LA EXPEDICIÓN, Parte 2. - Las Bolas de Pablo

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16 ago 2022

LA EXPEDICIÓN, Parte 2.

 

LA EXPEDICIÓN, Parte 2.

Los tesoros de Egipto.

 

 

CONTIENE BALLBUSTING M/M.

 

 

La siguiente es una de 3 entregas sobre expediciones en el mundo, cada una con una historia aparte, espero les guste.


 

1942. Norte de África.


Transcurre la guerra en el norte de áfrica, las fuerzas alemanas junto a sus aliados italianos tratan de tomar el estratégico canal de Suez en Egipto.

 

Durante la batalla de El Alamein (En realidad la primera batalla que va del 1 al 27 de julio) las bajas son incontables bajo el ardiente desierto. Tras un combate intenso los soldados se dispersan, se dan combates uno a uno entre los enfrentados.

 

El oficial británico, teniente John Mckensey se había quedado sin municiones, pero no por eso cesaba la lucha…


John peleaba cuerpo a cuerpo contra el cabo italiano Giovanni Bálsamo


La pelea a puño limpio es dura, John de 30 años, no se amilana ante su rival más joven, conecta dos golpes al rostro del italiano de 22 años, derribándole sobre la quemante arena…

 

…Le va a patear pero Giovanni da un giro sobre la arena y barre las piernas del británico.

 

Ahora es Mckensey quien está en el suelo, y recibe un puntapié en la espalda, parece que la victoria es de Bálsamo.

Pero John aun desde el suelo puede contraatacar y es brutal…Proyecta un puñetazo hacia la entrepierna del italiano. Sus nudillos dan en todo el escroto del italiano, sacándoles un crujido.


—Cazzo!( Literalmente significa: Mierda!)—Expresó Giovanni para enseguida tomar sus bolas.

 

El italiano cayó de rodillas, y John se incorporó apenas pudo…Con su rival debilitado, el británico apretó el puño dándole ahora en la quijada.

 

Bálsamo cae de espaldas, manteniendo las manos en sus testículos, el militar se queja:

 

—Imbrogliare…(Tramposo…)—Apenas alcanza a decir el lastimado cabo.

 

Pero a John no le importa pelear sucio, se queda viendo a su enemigo derribado, parece solo tener interés en verlo allí sobre la arena…

 

…Entonces deliberadamente apoya un pie sobre la entrepierna de su enemigo, las manos del italiano protegen sus bolas, pero la presión del rival le lastima.

 

—Mio palle! (Mis pelotas!)—Giovanni se retuerce bajo el pie de Mckensey

Cesa el pisotón del británico, y éste comienza a hablarle. Bálsamo se sorprende al oír que el británico habla perfecto italiano*.

*En adelante hablarán en italiano pero se plasmará todo en español.

Y es que el teniente británico era de una familia acomodada cuyo padre había sido asesor militar en Italia, por ello John de niño pasó algunos años en la nación italiana, aprendiendo el idioma, para él el italiano era una segunda lengua.

—Mis bolas…—Replicaba el italiano.

—En la guerra todo se vale, mi amigo.

Mckensey podría matar al enemigo, quien ya se había dado por vencido, o  llevarle como prisionero que sería lo más coherente…Pero se quedó viendo al sujeto sostener sus partes nobles, el británico traga saliva, toma aire y cambia su faz.

—Estoy harto de la guerra, tu no?

—Claro que sí—Bálsamo se sobaba las bolas sin descanso.

—Te preguntaré algo, italiano, tienes familia en tu nación? Eres casado?

—En casa me esperan mis padres, aun no tengo esposa.

Era la respuesta que esperaba el británico:

—Te propongo algo, que te parece si eres mi socio en un negocio, aquí mismo en Egipto, necesito un compañero y te irá muy bien económicamente, no puedes pensar en un mejor negocio…

Las palabras del británico sorprendieron al italiano, quien se sentó sobre la arena, no sin dejar de tomar su bulto genital, la mirada de John estaba fija en lo que el italiano cubría.

