Ruleta (3/4): Aguja - Las Bolas de Pablo

Lo mƔs nuevo

9 mar 2021

Ruleta (3/4): Aguja

CONTIENE

BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE


 —Te lo advertĆ­ —dijo SimĆ³n mirando al techo de la habitaciĆ³n de Pablo. Los dos hermanos estaban tendidos en la cama conversando sobre el embarazo de la novia de David, era la tercera vez que hablaban del tema en una semana—. Te dije que no te metieras con ese tipo y tĆŗ reaccionaste como la tĆ­pica virgen tonta de telenovela barata, «Oh, mi galĆ”n es bueno y yo lo voy a hacer cambiar». ¡JA, JA, JA! ¡Que marica! Ahora yo, como tĆŗ hermano favorito tengo que protegerte y vengar el orgullo herido de mi pobre hermanita. La damisela en apuros. 


—Ay, no seas pendejo, SimĆ³n —se echĆ³ a reĆ­r Pablo golpeĆ”ndolo en el hombro—. Ya no hagas nada. Deja la situaciĆ³n asĆ­. No quiero saber nada de momento de David. 

—Ƒaaaaa, te lo dije. David es un idiota. No merece a alguien casto y de corazĆ³n puro como tĆŗ, ¡mi reina!

Pablo volviĆ³ a golpear el hombro se su hermano y SimĆ³n continuĆ³ con sus bromas pesadas. 

—Pero si quieres divertirte con un garrote de carne, te ofrezco el mio. ¡Ja, ja, ja! 

Pablo tambiĆ©n se rio y repitiĆ³ el golpe contra su hermano favorito. 

—¿Me darĆ”s permiso, Pablo? 

—¿De quĆ©, culo gordo? 

—De vengar el honor de mi lastimada hermana marica. Su rey ya no le clavarĆ” su espada por detrĆ”s. 

—Eres un insoportable. Ya no te cuento mĆ”s. 

—¿Ah sĆ­? Anda y busca a papĆ” para que le cuentes tus romances maricones. 

—¡Vete a la mierda, SimĆ³n! —Pablo habĆ­a perdido la paciencia y se disponĆ­a a salir de la cama, entonces su querido hermano lo sujetĆ³ con fuerza de los brazos, tumbĆ”ndolo y abrazĆ”ndolo contra la cama. 

—Hermanito, no te vayas. PĆ©game, pero no me dejes —se reĆ­a SimĆ³n oprimiendo a Pablo. 

—¡SuĆ©ltame, suĆ©ltame o te muerdo! 

—Ja, ja, ja, ja. ¡MuĆ©rdeme esta! —comenzĆ³ a batir la cadera con fuerza encima de su hermano. 

—¡Ja, ja, ja! ¡SimĆ³n! 

Cuando estuvieron mĆ”s calmados se echaron a reĆ­r en la cama y se soltaron. SimĆ³n se sentĆ³ y lo mirĆ³ fijamente. 

—¿Sabes que te quiero verdad, tonto? 

—Desafortunadamente lo sĆ©. 

SimĆ³n sonriĆ³. 

—Aunque seas una puta marica darĆ­a mi vida por ti. 

—CĆ”llate, culo gordo. Poco hombre. Impotente sexual. 

SimĆ³n sonriĆ³. 

—Ayer lo hice. 

—¿SĆ­? ¿Quien fue la pobre chica a la que le metiste tu pequeƱa polla? 

—No… ayer lo hice. Hice otra cosa —se rascĆ³ la cabeza—. Pero no sĆ© como decirlo. 

Pablo tambiĆ©n se sentĆ³. 

—¿QuĆ© hiciste, culo gordo? ¿TambiĆ©n te metieron la carne por detrĆ”s? Pobre papĆ” tiene dos hijos que son unas lobas. 

—¡Ja, ja, ja! Le di su merecido a David. 

La sonrisa se extinguiĆ³ del rostro de Pablo.

—¡¡¡¿QuĆ©?!!! 

SimĆ³n sonriĆ³ nervioso ante la mirada confusa y llena de furia de Pablo. 

La noche anterior David se estaba vistiendo despuĆ©s de una intensa pelea en la empresa. Cuando recibiĆ³ la visita de SimĆ³n. 
De SimĆ³n haber sido gay se hubiera fijado en el magnifico cuerpo de David y en lo apretada que se veĆ­a su trusa y los musculosos muslos.

—Hey amigo, querĆ­a hablarte un tema —conversĆ³ SimĆ³n. 

—¿SĆ­? ¿QuĆ© dices, pana? ¿Alguna alianza para las luchas? 

—¿Alianza? ¿Contigo? Ƒaaa. No harĆ­a una alianza con una marica como tĆŗ. Eres la mĆ”s marica de las maricas. 

—¿QuĆ© dices? 

SimĆ³n se riĆ³ entre dientes. Luego echĆ³ la pierna hacia atrĆ”s y pateĆ³ los huevos de David con toda la fuerza que pudo reunir. Fue una patada fuerte que dio justo en el blanco. Las bolas de David se aplastaron dentro de su trusa haciendo que escapara un grito. Su mandĆ­bula se abriĆ³ y su rostro se quedĆ³ pĆ”lido. Luego se doblĆ³ haciendo una fea mueca de dolor agarrĆ”ndose los dos huevos.

