ©ctor como yo entendimos que lo mejor era no luchar y dejar que se desquitara, que obtuviera su revancha y que hiciera lo que vino a hacer, partirnos la madre para defender el honor de su hermana. Este hombre nos tenĆ­a a los dos bien agarrados de los huevos, en otra situaciĆ³n, algo asĆ­ hubiera sido muy excitante.


   —No me vuelvas a tocar los huevos, puto, me das asco —me escupiĆ³ en la cara. Inmediatamente me las retorciĆ³, mi rostro se crispĆ³ y comencĆ© a gritar de dolor y me encorvĆ©— No te quiero ver cerca de mi hermana o mi familia —dijo dirigiĆ©ndose a HĆ©ctor, quien comenzĆ³ a gemir por el dolor y tambiĆ©n se agachĆ³— no los quiero volver a ver —dijo incrementando notoriamente la presiĆ³n, por lo menos en mis bolas, despuĆ©s de unos segundos nos soltĆ³, ambos caĆ­mos al piso en posiciĆ³n fetal, a cada uno nos dio una fuerte patada aleatoria– ¡ya estĆ”n advertidos, maricones! —nos gritĆ³ sujetando al frente su adolorido paquete y se marchĆ³.
 
   Ambos nos quedamos encogidos en el suelo durante varios minutos, no sĆ© a HĆ©ctor, a mĆ­ realmente me lastimĆ³, el dolor no cesaba. NotĆ© que mi amigo me miraba fijamente, es cuando pude ver de nuevo su apuesto rostro, tenĆ­a la nariz roja, la cara araƱada, el labio y ceja le habĆ­an estado sangrado y su playera estaba manchada, seguro maƱana tendrĆ­a moretones que con el pasar de los dĆ­as se le hincharĆ­an y se pondrĆ­an negros.

   —Nos partieron la madre —le dije.

   —SimĆ³n (sĆ­)—dijo y comenzamos a reĆ­r tirados en el piso— lamento mucho meterte en estos pedos, carnal —me dijo— no sĆ© quĆ© hacer para remediarlo.

   —PodrĆ­as sobarme los huevos —dije y comencĆ© a reĆ­r, lo cual me los hizo doler mĆ”s— lo siento, fue un chiste, ahora que sĆ© que te gustan los hombres, no pude evitarlo.


HĆ©ctor
   HĆ©ctor se arrodillĆ³ a mi lado, yo seguĆ­a recostado en la calle, abriĆ³ la hebilla de mi cinturĆ³n, desabotonĆ³ mi pantalĆ³n de mezclilla, bajĆ³ el cierre, metiĆ³ su mano en mi ropa interior para sujetar mis bolas y comenzar a sobarlas.


   —Eh, eh, era broma, culero —le dije estremeciĆ©ndome un poco.

   —¿Quieres que me detenga? —me preguntĆ³ mirĆ”ndome a los ojos.

   —No, continĆŗa —susurrĆ©. Me relajĆ© mientras mi amigo masajeaba mi hombrĆ­a. Sin poder evitarlo, mi verga se puso dura, HĆ©ctor comenzĆ³ a excitarla con sus manos. Yo lo detuve en seco y cerrĆ© mi pantalĆ³n —aquĆ­ no, no lo vamos a hacer en una mugrosa calle, ve tĆŗ a saber quĆ© borracho se pudo mear por aquĆ­. Creo que lo mejor es llevarte a tu casa.


   —Entiendo —dijo poniĆ©ndose en pie, todavĆ­a se sujetaba las bolas—mi mamĆ” va a poner el grito en el cielo cuando me vea llegar asĆ­.


   —¿Quieres ir a mi casa? —le preguntĆ©


   —SimĆ³n (SĆ­), he querido saber cĆ³mo es que viven los ricos y famosos —respondiĆ³ bromeando.


   Por fin llegamos a mi camioneta, la habĆ­a dejado en el estacionamiento de una tienda departamental que permanecĆ­a abierta las veinticuatro horas. Era una Jeep Wrangler 2009, color negro. TomĆ© la autopista y conduje por veinte minutos, yo vivĆ­a al sur, en otro municipio, hacerse con alguna propiedad dentro de la ciudad era carĆ­simo, salĆ­ en una desviaciĆ³n y conduje por otros diez minutos hasta llegar mi colonia, no era una zona privilegiada, pero era un lugar decente, la ventaja que tenĆ­a era que vivĆ­a al interior de un fraccionamiento, un conjunto de treinta casas, con caseta de vigilancia, buen perĆ­metro, con cerca electrificada y cĆ”maras de circuito cerrado. TenĆ­amos nuestras propias calles en dos sentidos, al centro habĆ­a un pequeƱo parque de uso comĆŗn, ninguna de las viviendas tenĆ­a muros que las separasen entre sĆ­, sĆ³lo cercas, todos estacionĆ”bamos nuestros autos al frente.


