El bolas de toro es una historia antigua del blog que vale la pena recuperar, en aquel tiempo fue muy leĆda y recibĆ buenos comentarios.
CONTIENE
BALLBUSTING HOMBRE/HOMBRE
El mundo de la lucha libre siempre estĆ” lleno de violencia, y la violencia atrae la fuerza y la fuerza aproxima la envidia, mĆ”s si quienes la impulsan son personas arrogantes y se ganan el odio de los demĆ”s, como lo es Felipe Corona, un hombre de 40 aƱos, de nacionalidad mexicana, estatura media, tez morena y como manifestante de su fuerza en el ring estĆ” su cuerpo dotado de potentes mĆŗsculos. A pesar de su carrera como destacado luchador Felipe es conocido entre las mujeres por su apelativo de “el hombre toro” quizĆ”s por dos orĆgenes, una podĆa ser por su potencia sexual cada vez que estaba con una o mĆ”s de una fĆ©mina en la cama se comportaba como un semental taurino o por el tamaƱo de sus testĆculos, dentro de su bolsa escrotal tenĆan un peso considerable… tal vez ambos rumores estaban conectados. Lo cierto es que no habĆa mujer que se negara a un acto sexual con el macho y Ć©l no era tipo de negarse a ellas.
Pero siempre esta clase de hombres desarrollan una envidia a su alrededor, Felipe tenĆa un grupo enemigos en su propia empresa de lucha libre que lo detestaban a mĆ”s no poder, diferentes eran las razones, por haber ganado una pelea, por quitarle a la mujer, por acostarse con la novia, por robar un contrato, envidia a su cuerpo, envidia a su fama, en general ¿que mĆ”s decir?… Felipe era un hombre admirablemente detestable.
Era lunes por la maƱana de marzo, el aƱo estaba transcurriendo rĆ”pido y muchos sentĆan que era una repeticiĆ³n del 2020, atrĆ”s habĆa quedado la emociĆ³n del 01 de enero cuando la esperanza parecĆa propicia para nuevas oportunidades. El gimnasio estaba concurrido de luchadores y deportistas.
El grupo que centra la atenciĆ³n se formĆ³ rĆ”pidamente, observando cĆ³mo llegaba nuestro engreĆdo protagonista. Enzo uno de los luchadores favoritos de la divisiĆ³n con una sonrisa maquiavĆ©lica observĆ³ la protuberancia en el pantalĆ³n de Felipe (el hombre toro o conocido tambiĆ©n en los bajos fondos sexuales como el bolas de toro), parecĆa una serpiente que zigzaguea de lado a lado. Mirando le preguntĆ³:
—¿CĆ³mo estĆ”n esa bolas de toro?
A lo que Felipe respondiĆ³:
—Llenas de leche, cabrĆ³n. ¿Quieres alimentarte? Tengo un poco de chocolate blanco para ti.
Vandor |
–Yo creo que estĆ”s asustado de la pelea dentro de dos noches.
—¿Pero quĆ© dices, wey? Le partirĆ© su madre al Danilo Rey. Como lo hice la Ćŗltima vez que le arrebatĆ© el tĆtulo.
—No olvidemos que le arrebataste el tĆtulo de la peor manera —dijo Enzo—. Le diste un puƱete en todo el centro de los meros huevos.
—El pobre quedĆ³ K.O. de inmediato y tĆŗ aprovechaste la ocasiĆ³n y sellaste la pelea. Danilo Rey estĆ” furioso y quiere la revancha, Felipe.
—Danilo Rey no tendrĆ” nunca oportunidad contra mĆ.
—Eso ya lo veremos —se burlĆ³ Enzo.
Danilo Rey |
Con una entrada diferente, Felipe ingresĆ³ al cuadrilĆ”tero saltando enĆ©rgicamente, vestĆa un ajustado calzoncillo verde que guardaba pero no protegĆa sus prominentes genitales.
La campana dio inicio a la pelea de esos dos grandes del cuadrilƔtero.
—ImbĆ©cil—susurraron los labios de Felipe.
Danilo Rey suspirĆ³, le dedicĆ³ una mirada propia de adversario y levantĆ³ los puƱos poniĆ©ndose en guardia.