—¿Te doliĆ³, eh? ¡Aguja! —dijo en forma peyorativa en referencia a los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y mujeres por igual—. AsĆ­ de lastimado por ti se siente mi hermano. ConfiĆ³ en una relaciĆ³n contigo y tĆŗ solo te burlabas. ¡Aguja! Te metiste con el ChacĆ³n equivocado. 

David gruĆ±Ć³ con las dos manos apretando sus doloridas bolas, su rostro continuaba retorcido de agonĆ­a, mientras su estĆ³mago se mezclaba de dolor y la cadera a ambos lados le dolĆ­a. 

—Hijo de puta —continuĆ³ SimĆ³n—. A tu estĆŗpida novia se lo voy a decir. ¿QuĆ© harĆ” cuando sepa que te acuestas con otro chupa pollas? 

—No, no… ay, no lo hagas —David gimiĆ³ de dolor.

—SĆ­, que horrible. Eliza te chupa el pito mientras tĆŗ se lo chupas a Pablo —SimĆ³n se echĆ³ a reĆ­r mientras veĆ­a a David retorcerse en el suelo.

—No lo hagas, por favor —suplicĆ³ David, meciĆ©ndose hacia adelante y hacia atrĆ”s, agarrĆ”ndose las bolas.

—Que asco de hombre eres. Es que ni como gay de closet vales la pena. RevisarĆ© tu contrato en la empresa, debemos concluir relaciones laborales. 

David sufriĆ³ en silencio cerrando los ojos y torciendo la boca.

—Y, ¿quieres saber que es lo peor? Que te has burlado de mi hermano favorito, hijo de puta. ¡BĆŗrlate de Israel o del pesado de Enzo, no sĆ©! Te has aprovechado de sus buenas acciones. 

De un momento a otro, SimĆ³n se abalanzĆ³ sobre David y lo dejĆ³ paralizado contra el suelo, boca abajo, con los brazos inmovilizados en la espalda, jadeando y gruƱendo. El hermano de Pablo estaba sobre Ć©l, le agarrĆ³ y exprimiĆ³ los testĆ­culos tan fuerte como pudo.

—¡Aaaaaaah! ¡Aaaaaaah! 

Eran los gritos de David mientras sentĆ­a como sus bolas eran deformadas por la gruesa palma de SimĆ³n, que aplastaba sin alguna gota de clemencia. 

—Sufre, perra, sufre. 

En un intento de desesperaciĆ³n, David pudo mover su mano y agarrar la entrepierna de SimĆ³n que tenĆ­a los muslos separados encima de Ć©l.

—¡Ay! 

SimĆ³n abriĆ³ los ojos de sorpresa y dolor, pero supo hacer frente retorciendo los testĆ­culos de David. 

David gritĆ³ cerrando los ojos restando de inmediato la fuerza sobre SimĆ³n, el dolor que recorrĆ­a su cuerpo era mĆ”s grande. Sus testĆ­culos se deformaban en la implacable mano de SimĆ³n. 

—No quiero verte cerca de Pablo —ordenĆ³ SimĆ³n agregando mĆ”s presiĆ³n y retorciendo los huevos, pulsando su pulgar con toda la fuerza que pudo reunir en los blandos Ć³rganos, acabando con la vida de los espermas de David. 

David chillĆ³ con voz casi femenina haciendo reĆ­r a SimĆ³n a carcajadas.

SoltĆ³ el escroto, dejĆ”ndolo acurrucarse como una gĆ”rgola humillada y herida. 

—SĆ­, efectivamente —afirmĆ³ SimĆ³n frotĆ”ndose las manos—. Hay que revisar tu contrato. No estoy seguro si debes seguir perteneciendo a la nĆ³mina de CinturĆ³n de honor. 

David dejĆ³ escapar un gemido lastimero. Sus grandes y pesados testĆ­culos estaban ligeramente rojos e hinchados. Sin apartar la mano de sus gĆ³nadas se arrastrĆ³ por el suelo hasta recostarse a una pared. AllĆ­ separĆ³ sus piernas y se quedĆ³ mirando la zona de sus gĆ³nadas hasta que el pie de SimĆ³n lo golpeĆ³ por sorpresa.

La planta chocĆ³ con las dos papas, clavĆ”ndolas en su cuerpo con un fuerte golpe.

—¡Ooof! 

La mandĆ­bula de David se abriĆ³ y su rostro se puso blanco como un papel, el dolor subiĆ³ de sus testĆ­culos pisados a su abdomen.

SimĆ³n impulsĆ³ una fuerte pisada entre los muslos de David, tan fuerte que le machucĆ³ los testĆ­culos. 

David se retorciĆ³ en el suelo, gritando.

—Tus bolas son bastante dĆ©biles —dijo SimĆ³n, afincando el pie entre los muslos, provocando otro grito agudo—. No entiendo que vio mi hermano en ti si eres un mequetrefe. 

