Chantaje (7/8): Pipe - Las Bolas de Pablo

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25 ago 2021

Chantaje (7/8): Pipe

—No me gusta que me digan pipe —negĆ³ Felipe medio acostado en el respaldo de su sofĆ”. El atractivo moreno observaba fijamente a Enzo.

ChacĆ³n al otro lado de la sala que terminaba de comer la Ćŗltima galleta a la que le habĆ­an invitado. Se echĆ³ a reĆ­r. —¿Por quĆ© no te gusta? Es el diminutivo de tu propio nombre. Pipe.

—¡Que no me gusta! —Felipe hizo una mueca graciosa—. Se debe a una vieja gorda bigotona y horrible que vivĆ­a cerca de la casa de mis padres. Se parecĆ­a a DoƱa Tremebunda. Siempre me llamaba con su voz chillona pipe, pipe, pipe. ¡La odiĆ©! Ni mis propios padres me decĆ­an pipe para que viniera esa fulana a hacerlo.

Enzo se echĆ³ a reĆ­r en definitiva, se veĆ­a bastante contento con sus ojos achinados producto de la risa. Se acomodĆ³ en el asiento y se quedĆ³ mirando al guapo moreno de barba recortada.

—Te llamarĆ© pipe.

Felipe desviĆ³ la mirada al techo sintiĆ©ndose fastidiado.

—EstĆ” bien —declarĆ³—. Te darĆ© permiso para que me llames pipe.

Enzo se mordiĆ³ el labio, sonriendo y dijo con voz burlona:

Pipe pipĆ­ en el piso.

Felipe volviĆ³ a desviar la mirada, acto seguido se levantĆ³ del sofĆ” y se acercĆ³ a Enzo, el sobrino, pero hijo adoptivo de Marcos ChacĆ³n se cubriĆ³ la entrepierna con las manos. Felipe se acercĆ³ a Ć©l y se hincĆ³ a su frente, colocando sus brazos estirados sobre los muslos.

—¡No me golpees los huevos, pipe! ¡Solo estoy bromeando!

—Yo sĆ© que estĆ”s bromeando, lo acepto —afirmĆ³ Felipe acariciando el dedo indice por una parte del abdomen de Enzo. Su voz sonaba diferente, como cuando se ponĆ­a juguetĆ³n con Ć©l—. No te quiero pegar en tus toronjas que te cuelgan tanto del cuerpo y que a mĆ­ me gustan.

—¿SĆ­? —Enzo sonriĆ³, dĆ”ndole confianza dejando de cubrir su entrepierna y frotando su pulgar por la mandĆ­bula del hombre—. ¿QuĆ© deseas?

—Hacerte muchas cosas… deliciosas por supuesto.

—Oh —Enzo dio un suspiro. La relaciĆ³n de ambos cambiĆ³ muchĆ­simo a raĆ­z de que Felipe le hizo sexo oral, de hecho pipe era todo un profesional y sabĆ­a como hacer sentir a Enzo en la gloria con su boca.

Felipe se irguiĆ³ con una erecciĆ³n bastante notable en su pantalĆ³n.

—Vamos a mi habitaciĆ³n —extendiĆ³ su mano.

—No —negĆ³ Enzo, su mirada pareciĆ³ la de un niƱo—, si, quieres chĆŗpame el pene aquĆ­. Como siempre.

Felipe se inclinĆ³ y susurrĆ³ en su oĆ­do.

No solo quiero chuparte el pito —despuĆ©s le dio varios besos a Enzo en el cuello, excitĆ”ndolo a mil—. Vamos —volviĆ³ a ofrecer su mano.

—No… eh… aquĆ­.

Felipe ahora se echĆ³ a reĆ­r.

¿Asustado como niƱo? No te harĆ© nada que no te guste. No te voy a violar, galĆ”n.

Enzo guardĆ³ silencio.

—No hagas que me ponga bravo —sonriĆ³ Felipe, guiƱƔndole el ojo.