   —Wow, sĆ­ que vives en una zona rica —comentĆ³ HĆ©ctor.


   —Para nada, nadie aquĆ­ es rico, solo vivimos bien –le dije— mis clientes, ellos sĆ­ son asquerosamente ricos.


   En el rincĆ³n mĆ”s alejado estaba mi casa, contrastaba con la discreta opulencia de las demĆ”s viviendas. El frente de mi hogar era una pequeƱa barda de piedra de metro y medio de alto, en el lateral habĆ­a un espacio techado donde dejaba la camioneta, podĆ­an caber dos autos, en la parte trasera de la cochera habĆ­a una reja de metal para acceder a mi propiedad. Donde deberĆ­a haber una vivienda, solo habĆ­a pasto, algunos Ć”rboles frutales y un Ć”rbol que me negaba a derribar, porque me parecĆ­a que tenĆ­a mucho carĆ”cter, al fondo se levantaba una pequeƱa nave industrial de concreto y acero, con techo abovedado. Por fuera no era la gran cosa, la primera impresiĆ³n era la de un terreno baldĆ­o cualquiera.


   —AsĆ­ que sĆ­ vives en una bodega —comentĆ³ HĆ©ctor.


   —Ya te lo habĆ­a dicho.


   —PensĆ© que bromeabas.


    La historia de este lugar era muy curiosa, comprĆ© este lote por que era el mĆ”s alejado y barato, era el Ćŗnico que quedaba, aquĆ­ pensaba erigir, como todos, una casa, entonces notĆ© que detrĆ”s, colindando con el fraccionamiento habĆ­a una especie de terreno baldĆ­o con una bodega abandonada, ahĆ­ fue cuando tuve la mejor idea de mi vida. InvestiguĆ© quiĆ©n era el dueƱo y si querĆ­a vender, con lo que ahorrĆ© al comprar el lote y lo que tenĆ­a pensado invertir en construir mi vivienda, me alcanzĆ³ fĆ”cilmente. Me vi en la necesidad de hacer algunos trĆ”mites con el municipio y someter a votaciĆ³n de los colonos si se me permitirĆ­a extender mi propiedad y el perĆ­metro de todo el lugar, despuĆ©s de mucho cabildeo, la respuesta fue positiva. Durante cinco aƱos no habĆ­a dejado de trabajar para crear de a poco, un espacio agradable. Ahora planeaba colocar un recubrimiento de aluminio en el exterior y hacer algo de paisajismo en mi frente.


   HabĆ­a mandado pulir el piso de concreto, todas las instalaciones de gas, agua, calefacciĆ³n, ventilaciĆ³n y electricidad eran visibles en los muros y en el techo, al ser una nave industrial, el espacio era enorme y sin divisiones, lo cual me permitiĆ³ tener un concepto abierto, en la parte lateral que daba al fondo, derribĆ© algunas paredes para colocar amplios ventanales que llevaban a un patio de madera, donde tenĆ­a una mesa de jardĆ­n, un asador y un carril de nado semi-olĆ­mpico que medĆ­a 25 metros de largo. Todos los dĆ­as, al despertar, nadaba entre uno o dos kilĆ³metros. La bodega tenĆ­a una altura de nueve metros, mi recamara estaba en una planta superior que mandĆ© construir sobre la cocina, enmarcada por un barandal de metal, no habĆ­a un solo muro en mi casa, todo era abierto, mi concepto de diseƱo era muy masculino. Tal vez hablo mucho de mi casa, pero ¿quĆ© se podĆ­a esperar de mĆ­? soy arquitecto. 