Felipe comenzĆ³ el ataque, un fuerte puƱetazo dio en la quijada de Danilo Rey. El hombre perdiĆ³ el equilibrio y cayĆ³ al suelo, la gente gritĆ³ emocionada. Se levantĆ³ rĆ”pidamente de la lona, Felipe se alzĆ³ ante Ć©l con el puƱo levantado, Danilo Rey bloqueĆ³ los siguientes golpes. Como si fuera un derechazo su puƱo rebotĆ³ contra el calzoncillo del atacante.
Felipe gritĆ³ de sorpresa y dolor abriendo los ojos.
—Ooooh—respondiĆ³ parte del pĆŗblico.
Con su experiencia de lucha libre, Danilo Rey echĆ³ su brazo hacia atrĆ”s y lo impulsĆ³ adelante con una fuerza contundente, su movimiento era llamado CaƱonazo. Y de nuevo el puƱo rebotĆ³ contra el calzoncillo amarillo del hombre toro. Los 2 huevos de Felipe fueron golpeados directamente por el otro retador.
Felipe gritĆ³ quedĆ”ndose petrificado, sintiĆ©ndose ferozmente humillado ante tanto pĆŗblico, muchas cĆ”maras de celulares memoraban el grandioso ataque. Felipe aplicĆ³ tambiĆ©n un CaƱonazo al rostro de Danilo Rey, ambos cayeron con mucha fuerza en la lona. El Ć”rbitro mediante gritos exigĆa que se levantasen.
Danilo Rey fue el primero en hacerlo, seguido de Felipe que estaba arrodillado protegiendo sus bolas, tenĆa cara de dolor. Dando un gruƱido logrĆ³ ponerse de pie. Danilo Rey se lanzĆ³ contra Ć©l y le propinĆ³ un puƱetazo en el rostro.
En poco tiempo Felipe logrĆ³ contrarrestar los golpes y reaccionĆ³ defendiĆ©ndose de Danilo, intercambiando entre ambos varios movimientos luchĆsticos rĆ”pidos y poderosos. En determinado momento Felipe le dio un cabezazo a Danilo Rey directo a la nariz.
Danilo Rey perdiĆ³ el equilibrio e hizo un gran esfuerzo para no caerse.
Felipe golpeĆ³ con su particular fuerza salvaje el rostro idiota de Danilo Rey. El luchador contraatacĆ³ con un caƱonazo en la cara y Felipe retrocediĆ³ contra las cuerdas, con un ojo entrecerrado. Danilo Rey se abalanzĆ³ contra Ć©l, primero pegĆ”ndole en la cabeza, Felipe enseguida se protegiĆ³, seguido golpes en las costillas. Al tacto Felipe se protegiĆ³, mientras gruƱĆa como respuesta, Danilo Rey le regalĆ³ un rodillazo en los huevos, para rematarlo con un golpe sonoro en el rostro.
Felipe hizo otra vez cara de dolor, perdiĆ³ el equilibrio y con gracia cayĆ³ al suelo agarrĆ”ndose las bolas, el dolor era implacable.
Danilo Rey sonriĆ³ y se inclinĆ³ hacia Ć©l.
Felipe intentĆ³ defenderse, usando las rodillas, pero el mĆ”s mĆnimo movimientos de ellas, hizo que sus grandes pelotas le dolieran aĆŗn mĆ”s.
—SerĆ”s un toro castrado —declarĆ³ Danilo Rey alzando su mano y estrellĆ”ndola en la nariz de Felipe, sacĆ”ndole un hilillo de sangre. El Ć”rbitro lo separĆ³ de Ć©l.
Danilo saltĆ³ con energĆa a las cuerdas, saludando al pĆŗblico y viendo como desde un sitio especifico Enzo y Vandor lo saludaban y aplaudĆan.
Felipe se levantĆ³ con movimientos lentos, se sentĆa derrotado.
Danilo Rey lo mirĆ³ desafiante, pensado que Felipe, ya no era rival digno de Ć©l. AterrizĆ³ sobre la lona en posiciĆ³n de defensa.
