—No me gusta que me digan pipe —negĆ³ Felipe medio acostado en el respaldo de su sofĆ”. El atractivo moreno observaba fijamente a Enzo.
ChacĆ³n al otro lado de la sala que terminaba de comer la Ćŗltima galleta a la que le habĆan invitado. Se echĆ³ a reĆr. —¿Por quĆ© no te gusta? Es el diminutivo de tu propio nombre. Pipe.
—¡Que no me gusta! —Felipe hizo una mueca graciosa—. Se debe a una vieja gorda bigotona y horrible que vivĆa cerca de la casa de mis padres. Se parecĆa a DoƱa Tremebunda. Siempre me llamaba con su voz chillona pipe, pipe, pipe. ¡La odiĆ©! Ni mis propios padres me decĆan pipe para que viniera esa fulana a hacerlo.
Enzo se echĆ³ a reĆr en definitiva, se veĆa bastante contento con sus ojos achinados producto de la risa. Se acomodĆ³ en el asiento y se quedĆ³ mirando al guapo moreno de barba recortada.
—Te llamarĆ© pipe.
Felipe desviĆ³ la mirada al techo sintiĆ©ndose fastidiado.
—EstĆ” bien —declarĆ³—. Te darĆ© permiso para que me llames pipe.
Enzo se mordiĆ³ el labio, sonriendo y dijo con voz burlona:
—Pipe pipĆ en el piso.
Felipe volviĆ³ a desviar la mirada, acto seguido se levantĆ³ del sofĆ” y se acercĆ³ a Enzo, el sobrino, pero hijo adoptivo de Marcos ChacĆ³n se cubriĆ³ la entrepierna con las manos. Felipe se acercĆ³ a Ć©l y se hincĆ³ a su frente, colocando sus brazos estirados sobre los muslos.
—¡No me golpees los huevos, pipe! ¡Solo estoy bromeando!
—Yo sĆ© que estĆ”s bromeando, lo acepto —afirmĆ³ Felipe acariciando el dedo indice por una parte del abdomen de Enzo. Su voz sonaba diferente, como cuando se ponĆa juguetĆ³n con Ć©l—. No te quiero pegar en tus toronjas que te cuelgan tanto del cuerpo y que a mĆ me gustan.
—¿SĆ? —Enzo sonriĆ³, dĆ”ndole confianza dejando de cubrir su entrepierna y frotando su pulgar por la mandĆbula del hombre—. ¿QuĆ© deseas?
—Hacerte muchas cosas… deliciosas por supuesto.
—Oh —Enzo dio un suspiro. La relaciĆ³n de ambos cambiĆ³ muchĆsimo a raĆz de que Felipe le hizo sexo oral, de hecho pipe era todo un profesional y sabĆa como hacer sentir a Enzo en la gloria con su boca.
Felipe se irguiĆ³ con una erecciĆ³n bastante notable en su pantalĆ³n.
—Vamos a mi habitaciĆ³n —extendiĆ³ su mano.
—No —negĆ³ Enzo, su mirada pareciĆ³ la de un niƱo—, si, quieres chĆŗpame el pene aquĆ. Como siempre.
Felipe se inclinĆ³ y susurrĆ³ en su oĆdo.
—No solo quiero chuparte el pito —despuĆ©s le dio varios besos a Enzo en el cuello, excitĆ”ndolo a mil—. Vamos —volviĆ³ a ofrecer su mano.
—No… eh… aquĆ.
Felipe ahora se echĆ³ a reĆr.
—¿Asustado como niƱo? No te harĆ© nada que no te guste. No te voy a violar, galĆ”n.
Enzo guardĆ³ silencio.
—No hagas que me ponga bravo —sonriĆ³ Felipe, guiƱƔndole el ojo.
Enzo suspirĆ³ y aceptĆ³ la invitaciĆ³n. Juntos salieron de la sala. Enzo ChacĆ³n comenzĆ³ aquello siendo vĆctima de un chantaje, con el paso del tiempo Felipe le enseĆ±Ć³ a descubrir nuevas emociones y experiencias sexuales, podĆan intercambiar besos en los labios, frotarse, masturbarse juntos y dejar que Felipe le hiciera un estupendo sexo oral, pero no cruzaban un contacto Ćntimo mĆ”s cercano. Sin embargo Felipe estaba muy enamorado de Enzo que argumentaba no dudar de su heterosexualidad, pero era sincero cuando le decĆa que los ratos juntos eran estupendos.