   HĆ©ctor quedĆ³ boquiabierto al mirar el interior de aquella nave industrial, lo invitĆ© a tomar asiento en la sala, yo tenĆ­a unos buenos sillones de cuero genuino. Fui a la cocina y del congelador saquĆ© unas compresas y una charola con hielos, practicaba MMA, al llegar me aplicaba algo frĆ­o, principalmente en la cara, para prevenir el andar al dĆ­a siguiente todo moreteado. Le pedĆ­ quitarse la playera y quedĆ³ con el torso desnudo ante mĆ­. Ɖl sentado, yo de pie, poco a poco fuimos entre los dos aplicando hielo en los lugares que Joaco golpeĆ³. Yo me quitĆ© el pantalĆ³n de mezclilla, me dejĆ© puesta la playera, me sentĆ© Junto a Ć©l y coloquĆ© dentro de mi bĆ³xer una compresa para aliviar el dolor que aĆŗn sentĆ­a en mis huevos, Ć©l siguiĆ³ mi ejemplo, se quitĆ³ el pantalĆ³n  y colocĆ³ sobre sus bolas otra compresa. AhĆ­ estĆ”bamos los dos, en calzones, sentados en mi sofĆ”, uno al lado del otro.


   —¿En quĆ© estĆ”bamos hace rato? —preguntĆ©— en la calle ¿recuerdas que me estabas…? —con mi mano hice un ademĆ”n de masturbaciĆ³n.


   —Ah… eso, perdĆ³n, carnal, no debĆ­ hacerlo —me dijo algo apenado— es solo que… me gustaste desde que te conocĆ­ ¿recuerdas la fiesta de Halloween? tĆŗ, tomaste un shot y dijiste “Yo nunca, nunca me he sentido atraĆ­do por un hombre” y bebiste, todos sabĆ­amos que sĆ­ porque eres bisexual, yo tambiĆ©n bebĆ­, al hacerlo, de alguna forma te lo estaba diciendo. En quien pensaba mientras tomaba ese trago, eras tĆŗ, AarĆ³n. No solo eso, cuando confesĆ© que sĆ­ me habĆ­a besado con otro cabrĆ³n no lo confundĆ­ con una chica, era tal cual un bato —explicĆ³—. Me sobrepasĆ©, no debĆ­ tocarte, neta perdĆ³n, no me controlĆ©.


   —No te disculpes, me gustĆ³ —dije pasando mi brazo sobre sus hombros y mirĆ”ndolo a los ojos— tĆŗ me gustas mucho tambiĆ©n, desde que te conocĆ­, yo creĆ­a que estabas fuera de mi alcance por que eras cien por ciento heterosexual. El paso que acabas de dar al salir, es… —expulsĆ© lentamente el aire de mis pulmones y aspirĆ© profundamente— un desafĆ­o, va a ser difĆ­cil, pero verĆ”s que “a la larga” es mejor.


   —Hablando de “la larga”, entonces ¿puedo continuar? —me preguntĆ³ sonriendo tĆ­midamente.

   Me quitĆ© la playera, estirĆ© mis brazos por encima de mi cabeza y dejĆ© caer mi cuerpo hasta quedar al filo del sofĆ”, Ć©l se arrodillĆ³ entre mis piernas, retirĆ³ mi bĆ³xer, admirĆ³ mi hombrĆ­a, posĆ³ su rostro sobre ella, la olfateĆ³ y comenzĆ³ a estimularme con sus manos, alternaba utilizando su boca, realmente era bueno succionando.


   —SĆ³lo no lo recibas en la boca, no en esta ocasiĆ³n —lo dije porque lo querĆ­a y me importaba, no era mi intenciĆ³n denigrarlo o extralimitarme.


   Pasados diez minutos, me hizo eyacular, mi semen salpicĆ³ hasta mi clavĆ­cula, fue entonces que notĆ© que Ć©ste tenĆ­a un poco de sangre. HĆ©ctor se preocupĆ³, yo lo tranquilicĆ©, sabĆ­a que no era grave, era un daƱo temporal, como consecuencia del salvaje apretĆ³n que me dio ese animal llamado JoaquĆ­n Sandoval.