Mckensey sacudió su cabeza y recalcó su oferta.

—Acepta, la alternativa es una prisión británica, y no precisamente en territorio inglés, te enviarán a Palestina o Bagdad, allí tenemos bases para acoger a prisioneros de guerra.

Giovanni se mostró dudoso.

—Pero porque me hace semejante oferta?, somos enemigos.

—Yo no estoy de acuerdo con esta guerra, al diablo el rey y los políticos!, ellos sólo esperan que muera por el imperio británico, condenados!

—Es cierto, el duce (Benito Mussolini) sólo piensa en sus ambiciones y expansión territoriales, nosotros los soldados somos nada para los políticos.—Las palabras de Giovanni dieron esperanzas al británico de que aceptase su propuesta.

—Entonces aceptas mi sociedad?, debemos partir hoy mismo.

—Pero eso es desertar…

—Es cierto y nos irá mal si nos capturan, pero si tenemos éxito en el negocio, tendremos mucho dinero, y con eso se compra el perdón…Piénsalo, volverás a casa con buen dinero, tu familia estará feliz de que garantices su futuro.

Todo sonaba aceptable para el italiano, pero que era aquel negocio que tanto dinero podría dar?

Ante la duda del soldado, el británico planteó su idea:

—Hay muchos tesoros antiguos en este país, los faraones eran enterrados con todos sus tesoros…Ellos amaban el oro! Tengo información sobre la ubicación de una tumba y sé cómo hallarla, seremos ricos y hasta famosos…No te confundas por ser yo un militar, estudié arqueología y he participado en búsquedas de tesoros, incluso la tumba de la que estoy seguro en hallar, la tenía pensada en explorar, pero no tenía los permisos y estalló la guerra, así que todo se canceló…Lo cual es bueno para nosotros.

—Como así?

—En este caso nos conviene la guerra, éste país está concentrado en la invasión del enemigo, toda la zona dónde iremos a explorar debe estar sin vigilancia, además una expedición de dos o 3 personas pasará desapercibida…y lo más importante, no habrá que pagar un permiso…Sabes cuánto cobran esos ladrones del gobierno egipcio para otorgar un permiso de exploración en su tierra?—El expositor dio una mirada al italiano que estaba muy atento a su propuesta—Lo admito futuro socio, este negocio no es lo más legal del mundo, pero en estos tiempos de guerra hay que aprovechar las oportunidades.

Como la cárcel era su alternativa, Giovanni aceptó el trato, ayudaría a aquel británico a encontrar la tumba antigua de un faraón, lo que les daría riquezas.

Tras las presentaciones, los militares se dieron la mano sellando una alianza.

Emprendieron el camino hacia un pueblo cercano que Mckensey conocía y de donde podrían tomar provisiones para así iniciar su “expedición por los tesoros de Egipto”.

Tras reponer fuerza, comprar provisiones y reclutar a 3 hombres nativos, el dúo de militares toma rumbo a la región de Luxor, dónde se halla el famoso valle de los reyes.

Pasan por las pirámides, dónde piden a los dioses egipcios, musulmanes y cristianos buena suerte para su viaje.


El plan es encontrar tumba de faraón Tamutotsis II de la XVIII dinastía, la cual gobernó Egipto entre los años 1575 y 1295 a. C.

 

Tras varios días de marcha, llegaron a Luxor, cómo Mckensey esperaba, la zona era un páramo desolado, no había ejército ni policía cerca, y los lugareños ya ni pasaban por ese lugar, la guerra en suelo egipcio era lo que importaba en ese momento y nadie sospechó cuando 5 hombres se internaron en el valle de los reyes…

…El británico sabía dónde buscar y pronto se esperanzó en hallar la tumba.

Durante las noches su relación con Giovanni se hizo muy amena, tenían bastante en común, además John no podía dejar de admirar a su exenemigo y ahora socio, el italiano era buenmozo y el británico tenía sentimientos muy secretos hacia los hombres…Aunque no era el mejor momento para dejarlos salir.

