Catador de semen (2/7): Vaca lechera - Las Bolas de Pablo

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16 ene 2022

Catador de semen (2/7): Vaca lechera

Lenin culminaba una conversaciĆ³n telefĆ³nica con alguien de su grupo de amigos.

 

—SĆ­, Erick —afirmaba con el SmartPhone en la oreja—, esta noche en punto de las ocho los espero en mi casa……… perfecto, estĆ” bien, amigo. ¡AdiĆ³s!

 

El hombre pulsĆ³ la pantalla tĆ”ctil de su equipo y doblĆ³ la boca. ¡Caramba! No recordaba que dĆ­as atrĆ”s habĆ­a planificado una cena con sus amigos. Y la fecha lo habĆ­a alcanzado.

 

—¿Y ahora quĆ© hago? —se preguntĆ³. Se quedĆ³ mirando al vacĆ­o hasta que una idea se apoderĆ³ de su mente. Una sonrisa de satisfacciĆ³n se marcĆ³ en su boca—. ¡Eso es!

 

A toda prisa y lleno de emociĆ³n cogiĆ³ un frasco de cristal y saliĆ³ de su bonita cabaƱa en direcciĆ³n a la parte trasera del terreno llegando al establo. Silbando con emociĆ³n caminĆ³ a travĆ©s de los costales cuyos nombres reconocidos identificaban a una persona. Se detuvo ante una manta negra identificada como: SimĆ³n ChacĆ³n.

 

LenĆ­n tomĆ³ la manta y la apartĆ³ con un brillo de felicidad en la mirada.

 

SimĆ³n ChacĆ³n apareciĆ³ como su hermano Pablo, en la entrega anterior. Con el cuerpo semidesnudo, atado por unas correas al cuello, muƱecas y tobillos. Descansaba de pie con la espalda ante una camilla.

 

—¡SĆ”came de aquĆ­, maricĆ³n! —le dijo.

 

Lenin hizo caso omiso en su lugar miraba con deleite el fornido cuerpo del hombre de tez tostada y cabellos casi rubios. EstirĆ³ el brazo y metiĆ³ la mano dentro de su ropa interior, adueƱƔndose de los dos inmensos testĆ­culos guardados en la ropa interior, que bien se sentĆ­a aquel colgante escroto.

 

—¡No me toques, maricĆ³n!

 

—¡CĆ”llate, idiota! —dijo Lenin sin perder su esencia de felicidad—. Esta noche tengo una reuniĆ³n con mis amigos y tĆŗ vas a ayudarme.

 

—¿QuĆ©?

 

—De todos, tĆŗ eres el que mĆ”s jugo aporta. TĆŗ eres una autĆ©ntica vaca lechera, SimĆ³n. AsĆ­ que relĆ”jate y dame tus abundantes jugos.

 

—¡Ni lo intentes!

 

Los ojos de SimĆ³n se abrieron de terror cuando Lenin apretĆ³ sus pelotas con fuerza.

 

—¡AAAAAAaaaaaay! —graznĆ³ SimĆ³n abriendo los ojos.

 

—¡Oh sĆ­, estos preciosos estĆ”n a punto de rebosar! No sĆ© que tienes, pero tĆŗ das tanta leche que podrĆ­as alimentar a la poblaciĆ³n de China!

 

LenĆ­n sonriĆ³ y afirmĆ³ su agarre, aplastando la bolas de SimĆ³n con sus largos dedos.

 

El desventurado SimĆ³n ChacĆ³n gritĆ³ de dolor.

 

LenĆ­n torciĆ³ la mano, haciendo que SimĆ³n dejara escapar un grito desesperado.

 

El velludo sonriĆ³ y lo soltĆ³.

 

—Ahora, levanta ese pene para mĆ­. SĆ© que puedo degustar en este momento tu leche y queda de sobra para esta noche con mis amigos. Levanta tu verga para mĆ­ y piensa que soy Claudia.

 

Liberado de sus testĆ­culos, SimĆ³n gimiĆ³ de dolor sintiendo sus grandes toronjas palpitar.

 

LenĆ­n se acercĆ³ a su oreja y susurrĆ³ como si fuera un seductor.