   Fui al baƱo de visitas, tomĆ© papel de baƱo y me limpiĆ©. En seguida, hice lo mismo con HĆ©ctor, lo estimulĆ© con mis manos y con mi boca hasta hacerlo eyacular sobre su torso, con mi lengua limpiĆ© su delicioso semen color blanco perlado, mi compa era un macho saludable de la mejor calidad. ContinuĆ© lamiendo sus abdominales y pezones, finalmente, lo besĆ© apasionadamente, frotamos nuestros cuerpos hasta que quedar abrazados en el sofĆ”, algo que notĆ© es que tenĆ­a los testĆ­culos mĆ”s grandes que habĆ­a visto, muy carnosos y sabrosos. EncendĆ­ mi televisor de ochenta pulgadas y puse una pelĆ­cula en Netflix, a los pocos minutos, el sueƱo nos venciĆ³, yo comencĆ© a cabecear y a dormitar, mirĆ© a HĆ©ctor, Ć©l ya estaba completamente dormido sobre mi pecho y su mano reposaba sobre mi hombrĆ­a. ApaguĆ© la tele y me entreguĆ© a Morfeo. DespertĆ© recostado bocabajo sobre el sofĆ”, me encontraba solo. Al sentarme y desperezarme, Ć©l se acercĆ³, llevaba puesta solamente una bata de baƱo y sostenĆ­a una taza de cafĆ© que extendiĆ³ hacia a mĆ­.


Este hombre tiene huevos enormes
   —Buenos dĆ­as, dormilĆ³n —dijo sonriendo.


   —¿QuĆ© hora es? —preguntĆ©.


   —Son casi las nueve de la maƱana —respondiĆ³. Afortunadamente era sĆ”bado— estoy preparando el desayuno, ya precalentĆ© el horno, si quieres bƔƱate mientras, yo ya lo hice, disculpa que ande en bata, es que mi ropa tiene restos de sangre seca por la pelea de ayer y no querĆ­a tomar tu ropa sin avisarte o parecer un zombie.


—No te preocupes, ponte de mi ropa lo que quieras —le dije, bebĆ­ media taza de cafĆ© y subĆ­ a baƱarme, bajĆ© completamente vestido con un pants deportivo negro y una playera blanca cuello V. 


    HĆ©ctor ya se habĆ­a puesto unos viejos jeans mĆ­os que alguna vez fueron negros, ahora se veĆ­an algo grises y un camisa de manga corta que me regalaron, pero que nunca usĆ©, porque no me gustaba, al parecer, habĆ­a buscado deliberadamente ropa que yo no usaba, claramente no querĆ­a abusar de mi hospitalidad.


   —TomĆ© unos de tus calzones, creo tienen una como bolsa al frente —me dijo mostrĆ”ndome su entrepierna y sonriendo— se me marca bien machĆ­n el paquete ¿o no? ¡mira! lo que sĆ­, es que me aprietan un chingo, no sĆ© si aguante todo el dĆ­a.


   —Es que tambiĆ©n tĆŗ gĆ¼ey, tienes unos pinches huevotes de toro.


   En seguida, me sirviĆ³ un omelette horneado con espinacas que olĆ­a delicioso, a un lado me puso fruta picada y al otro un par de pequeƱos hotcakes y un vaso con jugo reciĆ©n hecho. HĆ©ctor era el hombre perfecto, creo que podrĆ­a pasar el resto de mi vida junto a Ć©l. Cuando partĆ­ un pedazo y probĆ© su omelette, sentĆ­ que el alma dejaba mi cuerpo, fue como estar desnudo, totalmente desarmado y vulnerable, emitĆ­ una expresiĆ³n de gozo y me dejĆ© caer sobre la mesa, era simplemente lo mĆ”s exquisito que habĆ­a probado en mi vida.


   —Mmmm… estĆ” bien rico, no manches, Ʊam Ʊam —le dije aĆŗn saboreando el bocado— no sabĆ­a que cocinaras tan bien. No puedo creer que cocines tan delicioso, no manches —dije mientras continuaba saboreando mi desayuno— ¡eres un Dios de la gastronomĆ­a! —gritĆ© y comenzĆ³ a reĆ­r.


   —Me gusta cocinar, hago lo que puedo, en mi casa la cocina es muy pequeƱa, pero en casa de mis tĆ­as donde a veces me quedo a dormir, hay mĆ”s espacio y ahĆ­ sĆ­ cocino chido o lo intento. Tu cocina es buena y estĆ” muy bien surtida.


   —La DoƱa que viene se encarga de todo, es muy buena, pero tĆŗ... no manches. DeberĆ­as estudiar gastronomĆ­a y abrir un restaurante, serĆ­as muy exitoso, estoy seguro. Es que neta, mmm, Ʊam Ʊam, no he probado nada mĆ”s rico en mi vida y he comido en lugares caros —le dije mientras masticaba otro bocado de este manjar—. Si quieres yo te puedo asesorar para ponerlo y diseƱarlo, tengo mucha experiencia.