Felipe lo llevĆ³ hasta su propia habitaciĆ³n. No hizo falta mĆ”s. Se le quedĆ³ mirando a los ojos y le agarrĆ³ el bulto fuertemente. Fue cuestiĆ³n de segundos para que el pene de Enzo se pusiera duro como una piedra. Felipe lo besĆ³ en el cuello mientras le abrĆa el pantalĆ³n dejando al descubierto sus blancas piernas. Le acariciĆ³ la polla por encima de su bĆ³xer de color gris que le hacĆa mover como campanas sus grandes testĆculos. Enzo doblĆ³ sus bĆceps sujetando con sus manos su cabeza, Felipe se acercĆ³ a Ć©l y dejando su rostro en la axila aspirĆ³ con fuerza.
—¿Huelo rico? —preguntĆ³ Enzo gentilmente.
Felipe solo afirmĆ³ con un gemido porque estaba embriagado con el olor que desprendĆa Enzo.
—Entonces tengo otros aromas en el cuerpo que te van a volver loco —afirmĆ³ echando una risa y sintiĆ©ndose cachondo.
—Es que voy a comerte todo —afirmĆ³ Felipe sobando su bulto notando como la polla se mantenĆa dura.
MirĆ”ndolo a los ojos, Enzo despojĆ³ a Felipe de su camisa, mientras su chantajista seguĆa sobando su bulto. DejĆ”ndolo con el torso desnudo al aire con el pecho velludo, Enzo le mirĆ³ los pezones y se los llevĆ³ a la boca dejando en poco instante a Felipe con sus tetillas duras.
—No pares, nunca —jadeĆ³ Felipe, sintiĆ³ un suave mordisco y soltĆ³ un gritito de placer, mientras movĆa su mano agarrando fuerte la tela del bĆ³xer y la polla dura.
Cuando Enzo dejĆ³ de comerle los pezones fue el turno de Felipe, le quitĆ³ la camisa y deslizĆ³ la lengua por su pecho hasta llegar al cuello donde besĆ³ con pasiĆ³n. BajĆ³ la lengua hasta su abdomen y lamiĆ³ el bulto, por encima de la tela sintiendo como el pene se ponĆa a mil, palpitando.
—Que rica estĆ”. Quiero tu polla. Quiero que solo sea mĆa.
—Chupa, chupa y verĆ”s como es tuya —asegurĆ³ Enzo pasando la yema de los dedos por los cabellos crespos de Felipe.
Felipe tomĆ³ la pretina de la ajustada ropa interior de Enzo y lentamente la fue bajando. Sus ojos se iluminaron cuando el pollĆ³n apareciĆ³ ante su vista. Larga, gorda y llena de venas. Su capullo gordo estaba brillante por el lĆquido preseminal.
AsĆ comenzĆ³ a lamer, como a Enzo tanto le gustaba. Felipe abriĆ³ la boca lo mĆ”s que pudo y se metiĆ³ aquella deliciosa verga. LamiĆ³ varias veces haciendo que ChacĆ³n se retorciera de gusto.
—Ah, ah, ah… sigue y no pares.
La boca de Felipe estaba repleta de baba y del gordo pedazo de carne, el sonido de la chupada y los jadeos de Enzo eran lo Ćŗnico que se escuchaba en la habitaciĆ³n.
Felipe continuĆ³ chupando por un buen rato. Estaba caliente esforzĆ”ndose en lamer por completo aquel pedazo de pollĆ³n. Enzo llegĆ³ al clĆmax y comenzĆ³ a mover con fuerza su cadera.
La lengua de Felipe se paseĆ³ a lo largo del miembro y del par de huevos grandes que le colgaban como pĆ©ndulos.