Al tercer día de exploración, por fin John vio felicidad ante el claro indicio de haber hallado lo que desde años atrás ya sospechaba…La tumba del Faraón Tamutotsis II.

Cavaron, removieron rocas y el éxito les sonrió…Una puerta de piedra que daría acceso a la tumba, por lo rustico de la entrada era obvio que no se trataba de la entrada principal, pero entrar era lo importante.

Derribaron la puerta y el primer aire en siglos ingresó a la tumba. El descubrimiento era suyo, se alegró el británico, ahora a ver que contenía la tumba intacta de Tamutotsis II.

Y lo más maravilloso para Mckensey era que la tumba era amplia, era extraño tal tamaño, podrían explorar por semanas, pero no había tiempo para eso, ellos vinieron por el tesoro del Faraón, después de obtenerlo e incluso tomar la momia —Muy valiosa para el mercado negro—dejarían el resto atrás…Que los arqueólogos se tomasen años catalogando las piezas, inscripciones y demás, ellos sólo querían el oro!

Y hablando de inscripciones, había una muy llamativa en la entrada, el británico se prestó a leerla:

—Aquí dice…La muerte caerá con su furia a aquel que turbe el descanso del faraón.

—Es la maldición de la momia!—Expresó asustado Giovanni—Escuché sobre eso, cuando encontraron una tumba hace años todos resultaron muertos.

—Pamplinas!—Respondió Mckensey, quien tenía bien presente aquel “mito” mezclado con realidad*.

El británico sabía de la susodicha maldición, de hecho conocía bien todo sobre  el descubrimiento de la tumba del Faraón Tutankamón, por parte de Howard Carter ya hace 20 años…Carter sí era un explorador, no cómo John, un simple saqueador.



Howard Carter ingresando a la tumba de Tutankamón.

 

—Todo es para asustar a los saqueadores, no creas esas tonterías—Recalcó el teniente.

 

Los exploradores se aventuraron al interior, han avanzado unos cinco metros de un amplio pasadizo cuando Giovanni alcanza a ver pasar una sombra a toda velocidad, seguida de un grito.

—AAaghh!!!

Al buscar la fuente del grito, Giovanni vio que era uno de los nativos egipcios, quien se tomaba la entrepierna.

—Por Dios!—Expresó el italiano al ver que el hombre tenía una flecha clavada en la ingle…uno de sus testículos había sido atravesado por una flecha desconocida, y pronto una mancha roja invadió el pantalón del hombre.

—Cuidado!—Exclamó Mckensey, haciendo señas al italiano de retroceder, otras dos flechas impactaban ahora en el pecho del herido y una tercera le daba en la cabeza, derribándole y terminado con su dolor y vida.

El británico pedía a su socio que se agachase, los otros dos egipcios permanecían de pie ante su compañero caído.

—Que está pasando?—Giovanni estaba confuso.

—Hay trampas en la tumba!—Mckensey no esperaba esto, pero sabía que en ocasiones los arquitectos egipcios colocaban trampas para proteger a los soberanos de los ladrones de tumbas.

Ahora era una lanza la que surcaba el pasillo de la tumba.

—AAAhhhh!!!—Se quejó otro nativo, una mancha de sangre en su pantalón indicaba que sus genitales también habían sido heridos.

—Pero dónde está la lanza?—Se preguntó el británico, y un llamado de atención del italiano le informaba la ubicación de ésta.

—Santo Dios!—Expresó el italiano, santiguándose ante lo que había sucedido.

La lanza estaba clavada en el muro detrás del herido hombre, ésta le había atravesado la entrepierna y el cuerpo.

—Oh carajo!—Giovanni arrugó el rostro para vomitar en el suelo ante lo que veía ahora, John sintió el estómago revuelto ante la misma vista…

…Y es que ambos descubrieron que los testículos del egipcio habían sido arrancados con violencia con el paso fulgurante de la lanza…

…Los órganos yacían en el suelo.


El dueño de los huevos se derrumbó y expiró en pocos segundos.