   —Tengo veintisĆ©is, no creo estar en edad de comenzar una carrera —respondiĆ³— cocino por gusto, lo disfruto mucho, lo que mĆ”s me gusta es cuando veo la reacciĆ³n en las personas y veo que les gustĆ³, como a mis tĆ­as, mis tĆ­os, mis papĆ”s, mi familia, en este caso tĆŗ. El saber que puedo hacer felices a las personas que quiero, por lo menos con lo que cocino, eso… realmente me hace muy feliz, creo que es una forma de dar amor.


   —¡Ay HĆ©ctor! eres adorable —le dije en tono meloso— no sabĆ­a que tenĆ­as ese lado tan cursi.


   —¡CĆ”llate gĆ¼ey! —responde elevando un brazo enseƱƔndome el codo, yo comencĆ© a reĆ­r— ¡sĆ”cate!


Foto que me tomĆ³ HĆ©ctor
    Durante la semana siguiente, pasamos el tiempo juntos, me tomĆ© unos dĆ­as libres.  Fuimos de paseo a muchos lugares, actividades no nos faltaron, un par de noches terminamos en mi casa y cogimos, en una de ellas, la Ćŗltima antes de su partida, nos quedamos dormidos en mi cama. Al abrir mis ojos, Ć©l estaba junto a mĆ­, en aquel momento anhelĆ© poder  despertar a su lado por el resto de mi vida. Me quedĆ© admirando su rostro, Ć©l se despertĆ³, abriĆ³ los ojos y me sonriĆ³, sin previo aviso se aproximĆ³ para besar cariƱosamente mi frente y se puso de pie, estaba completamente desnudo, caminĆ³ directo al baƱo, unos minutos despuĆ©s, escuchĆ© el agua de la regadera correr. Sin dudarlo, lo seguĆ­, me metĆ­ a la ducha con Ć©l y nos baƱamos juntos, al terminar me preparĆ³ un delicioso desayuno. Este serĆ­a el Ćŗltimo dĆ­a en que lo verĆ­a, al dĆ­a siguiente partirĆ­a rumbo a QuerĆ©taro con su hermano.


   MorĆ­a de ganas de decirle que se quedara, pero no podĆ­a hacerlo, era una muy buena oportunidad para Ć©l y no iba a ser yo, jamĆ”s, quien lo retuviera, yo querĆ­a que Ć©l fuera un hombre libre e independiente. DespuĆ©s de desayunar, lo llevĆ© a la ciudad y nos despedimos con un fuerte abrazo. 


   Esa noche pensaba pasarla bebiendo y lamentĆ”ndome por su partida, fue entonces que el telĆ©fono de mi casa sonĆ³, el guardia de la caseta dijo que un tal HĆ©ctor RoldĆ”n querĆ­a entrar, que si debĆ­a conceder el acceso, yo dije que sĆ­ y salĆ­ al frente de mi vivienda para recibirlo, Ć©l no venĆ­a en ningĆŗn vehĆ­culo, asĆ­ que llegĆ³ corriendo velozmente y saltĆ³ hacia mĆ­, me abrazĆ³ y cruzĆ³ sus piernas detrĆ”s de mi espalda, yo lo abracĆ© de vuelta con una mano y con la otra lo sostuve del trasero, buscĆ³ mi rostro y me dio un largo beso. CargĆ”ndolo, lo llevĆ© dentro, lo soltĆ© y quedĆ³ de pie frente a mĆ­.


   —Irme serĆ­a el error mĆ”s grande de mi vida, quiero estar a tu lado —me dijo con la voz agitada, no por correr, pues el tenĆ­a una excelente condiciĆ³n fĆ­sica, mĆ”s bien era por la emociĆ³n— me iba a ir a QuerĆ©taro para comenzar una nueva vida allĆ”,  siendo gay sin tener que dar explicaciones a nadie, fue idea de mi hermano, pero eso es ser cobarde y ya no quiero ser un cobarde, yo te quiero, sĆ© que tal vez no soy digno de estar al lado de un hombre tan exitoso como...
 
   Lo besĆ© para callarlo, no iba a permitir que Ć©l dijera que no era digno de estar conmigo, si Ć©l se viera como yo lo veĆ­a, se darĆ­a cuenta de que era por mucho el hombre mĆ”s extraordinario que habĆ­a conocido.


   —Me voy a quedar, quiero decirle a todo el mundo que soy gay y que tĆŗ eres mi novio —sujetĆ³ mi mano y puso una rodilla en el piso para hacerlo oficial— AarĆ³n Estrada ¿quieres ser mi novio?