Felipe se levantĆ³ y mirĆ³ a los ojos de Enzo, le entregĆ³ un beso en los labios que fue bien correspondido, luego el dueƱo de casa se dio la vuelta y buscĆ³ algo en su mesita de noche. Cuando lo encontrĆ³ mostrĆ³ un envoltorio de condĆ³n.
—¿QuĆ© haces? —preguntĆ³ Enzo, parecĆa de nervios.
Felipe lo besĆ³ con ternura en el cuello. Luego tomĆ³ distancia de Ć©l y se quitĆ³ el bĆ³xer. Mostrando un Ć”rea genital peluda y un trozo de pene tan grueso como su cuerpo, sus testĆculos eran del tamaƱo promedio aunque un poco mĆ”s recogidos en su escroto. —PenĆ©trame… prueba lo que significa.
Le entregĆ³ el condĆ³n en sus manos y se fue hasta la cama dĆ³nde se acostĆ³ de espalda y flexionĆ³ las rodillas. InvitĆ³ a Enzo con voz suave que lo miraba fijamente, sin dejar de masturbarse. DesenfundĆ³ el condĆ³n, se lo puso y se acercĆ³. Felipe se lubricĆ³ el trasero con una crema a disposiciĆ³n en su cama y se abriĆ³ con los dedos.
El rostro de Enzo rebelĆ³ placer mientras pujaba por penetrar a Felipe que jadeaba entre el dolor y el gusto.
Enzo ChacĆ³n gruĆ±Ć³ mientras terminaba de enterrar el pene en el culo y empezĆ³ a moverse rĆtmicamente haciendo que su tronco se deslizara dentro de su amante, provocĆ”ndole un placer inigualable. SeparĆ³ las piernas de Felipe mientras seguĆa empujando. Por minutos el placer en el chantajista fue enorme, incluso cuando aumentĆ³ el ritmo de la follada, haciendo que sus enormes huevazos chocaran contra el culo, el placer que Felipe experimentĆ³ fue brutal.
Enzo se mordĆa el labio inferior y seguĆa follando.
Felipe gemĆa y gemĆa, Enzo se detuvo, sacĆ³ su pene y lo volviĆ³ a meter de golpe.
Felipe dio un gemido de placer.
Enzo continuĆ³ follando durante un buen rato mĆ”s, a ritmos lentos, medios y fuertes, hasta que avisĆ³ que estaba al lĆmite de la eyaculaciĆ³n 10 minutos despuĆ©s.
—Ćchala en mi pecho —rogĆ³ Felipe.
Enzo obedeciĆ³ y se subiĆ³ encima del abdomen del amante y comenzĆ³ a masturbarse al retirar el condĆ³n, con mirada perdida en la droga del placer usĆ³ su mano hasta que su polla explotĆ³ de su jugo llenando el pecho y barba de Felipe de su leche caliente.
Todo el esperma se volviĆ³ un charco, a veces resbalaba y empapaba la colcha. A la par, Felipe tambiĆ©n se estaba masturbando hasta que disparĆ³ 7 trallazos de semen sobre la espalda de Enzo, Ć©l girĆ³ su cabeza y observĆ³ el caudal de semen de Felipe, sintiĆ³ un poco de vergĆ¼enza, sin embargo no ocultaba que estaba exhausto y satisfecho.
—Ven —invitĆ³ Felipe. Hizo que Enzo se acostara sobre Ć©l llenando su torso tambiĆ©n de semen, se besaron con pasiĆ³n y despuĆ©s terminaron retozando recuperando energĆas uno sobre el otro en silencio. A los minutos tomaron una ducha donde se acariciaron pasando el jabĆ³n por el cuerpo e intercambiando besos. Finalmente volvieron a la cama con la ropa interior puesta.
—¿Te gustĆ³? —preguntĆ³ Felipe despuĆ©s de un rato a un somnoliento Enzo.
El muchacho parpadeĆ³ un par de veces y guardĆ³ silencio.
—Dime —Felipe le acariciĆ³ el pecho—, se sincero y no me mientas.
Enzo se rio.
—Te ves muy lindo cuando sonrĆes, Enzo.
Felipe acercĆ³ su boca a la de Enzo y se besaron. Luego Enzo se sentĆ³ en la cama.