Enzo suspirĆ³ y aceptĆ³ la invitaciĆ³n. Juntos salieron de la sala. Enzo ChacĆ³n comenzĆ³ aquello siendo vĆ­ctima de un chantaje, con el paso del tiempo Felipe le enseĆ±Ć³ a descubrir nuevas emociones y experiencias sexuales, podĆ­an intercambiar besos en los labios, frotarse, masturbarse juntos y dejar que Felipe le hiciera un estupendo sexo oral, pero no cruzaban un contacto Ć­ntimo mĆ”s cercano. Sin embargo Felipe estaba muy enamorado de Enzo que argumentaba no dudar de su heterosexualidad, pero era sincero cuando le decĆ­a que los ratos juntos eran estupendos.
Felipe lo llevĆ³ hasta su propia habitaciĆ³n. No hizo falta mĆ”s. Se le quedĆ³ mirando a los ojos y le agarrĆ³ el bulto fuertemente. Fue cuestiĆ³n de segundos para que el pene de Enzo se pusiera duro como una piedra. Felipe lo besĆ³ en el cuello mientras le abrĆ­a el pantalĆ³n dejando al descubierto sus blancas piernas. Le acariciĆ³ la polla por encima de su bĆ³xer de color gris que le hacĆ­a mover como campanas sus grandes testĆ­culos. Enzo doblĆ³ sus bĆ­ceps sujetando con sus manos su cabeza, Felipe se acercĆ³ a Ć©l y dejando su rostro en la axila aspirĆ³ con fuerza.

—¿Huelo rico? —preguntĆ³ Enzo gentilmente.

Felipe solo afirmĆ³ con un gemido porque estaba embriagado con el olor que desprendĆ­a Enzo.

—Entonces tengo otros aromas en el cuerpo que te van a volver loco —afirmĆ³ echando una risa y sintiĆ©ndose cachondo.

—Es que voy a comerte todo —afirmĆ³ Felipe sobando su bulto notando como la polla se mantenĆ­a dura.

MirĆ”ndolo a los ojos, Enzo despojĆ³ a Felipe de su camisa, mientras su chantajista seguĆ­a sobando su bulto. DejĆ”ndolo con el torso desnudo al aire con el pecho velludo, Enzo le mirĆ³ los pezones y se los llevĆ³ a la boca dejando en poco instante a Felipe con sus tetillas duras.

—No pares, nunca —jadeĆ³ Felipe, sintiĆ³ un suave mordisco y soltĆ³ un gritito de placer, mientras movĆ­a su mano agarrando fuerte la tela del bĆ³xer y la polla dura.

Cuando Enzo dejĆ³ de comerle los pezones fue el turno de Felipe, le quitĆ³ la camisa y deslizĆ³ la lengua por su pecho hasta llegar al cuello donde besĆ³ con pasiĆ³n. BajĆ³ la lengua hasta su abdomen y lamiĆ³ el bulto, por encima de la tela sintiendo como el pene se ponĆ­a a mil, palpitando.

—Que rica estĆ”. Quiero tu polla. Quiero que solo sea mĆ­a.

—Chupa, chupa y verĆ”s como es tuya —asegurĆ³ Enzo pasando la yema de los dedos por los cabellos crespos de Felipe.

Felipe tomĆ³ la pretina de la ajustada ropa interior de Enzo y lentamente la fue bajando. Sus ojos se iluminaron cuando el pollĆ³n apareciĆ³ ante su vista. Larga, gorda y llena de venas. Su capullo gordo estaba brillante por el lĆ­quido preseminal.

AsĆ­ comenzĆ³ a lamer, como a Enzo tanto le gustaba. Felipe abriĆ³ la boca lo mĆ”s que pudo y se metiĆ³ aquella deliciosa verga. LamiĆ³ varias veces haciendo que ChacĆ³n se retorciera de gusto.

Ah, ah, ah… sigue y no pares.

La boca de Felipe estaba repleta de baba y del gordo pedazo de carne, el sonido de la chupada y los jadeos de Enzo eran lo Ćŗnico que se escuchaba en la habitaciĆ³n.

Felipe continuĆ³ chupando por un buen rato. Estaba caliente esforzĆ”ndose en lamer por completo aquel pedazo de pollĆ³n. Enzo llegĆ³ al clĆ­max y comenzĆ³ a mover con fuerza su cadera.

La lengua de Felipe se paseĆ³ a lo largo del miembro y del par de huevos grandes que le colgaban como pĆ©ndulos.