   —SĆ­, claro que sĆ­ —respondĆ­ al instante, nos besamos y abrazamos.


   —Te prometo que voy a dedicar cada dĆ­a de mi vida a convertirme en el hombre  que mereces, ahorita tal vez sea un don nadie, pero eso… dĆ©jame terminar, por favor —dijo al mirar mi molestia por lo que decĆ­a—, tengo algo de dinero ahorrado, desde que comencĆ© a trabajar he metido dinero al banco, voy a estudiar gastronomĆ­a en la mejor escuela que me pueda pagar, me voy a convertir en un gran chef y voy a abrir ese restaurante, no quiero ni tu ayuda, ni tu dinero, quiero hacerlo solo, quiero que el hombre que  amo estĆ© orgulloso de mĆ­.

Selfie desde China
   Lo mirĆ© enternecido, esa declaraciĆ³n me tomĆ³ por sorpresa y me conmoviĆ³ muchĆ­simo. Puedo decirles que cumpliĆ³ su palabra, estudiĆ³ gastronomĆ­a, comenzĆ³ a trabajar en un restaurante de prestigio en la ciudad, al terminar su carrera se costeĆ³ un viaje a China y permaneciĆ³ allĆ” un par de aƱos, dijo que querĆ­a perfeccionar su cocina y hacer una fusiĆ³n chino-mexicana, como dije antes, yo jamĆ”s lo iba a detener. 

CEO AARES
   Acordamos que ambos podĆ­amos conocer a otras personas, nos dimos total libertad, hacĆ­amos videollamadas tres veces por semana y nos contĆ”bamos todo. AprovechĆ³ su viaje para seguir practicando artes marciales en el paĆ­s que vio nacer esas disciplinas, siempre le obsesionĆ³ esa cultura, su signo zodiacal chino era “perro”. Yo, por mi parte, logrĆ© cerrar los contratos que querĆ­a con cadenas hoteleras importantes y mi empresa creciĆ³ exponencialmente, su partida me permitiĆ³ enfocarme en consolidar mi despacho “AARES” (AARĆ³n EStrada). 
 
    Cuando Ć©l regresĆ³, fue como si nunca se hubiera ido, con su perfecto historial crediticio, consiguiĆ³ un prĆ©stamo bancario y puso su restaurante, como le prometĆ­, me encarguĆ© del diseƱo interior y me pagĆ³ por ello. “Oko-shƬ” (Okochi significa en tarahumara “perro”) ganĆ³ rĆ”pidamente popularidad, el chef RoldĆ”n era muy exigente y disciplinado, cuidaba hasta el Ćŗltimo detalle en su cocina, todo tenĆ­a que ser perfecto. RecibiĆ³ buenas criticas y comenzĆ³ a aparecer en revistas especializadas, el mayor atractivo era Ć©l mismo, una vez por semana, preparaba frente a los comensales la especialidad del lugar y lo hacĆ­a de un forma llamativa y espectacular, con cuchillos y malabares, demostraba una tĆ©cnica impecable y un verdadero dominio de los utensilios y las artes marciales, lo mejor era por supuesto el sabor de sus platillos. En MĆ©xico no existĆ­a la certificaciĆ³n Michelin, pero era cuestiĆ³n de tiempo para que esto ocurriera, cuando ese momento llegara, no tenĆ­a duda de que “Oko-shƬ” conseguirĆ­a una o varias estrellas.

    Una dĆ­a, invitĆ³ al restaurante a muchos de nuestros amigos, familia y conocidos, entre ellos mi madre, al terminar de preparar la especialidad, frente a todos dijo que se sentĆ­a muy feliz de poder compartir este momento con ellos. SacĆ³ un anillo liso de platino y me propuso matrimonio, entre lĆ”grimas aceptĆ©, ese fue unos de los dĆ­as mĆ”s felices de mi vida, el mĆ”s feliz fue cuando seis meses despuĆ©s nos casamos en la Ciudad de MĆ©xico.

Oko-shƬ

      Han pasado ocho aƱos desde aquella noche en que nos partieron la madre al salir de un bar, tengo cuarenta y soy el hombre mĆ”s afortunado y feliz por tener junto a mĆ­, al hombre mĆ”s extraordinario, no solamente lo amo, tambiĆ©n lo admiro y respeto profundamente.








No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages