Contiene:
Ballbusting mujer/hombre
SimĆ³n estaba distraĆdo jugando en su celular y no se percatĆ³ de la llegada silenciosa y con mirada traviesa de su sobrino Rafael. El jovencito, simplemente llegĆ³ detrĆ”s del tĆo y dijo haciĆ©ndole dar un salto en el mueble.
—Te dije que me perdones —y le dio un beso en la mejilla.
—¡Mocoso de mierda, te dije que no volvieras a hacer eso! —lo regaĆ±Ć³ SimĆ³n pareciendo completamente furioso—. ¡No vuelvas a llegar asĆ!
—¿Me perdonas?
—¡Ahora menos que nunca, mierda!
SimĆ³n no le dirigĆa la palabra desde la Ćŗltima vez que lo insultĆ³ en medio de la pelea con BĆ”rbara Cohen.
—Claro, como no soy Pablo, no me perdonas, ¡no te importa! ¡Seguramente son maricos los dos y se cojen!
—Ćyeme bien, recontra mamagĆ¼evo —SimĆ³n estaba furioso—, no te permito nunca que nos insultes. ¡Hijo de puta! —apretĆ³ el puƱo y lo levantĆ³ tal y como Don RamĆ³n le hacĆa al chavo—. Y no te pego no mĆ”s porque no eres mi hijo. Te aseguro que si lo fueras irĆas por el carril.
Rafael se echĆ³ a reĆr.
—Si me pegas te acuso con mi papĆ”.
—¡Pero que conveniente, rata de alfombra! AhĆ si le dices papĆ”. Eres un hipĆ³crita a ninguno de nosotros nos respetas.
—Porque no se lo merecen —dijo Rafael con falsa actitud inocente—. Al abuelo no mĆ”s porque es el abuelo.
—Porque sabes lo que te conviene, ¿eh? ¡Bastado! Ya vas a saber lo que es bueno —SimĆ³n tomĆ³ el celular que dejĆ³ caer en el mueble tras la interrupciĆ³n del chico.
—¿QuĆ© vas a hacer, culo gordo?
—¡No me digas asĆ, mocoso de mierda!
—Ay, perdĆ³n, amado tĆo SimĆ³n.
SimĆ³n hizo una videollamada y en la pantalla apareciĆ³ el rostro de Israel.
—Hey, hermano —parecĆa que estaba conduciendo, pero sus ojos se agradaron cuando vio a Rafael tras SimĆ³n—. ¿CĆ³mo estĆ”n las cosas por ahĆ?
—De mal en peor. De echo quiero saber si me permites hacer un correctivo en tu pequeƱo juguete viviente, ese que por error llegĆ³ al mundo hace 15 aƱos —levantĆ³ el puƱo apretado.
Israel se echĆ³ a reĆr.
—Por supuesto que no. Deja al pobre. Tampoco le digas asĆ.
—Por esa razĆ³n esta persona es la clase de basura que es —se quejĆ³ SimĆ³n finalizando la videollamada.
—¿Te das cuenta? —se burlĆ³ Rafael tras su oreja—. Israel nunca dejarĆ” que me hagas daƱo.
SimĆ³n elevĆ³ la vista al techo, sintiĆ©ndose fastidiado. TomĆ³ acciĆ³n de todas formas subiendo la palma de la mano abierta y golpeando la boca de Rafael.
—¡¿QuĆ©?! ¿Por quĆ© hiciste eso? ¿Te volviste loco?
SimĆ³n se echĆ³ a reĆr.
—Ćaaaaaaaa. Estamos a manos, generaciĆ³n de cristal, cuidado te ofendes.
—¡Eres un puto! ¡Ya vas a ver! ¡Le voy a decir a Israel lo que hiciste! ¡Y le voy a inventar de mĆ”s!
—Estoy temblando —asegurĆ³ SimĆ³n en tono burlĆ³n.
—¿Sabes quĆ©? ¡Le dirĆ© a mi abuelo!
SimĆ³n se sintiĆ³ mĆ”s divertido que nunca y comenzĆ³ a moverse de forma exagerada como gelatina.
—¡MĆrame, mĆrame! —decĆa con risa cĆnica—. Mira como tiemblo, tengo mucho miedo, por favor no lo hagas, enano de mierda. Mi papĆ” me va a encerrar en el cuarto oscuro. ¡JA, JA, JA, JA!
—¡MALDITO, CULO GORDO!
Rafael dio media vuelta y saliĆ³ del vestuario exclusivo de SimĆ³n ChacĆ³n dentro de CinturĆ³n de honor. Estaba furioso, tanto que estuvo a punto de llorar de la ira. Iba en direcciĆ³n a la oficina del abuelo cuando observĆ³ a BĆ”rbara Cohen ante la puerta de la oficina de Mr. ChacĆ³n. ¿QuĆ© acaso observĆ³ bien? CreyĆ³ ver que la chica suspiraba y parecĆa rezar. TocĆ³ la puerta y desde adentro la invitaron a entrar. El joven se olvidĆ³ de todo lo anterior y se acercĆ³ para escuchar en la puerta la conversaciĆ³n de Marcos y la muchacha.
—Quiero felicitarte por tu victoria de la semana pasada, BĆ”rbara. En verdad eres una luchadora muy letal.
—Me siento muy agradecida, seƱor Marcos, gracias.
La voz de la chica parecĆa cargada de miedo.
—Sin embargo —se escuchĆ³ la fuerte voz de Marcos—, estoy muy furioso por tu actitud para conmigo. Siento que desobedeciste el acuerdo en el que yo habĆa llegado contigo. Eso me indica que no eres capaz de seguir las lĆneas de la empresa.
—SeƱor Marcos, yo no podĆa dejar perder esa…
—No digas mĆ”s, BĆ”rbara —la interrumpiĆ³ Marcos—. TomĆ© una decisiĆ³n y cuando yo tomo decisiones no hay vuelta atrĆ”s. Aquel dĆa hasta me dejaste hablando solo porque te fuiste. Mi propuesta contigo iba a mantenerse, entonces hiciste la pelea y mancillaste a Rafael.
—SeƱor Marcos, yo…
—BĆ”rbara, lamentablemente estĆ”s despedida. No puedes estar en CinturĆ³n de honor si no eres capaz de cumplir mis reglas. Conoces muy bien la empresa.
—Pero, seƱor Marcos.
Rafael escuchĆ³ la voz de su chica quebrarse y decidiĆ³ intervenir abriendo de golpe la puerta. BĆ”rbara lucĆa triste y Marcos echĆ³ sobre Ć©l su mirada de furia.
—¿No te han enseƱado a tocar la puerta, niƱo? —lo regaĆ±Ć³.
—Abuelo, tĆŗ no puedes hacer eso, no.
—¿Por quĆ© entras asĆ Rafael?
—TĆŗ no puedes hacer eso —continuĆ³ el chico ingresando a la oficina y cerrando tras de sĆ la puerta—. Admito que perdĆ la pelea con BĆ”rbara y fui el perdedor a gusto, ella es una excelente muchacha y no tiene rival. Si tendrĆa que luchar con ella y perder 1000 veces lo harĆa. Fue… fue… fue la Ćŗnica manera de que ella me volteara a ver y me pusiera atenciĆ³n.
—¿QuĆ© dices? —inquiriĆ³ Marcos ChacĆ³n.
Rafael clavĆ³ la mirada al suelo y sus blancas mejillas se pusieron rojas.
—BĆ”rbara me gusta mucho y esa fue la Ćŗnica manera que se me ocurriĆ³ de acercarme a ella. Si la despides ya no la verĆ© nunca mĆ”s. No la puedes despedir por mi culpa, ella es buena en lo que hace. Me disculpo si debo excusarme con alguien.
Marcos doblaba el ceƱo. DespuĆ©s dirigiĆ³ la mirada a BĆ”rbara.
—¿PodrĆas dejarnos solos?
BĆ”rbara no se moviĆ³ parecĆa pĆ”lida y queriendo una explicaciĆ³n.
—¿CuĆ”l es el estatus de ella en la empresa, abuelo?
BĆ”rbara afirmĆ³ con la cabeza, querĆa saberlo tambiĆ©n.
—BĆ”rbara has de cuenta que esta conversaciĆ³n nunca existiĆ³ y no te he citado jamĆ”s esta maƱana. Puedes volver a tu entrenamiento.
BĆ”rbara afirmĆ³ complacida y saliĆ³ de la oficina. Cuando estuvieron solos el abuelo mirĆ³ al inexperto nieto.
—¡¿Y a caso tĆŗ crees que vas a enamorar a una muchacha con puƱos, necio?! ¿De dĆ³nde carajos sacaste eso?
—Lo he intentado todo, abuelo y BĆ”rbara no me quiere.
—¿Sabes que edad tiene ella y quĆ© edad tienes tĆŗ? ¡Retarla a golpes para enamorarla! ¡Dios mĆo, jamĆ”s escuchĆ© semejante tonterĆa, nieto querido! ¡Haces que me quiera dar de cabeza contra las paredes, Marcos Rafael!
—Lo siento, abuelo.
—¡Lo siento mis pelotas! Primero termina de estudiar y despuĆ©s te buscas una novia, no quiero ser bisabuelo y me salgas como tu padre.
Rafael suspirĆ³ y dio media vuelta.
—Al final estoy orgulloso de ti, niƱo —dijo Marcos cuando el muchacho ya iba a salir—. Reaccionaste como todo un hombre por defender a BĆ”rbara de mi horrible venganza. Y admitiste lo que sentĆas. Estoy muy orgulloso de ti y esa es la actitud del Rafael que quiero que salga a flote y no la del niƱito malcriado come mierda.
—¡Abuelo!
—Ya te dije.
Rafael lo mirĆ³ y reaccionĆ³ mostrĆ”ndole el dedo medio, asĆ saliĆ³ de la oficina sin oĆr el regaƱo que le gritaba Marcos ChacĆ³n. El joven fue escalera abajo y se detuvo cuando observĆ³ en un pasillo a BĆ”rbara.
—Ven porque quiero hablar contigo —invitĆ³ la chica, lucĆa tranquila. Rafael obedeciĆ³—. Estoy muy agradecida contigo, sĆ, lo admito. Actuaste como todo un hĆ©roe, mi hĆ©roe —se echĆ³ a reĆr—. Puedo a partir de hoy hacerte una promesa. Nuestra diferencia de edad es notoria, uf, muchĆsimo. Soy mĆ”s alta que tĆŗ. ¡Pero vas a crecer! En tu familia todos son altos. En unos aƱos nuestra diferencia de edad no serĆ” tan visible y solo asĆ serĆ© tu novia. ¿QuĆ© pueden ser tres aƱos para nosotros? ¡Nada! Solo es cuestiĆ³n de esperar.
Se inclinĆ³ sobre Rafael y lo besĆ³ en los labios, el joven cerrĆ³ los ojos y besĆ³ como habĆa visto en las pelĆculas, fue BĆ”rbara quiĆ©n lo enseĆ±Ć³ a dar besos mĆ”s apasionados y con participaciĆ³n de la lengua. Estuvieron intercambiando besos por varios segundos. El joven tuvo una inmensa erecciĆ³n imposible de ocultar y BĆ”rbara se riĆ³ cuando se separaron y la observĆ³, Ć©l quiso ocultarla.
—No lo hagas—dijo ella—. Y admito que yo estarĆa muy feliz de comprobar que eso que se dice de los ChacĆ³n es cierto, sus buenos dotes sexuales y todo lo demĆ”s. Pero debemos esperar a que estĆ©s mĆ”s grande.
—No —susurrĆ³ Rafael—. Que sea ya...
—No, ja, ja, ja… y hay otra condiciĆ³n para ser tu novia —la muchacha trasladĆ³ su mano a la entrepierna de Rafael y lo sujetĆ³ de las bolas, no muy fuerte pero sĆ ejerciĆ³ presiĆ³n—. Bueno ya vuelvo a confirmar despuĆ©s de la pelea, lo que se dice de los ChacĆ³n, los huevos de avestruz, hay una condiciĆ³n mĆ”s importante para ser tu novia.
Rafael gimiĆ³ casi que rompiendo la tela del pantalĆ³n.
–La otra condiciĆ³n para ser tu novia es que seas el campeĆ³n en una categorĆa. BĆ”rbara Cohen solo saldrĆa con un campeĆ³n, de no serlo, no serĆ© tu novia. AsĆ que tendrĆ”s que desde hoy esforzarte en ser el mejor, ¿de acuerdo?
Hizo mĆ”s presiĆ³n sobre los testĆculos de Rafael lo que hizo que el afirmara con la cabeza y gimiera. BĆ”rbara dejĆ³ de exprimirle los huevos, le guiĆ±Ć³ un ojo, le entregĆ³ un beso en los labios. Se alejĆ³ hacia la sala general.
Rafael se sujetĆ³ las grandes bolas.
—Es una promesa que se harĆ” realidad. ¡SerĆ”s mi novia! —le gritĆ³.
BĆ”rbara girĆ³ la cabeza se miraba muy sensual con el cabello suelto y mirando por encima del hombro. Simplemente le guinĆ³ el ojo y sonriĆ³.
Rafael se echĆ³ a reĆr de puro contento Se quedĆ³
contemplando a la chica marcharse, que linda espalda, que culo, ¡quĆ© forma de
volverlo loco! 3 putos aƱos tenĆa que aguantar.
LanzĆ³ un
suspiro y bajĆ³ la mirada, tenĆa el pito erecto y su pantalĆ³n se levantaba
mucho, parecĆa una enorme montaƱa. No aguantaba mĆ”s, tenĆa que masturbarse, su calentura no iba a esperar 3 aƱos, ¡NUNCA! Fue
corriendo por los pasillos e ingresĆ³ cerrando bajo seguro a la primera oficina
que consiguiĆ³ vacĆa..
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