 

El tercer nativo sólo temblaba ante las violentas muertes de sus compañeros, comenzó a retroceder hacia el muro.

 

—Aagh………—Fue lo único que pudo exclamar antes de morir empalado, pues su contacto con la pared, activó otra trampa…Un montón de púas le atravesaron todo el cuerpo.


—BBuuuaagghhh!!!—Vomitó el británico, mientras Giovanni ya estaba de rodillas con su segundo vomito.

—Los tres murieron!, mejor nos vamos!—Bálsamo se incorporó tembloroso, estaba aterrado ante el horrible final de los nativos.

Viendo retroceder a su aliado rumbo a la salida, Mckensey, escupió lo último de vomito en su boca y actuó!

—Uughh!!—Exclamó Bálsamo cuando el británico le agarró con fuerza de los testículos.


Mckensey comenzó a apretar las gónadas del italiano, acomodando bien su mano captora para abarcar el contenido escrotal de su socio.

 

El británico estaba serio, pero al tiempo tragaba saliva, en sus manos tenía la virilidad de aquel atractivo italiano.

—Suéltame John…—Suplicó Giovanni ante el apretón.

—Vamos a seguir! Así que ten valor amigo!— El británico mostró una sonrisa perversa —Veo que si tienes bolas, así que hazle caso a tus cojones y no a tu cabeza!...Saca valor de ellos! CONTINUAREMOS!—Reforzó el apretón con la última palabra, haciendo chillar a Giovanni.

John por fin le soltó la virilidad.

—Sei uno stronzo! (Eres un gilipollas!)—Se le salió al italiano, quien de inmediato se apoyó contra un milenario muro de la tumba, para sobar sus testículos.

Sostener las gónadas de Giovanni le provocó una ligera erección, se las había golpeado en la pelea que tuvieron, pero ahora las sostenía y comprobaba que eran grandes, Giovanni era muy bien dotado de huevos, había escuchado historias de lo muy buenos amantes que eran los italianos…La abundante y espesa saliva no paraba de atragantar al británico.

El ambiente podría volverse romántico para Mckensey, pero lo mejor era concentrarse en el saqueo.

—Lo siento mi amigo italiano, pero no es tiempo de acobardarse, estamos cerca del triunfo y debemos seguir.

Giovanni terminó de sobarse y darle la razón, ya habían llegado muy lejos y no podían irse sin nada.

Con la velocidad de un caracol y todas las precauciones, el dúo avanzó por entre los cadáveres de los nativos, ninguna otra trampa se activó, ya no había más.

Por fin entraron a la sala del Faraón, la cual era muy amplia. Ante ellos estaba el sarcófago, adornado con abundante oro, las sonrisas de ambos eran enormes.

—Y eso?—Giovanni señalo al lejano muro, dónde dos enormes estatuas con cabeza de chacal custodiaban al parecer al faraón.


—Representan al dios Anubis—contestó John—El dios de la muerte de los egipcios, y mira nada más!—El británico acercó la luz a las estatuas de 5 metros de alto, tenían bastante oro el sus cuerpos, el problema era que no podrían sacarlas de allí, ni siquiera imaginaba como las introdujeron en la antigüedad.

 

Pero dejaron las ideas imposibles y fueron por el premio mayor, el sarcófago era suyo, pero querían ver la momia, de seguro tenía una máscara en oro, así fue con Tutankamón.

 

Abren con dificultad el sarcófago y es cuando un espeso humo de color rosado emerge.

—Y eso? —Se asustó Giovanni, pues no pudo evitar aspirarlo.

—No te preocupes debe ser sólo humo, y tiene algún tinte antiguo, no creo que sea peligroso.

Aliviados, van a tomar las joyas, cuando algo sucede.

—Cuidado!!! — Se alarmó Giovanni al notar un movimiento en las estatuas gigantes.  

De pronto las estatuas chacal les miran, sus ojos están fijos en ellos y repentinamente parecen moverse.

—Esto no puede ser! —Mckensey no podía creer lo que pasaba, el oro cayó de sus manos y sólo retrocedía asustado.