 

Solo imagina los finos labios de Claudia chupando como un helado esa bonita verga de la que eres dueƱo. ¡Muy delicioso! Su lengua por todo el tronco y la cabecita.

 

LenĆ­n se apartĆ³ y observĆ³ a SimĆ³n mordiĆ©ndose el labio inferior con los ojos cerrados, en menos de lo que esperaba su grueso pene estaba erecto y preparado para la acciĆ³n como un soldado de 1000 batallas.

 

—AsĆ­ me gusta, ChacĆ³n —lo felicitĆ³—, grueso como una lata de cerveza.

 

LenĆ­n agarrĆ³ la pretina del bĆ³xers de SimĆ³n y tirĆ³ hacia abajo, exponiendo la exquisita intimidad del locutor SimĆ³n. Sus testĆ­culos colgantes como grotescas campanas estaban debajo de su polla.

 

LenĆ­n silbĆ³ emocionado.

 

—¡Mis amigos estarĆ”n felices con la cena de esta noche! 

AcercĆ³ su boca al grueso pene de SimĆ³n y comenzĆ³ a lamer con mucha dedicaciĆ³n. El experto catador de semen cerrĆ³ los ojos degustando la gruesa barra de carne de SimĆ³n, mientras que el hermano de Pablo gemĆ­a con la cabeza hacia atrĆ”s.

 

 

El establo se llenĆ³ del eco de la boca de Lenin haciendo contacto con el fornido pene de SimĆ³n decorado con gruesas venas. Su cabeza rosa comenzaba a teƱirse de rojo. Ni por un segundo dejĆ³ de sentir el estimulante contacto de la lengua y labios que la apretaban y mamaban.

 

Las mejillas de LenĆ­n estaban abarrotadas de la inmensa pitĆ³n que SimĆ³n; ChacĆ³n emitiĆ³ un largo gemido.

 

LenĆ­n aferrĆ³ sus manos a la cadera de SimĆ³n y le lamiĆ³ el pene moviendo la cabeza rĆ”pidamente adelante y atrĆ”s.

 

Su pene atravesĆ³ mĆ”s allĆ” de la garganta y LenĆ­n casi se ahogĆ³, tras toser volviĆ³ a dedicarse a lamer el precioso falo.

 

SimĆ³n echĆ³ la cabeza atrĆ”s, cerrĆ³ los ojos y dio un respiro profundo.

 

—Oh, oh, oh —era todo lo que pudo decir disfrutando de la mamada.

 

Los ojos de LenĆ­n tambiĆ©n estaban cerrados, dejando sus otros sentidos abiertos para disfrutar de la felaciĆ³n. AgarrĆ³ las bolas de SimĆ³n y las amasĆ³ en su mano.

 

A continuaciĆ³n respondiĆ³ apretando las bolas con fuerza, haciĆ©ndolo gemir y abandonar todos los apasionados pensamientos del excitado SimĆ³n.

 

El catador de semen se sacĆ³ la polla de la boca y sostuvo la jugosa huevera de SimĆ³n con su mano derecha, mientras su mano izquierda agarrĆ³ la furiosa erecciĆ³n.

 

—Mis huevos, ¡suelta mis huevos!

 

LenĆ­n se mantuvo apretando las bolas de SimĆ³n.

 

SimĆ³n gritĆ³ de dolor. —¡Suelta mis huevos!

 

LenĆ­n dejĆ³ de masturbar la gruesa verga como una lata de cerveza y cerrĆ³ el puƱo golpeando las bolas de SimĆ³n con mucha fuerza.

 

SimĆ³n gimiĆ³.

 

—¡Aaaay!

 

Un nuevo golpe le aporreĆ³ los testĆ­culos.

 

—¡Por favor!

 

Dos puƱetazos se estrellaron en las joyas de SimĆ³n.

 

SimĆ³n gritĆ³ a viva voz. Su pene se crispĆ³ brotando lĆ­quido preseminal que se acumulĆ³ en la punta.

 

Lenin sonriĆ³ y amasĆ³ las regordetas pelotas de SimĆ³n en su mano.

 

—DĆ©jame —gritĆ³ SimĆ³n, reuniendo todas sus fuerzas para soportar el dolor, pero LenĆ­n acumulaba mĆ”s fuerza.