—Me gusta que me beses, que me toques, yo tocarte, frotarnos, acariciarnos, masturbarnos, sexo oral.
—¿Y? —Felipe tambiĆ©n se sentĆ³.
Se miraron a los ojos.
—Pero no me gustĆ³ penetrarte. Lo siento.
—Vaya —susurrĆ³ Felipe.
—Pero no te sientas mal por eso —anunciĆ³ Enzo tomĆ”ndolo de la barbilla—, te he dicho que me gusta lo demĆ”s, menos esto que acabo de probar. Lo otro podemos seguir haciĆ©ndolo.
—Bueno —Felipe pareciĆ³ decepcionado.
—Me pediste la verdad, pipito.
—No me digas pipe.
Enzo se echĆ³ a reĆr, volviĆ³ a besar a Felipe en los labios.
—Que no me guste penetrarte, no significa que no me guste tener otras intimidades contigo. No creas eso, me gusta todo lo demĆ”s.
Felipe lo mirĆ³ radiante y volvieron a encerrarse en besos y caricias.
—¿Te enamorarĆas de mĆ, Enzo?
—Pese al mal genio con el que a veces me tratas, eres una buena persona.
Felipe pareciĆ³ que sus ojos se llenaron de lĆ”grimas, Enzo no lo supo, porque rĆ”pidamente le dio la espalda y saliĆ³ de la cama para abrir el closet y buscar algo. Era una carpeta llena de papeles, todos los documentos originales que acusaban a Marcos ChacĆ³n de corrupciĆ³n en su gestiĆ³n como ministro de turismo.
—Son tuyos —declarĆ³ Felipe entregĆ”ndolos—, ya no puedo mĆ”s. QuĆ©date con ellos. EstĆ”n todos y no me quedo con ninguno.
—¿QuĆ© significa esto? —Enzo hojeĆ³ algunos papeles y cerrĆ³ la carpeta se quedĆ³ mirĆ”ndolo—. El hecho de que me entregues esto, no quiere decir que no nos veremos mĆ”s, ¿o sĆ? Yo puedo seguir viniendo, acompaƱarte, estar contigo. Incluso quedarme.
—Mi padre siempre estuvo enamorado del tuyo —confesĆ³ Felipe.
—¿QuĆ©?
—Por supuesto, Marcos siempre tuvo su preferencia por las mujeres y mi padre viviĆ³ en una Ć©poca que su orientaciĆ³n sexual no era bien aceptada, tambiĆ©n tuvo que guardar las apariencias y casarse con mi madre. Pero su amor por Marcos ChacĆ³n siempre estuvo ahĆ. Incluso cuando se enterĆ³ lo que su propio partido estaba haciendo para acusarlo.
—Tu padre avisĆ³ al mĆo y lo ayudĆ³ a armar su defensa.
—AsĆ es. Mi padre se apoderĆ³ de todas las pruebas —afirmĆ³ Felipe mirando la carpeta—. Y simplemente las guardĆ³. Nadie nunca pudo comprobarle nada a Marcos ChacĆ³n.
—Gracias a tu padre.
—SĆ, papĆ” antes de morir me confesĆ³ la verdad de su querer por Marcos y me pidiĆ³ que le entregara directamente todos sus archivos. Me lo pidiĆ³ a mĆ y no a mi hermana Valeria porque conocĆa su carĆ”cter y estaba seguro que esos documentos en su poder causarĆan una catĆ”strofe.
—No estoy entendiendo —dijo Enzo lentamente.
—PapĆ” me confiĆ³ a mĆ estos archivos y no a Valeria porque estaba seguro que iba a tener mucho poder en su partido, no querĆa despuĆ©s de muerto fastidiar a Marcos. Pero yo le fallĆ© un poco —a Felipe se le llenaron los ojos de lĆ”grimas que no pudo contener—. Yo solamente tenĆa que contactar a Marcos y citarlo para entregarle eso y no lo hice, preferĆ guardarlo y chantajearte. Estabas tĆŗ que siempre me habĆas gustado, desde la universidad, con tu porte, tu seguridad, tu firmeza. Todo tan tĆŗ.