Los chacales comenzaron a avanzar lentamente con el fin de atraparles, pero las piernas de los intrusos reaccionaron y tomaron camino al túnel de acceso.

El túnel les pareció más largo que de entrada, pero ya alcanzaban a ver la luz del exterior cuando un par de momias les cerraron el paso.


Tanto el británico como el italiano se quedaron azules del miedo, las momias estaban por atacarles, pero no daban para moverse…

 

…Desesperados cada uno pateó la entrepierna momificada de su atacante, sin efecto…Después de más de 2000 años no deberían tener bolas que les causasen dolor, ¿que hacer ahora?...No pudieron intentar nada más porque fue el turno de las momias para atacarles.

 

—AAAAHHH!!! — Gritaron al unísono cuando cada momia en frente les lanzaban una patada a los bajos con sus extremidades vendadas y raquíticas, pero que impactaban duro!

Los ojos de Mckensey se cruzaron y cayó al suelo, estuvo unos instantes con la vista borrosa para terminar desmayado. Giovanni por su cuenta se desmayó de inmediato con la patada, sus bolas más grandes y ya adoloridas por el apretón no soportaron el puntapié.

Despertarían tras media hora de inconsciencia, no había rastro de los chacales ni de las momias, es más se sentían muy rico!, estaban en una sala desconocida, y cada uno se vio sólo…Bueno no solos pues con el italiano estaba una bellísima mujer con vestimentas y maquillaje egipcio antiguo.


—Eres una reina?— Le preguntó Giovanni ante la mujer tan elegante, pero ella no respondió, sólo sonrió y continuó en lo que hacía…la mujer le estaba chupando el pene a Bálsamo, y era muy buena en el arte de lo oral…El placer no dejaba de abrumar al italiano.

 

Por su parte, Mckensey se vio sólo con un varón claramente egipcio, era fornido y de fuerte mandíbula, la cual ejercitaba con el falo erecto del teniente.


—Continúa con lo que haces tan bien, divino! —Indicó el británico ante una pausa y sonrisa del egipcio.

 

El fornido varón retomó la felación sacando gemidos al británico.

Cada uno por su lado era feliz y no quería que terminase aquel sexo oral…Lo único extraño era que sentían un sabor raro en la boca, y no dejaban de saborearse.

Tras el orgasmo, cada uno se vio esposado en una habitación con mucha luz…estaban en un hospital de El Cairo y se hallaban arrestados.

Resulta que una patrulla de soldados británicos llegó a Luxor y les arrestó, cómo cosa curiosa les encontraron en posición 69, tanto el italiano como el británico se estaban chupando la polla, no había rastro de momias y las estatuas de chacal estaban en su sitio.

Después de arrestarles y llevarles al doctor, quien era un galeno egipcio y no occidental, éste dedujo correctamente que los detenidos padecían los efectos de la flor de Lis del Nilo la cual causa alucinaciones y se usa en forma de humo rosado…Además el vapor de la flor de Lis era un poderoso afrodisiaco que se usaba en la época faraónica.

Lo que ninguno supo fue que al alucinar con las momias, cada uno pateó los testículos de su aliado creyendo patear a la momia respectiva, los puntapiés dados con fuerza, les desmayaron…

 


…Para continuar con la alucinación al despertar, ahora en forma de amor y placer.

 

El castigo para los saqueadores era el obvio, Mckensey termino preso el Irak acusado de deserción, de saqueo de tumbas y más cosas; Por su parte Bálsamo sólo fue retenido como prisionero de guerra, para la justicia británica, él sólo fue un subalterno del teniente, le iría mejor pues al año siguiente recobraría la libertad, dado que Italia cambió de bando en la guerra y se unió a los aliados.

La tumba de Tamutotsis II fue clausurada y sólo tras terminar el conflicto bélico arqueólogos británicos y egipcios catalogaron y exploraron todo…

…Se dice que más de un arqueólogo sufrió de un intenso deseo sexual durante sus jornadas de acceso a la tumba.