Felipe se levantĆ³ y mirĆ³ a los ojos de Enzo, le entregĆ³ un beso en los labios que fue bien correspondido, luego el dueƱo de casa se dio la vuelta y buscĆ³ algo en su mesita de noche. Cuando lo encontrĆ³ mostrĆ³ un envoltorio de condĆ³n.

—¿QuĆ© haces? —preguntĆ³ Enzo, parecĆ­a de nervios.

Felipe lo besĆ³ con ternura en el cuello. Luego tomĆ³ distancia de Ć©l y se quitĆ³ el bĆ³xer. Mostrando un Ć”rea genital peluda y un trozo de pene tan grueso como su cuerpo, sus testĆ­culos eran del tamaƱo promedio aunque un poco mĆ”s recogidos en su escroto. —PenĆ©trame… prueba lo que significa.

Le entregĆ³ el condĆ³n en sus manos y se fue hasta la cama dĆ³nde se acostĆ³ de espalda y flexionĆ³ las rodillas. InvitĆ³ a Enzo con voz suave que lo miraba fijamente, sin dejar de masturbarse. DesenfundĆ³ el condĆ³n, se lo puso y se acercĆ³. Felipe se lubricĆ³ el trasero con una crema a disposiciĆ³n en su cama y se abriĆ³ con los dedos.

El rostro de Enzo rebelĆ³ placer mientras pujaba por penetrar a Felipe que jadeaba entre el dolor y el gusto.

Enzo ChacĆ³n gruĆ±Ć³ mientras terminaba de enterrar el pene en el culo y empezĆ³ a moverse rĆ­tmicamente haciendo que su tronco se deslizara dentro de su amante, provocĆ”ndole un placer inigualable. SeparĆ³ las piernas de Felipe mientras seguĆ­a empujando. Por minutos el placer en el chantajista fue enorme, incluso cuando aumentĆ³ el ritmo de la follada, haciendo que sus enormes huevazos chocaran contra el culo, el placer que Felipe experimentĆ³ fue brutal.

Enzo se mordĆ­a el labio inferior y seguĆ­a follando.

Felipe gemĆ­a y gemĆ­a, Enzo se detuvo, sacĆ³ su pene y lo volviĆ³ a meter de golpe.

Felipe dio un gemido de placer.

Enzo continuĆ³ follando durante un buen rato mĆ”s, a ritmos lentos, medios y fuertes, hasta que avisĆ³ que estaba al lĆ­mite de la eyaculaciĆ³n 10 minutos despuĆ©s.

—Ɖchala en mi pecho —rogĆ³ Felipe.

Enzo obedeciĆ³ y se subiĆ³ encima del abdomen del amante y comenzĆ³ a masturbarse al retirar el condĆ³n, con mirada perdida en la droga del placer usĆ³ su mano hasta que su polla explotĆ³ de su jugo llenando el pecho y barba de Felipe de su leche caliente.

Todo el esperma se volviĆ³ un charco, a veces resbalaba y empapaba la colcha. A la par, Felipe tambiĆ©n se estaba masturbando hasta que disparĆ³ 7 trallazos de semen sobre la espalda de Enzo, Ć©l girĆ³ su cabeza y observĆ³ el caudal de semen de Felipe, sintiĆ³ un poco de vergĆ¼enza, sin embargo no ocultaba que estaba exhausto y satisfecho.

—Ven —invitĆ³ Felipe. Hizo que Enzo se acostara sobre Ć©l llenando su torso tambiĆ©n de semen, se besaron con pasiĆ³n y despuĆ©s terminaron retozando recuperando energĆ­as uno sobre el otro en silencio. A los minutos tomaron una ducha donde se acariciaron pasando el jabĆ³n por el cuerpo e intercambiando besos. Finalmente volvieron a la cama con la ropa interior puesta.

—¿Te gustĆ³? —preguntĆ³ Felipe despuĆ©s de un rato a un somnoliento Enzo.

El muchacho parpadeĆ³ un par de veces y guardĆ³ silencio.

—Dime —Felipe le acariciĆ³ el pecho—, se sincero y no me mientas.

Enzo se rio.

—Te ves muy lindo cuando sonrĆ­es, Enzo.