SimĆ³n torciĆ³ el pie como si estuviera apagando un cigarrillo. David estaba casi llorando, pero SimĆ³n no se contuvo, siguiĆ³ aplastando los testĆ­culos bajo su suela.

David intentĆ³ alejarse arrastrĆ”ndose, pero SimĆ³n se inclinĆ³ y lo agarrĆ³ de las bolas y tirando hacia Ć©l.

—¿No que muy hombrecito? No vas a ir a ninguna parte —se riĆ³ SimĆ³n—. ¿QuĆ© hacĆ­as con estos huevos? ¿Se los empujabas a Eliza en su coƱo y despuĆ©s a Pablo? ¿O viceversa? 

Los ojos de David se abrieron con horror. —Por favor, dĆ©… 

SimĆ³n lo callĆ³ retorciendo sus pelotas.

—Carajo. No sĆ© por quĆ© no hice esto desde la primera vez que Pablo me contĆ³ tu primer desplante, tu decepciĆ³n de origen. Yo le dije, «no te enamores ese imbĆ©cil porque no vale la pena. Mereces algo mejor». Y Ć©l no quiso entender. 

David lo mirĆ³ desesperado. 

Y SimĆ³n lo mirĆ³ a los ojos. 

—SĆ­, grandĆ­simo cabrĆ³n. SĆ© que estĆ”n juntos desde el primer dĆ­a, marico. Pablo y yo somos como uno. Lo bueno es que la marica es Ć©l, pero igual lo amo con todo mi perfeccionamiento. 

Una y otra y otra vez SimĆ³n aplastĆ³ las pobres bolas de David. 

—¡DƉJAME! 

—Me asegurarĆ© que no puedas regar tu semilla nunca mĆ”s. 

SimĆ³n terminĆ³ de relatar su experiencia la noche anterior a su hermano que le devolvĆ­a una mirada seria y furiosa. 

—ƈ tutto, amico mio —dijo en italiano para su hermano menor—. He terminado. 

—¡¿CĆ³mo te atreves?!, ¡desgraciado! Pobre David, cĆ³mo estarĆ”. 

—LlĆ”mame desgraciado o como quieras. Pero estĆ”s que me sacas un ojo con eso. 

SimĆ³n sonriĆ³ mirando la entrepierna de su hermano que se veĆ­a abultada con una erecciĆ³n, Pablo se sonrojĆ³, se habĆ­a excitado con el relato del maltrato a las bolas de David, se cubriĆ³ con una mano y con la otra marcĆ³ al nĆŗmero de David. 

—Necesito llamarlo. Debe estar mal. ¿QuĆ© le terminaste de hacer? 

—Ƒaaaaaaa, no le hice nada. El bastardo se desmayĆ³. Lo deje dormir tranquilo y me fui. Mereces un hombre fuerte de verdad, no una seƱorita como esa.

—Eres una mierda. No te vuelvas a meter en eso, culo gordo. 

—Si no quieres que me meta en tus problemas, no me vengas a contar como una vieja chismosa. Te pareces a la vieja Katherine, la que pide siempre la habitaciĆ³n 851. 

Pablo se llevĆ³ el telĆ©fono a la oreja esperando la llamada. SimĆ³n simplemente apretĆ³ el puƱo y lo estrellĆ³ en la ingle de Pablo. 

Los ojos de Pablo se abrieron y soltĆ³ un grito ahogado cayendo de lleno en la cama. Oportunidad que tuvo su hermano para arrebatarle el celular y cancelar la llamada.

—Ahora te agradecerĆ­a mucho que tuvieras un poco de dignidad y amor propio y no llames a ese hijo de puta.

—¡SimĆ³n!

—No, tonto. Recuerda como actuaba siempre. Antepone a su novia por encima de ti para que no vieran que era una marica a la que le gusta la carne por detrĆ”s como tĆŗ. Tu horrible y flĆ”cida carne, ¡ja, ja, ja!

—Te odio.

—DespuĆ©s me lo vas a agradecer —SimĆ³n sonriĆ³, flexionĆ³ el brazo y se dio un beso—. No seas mal agradecido. Dame las gracias porque ocupe un espacio de mi valioso tiempo, que nunca volverĆ” en tu miserable vida.

Pablo gimiĆ³ agarrĆ”ndose las bolas.

—Si quieres un pito para jugar te dejo el mĆ­o —SimĆ³n se burlĆ³ revolviendo el cabello de su hermano—. Por tu dignidad me llevĆ³ esto —guardĆ³ el celular de Pablo dentro de sus calzoncillos, si antes el joven tenĆ­a el paquete abultado ahora con el celular allĆ­ tenĆ­a una marca obscena—. IrĆ© al gimnasio a mejorar mi cuerpo, no volverĆ© a ser un culo gordo. AsĆ­ que ponte guapa y regia para que entrenemos como los machos que somos. Agradece que gozas de mi aprecio, no todos tienen ese beneficio en mi corazĆ³n. 

SimĆ³n saliĆ³ de la habitaciĆ³n, riĆ©ndose. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Pages