 


 

FIN.

 

***

 

*LA MALDICION DE TUTANKAMON.

En la década de los años 1920, el egiptólogo Howard Carter descubrió la existencia de un faraón de la XVIII dinastía hasta entonces desconocido, y convenció a Lord Carnarvon para que financiase la búsqueda de la tumba que se suponía intacta en el Valle de los Reyes. El 4 de noviembre de 1922 se descubrieron los escalones que descendían hasta una puerta que aún mantenía los sellos originales.

En marzo de 1923, cuatro meses después de abrir la tumba, Lord Carnarvon fue picado por un mosquito y poco después se cortó la picadura mientras se afeitaba, causándole una septicemia que se extendió por todo el cuerpo y murió la noche del 5 de abril.

A la muerte de Lord Carnarvon siguieron varias más. Su hermano Audrey Herbert, que estuvo presente en la apertura de la cámara real, murió inexplicablemente en cuanto volvió a Londres. Arthur Mace, el hombre que dio el último golpe al muro para entrar en la cámara real, murió en El Cairo poco después, sin ninguna explicación médica. Sir Douglas Reid, que radiografió la momia de Tutankamon, enfermó y volvió a Suiza donde murió dos meses después. La secretaria de Carter murió de un ataque al corazón. Un profesor canadiense que estudió la tumba con Carter también murió de un ataque cerebral al volver a El Cairo.

 

***

 

 

TRAMA EXTRA.

 

Año 1422 A.C.

 

El faraón Tamutotsis II revisaba la tumba que había preparado para su próxima muerte…Se maravillaba con las dos enormes estatuas del dios Anubis.


—Mi amado Ramius pronto dejaré este mundo, aun siendo joven, pero el más allá me ha llamado pronto.—El Faraón no tenía más de 30 años, pero una enfermedad repentina le había debilitado y pronto le llevaría a la tumba, ningún tratamiento de sus médicos pudo curarle.

 

—No diga eso mi señor, mi amor!—Ramius era amigo del Faraón desde la infancia y era amantes secretos—Si usted va a morir, yo moriré con usted!

—Eso nunca!, lo prohíbo Ramius, es mi deseo que vivas, que encuentres un nuevo amor—El fiel amigo aceptó la orden de su amado y soberano.

Y el Faraón había dado órdenes secretas de que su fiel amante se fuera de Egipto apenas muriese, pues temía algún ataque contra él, en vida todos los sacerdotes y nobles eran leales pero desconfiaba de varios, y hambrientos de poder podrían imponer a un nuevo Faraón cercano a sus intereses, eso pondría en peligro a sus familiares y amigos, y no quería que llegasen a matar a Ramius.

A pesar de ser el todopoderoso Faraón, éste no podía mostrar abiertamente su gusto homosexual, podría generar una rebelión, por eso su amor con Ramius fue conocido sólo por algunos, pero siempre había quien soltase la lengua por dinero.

—Dejarás bastante esencia de Flor de lis del Nilo en mi sarcófago, será una sorpresa para quien quiera profanar mi cuerpo—El Faraón de inmediato abrió un pequeño frasco, emergiendo un ligero humo de color rosa.

Ramius se sorprendió.

—Pero una gran cantidad no sólo les excitará como gatos en celo, sino que de seguro les causará visiones y locuras.

—Eso les enseñará a no invadir mi morada final—El Faraón se mostraba inflexible.

—Pero aparte de todas esas trampas que se pondrán en la entrada, aun así les expondrás a la flor de lis?, vaya! pobre del que quiera saquear tu lugar de descanso.

—No soy tan malo, querido Ramius—Tamutotsis II aspiró un poco del escaso humo rosado, y ofreció un poco a su amante—A los ladrones de tumbas les deseo la muerte por las trampas, pero también el amor, Jajajaja

Ambos rieron, para después besarse y yacer en aquel lugar, demostrando su amor carnal.

Esperen un futuro relato: LA GUERRA Y EL AMOR DE TAMUTOTSIS II.

 

***

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