Felipe acercĆ³ su boca a la de Enzo y se besaron. Luego Enzo se sentĆ³ en la cama.

—Me gusta que me beses, que me toques, yo tocarte, frotarnos, acariciarnos, masturbarnos, sexo oral.

—¿Y? —Felipe tambiĆ©n se sentĆ³.

Se miraron a los ojos.

—Pero no me gustĆ³ penetrarte. Lo siento.

—Vaya —susurrĆ³ Felipe.

—Pero no te sientas mal por eso —anunciĆ³ Enzo tomĆ”ndolo de la barbilla—, te he dicho que me gusta lo demĆ”s, menos esto que acabo de probar. Lo otro podemos seguir haciĆ©ndolo.

—Bueno —Felipe pareciĆ³ decepcionado.

—Me pediste la verdad, pipito.

—No me digas pipe.

Enzo se echĆ³ a reĆ­r, volviĆ³ a besar a Felipe en los labios.

—Que no me guste penetrarte, no significa que no me guste tener otras intimidades contigo. No creas eso, me gusta todo lo demĆ”s.

Felipe lo mirĆ³ radiante y volvieron a encerrarse en besos y caricias.

—¿Te enamorarĆ­as de mĆ­, Enzo?

—Pese al mal genio con el que a veces me tratas, eres una buena persona.

Felipe pareciĆ³ que sus ojos se llenaron de lĆ”grimas, Enzo no lo supo, porque rĆ”pidamente le dio la espalda y saliĆ³ de la cama para abrir el closet y buscar algo. Era una carpeta llena de papeles, todos los documentos originales que acusaban a Marcos ChacĆ³n de corrupciĆ³n en su gestiĆ³n como ministro de turismo.

—Son tuyos —declarĆ³ Felipe entregĆ”ndolos—, ya no puedo mĆ”s. QuĆ©date con ellos. EstĆ”n todos y no me quedo con ninguno.

—¿QuĆ© significa esto? —Enzo hojeĆ³ algunos papeles y cerrĆ³ la carpeta se quedĆ³ mirĆ”ndolo—. El hecho de que me entregues esto, no quiere decir que no nos veremos mĆ”s, ¿o sĆ­? Yo puedo seguir viniendo, acompaƱarte, estar contigo. Incluso quedarme.

—Mi padre siempre estuvo enamorado del tuyo —confesĆ³ Felipe.

—¿QuĆ©?

—Por supuesto, Marcos siempre tuvo su preferencia por las mujeres y mi padre viviĆ³ en una Ć©poca que su orientaciĆ³n sexual no era bien aceptada, tambiĆ©n tuvo que guardar las apariencias y casarse con mi madre. Pero su amor por Marcos ChacĆ³n siempre estuvo ahĆ­. Incluso cuando se enterĆ³ lo que su propio partido estaba haciendo para acusarlo.

—Tu padre avisĆ³ al mĆ­o y lo ayudĆ³ a armar su defensa.

—AsĆ­ es. Mi padre se apoderĆ³ de todas las pruebas —afirmĆ³ Felipe mirando la carpeta—. Y simplemente las guardĆ³. Nadie nunca pudo comprobarle nada a Marcos ChacĆ³n.

—Gracias a tu padre.

—SĆ­, papĆ” antes de morir me confesĆ³ la verdad de su querer por Marcos y me pidiĆ³ que le entregara directamente todos sus archivos. Me lo pidiĆ³ a mĆ­ y no a mi hermana Valeria porque conocĆ­a su carĆ”cter y estaba seguro que esos documentos en su poder causarĆ­an una catĆ”strofe.

—No estoy entendiendo —dijo Enzo lentamente.

—PapĆ” me confiĆ³ a mĆ­ estos archivos y no a Valeria porque estaba seguro que iba a tener mucho poder en su partido, no querĆ­a despuĆ©s de muerto fastidiar a Marcos. Pero yo le fallĆ© un poco —a Felipe se le llenaron los ojos de lĆ”grimas que no pudo contener—. Yo solamente tenĆ­a que contactar a Marcos y citarlo para entregarle eso y no lo hice, preferĆ­ guardarlo y chantajearte. Estabas tĆŗ que siempre me habĆ­as gustado, desde la universidad, con tu porte, tu seguridad, tu firmeza. Todo tan tĆŗ.