 

LenĆ­n aplastĆ³ y apretĆ³ las pesadas toronjas de SimĆ³n en sus manos, ignorando sus sĆŗplicas de piedad.

 

—Tu polla se estĆ” moviendo —anunciĆ³ alegremente y golpeĆ³ las bolas de SimĆ³n una vez mĆ”s.

 

SimĆ³n resistiĆ³ y gimiĆ³.

 

—EstĆ”s cerca, necesito galones de leche para mi reuniĆ³n —informĆ³ LenĆ­n golpeando con el puƱo las ciruelas de SimĆ³n, aplanando los jugosos testĆ­culos y haciendo que gimiera y tosiera—. Date prisa, hombre, no tenemos todo el dĆ­a. Yo sĆ© que siempre tienes caudales de semen para repartir. ¡Eres abundante eyaculando! —sus dedos volvieron a sujetar las bolas de SimĆ³n apretando una vez mĆ”s.

 

SimĆ³n llorĆ³. Su furiosa erecciĆ³n palpitaba violentamente.

 

Lenin volviĆ³ a golpear los testĆ­culos de SimĆ³n.

 

SimĆ³n gritĆ³ de dolor.

 

LenĆ­n repitiĆ³ el movimiento, aplanando los agonizantes testĆ­culos.

 

De repente, la polla de SimĆ³n ChacĆ³n se contrajo y muchos chorros de semen caliente y pegajoso volaron por el aire, LenĆ­n se apresurĆ³ a recogerlos con su tarro de cristal. SimĆ³n gritĆ³ de dolor mientras su abundante jugo blanco se derramaba por todos lados y LenĆ­n hacia todo lo posible en no desperdiciar las salpicaduras.

 

El pene no terminaba de disparar los litros de semen.

 

—No se puede desperdiciar —repetĆ­a Lenin recogiendo con su mano y haciĆ©ndole resbalar por el frasco que se llenaba a niveles sobre humanos. ParecĆ­a un desquiciado recogiendo el esperma de SimĆ³n.

 

Cuando estuvo repleto y parecĆ­a finalizar su misiĆ³n, LenĆ­n observĆ³ el rostro de SimĆ³n, que estaba contorsionado de dolor. Su gran polla se habĆ­a desinflado y restos de esperma la hacĆ­an brillar.

 

Los ojos de LenĆ­n se enfocaron en los huevos de SimĆ³n, y con toda la fuerza los apretĆ³ con y tirĆ³ de ellos hacia abajo.

 

SimĆ³n gritĆ³, sus ojos se abrieron, al mismo tiempo que nuevos chorros de leche salieron y LenĆ­n se dedicĆ³ a comer directamente de su polla.

 

LenĆ­n y SimĆ³n gimieron simultĆ”neamente, pero por diferentes razones: SimĆ³n del dolor en sus traumatizadas bolas y Lenin por placer de degustar aquel chorro tan espeso.

 

Cuando se apartĆ³ con la boca repleta, sonriĆ³ maliciosamente y golpeĆ³ otra vez las bolas de SimĆ³n.

 

SimĆ³n chillĆ³ mientras su polla continuaba disparando mĆ”s semen blanco y cremoso.

 

—Muy abundante, como ningĆŗn otro hombre —concluĆ­a Lenin con mirada calificadora—. Bastante caliente, fuerte al paladar, con potente olor y de intenso sabor a cloro. Es tanta que se puede alimentar a un numeroso grupo. La catalogo como 96% recomendable. Un espeso que causa una sensaciĆ³n jugetona en la lengua —sonriĆ³ y volviĆ³ a alimentarse del jugo de las bolas de SimĆ³n.

 

El suelo tambiĆ©n estaba completamente cubierto de semen. El frasco a rebosar, y todavĆ­a se escapaban mĆ”s salsa blanca de la polla de ChacĆ³n.

 

DespuĆ©s de unos minutos el monstruo de SimĆ³n dejĆ³ de escupir semen.

 

Lenin le guiĆ±Ć³ un ojo y se marchĆ³ canturreando sintiĆ©ndose contento.

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