—¿CĆ³mo pudiste? —Enzo saliĆ³ de la cama con el rostro transformado. Ya no era el hombre cariƱoso—. ¿CĆMO DEMONIOS PUDISTE?
—No tenĆa manera de acercarme a ti, Enzo —Felipe soltaba lĆ”grimas—. ¿Hubieras hecho todo lo que hiciste conmigo? ¡Nunca!
—Eres una basura. ¡Una mierda de persona!
—PerdĆ³n, Enzo. Nunca quise hacerte mal.
—¡Eres peor que Valeria Gargano!
—No digas eso, Enzo…
Felipe saliĆ³ de la cama para acercarse a Ć©l. Hubo un breve silencio. Se miraron a los ojos. Luego, Enzo echĆ³ su pierna hacia atrĆ”s y la empujĆ³ al frente entre los muslos de Felipe.
El guapo velludo se doblĆ³ agarrando sus doloridas gĆ³nadas con fuerza, gimiendo y llorando.
Enzo lo observaba con un odio creciente, se sintiĆ³ traicionado, burlado y humillado.
—PerdĆ³name, Enzo. Mi intenciĆ³n nunca fue hacerte mal —indicĆ³ Felipe llevĆ”ndose las manos a ambos lados de la cadera. Su rostro estaba contraĆdo—. Pero tĆŗ nunca me hubieras permitido conocerte asĆ.
—¡CĆLLATE! —gritĆ³ Enzo lanzando otra patada demoledora a las bolas de Felipe.
Un grito desaforado escapĆ³ de los labios de Gargano, mientras era levantado del suelo y su culo se empujaba hacia atrĆ”s con la punta del pie desnudo de Enzo aplastando las gĆ³nadas contra su cuerpo.
Felipe gritĆ³ mientras se iba al suelo, agarrando sus bolas maltratadas.
—¡No te perdono! —jurĆ³ Enzo, agarrĆ”ndolo de los tobillos y extendiendo sus piernas en una forma de V. Felipe lo mirĆ³ fijamente, con los ojos llenos de lĆ”grimas—. ¡NO TE PERDONO!
—¡No! ¡No! No, Enzo, no lo hagas…
Enzo pisoteĆ³ sus testĆculos con toda la fuerza que pudo reunir, aplastando las gĆ³nadas de su amante con el pie.
Felipe gritĆ³ desesperado, retorciĆ©ndose en el suelo, y Enzo volviĆ³ a pisotear sus testĆculos tan fuerte como pudo.
Felipe gritĆ³ y llorĆ³ de dolor, tratando de agarrar el pie de Enzo para evitar que arruinara su hombrĆa para siempre.
Enzo afincĆ³ la planta del pie, causando daƱo y desespero en aquel velludo hasta que logrĆ³ apartarlo. Se arrastrĆ³ por el suelo a cuatro patas, y sin embargo Enzo fue detrĆ”s de Ć©l, insultĆ”ndolo.
Enzo apretĆ³ sus labios y pateĆ³ las bolas de Felipe desde atrĆ”s, levantando su trasero con el impacto.
Felipe aullĆ³ de dolor y se derrumbĆ³ en el suelo.
Enzo ChacĆ³n lo agarrĆ³ de los tobillos de nuevo y levantĆ³ el pie en un momento, Felipe comenzĆ³ a patalear hasta liberar su pie izquierdo y patear las bolas de Enzo.
Los ojos de ChacĆ³n se cruzaron y sus mejillas se hincharon como si sus testĆculos hubieran subido hasta su garganta. EmitiĆ³ una tos y soltĆ³ el otro pie de Felipe que se puso en posiciĆ³n fetal agarrĆ”ndose sus joyas.
Enzo se quedĆ³ doblado, acunando sus bolas magulladas, con la cara retorcida de dolor.
—PerdĆ³n, Enzo.
—CĆ”llate —susurrĆ³ Enzo. Se acercĆ³ al borde de la cama lidiando con el dolor, agarrĆ³ la carpeta con los documentos, su ropay se fue del departamento sin decir nada e ignorando los lamentos de Felipe.
25 ago 2021
Chantaje (7/8): Pipe
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Escrito por: errante9191
Felipe Gargano
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