Felipe se lanzĆ³ contra Danilo Rey intentando golpearlo en vano, ataques que Danilo pudo esquivar y reĆrse de Ć©l, en su lugar Felipe hizo un gracioso gesto de dolor mostrando como la pelea le hizo daƱo a sus testĆculos.
Danilo Rey sonriĆ³ descaradamente, sin darle tiempo para recuperarse, alzĆ³ la pierna, y hundiĆ³ la bota deportiva entre las piernas de Felipe, pulverizando sus huevos contra la pelvis con un impacto colosal.
Felipe se estremeciĆ³, sus ojos se llenaron de lĆ”grimas, abriĆ³ la boca y cayĆ³ al suelo una vez mĆ”s dominado por el dolor gonadal.
Danilo Rey de manera antideportiva lo pateĆ³ en las costillas.
Felipe hizo un gesto de dolor desde el suelo. SituĆ”ndose entre sus piernas Danilo Rey mirĆ³ al pĆŗblico, esperando su aprobaciĆ³n, hecha esta, la punta de su pie chocĆ³ de nuevo entre las piernas del gran luchador, por lo que el guerrero gritĆ³ a puro dolor (y con la fuerza de sus pulmones).
—Detente, detente—dijo el Ć”rbitro. Danilo Rey obedeciĆ³
Felipe quedĆ³ tendido en la lona, sujetĆ”ndose la ingle. MoviĆ³ lentamente la cabeza y se levantĆ³, golpeĆ³ en los abdominales a Danilo Rey.
—¡Eso no me hace daƱo!—gritĆ³ Danilo.
De nuevo Felipe iba a golpear, pero seguĆa lento en sus movimientos. Danilo Rey lo frenĆ³, dio un puntapiĆ© y capturĆ³ sus testĆculos contra la pelvis.
Felipe gritĆ³ mostrando los dientes como gorila.
Danilo Rey orgulloso, alzĆ³ de nuevo el pie y pateĆ³ las bolas de su rival. Felipe gritĆ³ mĆ”s fuerte.
—¡Detente!—exclamĆ³ el rĆ©feri.
Felipe cerrĆ³ los ojos, el terrible dolor que salĆa de sus bolas en direcciĆ³n a todo el cuerpo. MirĆ³ el paquete de Danilo Rey. El aludido se dio cuenta de la intenciĆ³n, hizo un mĆnimo gesto de sonrisa maligna y lo golpeĆ³ con fuerza en la cabeza, Felipe se tambaleĆ³; estaba de rodillas y se inclinĆ³ ligeramente hacia atrĆ”s, pero pudo mantenerse. Seguido recibiĆ³ un golpe en el pecho y para rematar una poderosa y certera patada en las bolas, siendo colmado nuevamente de dolor.
—¡AAAAAAH!—gritĆ³.
Sus ojos marrones resbalaron lĆ”grimas, justo cuando intentĆ³ golpear tambiĆ©n a Danilo Rey en la entrepierna, este echĆ³ su cuerpo hacia atrĆ”s, e impacto un puƱetazo en su mandĆbula.
El pĆŗblico gritaba enardecido viendo a Felipe llorando desconsolado, encogido con las manos en la entrepierna.
Sin tener clemencia Danilo Rey, agarrĆ³ de los caballos a Felipe y le aplicĆ³ un gancho potente contra la mandĆbula, el hombre desenfocĆ³ los ojos y cayĆ³ mareado sobre la lona.
Danilo Rey saltĆ³ contento sobre las cuerdas. Cuando se enroscĆ³ sobre Felipe y el Ć”rbitro hizo el conteo final, su oponente seguĆa acurrucado sollozando como un miserable sosteniendo sus cojones adoloridos e hinchados.
Danilo Rey se tomĆ³ fotos con sus fans, fue elogiado y vanagloriado. TodavĆa sobre el cuadrilĆ”tero, sentado contra las cuerdas, abrazando sus bolas con las dos manos Felipe lo miraba con envidia.
—Esto no se va a quedar asĆ —se decĆa.
Esa noche ya no podrĆa celebrar como el triunfador y tampoco recibirĆa las caricias de unas prostitutas que le ofrecieron por la victoria.
Esa noche ya no podrĆa celebrar como el triunfador y tampoco recibirĆa las caricias de unas prostitutas que le ofrecieron por la victoria.
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