—¿CĆ³mo pudiste? —Enzo saliĆ³ de la cama con el rostro transformado. Ya no era el hombre cariƱoso—. ¿CƓMO DEMONIOS PUDISTE?

—No tenĆ­a manera de acercarme a ti, Enzo —Felipe soltaba lĆ”grimas—. ¿Hubieras hecho todo lo que hiciste conmigo? ¡Nunca!

—Eres una basura. ¡Una mierda de persona!

—PerdĆ³n, Enzo. Nunca quise hacerte mal.

—¡Eres peor que Valeria Gargano!

—No digas eso, Enzo…

Felipe saliĆ³ de la cama para acercarse a Ć©l. Hubo un breve silencio. Se miraron a los ojos. Luego, Enzo echĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y la empujĆ³ al frente entre los muslos de Felipe.

El guapo velludo se doblĆ³ agarrando sus doloridas gĆ³nadas con fuerza, gimiendo y llorando.

Enzo lo observaba con un odio creciente, se sintiĆ³ traicionado, burlado y humillado.

—PerdĆ³name, Enzo. Mi intenciĆ³n nunca fue hacerte mal —indicĆ³ Felipe llevĆ”ndose las manos a ambos lados de la cadera. Su rostro estaba contraĆ­do—. Pero tĆŗ nunca me hubieras permitido conocerte asĆ­.

—¡CƁLLATE! —gritĆ³ Enzo lanzando otra patada demoledora a las bolas de Felipe.

Un grito desaforado escapĆ³ de los labios de Gargano, mientras era levantado del suelo y su culo se empujaba hacia atrĆ”s con la punta del pie desnudo de Enzo aplastando las gĆ³nadas contra su cuerpo.

Felipe gritĆ³ mientras se iba al suelo, agarrando sus bolas maltratadas.

—¡No te perdono! —jurĆ³ Enzo, agarrĆ”ndolo de los tobillos y extendiendo sus piernas en una forma de V. Felipe lo mirĆ³ fijamente, con los ojos llenos de lĆ”grimas—. ¡NO TE PERDONO!

—¡No! ¡No! No, Enzo, no lo hagas…

Enzo pisoteĆ³ sus testĆ­culos con toda la fuerza que pudo reunir, aplastando las gĆ³nadas de su amante con el pie.

Felipe gritĆ³ desesperado, retorciĆ©ndose en el suelo, y Enzo volviĆ³ a pisotear sus testĆ­culos tan fuerte como pudo.

Felipe gritĆ³ y llorĆ³ de dolor, tratando de agarrar el pie de Enzo para evitar que arruinara su hombrĆ­a para siempre.

Enzo afincĆ³ la planta del pie, causando daƱo y desespero en aquel velludo hasta que logrĆ³ apartarlo. Se arrastrĆ³ por el suelo a cuatro patas, y sin embargo Enzo fue detrĆ”s de Ć©l, insultĆ”ndolo.

Enzo apretĆ³ sus labios y pateĆ³ las bolas de Felipe desde atrĆ”s, levantando su trasero con el impacto.

Felipe aullĆ³ de dolor y se derrumbĆ³ en el suelo.

Enzo ChacĆ³n lo agarrĆ³ de los tobillos de nuevo y levantĆ³ el pie en un momento, Felipe comenzĆ³ a patalear hasta liberar su pie izquierdo y patear las bolas de Enzo.

Los ojos de ChacĆ³n se cruzaron y sus mejillas se hincharon como si sus testĆ­culos hubieran subido hasta su garganta. EmitiĆ³ una tos y soltĆ³ el otro pie de Felipe que se puso en posiciĆ³n fetal agarrĆ”ndose sus joyas.

Enzo se quedĆ³ doblado, acunando sus bolas magulladas, con la cara retorcida de dolor.

—PerdĆ³n, Enzo.

—CĆ”llate —susurrĆ³ Enzo. Se acercĆ³ al borde de la cama lidiando con el dolor, agarrĆ³ la carpeta con los documentos, su ropa
y se fue del departamento sin decir nada e ignorando los lamentos de Felipe.

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